marzo 28, 2024

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Cuando la ciencia potosina empequeñece | Columna de Jorge Ramírez Pardo

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Enred@rte

 

Un contrapunto regio.-  Antes del amanecer del siglo XX, Monterrey, la capital de Nuevo León, era un pintoresco pueblo provinciano, muy distante en población y señorío de la capital potosina con un Centro histórico bruñido en su arquitectura barroca patrocinada por su colonial emporio minero, y el neoclásico porfiriano; además, con la llegada del ferrocarril y su privilegiado cruce de caminos al centro norte de México, urbe propicia para la industria y el comercio.

En Monterrey, detonó su eclosión hacia la industria, la fundación, el 5 de mayo de 1900 de la Compañía Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey, S.A., centro fabril donde se instaló el primer alto horno de América Latina. Permaneció activa y boyante hasta 1986.

Una década después, en 1988, fue creado el Fideicomiso Fundidora para conformar y administrar El Parque Fundidora, considerado un Museo de Sitio de Arqueología Industrial, para ofrecer a las familias de Nuevo León un lugar de descanso, donde se pueda practicar el deporte, además de una oferta de entretenimiento, actividades de formación, encuentros empresariales, pasarelas comerciales y de fomento cultural y artístico.

El Parque Fundidora, es multi-temático. Ahí se encuentra la Cineteca de Nuevo León, una pinacoteca con dos salas de exposiciones, mediateca, taller infantil, un teatro con capacidad para 350 personas, y un museo interactivo sobre el origen del acero el cual posee área de exposiciones y un mirador donde se puede observar el centro de Monterrey.

Parque Fundidora en Monterrey

MMSA/SLP, MÁS AÑOS DE ENRIQUECIMIENTO Y ENTRE PINGUE Y NULA CORTESÍA SOCIAL

Durante el porfiriato (1876-1911), la arquitectura neoclásica, y el desarrollo ferroviario con cruce oriente a poniente, Aguscalientes-Tampico, y sur a norte, Ciudad de México-Ciudad Juárez, ingresaron la capital potosina a la modernidad; antes que lo consiguiera la mayoría de las capitales estatales de la federación. El auge comercial era una derivación lógica y, con él, el resurgimiento de otra minería distinta a la primigenia colonial.

El hoy complejo minero de la Industrial Minera México (IMMSA), al oriente de la capital potosina, inició operaciones en 1892, con la nomenclatura American Smelting and Refining Company (ASARCO), cuando no había población en las cercanías; luego surgió, a un costado de la minera, el poblado de Morales habitado por obreros de la empresa y sus familias; ingenieros y altos funcionarios de la minera habitaban una colonia residencial distante y separada. Con el tiempo, y desde hace medio siglo, la mancha urbana rodeó al conjunto.

La semana pasada, durante una rueda de prensa, precedida por variopinta concurrencia (expertos, ex ambientalistas y representantes de IMMSA) se informó: El terreno, que fue un complejo metalúrgico de la planta de cobre de la compañía Industrial Minera México, será utilizado para impulsar proyectos de infraestructura para la capital potosina, como viviendas y comercios, con lo cual los beneficios serán incuantificables a largo plazo.

Obvia decir la plusvalía del sitio a comercializar y el beneficio millonario para unos pocos inversionistas y sus gestores (¿Autoridades avales de espalda a la ciudadanía?, ¿Cuándo se ha visto tal? Será en las islas del Pacífico sur o por allá).

Nada de Parque recreativo multi-temático ni arqueología industrial. Conflicto de intereses y negocio multimillonario en favor de German Larrea, actual dueño de IMMSA y siempre colocado en la escala del 1 al 3 (desde hace 6 lustros) entre los mayores multimillonarios mexicanos; desde luego, con la complicidad vernácula de autoridades y hasta (como se señaló, ocupado presídium) ex defensores del medio ambiente con posgrados universitarios.

Se trata, se informó en el panel con los medios, de 432.6 hectáreas ubicadas al oeste de la ciudad de San Luis Potosí, que estaban contaminadas con arsénico, plomo y cadmio, y que hoy ya están rehabilitadas y listas para integrarse al desarrollo urbano (sic).

El periodista Javier Padrón, obsequió hace 3 días, una revisión multi-angular e interpretación solvente del suceso; se puede consultar en: (https://potosinoticias.com/2020/01/30/mesa-revuelta-el-fastidio-de-vidal-muhech-y-la-conversion-de-diaz-barriga/). Ocioso sería tratar de emularlo. Va, en cambio, información complementaria. 

ACA LAS TUNAS Y LOS CARDOS ENTRE CONFLICTO DE INTERESES

Entre los años 2005 y 2011, la revista electrónica enredarte, en su sección 5, “San Luis con Vida”, dedicada a los agravios ambientales mineros a la capital potosina, mostro varias ocasiones este texto:

En 2003, cuando el contador Marcelo de los Santos asume la gubernatura estatal, un grupo de académicos de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí (UASLP), lo reciben con desplegados de plana completa en formato grande (30 por 56 centímetros) del diario Pulso, en la conta-portada de su primera sección con el reclamo de parar los agravios ambientales producidos por la empresa Industrial Minera México, IMMSA, al poniente de la ciudad.

De pronto ese reclamo se silenció. El grupo de científicos de la UASLP abandonó el monitoreo de los impactos ambientales de IMMSA/Morales.

IMMSA de Pasta de Conchos (donde quedaron sepultados 65 mineros a causa de la desatención a medidas básicas de seguridad) es la misma empresa IMMSA/Morales o Grupo México que infecta el aire de la ciudad de San Luis Potosí y sus entornos, y opera hace 25 años en forma ilegal en cuanto a procesamiento de zinc

En San Luis Potosí, IMMSA invierte en maquillar imagen. Tan grave como el deterioro ambiental, acentuado en niños y mujeres embarazados del entorno de la minera, es el silencio del equipo de investigadores que consignaban sus impactos ambientales. 

Cabe señalar que tal afirmación publicada más de 30 veces, nunca fue replicada.

En el número 223 de enredarte, además del texto anterior, se publicaron, un fragmento de poema alusivo y un testimonio, mostrados a continuación:

Al poniente/ la Asarco y la Industrial Minera México/ flamantes como cigarros enormes/ vomitan plomo a los niños de Morales (“Mediodía”, de Alfonso Vadillo Dimas) 

Sobre IMMSA/SLP.- La planta de cobre (de IMMSA/SLP) se va a destruir y vender como chatarra, innumerables piezas y equipos de fundición que son dignas de estar en un museo. Son parte de nuestra historia. He contactado a la asociación mundial de patrimonio industrial y les he comentado lo anterior, pero al parecer a nadie le interesa. Testimonio de trabajador a punto de dejar de serlo.

Fernando Díaz Barriga caracterizado de Contraveneno

Y… ¿QUÉ FUE DEL GRACIOSO “CONTRAVENENO”?

Antes y durante la publicación de los desplegados contra IMMSA, uno de los científicos promotores de ese texto, Fernando Díaz Barriga, tenía un montaje escénico, con un personaje representado por él mismo, Contraveneno (una suerte de chapulín verde, inspirado acaso en el televisivo de vestimenta roja), acompañado en papeles aleatorios por profesionistas y estudiantes de investigaciones biomédicas. Ponían en escena un auténtico ejercicio de sociodrama* dirigido a niños de preescolar y primaria para invitarlos a tomar conciencia de lo daños provocados por la minera y motivar a prácticas preventivas y/o remediadoras.

Con el silencio de sus colegas, Díaz Barría y su elenco inductor de toma de conciencia, salieron de escena.

*Un sociodrama es una obra dramática en la que varios individuos actúan a cabo las funciones asignadas a los efectos de estudiar y resolver los problemas en las relaciones de grupo o colectivos.

Exterior e interior de la Cineteca en el Parque Fundidora

SI ALGO LUCE Y HUELE MAL ES PORQUE PUEDE HABER PUDRICIÓN

Entre 2006 y 2010 se desmanteló parcialmente la planta. El alto grado de toxicidad sembrado, y las siempre cooptables/cooptadas autoridades, el confuso y débil plan urbano recién presentado por el munícipe Xavier Nava (impulsado al incoloro mandato que ejerce por urbanizadores que primero se tomaron la foto con el reelegible Ricardo Gallardo), su tío Horacio como abogado de IMMSA (¿Cuál conflicto de intereses?), más lo que se acumule en la semana, meses y proximidades electorales, demandan, mínimo, ejercicios contra-venénicos y proactividad ciudadana.

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#4 Tiempos

¿Existe la ciencia neoliberal? | Columna de León García Lam

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VOLUTA

 

Una polarización creciente se ha cernido sobre el mundo y ha generado una guerra de trincheras por todas partes, que si la derecha, que si los conservadores, que si los musulmanes, que si metemos a la cárcel a los que le caen gordos a la tía Tatis, etcétera. Las multitudes se abalanzan a opinar. Usted no, por supuesto, estimada y culta lectora de La Orquesta. Usted y yo no caemos en esa trampa de la opinión sin ton ni son que nos polariza. Sin embargo, quisiera ofrecerle el humilde punto de vista de un antropólogo acerca de la polémica sobre ciencia e ideología. El nuevo CONACYT con H (CONAHCYT) ha acusado a sus antecesores de practicar una ciencia neoliberal y muchos científicos afirman que tal cosa no puede existir, pues la ciencia no tiene ideología.

Una de las grandes fortalezas de la ciencia —virtud que nunca se le ha visto a un diputado— es que es capaz de reconocer sus errores. La ciencia constantemente se inmola a sí misma sobre sus antecedentes. Es capaz de decirse y desdecirse. Esta virtud se basa en un principio de objetividad. La ciencia es capaz de desapasionarse. Es decir, puede reconocer un resultado, aunque este no sea el esperado o resulte adverso a las emociones, afectos o creencias de sus investigadores. Aquí se puede recordar al gran Lineo, quien empeñado en demostrar que en la naturaleza había un orden establecido por Dios, diseñó una clasificación de plantas que terminó por sentar las bases de la teoría evolutiva.

Por eso, la ciencia es capaz de observar objetivamente toda clase de fenómenos y por eso se dice con toda razón que los intereses científicos son ajenos a cualquier ideología.

Sin embargo, la ciencia no solo observa objetivamente átomos, moléculas, células, planetas o microbios. También observa seres humanos, lo cual significa dejar de lado el microscopio y usar el espejo para vernos a nosotros mismos. Las ciencias sociales observan no solo a otros seres humanos, sino a seres humanos que observan a otros seres humanos y esto genera una reflexión muy compleja.

Los colegas físicos, químicos o astrónomos están acostumbrados a una observación directa de los fenómenos que estudian. Los científicos sociales estamos habituados a considerarnos a nosotros mismos en la observación. Esto produce dos visiones científicas de la misma ciencia. Una que supone a la ciencia como una tarea objetiva, neutra y desinteresada y otra que cobra conciencia de cómo los intereses humanos guían a la investigación científica. Entonces para responder a la pregunta ¿existe la ciencia neoliberal? La respuesta llana es sí, sí existe. Hay intereses neoliberales fortaleciendo intencionalmente a ciertos temas científicos. Aun más: hay científicos con intenciones neoliberales practicando ciencia objetiva. Disculpe culta lectora de La Orquesta que dejé abandonado el tema de qué significa ser neoliberal para otra Voluta.

A pesar de la eficacia del método científico y su asombrosa capacidad para darnos conocimientos objetivos, hay suficiente evidencia de que las ideologías de los estados nacionales, las religiones y los intereses económicos juegan un papel fundamental en la llamada ciencia de frontera. La película de Oppenheimer visualiza cómo es que los políticos (y las situaciones históricas por las que atraviesan) manipulan y controlan los avances científicos. Se puede afirmar que el interés científico por la física cuántica no proviene de un interés neutral, sino absolutamente político. No puede existir tal interés inocente o neutro por la ciencia, pues los intereses científicos son dirigidos por intenciones económicas y militares. Una vez reconocida la injerencia de otros aspectos no científicos en la ciencia, habrá que decir que no sólo se trata de acusar al capitalismo o al neoliberalismo como manipuladores del interés científico, sino que también el comunismo, el BRICS y el alter mundo dirige a sus científicos con los mismos intereses económicos y militares.

Las universidades, los centros de investigación, los laboratorios y hasta las bibliotecas responden a los intereses ideológicos de los estados. Abundan los ejemplos: la relación entre las agencias espaciales y los consejos de seguridad, los avances biomédicos, la inteligencia artificial, etcétera.

En otras palabras, la trinchera de discusión que en México se ha abierto intenta responder la pregunta, la ciencia mexicana ¿a quién debe responder? ¿A la sociedad? ¿Al Estado? ¿A sí misma? Si es el Estado quién financia las becas y las estancias de investigación ¿no debe ser entonces quien regule y quien determine los intereses a investigar? Si la ciencia es útil, ¿no debiera dirigirse sus investigaciones al servicio de la sociedad? Pero ¿en verdad la ciencia debe ser útil o debe promoverse la libertad de investigación con independencia de su utilidad? No lo sé.

Por un lado, está la ingenuidad, creer o querer creer que es posible una ciencia desinteresada y desvinculada de los intereses nacionales o globales; por otro, está el terrible pragmatismo que pone a la ciencia como una sirviente del Estado y peor, la constricción a todo espíritu creativo que desee investigar algo y que no responda a los parámetros de la caprichosa sociedad que la mantiene.

En mi opinión, de antropólogo, pero que no necesariamente coincide con mis colegas de profesión y formando parte del fenómeno del que me quejaba al principio, montando el caballo loco de la opinomanía, pienso que la solución es que nuestro sistema mexicano de investigación científica debiera ser lo suficientemente abierto para que coexistamos tanto aquellos investigadores que colaboran entusiastamente en los intereses que atañen al estado mexicano (y que logren por fin la vacuna Patria y los respiradores Écahtl), pero también aquellos que trabajan para intereses corporativos o empresariales y quienes hacemos ciencia artesanal (la cual explicaré en otra ocasión).

Estoy convencido de que, en la tolerancia a la diversidad de posturas y en que, en nuestro país TODAS tengan una posible expresión y posibilidad pública, está la clave ¿y usted qué opina?

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#4 Tiempos

Xantolo 2023, viejos dilemas a nuevas tradiciones | Columna de León García Lam

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VOLUTA

 

Hace un año me llamaron para una entrevista por MG Radio. Jesús Aguilar me preguntó acerca de la importancia cultural del Xantolo, sin embargo sus preguntas poco me permitieron responder lo que con sinceridad pienso. Por ello, un año más tarde, escribo esta columna, para preguntarme y responderme lo que considero que debe ser preguntado y respondido acerca del famoso Xantolo.

 

Pregunta número 1: ¿Qué es el Xantolo y por qué se le considera tradición de San Luis Potosí?

No existe una tradición de día de muertos que se llame Xantolo, al parecer el término proviene del latín sanctorum (Sancta Sanctorum) y el término refiere a los objetos más sagrados de los templos judíos, vaya a usted a saber qué enredos ocurrieron para que se confundiera al sanctorum con xantolo. Lo que sí, es que en las cabeceras municipales (que no son indígenas) se impuso este nombre para llamarle al festival que organiza el municipio cada año: concurso de altar de muertos, concurso de comparsas, etcétera. Puedo asegurar, estimada y culta lectora de La Orquesta, que la fiesta de las cabeceras municipales, poco tiene de semejanza con lo que ocurre en las comunidades indígenas.

 

Pregunta número 2 ¿Entonces el Xantolo es una falsa tradición? ¿Cómo podemos conocer la verdadera tradición del día de muertos?

Tampoco existen las tradiciones falsas, sino más bien existen las tradiciones inventadas. Es muy común que todo aquello que se presenta como “tradicional” sirve como discurso para legitimar al poder en turno. Los gobiernos parten de crear mitos fundacionales tales como “respetar las raíces” o “preservar las tradiciones” y de ahí a la creación de rituales públicos, como desfiles, procesiones, actos solemnes, etcétera. Todos esas festividades son rituales sin religión, generalmente huecas y vacías, pero efectivas. ¿No le parece raro que esos mismos jóvenes que rechazan todo legado cultural estén encantados en celebrar -según ellos- la tradición del xantolo?

 

Pregunta número 3: ¿Cómo se vive el día de muertos en las comunidades indígenas?

Primero, se vive en comunidad. Segundo, la idea principal es compartir con los difuntos tamales, dulces, chocolate o atole.

Las comparsas representan a los ancestros que vienen del otro mundo y llegan a la comunidad.

 

Ahora, le comparto la carta de una ciudadana que me escribió lo siguiente:

Estimado antrop. León García Lam

Quiero contarle lo que ocurre en mi colonia y saber qué opina usted: Mi vecina de junto pone un altar a la Santa Muerte y el día 2 de noviembre saca al esqueleto para organizarle mitote y jolgorio; lo mismo hace con San Juditas, baile con caguamas, mujeres borrachas y pleito. Yo pienso que todo esto está muy mal, porque esta señora confunde la devoción católica con algo parecido a la brujería o el satanismo. 

Yo pongo altar de muertos, tradicional, como se ponía en el rancho de mi abuelita. En una mesa pongo los retratos de los que ya se fueron, con velas, agua y ofrendas para que los difuntos coman y beban, pues tienen sed. Esa es mi creencia católica y pienso que es la que está bien porque es la más tradicional.

El problema es que frente a los domicilios de nosotras, vive una señora, muy seria y recatada que es hermana protestante y dice de nosotras dos, que adoramos al diablo y a la muerte. Yo por más que le explico que lo que yo hago es muy diferente de lo que mi vecina de al lado hace, ella dice que somos igualmente adoradoras de satanás.

¿Usted qué opina Antrop. Lam? ¿Cuál es la verdadera tradición?

 

Mi respuesta es que, de ahora en adelante, hay que llamarle a todo esto “Xantolo”.

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#4 Tiempos

El paisaje | Columna de León García Lam

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VOLUTA

 

¿Qué es un paisaje? La definición que me gusta afirma que es la “impronta visual de cualquier lugar”. Usted se sube a la azotea de su casa y aquello que perciba como un flashazo (la impronta) es el paisaje de su barrio o colonia.

Hace unos días que regresé al terruño (osease la heroica ciudad de San Luis Potosí), debí esperar 40 minutos en una colonia popular y como vi un restaurante con terraza propuse a mi acompañante irnos ahí.  Pedimos cervezas para medir la velocidad del tiempo. Ya sabe: el calorcito, la terraza, la compañía y el paisaje.

  • ¿Cuál paisaje? —preguntó mi interlocutora.
  • Ése, todo lo que ves. —Respondí, señalando con el dedo un montón de fachadas y azoteas grises con tinacos negros y cables enredados.
  • ¿A eso le llamas paisaje?
  • Efectivamente, es un paisaje urbano popular. Quizá tú pienses que un paisaje debe ser agradable o bonito, pero he aquí uno que no necesariamente lo es. Aunque, a pesar de todo, a mí me gusta, pues siento cierta atracción por la belleza oculta en la decadencia. Todas esas casas fueron pintadas de amarillo, pero afortunadamente ya se deslavaron y ahora son grises otra vez y esperan ser pintadas de verde o del color favorito del poder en turno.

Luego, horas más tarde, veíamos el paisaje de la sierra de San Miguelito desde la azotea de mi domicilio. Muy parecido al anterior, solo que en esta ocasión el paisaje estaba saturado de viviendas blancas que no son precisamente populares. Temo que el paisaje de aquellos tiempos en que gozamos de la ciudad rodeada de cerros de cantera rosa, que enverdecía en estos días de lluvias se perdió irremediablemente.

—Me da tristeza ver este paisaje. —Dije para mis adentros

  • ¿Por qué? —Me pregunté
  • Porque ha cambiado mi paisaje, lo que vi prácticamente todos los días de mi vida, cuando fui niño, luego joven y ahora adulto, ya no existe. Quizá eso sintieron los ancestros, cuando se fundó una ciudad en medio de la nopalera y por ello la famosa bruja se rebeló. Quizá es lo que sienten los ejidatarios o comuneros cuando un fraccionamiento recién autorizado llega a cambiar la fisonomía de su entorno.
  • Pero ¿por qué dices que es tu paisaje? —Me dije enfatizando el “tu”
  • Primero, porque es lo que siento desde un yo muy interior que no puedo controlar, sino solo aceptar y acaso manifestar, aunque esté equivocado, pero también porque hay un yo plural. Estoy seguro de que miles de personas sienten algo parecido: los ejidatarios de la Garita, los comuneros de San Juan de Guadalupe y hasta los colonos de todo el sur de la ciudad debemos sentir que nos destruyeron el paisaje.

Todo eso me dije. Cuando un oleaje de contradicciones me invadió.

Efectivamente, todos esos proyectos inmobiliarios deben basarse en el derecho para afectar el entorno, el paisaje y hasta los recursos esenciales como el agua. No hay intención humana que no lo haga. Así se construyeron las grandes ciudades, el progreso y la civilización humana. Piense usted en cómo la Esfinge y las Pirámides de Egipto modificaron el entorno, no sólo por sus monumentos sino por el control de las anchas aguas del Nilo; de la misma manera, las pirámides de Bonampak, el Partenón, el Empire State y la Muralla China, todo ello ¿no ha modificado el paisaje de manera irreversible? Pues sí. Entonces, los empresarios inmobiliarios de San Luis Potosí tienen el mismo derecho de intervención que los egipcios.

Sin embargo, los 6 mil años (más o menos) que la humanidad lleva modificando el entorno ha llegado a su fin. Los recursos se agotaron y hoy somos cada vez más conscientes de que el desarrollo y el progreso no nos llevan a buen puerto. El reto del mundo actual es lograr poblaciones que no solo sean sostenibles y amigables con el medio ambiente, sino que sean regenerativas del paisaje.

¿Qué significa regenerar el paisaje? Significa volver a colocar las condiciones que mantenían un lugar como era, por lo menos antes de las ínfulas del progreso. Dicho de otra manera, es exactamente lo opuesto a lo que los intereses inmobiliarios y nuestros gobiernos estatal y municipales actuales están ejecutando por todas partes.

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