#4 Tiempos
Fetichismo como indiferencia | Columna de Óscar Esquivel

Desafinando
Somos un pueblo de superstición, creemos en la charlatanería, las malas vibras, los números que marcan al nacer, las matemáticas infinitas, los baños de pureza natural, la barridas con pirulí, las limpias con huevo, el niño bautizado, la negación de la comunión para divorciados, en fin, un sin número de símbolos esotéricos, dentro y fuera de creencias religiosas.
Nos caracterizamos por absorber todo lo que nos dicen como probable y lo hacemos como válido para angustiarnos después, reaccionando como esquizofrénicos donde a todo le decimos que no.
Como el envidioso que siente que todo mundo lo envidia, por su posición económica y en realidad envidia la vida de los demás; Así algo parecido, sin ahondar en filosofía del comportamiento, los mexicanos nos hemos convertido en los campeones de “fregar al otro”.
Veo un país inmerso en redes sociales, como si fuera el único campo de acción para nuestras vidas, cuando en realidad cada publicación esconde el lado obscuro y solo deja ver la amabilidad extenuante de su tiempo.
En Torreón; Coahuila, corrió la sangre, salpico con su color purpura a la sociedad mexicana, está sociedad se comportó como animal a punto de ser sacrificado, se observó en el espejo de la indiferencia, para mirarse en el reflejo de otro, el de la hipocresía, ¡hipócritas todos! enmudecimos ante la tragedia ocasionada por el niño del colegio Cervantes, dos muertes, la de él mismo y la maestra. Pronto se dejó sentir el sudor colectivo que causa el pánico de saber que un chiquito de 11 años había cometido un acto atroz, las redes se inundaron de reacciones, algunas de posturas oficiales acusando la influencia de un juego electrónico, como si este hubiera aparecido de la nada, se compró para un fin, entretener y vaya que entretuvo al niño verdugo, esa es la realidad.
Cuando un ser humano se decide a cometer algún delito, la influencia inmaterial poco importa, él estaba realmente aprendiendo de su padre y abuelo, enojado, tomó la decisión de matar. De su madre degollada dudamos mucho que no estuviera enterado del cómo fue la muerte de su mamá; el papá encarcelado en los Estados Unidos por narcotráfico, el abuelo con millones de pesos en cuentas de transferencias para lavar dinero, ¿escondía las armas por precaución? o ¿para defenderse de los grupos rivales? Tal vez, el niño también se preparaba para eso, y a la escuela fue solo a “entrenar”.
Mientras todo eso ocurría, entre investigaciones, querellas, detenciones, la sociedad del internet se volcó a perdonar al agresor infante, haciéndose socialmente responsable de acto criminal que se había cometido, los maestros reclamaron su parte de dolor, “ni un maestro menos” como si todos los días murieran profesores en a manos de una pistola, ¿es una tragedia?, ¡Sí! Si lo es, ¿cuánta es la culpa social? Creo toda, descuidamos la esencia de lo que somos, confundimos las noticias criminales, con las actuaciones de la farándula, como si 34 mil muertes en el último año, fuera tan solo una cifra matemática, un lenguaje de números y no de indignación, un número es la cuenta, las personas son la tragedia.
Posturas como la actriz Laura Zapata, quien maldijo al nieto del presidente como si fuera el mismo anticristo, este tipo de posturas viniendo de una persona publica, su influencia, hace más daño que un juego de video, provoca mensajes de odio, que cualquier desorientado, mal educado, con “traumas de la infancia y la adolescencia”, pudiera cometer delitos de odio, después la lamentablemente y nuevamente, la sociedad se asombrara, expiara su penas, lloraría en silencio, agachando la cabeza como entrando al templo, se apostara en la tienda más cercana a adquirir el compañero, ¡qué digo! al amigo más entrañable de los niños, la televisión, el juego, la tablet, el celular.
Viviendo como lo hacemos, enseñando muy poco los valores en el hogar, como la bondad, el trabajo, el respeto, la dignidad, en ocasiones terminamos disfrazando nuestras enseñanzas con la permisibilidad, caprichos, berrinches de nuestros niños en casa, “todo sea para mantenerlos distraídos”, la atracción la encontraran en las drogas, la delincuencia, el maltrato al prójimo, el desdén por lo bello de la vida.
La educación fuera de casa, en escuelas, el aula misma, deben ser lugares de aprendizaje, técnico, cultural de convivencia que transmita valores, el respeto al otro, pero de la misma forma si un plantel educativo descuida la disciplina y los limites, maestros que ejercen violencia psicológica al alumno, los acosan emocionalmente y físicamente, permiten el bullying, será muy difícil, que las actuales generaciones mantengan un equilibrio de reconocimiento entre el bien y el mal. Si continuamos creyendo, por superstición que los males, la trae la llorona, que si los astros no se acomodan, que si pertenecemos a la era del apocalipsis según los mayas, sin no vamos a Teotihuacán hacernos limpias, terminaremos derrotados y hundidos.
Es mejor sentir el lodo en los pies para después limpiarlos, que ahogados en el estiércol de la desfortuna que produce una mala práctica de enseñanza, de valores en el hogar y la escuela.
PAUTA MAL DADA
Parece ser que ahora si nos va a ir bien, regresaron el avión presidencial con un potencial comprador coreano, se firmó el tratado de libre comercio el T MEC, el sistema de salud ¡requete bien! ¡Ah! Perdón, ese no, creo en mi juicio que un nuevo sistema político que comienza a desarrollarse como lo pretende ser la 4T, no debe, ni puede equivocarse de la manera que lo hicieron, al dar por terminado el Seguro Popular para dar paso al nuevo Instituto de Salud para el Bienestar Insabi, sin una pisca de planeación, manual de procedimientos, sistemas administrativos, bajas de personal, estas pifias dio como resultado, que en dos semanas los enfermos, los usuarios todos, tuvieran que pagar ciertos procedimientos médicos y hasta medicamentos. Es de humanos equivocarse pero aquí se mostró la falta de oficio en la administración, tanto de legisladores como de la misma secretaria de salud federal.
Un gobierno que desatiende, no atiende y se desentiende, está destinado al fracaso.
Esto vaya tan bien a los funcionarios potosinos encargados de generar políticas de transporte público, al final permitieron el incremento, con acuerdos o no, los permisionarios siguen por la libre. La ley de transporte los ampara porque en su redacción no establece requisitos, ni normas que establezcan sus obligaciones, todo se hace en acuerdos. El Estado permanece atado de manos, obviamente permitido por el legislativo en contubernio, se olvidan que es una concesión y debe estar regulada en la misma ley.
Como siempre al Gobernador, le tembló la mano para exigir a los permisionarios cumplan sus compromisos. Urge la modificación de la ley de transporte público.
Nos saludamos pronto.
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#4 Tiempos
Medio siglo del FIS-MAT, en honor a Mat. Silvia Sermeño | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash
EL CRONOPIO
En 1975 se realizó el primer Concurso Estatal de Física y Matemáticas para Escuelas Secundarias del Estado de San Luis Potosí, que ahora se conoce como Fis-Mat, el Concurso Regional Pauling de Física y Matemáticas que llega a estar conformado hasta por veintitrés concursos en las áreas de física, matemáticas, biología, química, astronomía, nanotecnología, ciencias naturales, ciencias del espacio, filosofía, donde participan estudiantes de primaria, secundaria y preparatoria. El Fis-Mat es el segundo concurso más antiguo del país y ha sido de cierta forma el conformador de los diversos concursos en México en las áreas en las que se enfoca, tales como las olimpiadas de física, matemáticas, química, etc.
El Fis-Mat es el único concurso de este tipo en el país y ha fincado toda una tradición. Con lo cual la edición 2025 del concurso marca cincuenta años de historia de uno de los concursos más importantes del país. Cada año el Fis-Mat es dedicado a un personaje relacionado con las áreas del conocimiento que abarca que haya destacado y contribuido al desarrollo de las mismas. Este año el concurso ha sido dedicado como un homenaje a la matemática Silvia Sermeño Lima por su papel desarrollado a lo largo de treinta años al desarrollo y enseñanza de las matemáticas en la Facultad de Ciencias de la UASLP, por lo que el Fis-Mat se ha denominado XLVI Concurso Regional “Pauling” de Física y Matemáticas “Silvia Elvira Sermeño Lima”.
El Fis-Mat nació como una iniciativa para alentar el estudio de disciplinas científicas en los jóvenes mexicanos con énfasis en los potosinos, apoyando su formación con actividades extraescolares y despertando vocaciones. Fue una iniciativa de los estudiantes de la antigua Escuela de Física y del dos veces galardonado con el Premio Nobel, el Dr. Linus Pauling, por lo que ahora asume su apellido y se dedicada a un personaje en especial como en esta ocasión es la Mat. Silvia Elvira Sermeño Lima.
Silvia Sermeño Lima estudió matemáticas en El Salvador su país natal y vino a México a continuar sus estudios y desarrollarse profesionalmente. En 1981 ingresó como profesora a la entonces Escuela de Física de la UASLP a colaborar en el desarrollo de la carrera de profesor de Matemáticas que acababa de iniciar actividades, así como encargarse de los cursos básicos formativos de las carreras de física y electrónica que existían en aquella época. Posteriormente se abrirían más opciones profesionales en el área de matemáticas y estaría participando en la formación de esas nuevas carreras de matemáticas.
Su labor en la ya Facultad de Ciencias fue intensa y estuvo a cargo de materias de matemáticas y formando a los jóvenes interesados en esta disciplina, en especial a quienes deseaban dedicarse a la enseñanza de las matemáticas en los diversos niveles educativos.
Su profesionalismo y dedicación en la educación y formación de matemáticos en San Luis Potosí fue determinante para consolidar este proceso que en la actualidad sigue siendo formador de matemáticos por la Facultad de Ciencias de la UASLP a nivel licenciatura y de posgrado en las áreas de educación matemática y matemáticas aplicadas.
Como un reconocimiento a su labor en la Facultad de Ciencias desde 1981 hasta el año 2009, cuando se jubiló como profesora de matemáticas se le han dedicado los trabajos del XLVI Concurso Regional “Pauling” de Física y Matemáticas, asignándole su nombre en este marco conmemorativo de medio siglo de existencia de tan importante concurso, donde se han dado cita estudiantes del nivel básico de diversos estados del país y que ha sembrado toda una tradición en nuestro estado.
Felicidades a la Mat. Silvia Elvira Sermeño Lima, y al Fís-Mat.
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#4 Tiempos
El poder y los tigres que llevamos dentro | Columna de León García Lam
LA VOLUTA
Trump está en el aparador internacional acusado -otra vez- de un escándalo sexual. Quiero aprovechar ese caso -y otros- para comentar que, cuando alguien ostenta una dosis de poder, algo en su interior se desata. ¿Por qué ese descontrol adquiere casi siempre un tinte sexual? ¿Por qué políticos, sacerdotes y artistas son recurrentemente acusados de sexualidad desbordada? Y, sobre todo: ¿por qué deberíamos vigilar especialmente el comportamiento sexual de quienes ostentan cargos públicos?
Vayamos a las civilizaciones clásicas, aquellas que asociamos con bacanales y hieródulas. ¿No prueban esas civilizaciones que el desenfreno sexual es una constante de la naturaleza humana? En efecto, pero hay una diferencia clave: aquel desenfreno era ritualizado y regulado. Si nos parece escandaloso solo es porque lo juzgamos con nuestra moral. El verdadero exceso ocurre cuando se transgreden las normas de la propia época: piense usted culta lectora de La Orquesta, en Calígula o Nerón, cuyas prácticas nefandas —que conocemos por Suetonio—escandalizaron incluso a sus contemporáneos.
Ante el riesgo del desenfreno, las primeras comunidades cristianas optaron por una solución radical: si el poder corrompe, mejor amputar la sexualidad de quienes lo ejercen. Así nació el celibato sacerdotal. Hoy sabemos que la estrategia clerical fracasó en incontables casos—como los “sobrinos” que eran hijos y las “amas de llaves” que eran concubinas—, pero reconozcamos que la intuición católica fue certera: lo reprimido se desata con el poder.
Freud nos ha gritado la respuesta que buscamos en su famoso libro El malestar de la cultura. La civilización exige reprimir nuestros deseos: trabajamos cuando queremos dormir, callamos cuando ansiamos gritar. Esas renuncias se acumulan en el inconsciente como energía latente. No hay ser humano—hombre o mujer— que escape a este control de la voluntad. Todos llevamos tigres agazapados en la psique , esperando su momento de saltar, sacar las garras y desenfrenarse.
He aquí el problema: cuando alguien accede al poder —político, económico o social—, sus tigres hambrientos quedan en libertad. El brillo en los ojos del recién investido es la alegría de la fiera que siente la cercanía de sus presas. Trump es el ejemplo obvio, pero basta mirar alrededor para encontrar casos nacionales y locales —políticos, empresarios, artistas— que usaron su influencia para liberar demonios personales. Redes de niños y niñas, secretarias, alumnas, asistentes, clientas, chicos y chicas buscando fama y un largo etcétera.
¿Está mal ser un libertino? Me parece que no. Siempre y cuando los actos empleados no sean por medio del poder público o en contra de las leyes civiles.
Si exigimos declaraciones patrimoniales a los funcionarios, para garantizar que no se hinchen de dinero con el erario, quizá deberíamos pedir también “declaraciones mentales”. Porque todo poder libera a las bestias interiores.
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#4 Tiempos
La visita | Columna de Juan Jesús Priego Rivera
LETRAS minúsculas
Sucede en una novela de Chaim Potok (1929-2002), el novelista judío, titulada La promesa. Un adolescente, hijo de un famoso rabino norteamericano, es ingresado en un hospital psiquiátrico. Nadie sabe en realidad qué es lo que sucede con él, pero a veces se muestra demasiado violento y a menudo demasiado abstraído. Está todo el tiempo como encerrado en sí mismo, y arrancarle una palabra puede llegar a convertirse en la mayor de las hazañas. El mundo exterior le interesa poco y sus respuestas son casi siempre groseras y agrias. El muchacho se llama Michael. Michael Gordon.
¿Por qué se porta así? Eso es lo que sus padres quisieran saber. Sin embargo, poco antes de ser ingresado en el centro, Michael había hecho amistad con Reuven, el novio de una prima suya, de modo que es con él, y sólo con él, con quien puede abrirse libremente… De hecho, una vez habían ido juntos a la feria de un pueblo cercano a Nueva York, y poco después hasta salieron a navegar en un lago a la hora del crepúsculo y la brisa. Sí, eran amigos, de eso no cabía duda; por lo tanto, él era el único ser al que Michael podía confiarse en esta hora de crisis y tinieblas.
Mientras Michael está internado nadie debe verlo, salvo su familia: las visitas le están terminantemente prohibidas, y él se siente solo, profundamente solo. Pero, ¿y su amigo, su único amigo, donde está? ¿Qué hace mientras él se vuelve loco de pesar? Y, así, una noche suena el teléfono en la casa de Reuven; por supuesto, es Michael quien se halla al otro lado del hilo.
«-¿Reuven? Hola, Reuven -¿cómo había hecho Michael para acceder a un teléfono y llamarle? Se produce entonces un largo silencio-. Reuven, ¿me escuchas?».
Sí, Reuven lo escuchaba. ¿Qué había sucedido con este muchacho? ¿Qué nueva desgracia le había caído encima? De momento, una cosa era segura: que Michael no debía estar al teléfono, pues los reglamentos del centro psiquiátrico eran bastante claros a este respecto. ¿Estaba hablando, pues, a escondidas?
«-Reuven, ¿estás bien? –la voz de Michael era como la de un huérfano; las ondulaciones de su voz delataban una infinita tristeza.
»-Sí, estoy muy bien.
»-¿Por qué no vienes a visitarme? Ni una sola vez lo has hecho.
»Apreté con fuerza el teléfono y no dije nada –confesará más tarde Reuven, lleno de vergüenza.
»-Reuven –dijo Michael.
»-Aquí estoy, Michael.
»-¿No quieres venir a visitarme, Reuven?».
Éste no sabe qué decir, qué responder. Sí, una vez preguntó a alguien de la familia si podía visitar a Michael, pero como le aconsejaron que no lo hiciera, él ya no insistió más. Le dijo, y no mentía:
«-Pregunté si podía visitarte. Dicen que sólo tu familia tiene permiso para hacerlo».
Otro largo silencio.
«No supe qué hacer –confesará igualmente Reuven después-. No sabía si el hecho de seguir conversando con él y responder a sus preguntas podría resultarle perjudicial, o si era mejor aconsejarle que colgara, puesto que no tenía permiso para llamarme. No sabía qué decirle, ni si debía mantener algún tipo de reserva».
«-Oye, Reuven, ¿quieres visitarme?
»-Sí”.
“-Pensé que no querías. Ahora les diré que quiero verte. Te dejarán venir. ¿Vendrás, Reuven?
“-Seguro.
»-Me alegrará verte. Odio este lugar. ¿Recuerdas las veces que salimos a navegar, Reuven? Me acuerdo mucho de eso… De verdad, quiero verte, Reuven. Voy a gritar hasta arrancarme la cabeza. Te dejarán venir. Por favor, visítame, Reuven. Adiós».
Tan pronto como terminé de leer este diálogo, reproducido aquí a retazos por falta de espacio, cerré el libro y me puse a escribir este artículo. Si Reuven acudió a la cita de su amigo o no, eso todavía no lo sé. Por lo pronto, me basta con la ternura que oculta esa llamada. Y pienso en las personas que esperan nuestra visita y que nunca la tendrán; si ellos pudieran –quiero decir, si se atrevieran-, también tomarían el teléfono reclamando nuestra presencia. Pero no lo hacen por pudor, por vergüenza, por dignidad.
«¿Recuerdas cuando salíamos a navegar? Yo me acuerdo mucho de eso». Pero no: Reuven ya no se acordaba. ¡Qué pena! Pero no se trata ahora de Reuven, sino de nosotros: también nosotros quizá ya hayamos olvidado las hermosas horas que pasamos con algunas personas, pero éstas todavía las recuerdan y suplican a Dios que la experiencia pueda repetirse algún día, alguna vez. ¡Están tan solos! Y odian este lugar en el que nadie piensa en ellos.
Michael no se olvidaba de Reuven: él lo quería… Y me pregunto: ¿por qué las relaciones –todas, sin exceptuar ninguna- son siempre desiguales? Aun cuando una amistad parezca perfecta, siempre hay un amigo que quiere más y otro que quiere menos… ¡La vida es así!
Reuven se atormenta pensando si no le hará mal a su amigo seguir hablando con él. ¡Pero, Reuven, esto es lo único que podría curarlo: tus palabras! Sólo tú tienes la llave para abrir esa puerta, ¿y renuncias así como así a utilizarla? Venga, Reuven, utilízala, no tengas miedo. La palabra es curativa, y la tuya lo es para quien anhela oírla. Venga, habla con él.
¡Extraña manera de practicar la psicoterapia: encerrar a los enfermos, aislarlos todavía más, cuando lo que ellos necesitan es amistad y compañía!
Recuperar el hábito de la visita, hacernos visibles y tangibles para aquellos que nos esperan: ¡ah, si esto fuera posible, si nos diéramos tiempo para ello, no todo estaría perdido!
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