septiembre 6, 2025

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#4 Tiempos

John Cleese contra el progresismo | Columna de Carlos López Medrano

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John Cleese

Luces de variedad

 

El gran comediante inglés John Cleese montó en cólera luego de que el servicio de streaming UKTV, propiedad de la BBC, retiró de la plataforma uno de los episodios de Fawlty Towers, serie que escribió y protagonizó en la segunda mitad de los años setenta. La corporación tumbó el capítulo temporalmente como un acto de conciencia debido a los estereotipos que contenía, así como por el lenguaje racista empleado por el mayor Gowen, un personaje septuagenario que, en teoría, debía entenderse como tal, alguien fuera de sí, ya con demencia, gagá. La decisión de la BBC llegó en medio de una atmósfera censora que se percibe a escala global, una arremetida de algunos sectores de la población que claman contra aquello que consideran ofensivo, así se trate de un personaje de ficción ridiculizado por un equipo creativo en busca de causar risa, y así, reducirlo. Como manifestación de su inconformidad, Cleese recuperó una cápsula televisiva que protagonizó en 1987 para reivindicar la coalición electoral SDP-Liberal Alliance de tipo centrista. “Es difícil saber si grabé esto hace 30 años o 10 minutos …”, dijo en sus redes sociales. Por la vigencia de su contenido hago una traducción aproximada de aquel mensaje a continuación:

La gran ventaja del extremismo es que te hace sentir bien porque te provee de enemigos. Déjame explicarte, la gran cosa de tener enemigos es que puedes pretender que todo lo malo en el mundo está en tus enemigos y todo lo bueno en el mundo está dentro de ti. ¿Es atractivo, no es así? De este modo si tienes mucho enojo y resentimiento […] puedes justificar tu propio comportamiento incivilizado solo porque estos enemigos tuyos son muy malas personas, y si no fuera por ellos, tú en realidad serías bondadoso, cortés y racional todo el tiempo. Así que, si quieres sentirte bien, conviértete en un extremista. Ahora bien, tienes que tomar una decisión. Si te afilias a la extrema izquierda, recibirás una lista de enemigos autorizados: casi cualquier tipo de autoridad, en especial la policía, el distrito financiero, los estadounidenses, los jueces, las corporaciones multinacionales, las escuelas públicas, los peleteros, los dueños de periódicos, los cazadores de zorros, los generales, los traidores de clase y, por supuesto, los moderados. Si prefieres la extrema derecha, ellos también tienen su propia lista, una que incluye a los ruidosos grupos minoritarios, los sindicatos, Rusia, los raros, los manifestantes, las sanguijuelas de la asistencia social, el clero entrometido, los blandengues pacifistas, la BBC, los huelguistas, los trabajadores sociales, los comunistas y, por supuesto, los moderados.

Era difícil pronosticar un nuevo auge de los extremismos para un año como el 2020, tan redondo en su nomenclatura y de promesa futurista. A estas alturas se antojaba un espacio con mayor civilidad y con coches voladores… al final ni una cosa ni la otra. Avances muchos, pero también una fuerte regresión. Una que preocupa de forma considerable es la de la gente incapaz de medir el arte, la ficción y el entretenimiento en sus propios términos y que es incapaz de entender un asunto que resulta fundamental para no provocar revueltas y descabezamientos cotidianos: los seres humanos cargan sin excepción muchos defectos y, algunos de ellos, actitudes repudiables. Ante ellos, con frecuencia autores o personajes históricos, no corresponde la quema irreflexiva del legado ni la supresión inmediata de sus representaciones, por el mero hecho de que bajo esa exigencia en la que solo sobrevive lo puro, lo inmaculado, al final nos quedaríamos sin nada, incluyendo de obra sublime que trasciende a sus creadores. Hay límites, claro, pero conviene analizar caso por caso antes de caer en una ola irreflexiva.

La modernidad presenta anomalías para aquellos que siguen creyendo en una historia lineal que conduce al jardín de rosas. Un siglo después hemos sido incapaces de emular la gracia de 1920, la vida del exceso, el sentido del humor, el encanto de la frivolidad. Entender que no todo debe provocar un cisma y que una ración de ligereza resulta necesaria para sobrevivir, para conservar los nervios fuertes y, entonces sí, luchar por lo verdaderamente importante, no por fruslerías. Tal vez nos hizo falta el guiño de las flappers y a más de uno le urge un martini para relajarse. En cambio, tenemos mucha amargura, algunas veces justificada, otra más un despropósito. La indignación se ha vuelto también, hay que decirlo, un modo de vida, una eficaz maniobra para obtener prebendas, cariño y aplausos de la muchedumbre, jugar al activista u obtener contratos para salir en conferencias, instituciones o en televisión. Prolifera también la imputación de etiquetas atroces que aparecen con total ligereza hasta que pierden su significado, haciendo que los verdaderos trúhanes acaben por camuflarse entre la colectividad de los malos, que a juicio de los extremistas son todos ya, salvo ellos mismos y los que comparten sus opiniones.

Es curioso: el arrecio de la corrección política no proviene más de aquella caricatura que otrora se hacía de los ancianos cascarrabias, religiosos de la vela perpetua que en su versión contemporánea resultaron moderados en comparación a la progresía del joven comprometido y tirado a la calle y a las plataformas virtuales como justiciero social. La víctima de estos dictaminadores puede ser la película favorita de tu abuelo, a la que no se les ocurre calibrar como una expresión de su tiempo, sino un producto al que se deben aplicar los barómetros actuales o, mejor dicho, los de su propia invención. Si no pasa la prueba, ha de ser censurada o se le debe poner algún mensajito de contexto y advertencia, elaborado por los de su estirpe, para avisar al público, que es tonto y no listo como ellos, de lo que viene a continuación. O puede que un comediante se haya burlado de lo que no debe ser burlado (y esto lo eligen los correctos) y, por tanto, su carrera debe ser arruinada. No es necesario ir a plantarse a su casa ni soltarle de golpes, basta el asfixio social, mediático, el amedrentamiento de armar escándalo por aquí y por allá, revisar minuciosamente tu pasado hasta encontrar el desliz que cualquier persona medianamente expresiva llega a tener. Y exhibirte. Los progresistas se dan palmaditas en la espalda los unos a los otros y si no estás de acuerdo, ya se sabe, eres un facho, un machito, un conservador

, alguien que debe ser borrado, ridiculizado, suprimido.

Simplifico y mezclo varios ejemplos, el objetivo es dar cuenta de un ambiente extendido (y que lleva ya algunos años con variación de intensidades) que en su asiento refleja lo dicho por John Cleese. Aquel mensaje ochentero es significativo ya en que en él atribuye a la extrema derecha un odio hacia la BBC, un sentimiento que décadas después tiró un capítulo emitido por la propia BBC, pero no debido a presiones de tal espectro ideológico, sino como una determinación que la empresa tomó al interiorizar una coyuntura caldeada por la extrema izquierda. Un hecho semejante, como tantos otros, debe invitar a la reflexión de la sociedad en conjunto, en especial a los que han tomado la destrucción, el arrecio, la quema y el derribo como una forma de anular el pasado y las posturas contrarias; un pasado que, con sus claroscuros, fue lo que fue y que conviene tener en la memoria como una referencia de lo que somos y lo que pudimos ser. No terminar, como temía Orwell, en una dictatura del presente, un delirio que destruye todo lo que hubo antes, que reescribe a sus antepasados, que altera cada registro, cada estatua, cada libro, todo, absolutamente todo, con la salvedad de la tendencia o moralidad actual, aquella en la que el partido, o en este caso el movimiento, siempre tiene la razón. Un movimiento que, conviene recordar, se erige como la representación popular cuando más bien se trata de un conjunto estimable, pero no mayoritario, de personas.

Pese a los posibles costos sociales que ello implique, entrar a la discusión es tan pertinente como enunciar el desacuerdo ante una especie de norma que intenta imponerse. Que no se malinterprete, la crítica de cualquier obra y de cualquier personaje histórico o actual es valiosa y necesaria, lo mismo que el reproche, el boicot o la organización de una protesta que igualmente configura otra esfera de libertad. Y hay cuestiones inadmisibles que hacen bien en permanecer en el basurero de la historia: debemos ser responsables de nuestras palabras y actos y saber que todo tiene una posible consecuencia (aunque igual, el ser humano es imperfecto y sería una locura borrar a cada uno del mapa por sus equívocos sin dar espacio al debido proceso). Refiero, más bien, a las maniobras intimidatorias que algunos grupos se reservan como marca registrada y que imposibilitan el diálogo, el enriquecimiento de la cultura y que suponen un peligro para la expresión; la imposición del pensamiento único, una sola corriente merecedora de la supervivencia que avanza sin contrapeso suficiente. Hay que alzar la voz cuando surja el colmo, la barbarie; fue así como el episodio de Fawlty Towers volvió a estar disponible en UKTV, gracias a que John Cleese abandonó el silencio y puso un alto.

Un riesgo mayor es que el extremismo acabe por enlazarse a políticas gubernamentales. Esto escalaría a una represión del pensamiento a un nivel sistemático. Al promover, por ejemplo, el castigo a los “discursos de odio”, medida en apariencia bondadosa, se pueden colar prácticas de autoritarismo, ya que en su tipificación ambigua se da cabida a censurar a cualquiera que vaya en contra de quienes ostentan el poder y sus satélites sociales (quienes a fin de cuentas deciden qué es “discurso de odio” y qué no lo es), mientras que el canon continúa comiendo más y más terreno.

Si atendemos a lo que dicen los feligreses de la corrección acabaríamos por ser consumidos por ese mismo león al que estamos alimentando. La construcción de la realidad como un cuento de hadas en la que solo entran aquellos que cumplen ciertos parámetros. Un mundo con más limitaciones. Y lo peor, nos quedaríamos sin Fellini, sin José Alfredo Jiménez, sin Céline… sin tantos otros seres que en su individualidad pecadora son, todavía, más relevantes y nutritivos que esa muchedumbre censora que lo mismo en las calles que en las redes clama y se burla para desaparecer aquello con lo que no concuerda. Todo desde una posición ventajosa: la falta de escrutinio que les otorga el anonimato. Pobres de espíritu a los que si uno los revisara con lupa (aunque ni ganas), a lo mejor tampoco salían vivos de las exigencias que imponen a los demás.

@BigMaud

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#4 Tiempos

El eterno | Columna de Arturo Mena “Nefrox”

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TESTEANDO

Guillermo Ochoa es un portero que se convirtió en bandera. Desde que debutó con el América en 2004, sus guantes parecían hechos para noches grandes: títulos de liga, protagonismo inmediato y el aura del “nuevo guardián” del arco mexicano. Tardó en dar el salto a Europa, y aún así, demostró sus ganas de crecer a pesar de los sacrificios, con una carrera que, aunque irregular en lo colectivo, lo mantuvo vigente en la élite del futbol internacional durante más de una década.

En Francia defendió al Ajaccio, donde se convirtió en ídolo de un club pequeño que sobrevivía gracias a sus atajadas imposibles. Después vinieron pasos por Málaga y Granada en España, donde la lucha contra el descenso lo expuso constantemente, pero también lo catapultó con actuaciones memorables frente a equipos como el Barcelona o el Real Madrid. Más tarde, Bélgica, con el Standard de Lieja, donde recuperó la estabilidad, disputó competencias europeas y volvió a tener el brillo de arquero confiable.

De ahí regresó a México, otra vez al América, como referente y capitán. Sin embargo, su ambición lo llevó a un último desafío en Italia con la Salernitana, donde las críticas fueron severas y el equipo terminó hundido en la tabla. Ese episodio marcó un antes y un después: Ochoa ya no era visto como el mismo arquero que tapaba lo imposible en los mundiales, sino como un veterano que comenzaba a pagar factura ante la exigencia de un futbol mayor.

Con la Selección Mexicana, su legado es indiscutible

. Fue cinco veces mundialista y protagonista en Brasil 2014 y Rusia 2018, con actuaciones que dieron la vuelta al mundo. Se le aplaudió como salvador, pero también se le cuestionó su influencia en el vestidor y el hecho de que, durante años, cerrara el camino a nuevas generaciones de arqueros.

Hoy el futuro de Ochoa es una incógnita. Con 39 años cumplidos, se habla de un posible regreso a la Liga MX, donde tendría el respaldo de la afición y un lugar asegurado en el escaparate. También existe la posibilidad de un destino exótico, en ligas de menor exigencia pero con cheques generosos. El problema es que cada paso que dé será juzgado no como una nueva aventura, sino como el epílogo de una carrera que marcó época.

El verdadero reto de Guillermo Ochoa ya no está bajo los tres palos, sino frente al espejo. Su historia se escribió entre América, Ajaccio, Málaga, Granada, Standard de Lieja y Salernitana; su leyenda se forjó con la Selección. Pero ahora, cuando el tiempo le recuerda que no hay reflejo eterno, deberá decidir si se despide como un gigante que supo irse en lo alto o como un ídolo que se aferró demasiado al recuerdo de sus mejores atajadas.

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#4 Tiempos

En nombre de la Iglesia, del IFSE y el espíritu santo | Apuntes de Jorge Saldaña

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APUNTES

Culto Público, hijos de la paja en el ojo ajeno:

“Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”

¿Qué hace el vocero de la iglesia, Tomás Cruz Perales, dando sermones de transparencia, cuando su iglesia y el Vaticano es una de las instituciones, primero más ricas, menos transparentes y menos democráticas del planeta?

El Vaticano como Estado, en realidad es pobre, sería la última economía del mundo si se mide por su nivel de ingresos, que de acuerdo al propio Estado Vaticano solo provienen de la venta de medallas, artículos para turistas y entradas a museos.

Por otro lado, su territorio y población es muy pequeña, por lo tanto para el nivel de ingresos, divididos entre tan pocas personas, tienen un Ingreso per cápita, de los más altos del mundo (hay poco más de 600 habitantes)

Los puristas me dirán que el Vaticano y la iglesia no tienen por qué dar cuentas a nadie (solo a Dios) porque no recibe ”recursos públicos” (aunque sí recibe donaciones millonarias principalmente de EEUU, Francia e Italia y que a ciencia cierta no se sabe el destino que se les da a cantidades multimillonarias).

Es cierto que construye hospitales, albergues, y universidades por todo el mundo, pero los números, el balance de sus ingresos jamás ha sido conocido.

Datos duros, plasmados en la Biblia son muy pocos: si acaso las 30 monedas de plata que recibió judas, y el denario que pagaba el propietario de una viña a sus trabajadores en la parábola conocida así, la de “los obreros de la viña”.

(Seguramente hay otras referencias económicas en las escrituras, pero de ahí en fuera, la institución humana, y por lo tanto imperfecta, llamada iglesia, jamás en su historia ha dado cuentas a nadie de sus números, no obstante que es de todos conocido que tiene una cantidad de recursos tan alta que ya quisieran muchas naciones)

Pero a ver, preguntemos:… ¿No son recursos públicos los que recibe la iglesia católica?

Todas las dádivas y donaciones vienen de sus feligreses, que de manera voluntaria -eso sí- aportan. Sin olvidar todo lo que cobran de manera “no tan voluntaria”, como actas bautismales, bodas, misas, amonestaciones, licencias y muchos “etcéteras”.

En todo caso no son recursos públicos técnicamente hablando, pero sí “del público”.

Lo más importante: ya sea con alcancías a los pies de un santo, en la canasta de las limosnas, o en los sobres del diezmo, todos esos recursos son “ingresos propios” o auto generados por la institución creada

, a solicitud expresa, por San Pedro.

Si la iglesia es así de opaca en el manejo de los recursos de sus “seguidores públicos”, ¿por qué entonces no propone el vocero potosino, en un acto de humildad, de transparencia y de dar al César lo que le corresponde, que el IFSE audite cada alcancía, diezmo y limosnas?

¿Qué se tiene que estar metiendo Cruz Perales con las demás instituciones cuando la propia tiene mucho que explicar, y no solo en temas económicos?

Ya nada más falta que la iglesia potosina también ayude al SAT y promueva auditorías a sus fieles seguidores…

Total, “el que nada debe, nada teme” y bajo esa lógica deberían de poner el ejemplo, y dejar de ver la paja en el ojo ajeno sin ver la viga en el propio.

De otra forma se comportan como fariseos, tomando posturas de tumbas blanqueadas.

Mire, Culto Público, que el que esto escribe reconoce que “peco de persignado” y soy temeroso del poder de Dios, no obstante y aunque me excomulgue la iglesia no puedo dejar de decir la verdad. No mentirás es mi octavo mandamiento.

La UASLP y el IFSE tienen su liturgia y mandamientos mundanos, cívicos y sin ninguna relación celestial, por lo tanto no se meta, señor vocero, en temas que no le incumben. Amén.

En otros temas, con la misma curiosidad, tenacidad, geometría analítica espacial, ciencia, cálculo y matemática con que se midió la asistencia a la Fenapo, se debería poner en tela de juicio los números de los costos de las obras que anuncian los gobiernos.

Es el caso del municipio bebé de Villa de Pozos, que presumió gastar 4 millones de pesos en 3 aulas de 6×8 metros cuadrados…

Precios por metro que solo en las zonas más lujosas de SLP se tienen.

Las aulas “inclusivas” que presume Pozos, que se sepa o se vea, no tienen tecnología acústica de primer nivel, ni sistemas en braille, ni grúas para la movilidad de personas con discapacidad. Tiene tres rampas y dos ventiladores.

Fue en la primaria José Mariano Jiménez, en Pozos, donde Teresa Rivera presumió la entrega de tres aulas “didácticas e inclusivas” de 6×8 metros, con una inversión de 4 millones de pesos. La cuenta no falla: 1.3 millones por aula, o casi 28 mil pesos el metro cuadrado. Ni los departamentos de Lomas cuestan tanto. La presidenta concejal presume “materiales de alta calidad” y rampas para hacerlo inclusivo, pero a ese precio uno esperaría butacas con calefacción, pizarras inteligentes o conexión satelital. La obra era necesaria, sí y va a beneficiar a medio millar de niños, pero la matemática es más clara que el discurso: el sobre precio es evidente.

Hasta la próxima.

Yo soy Jorge Saldaña.

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#4 Tiempos

José Rafael Campoy padre del pensamiento moderno mexicano | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash

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EL CRONOPIO

 

El desarrollo de la cultura superior en San Luis Potosí, en los primeros doscientos años de existencia de la ciudad, se daría en el ámbito de las letras, por lo mismo, aunque con desarrollos escasos, se enfocaría en las humanidades.

El escenario donde pudieron desarrollarse las artes, fue en el religioso, así, los primeros pasos en la educación de la población, procedió de este ámbito, siendo frailes los que desarrollarían esa actividad humanista.

Con la implementación de la Ratio Studiorum jesuita como plan general educativo contrarreformista, no es de extrañar que los primeros humanistas potosinos realizaran, además de su misión evangelizadora, principalmente actividades educativas. Figura entre los primeros frailes Diego de la Magdalena, que fue uno de los fundadores de la ciudad de San Luis Potosí, y sobresalen la instauración de la escuela agustina estando al frente Diego de Basalenque, la llegada a San Luis de los jesuitas y la instalación de su colegio. La actividad humanista de creación artística en letras se comienza a dar hasta finales del siglo XVII, aunque hubo manifestaciones más tempranas cuando hace su presencia un personaje nacido ya en estas tierras potosinas.

Los padres de la compañía de Jesús llegaron en 1626 a San Luis y solicitaron encargarse de la enseñanza, que anteriormente estaba a cargo de los agustinos que durante doce años impartieron en el convento de San Agustín.

Uno de los jesuitas que radicaron en San Luis Potosí y que sería la figura más sobresaliente en la introducción del pensamiento moderno en la Nueva España y que liderara la formación de los jesuitas en este terreno, sería José Rafael Campoy.

José Rafael Campoy, jesuita que además de pronunciar oraciones fúnebres destacó principalmente en la introducción de pensamiento moderno y contribución a la filosofía mexicana con un movimiento reformista, teniendo influencia en pensadores jesuitas como Clavijero, Castro, Abad, Parreño, Landivar, Cavo, Maneiro, entre otros.

Fue catedrático del Colegio de los Jesuitas en San Luis Potosí donde también participó Abad, siendo uno de los jesuitas expulsos que llegaron a Italia donde murió en Bolonia en 1777

. Nació en Álamos, Sonora en 1723, ingresó a la Compañía de Jesús en 1741, donde fue maestro de humanidades y filosofía en varios de sus colegios. En las honras solemnes a la memoria del rey Felipe V de España pronunció en la Iglesia Parroquial de San Luis una oración fúnebre.

Una de las cátedras que fueron importantes en el colegio jesuita de San Luis Potosí sería la gramática latina, este curso se cubría en cinco años y una buena cantidad de jóvenes potosinos pasaron por este curso.

Rafael Campoy, atendió este curso de gramática durante los años de 1746 a 1748; los temas de teología y filosofía si bien no se impartieron regularmente en San Luis Potosí, sus discusiones entre los profesores jesuitas e interesados en estos temas, serían influenciados por Campoy, como sería el caso de José Abad que se encargaría de cursos de filosofía en varios colegios jesuitas y que estuviera como profesor en San Luis Potosí.

El nombre de José Rafael Campoy como introductor del pensamiento moderno en el esquema de estudio jesuita es recurrente y las figuras de jesuitas que han destacado en la historia del pensamiento mexicano, y sus valiosas contribuciones en el exilio se fincan en la labor de José Rafael Campoy.

Campoy se convierte en una de las figuras que contribuyeron al progreso educativo de los jóvenes potosinos en el seno del Colegio jesuita en San Luis Potosí.

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