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En SLP, 68 mujeres siguen desaparecidas desde 2018
El 44 por ciento de las mujeres desaparecidas tienen entre 12 y 17 años de edad
Por: Redacción
En San Luis Potosí al menos 68 mujeres permanecen en calidad de desaparecidas desde 2018, según el portal de Búsqueda de Personas de la Fiscalía General del Estado (FGE). Las mujeres desaparecidas son en su mayoría adolescentes entre los 12 y los 17 años; también destacan mujeres que desaparecieron junto con sus hijas o hijos y a la fecha se ignora su paradero.
Estas desapariciones ocurrieron en 26 municipios de la entidad, entre los cuales destaca Matehuala, pues en esta localidad del Altiplano potosino, a lo largo del año pasado se reportaron las desapariciones de 10 mujeres.
Por municipio también destaca Ciudad Valles en la región Huasteca, donde se denunciaron siete desapariciones de mujeres a lo largo del año, mientras que en San Luis Potosí capital ocurrieron seis.
La zona Huasteca es la región donde más han ocurrido desapariciones de mujeres: el 44 por ciento de los casos se reportaron en esa región y al menos 30 mujeres originarias de diversos municipios siguen sin ser localizadas desde el año pasado.
Los municipios huastecos con más desapariciones de mujeres son: Ciudad Valles (7), Tamazunchale (5), Xilitla (4), San Vicente (3), Huehuetlán (2) y Tamuín (2); Alaquines, Aquismón, Axtla de Terrazas, Matlapa, San Martín Chalchicuautla, Tampamolón y Tancanhuitz, registran un caso cada uno.
Otro dato preocupante es que el 44.11 por ciento de las desaparecidas (30 mujeres) son adolescentes entre los 12 y los 17 años de edad. El 25 por ciento (17 casos) son mujeres jóvenes entre los 18 y los 30 años.
El 23.52 (16 casos) por ciento son mujeres mayores de edad entre los 30 y los 53 años, mientras que el 7.35 por ciento (5 casos) son niñas entre los 3 y los 11 años, algunas de las cuales desaparecieron en compañía de sus madres.
El fenómeno de las desapariciones ha cobrado relevancia en San Luis Potosí desde hace algunos años, y va de la mano con el repunte de la violencia en todo el país; además, no se puede descartar el vínculo con la violencia de género que día con día parece aumentar.
Entre todos los casos, destacan también las desapariciones de doce madres de familia que iban en compañía de sus hijos. Algunos de ellos son:
Leonarda López Gregorio, de 37 años; desapareció el 11 de junio del año pasado, en compañía de sus tres hijos, en Xilitla.
Verónica Martínez, vista por última vez en septiembre, en Ciudad del Maíz; iba con sus cuatro hijos, de quienes también se ignora su paradero.
Lilia Anayanci Lara Hernández desapareció de Xilitla, el 18 de mayo de 2018, iba en compañía de su hijo Jesús, de tan solo un año de edad.
A lo largo de 2018 se denunciaron las desapariciones de 365 mujeres, prácticamente una por día ; la gran mayoría de ellas fueron localizadas, solo siguen sin ubicar 68.
En promedio se denunciaron 30 desapariciones de mujeres por mes. El mes que se reportó el mayor número fue julio, con 42 casos; 37 fueron localizadas, 5 continúan desaparecidas.
En enero se reportaron 39 casos de mujeres desaparecidas, continúan sin localizar dos. En febrero, 24 mujeres se reportaron como desaparecidas, siguen sin ser localizadas dos; en marzo 28 mujeres se extraviaron, de las que aún se ignora el paradero de cuatro.
Durante abril, 20 mujeres se extraviaron, una continúa sin localizar; en mayo fueron 31 mujeres desaparecidas, de las que faltan por localizar 5; en junio hubo 36 casos, 11 de las cuales no han sido localizadas.
En el segundo semestre del año, en julio se reportaron 42 desapariciones de mujeres, 5 de ellas no han sido ubicadas; en agosto fueron 37 desapariciones, 10 de ellas no han sido localizadas; en septiembre hubo 28 desapariciones, de las que siguen sin localizarse 6.
En octubre 21, siguen sin localizar 6; en noviembre hubo cinco desapariciones, mismas que siguen sin localizar; y en diciembre 34 mujeres se reportaron como extraviadas, de las cuales seis siguen en esa situación.
Casos recientes
En lo que va de 2019, continúan sin localizar 25 mujeres cuyas desapariciones fueron reportadas ante la Fiscalía General del Estado entre los meses de enero y mayo.
En este año, el patrón se repite: diez de las mujeres desaparecidas y no localizadas son adolescentes entre los 13 y los 17 años de edad; esta cantidad es equivalente al 40 por ciento de los casos.
El 44.44 por ciento de los casos han sido denunciados en la zona metropolitana: 10 en San Luis Potosí capital y dos en Soledad de Graciano Sánchez.
Para escribir este artículo, se decidió separar los casos de desapariciones ocurridos en 2018 de los de 2019, ya que muchas veces, en los casos de desapariciones más recientes, las personas son localizadas. Por ejemplo, en los primeros 11 días del actual mes de mayo, se denunciaron las desapariciones de 12 mujeres; de estas, cuatro ya han sido localizadas; de ocho más aún se ignora su paradero, pero no se pierde la esperanza de que sean encontradas en los próximos días.
En los cuatro casos de mujeres reportadas en mayo en el Portal de Búsqueda de Personas como desaparecidas y que ya fueron localizadas, transcurrieron entre 5 y 9 días para que fueran ubicadas o volvieran con sus familias.
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La IA, periodismo, y la coartada perfecta. Apuntes de Jorge Saldaña.
““Vivimos bajo tormentas de datos que no construyen verdad sino ruido”. La información, desanclada de la confianza, se vuelve atmósfera. Y en atmósfera turbia, cualquiera puede gritar “fuego” y llamar a los bomberos, o “deepfake” y zafarse de la comisión de un delito”
Por: Jorge Saldaña
Hay épocas en las que la tecnología acelera más rápido que la ley en una carrera en pista sinuosa, de esas con curvas tan cerradas que hasta el volante tiembla.
Estamos ahí. La inteligencia artificial (IA) ya es capaz de imitar una voz al grado de confundir a tu mamá, de injertar un rostro en un cuerpo ajeno con precisión perfecta, de producir un “comunicado oficial” con sellos y sintaxis idénticos a los originales. Que peligroso.
No obstante, lo que de veras me quita el sueño (y eso que soy dormilón) no es solo lo que la IA puede fabricar, sino lo que su misma sombra puede desmentir, es decir, que lo verdadero sea tirado a la basura señalándolo a la ligera como “irreal”.
Dicho en pocas palabras: sí temo a la mentira hecha con IA, pero temo más que la IA se vuelva la coartada perfecta para negar la verdad. ¿Me explico?
Pienso en un audio que exhibe una extorsión, en una foto que capta a un político con un criminal, en un contrato auténtico que documenta un desvío.
Con la reforma aprobada en San Luis Potosí (con tan solo 10 días de análisis) que tipifica el “uso indebido” de IA para provocar alarma, alterar la paz social, o dañar la imagen de un tercero, creo que nos pone a todos, pero aún más a los que nos dedicamos al periodismo, en un altísimo riesgo de que la primera reacción del involucrado no sea la responder al fondo, sino señalar al mensajero: “Eso lo creó la IA”, y entonces deberá ser el reportero, y no el delincuente exhibido, el que deberá de demostrar que su evidencia no es sintética o artificial, o se va al bote.
Invertimos la carga de la prueba: del hecho al emisor; del culpable al periodista.
No exagero: Artículo 19 ya advirtió lagunas de precisión en conceptos como “alarma pública” o “paz social” (que son ambiguos y propensos a la interpretación) y un riesgo de discrecionalidad que podría alcanzar desde la crítica política hasta la edición creativa.
Es cierto, la iniciativa del diputado Héctor Serrano, incorpora exclusiones para fines periodísticos, académicos, artísticos y de parodia “siempre que no exista dolo y se indique expresamente ese carácter”. Bien intencionado, sí. ¿Suficiente? No, porque el campo de juego queda resbaladizo y no hay árbitro judicial ni peritos especialistas en el tema.
Las modificaciones al código penal producto de la iniciativa de regulación a la IA, no define con precisión cómo demostrar el dolo, qué es alarma y, sobre todo, quién y cómo lo acredita.
Byung-Chul Han lo dijo en su libro Infocracia, (que me gusta mucho citar): “vivimos bajo tormentas de datos que no construyen verdad sino ruido”. La información, desanclada de la confianza, se vuelve atmósfera. Y en atmósfera turbia, cualquiera puede gritar “fuego” y llamar a los bomberos, o “deepfake” y zafarse de la comisión de un delito.
Nuestro tiempo es el de la sospecha permanente, la duda como política de Estado.
El tema me recuerda a Orson Welles que lo anticipó en 1938 con La guerra de los mundos: una ficción radial que, contada como boletín, desató pánico.
Hoy no necesitamos actores; bastan modelos generativos, un par de clics y un algoritmo de difusión.
Imaginen —no es ciencia ficción— un boletín “verosímil” de la Sedena ordenando toque de queda; una “conferencia” de la Presidenta aceptando una invasión o un “video” de un presunto homicida de un estudiante de estomatología confesando un delito…(saben a lo que me refiero).
¿Qué tal que el homicida alega que el video que se filtró fue hecho con Inteligencia Artificial? ¿Se va a perseguir al medio que lo difundió? En una de esas, hasta el homicida sale libre…¿Ya me entiende, Culto Público a lo que me refiero, me preocupa, y me da comezón?
La IA escribe el guion; las redes, el miedo.
Ahora bien: San Luis Potosí ya legisló. ¿Hacía falta? Sí. Pero…¿Así? ¿Tenemos la suficiente fortaleza académica, experiencia profesional y capacidades para fundamentar una legislación sobre esta materia que nos va ganando la carrera? ¿No será esto un acelerón en plena curva?
El que esto escribe, aprendiz de reportero, alcanza a ver al menos tres riesgos que no podemos ignorar:
1) La coartada perfecta del poderoso.
Frente a una investigación sólida, la respuesta fácil será: “es IA”. Si la norma deja ambigüedades, el periodista puede terminar litigando su autenticidad en vez de publicar, y esto puede generar un efecto inhibidor, una autocensura preventiva por miedo a ser acusado de crear “realidades sintéticas”.
2) La puerta trasera de la censura.
Cuando “alarma social” o “paz pública” no tienen parámetros verificables, cualquier pieza incómoda puede ser encuadrada como “desestabilizadora”. Hoy se promete que no; mañana basta un fiscal con prisas o un juez con miedo o a modo.
3) La prueba imposible.
En la práctica forense, demostrar que algo no fue generado por IA requiere peritajes especializados, sellos de procedencia, cadenas de custodia digitales. No los tenemos para temas como la IA ¿Quién los hará? ¿Con qué estándares? ¿Con qué independencia? Si no definimos eso, la balanza se inclina contra el informador.
Ante ello, creo que necesitamos definiciones más concretas, cerradas y taxativas, lo mismo que una “mente culpable” o como dicen los abogados una Mens rea probada, exigir dolo específico: intención de provocar alarma…me-di-ble y no de “sensación” de la misma.
Además, si alguien alega que una pieza es sintética o fabricada, que lo acredite con peritajes de laboratorios independientes (no “peritos de parte” -que además no hay en SLP- a modo).
Los periodistas también tenemos que tener garantías reales y no meramente declarativas.
Efectivamente hay una exclusión en la iniciativa aprobada para el ejercicio del periodismo, arte, academia y sátira, sin embargo, ¿quién garantiza que opere en los hechos, cuando alguien -como dije arriba- nada más porque sienta calor le llame a los bomberos…?
No se trata de negar el dilema —que es brutal y de múltiples aristas—, sino de evitar que la cura mate al paciente. Porque, paradójicamente, la IA que nos amenaza con fabricar mundos, también puede servir para validarlos.
A ver, para Usted mi Culto Público, le comparto dos escenarios de pesadilla y uno de esperanza:
Un “Falso con consecuencias reales”: Un “comunicado” apócrifo de Protección Civil que ordene evacuar colonias. Pánico, saqueos, accidentes. Nadie herido por la IA; todos por la estampida.
Un “Verdadero desmentido como falso”: Un video auténtico que documenta un abuso policial. Los responsables gritan “deepfake”, “IA”, un juez timorato concede medidas cautelares, y el reportero enfrenta proceso. La evidencia muere antes que el delito.
Uno de esperanza: que la norma haga lo que promete: perseguir mentiras sintéticas dañinas, proteger a víctimas (como las 400 estudiantes de Zacatecas) y blindar la crítica. Se puede, si se afina y lo hacemos de forma acompañada y profesional. No a la ligera.
La delgada línea entre vigilar y castigar —permítanme el guiño— no debería cruzarse hacia castigar al que vigila. La prensa, con sus errores y excesos que a veces tenemos (no me subo al púlpito ni tiro la primera piedra), sigue siendo el semáforo en una avenida oscura: si se apaga “por seguridad”, lo que viene no es orden, sino una carambola con trágicas consecuencias.
Cierro con una imagen. La IA es el Orson Welles de nuestros tiempos: puede narrar invasiones que no existen y desmentir revoluciones que sí ocurrieron. La diferencia será si, en San Luis, ponemos reglas claras, peritos que sepan, y un principio simple grabado en piedra: a la verdad no se le pone grillete; a la mentira, sí.
Insisto, si lo hacemos bien, con profesionalismo y sin miedo, quizá esta vez la radio hablando de marcianos no provoque pánico, sino lucidez.
Mañana será el diputado de Morena Carlos Arreola (qué casualidad) el que anuncie el desarrollo inmediato de foros con ciudadanos, académicos, especialistas, periodistas, abogados y otros grupos para discutir, plantear y afinar la iniciativa aprobada. Aunque lo convoque Arreola, ni modo, me apunto.
Nota: Esta columna no fue redactada con IA, sino con MIR (Mi Ignorancia Regular).
Hasta la próxima.
Yo soy Jorge Saldaña.
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Estado anticipa monto para la UASLP en 2026: Gallardo
El monto, que se incluirá en la Ley de Egresos, será equivalente al de este año mientras se define el convenio universitario
Por: Redacción
El gobernador Ricardo Gallardo Cardona informó que la Secretaría de Finanzas del Estado ya tomó previsiones para garantizar el recurso que corresponderá a la Universidad Autónoma de San Luis Potosí (UASLP) en 2026, y adelantó que dicha cantidad será integrada desde ahora en la Ley de Egresos que enviará al Congreso del Estado.
Gallardo explicó que, aunque el convenio anual entre la UASLP y el Gobierno del Estado se firma hasta enero, esta vez se decidió anticipar el monto estimado para evitar desfases como los ocurridos este año, cuando los tiempos entre la firma del convenio y la aprobación del presupuesto no coincidieron y generaron presiones financieras para la institución.
El mandatario señaló que Finanzas partirá del mismo monto asignado este año —refiriéndose a los recursos que se destinan al inicio del ejercicio— mientras la universidad y la Federación definen la cifra exacta en su próximo convenio. Con esto, precisó, los legisladores tendrán que ajustar el presupuesto para asegurar que la cantidad prevista quede protegida en la Ley de Egresos 2025, que corresponde al ejercicio fiscal del próximo año.
Gallardo afirmó que el objetivo de esta previsión es que la UASLP arranque 2026 sin complicaciones, sin necesidad de solicitar recursos prestados durante los primeros meses del año, como ha sucedido históricamente debido a la demora en la llegada del recurso federal y estatal.
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FGESLP requiere 5 mdp para echar a andar Fiscalía de Búsqueda
María Manuela García dijo que el monto servirá para contratar personal y fortalecer prospecciones
Por: Redacción
Tras entregar su informe anual de labores ante la Comisión Primera de Justicia del Congreso del Estado, la fiscal María Manuela García Cázares reconoció que la Fiscalía General del Estado de San Luis Potosí enfrenta “muchos retos”, entre ellos el más urgente: transformar la actual Unidad de Desaparecidos en una Fiscalía Especializada, como lo exige la Ley General.
La fiscal destacó que todas las áreas han estado enfocadas en judicializar carpetas y atender los casos más sensibles denunciados por la ciudadanía, aunque admitió que el avance aún es insuficiente frente a la demanda existente.
En materia financiera, García Cázares confirmó que la institución solicitará una ampliación presupuestal para 2025, derivada precisamente de los costos que implica la creación de la nueva Fiscalía de Desaparecidos: más personal, más material, más prospecciones y mayor capacidad operativa.
La ampliación solicitada asciende a 5 millones de pesos como mínimo.
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