#Si Sostenido
Museos y galerías de la capital potosina | Columna de Jorge Ramírez Pardo
Enred@rte
– les habitan, escasa cobertura y hasta fantasmas –
Cuando el Vagón de la Ciencia/SLP, gozaba de vitalidad e innovación experimental continúa, en su sitio primigenio, el Parque Tangamanga II (1994 a 97), los buenos oficios de David Athisha llevaron de visita a ese sitio a un curador de La Ville (Ciudad de las Ciencias y las Artes) de París. Ponderó la vitalidad del Vagón potosino y dijo que para que un museo tenga sentido e impacto:
- Debe atender y dialogar de manera prioritaria con su entorno, vecinos y espacio circundante. Gratuidad permanente para ellos. Hace varios veranos todos los museos españoles eran gratuitos para quien tuviera esa nacionalidad.
- Procurar un público recurrente (“Amigos del museo”, actividades con la comunidad circundante y más).
- Tener acervo propio y exhibirlo cada tanto con innovados guiones o elementos informativos y museográficos atrayentes
- Elementos interactivos para los visitantes y visitas guiadas realizadas por expertos
- Renovación constante de sus exposiciones e innovación general del todo, al menos cada 5 años.
- Gratuidad para todo público, al menos un día a la semana, de preferencia en domingo; este es el día de la semana cuando obreros, empleados domésticos y muchos padres de familia sin posibilidades de pagar las cuotas habituales. Esto sucede hasta en museo internacionales muy taquilleros como el Del Prado, El Louvre.
Años más acá, 2011, invitaron al potosino Centro de las Artes, CEART, al maestro franco/mexicano Carlos Villegas Ivich, artista plástico y curador del Centro Cultural Georges Pompidou (con sitial mundial consolidado desde su fundación hace 40 años como uno de los espacios más dinámicos y visitados, con oferta de arte moderno y contemporáneo) a impartir el Curso/taller Reflexiones sobre la docencia. La invitación realizada por la directora en turno del CEART, Debhora Chenillo, fue a sugerencia de un gestor académico de origen catalán denominado Jordy.
Carlos Villegas, ante académicos de distintas disciplinas del CEART, y funcionarios que se asomaron un rato, durante 3 días promovió reflexiones en torno las artes, enseñanzas de las mismas, y aprovechamiento de espacios para representaciones artísticas. Villegas mostró materiales diversos materiales, entre ellos la película Pina de Win Wenders (homenaje a la coreógrafa y bailarina Pina Bauch) y promovió discusión y análisis.
El ponente resultó incómodo para las autoridades del CEART porque cuestionó la difusa/confusa conducción en el lugar de las ofertas académicas, y en la enseñanza de las artes; la falta de docentes y responsables de áreas con perfil idóneo y el notable desaprovechamiento de los espacios. Jordy el gestor, a los pocos días fue despedido.
El despido posterior de docentes y directivos con los mejores perfiles ya es rutina en ese sitio, y el relevo en los mandos no da color. Tres directoras, sin su gestión concluida se fueron por la puerta de atrás y, como la dejaron abierta, alteraron los estatutos para imponer al actual.
UN MUSEO LABERÍNTICO GRANDOTE/PEQUEÑO, EXCLUYENTE
¿Habrá algún día gobernanza en SLP para dejar los intereses personales y dar su sitio a la divulgación científica?
¿Cuántos mandatos han de transcurrir para que el Museo Laberinto, construido en una de las lomas privilegiadas del Parque Tangamanga I, tenga acceso desde el mismo parque y otorgue la entrada gratuita a la población con cuyo patrimonio se edificó?
Estos son algunas “perlas” de cómo se maneja ese recinto:
- A diferencia de los museos de divulgación científica, no lo dirige una persona con experiencia en esa línea, sino una gerenta cuya llegada a SLP es porque sabía montar tarimas y bastidores para espectáculos e inflar presupuestos para ese ejercicio.
- El responsable de contenidos durante la conformación del museo, fue el científico Raúl Cid, quien renunció unas horas antes de su inauguración, porque lo quisieron obligar a firmar gastos de representación (viajes y consumos no justificados) como si fueran de inversión. Final del marcelato de marras con 1500 millones de pesos evaporados a su salida.
- Cuando el médico Fernando Toranzo ya era gobernador electo, su esposa Maria Luisa Ramos, dialogó con el científico Cid –en un café público ubicado en avenida Chapultepec-. Supo de la trayectoria de Raúl, de sus antecedentes en el museo. La doctora Ramos, prometió a Cid que volvería a estar al frente del Laberito cuya forja había realizado. “Hoy mismo lo sabe mi marido y en lo inmediato lo llamamos… amos…. amos.
- En el mismo sitio y hora estaban en otra mesa, Martín Toranzo, hermano del gobernador electo y responsable entonces de los Parques Tangamanga y su, muy amiga (el eufemismo se lubrica solo), la gerenta der espectáculos María González. A ella se le dio la dirección del Museo -hasta el momento perpetuada-.
- Por estatutos, tenga o no perfil (casi nunca hay tal) un director de estos palacetes manejados como feudos personales, permanece en el cargo, máximo, durante dos períodos de 4 años, se haya desempañado regular o peor. La gerenta del Laberinto tiene 10 años desde su hamaca.
- A diferencia de cualquier otro museo de la ciudad inscrito en el séquito Secretaría de Cultura, este no exhibe en su página web costo de tarifa de entrada –siempre mayor a 50 pesos-, la tarifa promedio es de 30; tampoco muestra ser gratuito un día de la semana.
- Está al margen del ciudadano medio, pues, si no tiene acceso por el Parque Tangamanga I, es obligado llegar en vehículo propio o auto de alquiler.
- El precursor de estos museos en el país es el Explora de León, Guanajuato. Con 30 años de existencia, una oferta solvente en forma y contenidos e innovación constante.
- El mejor y más consolidado es Universum, en el campus Ciudad Universitaria de la UNAM (tipificado este como patrimonio de la humanidad) y próximo al Espacio escultórico y Centro cultural de ese mismo territorio. Fue diseñado por profesionales de esa universidad y tiene desde su planeación el soporte de 300 científicos.
- El Laberinto potosino tiene trabajadores de servicio social ocupados como edecanes y todo el soporte o software de su instrumental es importado y a costos inflados. Ya les hizo la observación el científico Yuri Nahmad, su sala virtual es un Nintendo; pero se los etiquetaron con otro nombre en decenas de miles de dólares.
- Fue presupuestado durante el gobierno de Fernando Silva Nieto en 100 millones y con Marcelo de los Santos costo 460 millones de pesos.
POR ESPACIO…, YA CON ESTA ME DESPIDO, PUESNNN
Un lector coterráneo con estudios de posgrado en Ciencia política por la UNAM y periodista de opinión –cuyo nombre en su defensa omito-, comentó a propósito de un texto similar a este referido a la galería estatal denominada Museo de Arte Contemporáneo: Muy buen artículo en esta nueva publicación. Pero es por demás, ni oyen, ni ven, ni escuchan y menos leen. Por más que nos esforzamos en tratar de que las cosas cambien cada quien en su ámbito, los responsables, están ensimismados en cobrar… cobrar… sus emolumentos sin hacer nada. Tenemos unos servidores públicos chiquitos que no ven más allá de su nariz.
Recomendamos leer también: Esta no es –hoy- una columna de opinión habitual | Columna de Jorge Ramírez Pardo
#4 Tiempos
Votar entre la razón y la emoción | Columna de León García Lam
VOLUTA
Eso me dijo mi papá:
-Mira Leontino, que lo que guardas en la cabeza no sea lo mismo que guardas en el corazón.
Como muchas cosas que me dijo, no le puse suficiente atención, pero ahora ese mensaje ha logrado escarbar entre todos los recuerdos y salir a flote otra vez.
Interesante: la frase de mi papá tiene razón, pero también tiene emoción. Hace uso de dos recursos -muy humanos- a la vez y los junta y los enreda torciéndolos, pero nunca dejan de ser razón por un lado y emoción por el otro. La frase significa además que la razón tiene su lugar en el cuerpo, sus formas, sus métodos y la emoción los suyos propios. Esto viene muy a cuento con la época de elecciones en la que nos encontramos.
Como una especie de vicio raro, leo con pulsión desmedida todas las columnas de opinión que mi escaso tiempo me permite. Leí, por ejemplo, la columna de mi amigo Octavio Mendoza (Astrolabio) que trata acerca de las complejas motivaciones del votante: a la mera hora, ahí escondido detrás de una cortina de plástico, el elector tacha la opción que durante meses dijo que no iba a elegir. Si un votante hace eso, no pasa nada, es como una gota de agua rebelde que lucha contra las olas del mar. La cosa se pone buena, cuando esto mismo no lo hace uno sino 5 millones de votantes. Entonces, las alarmas se encienden, los encuestadores se arrancan los pelos y se desatan los programas de opinión, que a mí me encantan, tratando de explicar lo que antes parecía imposible.
Sí, efectivamente, las masas actúan caprichosamente. No razonan. Solo actúan motivadas por sentimientos básicos como el odio, el miedo, el rencor, la venganza o el gusto. Eso motivó a millones de personas a votar hace seis años y sentimientos similares moverán a millones de personas a votar este domingo.
Por otro lado, si lo pensamos bien (lo razonamos) ¿de qué sirve ir a votar? Alguien va a ganar de todos modos y quien gane no hará que el mundo, el país, el Estado, el municipio cambien. Todos sabemos que las campañas se hacen de puras promesas que ni siquiera se piensan cumplir. Como un signo más del apocalipsis, la calidad de los candidatos de todos los partidos empeora cada elección y se nos presentan cada vez más incultos, cínicos y simplones y si seguimos pensando así, no solo se nos quitarán las ganas de votar sino de vivir.
Ambas situaciones que he presentado aquí: votar motivado por el rencor y no salir a votar porque “no sirve para nada”, significan hacer de tripas corazón, o sea poner la pasión en la cabeza y la razón en el corazón y así todo se descompone.
Para que la democracia funcione se requiere que la motivación de votar sea algo que está por encima de nuestros intereses personales: nuestros hijos, nuestra comunidad, nuestro entorno. Salir a votar no puede ser un asunto de la razón, menos aún de las razones personales, sino de la pasión ciudadana, del amor por la patria, por la matria, por la familia. El resultado aquí no es lo que importa, sino nuestra obligación a participar.
¿Por quién votamos? Aquí debe entrar la razón desapasionada. Votar por rencor o votar por conveniencia personal no sirve para elegir al mejor gobernante. Lo que se requiere, en ese momento justo de estar a solas con nuestra boleta y el crayón en la mano es razonar fría y calculadoramente el sentido de nuestro voto.
Es el corazón quien levanta del sillón al elector, lo saca de la comodidad de su casa y lo lleva a la casilla. Ya estando en la mampara, la razón toma la mano del votante y lo hace elegir si no la mejor, la menos mala de las opciones que tenemos. Después de que le marcan el dedo con la famosísima tinta indeleble (por cierto, invento mexicano) queda en el votante, una extraña satisfacción de haber cumplido de la mejor manera posible.
Yo creo que vamos bien, si tomamos en cuenta que la democracia se tarda unos 400 años en dar resultados.
Querida culta lectora de La Orquesta, que tenga felices votaciones este domingo
También lee: ¿Existe la ciencia neoliberal? | Columna de León García Lam
#4 Tiempos
¿Existe la ciencia neoliberal? | Columna de León García Lam
VOLUTA
Una polarización creciente se ha cernido sobre el mundo y ha generado una guerra de trincheras por todas partes, que si la derecha, que si los conservadores, que si los musulmanes, que si metemos a la cárcel a los que le caen gordos a la tía Tatis, etcétera. Las multitudes se abalanzan a opinar. Usted no, por supuesto, estimada y culta lectora de La Orquesta. Usted y yo no caemos en esa trampa de la opinión sin ton ni son que nos polariza. Sin embargo, quisiera ofrecerle el humilde punto de vista de un antropólogo acerca de la polémica sobre ciencia e ideología. El nuevo CONACYT con H (CONAHCYT) ha acusado a sus antecesores de practicar una ciencia neoliberal y muchos científicos afirman que tal cosa no puede existir, pues la ciencia no tiene ideología.
Una de las grandes fortalezas de la ciencia —virtud que nunca se le ha visto a un diputado— es que es capaz de reconocer sus errores. La ciencia constantemente se inmola a sí misma sobre sus antecedentes. Es capaz de decirse y desdecirse. Esta virtud se basa en un principio de objetividad. La ciencia es capaz de desapasionarse. Es decir, puede reconocer un resultado, aunque este no sea el esperado o resulte adverso a las emociones, afectos o creencias de sus investigadores. Aquí se puede recordar al gran Lineo, quien empeñado en demostrar que en la naturaleza había un orden establecido por Dios, diseñó una clasificación de plantas que terminó por sentar las bases de la teoría evolutiva.
Por eso, la ciencia es capaz de observar objetivamente toda clase de fenómenos y por eso se dice con toda razón que los intereses científicos son ajenos a cualquier ideología.
Sin embargo, la ciencia no solo observa objetivamente átomos, moléculas, células, planetas o microbios. También observa seres humanos, lo cual significa dejar de lado el microscopio y usar el espejo para vernos a nosotros mismos. Las ciencias sociales observan no solo a otros seres humanos, sino a seres humanos que observan a otros seres humanos y esto genera una reflexión muy compleja.
Los colegas físicos, químicos o astrónomos están acostumbrados a una observación directa de los fenómenos que estudian. Los científicos sociales estamos habituados a considerarnos a nosotros mismos en la observación. Esto produce dos visiones científicas de la misma ciencia. Una que supone a la ciencia como una tarea objetiva, neutra y desinteresada y otra que cobra conciencia de cómo los intereses humanos guían a la investigación científica. Entonces para responder a la pregunta ¿existe la ciencia neoliberal? La respuesta llana es sí, sí existe. Hay intereses neoliberales fortaleciendo intencionalmente a ciertos temas científicos. Aun más: hay científicos con intenciones neoliberales practicando ciencia objetiva. Disculpe culta lectora de La Orquesta que dejé abandonado el tema de qué significa ser neoliberal para otra Voluta.
A pesar de la eficacia del método científico y su asombrosa capacidad para dar nos conocimientos objetivos, hay suficiente evidencia de que las ideologías de los estados nacionales, las religiones y los intereses económicos juegan un papel fundamental en la llamada ciencia de frontera . La película de Oppenheimer visualiza cómo es que los políticos (y las situaciones históricas por las que atraviesan) manipulan y controlan los avances científicos. Se puede afirmar que el interés científico por la física cuántica no proviene de un interés neutral, sino absolutamente político. No puede existir tal interés inocente o neutro por la ciencia, pues los intereses científicos son dirigidos por intenciones económicas y militares. Una vez reconocida la injerencia de otros aspectos no científicos en la ciencia, habrá que decir que no sólo se trata de acusar al capitalismo o al neoliberalismo como manipuladores del interés científico, sino que también el comunismo, el BRICS y el alter mundo dirige a sus científicos con los mismos intereses económicos y militares.
Las universidades, los centros de investigación, los laboratorios y hasta las bibliotecas responden a los intereses ideológicos de los estados. Abundan los ejemplos: la relación entre las agencias espaciales y los consejos de seguridad, los avances biomédicos, la inteligencia artificial, etcétera.
En otras palabras, la trinchera de discusión que en México se ha abierto intenta responder la pregunta, la ciencia mexicana ¿a quién debe responder? ¿A la sociedad? ¿Al Estado? ¿A sí misma? Si es el Estado quién financia las becas y las estancias de investigación ¿no debe ser entonces quien regule y quien determine los intereses a investigar? Si la ciencia es útil, ¿no debiera dirigirse sus investigaciones al servicio de la sociedad? Pero ¿en verdad la ciencia debe ser útil o debe promoverse la libertad de investigación con independencia de su utilidad? No lo sé.
Por un lado, está la ingenuidad, creer o querer creer que es posible una ciencia desinteresada y desvinculada de los intereses nacionales o globales; por otro, está el terrible pragmatismo que pone a la ciencia como una sirviente del Estado y peor, la constricción a todo espíritu creativo que desee investigar algo y que no responda a los parámetros de la caprichosa sociedad que la mantiene.
En mi opinión, de antropólogo, pero que no necesariamente coincide con mis colegas de profesión y formando parte del fenómeno del que me quejaba al principio, montando el caballo loco de la opinomanía, pienso que la solución es que nuestro sistema mexicano de investigación científica debiera ser lo suficientemente abierto para que coexistamos tanto aquellos investigadores que colaboran entusiastamente en los intereses que atañen al estado mexicano (y que logren por fin la vacuna Patria y los respiradores Écahtl), pero también aquellos que trabajan para intereses corporativos o empresariales y quienes hacemos ciencia artesanal (la cual explicaré en otra ocasión).
Estoy convencido de que, en la tolerancia a la diversidad de posturas y en que, en nuestro país TODAS tengan una posible expresión y posibilidad pública, está la clave ¿y usted qué opina?
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#4 Tiempos
Xantolo 2023, viejos dilemas a nuevas tradiciones | Columna de León García Lam
VOLUTA
Hace un año me llamaron para una entrevista por MG Radio. Jesús Aguilar me preguntó acerca de la importancia cultural del Xantolo, sin embargo sus preguntas poco me permitieron responder lo que con sinceridad pienso. Por ello, un año más tarde, escribo esta columna, para preguntarme y responderme lo que considero que debe ser preguntado y respondido acerca del famoso Xantolo.
Pregunta número 1: ¿Qué es el Xantolo y por qué se le considera tradición de San Luis Potosí?
No existe una tradición de día de muertos que se llame Xantolo, al parecer el término proviene del latín sanctorum (Sancta Sanctorum) y el término refiere a los objetos más sagrados de los templos judíos, vaya a usted a saber qué enredos ocurrieron para que se confundiera al sanctorum con xantolo. Lo que sí, es que en las cabeceras municipales (que no son indígenas) se impuso este nombre para llamarle al festival que organiza el municipio cada año: concurso de altar de muertos, concurso de comparsas, etcétera. Puedo asegurar, estimada y culta lectora de La Orquesta, que la fiesta de las cabeceras municipales, poco tiene de semejanza con lo que ocurre en las comunidades indígenas.
Pregunta número 2 ¿Entonces el Xantolo es una falsa tradición? ¿Cómo podemos conocer la verdadera tradición del día de muertos?
Tampoco existen las tradiciones falsas, sino más bien existen las tradiciones inventadas. Es muy común que todo aquello que se presenta como “tradicional” sirve como discurso para legitimar al poder en turno. Los gobiernos parten de crear mitos fundacionales tales como “respetar las raíces” o “preservar las tradiciones” y de ahí a la creación de rituales públicos, como desfiles, procesiones, actos solemnes, etcétera. Todos esas festividades son rituales sin religión, generalmente huecas y vacías, pero efectivas. ¿No le parece raro que esos mismos jóvenes que rechazan todo legado cultural estén encantados en celebrar -según ellos- la tradición del xantolo?
Pregunta número 3: ¿Cómo se vive el día de muertos en las comunidades indígenas?
Primero, se vive en comunidad. Segundo, la idea principal es compartir con los difuntos tamales, dulces, chocolate o atole. Las comparsas representan a los ancestros que vienen del otro mundo y llegan a la comunidad.
Ahora, le comparto la carta de una ciudadana que me escribió lo siguiente:
Estimado antrop. León García Lam
Quiero contarle lo que ocurre en mi colonia y saber qué opina usted: Mi vecina de junto pone un altar a la Santa Muerte y el día 2 de noviembre saca al esqueleto para organizarle mitote y jolgorio; lo mismo hace con San Juditas, baile con caguamas, mujeres borrachas y pleito. Yo pienso que todo esto está muy mal, porque esta señora confunde la devoción católica con algo parecido a la brujería o el satanismo.
Yo pongo altar de muertos, tradicional, como se ponía en el rancho de mi abuelita. En una mesa pongo los retratos de los que ya se fueron, con velas, agua y ofrendas para que los difuntos coman y beban, pues tienen sed. Esa es mi creencia católica y pienso que es la que está bien porque es la más tradicional.
El problema es que frente a los domicilios de nosotras, vive una señora, muy seria y recatada que es hermana protestante y dice de nosotras dos, que adoramos al diablo y a la muerte. Yo por más que le explico que lo que yo hago es muy diferente de lo que mi vecina de al lado hace, ella dice que somos igualmente adoradoras de satanás.
¿Usted qué opina Antrop. Lam? ¿Cuál es la verdadera tradición?
Mi respuesta es que, de ahora en adelante, hay que llamarle a todo esto “Xantolo”.
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