abril 27, 2024

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#4 Tiempos

No volverás a ser joven (y qué bueno) | Columna de Carlos López Medrano

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MEJOR DORMIR

 

Es normal, supongo, que con el pasar de los años uno quiera reivindicar la vejez. No es curarse en salud, sino ya directamente una forma de protegerse en medio del fragor de los achaques. Esta punzada en la espalda es un lujo, señoría, y qué privilegio es parecer un abuelo sin haber tenido hijos. No cualquiera. La decadencia aviva las llamas de la creatividad; así, uno puede romantizar lo que convenga. Lo que a ojos de otros es una clara muestra del declive, se ha de erigir como un toque de distinción.

Excusas que uno se inventa, quizá. Pero cada vez rompo más lanzas a favor de lo viejo. No soy un oportunista que a buena hora se sube al tren del hombre mayor. Quienes me conocen saben que desde niño he tenido esa aura otoñal que anda por el vecindario como alguien que no corresponde con su edad. Inclinado al talante flemático, he tenido de larga data un carácter añejo. Estoy chapado a la antigua. Tras cada interacción social, me acerco más y más al perfil del anciano cascarrabias a quien he terminado no solo por comprender, sino admirar.

Es sabida la valoración que hay hacia las personas mayores en diversas culturas, como ocurre en oriente (Japón, Corea, la China tradicional), la antigua Roma y Grecia, en las que se veneraba el conocimiento adquirido a través de la longevidad. Pocos llegaban a soplarse noventa tacos, así que había secretos y sabiduría que aprender de los que lo conseguían. Consejeros en la toma de decisiones. Faros a los que dirigirse.

El respeto a las canas se ha perdido en la posmodernidad y en contextos materialistas en los que se desplaza a los mayores en favor del imberbe. Un orden social que premia lo productivo, incluso si lo producido es basura.

El panorama es catastrófico. El hombre formado en el campo, o el que ha se ha molido la espalda en la fábrica, tiene que aguantar que una adolescente invalide su opinión por ser un «onvre» o ser ninguneado con un «ok, boomer». Y una mujer que nunca ha hecho daño a nadie y tira una posta ancestral es desestimada por un mocoso que juega al Fortnite al ritmo de un «ya siéntese, señora» con risa simiesca. La misma ufanía de quien se hace el superado con un «ᵃ».

Tras cada manifestación de arrogancia y del ensimismamiento de una generación sin mayor legado que una rutina de baile ante una cámara para subir a una aplicación extranjera, está la oportunidad perdida de aprender de quienes guardan sabiduría en cicatrices y arrugas, seres que tal vez tengan un pozo del cual aprender (del mismo modo en que los mayores pueden nutrirse del manantial creativo de los jóvenes en este carretera de doble sentido). Todavía valoro más una condecoración ganada en batalla que los likes conseguidos por comer una sopa extrapicante en TikTok.

La insolencia del niñato, además, lo relega al papel de un meme importado ―cómo no― de Estados Unidos. Si usted quiere saber cómo se comportará el progresista promedio en Hispanoamérica, no tiene más que observar lo que se cocía en los medios estadounidenses y en las universidades de Nueva York y California el verano pasado. Ya lo verá pronto aquí, bajo la etiqueta de libre pensador.

Una obviedad olvidada por los que pasan por verde lechuga: todos envejecen, incluido el recién llegado que ahora se burla de lo que considera senil. Cada minuto es un paso hacia una etapa inevitable de la existencia. Renegarla carece de sentido; por lo contrario, es una bendición llegar a la senectud antes que al apagón prematuro, el de aquellos que se van jóvenes, y a los que si bien se les recuerda eternamente impolutos (James Dean, Edie Sedgwick, Sharon Tate, Sal Mineo), también llevan consigo la cruz de la hazaña incompleta.

Lo mucho que la madurez habría dotado al rostro de las estrellas condenadas a muerte temprana. Los embates físicos pasarían a segundo plano con tal de tenerlos aquí en la vida, esta bella desdicha. Con el acabado de Anna Magnani, pidiéndole a un hombre que no corrigiera su rostro en el proceso de edición: «Por favor, no retoques mis arrugas. Me costó mucho tiempo ganarlas». 

En tanto nos dirigimos todos a la tercera edad, sería prudente echarle porras a lo arcaico y brindar a los ancianos los beneficios que deberíamos esperar algún día para nosotros. Hablo de cuestiones ajenas a pensiones y descuentos en farmacias, más bien una manera de incorporarlos al enjambre e incentivar la convivencia intergeneracional en esta abominable jungla derivada del puritanismo calvinista. A todo cerdo le llega su San Martín.

Es innegable que la sucesión de primaveras implica serias desventajas. Los sentidos se desgastan, la fuerza mengua, uno se amarga. Procuremos un envejecimiento sin el aroma de un tapete enmohecido. Sumar años sin caducar.

No idealizaré a los viejos per se: como en todo, los hay bastante necios e idiotas, pero se les ha de juzgar por dichas averías, no por su cualidad de longevos. Estemos al tanto de las nuevas tendencias, sin la obligación de contaminarnos de las que resulten nocivas. Lo clásico, se sabe, es lo que sobrevive al paso del tiempo. Su encanto encandila a la muerte, esquivándola una y otra vez.

Del mismo modo en que la edad implica debilitamientos, también trae consigo otras etiquetas y reformula los aportes que nutren a la sociedad. Comprender esto es importante. La vejez tiene una marcha pausada que habría que rescatar en tiempos donde se avanza y avanza… vete tú a saber hacia dónde. La tradición es el agua que apaga el fuego revolucionario que lo consume todo.

Lo viejo es un cognac XO, un whisky añejado en barricas de roble por 18 años, el destilado de un maestro mezcalero curtido por décadas de trabajo. Elixires en contraposición a la charlatanería de soluciones exprés, el kosaco en botella de plástico, el azulito que acompañan canciones que te degradarán si sigues al dedillo, el trago en lata que anuncia el comediante de moda.

La juventud da tumbos y saltos en el jardín. La madurez es arremangarse y arrancar de cuajo la maleza hasta que el cuerpo no da más de sí. Depurar lo que haga falta para quedar libre de amargor. Una fase de desprendimiento. Perdemos a los amigos, a los viejos amores, las oportunidades, la voluntad. Todo eso ya no está, adquiere otra la forma de un espectro que uno habrá de perdonar en la intimidad si se aspira a la noche sosegada. Las cuentas saldadas mejoran el descanso.

El envejecimiento tiene ritmos misteriosos. Hay años en los que se ganan enteros, en los que el físico adquiere la patina de una escultura a la intemperie, libre de enfermedades mayores que lo ensombrezcan. En cambio, hay meses en los que sobreviene la caída, en los que la faz se erosiona y da a la víctima el aspecto de alguien que ha sido apaleado por los acontecimientos.

Hemos visto personas cuyo aspecto se ve marchitado con suave armonía, como la animación producida por hojas que caen. Una transición más bien: colores y texturas que claudican poco a poco, sin que sus portadores lo perciban. Aquel mariscal de campo que de los veinte a los ochenta años mantiene un mismo semblante, un rictus similar, tan solo mudado entre gamas: del castaño al cabello blanco, de la rectitud al encorvado, de la piel suave a la áspera y a las manchas de sol. La gracia de Clint Eastwood pese a tantos diciembres a cuestas.

Pienso estas cosas al albor de otro cumpleaños. Con cada nueva vela me siento más en sintonía con mi espíritu.

 

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#4 Tiempos

Agua de limón, de jamaica y Claudia Sheinbaum | Crónica de Jorge Saldaña

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CRONICA DE JORGE SALDAÑA

Hay que salir a buscarlos.

Es 2024 y comenzamos en casa.

Es nuestra cobertura presidencial y toca a Claudia Sheinbaum, que visita la Huasteca potosina.

Nadie dijo que fuera fácil.

Estamos en Ciudad Valles, San Luis Potosí. Y aunque la temperatura marca más de 30 grados, hay que decir que la tarde de este martes de abril, fue clemente comparado con otros días.

Horas antes de la cita, en la plaza Hidalgo se reúne, se deambula, se convive y se percibe que algo viene para unos y otros.

La música suena muy fuerte, se habla a gritos.

Ya con miles en su lugar, pasar por donde no había filtros era más difícil que por donde sí los había.

La seguridad apretada, pero no más que lograr pasar, cuerpo a cuerpo, a través de las miles de personas que se acomodaron a lo largo de la calle hasta donde no se les alcanzaba a ver fin.

Ojalá hubiera un agua de limón o de jamaica, pero no.

Solo había Verde y Morena en banderas, banderines, playeras, gorras, llaveros, lonas y un variopinto de utilitarios.

Los del presidente, no pudieron faltar.

Verdes y Morenistas van en alianza, pero en el evento están divididos por una larga valla central.

“Ahí viene Claudia, aquí está la candidata”, anunciaban atentando contra su garganta los conductores del evento… pero no, no llegaba.

Subir el ánimo después de 4 horas de espera no era fácil.

Fueron horas de espera, de cansancio, de calor, de esperanza, un poco de paciencia pero sobre todo, de sudor.

La calle de Morelos, abarrotada de simpatizantes de uno y otro sabor. Tenía sed, de que llegara el momento, de ver a la abanderada, de escuchar, de estar, los más solo tenían sed.

La cita era a las 7 y media de la tarde, pero el reloj marcó un cuarto para las nueve de la noche cuando el “Ya está con nosotros” no era ensayo.

Llegó la candidata, se encendió la pasarela a base de selfies, saludos y abrazos.

El avance rápido acompañado de una música estruendosa que se repitió durante horas.

La luna llena en su esplendor iluminó un poco la esperanza desgastada en horas de pie.

En el templete las cosas no eran distintas, de un lado se acomodaron a los candidatos del Verde y del otro los de Morena.

Sí, van juntos. Sí son alianza, pero no en todo.

Hay tres formulas al senado, es parte del llamado “Plan C”.

Las porras se dividen cuando se menciona a los invitados, unos causan furor, otros no tanto… otros nada.

Claudia se ve cansada pero se reanima y llega casi bailando atendiendo a la multitud.

Ya arriba, el abrazo de la candidata a limones y jamaicas, relaja la tensión entre unos y otros invitados especiales

.

Claudia llegó a dar sentido a que estén todos sentados a centímetros de distancia, pero a kilómetros de empatía.

El mensaje se desarrolla y se convierte en una consulta a mano alzada, se “vota” por los programas que están y los que continúan.

Programas específicos para San Luis: el agua, la infraestructura carretera y de nuevo la promesa del truncado aeropuerto en Tamuín.

Se entusiasmaron las columnas humanas, a eso fueron a sudar por tanto tiempo. La promesa estaba entregada.

Los discursos teloneros solo fueron dos y corrieron por parte de Ruth González, encaminada al senado por el partido Verde y por Rita Ozalia Rodríguez, su rival en boletas, su aliada en… la alianza.

Todo lo demás fue Claudia siendo Claudia. La que ya es. La que será presidenta, según lo aseguró, porque dijo, tiene el apoyo de millones de mexicanos… primero los pobres.

“Mexicanos al grito de guerra” con la cabeza descubierta anuncia el fin de la liturgia de los eventos masivos de la candidata.

Salida y bajada tortuosa, el viacrucis para abandonar el lugar lo vive la abanderada arriba de una camioneta gris que tarda casi una hora en avanzar dos cuadras.

Los vallenses le piden, le dan la mano, le toman foto, la saludan, pero sobre todo, no la querían dejar ir.

Todos necesitaban algo.

Pasan las 10 de la noche y parece que por fin, la plaza Hidalgo deja de reunir para dejar ir.

La mañana siguiente llega pronto y es un salón de eventos el lugar donde la candidata se encuentra con los medios de comunicación.

Todos listos y viene la primer pregunta. La fortuna, corresponde a nosotros abrir los cuestionamientos.

Preguntamos sobre el agua, la carretera 57 y sobre una próxima visita.

Al respecto aseguró que modificar la Ley de Aguas será una prioridad al inicio de su gobierno. Explicó que esta Ley se transformó en tiempos de Salinas de Gortari, y luego de realizar mesas de trabajo, se podrán recuperar las concesiones privadas del recurso, para que éste sea regresado para todos los mexicanos.

La carretera 57, ampliarla y rehabilitarla hasta Piedras Negras. Y finalmente, la promesa de intentar regresar a tierras potosinas durante los cierres de campaña.

Esto respondió para La Orquesta, Claudia Sheinbaum.

De nuevo a la salida, el mitote, las selfies, los mucho gusto y los muchas gracias no dejan caminar a la candidata que se presta a partir por tierra a Tamazunchale, municipio que, aunque esta a cien kilómetros, la distancia en auto se transforma en casi cuatro horas.

Y es que se está reconstruyendo la carretera en ese tramo, la misma vía que anunció la candidata se ampliará hasta Huejutla, Hidalgo.

Hay que tomar ruta alterna si se quiere llegar a tiempo. Una ruta que deja ver a municipios olvidados.

Municipios terrosos y tristes por los que hay que pasar, como Tanquián, San Vicente y San Martín para por fin bajar a Tamazunchale.

No es que esté en mejores condiciones el camino. Hay menos tráfico, pero lejos de ser confortablemente transitable.

El escenario en Tamazunchale es la Unidad Deportiva.

Bajo un mega toldo es difícil que quepa un alfiler delgado, por eso muchos prefieren las pocas sombras que incluso se aprovechan hasta para que los niños duerman un rato y pase el calor.

Hay aguas frescas, también hay jamaica y limón.

Allá Morena y Verde pelean a gritos por la atención de la abanderada que de plano interrumpe el discurso de la candidata Rita Rodríguez para poner orden.

Fue un “ya no peleen y no me importa quien empezó” Se llama respeto. ¿Me van a escuchar?

 

En menos de 24 horas dos masivos y rueda de prensa en tierras potosinas.

En el fondo, dejar un mensaje claro para la tensión política potosina a la que puso en orden dejando promesa y esperanza de volverla a ver acá todavía como candidata, durante sus cierres de campaña.

Se fue la candidata. Ya es hora de tomar un agua, aunque sea de limón. Aunque sea de jamaica.

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#4 Tiempos

Se va Leal | Columna de Arturo Mena “Nefrox”

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TESTEANDO

Y sí, lo que muchos sospechábamos, se ha confirmado. San Luis dejará de ser dirigido por Gustavo Leal, con todo y que se le había renovado hasta 2025.

Casi siempre es lógico cortar por lo más fácil, director técnico y cuerpo de entrenadores, son los primeros en irse de un plantel. Justo esto es lo que ha sucedido.

Pero, ¿es Leal el principal culpable? ¿Con esto el equipo podrá regresar a ser protagonista? Las respuestas de ambas preguntas, me parece que son rotundos “no”.

Para bien o para mal, Gustavo Leal buscaba implementar con San Luis un estilo de juego, algo definido, una especie de escuela que tuviera su sello de calidad, algo que pudieras distinguir con sus jugadores. Aunque estos cambiaran en el 11 titular, el estilo y las formas siempre estuvieron presentes, lo que falló por el desempeño.

Un increíble bajón de juego por parte de ciertos jugadores (extrañamente) como Bilbao, Dourado, Bonatini, Dominguez o Klimo (solo por mencionar algunos) dieron al traste con lo intentado en el papel por Gustavo; si los jugadores no responden, ni la mejor estrategia va a funcionar

.

Por otro lado, espero, pero dudo, de la capacidad de resiliencia de esta escuadra. No puede ser que termines tan bajo un torneo con prácticamente el mismo plantel que el campeonato anterior. Los jugadores deben asumir su responsabilidad y levantar la cara para el próximo torneo, sea cual fuere el entrenador a llegar.

En fin, se cierra un capítulo más del peor puesto de trabajo en el San Luis? Se va Leal y a seguir soñando, ojalá que esos sueños se puedan hacer pronto algo de realidad.

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#4 Tiempos

Así que… el documental que te recomendaron, resultó propaganda conspiranóica | Columna de Guille Carregha

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CRITICACIONES

 

Existe un período en la vida de muchos seres humanos, ente los 15 y los 18, dependiendo de qué tan católico tradicional sea el lecho de su hogar, en donde las personas se empiezan a cuestionar la validez de las enseñanzas religiosas. Generalmente no en las materias de “tratar bien a los demás seres humanos” o “intentar ser una persona buena que ayude a la sociedad”, sino, más bien, en el campo de “¿CÓMO ES POSIBLE QUE UN SEÑOR BARBÓN RIJA EL FUTURO DE LA HUMANIDAD DESDE UNA NUBE?” y similares. Es justo en esta edad, en la que empiezas a leer artículos de la Wikipedia en español poco o nada moderados, pero no libros porque “eso es muy complicado y no me da tiempo”, que empiezas a encontrar ciertos elementos de “información conflictuada” que puede incluso hacerte cuestionar la realidad misma en la que vives.

                  De esa manera, datos duros como “los españoles, en la conquista, simplemente cubrieron a los íconos religiosos de los aztecas con íconos religiosos católicos” en vez de significar “los españoles nos vendieron lo mismo que ya creíamos, PERO CON UN SOMBRERO NUEVO, para agilizar más el proceso de conversión al cristianismo” pasan a ser frases como “¿Ya se dieron cuenta que la virgen de Guadalupe se parece mucho a Tonantzin? ¿NO SERÁ ACASO QUE LA RELIGIÓN ES UNA INVENCIÓN HUMANA QUE SOLO RECICLA INFORMACIÓN? ¡ESTO CONFIRMA QUE LOS CATÓLICOS SABEN QUE SU RELIGIÓN ES FALSA Y LO ADMITIERON EN LA NUEVA ESPAÑA ANTE NUESTROS OJOS!”

                  Ahora imagina que una persona con estas capacidades de dar brincos de lógica sustentados en los pelitos rizados de sus testículos se encarga de escribir (y realizar) un pseudo-documental que se cuestiona cosas con estas fórmulas. Es así que se consigue la existencia de productos tan tochos y lerdos como Zeitgeist: The Movie.

                  Me acuerdo mucho que a lo largo de la carrera, un número nutrido de personas respetables hablaban mucho sobre este documental como un visionado importante, como un “abrir de ojos” ante la situación, que se cuestionaba la realidad “ficticia” en la que vivíamos actual o alguna otra mamada de ese calibre. Eso era por allá del 2008 o 2009. Siempre me causó curiosidad acercarme a esta cosa, pero también era mi época en la que “qué flojera, ver documentales, lo único interesante es ver cine de ficción”, así que lo ignoré durante muchos años, aunque siempre con la espinita clavada en la parte trasera de mi cerebro recordándome de su existencia cada cierto tiempo.

                  Ahora, en 2024, finalmente decidí darle un +1 en el contador de vistas a esta cosa que POR SUPUESTO que fue subida originalmente a YouTube como principal medio de distribución.

El documental comienza con 15 minutos de clips auditivos de gente importante hablando de la importancia de la espiritualidad o burlándose de la religión. Todo mientras aparecen en pantalla animaciones decentes o visualizadores de Windows Media Player creados para generarte ataques de epilepsia.

Una vez que se le termina el contenido con derechos de autor que se robó, el autor procede a hablar durante media hora acerca de cómo descubrió que la religión es un mito perpetuado desde la antigüedad. Resulta que, además de leer en algún foro de internet de Halo que todas las deidades tienen elementos similares en su concepción histórica, el creador de este documental decidió creerle al anon que lo mencionó en un post y decidió no investigar más.

Es así como llegamos a la sección en la que malinterpreta toda la mitología de Horus para decir que es EXACTAMENTE igual a la historia de Jesús, muy a pesar de que Horus naciera de un acto necrofílico, no tenía apóstoles, no fue bautizado, ni resucitó después de morir – pero nació el 25 de diciembre, lo cual es la prueba más fehaciente de que el catolicismo se copió el mito.

Digo, eso si olvidamos que el catolicismo indica que el 25 de diciembre es una fecha conmemorativa, porque nadie sabe cuándo carajos nació el Chuy, o si recordamos que, OBVIAMENTE, los antiguos egipcios se regían por el calendario gregoriano implementado en 1582.

¡TODO TIENE TODO EL SENTIDO DEL MUNDO!

Y, con este mismo nivel de brincos de lógica y falta de investigación, pero hipnóticos efectos de visualizador de WinAmp, nos pasamos a hablar acerca del “mito del 11 de septiembre” y de “la realidad de la economía mundial”. Si este individuo fue incapaz de conseguir información pertinente acerca de un tema tan ampliamente investigado como es la religión, ¿qué podemos esperar de sus reacciones anales a temas más contemporáneos como el 2001?

Todos los argumentos parecen haber sido escritos por un niño de preparatoria que un día no le creyó a su maestra de historia algún detalle que mencionó en clase y se encargó de redactar un ensayo de 500 páginas para demostrarle a la señora su error. Es una colección inimaginable de puros saltos de lógica bien idiotas y conspiranóicos que solo funcionan si apagas tu cerebro y se te olvida pensar.

Son dos horas enteras de una sarta de estupideces que comienzan desde un interesante “¿y si cuestionamos…?” para pasar inmediatamente a un “pero si miras entonces esta evidencia que me saqué del sobaco, y la observas a un ángulo de 38° durante el solsticio de invierno en Mumbay, podrás notar que la policía sí sabía que asuntos internos les tendía una trampa – y es por eso que los judíos controlan al mundo, para ponerle chips a la población.”

Much Smart.

Very intelligence.

Wow.

Su cuestionamiento sobre el 9/11 pasa a entenderse como un “Tengo preguntas pertinentes sobre esta información que no cuadra, pero la primera es, ¿cómo es que un político puede mentir en cadena nacional? ¡Eso es ilegal, porque juega con mis sentimientos! ¿Es porque no me quieren?” que parece decirle a todos los muertos de aquel día que, pues, ni modo, peones políticos que el gran cabal necesitaba para avanzar la historia mundial.

El man este es como un mameitor que a los 15 cree que sabe más de religión, astrología, política, economía y (perdón, pero es que no me cabe en la cabeza lo de que desconoce) INCLUSO CÓMO FUNCIONAN LOS CALENDARIOS Y SU IMPLEMENTACIÓN que la planta docente de su escuela. Y se aventó esta chaqueta mental (progresivamente peor editada) de DOS HORAS para demostrarle al mundo entero que él sí le sabe, que él es súper capaz y tiene el cerebro de siete supercomputadoras en su cabeza.

Y ya. No le sacas nada de provecho. Es como sentarte a consumir un podcast conspiranoico de poca monta del 2021, de esos grabados en un celular NOKIA del 2004, que te dice que te tragues cloruro de sodio para escapar de la Mátrix, cuya única fuente es “un anónimo en 4Chan me explicó cómo funciona el mundo y abrí los ojos”.

Cosa horrible, cosa mal hecha, con puros argumentos pendejos que dependen de que no sepas como funciona la historia o la vida para que concuerdes con ellos.

Prueba fehaciente de que no necesitas investigar, mucho menos ser elocuente, para tener una carrera exitosa haciendo propaganda.

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