#4 Tiempos
Machismo en crisis | Columna de Óscar Esquivel
Desafinando
Resguardemos la energía para otra ocasión, la postura más cómoda para aquellos que no se mueven, la inactividad es un mal que hace pensar en la nada, no veo, no oigo, no hablo, así es la actitud de muchos hombres, desde la historia misma de la raza humana, aparece ciertamente una diferencia, la masculinidad arrogante aplastadora, ante una feminidad sumisa, la supeditación a los caprichos del hombre hizo de la mujer un ser como cualquiera que existiera en la naturaleza no de su misma humanidad.
En el devenir de los años y la conformación de las civilizaciones, hizo que el conocimiento llegara hasta la mujer, a cualquier costo, varias de ellas llegando ocupar tronos de reinos como el Egipcio, el Imperio Romano con la influencia de las mujeres en decisiones políticas del imperio lograron posiciones mejores para ellas, Juana de Arco, Sor Juana Inés De la Cruz, Mary Curie, la científica que rompió paradigmas; políticas como Dolores Ibárruri, la Pasionaria, dirigente del Partido Comunista de España, su lucha, alcanzar los derechos de las mujeres “fuesen de la condición que fuesen, la mujeres eran seres libres para elegir su destino”. “¡No pasarán! el fascismo; Teresa de Calcuta, religiosa con un gran sentido del humanismo, ”Yo sola no puedo cambiar al mundo, pero puedo lanzar un piedra al agua, para crear muchas ondulaciones”; Indira Gandhi, ministra de la India asesinada por promover el cambio con paz; Eva Duarte de Perón “Ha llegado la hora de la mujer que comparte una causa pública y ha muerto la hora de la mujer como valor inerte y numérico dentro de la sociedad”; Frida Kahlo, pintora y activista, así cientos y cientos de mujeres que contribuyeron a cambiar el mundo.
Las mujeres, en el siglo XXI, equiparable a los movimientos feministas de 100 años atrás, donde se dieron las mayores movilizaciones de protestas por generar condiciones de igualdad que les permita desarrollarse en cualquier actividad.
4 mil 112, feminicidios, con Felipe Calderón 7 mil desaparecidas, 3 mil 56 asesinatos de mujeres en condición de feminicidio cuando gobernaba Peña Nieto, los asesinatos de mujeres en 2019, 2 mil 219, de este numero 856 catalogados como feminicidios… Solo números es la imposición de etiqueta que el sistema le da a las mujeres violentadas hasta morir.
¿Qué es un número? Una cuenta fría, una cifra, algo visible e intangible a la vez, es la cuenta de la ignominia, el abuso, los golpes, la vejaciones hacia la mujer, números negativos que cuentan la impunidad, la desesperación de no obtener justicia ante el crimen artero, perpetrado por los hombres violentos que permanecen en libertad a pesar de la comprobación de su atropello malvado, una justicia en desequilibrio, a mayores muertes, menos castigos, jueces en absoluta convicción machista, donde a la primera falta de ortografía en un expediente libera al delincuente.
Podríamos enumerar un catálogo muy largo de acciones que han violentado la figura femenina, sin embargo preferiríamos resumir el motivo que dio origen a la mayor manifestación de mujeres en la historia de México y del mundo, el hartazgo de no ser escuchadas. Las mujeres son victimizadas desde que pisan un Ministerio Público, poco capacitado, arrogante y burócrata. El sufrimiento infringido a la familia de la víctima, al no tener respuestas inmediatas en las investigaciones, el tiempo borra evidencias, haciendo probable la huida del feminicida o en su caso permitirá la impunidad, justicia que nunca llegara.
El 8 de marzo se manifestó todo en contra de todos esto, se alzaron las voces en un interminable río de mujeres clamando un alto a la violencia , ¡ni una menos!, ¡que se acabe todo si es necesario!, gritaron por su furia contenida por la desesperación de no ser escuchadas, rompieron vidrios y ventanas con botas que emulaban los zapatos de un pie agresor masculino, pintaron las paredes de casas y edificios, tal vez mudos testigos de alguna agresión física contra algunas de ellas.
Ahora a mirar hacia el futuro y lo ganado con ello. Con el paro de labores del día después 9 de marzo, los brazos caídos de las mujeres demostraron la importancia de su labor y el rol en la sociedad.
REFLEXION
Es el momento de que las mujeres mexicanas impulsen entre ellas liderazgos naturales, dejar las imposiciones, mujeres que inviten a otras a generar mayor presencia en la política, exigir cuotas de género en las actividades gubernamentales y privadas, luchar por los espacios que les corresponden, terminar con la debilidad de la idea machista, renovando el contexto viejo y anquilosado de hombre en el poder, macho por naturaleza.
La crisis machista es evidente, aprovechar esta circunstancia para ganar espacios en la vida pública; el estado como un todo, requiere que la mujer permeé en los debates de los agrandes temas nacionales, para ello insisto, se requieren liderazgos verdaderos, que hagan cambiar el “status quo” cómodo de muchas de ellas. La participación con cuota de género en equilibrio no es suficiente, se requiere la presencia permanente para ponerse de acuerdo del “como” se quiere caminar, y ganar espacios.
En los movimientos como los que se dieron, siempre se tendrán posiciones radicales, y está bien, sin embargo se debe lograr acuerdos para exigir y tomar lo que les pertenece, es indispensable obtener logros contundentes, desde la educación que se imparte en las escuelas, bajo un entorno machista, solicitar el cambio pedagógico con ideas humanistas en un ambiente igualitario, en la primaria y secundaria donde se forma el pensamiento crítico; bajo los liderazgos auténticos se podrán obtener transformaciones en la impartición de justicia; El sistema mismo esta corrompido, machista y misógino, el sistema todos requiere una cirugía mayor, no solo las sanciones aumentadas serán las soluciones, mejorar también el sistema de prevención, investigación. La impunidad termina cuando las leyes son claras y se cumplen; mantenerse informadas de los grandes movimientos políticos, económicos y sociales, para tomar de ellos lo mejor y desechar lo que no se adapte a la idiosincrasia de la mujer mexicana.
La mujer tiene sentido de comunidad y en ello va la mayor de las exigencias la igualdad debe ser la prioridad, equilibrio en las tareas como en los deberes, la violencia tal vez nunca termine, pero si la justicia se aplica, se termina la impunidad.
La lucha femenil será permanente, pero bajo esquemas donde los acuerdos y el entendimiento nos dé el justo equilibrio para la convivencia en paz.
Nos saludamos pronto.
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Contentos y descontentos | Columna de Óscar Esquivel
#4 Tiempos
La decadencia de la risa | Columna de Juan Jesús Priego Rivera
LETRAS mínúsculas
Ya a finales del siglo XIX, Eça de Querioz (1845-1900), el famoso novelista portugués, se quejaba de lo poco que nos reímos los modernos, lamentándose de que lo que él llamó «la risa antigua» estuviera en vías de franca desaparición. «Nosotros –escribió en un ensayo muy poco conocido-, hijos de este siglo serio, perdimos el don divino de la risa. ¡Ya nadie ríe! Casi ya nadie sonríe siquiera, porque lo que queda de la antigua sonrisa, fina y viva, tan celebrada por los poetas del siglo XVIII, o de la sonrisa lánguida y húmeda que encantó al romanticismo, apenas es un entreabrir lento y helado de los labios que, por el esfuerzo con que se contraen, parecen muertos o de hierro».
Sí, cada vez reímos menos, y, como dije en otra ocasión, si en algo aventajamos a los hombres y mujeres de otras épocas es en nuestra seriedad, que no es meditativa ni religiosa, sino triste, culpable y mortecina: una seriedad, para decirlo ya, muy parecida a la de los cadáveres.
Sigue diciendo el novelista: «Nunca más he vuelto a oír esa carcajada magnífica de mi infancia. Lo que hoy se escucha es a veces una sonrisa cascada, seca, dura, áspera, corta, que sale a través de una resistencia, como arrancada por unas cosquillas, y que bruscamente muere, dejando los rostros mudos y fríos. ¡He aquí la risotada de nuestro siglo!».
La alegría, hoy, ha acabado convirtiéndose en un lujo; y, si no me cree usted, si mi afirmación le parece exagerada, pregunte a sus vecinos si son felices para que obtenga un centenar de respuestas como ésta: «¿Feliz yo? ¡Cómo se le ocurre, estimado señor!». Y se pondrán a hablarle del trabajo –tan mal pagado-, del cambio climático, de la delincuencia organizada o del estrés. ¡Y conste que hoy tenemos casi todo aquello de los que nuestros antepasados carecieron! Las cajas de música de mi infancia tocaban sólo una canción, y, para colmo, había que darles cuerda; las cajas de música de los muchachos de hoy tocan –o al menos pueden hacerlo- hasta 20 o 30 000 canciones, pero no por eso el corazón de estos muchachos se ha vuelto más alegre, más musical. ¡Qué rostro más avejentado pasean por las autopistas de la vida! ¿Sonreír? No, gracias. La verdad es que ni siquiera se les ocurre.
«Nadie ríe –continúa Eça de Queiroz-, y nadie quiere reír. Tenemos todos el indefinible sentimiento de que la risa estridente y clara desentona con la atmósfera moral de nuestro tiempo». Y se pregunta: «¿De dónde proviene esta desoladora decadencia de la risa? Habría que componer un estudio sobre la Psicología de la taciturnidad contemporánea».
Algún día, si no cambio de parecer, escribiré esa psicología de la tristeza que invita a hacer a sus lectores el autor de La ciudad y las sirenas. Dicho tratado deberá responder a las siguientes preguntas: 1. «¿Por qué estamos hoy tan endiabladamente tristes?»; 2. «¿Quién nos ha robado el mes de abril?»; 3. «¿Por qué razón nos hemos vuelto tan huraños y tan antipáticos?», etcétera.
Que esto es así –es decir, que hoy estamos los hombres más tristes que nunca- lo dicen incuso autores bastante enterados de los problemas de nuestra época. He aquí, por ejemplo, lo que escribió el doctor Luis Rojas Marcos en un libro que apareció en las librerías casi cien años después de que lo hiciera ese ensayo de Eça de Quieroz que hemos venido citando; el libro en cuestión se titula La pareja rota y dice así en una de sus páginas:
«Desde finales de los años sesenta ha brillado la generación del yo, el culto al individuo, a sus libertades y a su cuerpo, y la devoción al éxito personal. La dolencia cultural que padecemos desde entonces es el narcisismo, aunque según dan a entender estudios recientes, la comunidad de Occidente está siendo invadida ahora por un nuevo mal colectivo: la depresión. La prevalencia del síndrome depresivo está aumentando en los países industrializados, y las nuevas generaciones son las más vulnerables a esta aflicción. Así, la probabilidad de que una persona nacida después de 1955 sufra en algún momento de su vida de profundos sentimientos de tristeza, apatía, desesperanza, impotencia o autodesprecio, es el doble que la de sus padres y el triple que la de sus abuelos. En Estados Unidos y en ciertos países europeos, concretamente, sólo un 1 por 100 de las personas nacidas antes de 1905 sufrían de depresión grave antes de los setenta y cinco años de edad, mientras que entre los nacidos después de 1955 hay un 6 por 100 que padece de esta afección».
¡Dios mío, lo doble de tristes que nuestros padres y lo tripe de ansiosos que nuestros abuelos! ¡Pero si tenemos todo lo que ellos no tuvieron!…
¿Cuáles son las causas de tanta tristeza? Eça de Queiroz aventura la siguiente respuesta: «Yo pienso que la risa acabó porque la humanidad se entristeció. Y se entristeció a causa de su inmensa civilización…, pues cuanto más culta es una sociedad, más triste es su faz. Hemos perdido la simplicidad y, con ella, la risa». Y termina diciendo al lector: «¿Quieres un humilde consejo? Abandona tu laberinto, entra de nuevo en la naturaleza, no te compliques con tantas máquinas, no te sutilices con tantos análisis; vive una buena vida de padre próvido que trabaja la tierra, y reconquistarás, con la salud y con la libertad, el don augusto de reír».
Así termina el famoso novelista. Pero no, no nos convence el consejo, ni creo que se consiga mucho abandonando el laberinto (y, por lo demás, ¿quién podría hacerlo?). Según yo, lo que nos ha quitado «el don augusto de reír» no es el exceso de civilización, sino nuestra falta de religión. ¡Ah, si de veras creyéramos en un Dios que nos protege y nos cuida, cómo nos reiríamos de nuestros pequeños problemas! Es decir, reiríamos. Veríamos entonces las cosas desde esa lejanía sin la cual la risa es imposible. ¿No se ha dicho muchas veces que la risa nace del distanciamiento, de ver las cosas desde cierta altura? Pues bien, si esto es así, sólo Dios y los que creen en Él pueden reír de veras con esa explosión de regocijo que conoció Eça de Quieroz cuando era niño, es decir, cuando los hombres aún tenían fe…
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#4 Tiempos
El tormentoso futuro y sus pronósticos | Columna de Arturo Mena “Nefrox”
TESTEANDO
Se llega al inicio del torneo y como siempre, la ilusión, el deseo y un poco de esperanza regresan a los campamentos del fútbol mexicano.
Ya con algunas semanas de partidos amistosos, preparación de pretemporada y contrataciones interesantes, arrancamos con la idea de pronosticar el futuro de San Luis en la liga.
La mecánica es simple, ir jornada tras jornada sumando (cuando lo amerite) los puntos que puede obtener el equipo, para al final hacer una suma e intentar predecir si es suficiente como para pelear por un lugar en la liguilla o no, así que comencemos.
Jornada 1: León (Derrota) 0 puntos
Jornada 2: Monterrey (Derrota) 0 puntos
Jornada 3: Chivas (Derrota) 0 puntos
Jornada 4: Cruz Azul (Derrota) 0 puntos
Jornada 5: Puebla (Empate) 1 punto
Jornada 6: Querétaro (Victoria) 4 puntos
Jornada 7: Toluca (Empate) 5 puntos
Jornada 8: Tijuana (Victoria) 8 puntos
Jornada 9: Santos (Victoria) 11 puntos
Jornada 10: América (Empate) 12 puntos
Jornada 11: Pachuca (Empate) 13 puntos
Jornada 12: Mazatlán (Victoria) 15 puntos
Jornada 13: Atlas (Victoria) 18 puntos
Jornada 14: Pumas (Derrota) 18 puntos
Jornada 15: Necaxa (Victoria) 21 puntos
Jornada 16: Juárez (Victoria) 24 puntos
Jornada 17: Tigres (Derrota) 24 puntos
24 puntos representan una real posibilidad de jugar play in y con ello pensar en llegar a la liguilla. Sin embargo, el pronóstico habla de un arranque muy complicado llegando a sumar alguna unidad hasta la jornada 5, lo cual preocupa para la estabilidad del equipo y su nuevo cuerpo técnico. Un torneo que luce complicado y de adaptación para el director técnico y una base muy consolidada de jugadores que conocen muy bien la liga.
Por el bien del fútbol en San Luis, esperemos que la bola ruede a su favor, que renazca el buen toque de balón y se demuestre que con poco se puede competir, no queda más que esperar y en unos meses hacemos el recuento de lo logrado contra este complicado pronóstico, que comience la fiesta del fútbol mexicano, una vez más.
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#4 Tiempos
Personas como espejos | Columna de Carlos López Medrano
Mejor dormir
Los pasos dados en una mañana cualquiera conducen a uno de esos espejos piadosos en los que uno aparece más guapo de lo habitual, más limpio, más esbelto, casi heroico. La imagen llega como ráfaga: ese instante fugaz en que parecemos la mejor versión de nosotros mismos. Al siguiente paso, otro espejo devuelve ya el reflejo habitual: el rostro cansado, la camisa con esa arruga que antes no estaba, el pelo que ya no da. Así son los espejos: unos nos bendicen con la gracia de un tenista que acaba de salvar un set y lanza un guiño a la muchacha de la tercera fila; otros nos exhiben hasta el patetismo, y no hay ángulo que salve esas ojeras de un sueño perdido o la mancha que jurábamos no llevar puesta.
Entre uno y otro reflejo, se instala la duda: saber si somos el mal reflejo o la estampa bella de aquel aparador, si somos lo que vimos primero o lo que vemos ahora. Si somos el destello o la derrota.
En las relaciones humanas ocurre un duelo parecido. Hay personas que funcionan como espejos benévolos y nos devuelven lo mejor de nosotros mismos, iluminando lo que tenemos de amable, de inteligente, de vivo. Con ellas todo fluye: la conversación, el silencio, el juego de miradas. Traen de vuelta nuestro humor. Su sola presencia aligera la carga del día y perdonamos así el paso de las moscas.
En el ámbito de las relaciones es preciso rodearse de personas que son como los espejos en los que uno se ve bien y que nada complican. Gente que con su paciencia y simpatía ponen en bandeja las sonrisas y alumbran los más elevados sentimientos.
Pero también hay espejos rotos con forma de persona. Espejos manchados que te reducen y desaniman, cual les marca su hebra cochambrosa y su afán por ensuciar lo que les rodea. Sujetos cuya sola cercanía oscurece, reduce. Imanes del infortunio, empeñados en arrastrar a los demás a su fango personal. Su forma inmunda de consuelo.
Famosa es la frase en la que John Keats contaba que la poesía ha de acontecer con la misma naturaleza y espontaneidad con la que una hoja cae del árbol, y no forzada ni sostenida por andamios y tornillos. Las relaciones humanas de mayor calado fluyen sin tener que desgañitarse. No se gritan, no se empujan: florecen. Como esas novelas que uno lee sin darse cuenta, y al mirar la página ya vamos por la mitad. Tenemos libros que se arrastran (uno nomás no ve la luz al final del túnel) y otros que vuelan.
Vuelvo a mi maestro Jardiel Poncela: aquellas mujeres que no se acomodan a nosotros valen menos que un lavafrutas, aunque sea la resurrección de Friné envuelta en perfume de Le Galion.
Hay personas que te jalan consigo a su piscina de indecencia; y están otras, las que valen su peso en azafrán, que elevan y de la mano te guían a lo que has anhelado para ti en ratos de dulce vanidad. Son los rayos de sol que se cuelan entre las hojas en la última hora de la tarde.
Los buenos modales siguen siendo la pauta a la hora de definir a la gente de la que me quiero rodear. Aquellos que te alientan, saben escuchar y con los que aún puedes platicar de viejos álbumes.
Recordar, por ejemplo, aquella canción de The Velvet Underground cantada por Nico:
Seré tu espejo
Reflejaré lo que eres, por si acaso no lo sabes.
Déjame estar de pie para mostrarte que estás ciego.
Por favor, baja las manos,
Porque yo te veo.
Me cuesta creer que no sepas
La belleza que eres.
Pero si no lo sabes, déjame ser tus ojos,
Una mano en tu oscuridad para que no tengas miedo…
Contacto
Correo: [email protected]
Twitter: @Bigmaud
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