mayo 13, 2025

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#4 Tiempos

Garantías judiciales e intimidaciones | Columna de Víctor Meade C.

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SIGAMOS DERECHO.

 

En el 2004, el señor Daniel Urrutia Labreaux se desempeñaba como Juez de Garantía en la ciudad de Ovalle, Chile.

Ese mismo año, la Corte Suprema de Justicia le autorizó asistir a un Diplomado en Derechos Humanos y Procesos de Democratización, organizado por la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile. Al término del programa, el juez Urrutia presentó ante la Corte Suprema los documentos que acreditaban la aprobación del mismo, así como el trabajo de investigación que realizó: un estudio crítico de las violaciones a derechos humanos que cometió la Corte Suprema durante la dictadura de Pinochet y una propuesta para que se terminara de materializar la transición a la democracia y la reparación del daño a las víctimas de dichas violaciones.

Ya usted podrá imaginar la bochornosa dirección que tomó esta crítica a la Corte Suprema: el tribunal se sintió profundamente ofendido y, acto seguido, le abrieron al juez Urrutia diversos procesos disciplinarios y le fueron aplicadas sendas medidas de apremio.

Durante el transcurso de los años, los problemas (más precisamente, sus superiores jerárquicos) siguieron persiguiendo al juez Urrutia, quien, por cierto, contaba con las más altas calificaciones para los cargos que desempeñó. Se le abrieron más de una docena de procesos disciplinarios de manera arbitraria y, al no encontrar justicia en su país, el caso de Daniel Urrutia llegó a la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH).

Defendido por una tercia de muy notables abogados mexicanos, el estado chileno fue condenado apenas el año pasado —más de 15 años después de que se abrió el primer proceso disciplinario contra Urrutia— por violar su derecho a la libertad de pensamiento, a las garantías judiciales y el principio de legalidad. De esta manera, la Corte IDH vinculó a Chile a suprimir de su legislación el artículo que fundamentó la persecución al juez Urrutia.

Vale la pena precisar que los problemas para Urrutia no han cesado aún después del fallo que emitió la Corte IDH. Al juez Urrutia le siguen persiguiendo administrativamente; le siguen revocando sus sentencias; le siguen abriendo procesos disciplinarios. ¿Cómo puede funcionar así un estado democrático y de derecho si las garantías judiciales no son respetadas? Pongo sobre la mesa el caso Urrutia Labreaux vs. Chile como un instrumento útil que nos guíe en la reflexión de lo acontecido la semana pasada.

López Obrador y Rocío Nahle se cargaron con bravuconadas en contra del Juez de Distrito que ordenó la suspensión provisional de los efectos de la Ley de la Industria Eléctrica (LIE), aprobada por el Congreso de la Unión el día anterior al fallo judicial. En la mañanera del pasado viernes 12, el presidente amenazó al juez diciendo que van a ir a la Suprema Corte y al Consejo de la Judicatura para solicitar que revisen su actuar, al tiempo que implicó que el juzgador está vendido a los intereses de la iniciativa privada. Más tarde, la titular de la Secretaría de Energía (Sener) salió a decir una serie de despropósitos en la radio: afirmó que el juez es visiblemente servicial a los intereses de alguien; que no tiene ni idea de lo que está haciendo; que es imposible que en 24 horas haya hecho análisis técnico o económico alguno; entre otras cosas. En fin. La paradoja es más que evidente; las aseveraciones de Nahle parecen ser más un reflejo que un reproche.

Más allá de la opinión que les merezca la validez de la LIE (aprobada en fast track, sin parlamento abierto y sin modificaciones), lo dicho por el presidente y la titular de la Sener tienen un par de implicaciones que hay que subrayar. Por una parte, llama la atención el grave desconocimiento jurídico que revelaron en sus respectivas intervenciones: el Juez de Distrito actuó con entera legalidad y de manera razonable, reconociendo el derecho de quienes tramitaron un amparo a que se detengan los efectos de la LIE hasta que se resuelva la controversia. Lo único que le resta a los inconformes es defenderse en tribunales y con argumentos jurídicos; no con vituperios.

Por otra parte, utilizar la tribuna de Palacio Nacional para intimidar y poner en vilo la imparcialidad de un juez no es cosa menor. Es cierto que es del interés de toda la sociedad saber si las decisiones de los y las juzgadoras se realizan sin presiones internas o externas, sin embargo, ¿no es la cacería de brujas del Ejecutivo, precisamente, una presión a la independencia judicial? La revisión del actuar de los jueces corresponde únicamente al propio Poder Judicial; al Ejecutivo, reitero, solo le toca defenderse con los recursos jurídicos previstos por la ley.

Ciertamente, el caso del juez Urrutia y lo acontecido la semana pasada tienen diferencias sustantivas: el primero consistió en una presión ejercida dentro del mismo Poder Judicial y por un tema de libertad de pensamiento; el segundo consiste en amenazas provenientes de otro de los poderes de la Unión. No obstante, en ambos casos podemos coincidir en que no es sostenible para un estado (que se dice) democrático y de derecho pretender que las y los jueces se alineen a los caprichos e intereses de otros.

Concluyo recordando algunos fragmentos de los votos particulares emitidos por los jueces Patricio Pazmiño Freire y Eugenio Raúl Zaffaroni en la sentencia de Urrutia Labreaux vs. Chile.

«Los jueces solo deben estar sometidos a la ley, y decidir con base a ella las cuestiones que se le presenten. (…) Es imperativo que los Estados no pierdan de vista que las garantías para evitar y contener las presiones externas (…) también implica una necesaria actuación proactiva desde la política pública y la legislación local.», reflexiona Pazmiño.

Zaffaroni, por su parte, considera: «Sabemos que hoy en toda la región los medios de comunicación tienden a una peligrosa hegemonía oligopólica y que, además, ejercen una poderosa influencia sobre la opinión [pública]. Estas falsas noticias suelen afectar a jueces, a quienes se estigmatiza de este modo en lo que algunos especialistas llaman linchamientos comunicacionales.»

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#4 Tiempos

La Primera Geóloga Mexicana | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash

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EL CRONOPIO

 

La apertura de la Geología en San Luis Potosí, se daría gracias a la participación de Guillermo Labarthe Hernández, Pionero de la Geología en San Luis y baluarte en el desarrollo de esta disciplina en la UASLP. El Ingeniero Labarthe falleció hace unos días y esta columna está dedicada a su memoria.

La participación de la mujer en carreras universitarias tradicionalmente dirigidas a los hombres tuvo un impulso importante en la década de los cuarenta en la Universidad Nacional Autónoma de México, de esta forma sorteando los obstáculos que se les presentaba, comenzaron a cristalizar sus sueños graduándose en carreras tales como matemáticas e ingeniería, asuntos y perfiles que hemos tratado en anteriores entregas.

Una de estas mujeres que abrieron el camino de la profesionalización del género en carreras típicamente masculinas, se encuentra Josefa Cuevas Aguilar que ingresara a estudiar geología y terminara su carrera convirtiéndose así en la primera geóloga mexicana interesada en el estudio de la paleontología.

Mientras que en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí se abría la opción de geología hasta principios de la década de los sesenta, diez años antes se graduaría esta mujer haciendo historia en la ingeniería mexicana. Josefa Cuevas Aguilar nació en Mérida, Yucatán en 1920, donde estudiaría su educación básica hasta la preparatoria, diciendo continuar sus estudios de Geología en la ciudad de México en la Facultad de Ingeniería de la Escuela de Ingenieros de la Universidad Nacional, para entonces había contraído nupcias con el ingeniero Enrique Sansores Manzanilla, factor que facilitaría su formación al recibir el apoyo de su esposo, pues la participación de una mujer a ingeniería era verdaderamente excepcional, al ser uno de los ambientes más masculinos. El año de 1944 que marcaba su ingresó, entrarían otras tres mujeres que no pudieron culminar sus estudios, así que Josefa Cuevas sería la única mujer que pudiera vencer los obstáculos impuestos a las mujeres de una carrera como la Geología.

Fue una excelente estudiante y su actividad comenzó a ser reconocida obteniendo la primera Medalla al Mérito Universitario, por Distinción Escolar, Primer Premio en 1947. Por sus méritos académicos obtuvo una plaza de laboratorista en Mineralogía y Petrografía para las clases de geología. Ayudaba en el cuidado y arreglo de las colecciones de rocas y minerales que entonces tenía la Escuela de Ingenieros. Su examen profesional fue el 7 de octubre de 1950, con la aprobación unánime y mención honorífica. Su título tiene fecha del 9 de enero de 1951.

Josefa Cuevas se convertía en la primera geóloga mexicana. Desde 1946 trabajaba en el Departamento de Paleontología de la Gerencia de Exploración de Petróleos Mexicanos. Empezó como Ayudante de Paleontólogo y fue ascendiendo en categoría a medida que, como ella dice, “fueron mejorando mis conocimientos” hasta llegar la posición de Paleontólogo Auxiliar A. En el año 1949.

Fue trasladada a la Zona Sur, que comprendía todo el sureste de México, para hacerse cargo del Laboratorio de Paleontología. Por las formaciones geológicas que le tocó estudiar, se volvió una experta de la fauna de foraminíferos bentónicos y planctónicos, especialmente del terciario. Estudiaba muestras de geología superficial y también del subsuelo, y sus resultados fueron muy apreciados. Tuvo varios ascensos hasta que alcanzó la Jefatura de Paleontología de la Zona, que desempeñó de 1953 a 1966.

Con el cargo de jefe de paleontólogos realizó exploraciones y estudios en el estado de San Luis Potosí, ampliando los conocimientos de la microfauna del estado potosino, principalmente del Terciario y el Cretácico.

En diciembre de 1969 fue trasladada a la Ciudad de México, comisionada en el Instituto Mexicano del Petróleo (IMP), como jefe del Departamento de Micropaleontología del Terciario, coincidiendo con físico potosino Candelario Pérez Rosales. En el IMP analizó todas las muestras sedimentarias del país, lo que completó aún más su conocimiento de la microfauna y la estratigrafía de México. Estuvo en el IMP hasta 1978, año en que se jubiló.

Continúo trabajando hasta 1998 trabajó junto con su esposo como geólogo independiente para Petróleos Mexicanos, en la capacitación del personal técnico de su Gerencia de Exploración. Josefa Cuevas dedicó su vida a su profesión sin ser conocida fuera de su ámbito, resaltamos su relación con San Luis Potosí con sus estudios paleontológicos desarrollados en el Estado. En 1990 la Sociedad Geológica Mexicana, A.C. le otorgó a Josefa Cuevas de Sansores un diploma en reconocimiento a su labor en beneficio de las Ciencias de la Tierra.

Josefa Cuevas Aguilar murió a los 90 años de edad en el 2010, en el estado de Morelos, donde vivía con su marido desde su jubilación de PEMEX. Josefa Cuevas Aguilar pasa a la historia de la ingeniería mexicana como la primera mujer titulada en esta disciplina.

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#4 Tiempos

La seriedad y la risa | Columna de Juan Jesús Priego Rivera

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LETRAS minúsculas

 

Un amigo mío, ejecutivo de cierta importancia, tan pronto como llega a su oficina arquea las cejas, se compone la corbata y adopta una pose tan autoritaria que a uno le dan ganas de obedecerle en todo. ¡Dios mío, qué transmutación de un minuto a otro y de una puerta a la siguiente! ¡Pero si apenas hace cinco minutos venía en su auto contando chistes rojos! Cuando se apeó del automóvil aún sonreía, pero apenas entró en el edificio adoptó un tono tan cadavérico y malhumorado que ya sólo verlo daba miedo. ¿Estoy ante uno de esos que los psicólogos llaman ciclotímicos?, me preguntaba yo lleno de asombro, pues no me explicaba cómo se podía pasar de un estado de ánimo a su contrario de manera tan radical y, sobre todo, en tan corto tiempo.

-Señorita –dijo mi amigo apretando un botón y levantando una bocina-, ayer por la tarde le pedí que revisara el expediente X. ¿Lo hizo usted?

La señorita tartamudeaba en la lejanía, presa de un pánico feroz.

-Sí, sí, lo he hecho. ¿Quiere usted revisarlo, licenciado?

Yo miraba a mi amigo como preguntándole: «¿Eres tú? ¿De veras eres tú?». Pero él hizo como que no entendió mi pregunta, y en eso la secretaria anunció la llegada del famoso y temido expediente X.

Entonces recordé lo que, según dicen, aconsejó una vez Anaximandro el filósofo a Pericles el político: «Acuérdate de lo que te digo: para seguir en el poder hay que ser serios». Y sonreí con cierta malicia, como entendiendo por fin de qué iba la cosa. Pero, ¿había leído mi amigo a los filósofos griegos?

Lo dudo. Ya el Memín Pinguín hubiera sido demasiado para él. Y esto lo digo no en plan de mofa, sino ateniéndome a lo que él mismo me dijo un día, a saber: que el único libro que había leído en su vida, y de eso hacía ya muchos años, era el instructivo de una cámara Nikon que acababa de comprar en aquel entonces; pero, de ahí en fuera, nada más…

Es apasionante leer los instructivos y a la vez muy divertido –me dijo aquella vez-. Pero, ¿quién lee ya estas obras maestras de la concisión? ¡Es la literatura más olvidada de todas! No miento si te digo que mi modesta biblioteca personal, si puedo llamarla así, está formada sólo por esos instructivos o manuales de uso que la gente desecha con desconsiderada facilidad. ¡Tengo más de cien! Algún día leeré los noventa y nueve que me faltan.

¿Bromeaba mi amigo diciéndome estas cosas? Pero no, no bromeaba: recordemos que estaba en su oficina y que él, allí, no se habría permitido ni la sonrisa más discreta.

Pero ahora hablemos de una mujer a la que conozco. En su juventud fue algo hermosa, según pude verlo en viejas fotografías conservadas con devoción por ella misma en un álbum que, de tan pesado, nadie aceptaría cargar durante cinco minutos seguidos. Sí, digamos que fue bella. Pero cometió en su juventud el error de hacer caso a una amiga suya del colegio que le dijo un día:

-No permitas que tu hermosura se estropee. Evita, sobre todo, las patas de gallo.

-¿Y cómo las he de evitar? –preguntó ella, pues realmente le quitaban el sueño todas estas cosas.

-No rías. Y, si puedes, evita también las sonrisas. ¡Estropean el rostro como no tienes una idea!

Lo arrugan, lo ajan, lo deforman.

¡Lo mismo pensaba aquel monje amargado de El nombre de la rosa!: «La risa sacude el cuerpo, deforma los rasgos de la cara y hace que el hombre parezca un mono».

Desde entonces aquella mujer ya nunca rió, conformándose, para manifestar su alegría, con estirar la boca y hacer una mueca, cual si estuviera ante un espejo comprobando que no se le ha quedado nada entre los dientes después de haber comido. ¿Sonreír de veras? No, gracias. Debo cuidarme de las patas de gallo.

Y así podría contra infinidad de historias más; baste por el momento con decir que, si bien la sonrisa tiene enemigos, yo preferiría mil veces que nadie me obedeciera y todo se me arrugara, a andar por la vida mostrando una horripilante cara de tabla.

Escribió el padre Auguste Valensin en su diario (anotación del 10 de mayo de 1937): «No sentir miedo de Jesús, no sentir miedo de mi Padre. Me imagino a Jesús con sus apóstoles. Llega a la orilla del lago donde los niños juegan. Y, al verlo, huyen los niños. Una madre le trae a su niñito de seis años y el pequeñín, aterrorizado, se agarra a las faldas de su madre, grita, quiere escaparse de allí. ¡Lo contrario de lo que sabemos que ocurría! Y me pregunto: ¿qué sentimientos hubiera experimentado Jesús? ¡Es tan doloroso darse cuenta de que se infunde miedo! Y todavía el miedo de un niño no puede realmente entristecernos porque es irrazonado, pero Jesús, que vino por amar a los hombres y fue todo amor para ellos, si hubiera visto a los que se acercaban a Él y a quienes ofrecía su afecto retirarse muertos de miedo; si hubiera visto a sus apóstoles tratarle como un maestro severo, mientras que Él se mostraba para con ellos indulgente y suave; si hubiera visto que los pecadores evitaban incluso por respeto su presencia, ¡qué pena hubiera experimentado!».

Jesús debió sonreír, y muy a menudo; debió ser incluso un maestro en el arte de la sonrisa, pues de no haber sido así, ¿por qué iban los niños a correr a abrazarlo espontáneamente, como sabemos que lo hacían? Somos más bien nosotros, sus discípulos, quienes hemos caído a veces en la tentación de la seriedad. ¡Como si por parecer serios nuestros enemigos fueran a respetarnos más! Quizá sea demasiado injusto al decir esto, pero un cristiano que infunde miedo –sea cual fuere su trabajo en la viña del Señor-, aún no ha podido ser cristiano más que a medias.

¿O me equivoco, estimado lector?

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¿Ascenso otra vez? | Columna de Arturo Mena “Nefrox”

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TESTEANDO

 

Hace unas horas se ha publicado información por parte de Ignacio Suárez, “El Fantasma”, una supuesta resolución por parte del TAS, para regresar el ascenso en el fútbol mexicano, para la temporada 25/26, de no cumplirse esto, la liga, federación y empresas que la conforman se verán sujetas a sanciones internacionales.

Con esto, parece ser que se da fin a una de las épocas más obscuras del fútbol mexicano, ¿o no?

Tratemos de entender cómo funciona esto. En el año 2020, los equipos de la Liga MX suspendieron el ascenso y descenso de la primera división, argumentando la falta de garantías económicas y deportivas de parte de la mayoría de los equipos de la segunda división, sustentando esto en los problemas económicos derivados de la pandemia de covid-19, dicha propuesta prometía que esta medida era solo provicional y no definitiva, dando un plazo máximo de seis años para regularizar la decisión de forma definitiva. Esto se votó al interior de la liga y fue aceptada por la mayoría de sus miembros, a pesar de las protestas de los dueños de los equipos de la segunda división.

El plazo se ha cumplido, seis años se cumplen al término de la siguiente temporada, y ante la insistencia y reclamos de los equipos de la segunda división (hoy llamada Liga de Expansión), el debate se ha vuelto a abrir.

Equipos, jugadores y aficiones de los equipos de Expansión sueñan con la posibilidad de abrir una oportunidad para buscar el ascenso el próximo año. De la misma forma, equipos en la tercera, cuarta y hasta quinta división (llamadas Serie A, Serie B y Liga TDP) donde inexplicablemente, también se han negado dichos ascensos.

Pero vayamos por partes, la situación de los equipos de las divisiones inferiores en México no ha cambiado mucho, equipos sin finanzas sanas, con muchas dudas sobre la transparencia de sus recursos, con poca infraestructura tanto en canchas de entrenamiento como en estadios, poco interés en formar jugadores y nulo o casi nulo intento por generar equipos femeniles, ponen en entredicho la posibilidad no solo de ascender, sino de una sana permanencia en primera división. Para ser más exactos, hoy solo cinco equipos de la Liga de Expansión tienen su carpeta de cargos completa para poder pensar en un ascenso (U de G, Yucatán, Correcaminos, Atlante y Morelia).

Dicho esto, cualquier otro equipo que quisiera pelear por su lugar en la MX tendría primero que remediar su situación.

Ahora bien, se habla del ascenso, pero no de un posible descenso. Mucho se ha manejado la intención de aumentar la liga a 20 equipos, incluso hay propuestas para llegar a 24 o más equipos, emulando un poco la situación de la MLS, y hoy parece que la idea puede llegar a cobrar fuerza.

Y es que pensémoslo bien, la idea de aumentar la liga de 18 a 20 parece no solo posible, sino también interesante, los equipos recién ascendidos tendrían la posibilidad de establecerse económicamente en la Liga MX, sin el riesgo de un eventual descenso en tan solo una temporada, podrían pensar en estabilizarse deportivamente y buscar ingresos importantes en por lo menos dos años.

En fin, según “El Fantasma” la decisión está tomada, la Liga MX tendrá nuevos invitados, aunque me resisto a aceptarlo, creo que los dueños del balón encontrarán la forma de saltarse la regla en beneficio de su bolsillo y (nuevamente) en detrimento del deporte y su desarrollo, en fin.

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