agosto 22, 2025

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Nadie como Nadia | Columna de Roberto Rocha

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Sueños Olímpicos

 

La historia de los Juegos Olímpicos tiene a Nadia Comaneci como una figura central, a pesar de haber participado sólo en dos ocasiones. Pero la vida de Nadia, va mucho más allá de las calificaciones perfectas.

Con solo 14 años de edad, Nadia Comaneci se volvió el centro del mundo. En las Olimpiadas de Montreal 76, la gimnasta rumana consiguió tres medallas de oro, una de plata y una de bronce.

El momento que quedó marcado fue la consecución de su 10 perfecto, el primero en la historia de las Olimpiadas, para el que ni siquiera la tecnología de la época estaba preparada.

Los marcadores electrónicos tenían sólo espacio para un dígito entero, un punto y dos decimales, por lo que el 10 de Nadia Comaneci se vio en las pantallas como 1.0. Esa misma calificación, hasta entonces imposible, fue repetida en siete ocasiones por Nadia en esos mismos juegos.

Nadia Comaneci era la gran figura del deporte en el mundo, pero no pidió tanta atención ni pudo con ella. Con 15 años, Comaneci intentó suicidarse, por la presión de la gimnasia, el inminente divorcio de sus padres y porque había sido separada de su entrenador Bela Károlyi.

La dictadura rumana ordenó que Nadia abandonara la gimnasia, por considerarla vieja para esa disciplina, sin siquiera haber alcanzado 20 años. Pero no había nadie como Nadia, así que volvió a entrenar bajo el mando de Károlyi, quien la preparó para Moscú 80. Ahí, Nadia consiguió dos medallas de oro más y otras dos de plata.

El régimen rumano comprendió entonces el potencial de estrella de Nadia Comaneci y la llevó a hacer una gira por Estados Unidos. El gobierno rumano cobró por sus actuaciones 250 mil dólares, pero Nadia solo obtuvo mil.

Durante esa gira, Bela Károlyi, junto con otros entrenadores, desertó de Rumania. Nadia Comaneci no pudo hacerlo, debía volver a su tierra con su familia, a final de cuentas, solo tenía 19 años de edad.

Pero la deserción de Károlyi provocó una fuerte presión del régimen contra Comaneci, a quien se le prohibió visitar de nuevo países en occidente, leían su correspondencia e intervenían su teléfono.

La más grande atleta del siglo XX vivió ese calvario por años, hasta que también huyó de Rumania: llegó a la frontera con Hungría, luego viajó a Austria y ahí consiguió volar a Nueva York.

Ya en Estados Unidos, Nadia Comaneci fue nuevamente incomunicada por su nuevo manager, el mismo hombre que la ayudó a escapar de Rumania: Constantin Panait, pues ninguna de las personas que conocía en Estados Unidos habían podido contactarse con ella.

Fue hasta que Bart Connor la encontró, que la vida de sufrimientos de Nadia Comaneci empezó a cambiar. Connor también era gimnasta, un joven estadounidense con quien Comaneci compartió un beso para una fotografía en las olimpiadas de Montreal.

Ambos abrieron una academia de gimnasia, donde siguen entrenando y se casaron algunos años después.

La carrera de Nadia Comaneci, la mejor atleta del siglo XX según el periódico Mundo Deportivo, fue resumida por la excelencia que consiguió en Montreal 76, pero su vida estuvo lejos de ser un 10 perfecto.

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#4 Tiempos

Clásico de la 57: pasión al filo del cuchillo | Columna de Arturo Mena “Nefrox”

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TESTEANDO

Hoy se juega en Querétaro el Clásico de la 57, un duelo que siempre viene cargado de tensión, orgullo y, por desgracia, un trasfondo que no se puede ignorar: la sombra de la violencia. Este enfrentamiento no es un simple partido de fútbol, es un espejo incómodo de lo que todavía está pendiente en nuestro balompié.

El recuerdo de la batalla campal entre Querétaro y Atlas sigue vivo. Esa tarde oscura, con imágenes que dieron la vuelta al mundo, dejó claro que la pasión puede convertirse en caos en cuestión de segundos. Y no fue un hecho aislado: en otras ocasiones también hemos visto enfrentamientos en las gradas del Alfonso Lastras, peleas que interrumpieron partidos, además de aquel episodio en Torreón en el que el sonido de las detonaciones generó un pánico colectivo que terminó por vaciar un estadio entero. Lo que debería ser fiesta, demasiadas veces se ha convertido en pesadilla.

El problema no es exclusivo de México. Apenas esta misma semana, en Argentina, un partido internacional quedó marcado por escenas dantescas: aficionados golpeados, perseguidos y obligados a escapar del propio lugar que debería haber sido su refugio. El encuentro tuvo que ser suspendido y la violencia dejó un saldo de heridos, detenidos y un continente entero preguntándose cómo es posible que sigamos repitiendo las mismas historias de siempre.

Con ese telón de fondo se juega hoy este Clásico de la 57. En la cancha, Gallos Blancos y Atlético de San Luis se disputan algo más que tres puntos: se juegan la credibilidad de una rivalidad que merece ser recordada por goles y no por golpes

. La exigencia es doble: para los equipos, que deben entregar un partido digno; y para las tribunas, que están obligadas a demostrar que se puede alentar sin cruzar la línea del salvajismo.

Porque la verdad es dura: si después de lo vivido en Querétaro hace unos años todavía no entendemos, si después de tantas escenas vergonzosas en México seguimos tolerando barras que se comportan como pandillas, entonces lo que pasó en Argentina podría repetirse aquí en cualquier momento.

El Clásico de la 57 debe ser una advertencia. Que la intensidad se quede en la cancha, que la rivalidad se mida en goles, que la pasión no vuelva a confundirse con barbarie. Si hoy la historia vuelve a torcerse hacia el lado equivocado, no habrá espacio para el asombro: sería simplemente la consecuencia de haber aprendido nada.

Este clásico es una puerta: o se abre para dejar pasar el fútbol en su forma más pura, o se entreabre para que se cuele de nuevo la violencia. Y lo que ocurra esta noche dirá mucho más de nosotros como país que de los once contra once que se atrevan a pisar la cancha.

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#4 Tiempos

San Luis frente a Puebla: partido para valientes, no para excusas | Columna de Arturo Mena “Nefrox”

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TESTEANDO

Si San Luis no puede ganarle a este Puebla, que viene tambaleando como boxeador en el último asalto, mejor que empiece a buscar excusas desde hoy. No es crueldad, es sentido común: el rival llega golpeado, con la moral baja y con una defensa que con cualquier ráfaga se desmorona. El que no sepa aprovechar eso, que se dedique a otra cosa.

El antecedente del cuadro camotero es el bochornoso 7-0 contra Tigres, un resultado que no sólo evidenció las carencias defensivas, sino que dejó claro que, cuando se desconectan, el desastre es inmediato. Y aun así, Puebla sigue vivo en la Leagues Cup; un respiro que, aunque breve, les da algo de motivación extra para no hundirse del todo en la Liga MX. Ojo, un equipo que todavía compite en dos frentes no se tira al piso tan fácil, y esa doble agenda puede darle un giro inesperado a un partido que, en el papel, muchos ya ven como trámite para San Luis.

Los potosinos, sin embargo, no llegan con la mesa servida. Apenas el fin de semana pasado, contra Cruz Azul, volvieron a mostrar que las buenas intenciones no alcanzan si el fútbol no es constante. Un partido en el que por momentos parecían competir de igual a igual, pero se diluyeron cuando había que apretar. Si quieren que el discurso post-Leagues Cup no quede como humo, este viernes es el momento para respaldarlo.

En la previa, una noticia que, al menos, les quita una piedra del zapato: la anulación de la expulsión a João Pedro. El delantero podrá estar disponible tras la revisión que borró la roja injusta del juego pasado. Su presencia es vital no sólo por lo que aporta al ataque, sino por la sensación de que, con él en el campo, San Luis tiene una referencia que obliga a los rivales a estar atentos.

Pero la realidad es que este encuentro en el Cuauhtémoc se juega en varios niveles: para Puebla, la oportunidad de lavarse un poco la cara después de ser humillado y de responder ante su gente. Para San Luis, el examen perfecto para demostrar que sabe ganar cuando las condiciones están a su favor. Porque si no pueden sacar tres puntos ante un equipo que viene arrastrando la cobija, entonces el resto del torneo pinta para seguir en esa tierra de nadie que ya conocen demasiado bien, no lo suficientemente malos para dar pena, pero tampoco lo suficientemente buenos para ilusionar a nadie.

Ganar este partido no sería una hazaña; sería apenas cumplir con lo que se espera de un club que dice aspirar a más. Y si no lo logran, entonces el discurso optimista de las últimas semanas quedará reducido a lo que tantas veces hemos escuchado en San Luis: palabras bonitas para adornar otra temporada gris.

En el fútbol, hay partidos que definen un campeonato, y otros que definen una actitud. Este viernes, en Puebla, San Luis no está jugando por la cima, pero sí por algo igual de importante: la credibilidad. Y si la pierden aquí, ya no habrá árbitro, VAR ni anulación de roja que los salve.

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#4 Tiempos

Victoria tardía y la misma deuda pendiente | Columna de Arturo Mena “Nefrox”

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TESTEANDO

 

San Luis salió de la Leagues Cup con una sonrisa que, si se mira de cerca, es más una mueca de alivio que un gesto de orgullo. Sí, le ganaron 2-0 a Minnesota United y firmaron su primera victoria en tiempo regular en este torneo. Pero, ¿de qué sirve cerrar bien cuando todo el torneo fuiste invisible? La historia no se escribe con epílogos bonitos, sino con capítulos consistentes, y San Luis no tuvo ni trama ni constancia.

El triunfo, adornado por el cabezazo de João Pedro y el buen gol de Sebastián Pérez Bouquet, se siente más como el premio de consolación que te dan en la feria por no haberle atinado a nada en el juego de tiro al blanco. Andrés Sánchez, eso sí, atajó lo que tenía que atajar y firmó su primer cero en el torneo, pero hasta en eso queda la sensación de que llegó tarde la reacción.

Pero no hay que olvidar: este equipo viene de un Clausura 2025 para el olvido, con un horrible lugar 15 que exhibió todas sus carencias. La llegada de Guillermo Abascal inyectó algo de orden y discurso, pero el fútbol sigue siendo tan intermitente como una lámpara con falso.

Ahora, regresan a la Liga MX con un reto mayúsculo: demostrar que este chispazo en Leagues Cup no fue otro espejismo. El calendario no espera y Cruz Azul será su primer examen serio. Si repiten los vicios de siempre defensa frágil, mediocampo sin ideas y delanteros desconectados, la liga los volverá a poner en su lugar.

En resumen: ganaron, sí. Recuperaron confianza, tal vez. Pero mientras San Luis siga viviendo de partidos aislados y no de un proyecto sólido, cada victoria será apenas un paréntesis entre largos párrafos de mediocridad. Y la afición potosina, que no se traga cuentos, seguirá esperando el día en que su equipo no sólo cierre bien, sino que empiece, siga y termine igual de fuerte.

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