#4 Tiempos
Mourinho no está hecho para estos tiempos | Columna de Carlos López Medrano
Mejor dormir
“Quiero mantener buenas relaciones con todo el mundo, pero lo más importante es mantener una buena relación conmigo mismo”.
—José Mourinho.
José Mourinho fue invitado a realizar el saque de honor en un partido de hockey llevado a cabo en Rusia. Aunque él no pintaba mucho ahí, fue un gesto que reconocía su estatus como figura dentro del deporte. El problema es que después de atender el protocolo, el portugués se resbaló con la alfombra roja que algún lumbreras colocó en la cancha de hielo. El bochornoso momento quedó captado por múltiples camarógrafos que apuraron la viralización de la estampa.
El traspié parecía cerrar un ciclo de horror para el entrenador luso, pero todavía venía algo peor. Un día después fue condenado a un año de cárcel (que no tendrá que sufrir, al no contar con antecedentes penales) y a una multa de tres millones de euros por fraude fiscal en España. Esta vez sí que tocaba fondo o al menos un mínimo histórico. Su estatus está más cuestionado que nunca y no queda claro cómo podrá salir de la maraña en la que está metido.
El declive viene de tiempo atrás. Mes y medio antes de la caída fue echado del Manchester United por los malos resultados obtenidos. Los jugadores simplemente no carburaban con él, aunque a su salida milagrosamente recuperaron el talento para remontar posiciones en el campeonato local.
No son buenos días para Mourinho que a últimas fechas pareciera haber perdido el rumbo. Si bien no ha caído en el desastre, ha despertado señalamientos por acabar mal en sus últimas aventuras con el Chelsea y el United. Los detractores que se ha labrado a lo largo del camino están de plácemes, desfogando la bilis acumulada por medio de insultos.
Visto con frialdad, el haber ganado la Premier League en la temporada 2014/15, en la que también ganó la Copa de la Liga, así como UEFA Europa League en la 2016/17 (que coronó con otra Copa de la Liga), no está nada mal. Cualquier otro entrenador estaría contento con el botín y aquello sería suficiente para ser candidato a dirigir cualquier club del mundo. Pero con Mourinho no es así. El técnico luso está acostumbrado a arrasar y cualquier cosa que no sea ganar una Champions más Liga le sabe a fracaso.
Después de todo es alguien que ganó dos Copas de Europa de especial kilataje por haber sido conseguidas con el Oporto y el Inter de Milán. También ganó la Liga de los récords con el Madrid y sentó las bases para que los merengues retomaran su reinado en Europa. Lo respaldan alrededor de 25 trofeos, un mérito que ha logrado sostener en Portugal, Inglaterra, Italia y España.
Hubo algo más que lo marcó. Su enfrentamiento deportivo y dialéctico con Guardiola y todo lo que el Barcelona representa. Esa relación combativa dejó alguno de los episodios más memorables del futbol en el siglo XXI. El Mourinho más inspirado estuvo ahí, cuando plantó cara al falso buenismo de los catalanes a través de dureza y asumiendo el papel que se tenía que asumir. No fue sumiso ni aceptó la hegemonía culé que el resto de los clubes asumía como inapelable, con la cabeza baja y hasta de modo reverencial.
“Mourinho nos hizo espabilar. Estábamos aceptando una situación que no podía ser”, ha dicho Xabi Alonso sobre cómo Mou les ayudó a recuperar la confianza para competir con el Barcelona. El guiño también es de Álvaro Arbeloa, quien aún se muestra respetuoso con el portugués. “Fue capaz de bajar a ese Barcelona de la cima. Y no ha recibido suficiente reconocimiento por esto”, apuntó, al tiempo que recalcaba otro de los méritos del entrenador: haber dejado el ambiente de tal forma que finalmente Pep tuvo que abandonar al equipo blaugrana.
Para ello empeñó su cuerpo y alma. Fue un trabajo de 360 grados, no solo en el diseño táctico, los partidos y los entrenamientos, también en la agenda mediática, lo administrativo y el duelo ideológico. Quedó tocado por los reflectores y parecería que después de tal labor no ha vuelto a ser el mismo.
Aquel Madrid de Mourinho dejó de lado las normas sociales y regresó el futbol al fango, al sacrificio y a una manera de entender el compromiso. “Señorío es morir en el campo, no filosofía barata”, fue una de las tantas perlas que soltó ante micrófonos.
El éxito del mourinhismo recae en su primacía como jefe dentro del vestuario. Su estilo de dirección no permite la rebeldía, sino que demanda de los jugadores un compromiso y una devoción total por el entrenador. Sus mejores momentos en el banquillo han llegado cuando los futbolistas lo asumen como un comandante, más que como un gestor deportivo o un compañero de viaje.
Es el tipo duro, un tirano que debe controlar todo a su alrededor. La democracia no va con hombres así. Tal nivel de dominio es difícil de mantener a largo e incluso a mediano plazo. El nivel de exigencia y protagonismo es tan grande que pronto se erosiona. Pero sobre todo no funciona mucho con el perfil de los jugadores actuales, aspirantes a estrellas de Hollywood que buscan lucir por encima del DT y el grupo mismo. Esos que dejan de esforzarse y boicotean al jefe cuando les cae mal, les habla fuerte o los hace correr más de lo necesario.
Las complicaciones recientes de Mourinho tienen que ver con ese choque generacional. Le es difícil lidiar con el nuevo perfil de jugador que aspira a ser el centro de los proyectos deportivos. El pique que mantuvo con Paul Pogba como antes con Cristiano Ronaldo hablan de esa naturaleza que se nota desde el peinado. Para Mou solo debe haber un gallo en el corral. Y debe ser él, como indica su tradición futbolística, esa que lo vincula a la inclemencia y agitación de los Bill Shankly y Brian Clough.
The Special One se las ve canutas con la suavidad y lo políticamente correcto. Si Guardiola es fanático de Coldplay, Mourinho es un arrebato que no se anda con cursilerías. Antes que nada es un personaje, un hito de la cultura pop del que algún día se debe hacer un gran libro. El malestar que genera, las pullas de gracia y la pasión que genera lo consolidan como un genio más complejo que cualquier otro en el mercado.
Como aquella canción de los Beach Boys, Mourinho no está hecho para estos tiempos, tan afables, tan censores, tan aburridos. Tampoco va con futbolistas propensos a mirarse al espejo y a comer ensaladas.
El viejo lobo portugués apela al perfil de los espartanos. Materazzi, Xabi Alonso, Arbeloa, Sneijder, John Terry, Carvalho… sujetos que compensan cualquier limitante con honor y fidelidad absoluta. Hombres en serio.
A partir de hoy le tocará reinventarse. O esperar a la vuelta de un puñado de fieras. El objetivo que seguro aún tiene es volver a ser el puto amo. Que nadie lo dé por muerto.
Contacto: [email protected]
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#4 Tiempos
Se acabó el Clausura 2025 | Columna de Arturo Mena “Nefrox”
TESTEANDO
Llegó a su fin el torneo de la Liga MX con un nuevo campeón, el Toluca destronó al América y se sienta en la cima. Ahora es momento de hacer cuentas, de esas que sirven para alimentar la estadística.
En total, en el Clausura 2025, se jugaron 170 partidos: 153 de temporada regular y 17 de liguilla.
En la jornada 9 se dio el resultado más abultado del campeonato, un 5-0 que le propinó Toluca a Querétaro en la bombonera. En contraparte, 12 partidos terminaron con un empate a 0, incluyendo el partido de ida de la final entre América y Toluca.
El equipo más goleador fue Toluca, con 51 tantos entre torneo regular y liguilla, a diferencia de Querétaro que fue el que menos anotó con tan solo 10 en toda la fase regular.
Algunos de los récords que se rompieron en este Clausura 2025 destacan al Toluca anotando 5 goles en dos partidos, primero ante Querétaro en la jornada 9 y después frente a Necaxa en la jornada 11.
Jhon Kennedy de Pachuca logró anotar en cuatro partidos consecutivos en casa, alcanzando a Edwin Cardona en 2019.
Atlas logró una remontada 4-3 después de ir perdiendo 0-3 ante Tijuana, algo que igualó a América en 2016 ante Cruz Azul, por cierto, este partido entre Atlas y Tijuana fue uno de los dos con más anotaciones del torneo.
Para cerrar con los números, el promedio de asistencia a los partidos fue de 23,783, mientras que la mejor asistencia fue el partido entre Monterrey y San Luis, en la jornada 8, con 50,023 aficionados, esto gracias a la expectativa del debut de Sergio Ramos. Del otro lado, el partido con menos asistentes fue el Pumas vs Mazatlán con tan solo 8,845 espectadores, esto provocado por jugar al mismo tiempo que se llevaba a cabo el Super Bowl 59.
Por último, en temas financieros, se presume que el campeón del futbol mexicano recibe aproximadamente 78 millones de pesos más la clasificación a la Copa de campeones de Concacaf y un considerable aumento en los bonos de patrocinadores tanto propios como de la liga.
Se fue un torneo, y aunque todavía quedan por lo menos dos partidos más que interesan a los aficionados locales (Cruz Azul vs Vancouver y América vs LAFC), la liga llegó a su fin y por ahora vivimos la emoción del futbol de estufa, hagan sus apuestas y esperemos que el próximo torneo vuelva a emocionar.
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#4 Tiempos
Micrometría y la paz del espíritu en la Ciencia en el Bar | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash
EL CRONOPIO
Braulio Gutiérrez Medina es un investigador del Instituto Potosino de Ciencia y Tecnología, IPICyT, que realiza trabajo de investigación en biofísica, biomateriales bionanotecnología, siendo especialista en técnicas de Microscopia óptica, que incluyen herramientas de pinzas ópticas y fluorescencia.
Sobre estos temas estará participando con una plática en La Ciencia en el Bar que ha titulado, La Micrometría y la Paz del Espíritu; sugerente título que nos remite a asuntos de medición en sistemas biológicos los cuales tienen tamaños micrométricos y nanométricos y en los que se requiere para su estudio de mediciones de microscopía con luz para muy pequeños tamaños.
La charla se llevará a cabo el jueves 29 de mayo a las ocho de la tarde noche en La Cervecería San Luis, ubicada en la Calzada de Guadalupe número 326, con entrada libre. La charla forma parte del ciclo treinta y nueve de esta serie que corresponde a diecinueve años de actividades. La Ciencia en el Bar es un programa pionero en el país y ha sido replicado en varias partes del país, generando escenarios de interacción entre la comunidad científica nacional y el gran público.
Este jueves, es una buena oportunidad para escuchar al Dr. Braulio Gutiérrez y conocer parte de su trabajo de investigación que realiza en el IPICyT. El Dr. Braulio Gutiérrez es un físico egresado de la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México en 1997 y realizó sus estudios de doctorado en Física en la Universidad de Texas en Austin, Estados Unidos en 2004 y un Posdoctorado en Biofísica en la Universidad de Stanford en 2009. Ha recibido los premios Jorge Lomnitz Adler 2018 del Instituto de Física-UNAM y Academia Mexicana de Ciencias en el 2018, y el premio George E. Brown, Jr. UC MEXUS en 2010. Cuenta con un par de patentes, entre ellas método para obtener imágenes tridimensionales usando un microscopio de campo brillante otorgado en 2021.
Con la técnica de pinzas ópticas que ha desarrollado el Dr. Braulio Gutiérrez, ha logrado entender un poco más el funcionamiento de pequeñas proteínas de las células, llamadas motores moleculares, que funcionan como mensajeros al interior de la célula.
En una entrevista que concedió el Dr. Gutiérrez detalló el desarrollo de sus pinzas ópticas: “Construimos un instrumento de pinzas ópticas, que se basa en un microscopio óptico con el cual podemos observar muestras biológicas y micropartículas. Un microscopio óptico utiliza lentes para formar una imagen amplificada de la muestra de interés. La lente más importante del microscopio es el objetivo que se encuentra inmediato a la muestra. Al microscopio le acoplamos un haz láser que hacemos pasar a través del lente objetivo, con lo cual logramos tener el láser enfocado sobre la muestra. Este láser es el que captura y manipula nano-objetos como las proteínas llamadas cinesinas”.
Por lo regular las charlas de La Ciencia en el Bar se realizan en día miércoles, en esta ocasión se realizará el jueves que es día 29 de mayo. Los esperamos este jueves a las ocho de la noche en La Cervecería San Luis y disfrutar la charla del Dr. Braulio Gutiérrez sobre Micrometría y la Paz del Espíritu.
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#4 Tiempos
Buscad el alfiler | Columna de Juan Jesús Priego Rivera
LETRAS minúsculas
–¡Qué hombre tan amargado! –exclamó una vez una dama de cierta edad señalando con el dedo, desde la distancia, a un compañero al que yo estimaba mucho-. ¿Qué traumas habrá sufrido en su infancia para haber perdido de tal manera el gusto por vivir?
¡Los traumas de la infancia! Sí, he oído hablar de ellos, pero no me convencen ni mucho ni poco. ¿Por qué debemos ir hasta la infancia de un hombre para explicarnos su mal humor de hoy? ¿Y si la infancia, por lo menos en el caso de este conocido mío, no tuviera nada que ver? ¡Ir tan lejos cuando la causa podría estar tan cerca!
Pero yo conocía la razón de ese permanente mal humor, de esa amargura: este amigo sufría a causa de su jefe, un déspota que trataba a sus subordinados como le daba la gana. ¡Ya sólo faltaba que les exigiera a todos bolearle los zapatos! Además, el ambiente de trabajo era, en aquella oficina, atroz y deprimente: allí todos envidiaban a todos y se ponían zancadillas los unos a los otros por el puro placer de ver cómo caían de la gracia de su superior, para observar cómo se despeñaban y se rompían la cabeza. Cada día de trabajo transcurría casi siempre entre gritos, susurros y rumores, y, por lo que he podido saber, nadie estaba seguro –ni lo está todavía hoy- de que mañana seguiría conservando el puesto que ocupaba apenas el mes pasado. Ahora bien, ¿quién no va a amargarse en un ambiente rancio como éste?
Yo conocía pormenorizadamente esta triste historia. Por eso me reí en silencio de las suposiciones de aquella señora que, por haber tomado un curso relámpago de psicología, ahora me hablaba de traumas infantiles y actos fallidos.
Sí, los humanos somos muy propensos a generalizar y elaborar hondas teorías que se vienen abajo justo en el momento en que comprendemos que las cosas no eran como pensábamos. De esta manía elucubradora se burló Alain (1868-1951), el filósofo francés, al escribir así en uno de sus Propos sur le bonheur: «Cuando un bebé llora sin consuelo, la nodriza suele hacer las más ingeniosas suposiciones respecto a este joven carácter y a lo que le gusta o le disgusta; invocando incluso a la herencia, ya reconoce al padre en el hijo. Estos ensayos de psicología se prolongan hasta el momento en que la nodriza descubre el alfiler, causa efectiva y real del llanto».
¡Ah, era eso! ¡Había un alfiler entre los pañales! Y pensar que la nodriza ya empezaba a sospechar ciertas cosas…
El hombre, según se ha dicho aquí y allá, es un filósofo que se ignora a sí mismo. Yo de esto nada sé. Lo que sí sé, en cambio, es que muchas veces, en lugar de buscar el alfiler, se pone a concebir graves y hondas teorías cuyo fundamento, para decirlo ya, es más que dudoso.
Una vez se quejaba conmigo un dentista diciéndome:
-¿Por qué la gente ya casi no me busca para arreglarse los dientes? Las nuevas generaciones son muy descuidadas. ¡En qué tiempos tan tristes nos han tocado vivir!, etcétera.
Pero no; por lo menos aquí no se trataba de los tiempos: era que este dentista tenía fama de trabajar sin anestesia –para ahorrarse un dinerito-, y la verdad es que sus pacientes lo que menos querían en su consultorio era ponerse a practicar el estoicismo.
El 4 de julio de 1765, Georg Christoph Lichtenberg (1742-1799) estaba quitadísimo de la pena leyendo un libro al pie de una ventana cuando de pronto… Pero dejemos que sea él mismo quien nos cuente lo que le pasó aquella vez: «Leía, cuando, de pronto, la mano que sostenía el libro se movió imperceptiblemente y esto hizo que recibiera menos luz. Entonces pensé que una nube espesa debía estar pasando de frente al sol y todo me pareció más oscuro, por más que no había perdido nada de luz». Y concluye el pensador alemán: «Con frecuencia sacamos nuestras conclusiones de esta forma: buscamos en la lejanía causas que muchas veces están junto a nosotros». «¡Oh! –hubiese exclamado otro que no fuera él-. El cielo se está nublando. Acaso llueva toda la tarde. ¡Y maldita la gana que tengo de que llueva esta tarde!». Pero no, el cielo no se nublaba: era el ángulo de su cabeza lo que había variado, produciendo en la página del libro una sombra que en el cielo no existía.
Yo me entretenía recordando estas palabras mientras aquella señora se quejaba de mi amigo. ¿Y por qué había que ir tan lejos -¡nada menos que hasta los traumas infantiles!- para buscar las causas de su amargura, puesto que éstas estaban casi al alcance de la mano? ¡Era el ambiente en el que se movía el que lo sacaba de sus casillas y lo ponía de mal humor! De modo que, una vez aireado ese ambiente, ¡adiós traumas infantiles!
Además, convendría no olvidar la lección que las semillas nos imparten todos los días. ¿Qué lección? Ésta: que no es posible crecer y desarrollarse en cualquier terreno. Una semilla de arroz, por ejemplo, jamás crecerá en el desierto, ni una semilla de mostaza en el frío de la tundra. Cada semilla, para crecer, necesita estar, por decirlo así, en su ambiente.
«Hay que florecer donde Dios nos ha plantado», dice una frase que aceptamos sólo por el hecho de que Dios es un buen sembrador que no se equivoca nunca, aunque por lo demás bien podría ser cursi y hasta falsa. ¡Un grano de trigo, por más que quiera hacerlo, jamás dará nada de sí si es sembrada en los hielos polares!
Y bien, tal es lo que había sucedido con mi amigo: que sencillamente no estaba en su elemento. ¿Y cómo, entonces, iba a crecer y a desarrollarse? «La impaciencia de un hombre –vuelve a decir Alain- tiene a veces por causa el haber estado mucho tiempo de pie; en vez de razonar contra su mal humor, ofrecedle un asiento… No, no digáis nunca que los hombres son malos; no digáis jamás que tienen tal carácter. Buscad el alfiler».
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