Deportes
Las mejores boxeadoras y boxeadores potosinos de la historia
Medallistas olímpicos y combates internacionales son algunas de las experiencias que dejado estos deportistas para el pugilismo de nuestro estado
Por: Bernardo Vera
La historia del deporte potosino se ha escrito gracias al esfuerzo de diferentes atletas que, aunque no siempre la memoria colectiva le rinde el honor merecido a su trayectoria, se han ganado un lugar en la historia de la ciudad, el estado, el país y el mundo. Por ello, hacemos un recuento de las principales figuras que el boxeo potosino ha visto nacer: gladiadores que alcanzaron la gloria y que son orgullo de disciplina deportiva de los encordados.
AGUSTÍN ZARAGOZA REYNA
Agustín nació el 18 de agosto de 1941. Peleó un total de 260 peleas, de las cuales solo obtuvo doce derrotas. Compitió por un lugar en los Juegos Olímpicos de Tokio 1964, pero quedó fuera, al caer ante Alfonso Ramírez en la eliminatoria nacional, pero logró conseguir un lugar en el equipo mexicano de los Juegos Olímpicos de 1968.
Durante la justa olímpica, enfrentó por la medalla de bronce en peso gallo a Jan Heiduk, campeón europeo, originario de Checoslovaquia, nueve centímetros más alto que él; Zaragoza aprovechó el boxeo en corto para evitar la distancia y verse afectado por la diferencia de estatura. Dicha estrategia le dio un 4-1 a su favor, un triunfo de escándalo a nivel mundial.
En entrevistas, el púgil contó que tenía una sentencia, casi convertida en mantra, que lo ayudó a conseguir el objetivo: “No iban a venir a pegarme en mi propia casa”.
En 1972, a sus 31 años, venció a todos los medianos y calificó a los Juegos Olímpicos de Münich 1972. Sin embargo, Sergio Zaldívar, entonces titular de la Federación Mexicana de Boxeo Amateur, relegó la asistencia del potosino, y envió a Luis Espinosa, un joven en ascenso que cayó en el primer combate, y así terminó la carrera amateur de Agustín.
Desde 1970, Zaragoza se dedicó a ser instructor de boxeo en el ISSSTE y se retiró en 1975 de las peleas. En 1981, recibió el carnet internacional de juez de la Asociación Internacional de Boxeo Amateur y actualmente enseña boxeo en una escuela en la Ciudad de México. Siete años después regresó a los Juegos Olímpicos de Seúl, en 1988, donde tuvo una notable participación.
NAROYUKI KOASICHA
Naroyuki fue la primera potosina en debutar profesionalmente en el boxeo, su última pelea importante como campeona mundial fue en París como peso súper gallo.
Koasicha inició practicando gimnasia a los tres años de edad con entrenamientos diarios; a los 11 dejó la gimnasia y a los 13 comenzó en el boxeo. Su primera pelea fue a los 15 años, la cual ganó por knock out. Ese año se convirtió en la primera campeona nacional del estado en boxeo amateur. Ha sido cinco veces campeona nacional en peso pluma 57 kg, peso ligero 60 kg y amateur 2012 en peso gallo 54 kg, ocho veces medallista amateur 57 kg, 60 kg y 54 kg, medalla de plata en el torneo Americano de la Especialidad en Brasil 2010, única potosina en ir al mundial en la Isla de Barbados en 2010, pre seleccionada en 2012 para Londres y en 2012 fue su último torneo como amateur.
Actualmente se encuentra en un retiro parcial, pues surgió un proyecto para investigar sus raíces en Japón, el cual duró más de lo pensado, después llegó la pandemia por covid-19. Sin embargo, aún no define su retiro definitivo.
Naroyuki es licenciada en administración del deporte, y ella misma ha declarado que le gustaría incursionar en el boxeo desde otra perspectiva: “ahora las personas cercanas a mí me dicen cosas como “mi hija quiere ser como tú”, yo no tenía ningún referente cuando empecé y que las niñas pueda avanzar más que yo”.
MANUEL “LOCO” TORRES
Manuel Torres Compeán nació en San Luis Potosí el 1 de enero de 1949. Se inició en el boxeo amateur en 1960, y obtuvo dos campeonatos, el de Nuevos Valores y de los Barrios. Destacó por ser el campeón de “Guantes de Oro” en Monterrey, Nuevo León. Posteriormente se fue a los Estados Unidos a probar suerte, donde realizó muchos de sus combates.
En San Luis Potosí combatió contra Elías Treviño, Herminio “La Loba” Ramírez, y Carlos “Cacique” Ortiz. El 4 de febrero de 1972 en la Arena Coliseo de San Luis Potosí se enfrentó a Arturo Rangel, en una función donde participaron potosinos como Gerardo Zúñiga, Ceferino Luna, “Zorrita” Estrada y Jesús Silva.
Manuel “Loco” Torres se enfrentó a Chuck Mince en Houston, Texas; en Caracas, Venezuela, se midió ante Clyde Washington a quien derrotó por knock out en 9 asaltos.
Manuel Torres falleció el 28 de agosto de 2020.
ROMULO KOASICHA
Nació en San Luis Potosí, San Luis Potosí, se ha destacado en el boxeo amateur y profesional consiguiendo peleas por campeonatos mundiales. En el año 2012, Rómulo ganó su primer cinturón y en la Ciudad de México se coronó como campeón de Norteamérica, avalado por el Consejo Mundial de Boxeo (CMB). Dos años después, ganó el campeonato de Latinoamérica del CMB en el auditorio Miguel Barragán en San Luis Potosí contra un colombiano.
Koasicha peleó en Florida, Estados Unidos, en 2016 y en la ciudad de Puerto Elizabeth, Sudáfrica, en abril de 2019. Y aunque en estas peleas no obtuvo un triunfo, siempre ha buscado la preparación mental y física para cualquier combate, especialmente cuando se trata de combates donde debe representar a su país.
LUIS FERNANDO “SIETE BARRIOS” SAAVEDRA
Luis Fernando Saavedra Monasterio, conocido como “El Siete Barrios”, es un boxeador profesional potosino y estudiante universitario de la Facultad de Contaduría y Administración de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí.
Inició su carrera boxística de amateur a los 4 años de edad, y ha sumado 102 combates como boxeador amateur. A los 18 años de edad, debutó como boxeador profesional y, actualmente, con 25 años de edad, tiene 19 combates profesionales en su haber.
En 2016, consiguió el campeonato regional de los Estados Unidos en la ciudad de Houston, Texas, avalado por la Organización Americana de Boxeo. En 2017, realizó su primera pelea transmitida por televisión internacional, a través de la cadena Fox Sport y desde la ciudad de Los Ángeles, California. Sin embargo, en esta pelea, perdió ante el estadounidense Brandon Figueroa.
Su más reciente combate tuvo lugar el 26 de junio del 2021 en la ciudad de Las Vegas, Nevada, transmitida por el canal deportivo ESPN/ESPN PLUS, y en el marco del regreso de Vasyl Lomachenko; en esta pelea, venció por decisión al estadounidense Robert Rodríguez.
MICHEL “BRAVO” ROSALES HERNÁNDEZ
Michel Rosales es un boxeador profesional de la división de peso Welter. Es originario del municipio de Charcas, y su récord es de 52 peleas disputadas; 36 victorias, 29 knockouts, 16 derrotas y cero empates.
El 11 de abril de 2009 tuvo la oportunidad de medirse ante Saúl “Canelo” Álvarez, en el Gimnasio “Niños Héroes”, de Tepic, Nayarit. Con el título de peso Welter en disputa, terminó cayendo por knock out técnico.
Desde 2015 inició su etapa como entrenador, en un gimnasio en el municipio de Soledad de Graciano Sánchez, y ha trabajado con niños, preparándolos para que sean grandes boxeadores.
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#4 Tiempos
El eterno | Columna de Arturo Mena “Nefrox”
TESTEANDO
Guillermo Ochoa es un portero que se convirtió en bandera. Desde que debutó con el América en 2004, sus guantes parecían hechos para noches grandes: títulos de liga, protagonismo inmediato y el aura del “nuevo guardián” del arco mexicano. Tardó en dar el salto a Europa, y aún así, demostró sus ganas de crecer a pesar de los sacrificios, con una carrera que, aunque irregular en lo colectivo, lo mantuvo vigente en la élite del futbol internacional durante más de una década.
En Francia defendió al Ajaccio, donde se convirtió en ídolo de un club pequeño que sobrevivía gracias a sus atajadas imposibles. Después vinieron pasos por Málaga y Granada en España, donde la lucha contra el descenso lo expuso constantemente, pero también lo catapultó con actuaciones memorables frente a equipos como el Barcelona o el Real Madrid. Más tarde, Bélgica, con el Standard de Lieja, donde recuperó la estabilidad, disputó competencias europeas y volvió a tener el brillo de arquero confiable.
De ahí regresó a México, otra vez al América, como referente y capitán. Sin embargo, su ambición lo llevó a un último desafío en Italia con la Salernitana, donde las críticas fueron severas y el equipo terminó hundido en la tabla. Ese episodio marcó un antes y un después: Ochoa ya no era visto como el mismo arquero que tapaba lo imposible en los mundiales, sino como un veterano que comenzaba a pagar factura ante la exigencia de un futbol mayor.
Con la Selección Mexicana, su legado es indiscutible
. Fue cinco veces mundialista y protagonista en Brasil 2014 y Rusia 2018, con actuaciones que dieron la vuelta al mundo. Se le aplaudió como salvador, pero también se le cuestionó su influencia en el vestidor y el hecho de que, durante años, cerrara el camino a nuevas generaciones de arqueros.Hoy el futuro de Ochoa es una incógnita. Con 39 años cumplidos, se habla de un posible regreso a la Liga MX, donde tendría el respaldo de la afición y un lugar asegurado en el escaparate. También existe la posibilidad de un destino exótico, en ligas de menor exigencia pero con cheques generosos. El problema es que cada paso que dé será juzgado no como una nueva aventura, sino como el epílogo de una carrera que marcó época.
El verdadero reto de Guillermo Ochoa ya no está bajo los tres palos, sino frente al espejo. Su historia se escribió entre América, Ajaccio, Málaga, Granada, Standard de Lieja y Salernitana; su leyenda se forjó con la Selección. Pero ahora, cuando el tiempo le recuerda que no hay reflejo eterno, deberá decidir si se despide como un gigante que supo irse en lo alto o como un ídolo que se aferró demasiado al recuerdo de sus mejores atajadas.
#4 Tiempos
Hoy, frente al campeón | Columna de Arturo Mena “Nefrox”
TESTEANDO
Cuando Toluca llegue al Alfonso Lastras esta noche, no lo hará como un visitante cualquiera. Llega con la etiqueta de campeón, con una racha que asusta y con la confianza de un equipo que se sabe sólido. Para San Luis, en cambio, la cita es una cuerda floja: si tropiezan, el vacío no será sólo en la tabla, también en la credibilidad.
Los Diablos Rojos han mostrado lo que pocos en este torneo: regularidad. Saben atacar, saben cerrar partidos y rara vez pierden la calma. Es un conjunto que luce afinado, con un mediocampo que controla ritmos y delanteros que no perdonan. La pregunta no es si Toluca llega bien, sino si San Luis tiene con qué incomodarlos.
El conjunto potosino, por su parte, ha vivido a base de altibajos. Capaz de ganar con autoridad un fin de semana y de derrumbarse al siguiente con errores de principiante. Su defensa es frágil cuando la presión se acumula y su ataque depende demasiado de destellos aislados. Juegan en casa, sí, pero el Lastras ha dejado de ser un verdadero bastión, demasiadas veces los rivales han salido de aquí con los brazos en alto.
El historial entre ambos no ayuda al ánimo local. Toluca suele imponerse con naturalidad y pocas veces ha permitido que San Luis lo sorprenda. No es casualidad, cuando uno tiene orden y el otro improvisa, el resultado suele estar cantado.
Sin embargo, el fútbol tiene esa manía de burlarse de la lógica. A San Luis le basta un arranque intenso, un gol inesperado o una noche inspirada de su arquero para cambiar el guion. Lo sabe la afición, que se aferra a la esperanza de que, ante el rival más fuerte, el equipo saque la versión que pocas veces aparece.
Hoy no se juega sólo un partido. Para Toluca es la oportunidad de confirmar que su liderazgo no es un accidente. Para San Luis, es el chance de mandar un mensaje claro de que no están condenados a ser comparsa, que pueden competir con cualquiera si deciden hacerlo en serio.
Si San Luis sale tímido, Toluca lo devorará sin esfuerzo. Pero si el local entiende que este es el momento para dar un golpe sobre la mesa, entonces el líder tendrá, por fin, un rival que lo haga sudar. El balón dirá si el Lastras es tumba o resurrección.
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#4 Tiempos
Clásico de la 57: pasión al filo del cuchillo | Columna de Arturo Mena “Nefrox”
TESTEANDO
Hoy se juega en Querétaro el Clásico de la 57, un duelo que siempre viene cargado de tensión, orgullo y, por desgracia, un trasfondo que no se puede ignorar: la sombra de la violencia. Este enfrentamiento no es un simple partido de fútbol, es un espejo incómodo de lo que todavía está pendiente en nuestro balompié.
El recuerdo de la batalla campal entre Querétaro y Atlas sigue vivo. Esa tarde oscura, con imágenes que dieron la vuelta al mundo, dejó claro que la pasión puede convertirse en caos en cuestión de segundos. Y no fue un hecho aislado: en otras ocasiones también hemos visto enfrentamientos en las gradas del Alfonso Lastras, peleas que interrumpieron partidos, además de aquel episodio en Torreón en el que el sonido de las detonaciones generó un pánico colectivo que terminó por vaciar un estadio entero. Lo que debería ser fiesta, demasiadas veces se ha convertido en pesadilla.
El problema no es exclusivo de México. Apenas esta misma semana, en Argentina, un partido internacional quedó marcado por escenas dantescas: aficionados golpeados, perseguidos y obligados a escapar del propio lugar que debería haber sido su refugio. El encuentro tuvo que ser suspendido y la violencia dejó un saldo de heridos, detenidos y un continente entero preguntándose cómo es posible que sigamos repitiendo las mismas historias de siempre.
Con ese telón de fondo se juega hoy este Clásico de la 57. En la cancha, Gallos Blancos y Atlético de San Luis se disputan algo más que tres puntos: se juegan la credibilidad de una rivalidad que merece ser recordada por goles y no por golpes . La exigencia es doble: para los equipos, que deben entregar un partido digno; y para las tribunas, que están obligadas a demostrar que se puede alentar sin cruzar la línea del salvajismo.
Porque la verdad es dura: si después de lo vivido en Querétaro hace unos años todavía no entendemos, si después de tantas escenas vergonzosas en México seguimos tolerando barras que se comportan como pandillas, entonces lo que pasó en Argentina podría repetirse aquí en cualquier momento.
El Clásico de la 57 debe ser una advertencia. Que la intensidad se quede en la cancha, que la rivalidad se mida en goles, que la pasión no vuelva a confundirse con barbarie. Si hoy la historia vuelve a torcerse hacia el lado equivocado, no habrá espacio para el asombro: sería simplemente la consecuencia de haber aprendido nada.
Este clásico es una puerta: o se abre para dejar pasar el fútbol en su forma más pura, o se entreabre para que se cuele de nuevo la violencia. Y lo que ocurra esta noche dirá mucho más de nosotros como país que de los once contra once que se atrevan a pisar la cancha.
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