octubre 11, 2025

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#4 Tiempos

Jacarandas de marzo | Columna de Daniela Rodríguez y Víctor Meade C.

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SIGAMOS DERECHO.

 

El 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, es el día en el que se conmemora la lucha por los derechos de las mujeres. Es un día en el que conmemoramos la lucha por nuestro lugar como iguales en una sociedad patriarcal. En México, es un día en el que las mujeres de todo el país tomamos las calles, en el que salimos sin miedo y nos hacemos visibles. El 8M le recordamos a la sociedad lo que quiere ignorar: que existimos, resistimos y que no nos vamos a callar. Esto último parece olvidársele a la administración en turno; nos quieren aislar, se atrincheran en el Palacio Nacional y dejan que el problema suceda afuera, donde no los toquen.

El pasado viernes 5 de marzo, a tres días de la marcha por el Día de la Mujer, el perímetro del Palacio Nacional amaneció amurallado. Este blindaje es un símbolo que lo dijo todo: este gobierno, como los anteriores, es indiferente a las mujeres, a la violencia que las persigue y a sus demandas. Porque es más importante cuidar la fachada, literalmente, que resolver el problema verdadero: la violencia patriarcal que se ejerce en todos los niveles, rincones y recovecos del país. Y este, el gobierno más feminista de la historia, con el capital político suficiente para apoyar a las mujeres de todo México, decide simplemente esconderse y dejar que cada quien se rasque con sus propias uñas. En palabras del propio presidente, «los muros no solucionan nada». Llama mucho la atención el contraste en discursos cuando se trata de una agenda política que no está dentro de sus prioridades.

La prestidigitación —es decir, el engaño— de este, nuestro gobierno más feminista de la historia, radica en trucos de espejos y retórica electoral barata: machismo y violencia institucional disfrazado de paridad tramposa. El retiro de estancias infantiles; el discurso familista, que coloca el cuidado de la familia exclusivamente en las mujeres; el infame ya chole; y el nuevo muro de la paz. De todas y cada una de estas (y más) acciones, que claramente buscan marginar a la mujer de la sociedad, el gobierno en turno se ha valido de sendas maromas para eximirse de su responsabilidad. Hay quienes aún hoy se maravillan al ver los trucos de la administración actual. Sin embargo, habría que ser tremendamente ingenuos para no ver la horrible verdad detrás del truco: una verdad que implica 11 mujeres muertas al día; verdad que, como todo buen mago, ni el presidente ni sus sicofantes de nómina osan revelar.

Podemos criticar todo lo que queramos al gobierno en turno, pero no es el único culpable al cual apuntar. Sin embargo, ¿podemos esperar la solución de la oposición? Claramente no. Hoy vemos que partidos que históricamente se han negado a reconocer la autonomía de las mujeres y a abogar por sus derechos no titubean en llenarse la boca con el discurso feminista; se suben al tren morado con el objetivo de ampliar sus votos, pero jamás de ayudar realmente a las mujeres. Todas las estrategias se tratan de ilusiones y promesas vacías.

Entonces, ¿qué hacer? La respuesta a esto no se encuentra ni en la política ni en el mercado, que busca capitalizar con las mujeres. La respuesta está en nuestras compañeras y el movimiento. Está en el poder que juntas tenemos, en tomar e inundar las calles porque somos, resistimos y existimos, a pesar de los obstáculos que nos imponen. No podemos esperar a que concedan lo que las mujeres pedimos: han dejado ya muy claro que no lo harán. Sin embargo, las acciones de hoy —y de quienes nos han antecedido— pavimentarán la realidad del futuro de las mujeres mexicanas. La resistencia de hoy es la existencia de mañana; los mensajes expresados el día de hoy tendrán como receptoras a las mujeres del futuro, que verán materializado lo inevitable: una sociedad de iguales.

Las movilizaciones y marchas de mujeres como las que tendrán lugar el día de hoy en todo el país y en varias partes del mundo no siempre han sido iguales a las de los años recientes. Las demandas han sido manifestadas en una variedad de formas: ya hubo manifestaciones en silencio; ya hubo expresiones artísticas que fueron tomadas a burla; ya ha habido un sinfín de paneles y mesas con discusiones que en poco han servido para poner un alto a los distintos tipos de violencia que se ejercen contra las mujeres. Ahora, la insostenible desintegración del tejido social, la violencia desenfrenada y el abrumador silencio de las autoridades han causado que las peticiones se conviertan en demandas urgentes y que se expresen de maneras distintas. Sin embargo, es fecha que una buena parte de la ciudadanía trata de desacreditar las demandas feministas, argumentando que se trata de mero vandalismo.

A la luz de lo anterior, el concepto de iconoclasia ha sido recuperado por quienes estudian el fenómeno de las marchas feministas y sus demandas. En sus orígenes, la iconoclasia refería a un movimiento herético que consistía en destruir deliberadamente los símbolos e íconos religiosos de una cultura determinada. En sentido amplio, el concepto hoy representa la destrucción de símbolos, arte o monumentos de manera organizada, colectiva y con motivaciones ideológicas; distinto al vandalismo, que se caracteriza por ser espontáneo y realizado sin motivos reconocibles. Así, la iconoclasia feminista representa un poderoso medio de expresión y de demanda, practicado sobre monumentos e íconos con significados que han dejado de ser un referente para la realidad actual del país.

Debemos romper los símbolos patriarcales que nos arrastran. Hoy pienso en mis amigas, en mi madre, en mis compañeras y en todas y cada una de las mujeres mexicanas a las que este país les ha fallado. El muro que nos aparta no será un muro que nos detenga: las inertes vallas negras han sido resignificadas para homenajear a las mujeres mexicanas a las que el Estado les ha fallado, para que en el futuro no nos falte ninguna. Será un futuro en que las calles estén teñidas de morado solo por las jacarandas que florecen en marzo, celebrando a las mujeres y su lucha.

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#4 Tiempos

Las dos mujeres de Truman. Palabras con cicuta

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Apuntes

Hay autores que escriben un solo amor con distintos nombres. Truman Capote lo hizo con los de Nancy Clutter y Holly Golightly: la muchacha asesinada y la mujer que huye. Dos rostros de la misma herida.

Nancy era todo lo que el mundo aprueba: pureza, promesa, familia. Una adolescente que hacía listas, organizaba fiestas y creía que el bien era una costumbre diaria. Holly, en cambio, era todo lo que el mundo juzga: libre, contradictoria, caprichosa, superviviente. Todo sinónimo de “libre y espontánea”.

Ambas están solas frente a una sociedad que las define, una desde la muerte y otra desde el deseo.

Yo creo que Capote estuvo enamorado de una mujer que fue las dos. Una que lo deslumbró por su bondad y lo desarmó por su caos. En Nancy encontró la integridad que él nunca tuvo; en Holly, la libertad que siempre le fue negada. Una mujer que cocinaba con delantal los domingos, pero que podía desaparecer una semana sin explicar por qué. La amaba por lo que lo salvaba y por lo que lo destruía.

En A sangre fría, Capote mira a Nancy como si aún pudiera rescatarla. La describe con ternura casi maternal, pero también con una envidia melancólica: ella no sabía lo que era la vergüenza ni el exceso. En Desayuno en Tiffany’s, en cambio, elige no salvar a Holly. La deja ir. Le permite el privilegio que Nancy nunca tuvo: seguir viva aunque nadie la entienda.

Quizá esa fue la forma en que Truman se reconcilió con su propia culpa. Escribir a la que murió como víctima y a la que se fue como promesa. Una purificada por la muerte, la otra condenada a vivir

. Entre ambas, Capote puso su propia alma: la de un niño que soñaba con el orden de Nancy y despertaba con el desorden de Holly.

No se puede amar a dos mujeres tan distintas sin romperse un poco. Pero Capote lo hizo. Amó la pureza que se deja matar y la libertad que se mata sola.

Y quizá, como tantos de nosotros, entendió demasiado tarde que una y otra eran la misma. Que la vida te puede matar por ser buena o por querer ser libre. Y que entre esas dos muertes —la literal y la simbólica— se esconde el precio de vivir como uno quiere.

Punto.

Y aquí estoy yo, leyendo a Truman y sintiendo que me contó la historia antes de que ocurriera. Porque yo también quise que Holly fuera Nancy: que se quedara, que colgara su vestido brillante y se sentara a esperar el desayuno. Pero ella eligió la noche, otro hombre, otra ciudad.

Yo sigo aquí, recogiendo los platos, preguntándome si alguna vez alguien puede amar a una mujer así sin terminar escribiendo sobre su ausencia.

Quizá eso somos los que escribimos: los que convertimos el abandono en literatura.
Los que seguimos hablando con las Holly que quisimos que fueran Nancy, aun sabiendo que la vida —como en Capote— siempre acaba a sangre fría.

Yo soy Jorge Saldaña.

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#4 Tiempos

Antonio Castro Leal, su papel por la autonomía universitaria | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash

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EL CRONOPIO

 

En los movimientos y propuestas por la autonomía universitaria en el país, son varios los potosinos que figuran como pioneros, algunos no muy mencionados en este proceso. Entre estas figuras encontramos a Valentín Gama y Cruz, Rafael Nieto Compeán, Manuel Nava Martínez y Antonio Castro Leal quien estaría involucrado en los dos más importantes movimientos por la autonomía universitaria, el caso potosino y el de la universidad nacional.

Antonio Castro leal, abogado de formación y literato por vocación nació en San Luis Potosí en la última década del siglo XIX, el 2 de abril de 1896 y como varios potosinos iría a la Ciudad de México a continuar sus estudios a principios del siglo XX, donde fincaría su formación intelectual en la Escuela Nacional Preparatoria adquiriendo una formación humanística que guiaría su vida profesional. Fue uno de los fundadores del proyecto conocido como Ateneo de la Juventud y la fundación de la Preparatoria Libre.

Ingresa a la Escuela Nacional de Jurisprudencia y cofundaría la Sociedad de Conferencias y Conciertos en 1916, a cuyos siete fundadores se les llamaría “los siete sabios”, junto a Vicente Lombardo Toledano, Manuel Gómez Morín, Teófilo Olea y Leyva, Jesús Moreno Baca, Alfonso Caso y Alberto Vázquez del Mercado. “Los siete sabios”, nombre que nació mas en tono de burla que de reconocimiento, se caracterizaban por ser un grupo lleno de inquietudes culturales y políticas, aficionados a la música, la literatura y cultura en general; jóvenes precoces de 19 y 20 años de edad que ya eran profesores universitarios.

El papel pionero de Valentín Gama, por la autonomía universitaria cuando asumió el rectorado de la entonces Universidad Nacional de México, ya lo hemos tratado en esta columna, pero por aquella época revolucionaria Antonio Castro Leal, figuraría entre los primeros mexicanos que impulsarían los proyectos de autonomía universitaria.

Su interés político se manifestaría en 1917, cuando con sus compañeros universitarios que integraban “los siete sabios” extendieron al Congreso de la Unión la primera solicitud de autonomía universitaria, como protesta ante la Constitución de ese año, que suprimía a la Secretaría de Educación Pública creando a cambio un Departamento Universitario que el Senado integró a la Secretaría de Gobernación; determinación que molestó a estudiantes y profesores y como parte de la protesta, Castro Leal y sus amigos de los siete sabios enviaban la solicitud de autonomía universitaria al Congreso de la Unión, de la cual nunca hubo respuesta.

Años después, Antonio Castro Leal, sería rector de la Universidad Nacional de México, siendo el segundo potosino en ocupar ese puesto y durante su rectorado se conseguiría como un gran triunfo histórico la autonomía universitaria transformándose la Universidad Nacional en Universidad Nacional Autónoma de México.

Por ese entonces la autonomía de la universidad potosina, que se considera la primera a nivel nacional en haber obtenido ese carácter con la iniciativa de Rafael Nieto, le había sido retirada y la recuperaría en parcialmente en 1935 siendo gobernador Idelfonso Turrubiartes. La completa autonomía y formación estructural académica de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, la lograría el Dr. Manuel Nava con el apoyo del gobernador Ismael Salas en la década de los cincuenta del siglo XX, como apuntamos en la entrega anterior de esta columna. En este movimiento académico en San Luis, estaría participando de manera indirecta también Antonio Castro Leal como miembro de la Academia Potosina de Ciencias y Artes que impulsó el movimiento renovador de alta cultura que incidió en la moderna formación de la UASLP.

Antonio Castro Leal obtuvo los grados de licenciado y doctor en derecho por la UNAM y doctor en filosofía por la Universidad Georgetown en Washington, Estados Unidos. Durante algún tiempo se dedicó a la docencia como actividad principal dictando cátedra de literatura en la Escuela de Altos Estudios, en la Escuela Nacional Preparatoria y en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, también impartió la cátedra de derecho internacional en la Escuela Nacional de Jurisprudencia.

Su papel en las instituciones educativas y culturales mexicanas fue muy importante teniendo un destacado papel protagónico, entre ellas la dirección del Instituto Nacional de Bellas Artes, entre muchas otras.

Su actividad literaria, otra de sus pasiones, la inicia en 1914 distinguiéndose como escritor, ensayista y crítico de las letras mexicanas. Escribió poesía usando el pseudónimo de “Miguel Potosí”. Castro Leal es uno de los muchos potosinos que escribieron su historia en el mundo de las letras y que figura como un protagonista por la autonomía universitaria en el país.

Antonio Castro Leal murió en la Ciudad de México el 7 de enero de 1981.

También lee: Manuel Nava, médico, humanista impulsor de la autonomía universitaria | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash

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#4 Tiempos

Siempre Autónoma… ¿o hasta la victoria siempre?

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APUNTES

 

Así “sin querer queriendo” me encontré una película que para mí es fabulosa: “13 días”. John Efe, era encantador… Fidel, un hombre que jamás se hincó ante el “imperio” mmmm… ¿De qué lado están ustedes? ¿“Team Fidel, que no se rinde pero tampoco se alinea”, o “Team John”?

La UASLP es como la Cuba de Fidel: No, ¿cómo cree presidente? Nosotros no tenemos nada en su contra, pero pues la hermana República de Rusia nos regaló unos misiles… ¿Qué haría usted?

Presidente… nuestra patria es autónoma, libre, independiente… no se meta, pero queremos el mismo derecho que usted a meternos en lo que nos dé la gana y golpearlo a contentillo… métase cuando a nosotros nos convenga… es nuestro derecho y hasta deber.

Presidente: vamos a lanzar nuestros misiles, pero no queremos hacerles daño… solo que usted nos hace daño y nos comportamos IGUAL que usted.

¿Autonomía? Claro. Que hermosa palabra. Caperucita pudo ser la más puta con el lobo, pero… fue decisión de ella (muy autónoma) señalar a quien ella consideró culpable… y mataron al lobo.

Deme una salida, presidente…

— Ok.

Eres a partir de hoy, autónomo. Pero bloqueado. Aceptas lo que te diga, pero dirás que no aceptaste. Hablo yo. No tú

… y te tienes que agachar, aunque tú tengas los misiles.

—Ganamos.

Hasta la próxima.

Yo soy Jorge Saldaña

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Opinión

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