diciembre 10, 2023

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#4 Tiempos

Los tiempos que fueron buenos | Columna de Carlos López Medrano

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MEJOR DORMIR

Decía Orson Welles que tener un final feliz depende de dónde cortes la historia. Una gran verdad. El problema radica en lo difícil que resulta detenerse cuando todo marcha de perlas. Es en esos momentos en los que menos deseamos el fin. Por eso exprimimos cada instante, tratando de prolongarlo al máximo. Creemos que el apogeo puede ir a más, que podemos mantenernos en la cima, y seguir y seguir. La consecuencia irremediable es darse de bruces con un muro. 

Por un tiempo, podemos engañarnos a nosotros mismos. Percibir que el ritmo ha bajado un toque y fingir que no es así, porque todavía está bien. Ya no como antes, pero todavía hay un rastro de aquello. Continúas descendiendo, adentrándote en un punto en el que la simulación se estanca. Y no solo eso, llegas a donde comienza a doler. Lo álgido son los besos, la sonrisa cómplice y una foto de álbum. El derrumbe es quedarse sin aire en los pulmones.   

Antes de que la decadencia se haga evidente, si hemos sido diligentes en nuestra administración, podemos detenernos antes de que nuestras piernas se arrastren. En el deporte, hay casos de quienes saben retirarse a tiempo. Evitar convertirnos en una de esas antiguas glorias que, a los 41 años, se aferran a la segunda división.

En retrospectiva, a casi cualquier historia se le podrían quitar tramos enteros. Eliminar escenas que, en el mejor de los casos, serían incluidas como extras en un DVD. Las páginas que te ponen como una cabra, las que aun te tiran para abajo. Cuánto podrías recrearte en el pasado si te olvidaras de los finales tristes que tanto te enredan las tripas. Si tan solo te quedaras con los topes del amor, los grandes arrebatos de felicidad que tuviste con personas que formaron parte de tu vida, aunque ya no estén más aquí.

Es crucial elegir nuestras memorias con cuidado. Si surgen de manera imprevista, debemos tener la astucia de direccionarlas hacia el lado que menos nos atormente. Evitemos ser amantes de la carne que, al atacar el plato, solo se enfocan en los chícharos. En cambio, dejemos en paz el relleno, la sabrosa intrascendencia del pasar de los días.

La mente, tan cruel, desplaza los tramos de ternura. Le gusta el drama, la intriga, por lo que tiende a recordar las decepciones, los baches, los altercados. Y, poco a poco, borra en su oleaje las bondades que había en la arena.

Focus on the good times, como diría Tony Soprano. Recuerda los tiempos que fueron buenos. Te perderás mucho si renuncias a ellos por un mal capítulo de la tercera temporada. Al igual que con los grandes artistas, el juicio postrero debe enfocarse en la mejor obra, no en la peor. Conviene entonces colocar el punto final en el momento adecuado. Transportemos el arte de la escritura a nuestra vida personal. Demostremos maestría en la edición.

Detente ahí, muchacho, deja la manía de las tardes obscuras, de buscar imperfecciones en el arroz, por tentador que sea. Conmuévete sin hacerle caso a la razón, esa señora amargada que vive en alianza con el orgullo.  Mejor rememora aquella vez que rieron juntos sin saber por qué. El milagro de sentirte en casa con tan solo mirarle. Piensa en que valió la pena, aunque haya terminado. 

Tampoco te confundas. No pretendas volver a lo que ya no existe. Si persigues un espejismo, podrías acabar como al poeta chino Li Bai, quien, según la leyenda, murió ahogado tras intentar darle un abrazo al reflejo de la luna en un río mientras estaba borracho. No, ya no puedes regresar a la antigua vereda. Terminarías perdido en el laberinto. Un error igual de grave que permanecer crispado por lo que ya fue. 

Simplemente recuerda lo bello de vez en cuando. Las rosas que, entre la maleza, conforman lo que eres ahora. Ya no puedes recuperarlas, pero su brizna te acompaña siempre.

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Twitter: @Bigmaud

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#4 Tiempos

Pesadilla | Columna de Arturo Mena “Nefrox”

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TESTEANDO

 

Se acabó el sueño, y terminó en pesadilla, la luna de miel se convirtió en tragedia y el América le dio una de las noches más tristes a la historia del futbol potosino, en el partido más trascendente de la franquicia hasta el momento, nos regresaron a nuestra realidad, simplemente San Luis no existió.

Buscar culpables es muy fácil, a toro pasado podemos poner mil argumentos, y probablemente todos sean válidos, alineación, falta de personalidad, suerte, lo complicado de la cancha, superioridad en nóminas, carencias evidentes de todo el torneo, en fin, todo parece ingrediente de un contundente 0-5 para la visita.

Pero demos vuelta a la página de lo que parece una eventual eliminación en semifinales, San Luis firmó una buena temporada, un torneo que despide a un equipo que se mantuvo durante varias jornadas peleando el liderato, un grupo que a pesar de las carencias, demostró buen futbol y que no es presa fácil para cualquier equipo. San Luis volvió al panorama nacional y le pinto la cara a varios rivales a lo largo del torneo.

Estamos hablando de un equipo que va en búsqueda de su consolidación, a pesar de ser un equipo catapulta, en donde las figuras se van, hoy parece haber encontrado un nivel bastante aceptable. La palabra clave en este momento es sin duda continuidad.

Es muy probable que el próximo sábado se termine la temporada, una semifinal que parece definida y un torneo que se acaba para San Luis, hay que repensar lo que sigue, corregir errores y reforzar áreas clave, entre las que destaco portería y centro delantero, muy probablemente se vayan jugadores y otros puedan llegar a reforzar, pase lo que pase, hoy se necesita unión, no abandonar y cerrar filas para el proyecto. No olvidemos que este equipo es muy joven, y que en poco tiempo ha dado muy buenos resultados, no tiremos la toalla, recapitulemos y volvamos a empezar, pero no desde el principio, sino aprendiendo de todo lo que estos torneos en primera, ya nos han enseñado.

Venga San Luis, con orgullo potosino.

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#4 Tiempos

Te adoré, te perdí, ya ni modo: Aguas del Poniente | Apuntes de Jorge Saldaña

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APUNTES

 

Por darle rienda suelta a mis antojos, dice Vicente (Fernández y no Rangel) por no tener conciencia de mí mismo (y las miles de almas que viven de “su agua”), ayer la empresa junto concesión, empezó a entregarse.

No pasaron los años y si acaso pasarán 19 días y 500 noches (aproximadamente) para que, lo que hoy recauda el “Chato López” (disculpa a la juez, quise decir: Don Carlos López Medina) de las miles de tomas de agua desde la glorieta rumbo a la plaza y la plaza incluida, las colonias de Las Lomas y club de golf incluido, pasen a ser recibidos por las manos del municipio.

¿Por fin? No.

No es “Por fin”.

Chato no se deshace de una deuda ni tampoco se hace el desentendido.

Ni modo, hay que decir como es: Me consta que las negociaciones llevan al menos dos años y un día, como dijo Pimpinela, y el “o me voy o te vas” del Buki, no es momentáneo.

“Si te hago tanto mal, pues mejor déjame tranquilo” -dijo el Chato Buki Solís- a la ciudad y hasta a sus condóminos, por que dijo que a él “a esto lo metieron” (refiriéndose al tema del agua).

Tiene razón en parte. Las condiciones en aquellos dosmiles de Jorge Lozano no son las mismas que hoy. Si Chato quería hacer todo eso que hizo, tenía que asegurar infraestructura y tecnología para dar agua (obvio cobrándola).

¿Y la deuda?

La deuda se tiene que pagar, porque esto no es de “dame un beso y dime adiós”.

“Me preguntaron que si te extrañaba y sin dudar le contesté que sí” dijo Carin León pero… “es un poco tarde porque cambió de dueño ya tu dirección (sic)”.

Interapas no puede y no pudo. De la noche a la mañana no se puede dejar de dotar agua miles de familias (y mire Usted Culto Público, qué familias…) por lo tanto, el acuerdo es el siguiente:

En un trabajo de “entrega y recepción” (que es como un divorcio); van a ver quién se queda con los perros.

La empresa AguasdelPoniente (no me la corrijas Anita) hará cuentas de los Pozos, la tratadora, la infraestructura, los tubos y hasta las llaves, que pasarán a ser propiedad municipal.

También harán cuentas, y si no me equivoco (como con alguna de mis mi ex) los contribuyentes seguirán teniendo el (odioso lugar común que no es tan común) del vital líquido. Pero con una diferencia entre tu yo: que el dinero va a caer en arcas municipales y no en arcas chatoLopezcas.

Todo lleva trámite ¡Ni modo!

Nadie nos queríamos quedar sin poca.

Madre de la gracia de Escalerillas (así se llama el Ejido) podrá contar con un pozo de inmediato que además… era de ellos hace años.

Yo no te pido la Luna dice Galindo (al estilo Daniela Romo) pero no quiero que no quede ni un espacio entre tu yo para darte tu libertad, dice El Chato.

El tema, ya en serio, resolvió en dos años un conflicto que ahorcaba y que apretaba en muchos niveles.

Chato “regalará” su infraestructura. Municipio recibirá ya dividendos de los buenos y la Dirección de Aguas que está por crearse, se acerca mucho al futuro de Interapas.

Adiós y “que te vaya bonito y ojalá se acaben tus penas ..que te den lo que no pude darte” dijo Chente. Y les queda a tres partes, nosotros incluidos.

A mí no hagan caso, y “aléjate de mí que en nada te convengo” es la humilde opinión de este bohemio de afición en esta mañana de viernes.

A mi amigo Enrique y a mi estimado Carlos: les recomiendo una canción: “si te duele, finge que no” (es de las Flans)

Pronto regreso (sigo en puntos suspensivos)

Jorge Saldaña.

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Algo sobre piratas | Columna de Guille Carregha

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Criticaciones

 

Hace poco empecé a ver el anime de piratas conocido como One Piece, tal vez en un futuro escriba unas cuantas columnas sobre esta serie, alguna reseña, alguna crítica por ahí, dependerá en gran medida si siento que tengo algo que decir al respecto. Nunca había sido mucho de ver cosas sobre el tema de la piratería, pero debo aceptar que sido una experiencia relativamente grata hasta ahora. O sea, me he divertido bastante, pero así que tú digas “amar, amar” la serie, pues no. La verdad es que, a veces, me siento extraño porque parece que el ver más de veinte episodios de esta serie debería convertirme en un fanático rabioso incapaz de decir algo más que “One Piece, best serie ever”, pero supongo que en algún momento de la vida adquirí anticuerpos para ese virus. Como dije, lo estoy disfrutando, más no he alcanzado a sentir el amor incondicional que sienten todos los demás miembros de este fandom que les obliga a cortar lazos fraternales si alguien “no disfruta correctamente” a la serie que resume a su personalidad entera.

Ahora, para quienes no sepan qué es One Piece, se trata de un anime de piratas con más de 1000 episodios (con la promesa implícita de que llegaremos a tal vez 3000 o más episodios, siempre y cuando un meteorito no acabe con la humanidad antes) que lleva siendo emitido casi sin interrupción desde 1999. A grandes rasgos, la serie se enfoca específicamente en los Sombreros de Paja, una de tantas tripulaciones de piratas en un mundo en el que absolutamente toda la conversación social, política, económica y cultural gira alrededor del tema de la piratería. El día a día de quienes viven en este universo es un “Piratas. ¿Cómo nos afectarán hoy?” Pero esa es una conversación para otro día. Lo importante es que el grupo de monigotes a los que seguimos en modo “ámalos que estos son tus protagonistas y los vas a ver por más de 22806 minutos (asumiendo que no te saltas los rellenos, pero sí los openings)”, a pesar de ser piratas, entes considerados históricamente como parte del crimen organizado, son enmarcados narrativamente como diferentes a los demás.

Es decir, aunque tal pareciera que cualquier otro sujeto en el mundo de esta serie que profese ser “pirata” a los cuatro vientos se sienta orgulloso de destruir ciudades, robarles bienes materiales a los civiles, matar gente nada más porque sí o ser la persona más cruel y sin corazón que el mundo jamás haya visto, – nivel cualquier persona que tomó la decisión de no ser pirata, o les teme o decide ignorarlos por el bien de mantener su vida – los protas de One Piece son del tipo pirata bueno. En otras palabras, a lo largo de sus viajes, no se dedican a disfrutar de un buen “observar cómo la vida se escurre de los ojos de un hombre en tus brazos” o “experimentar con cuánto dolor puede soportar un cuerpo humano antes de perder su alma”, ni siquiera el consabido “darle un nuevo significado a la palabra violación” a donde quiera que vayan por las que tantos criminales se han convertido en leyendas amadas por países y generaciones enteras *inserte aquí chiste sobre Pancho Villa*, sino que prefieren tener aventuras más clasificación A, para todas las edades. De hecho, lo más común es que, a cualquier lugar al que vayan, se desvivan por ayudar a los habitantes con sus problemas y los defiendan de “los verdaderos villanos”.

Generalmente, los villanos con los que luchan son, a veces, otras tripulaciones de piratas dedicadas al mal de manera independiente, pero, en su mayoría, se trata de organizaciones gubernamentales o empresariales cuyo principal objetivo es controlar a la población, limitar el uso de recursos naturales o, simple y llanamente, esclavizar a quien sea que se les ponga en frente en “pro del progreso”. Lo que terminan haciendo los Sombreros de Paja a lo largo de su viaje es, usualmente, desestabilizar estas estructuras de poder para que los habitantes de tal o cual lugar sean capaces de acceder a cosas como agua, una paga adecuada por sus labores, entretenimiento, libertad – a “saber qué es realmente la felicidad”, podría decir un escritor de cuentos para niños relativamente cursi. Nunca lo hacen por beneficio propio, en plan “si los ayudamos nos dan dinero y fama”. Simplemente ven una injusticia, dicen, eso no está chido, y entran a los guamazos (porque, pues, es una de esas series en donde todo se resuelve con un “el que pegue más fuerte es el que tiene la razón” y en el 90% de los casos, el prota es quien pega más fuerte).

Y tampoco es que siempre alcancen estos objetivos a través de medios cien por ciento legales. Si es verdad que evitan matar a sus enemigos, porque eso estaría muy mal, pero a fin de cuentas, siguen siendo piratas y se escudan un poco en la definición paraguas de este término para poder vivir la vida bajo los principios que consideran adecuados. Así que, sí, hay ocasiones en las que hacen cosas como “comer hasta reventarse en un restaurante sin tener el dinero para pagarle a los dueños por la comida” o “tomar prestados ropajes y vehículos adecuados para el hábitat en el que se encuentran sin la intención de regresarlos”, pero suelen hacerlo con moderación y por pura necesidad (de la trama o intrínseca – a veces ambas). Es común que tomen solo lo que necesitan para, efectivamente, poder derrocar al poder absoluto que ha convertido la vida de todos en un eterno sufrimiento, a quienes convirtieron a la población en masas de ansiedad y tristeza, incapaces de poder siquiera tomar decisiones acerca de su tiempo libre o de su vida en sí.

Como es de esperar en una serie de este tipo, la piratería buena suele triunfar sobre la mala. No se trata nada más de ir en contra de lo establecido nada más porque sí, sino para mejorar la calidad de vida de todos. Lo normal, a fin de cuentas, es que se le celebre a los Sombreros de Paja sus esfuerzos, perdonándoles sus deslices en la escala de la legalidad e, incluso, celebrando su innata piratería como algo que, utilizado de la manera correcta, puede ayudar a mejorar el mundo y darle un mensaje a quienes creen que tienen el poder absoluto sobre los demás.

Pero, citando a la filósofa Onika Tanya Maraj-Petty en su aportación al artículo editado por Electric And Musical Industries en 2011, “¿Dónde Están Las Morras?” (Guetta, 2011): “Anyways, why I’d start my verse like that?”

¿Se enteraron que Sony lanzó hace unos días un comunicado en donde le informaba a sus usuarios que, a partir del 31 de diciembre, la compañía Warner-Discovery tenía el poder de borrar archivos de video que miles de usuarios habían comprado y descargado? No estamos hablando de borrarlos del servidor de Sony, anunciando que tenían tantos días para descargarlos si no los querían perder, sino borrarlos directamente de los discos duros de los usuarios. Literalmente, temporadas enteras de reality shows en los que varios individuos invirtieron su dinero y descargaron a sus consolas, desaparecerán por completo sin que puedan evitarlo. Discovery se va a meter a las bibliotecas de estas personas y va a borrar todo rastro de los archivos que todos pensaban (erróneamente) que les pertenecían. Aparentemente es una situación que tiene que ver con licencias y cese de derechos de distribución y otros términos legales inventados por la industria del entretenimiento para “proteger los derechos de autor” de los CEOs de corporaciones multimillonarias, lo cual podría ser completamente entendible (aunque cuestionable) si se tratare de borrar estas series de algún servicio de streaming o anunciar que a partir de tal fecha ya no se va a vender tal o cual serie. Pero no. Es literal una compañía diciendo “Nel, eso es mío y ya no te lo presto. Ah, ¿pensabas que lo habías comprado? Oh, no. Me pagaste para que te lo prestara indefinidamente. Eso es mío y ya no te lo quiero prestar. Adiós.”

Y, obviamente no habrá reembolsos o vouchers o algo. Solo archivos de vídeo desapareciendo los equipos electrónicos de miles de personas, siendo borrados para siempre, mientras ellos solo pueden observar.

Ojalá hubiera alguna forma alternativa de preservar este tipo de videos, de asegurarse de contar con esos archivos digitales aún pasada esa fecha.

Ojalá.

Sea como sea, me dieron ganas de ver las Pirates of the Caribbean. No sé por qué.

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