#4 Tiempos
Spiro, Spero | Columna de Juan Jesús Priego
LETRAS minúsculas
«Es bastante grave, pero si pasa de hoy, creo que se salva», dice el médico en voz baja a un marido atribulado en Sábado de gloria, el hermoso relato de Mario Benedetti, el escritor uruguayo recientemente desaparecido. Su esposa está pasando por una crisis agudísima; casi se podría decir que agoniza, pero, si pasa de hoy, se salva: así lo ha dicho el doctor.
Pues bien, lo mismo ocurre con el desesperado.
La desesperación es la falsa creencia de que todas las puertas están cerradas y que continuarán así por toda la eternidad ¿Qué es el presente para él sino una prolongación monótona de lo que ya ha sucedido en el pasado? ¿Y qué el futuro, sino un mero calco de lo que ya pasó? ¡Todo es igual, siempre igual! «¿Cómo soportar vivir todavía un segundo? Y, sin embargo, no sucederá nada, porque nada sucede nunca y porque nada más puede llegar para mí»: he aquí lo que se dice a sí misma Thérèse Desqueyroux en El fin de la noche, la sobrecogedora novela de François Mauriac. ¿Y sus palabras no reflejan bastante bien la manera de expresarse del que ha perdido la esperanza? «Lo que fue, eso será: no hay nada nuevo bajo el sol».
Para decirlo ya, desesperar es renunciar al futuro para quedarse anclado en un presente del que no es posible abrigar demasiadas esperanzas. Suicidarse no es sólo matarse uno a sí mismo, como dice la obvia definición; suicidarse es, ante todo, ya no esperar a mañana. ¡Si el desesperado hubiese pasado de hoy, seguro que se salvaba!
Los estados de ánimo son pasajeros, y las circunstancias en las que nos encontramos, también. ¿Quién nos puede asegurar que el problema que hoy tanto nos preocupa no se resolverá hoy mismo por la noche o mañana al amanecer? ¿Quién puede conocer el futuro o imaginar lo imprevisto? No bromeaba, pues, el humorista español Enrique Jardiel Poncela (1901-1952) cuando dijo en una de sus Máximas mínimas que «el suicidio es la exasperación de la impaciencia».
Antes de morir, Macbeth, el héroe de una de las tragedias de William Shakespeare (1564-1616), dice en tono valeroso: «Hasta que el bosque de Birnam llegue a Dunsinane y yo esté frente a ti, a ti, que no naciste de mujer, intentaré todavía mi última posibilidad».
Tres brujas, las mismas que habían profetizado a Macbeth que llegaría a ser rey, le profetizaron después que no moriría sino hasta cuando «el gran bosque de Birnam «subiera marchando para combatirle en la alta colina de Dunsinane». Un extraño oráculo (como todos los oráculos, por lo demás) que Macbeth no supo interpretar sino hasta el momento en que se cumplía.
Desde la colina de Dunsinane (donde se emplazaba su castillo), Macbeth vio venir un día hacia él las tropas de Macduff, el enemigo que ansiaba aniquilarlo. Entonces lo comprende todo: la hora de morir está cercana. «¡Sopla, viento! –dice-; ¡ven, naufragio! Suena la campana de alarma. Pero moriremos al menos con la armadura puesta».
Antes de morir, Macbeth va a luchar, intentando sacar partido de la única posibilidad que le queda. No se tirará al vacío, ni se cortará las venas, ni perderá tiempo imprecando contra los dioses. ¿Por qué derrotarse a sí mismo antes de medir sus fuerzas? «Si no queda más remedio que luchar, luchemos», parece decir en un momento de serena valentía.
El filósofo judío Emmanuel Lévinas (1906-1995) interpreta así las últimas palabras de este hombre ya casi moribundo: «Hay siempre, antes de la muerte, una última posibilidad que el héroe tratará de aferrar. Héroe es aquel que alcanza a ver siempre una última posibilidad; es el hombre que, a pesar de todo, se obstina en encontrar posibilidades».
El héroe no se da por derrotado antes de comenzar la lucha; es posible que el combate sea feroz y que hasta resulte vencido en él; sí, es posible que así sea, pero no por eso aceptará pertenecer a la raza de aquellos que, según el decir de Emmanuel Mounier (1905-1950), «se quitan la vida para no tener que morir».
Desde esta perspectiva es posible afirmar que los hombres y las mujeres que se debaten entre la vida y la muerte en alguna cama de hospital son verdaderos héroes, pues están intentado la única posibilidad que les queda; acaso mueran, pero, en todo caso, morirán con la armadura puesta; tal vez la lanza de la enfermedad los deje finalmente sin aliento, pero no exhalarán el último suspiro sin antes haber luchado. Respirar es para ellos sinónimo de esperar.
«Mientras la rama no esté cortada del árbol, se justifica la esperanza», decía a menudo Baal Shem Tov (1698-1760), un gran maestro judío de la Europa oriental. Aun cuando alguien se encontrara solo y perdido en algún bloque de hielo del polo sur, siempre puede esperar que pasé por ahí un barco y lo rescate en el último momento; mientras no llegue la muerte, siempre habrá una última posibilidad. Héroe no es el que vence siempre, sino el que siempre espera.
Mientras escribo estas palabras veo salir a mi vecino por la puerta de enfrente. Siempre está de mal humor, y cuando lo saludo apenas me responde. Sin embargo, por su cara podría juzgar que ha sufrido mucho, y además desde que yo recuerdo vive solo. ¿Será que lo ha abandonado su mujer? Algo de esto oí hace algún tiempo, pero no hice mucho caso. Ahora lo saludaré con más entusiasmo que antes: tal vez sea un héroe de esos que hablo aquí. Pues, ¿acaso se ha suicidado? No, y la prueba está en que desde aquí puedo verlo con su rostro desencajado de siempre. ¡No se ha suicidado! Por lo tanto, es probable que esté jugando con la última carta que le queda… ¡Bendito señor de enfrente! Y yo que lo juzgaba con tanta severidad…
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#4 Tiempos
No serán de mi equipo | Columna de Carlos López Medrano
Mejor dormir
Me agradan las personas que inspiran a escribir, aquellas que en medio de una charla sueltan una frase, un recuerdo o una anécdota que actúa como imán hacia otra memoria, y a partir de ahí dejan abierto el camino para un texto. Personas cuya sola presencia, cierta manera de ser o de estar, levanta un entusiasmo, aviva el carbón del espíritu. Es reconfortante rodearse de ellas y dejar que los encuentros transcurran como quien acumula horas de vuelo hacia destinos dorados.
Desdeño, en cambio, a los seres que traen tizne, que parecen no encajar con la belleza ni con las bondades del mundo. Truchas de ánimo encañado, bermejo, siempre al borde del desagrado. No diré que los abomino —sería exagerado—, ni que los quisiera lejos del continente, pero es evidente que nunca serán de mi equipo. Apenas figuran como personajes circunstanciales en el libreto de mi vida: los que callan cuando el resto entona Las mañanitas en una fiesta con vela encendida, los que permanecen inmóviles cuando uno les desea salud tras un estornudo, los que se mueven al ritmo de la conveniencia. No me cuadran, sencillamente.
Está bien tenerlos ahí, como recordatorio de lo que no hay que ser, e incluso como consuelo en las horas más bajas: uno puede mirarlos y pensar que, al menos, no se ha caído a tales niveles. Hablo de ciertos compinches del declive de la civilización: los locutores de voz impostada, los que confunden el énfasis con la elocuencia y la cursilería con la virtud. Titiriteros de esferas huecas, flautistas que conducen hacia la nada. Peor aún es toparlos fuera del micrófono, cuando usan las mismas inflexiones engolosinadas para pedir un kilo de arroz o contar que les duele una muela. Habría que estudiar la salud mental de quienes se dejan seducir por semejantes fachas.
Tampoco me fío de los que cruzan la calle con demasiada frivolidad, convencidos de que todo el tránsito debe detenerse por ellos. Se habla mucho —y con razón— de los malos automovilistas, sobre todo de esos que, viendo a un peatón cohibido, aceleran en vez de ceder el paso. Pero habría que alzar la voz también contra los malos caminantes, esos que avanzan sin cortesía, inconscientes de que estorban, y que parecen no percatarse de la lentitud que imponen a los demás.
La vida en sociedad implica coexistir con lo ingrato. Nosotros mismos, sin darnos cuenta, ocupamos esa posición para otros que cargan distintos marcos ideológicos o estéticos. Y, aun así, todo tiene límites. Los padres que dejan corretear a sus hijos en un restaurante sin reparar en el estruendo, o los que abren un producto en el supermercado antes de pagarlo y entregan a la cajera unas papas fritas a medio comer o un yogur ya vacío con el que se manchan los dedos… son gente que no entiende la cortesía y, por tanto, tampoco serán de mi equipo.
La desesperación es un punto de encuentro entre todos ellos, canalizada siempre del peor modo: sin preocuparse por los demás. Una de sus formas más puras es la de quienes tocan el timbre de una casa con violencia, como si el mundo les debiera atención inmediata. La mala educación se revela en esos detalles, igual que en la exhibición impudicia de los hombres que deambulan en camiseta sin mangas, como si sus bíceps y sobacos no fueran un espectáculo por los que uno quisiera echarlos directo a un trapiche. La proliferación de sujetos que salen en pijama a las calles es otro síntoma de esta deriva: una época que ha renunciado a la decencia, y a la que no pido mucho, salvo que se acerque unos centímetros al pudor.
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#4 Tiempos
La UASLP: el parte de guerra | Apuntes de Jorge Saldaña
APUNTES
No, no hubo ni habrá regreso a la normalidad. Eso sería imposible. Después de la guerra o se reconstruye, o se aprende a caminar sobre las ruinas. Tras las semanas de una batalla intensa se regresó a clase, se recuperaron los espacios y se apaciguaron los frentes, pero no, la UASLP y su historia ya se escriben en otro capítulo. La Universidad ya no es la misma.
El episodio del viernes 17 de octubre al lunes 3 de noviembre será la herida de guerra que se llevará en el rostro el doctor Zermeño no solo para los años que le restan al frente de la centenaria institución, sino para el resto de su vida.
Los tambores de guerra ya resonaban en algunos corazones azul dorados antes de la detonación del viernes 17. Son antecedentes que, aunque no lo parezcan, importan, y es que no todos los miembros del Consejo Directivo Universitario estaban de acuerdo con la diplomacia y prudencia (para algunos interpretada como tibieza y miedo) con la que el rector alertó de las consecuencias de un impago por parte de gobierno del estado.
El argumento de la inteligencia y altura institucional de Zermeño fue sólido para algunas alas del CDU sobre todo tras la advertencia precautoria respecto a que por ninguna cantidad, se pondría en riesgo la vida de algún miembro de la comunidad.
En Palacio de Gobierno coincidieron. No había necesidad de enfrentamiento callejero, ni se deseaba, no obstante las contradicciones empezaron a brotar. Una cosa era lo que le daban como argumento al gobernador y otra muy distinta lo que probaron públicamente los medios al tener a la mano el convenio entre el Gobierno del Estado y la Federación.
Por más vueltas que le dieron a la madeja discursiva el hilo se les atoró en el cuello y por fin se tuvo claro -lo que ya era claro- pero que se resistían en Palacio a aceptar: que su secretaria de Finanzas estuvo siempre equivocada, el convenio es inatacable, contundente en las fechas, explícito en las cantidades, y firmado a tiempo. A maromas, se llegó a la realidad.
Junto al gobernador, quien supo leer la circunstancia fue el secretario general de Gobierno, Guadalupe Torres Sánchez, que llamó al equipo rectoril para comenzar el juego de a ver quién jalaba más la cuerda. El colmo de estos enfrentamientos fue cuando de emergencia se llamó a Zermeño una vez más a Palacio y le dieron la instrucción que, de los acuerdos, sería gobierno quien tomaría la palabra para hacerlo público.
Entre un vaivén de anuncios, y la decepción de algunos por interpretar que se cediera el control del tema al Palacio de Madero, al final no hubo mayor avance que el reconocimiento de la deuda en líquido, con retortijones discursivos que no faltaron.
Se juntaron los ingredientes: el jaloneo, un impulso latente de salir a las calles apenas contenido, el peso de una opinión pública que volteaba a ver como enemigo al gobierno por deudor y algunas salpicaduras de manifestación pública en Estomatología y Economía. Hubo condiciones, hubo antecedentes y vino la bomba: un detonante inesperado que cambió la narrativa.
Para el viernes 17 por la noche, el rector estaba enterado de un incidente grave y flojamente atendido: en las oficinas de la FUP en la Facultad de Derecho, tres amigos en la peda (porque eso eran) cometieron lo que se investiga como una violación que deberá investigarse y castigarse hasta las últimas consecuencias.
Entonces el escenario de la deuda dejó de tener espectadores. Fue un intermedio violento a una obra trágico dramática.
Los tambores de guerra se batieron, y es que (asunto que todavía no se explica quien esto escribe en más de 25 años de reportero…o mejor dicho sí me explico…) en media hora el expediente de una denuncia penal por violación llegó a dos redacciones, la del periódico Reforma y la del nuevo medio El Mañana de San Luis.
Lo ocurrido la tarde noche de ese viernes, entre chelas, churros, denuncia y su publicación, licuó todos los ingredientes para que se desatara un enojo contenido, y de lo que se alimentan las masas enardecidas es de tener un enemigo, aunque sea uno equivocado y así fue: en menos de lo que se destapa una cerveza, el enemigo no era gobierno ahorcándolos financieramente, sino la rectoría –esta y otras- a las que se les cobró la deuda profunda y dolorosa del acoso, del agravio añejo y nuevo contra sus alumnas, del inmenso rencor guardado en cientos de historias, todas repugnantes.
Con la venda en los ojos de la pena física, moral y emocional la turba se lanzó a las calles y con ello se abrió la ventana para los pescadores de agua turbia.
El rector tomó decisiones, y echó mano de lo que su autoridad le permite, pidió la renuncia del director de la Facultad de Derecho así como de la titular de la comisión que atiende esos casos, sin embargo no está entre sus facultades aprehender a presuntos violadores, tema estrictamente en manos de la Fiscalía.
Enviar ese mensaje costó algunos días. Si lo que los manifestantes exigían era la aprehensión del victimario, era a la fiscal a la que debieron exigirle pero no… para entonces (y tras una ausencia cuestionable del día de la crisis de Zermeño) ya se había metido Morena, ya se habían metido los porros del pasado a través de gorilas amaestrados y encapuchados “rompelotodo” que no responden a causas, respondieron al caos enfermizo de la cabeza de pseudo líderes que se creen todavía con feudos en la uni, y sí, también se metieron los grupos comandados por acomedidos, que sin mayor sustancia pensaron que harían un favor al gobernador generando desmanes.
Por la oficina del gobernador ni del secretario general no pasó ni se tomó una decisión violenta ni se fomentó la crisis. Al contrario, aunque eso no significa que se tomaron decisiones por la libre en otras oficinas de Palacio y que a nombre del mandatario se hayan liberado órdenes (asunto por demás grave).
Me atrevo a decir y sostener lo anterior porque el gobernador calcula, y si se mete en algo sabe por dónde salirse, es jugador de ajedrez con alma de tahúr: mide la jugada, pero lanza los dados.
Porque si desde Palacio de Gobierno se hubiera fraguado el asedio, los destrozos y la toma del Edificio Central, entonces hubieran tenido táctica, estrategia, una ruta de batalla, un segundo y tercer paso, pero no fue así.
Hacer enemigo público a Zermeño por ocurrencia es un asunto efímero, inútil y contraproducente para su gobierno con su discurso de paz y gobernabilidad, si a caso la afrenta entre rector y gobernador se hablaba en el idioma de tiempos y dinero, no de fuerza.
Pero con la crisis en las calles, las facultades tomadas y la información desarticulada, la única forma de reencauzar la narrativa y hacer que la turba estudiantil volteara a ver a la Fiscalía era anunciar que ya se había detenido al principal responsable.
Me consta que la UASLP tuvo la información sobre la aprehensión una noche antes, pero la desaprovechó y fue hasta el día siguiente que el gobernador la anunció muy temprano y con ello el panorama cambió.
(Cuestionable en cierta medida que el gobernador haya anunciado lo que le correspondía a la Fiscal, pero también es una prueba más de que el gobernador quería desactivar el conflicto y no fomentarlo)
El IFSE y otros personajes quisieron figurar aprovechando el conflicto, e incluso algunos medios dieron voz a personajes doloridos por su falta de pericia para hacer negocios. Todo eso fue pura paja y ganas de hacer el ridículo unos minutos.
Si gobierno (o mejor dicho los acomedidos del gobierno) no planearon el siguiente o los siguientes pasos, los arrimados de Morena (que no todo el partido, sino dos de sus integrantes más visibles), pues mucho menos. A los encapuchados porriles pues no se les puede pedir más, es suficiente darles su banana.
En adelante y por lo que responde a la universidad, hay que reconocer que se llevó todo el resto del parte de guerra y ganaron de todas, todas en el tablero instalado:
No se dejaron como Cuba, ni se agacharon a ningún imperio propio o externo. Resistieron como las viejas murallas y desplegaron estrategia, control de daños, y certezas.
Aunque muchos hubiéramos querido ver al rector Zermeño defender su castillo tomado, por suerte o estrategia evitó ser expulsado y exhibido públicamente y un día después de la tormenta salió de forma elegante, sin estridencias a hablarle a la sociedad y a su comunidad.
Se exhibió a los intrusos de los tres tipos, se blindó al alumnado con el uso de las credenciales, se hicieron acuerdos con cada facultad y de ahí se generó un documento público, salieron rápido a mostrar a una comunidad buena y resistente, bloquearon el flanqueo oportunista del IFSE al que volvieron a batear y por si fuera poco, gobierno les dio fecha de pago.
Hace mucho que no veía una operación así, con soldados que saben cuando sí y cuando no disparar.
¿Se llevaron una cicatriz en el rostro? Sí, pero de esas que dan honor. ¿Equivocaciones en el camino o de interpretaciones? También, pero nadie es perfecto y no es lo mismo ver los toros desde la barrera.
Si bien en términos de estrategia la UASLP pudo rehacerse y actuó con mayor habilidad, tras la tormenta no hay ganadores, ni perdedores, hay sobrevivientes, renacimiento y reconstrucciones.
Se le atribuye a Octavio Paz la frase “la muerte es la gran reconciliadora; todo lo que la vida separa, la muerte lo une” (muy acorde además a este mes de la celebración a la muerte).
La Universidad Autónoma de San Luis Potosí, tuvo que morir un poco para renacer, los templos se reconstruyen. Solo así se logran nuevos acuerdos con su comunidad, solo así se curan las heridas del pasado y se pueden desprender de la idea de que son una isla.
La universidad debe aprovechar para replantearse y reconocer que necesita aliados, no solamente enemigos, y no por interés sino por generar comunidad, porque el conocimiento y la verdad no sirven si no están al servicio del crecimiento de toda la sociedad a la que se debe y al mismo tiempo pertenece.
La autonomía no los convierte en una isla y mejorar los puentes de comunicación con otras instituciones no los hace vulnerables. Son sólidos y ya lo demostraron. El rector y el gobernador no son rivales aunque insistan (o les hagan creer a uno y a otro) que deben usar sus trajes de villanos necios.
La Máxima Casa de Estudios existe y ha existido gracias a una relación simbiótica con la ciudad y con el Estado. No se entiende a la ciudad y al Estado sin la UASLP y viceversa.
La universidad sobrevivió a una tormenta perfecta, gobierno hizo lo suyo con las capacidades a su alcance, y la comunidad, como todo el que vuelve de la guerra, no es la misma, pero sigue de pie y respirando, están en clase, las actividades continúan y eso también es un modo de vencer.
Las preguntas que no se ha hecho y urge plantear son: ¿Cómo se evitará una situación similar, de presión económica, para los próximos meses entre gobierno y UASLP ? ¿En qué términos se firmará el convenio 2026 entre Federación y Estado? ¿Cómo se blindará la Universidad para que con los 4 mil millones de presupuesto con los que cuenta, pueda administrarse de forma tal que no tenga que estar en aprietos decembrinos ni tenga que estar rogando al Estado por la liberación de los recursos?
Por lo demás, (que no es lo de menos) en alivio y combate a los dolores y heridas profundas en materia de acoso y seguridad, además de todos los acuerdos ya tomados, ya están por arrancarse foros de consulta. Seguramente habrá buenos resultados, que siempre serán perfectibles. Lo que no se puede soslayar es que por más sólidos que sean, estarán a merced de la kriptonita de todas las normas: la imprevisible condición humana. Esa que nadie prevé, esa que detona un conflicto físico, simbólico, institucional, histórico y moral cualquier viernes por la tarde.
Jorge Saldaña.
BEMOLES
GALLARDO Y GALINDO
En otros temas y aprovechando la frase Octaviana pacezca, también tuvieron que morir un poco los egos y los ataques entre el Gobierno del Estado y el Ayuntamiento capitalino. Ayer enviaron ambos mandatarios un mensaje de concordia en la sesión solemne de Cabildo a la que acudió el gobernador Gallardo. Ambos ganaron tiempo. Es muy temprano para autodestruirse.
¿LO TOPAS?
Pregunta para Carlos Arreola: ¿Quién es Luis Raúl Hernández Herrera?. Estaré muy al pendiente amigo porque ha despertado mi interés tanto el changuito como en su entrenador.
HALLAZGO
Para los muy interesados en los recursos propios de la UASLP, me encontré en la página de transparencia de la propia universidad, fechas, montos, cheques… También encontré que hay un despacho externo que los audita. Si los del IFSE gustan, les mando los links.
También lee: Gobierno y UASLP: sus enemigos se saborean los bigotes | Apuntes de Jorge Saldaña
#4 Tiempos
El surcador de los cielos potosinos, Alfonso Ledezma Zavala | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash
EL CRONOPIO
Las actividades aeroespaciales en San Luis Potosí han estado presente desde la tercera década del siglo XIX, comenzando con los diseños de globos aerostáticos, por el profesor Balboltín en 1839, el diseño y construcción de los primeros aviones mexicanos al despuntar el siglo XX, la fundación de la Escuela Civil de Aviación en 1931 por Saturnino Cedillo y la creación de la Compañía Constructora Aeronáutica de San Luis Potosí que construyera las primeras piezas para avión en el país y que conformarían el avión Sea Triunfo Potosino en 1931 y en 1932 el Sea Teul, biplano construido en San Luis Potosí por dicha Constructora.
A finales de los cincuenta y principios de los sesenta inicia la época moderna de la aviación y de la investigación espacial potosina. En 1957 se lanza el cohete Física I en la Escuela de Física de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí y a principios de los sesenta se crea la que sería la segunda fábrica de aviones en San Luis potosí, la Lockheed-Azcárate, considerada la primera fábrica de aviones que hubo en el país, aunque en realidad siguió a la compañía potosina Compañía Constructora Aeronáutica de San Luis Potosí. En este inicio moderno de las actividades aeroespaciales estaría participando de forma activa y directa Alfonso Ledezma Zavala.
Alfonso Ledezma Zavala terminó sus estudios de preparatoria en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, justo para ingresar a estudiar física en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí al crearse esta en 1956, siendo así parte de la primera generación que estuvo conformada por nueve estudiantes de los cuales se titularían cuatro, siendo uno de ellos Alfonso Ledezma Zavala.
Como adelantamos, Ledezma Zavala fue uno de los personajes que participó en el diseño y construcción del primer cohete de sondeo mexicano el Física I que fuera lanzado en los alrededores de San Luis Potosí el 28 de diciembre de 1957. El 2 de febrero de 1958 se realizaría un nuevo lanzamiento para probar el sistema de recuperación del cohete, este lanzamiento fue promovido a nivel nacional asistiendo los periodistas para cubrir los detalles del mismo, poniendo en la palestra nacional las actividades de investigación espacial potosinas.
Después de estos lanzamientos, Ledezma Zavala parte a los Estados Unidos para tratar de culminar sus estudios de física, titulándose en la Universidad Estatal de Oklahoma; regresaría a San Luis Potosí incorporándose como catedrático en la Escuela de Física de la UASLP, aportando en la consolidación de la física en San Luis.
Siendo un entusiasta de los deportes formó el equipo de basquetbol de física que llegó a ser uno de los más poderosos de la universidad y que marcara toda una época, al ser conocido como “la ola verde”, que llegó a contar, tiempo después, con seleccionados nacionales de Chihuahua.
Ledezma Zavala sería el primer físico potosino en incursionar en la industria, al ser contratado por una de las nuevas industrias pesadas que se instalaban en San Luis de la que era accionista el expresidente de México, el general Abelardo L. Rodríguez, la fábrica de aviones Lockheed-Azcárate, la cual necesitaba personal técnico y en especial especialistas en física. La fábrica produjo algunas decenas de aviones para luego declararse en quiebra. En 1962 al cerrarse la fábrica Ledezma Zavala vuelve a los Estados Unidos a estudiar la maestría en física, para regresar en 1964 de nuevo a San Luis y continuar con su trabajo en la industria potosina, en esta ocasión en una fábrica de balas calibre 22, la Cascade Cartridge International, donde Alfonso Ledezma se ocupó de hacer estudios estadísticos del comportamiento de las balas, con fines de control de calidad. La fábrica contaba con equipo anticuado y Ledezma Zavala construiría equipo electrónico que requería la fábrica.
Alfonso Ledezma Zavala se convertía en el ejemplo de la necesidad de los físicos en el campo industrial y en las actividades de aplicación industrial, antecedente de los que ahora se denomina ingeniería física. Contribuyó de manera importante en la industrialización de San Luis Potosí, pues al cerrar también la fábrica de balas por el decreto de prohibición de venta de armas del presidente Diaz Ordaz a raíz de los disturbios estudiantiles del sesenta y ocho, continuaría en su empeño por impulsar la industrialización en su tierra natal, como el caso de la Empresa Siderúrgica de San Luis, entre otras.
A lo largo de su vida estaría combinando sus actividades prácticas con la docencia en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí.
Alfonso Ledezma Zavala, recordado como el físico potosino pionero en la industrialización de San Luis Potosí y el protagonista en los inicios de las actividades aeroespaciales en San Luis Potosí y México.
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