enero 21, 2025

Conecta con nosotros

#Si Sostenido

¡Feliz tercer día internacional del gato! | Columna de Daniel Tristán

Publicado hace

el

LAGUNOTAS MENTALES

Estimado lector, a lo largo del año se celebra el día internacional del gato tres veces. Si, tres veces, y básicamente se debe a los siguientes motivos. El primero es el 20 de febrero y se debe a que ese día murió Socks, minino del ex Presidente de E.U.A. Bill Clinton, por lo cual queda claro que el único ser más poderoso que un Presidente de E.U.A. es el gato del Presidente de E.U.A.

El segundo día es el 8 de agosto, fecha establecida por el Fondo Internacional para el Bienestar Animal. Y el tercero es el 29 de octubre, establecido por la experta en mascotas Collen Paige, con la intención de promover las adopciones felinas en una época del año en la que, estúpidamente, muchos gatos negros suelen ser sacrificados. Anyway, los gatos se festejan tres días al año porque a final de cuentas se les da la gana. Dentro del marco del 3er día del gato de este nefasto 2020 les comparto estas ideas random sobre mi experiencia de despertar día a día con el amor incondicional de mis tres mininos: Louie, Mina y Pepper. 

¡Siempre los voy a amar hijueputas!  

  • Vivir con tres gatos es tener acceso al triple de dicha, amor y alegría, pero también implica limpiar tres veces más mierda el arenero.
  • El amor del gato es el más puro al que un ser humano pueda aspirar en toda su vida. Nadie puede amar más fuerte que un felino.
  • Si todo el mundo cogiera diario y tuviera un gatito en casa las guerras simplemente no existirían.
  • El universo entero está en los ojos de un gato, una vez que uno los mira se pierde a sí mismo ante la inmensidad, ante el magnetismo del abismo.
  • Hay un pequeño espacio entre la quinta y sexta cerveza en la que el gato y tú hablan el mismo idioma y se entienden a la perfección. Palabra y maullido se funden para crear un canal de comunicación uniforme en el que todo se devela. No hay un solo “bla” ni “miau” malinterpretado ni fuera de lugar. Después de ese sexto trago todo vuelve a ser caos.
  • Los gatos son relojes, son máquinas puntuales que no perdonan un retraso (por mínimo que sea). Comen a tiempo, duermen a tiempo, te ignoran siempre a tiempo.
  • Aceptar a un gato en tu vida es renunciar por los próximos doce o quince años a tu espacio personal. No hay, no existe.
  • Todo lo que crees poseer en realidad le pertenece al minino, tómalo a préstamo si quieres. Si no puedes largarte.
  • Hacerle daño intencionalmente a un gato es firmar tu pase a la más dolorosa, lenta, indigna y siniestra de las muertes. El karma siempre llega. 
  • De todos los espacios en el universo en los que el gato pueda merodear va a elegir, invariablemente, el que menos te parezca adecuado a ti. Hará hasta lo imposible por dejar huella donde más te duela.
  • Para jugar con un gato se debe estar dispuesto a perderlo todo, no solamente el juego, también un ojo. Si algo ha de ganar el humano que juega contra un gato son cicatrices.
  • Al gato no le gusta arañar sillones, le gusta arañar TUS sillones.
  • La cama no es tuya, es del gato y deberías agradecer que te comparte su espacio.
  • Decidir adoptar un gato negro es lo mejor pues nunca se le nota cuando está sucio.
  • No hay nada más hermoso que ver a un gato jugar con su propia sombra, pues parece como si fueran dos gatos.
  • Es una ley universal que el gato siempre terminará comiendo mejor que tú.
  • El gato no ve. El gato observa, cuestiona y juzga.
  • Hay algo inexplicable en la mirada de los mininos, algo saben (y lo saben bastante bien) pero se niega a decírnoslo pues ese secreto es su tesoro.
  • Pocos entienden el amor que un humano puede llegar a sentir por un minino pues puede ser incluso más grande que el que puede sentirse por los de su misma especie.
  • Una vez que un humano hace vínculo con un gato está condenado a caerle bien a todos los gatos, a los callejeros también. Se obtiene una especie de certificación de humano aceptado en el mundo felino.
  • Tener gatos es acostumbrarte a gastar en juguetes caros para que los ignoren y se diviertan más con las cajas en las que venían empaquetados.
  • En todas las casas hay fantasmas y los gatos los ven, punto.
  • Cuando un gato está feliz y hace “prrrrr” todo en el mundo toma su lugar, hay armonía inquebrantable.
  • Regla de oro al tratar por primera vez con gatos: jamás te les acerques o te van a asesinar. Siéntate a esperar, si ellos se acercan siéntete digno. Si no se acercan olvídalo, no les interesas.
  • Cuenta la leyenda que cuando un gato te da masaje en la barriga en realidad está calculando tus puntos vulnerables en las vísceras para poder asesinarte, aunque al final el amor por ti les gane y no lo hagan. 
  • El gato no es estúpido, todos los días piensa en largarse de casa y no volver, pero no está dispuesto a renunciar a ti como sirviente.
  • Hablarle chiqueado a un gato te hace ver pendejo, el mismo gato lo piensa y si pudiera te lo diría en la cara.
  • Si tu gato te sigue a cada rincón de casa en el que estés siéntete honrado, pues su amor por ti es ligeramente superior al odio que te tiene.
  • Cada vez que despiertas y tu gato está sentado al pie de la cama observándote fijamente te sirve de entrenamiento para cuando abras los ojos y la muerte (o los cuervos, o las brujas) te sorprendan y te digan “Hasta aquí”. Esas pesadas miradas matutinas no son en vano, pues tanto el gato como tú sabes que morirás en cama.
  • Cuidar, proteger y amar profundamente a un minino es la mejor inversión que uno puede hacer en vida, pues al momento de partir habremos de encontrarlos nuevamente y tendremos con quién dormir calientitos por toda la eternidad.

Lee también: El semáforo en amarillo, el planeta en rojo | Columna de Daniel Tristán

Continuar leyendo

#4 Tiempos

Entre tangas, roscas y tamales | Columna de León García Lam

Publicado hace

el

VOLUTA

 

En una nota del Universal publicada el último del año 2024 una comerciante de la Ciudad de México afirmó: “ya no se venden los calzones rojos y amarillos, se está perdiendo la tradición” y al parecer sí, la euforia por las tangas rojas ha perdido el interés de las nuevas generaciones chilangas que ya no creen en el amor, ni en las tradiciones o no tienen dinero para pagarlas. Sin embargo, en estados como Jalisco, las ventas de ropa interior se dispararon hasta el cielo y un dato llamó mi atención: para este año 2025, los consumidores tapatíos buscaron vorazmente los calzones amarillos. ¿Qué nos querrá decir este indicador popular?

Hace unos días, en una cápsula trasmitida por Radio Universidad (de SLP) se escuchó, en la voz de mi querido amigo Jonathan Gamboa, una explicación genealógica acerca de las tradiciones de fin de año: comer lentejas, hacer maletas y meterse debajo de la mesa son tradiciones que provienen de culturas bien lejanas en el tiempo y en el espacio. Entonces ¿por qué las aceptamos con tanta facilidad? No sé si usted lo note, querida culta lectora de La Orquesta, pero las tradiciones del fin de año o del año nuevo pretenden controlar el futuro incierto que tenemos enfrente: que las doce gotas de la felicidad, que las cabañuelas y los borregos de la buena fortuna, pero ¿qué tienen en común todas estas “tradiciones” a las cuales también llaman “rituales”?

Pues bien, yo que empleo parte de mi valioso tiempo en buscarle chichis a las lombrices, creo que lo que es común a una buena parte de estas tradiciones de Año Nuevo es el juego de esconder o revelar algo que está dentro. Me explico, la tradición de salir a la calle con una maleta requiere guardar dentro de la maleta elementos de lo que se desea atraer. La tradición de meterse debajo de una mesa es, de alguna manera, situarse dentro del centro de la abundancia que es la mesa. Sin embargo, el mejor ejemplo es la rosca de reyes:

¿Cómo debe ser la tradicional rosca de reyes? Unas personas afirman que la tradicional rosca lleva un monito, otras dicen que debe llevar 3 monitos y hay quien piensa que la mera tradicional rosca de reyes debe esconder además de los monitos, dedales y anillos. No hay manera de fijar una norma estandarizada. Lo que sí es interesante es la forma de la rosca. ¿Usted sabe cómo se llama la forma geométrica de una rosca? Se llama toro y algún otro día le contaré sobre sus propiedades matemáticas que son formidables. Me gusta pensar que, si la rosca es una representación del año, entonces el tiempo es algo que da vuelta, regresa al mismo lugar y en su interior, al igual que los tamales, esconde sorpresas insospechadas.

Estimada y culta lectora de La Orquesta: yo espero que las sorpresas de su año 2025, sean las mejores.

También lee: Votar entre la razón y la emoción | Columna de León García Lam

Continuar leyendo

#4 Tiempos

Votar entre la razón y la emoción | Columna de León García Lam

Publicado hace

el

VOLUTA

 

Eso me dijo mi papá:

-Mira Leontino, que lo que guardas en la cabeza no sea lo mismo que guardas en el corazón.

Como muchas cosas que me dijo, no le puse suficiente atención, pero ahora ese mensaje ha logrado escarbar entre todos los recuerdos y salir a flote otra vez.

Interesante: la frase de mi papá tiene razón, pero también tiene emoción. Hace uso de dos recursos -muy humanos- a la vez y los junta y los enreda torciéndolos, pero nunca dejan de ser razón por un lado y emoción por el otro. La frase significa además que la razón tiene su lugar en el cuerpo, sus formas, sus métodos y la emoción los suyos propios. Esto viene muy a cuento con la época de elecciones en la que nos encontramos.

Como una especie de vicio raro, leo con pulsión desmedida todas las columnas de opinión que mi escaso tiempo me permite. Leí, por ejemplo, la columna de mi amigo Octavio Mendoza (Astrolabio) que trata acerca de las complejas motivaciones del votante: a la mera hora, ahí escondido detrás de una cortina de plástico, el elector tacha la opción que durante meses dijo que no iba a elegir. Si un votante hace eso, no pasa nada, es como una gota de agua rebelde que lucha contra las olas del mar. La cosa se pone buena, cuando esto mismo no lo hace uno sino 5 millones de votantes. Entonces, las alarmas se encienden, los encuestadores se arrancan los pelos y se desatan los programas de opinión, que a mí me encantan, tratando de explicar lo que antes parecía imposible.

Sí, efectivamente, las masas actúan caprichosamente. No razonan. Solo actúan motivadas por sentimientos básicos como el odio, el miedo, el rencor, la venganza o el gusto. Eso motivó a millones de personas a votar hace seis años y sentimientos similares moverán a millones de personas a votar este domingo.

Por otro lado, si lo pensamos bien (lo razonamos) ¿de qué sirve ir a votar? Alguien va a ganar de todos modos y quien gane no hará que el mundo, el país, el Estado, el municipio cambien. Todos sabemos que las campañas se hacen de puras promesas que ni siquiera se piensan cumplir. Como un signo más del apocalipsis, la calidad de los candidatos de todos los partidos empeora cada elección y se nos presentan cada vez más incultos, cínicos y simplones y si seguimos pensando así, no solo se nos quitarán las ganas de votar sino de vivir.

Ambas situaciones que he presentado aquí: votar motivado por el rencor y no salir a votar porque “no sirve para nada”, significan hacer de tripas corazón, o sea poner la pasión en la cabeza y la razón en el corazón y así todo se descompone.

Para que la democracia funcione se requiere que la motivación de votar sea algo que está por encima de nuestros intereses personales: nuestros hijos, nuestra comunidad, nuestro entorno. Salir a votar no puede ser un asunto de la razón, menos aún de las razones personales, sino de la pasión ciudadana, del amor por la patria, por la matria, por la familia. El resultado aquí no es lo que importa, sino nuestra obligación a participar.

¿Por quién votamos? Aquí debe entrar la razón desapasionada. Votar por rencor o votar por conveniencia personal no sirve para elegir al mejor gobernante. Lo que se requiere, en ese momento justo de estar a solas con nuestra boleta y el crayón en la mano es razonar fría y calculadoramente el sentido de nuestro voto.

Es el corazón quien levanta del sillón al elector, lo saca de la comodidad de su casa y lo lleva a la casilla. Ya estando en la mampara, la razón toma la mano del votante y lo hace elegir si no la mejor, la menos mala de las opciones que tenemos. Después de que le marcan el dedo con la famosísima tinta indeleble (por cierto, invento mexicano) queda en el votante, una extraña satisfacción de haber cumplido de la mejor manera posible.

Yo creo que vamos bien, si tomamos en cuenta que la democracia se tarda unos 400 años en dar resultados.

Querida culta lectora de La Orquesta, que tenga felices votaciones este domingo

También lee: ¿Existe la ciencia neoliberal? | Columna de León García Lam

Continuar leyendo

#4 Tiempos

¿Existe la ciencia neoliberal? | Columna de León García Lam

Publicado hace

el

VOLUTA

 

Una polarización creciente se ha cernido sobre el mundo y ha generado una guerra de trincheras por todas partes, que si la derecha, que si los conservadores, que si los musulmanes, que si metemos a la cárcel a los que le caen gordos a la tía Tatis, etcétera. Las multitudes se abalanzan a opinar. Usted no, por supuesto, estimada y culta lectora de La Orquesta. Usted y yo no caemos en esa trampa de la opinión sin ton ni son que nos polariza. Sin embargo, quisiera ofrecerle el humilde punto de vista de un antropólogo acerca de la polémica sobre ciencia e ideología. El nuevo CONACYT con H (CONAHCYT) ha acusado a sus antecesores de practicar una ciencia neoliberal y muchos científicos afirman que tal cosa no puede existir, pues la ciencia no tiene ideología.

Una de las grandes fortalezas de la ciencia —virtud que nunca se le ha visto a un diputado— es que es capaz de reconocer sus errores. La ciencia constantemente se inmola a sí misma sobre sus antecedentes. Es capaz de decirse y desdecirse. Esta virtud se basa en un principio de objetividad. La ciencia es capaz de desapasionarse. Es decir, puede reconocer un resultado, aunque este no sea el esperado o resulte adverso a las emociones, afectos o creencias de sus investigadores. Aquí se puede recordar al gran Lineo, quien empeñado en demostrar que en la naturaleza había un orden establecido por Dios, diseñó una clasificación de plantas que terminó por sentar las bases de la teoría evolutiva.

Por eso, la ciencia es capaz de observar objetivamente toda clase de fenómenos y por eso se dice con toda razón que los intereses científicos son ajenos a cualquier ideología.

Sin embargo, la ciencia no solo observa objetivamente átomos, moléculas, células, planetas o microbios. También observa seres humanos, lo cual significa dejar de lado el microscopio y usar el espejo para vernos a nosotros mismos. Las ciencias sociales observan no solo a otros seres humanos, sino a seres humanos que observan a otros seres humanos y esto genera una reflexión muy compleja.

Los colegas físicos, químicos o astrónomos están acostumbrados a una observación directa de los fenómenos que estudian. Los científicos sociales estamos habituados a considerarnos a nosotros mismos en la observación. Esto produce dos visiones científicas de la misma ciencia. Una que supone a la ciencia como una tarea objetiva, neutra y desinteresada y otra que cobra conciencia de cómo los intereses humanos guían a la investigación científica. Entonces para responder a la pregunta ¿existe la ciencia neoliberal? La respuesta llana es sí, sí existe. Hay intereses neoliberales fortaleciendo intencionalmente a ciertos temas científicos. Aun más: hay científicos con intenciones neoliberales practicando ciencia objetiva. Disculpe culta lectora de La Orquesta que dejé abandonado el tema de qué significa ser neoliberal para otra Voluta.

A pesar de la eficacia del método científico y su asombrosa capacidad para dar nos conocimientos objetivos, hay suficiente evidencia de que las ideologías de los estados nacionales, las religiones y los intereses económicos juegan un papel fundamental en la llamada ciencia de frontera

. La película de Oppenheimer visualiza cómo es que los políticos (y las situaciones históricas por las que atraviesan) manipulan y controlan los avances científicos. Se puede afirmar que el interés científico por la física cuántica no proviene de un interés neutral, sino absolutamente político. No puede existir tal interés inocente o neutro por la ciencia, pues los intereses científicos son dirigidos por intenciones económicas y militares. Una vez reconocida la injerencia de otros aspectos no científicos en la ciencia, habrá que decir que no sólo se trata de acusar al capitalismo o al neoliberalismo como manipuladores del interés científico, sino que también el comunismo, el BRICS y el alter mundo dirige a sus científicos con los mismos intereses económicos y militares.

Las universidades, los centros de investigación, los laboratorios y hasta las bibliotecas responden a los intereses ideológicos de los estados. Abundan los ejemplos: la relación entre las agencias espaciales y los consejos de seguridad, los avances biomédicos, la inteligencia artificial, etcétera.

En otras palabras, la trinchera de discusión que en México se ha abierto intenta responder la pregunta, la ciencia mexicana ¿a quién debe responder? ¿A la sociedad? ¿Al Estado? ¿A sí misma? Si es el Estado quién financia las becas y las estancias de investigación ¿no debe ser entonces quien regule y quien determine los intereses a investigar? Si la ciencia es útil, ¿no debiera dirigirse sus investigaciones al servicio de la sociedad? Pero ¿en verdad la ciencia debe ser útil o debe promoverse la libertad de investigación con independencia de su utilidad? No lo sé.

Por un lado, está la ingenuidad, creer o querer creer que es posible una ciencia desinteresada y desvinculada de los intereses nacionales o globales; por otro, está el terrible pragmatismo que pone a la ciencia como una sirviente del Estado y peor, la constricción a todo espíritu creativo que desee investigar algo y que no responda a los parámetros de la caprichosa sociedad que la mantiene.

En mi opinión, de antropólogo, pero que no necesariamente coincide con mis colegas de profesión y formando parte del fenómeno del que me quejaba al principio, montando el caballo loco de la opinomanía, pienso que la solución es que nuestro sistema mexicano de investigación científica debiera ser lo suficientemente abierto para que coexistamos tanto aquellos investigadores que colaboran entusiastamente en los intereses que atañen al estado mexicano (y que logren por fin la vacuna Patria y los respiradores Écahtl), pero también aquellos que trabajan para intereses corporativos o empresariales y quienes hacemos ciencia artesanal (la cual explicaré en otra ocasión).

Estoy convencido de que, en la tolerancia a la diversidad de posturas y en que, en nuestro país TODAS tengan una posible expresión y posibilidad pública, está la clave ¿y usted qué opina?

También lee: Celebración del año nuevo chino Dragón de Madera 2024 | Columna de León García Lam

Continuar leyendo

Opinión

La Orquesta de Comunicaciones S.A. de C.V.
Miguel de Cervantes Saavedra 140
Col. Polanco
San Luis Potosí, S.L.P.
Teléfono 444 244 0971

EL EQUIPO:

Director General
Jorge Francisco Saldaña Hernández

Director Administrativo
Luis Antonio Martínez Rivera

Directora Editorial
Ana G. Silva

Periodistas
Bernardo Vera

Daniel Rocha

Santiago Herrera Robles

Diseño
Karlo Sayd Sauceda Ahumada

Productor
Fermin Saldaña Ocampo

 

 

 

Copyright ©, La Orquesta de Comunicaciones S.A. de C.V. Todos los Derechos Reservados