octubre 11, 2025

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#4 Tiempos

Por las Mujeres |Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash

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EL CRONOPIO.

“La mujer ennoblecida y libremente contratante, dejará de ser esclava y pasará a ser la asociada del hombre y sus hijos nacerán con sus derechos, su libertad y su independencia”; esto lo escribía a mediados del siglo XIX en su obra El Remoto Porvenir, Juan Nepomuceno Adorno, importante tecnólogo, científico y filósofo, de quien por cierto escribimos un análisis de parte de su obra científica y filosófica en nuestra revista Scientific Journal y que invitamos a su lectura para conocer uno más de los olvidados pensadores ilustres mexicanos. En su remoto provenir, Adorno reconoce a la mujer y de la cual plantea su total emancipación del hombre, algo inaudito en la época en que Adorno escribía su Catecismo: “La mujer se ha emancipado de su antigua debilidad y servidumbre: Ella es conocida del núcleo en el que nace y desde la cuna tiene los mismos derechos que los infantes varones”. Plantea la unión libre y afirma que el matrimonio dura el tiempo de su voluntad: “tú, mujer, tú, por tu misma debilidad relativa, tienes por la naturaleza la facultad de aceptar y repeler, y aunque tu consorte no convenga en separarse de ti, basta que tú lo pretendas en la fiesta de los adultos y tu matrimonio quedará disuelto”.

A mediados del siglo XIX el sojuzgamiento de la mujer era intenso y la sociedad mexicana aceptaba esa férrea estructura de control hacia ella. Si bien la situación se manifestaba a nivel mundial, en nuestro país era evidentemente notoria. Pocas manifestaciones en favor de la mujer se escuchaban, como las de Adorno en su planteamiento filosófico referido. En San Luis Potosí, Francisco Javier Estrada, otro de nuestros ilustres y olvidados personajes del mundo de la ciencia, igual ponía su granito de arena impulsando la formación de la mujer para su aceptación en el mundo productivo social, ofreciendo cursos de telegrafía exclusivos para mujeres.

Si bien, la situación ha cambiado un tanto y las mujeres escalan con su esfuerzo en la participación del desarrollo social, perviven esos reductos culturales en los que nos hemos formado en nuestra sociedad y en nuestra educación, tanto formal como no formal. Esos resabios, por más progresistas que algunos nos consideremos, continúan manifestándose y, en últimas fechas, podemos verlos plasmados en comentarios, actitudes y desprecios hacia el valiente movimiento de emancipación que realizan las mujeres, que por necesidad se ha tornado cada vez más violento, empujado por esa cerrazón que manifiesta nuestra sociedad y que asumen las actuales autoridades pseudo de izquierda que ahora padecemos, y que presumen de especialistas en feminismo.

“¿Quiénes estarán detrás de ese movimiento?”, suelen preguntar estas autoridades descerebradas que ahora padecemos, insisto, y que hemos padecido durante largos años. Obnubilados por el hechizo del personaje que liderea el llamado movimiento de cuarta transformación (sic), repiten los ataques y desprecio al movimiento feminista en México, exigiendo se quiten las capuchas para poder platicar con ellas, y dejen de realizar pintas y actos vandálicos, sin entender que ese ha sido el camino que se le ha dejado para ganar el respeto y la atención a sus justas demandas, ya no sólo de emancipación como las propuestas por Adorno, sino el de poder seguir participando por construir un mejor país, seguro, digno y de bienestar, libre de violencia y muy específicamente de violencia de género, violencia contra las mujeres, que en ese estatus de debilidad relativa que mencionaba Adorno, se manifiesta de forma exagerada por nuestra sociedad. Los enmascarados y violentos son esos políticos de cuarta. ¡Ya basta, de nuestra actitud de superioridad! ¡Vivan las valientes mujeres mexicanas, que alzan la voz contra su situación de violencia!

Nuestro trabajo por formar buenos ciudadanos que a través de la educación no formal, basados en la educación científica, hemos emprendido a lo largo de nuestra vida profesional, por una sociedad con bienestar social, económico con alto desarrollo cultural, y que lo hemos hecho resaltando valores que mitiguen la violencia, las desigualdades sociales y principalmente el acoso en general, me han llevado a cambiar un tanto mis posiciones ideológicas, al platicar con las mujeres. No hace mucho cuestionaba en una reunión con queridas amigas, que más allá de protestar por la violencia de género debía protestarse por la violencia en general, en lugar de protestar contra el acoso de género, protestar por el acoso, también en general, sea laboral o de otra índole; la cuestión fue que, como sociedad machista, era necesario enfatizar el caso de los grupos más endebles, más desprotegidos socialmente, como el de las mujeres. Ese es el camino que han emprendido y ahora lo entiendo y lo respeto.

Mis respetos a ellas, mis compañeras, y todas aquellas que nos han mostrado que la unión en protesta de una situación que sufren día con día, y con las agallas, o mejor dicho en términos machistas: con huevos, están llevando en este nuestro México jodido, por la clase política que hemos sufrido por muchos años, clase política que continúa sacando rajada y viviendo a nuestras expensas, haciéndose llamar ahora progresistas y, endilgando nuestra desgracia a sistemas sociales “del pasado”, eludiendo su responsabilidad que adquirieron en las urnas y que con nuestro voto se les ha confiado. El valor de nuestro voto es para exigir a lo que se comprometieron, no para adular y rendir culto a la personalidad.

La sociedad mexicana a la que aspiraba Juan N. Adorno, continúa siendo una utopía, que las mujeres tratan de hacer realidad.

¡Salud por ellas!

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#4 Tiempos

Las dos mujeres de Truman. Palabras con cicuta

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Apuntes

Hay autores que escriben un solo amor con distintos nombres. Truman Capote lo hizo con los de Nancy Clutter y Holly Golightly: la muchacha asesinada y la mujer que huye. Dos rostros de la misma herida.

Nancy era todo lo que el mundo aprueba: pureza, promesa, familia. Una adolescente que hacía listas, organizaba fiestas y creía que el bien era una costumbre diaria. Holly, en cambio, era todo lo que el mundo juzga: libre, contradictoria, caprichosa, superviviente. Todo sinónimo de “libre y espontánea”.

Ambas están solas frente a una sociedad que las define, una desde la muerte y otra desde el deseo.

Yo creo que Capote estuvo enamorado de una mujer que fue las dos. Una que lo deslumbró por su bondad y lo desarmó por su caos. En Nancy encontró la integridad que él nunca tuvo; en Holly, la libertad que siempre le fue negada. Una mujer que cocinaba con delantal los domingos, pero que podía desaparecer una semana sin explicar por qué. La amaba por lo que lo salvaba y por lo que lo destruía.

En A sangre fría, Capote mira a Nancy como si aún pudiera rescatarla. La describe con ternura casi maternal, pero también con una envidia melancólica: ella no sabía lo que era la vergüenza ni el exceso. En Desayuno en Tiffany’s, en cambio, elige no salvar a Holly. La deja ir. Le permite el privilegio que Nancy nunca tuvo: seguir viva aunque nadie la entienda.

Quizá esa fue la forma en que Truman se reconcilió con su propia culpa. Escribir a la que murió como víctima y a la que se fue como promesa. Una purificada por la muerte, la otra condenada a vivir

. Entre ambas, Capote puso su propia alma: la de un niño que soñaba con el orden de Nancy y despertaba con el desorden de Holly.

No se puede amar a dos mujeres tan distintas sin romperse un poco. Pero Capote lo hizo. Amó la pureza que se deja matar y la libertad que se mata sola.

Y quizá, como tantos de nosotros, entendió demasiado tarde que una y otra eran la misma. Que la vida te puede matar por ser buena o por querer ser libre. Y que entre esas dos muertes —la literal y la simbólica— se esconde el precio de vivir como uno quiere.

Punto.

Y aquí estoy yo, leyendo a Truman y sintiendo que me contó la historia antes de que ocurriera. Porque yo también quise que Holly fuera Nancy: que se quedara, que colgara su vestido brillante y se sentara a esperar el desayuno. Pero ella eligió la noche, otro hombre, otra ciudad.

Yo sigo aquí, recogiendo los platos, preguntándome si alguna vez alguien puede amar a una mujer así sin terminar escribiendo sobre su ausencia.

Quizá eso somos los que escribimos: los que convertimos el abandono en literatura.
Los que seguimos hablando con las Holly que quisimos que fueran Nancy, aun sabiendo que la vida —como en Capote— siempre acaba a sangre fría.

Yo soy Jorge Saldaña.

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#4 Tiempos

Antonio Castro Leal, su papel por la autonomía universitaria | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash

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EL CRONOPIO

 

En los movimientos y propuestas por la autonomía universitaria en el país, son varios los potosinos que figuran como pioneros, algunos no muy mencionados en este proceso. Entre estas figuras encontramos a Valentín Gama y Cruz, Rafael Nieto Compeán, Manuel Nava Martínez y Antonio Castro Leal quien estaría involucrado en los dos más importantes movimientos por la autonomía universitaria, el caso potosino y el de la universidad nacional.

Antonio Castro leal, abogado de formación y literato por vocación nació en San Luis Potosí en la última década del siglo XIX, el 2 de abril de 1896 y como varios potosinos iría a la Ciudad de México a continuar sus estudios a principios del siglo XX, donde fincaría su formación intelectual en la Escuela Nacional Preparatoria adquiriendo una formación humanística que guiaría su vida profesional. Fue uno de los fundadores del proyecto conocido como Ateneo de la Juventud y la fundación de la Preparatoria Libre.

Ingresa a la Escuela Nacional de Jurisprudencia y cofundaría la Sociedad de Conferencias y Conciertos en 1916, a cuyos siete fundadores se les llamaría “los siete sabios”, junto a Vicente Lombardo Toledano, Manuel Gómez Morín, Teófilo Olea y Leyva, Jesús Moreno Baca, Alfonso Caso y Alberto Vázquez del Mercado. “Los siete sabios”, nombre que nació mas en tono de burla que de reconocimiento, se caracterizaban por ser un grupo lleno de inquietudes culturales y políticas, aficionados a la música, la literatura y cultura en general; jóvenes precoces de 19 y 20 años de edad que ya eran profesores universitarios.

El papel pionero de Valentín Gama, por la autonomía universitaria cuando asumió el rectorado de la entonces Universidad Nacional de México, ya lo hemos tratado en esta columna, pero por aquella época revolucionaria Antonio Castro Leal, figuraría entre los primeros mexicanos que impulsarían los proyectos de autonomía universitaria.

Su interés político se manifestaría en 1917, cuando con sus compañeros universitarios que integraban “los siete sabios” extendieron al Congreso de la Unión la primera solicitud de autonomía universitaria, como protesta ante la Constitución de ese año, que suprimía a la Secretaría de Educación Pública creando a cambio un Departamento Universitario que el Senado integró a la Secretaría de Gobernación; determinación que molestó a estudiantes y profesores y como parte de la protesta, Castro Leal y sus amigos de los siete sabios enviaban la solicitud de autonomía universitaria al Congreso de la Unión, de la cual nunca hubo respuesta.

Años después, Antonio Castro Leal, sería rector de la Universidad Nacional de México, siendo el segundo potosino en ocupar ese puesto y durante su rectorado se conseguiría como un gran triunfo histórico la autonomía universitaria transformándose la Universidad Nacional en Universidad Nacional Autónoma de México.

Por ese entonces la autonomía de la universidad potosina, que se considera la primera a nivel nacional en haber obtenido ese carácter con la iniciativa de Rafael Nieto, le había sido retirada y la recuperaría en parcialmente en 1935 siendo gobernador Idelfonso Turrubiartes. La completa autonomía y formación estructural académica de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, la lograría el Dr. Manuel Nava con el apoyo del gobernador Ismael Salas en la década de los cincuenta del siglo XX, como apuntamos en la entrega anterior de esta columna. En este movimiento académico en San Luis, estaría participando de manera indirecta también Antonio Castro Leal como miembro de la Academia Potosina de Ciencias y Artes que impulsó el movimiento renovador de alta cultura que incidió en la moderna formación de la UASLP.

Antonio Castro Leal obtuvo los grados de licenciado y doctor en derecho por la UNAM y doctor en filosofía por la Universidad Georgetown en Washington, Estados Unidos. Durante algún tiempo se dedicó a la docencia como actividad principal dictando cátedra de literatura en la Escuela de Altos Estudios, en la Escuela Nacional Preparatoria y en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, también impartió la cátedra de derecho internacional en la Escuela Nacional de Jurisprudencia.

Su papel en las instituciones educativas y culturales mexicanas fue muy importante teniendo un destacado papel protagónico, entre ellas la dirección del Instituto Nacional de Bellas Artes, entre muchas otras.

Su actividad literaria, otra de sus pasiones, la inicia en 1914 distinguiéndose como escritor, ensayista y crítico de las letras mexicanas. Escribió poesía usando el pseudónimo de “Miguel Potosí”. Castro Leal es uno de los muchos potosinos que escribieron su historia en el mundo de las letras y que figura como un protagonista por la autonomía universitaria en el país.

Antonio Castro Leal murió en la Ciudad de México el 7 de enero de 1981.

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#4 Tiempos

Siempre Autónoma… ¿o hasta la victoria siempre?

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APUNTES

 

Así “sin querer queriendo” me encontré una película que para mí es fabulosa: “13 días”. John Efe, era encantador… Fidel, un hombre que jamás se hincó ante el “imperio” mmmm… ¿De qué lado están ustedes? ¿“Team Fidel, que no se rinde pero tampoco se alinea”, o “Team John”?

La UASLP es como la Cuba de Fidel: No, ¿cómo cree presidente? Nosotros no tenemos nada en su contra, pero pues la hermana República de Rusia nos regaló unos misiles… ¿Qué haría usted?

Presidente… nuestra patria es autónoma, libre, independiente… no se meta, pero queremos el mismo derecho que usted a meternos en lo que nos dé la gana y golpearlo a contentillo… métase cuando a nosotros nos convenga… es nuestro derecho y hasta deber.

Presidente: vamos a lanzar nuestros misiles, pero no queremos hacerles daño… solo que usted nos hace daño y nos comportamos IGUAL que usted.

¿Autonomía? Claro. Que hermosa palabra. Caperucita pudo ser la más puta con el lobo, pero… fue decisión de ella (muy autónoma) señalar a quien ella consideró culpable… y mataron al lobo.

Deme una salida, presidente…

— Ok.

Eres a partir de hoy, autónomo. Pero bloqueado. Aceptas lo que te diga, pero dirás que no aceptaste. Hablo yo. No tú

… y te tienes que agachar, aunque tú tengas los misiles.

—Ganamos.

Hasta la próxima.

Yo soy Jorge Saldaña

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