mayo 8, 2024

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#4 Tiempos

Mareo en la feria del libro | Columna de Carlos López Medrano

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Mejor dormir

 

Alguna vez, el sector cultural ejercía un magnetismo sobre quienes aspirábamos al dolce far niente, al sanoche, o insertarnos en una variante de salir al fresco en plan profesional. El trago ancho a la copa en un brindis a la vista. Sacar al redingote del olvido. Dientes hincados sobre un bocadillo con adorno. Esto es ya no es tan así. El gremio del arte ha perdido glamour y prestigio. Está más cerca del ámbito porril que de una sonata de Bach.

La erosión se hace evidente en las ferias de libro. Si no en todas, al menos en aquellas contaminadas por el sectarismo político de los organizadores. Una plaga más insidiosa que otros dos males menores: aquel de las ferias curadas por improvisados sin conocimiento en la materia y las de esnobs con camaradas.

Las primeras, dada su candidez, ofrecen de vez en cuando una gema; no tanto por el tino o perspicacia del comité, sino por ese atributo propio de quienes no saben dónde están parados: la investigación, la búsqueda de tendencias con tal de cumplir. Eligen nombres manidos, pero también se cuela alguna propuesta decorosa.

Dado que estos equipos no pertenecen a ningún círculo literario, bajo un método cercano a la insaculación, de vez en cuando traen alguno de esos autores que guardas con gusto en el librero y que una tarde sin mucho quehacer consultas para animar la atmósfera.

Igual es probable que fichen a un curador externo que realice el trabajo que les correspondería a ellos, un truco al que encontrarán alguna justificación burocrática. A fin de cuentas el gasto no duele cuando sale del bolsillo del contribuyente.

Los otros, los esnobs con camaradas, sí que están viciados de origen. Cualquier propuesta de su parte incluirá a aquellos escritores que les caigan simpáticos. Qué más da si son mediocres o francamente malos. Son los compas (factor que impera por encima del talento), piensa el encargado de la casa de cultura, la galería, el museíto, ya habrá oportunidad de que ellos me devuelvan el favor invitándome a un evento desde su respectiva zonas de influencia en otro estado de la república.

Poco se habla de ello: las dinámicas de conveniencia y reciprocidad han maltratado a literatura en México. Habría que preguntarse qué ha fallado para que un país de tales dimensiones y de tal bagaje no tenga a un solo escritor vivo de primera línea.

En los bastiones de provincia es especialmente grave. Basta con que un grupejo se identifique como una generación heredera de un patriarca para que decenas de jóvenes de años posteriores tengan que vivir a sombra institucional y recoger las migajas (o gotas de vino, para ser precisos) que caigan de sus presentaciones de libros, títulos que solo se venden entre los propios amiguetes y gente que aún en estas fechas se deja embaucar.

Y pesar de todo, son personas que algo saben (aunque no tanto como creen), por lo que para disimular el amiguismo, el nepotismo, el oportunismo y otros ismos que confluyen en el onanismo, ponen un highlight que arrastre la atención y haga olvidar que todo el evento es una máscara, una pirueta para llevar al ámbito del recurso público la dinámica que quisieran aplicar en el bolo de bautizo de su próximo efebo.

Hablaba del porrismo. Recién fui a una feria de libro que poco disimulaba ser una trinchera. Carrusel de risas, temas de supuesto rupturismo que en realidad van en conformidad al espíritu posmoderno. La escasa pluralidad de los ponentes, de las exposiciones, de las funciones de cine, daba muestra del reduccionismo que se entiende por cultura desde una élite que sustituyó a otra, aunque no lo reconozca y tenga pretensiones victimistas. Manos y bocas demasiado ocupadas en el revanchismo.

Un afán de compensación histórica que, lejos de reivindicar a los de abajo, establece un plano cartesiano de la escritura, abogando por una sola de las posiciones: el margen izquierdo (que tiende a ser el más leído no obstante se martirice), dejando un paisaje limitado al público. Un público dividido entre los que se ufanan de sus rencores (ahora nosotros mandamos y se la comen) y los que se sienten excluidos. Un embuste sin motor dialéctico, más bien un traslape de un club por otro. La abundancia de revolucionarios que tras hablar de igualdad parten a zonas VIP a refrescarse.

Queda tan solo la esperanza de ir a la tuyo, no contaminar el espíritu con chácharas del hombre nuevo. Cazar una oferta en un puesto de la esquina. Un escaparate de orden espontáneo, ajeno a la planificación centralizada. La brecha en la que el lector establece un vínculo íntimo con el escritor de sus amores o el que nunca había topado. Un libro viejo de editorial perdida sin compromisos con este tiempo.

Ahí se enciende una chispa invisible, una victoria impermeable a la tambora e invocaciones al rayo guía del Sol. Una luz que los ingenieros sociales jamás habrán de apagar, dure lo que dure su ventura pasajera, la calabaza que tienen por carruaje.

 

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#4 Tiempos

Elsa Chavira, nueva integrante titular de la Academia de Ingeniería de México | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash

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EL CRONOPIO

 

Elsa Chavira Martínez hija del célebre astrónomo Enrique Chavira que laboraba en el Observatorio de Tonantzintla en Puebla, fue distinguida con su ingreso a la Academia de Ingeniería de México siendo parte del cuatro por ciento de mujeres que pertenecen a distinguida academia mexicana. En ceremonia protocolaria se concretó su ingreso con la conferencia: Diseño, desarrollo y construcción de fotoceldas de calidad espacial con tecnología mexicana, que es una de sus importantes aportaciones a la ingeniería mexicana.

Elsa Chavira fue mi compañera en estudios de maestría en física del estado sólido en la entonces Universidad Autónoma de Puebla, hoy Benemérita, siendo una de las primeras mujeres en estudiar un posgrado en física en el país, y en universidad de provincia sería la primera en hacerlo. Su vocación fue impulsada en seno familiar con el apoyo de su madre y la orientación de su padre que compartía la vista de los cielos con sus hijas las cuales seguirían carreras científicas; en el caso de Elsa Chavira en el ámbito de la física al estudiar esa carrera en la Facultad de Ciencias Físico Matemáticas de la Universidad Autónoma de Puebla y posteriormente la maestría en el entonces Departamento de Física del Estado Sólido del Instituto de Ciencias de la Universidad poblana, hoy Instituto de Física “Luis Rivera Terrazas”.

Su relación con San Luis se enfoca en el apoyo al programa de construcción y lanzamientos de cohetes Cabo Tuna del que es una entusiasta promotora, al igual que en la construcción del primer robot pianista mexicano conocido como Don Cuco el Guapo el cual tiene orígenes potosinos, y que fuera construido en Puebla con tecnología mexicana como caracterizaba los programas de desarrollo de prototipos biomédicos y dispositivos electrónicos implementados en la Universidad Autónoma de Puebla y de los cuales el desarrollo de celdas fotovoltáicas de calidad espacial son un ejemplo; desarrollo en el cual participaría directamente Elsa Chavira construyendo esas celdas por primera vez en México. La calidad espacial significa su uso en el espacio exterior, para lo cual deben de cumplir con propiedades mecánicas y eléctricas muy superiores a las de uso terrestre que le permitan resistir las radiaciones y vibraciones a las que son expuestas.

Elsa Chavira obtuvo su doctorado en Ingeniería Biomédica en la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla y desarrolla su trabajo de ingeniería en las áreas de la salud, la electrónica y materiales, entre otros aspectos, por ejemplo el desarrollo de neuro prótesis. Su labor académica la ha realizado en su alma mater la Facultad de Ciencias Físico Matemáticas de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.

Su ingreso a la Academia de Ingeniería México, lo dedica a sus padres que le apoyaron a formarse en la ciencia, situación complicada en su época deformación en la sociedad mexicana, por lo que el ambiente familiar sería un apoyo por demás importante.

La observación del cielo junto a su padre Enrique Chavira en el observatorio de Tonantzintla, ya transformado en el Instituto Nacional de Astrofísica Óptica y Electrónica (INAOE), sería uno de sus momentos inspiradores y privilegiados. Enrique Chavira trasciende en el mundo de la astronomía al llevar su nombre varios objetos astronómicos, entre ellos el cometa Haro-Chavira, que es el único cometa que ostenta nombres de astrónomos mexicanos al ser descubierto en la década de los cincuenta por Guillermo Haro y Enrique Chavira en ese Observatorio Nacional de Tonantzintla.

Su labor académica ha sido importante para la ciencia e ingeniería mexicana, variada y de calidad teniendo contribuciones en física de superficies materiales semiconductores, crecimiento de silicio monocristalino, microelectrónica y ha diseñado diversos circuitos integrados protegidos contra radiación cósmica, celdas fotovoltaicas en el proyecto de desarrollo del que sería el primer satélite mexicano SATEX I, en el ámbito de la robótica y la ingeniería espacial, así como en ingeniería biomédica, desarrollando diversos sistemas microelectrónicos, bioquímicos y biomédicos. Ha sido merecedora de varios premios nacionales e internacionales, entre ellos el Premio de la Academia Mexicana de cirugía y Aparato Digestivo.

Felicitamos a Elsa Chavira Martínez por su ingreso a la Academia de Ingeniería de México que por cierto es presidida por una mujer la Dra. Mónica Barrera Rivera.

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Un tiempo para lo que te anima | Columna de Carlos López Medrano

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Mejor dormir

 

El escritor británico Patrick Leigh Fermor mantuvo una costumbre sagrada hasta poco antes de su muerte. Cada día, pasadas las ocho de la noche, interrumpía lo que estuviera haciendo y se encaminaba a la bandeja de licores que había en la sala de su casa en Kardamili, Grecia (o el equivalente del lugar en donde estuviera), y se servía un trago. A este ritual lo llamaba Drink time. Una pausa dedicada a paladear lo que tuviera por antojo: vino, un coctel, algún aperitivo. Lo mismo aplicaba a la una y media de la tarde. Era el oasis de su travesía por la bohemia que disfrutaba sobre todo en compañía. Le encantaba tener invitados con los cuales charlar, una cadena de palabras que iniciaba con un ¿qué vamos a beber hoy?

Daban igual las tribulaciones, las urgencias, la mengua en su salud. No fue un autor prolífico, aunque sí meticuloso y esmerado. Los plazos de entrega impuestos por los editores quedaban relegados cuando tenía que cumplir con la obligación de su propio placer. Descorchar una botella y desligarse del yugo de la cotidianidad. Sorbos para adentrarse más y más en la vida contemplativa. Hallarse a gusto consigo mismo y las amistades. ¿Cómo está eso de que el trabajo te dignifica?

El ocio es un lujo por el que vale la pena luchar. No todos tienen las posibilidades que Patrick Leigh Fermor tuvo, pero incluso él tuvo que entregarse por completo para alcanzar tal estado. Era, después de todo, un soldado, un guerrero que se volvió célebre por su participación en la Segunda Guerra Mundial, particularmente en la resistencia cretense. Ahí logró una auténtica hazaña: junto a un pequeño equipo logró capturar al general alemán que tenía asolada a la isla.

Para erigirse como héroe del propio espíritu no hay que ir tan lejos. Basta con dedicar al menos una hora de cada día para nosotros mismos, para salvar la parte más genuina de las entrañas, aquella que no se somete ni doblega, esa que no tiene que estar a merced de un sistema que quiebra los sueños a cambio de ofrecer escasas gotas de supervivencia.

En ocasiones, uno tiende a olvidarlo. El trabajo, los estudios, la rutina, son esfuerzos que uno se hace para llegar a ese punto en el que uno puede hacer al fin lo que se anhela

. Cruel como es, la responsabilidad no se conforma y tiende a consumirlo todo. De pronto ya no queda tiempo para recreo alguno. La refriega se vuelve la dominadora de cada jornada y el poco tiempo libre apenas y alcanza para desplomarse en la cama en busca de descanso. Molerse a uno mismo para pagar las facturas, una horrible costumbre.

Maldito sea todo aquello que nos aleja de la pasión, de las canciones y de las charlas bajo las velas. Menos alboroto en la plaza pública: el gran acto contestario ocurre en la intimidad, sin que nadie lo vea, cuando te olvidas del teléfono por un rato, cuando echas los pendientes por la borda e ignoras la urgencia que no cambiará al mundo, cuando decides regalarte cinco minutos para hacer lo que te anima. Cuando dejas de ser un esclavo de tu época.

En el caso de Patrick Leigh Fermor era una copa y la conversación. Para ti puede ser otra cosa, lo que sea. La hora del té, ver una película, pasear a tu perro. Leer una historieta, echar un chapuzón, cocinar un pastel, caminar de la mano con tu amada, escribir un verso que nadie más mira. Nunca renuncies a eso. Dale un portazo a las responsabilidades que pretenden acabar con lo mejor que posees, lo improductivo.

La fórmula le funcionó a Patrick Leigh Fermor. Vivió casi cien años. Como él mismo llegó a decir, lo trivial enciende los fusibles de la memoria. Toca, toca por los viejos tiempos y sírvete un trago.

 

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El peor torneo de la historia | Columna de Arturo Mena “Nefrox”

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TESTEANDO

 

Los torneos cortos en el futbol mexicano han traído cambios interesantes en la estadística, desde un sin fin de campeones, tres bicampeonatos (Pumas, León y Atlas) así como muchos títulos de goleo.

Pero la cosa no termina ahí, vale la pena voltear al fondo de la tabla para revisar los peores equipos en los torneos cortos.

El peor equipo de cada torneo, lo tendremos que buscar en la parte baja de la tabla, y aún así, nos tenemos que ir con equipos que sumaron cuando mucho 10 puntos al finalizar el certamen. Por ejemplo Tijuana que en el Clausura 2020, terminó con 9 puntos, pero recordemos que en ese torneo, no se completaron las fechas por la pandemia.

El primer equipo en tener esa marca fue Veracruz, que en el Invierno 96 termina el campeonato con solo 9 puntos. Posteriormente, en el Invierno 98, dos equipos compartieron el último lugar, Toros Neza y Puebla, cerraron la competencia con tan solo 8 unidades.

Del lado de los de casa, San Luis firmó su peor torneo corto en el Apertura 2022, cuando solo pudo hacer 9 puntos después de cumplirse las fechas.

Querétaro ha finalizado dos veces como el peor equipo del torneo, el Apertura 2003 y el Apertura 2012, logró solo 7 puntos.

El ya mencionado Puebla ostenta dos récords en este rubro, el primero es el de haber terminado también dos torneos como último, el Invierno 98 con 8 puntos y el presente Clausura 2024 con solo 5, mismos que le dan el galardón del peor equipo de la historia de los torneos cortos.

Por su parte, el Veracruz, es el equipo que más veces ha quedado en último lugar, con tres ocasiones, en el Invierno 96 cerró con 10 unidades, el Apertura 2019 sumó solo 8 puntos y el Clausura 2019 el equipo del puerto había logrado 6 puntos en la cancha, pero le fueron retirados en la mesa sancionados por FIFA, con lo que a pesar de tener 6 unidades, cerraron el torneo con 0 y desafiliación.

En fin, mucho podemos hablar de la calidad del torneo mexicano, podríamos llamarlo competitividad o torneo mediocre, pero lo que no nos debe quedar duda es que en este Clausura 2024, Puebla firmó el peor torneo corto de la historia del futbol mexicano.

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Opinión