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#Entrevista | Juan Luis Silis: el torero tamalero que quiere hacer historia
Cornado, casi ahijado de “El Pana”, triunfador y de un origen poco ortodoxo… esta es la historia de un matador como los que ya no hay
Por: Daniel Rocha
Juan Luis Silis es un torero y tamalero que nació en la Ciudad de México el 30 de enero de 1981. Durante su infancia, Silis vivió en una vecindad con sus cuatro tíos, sus papás y sus cinco hermanos. Ahí tuvo que compartir una habitación con siete personas.
Juan Luis recuerda que esa etapa de su niñez fue de muchas carencias económicas, a pesar de esto, mencionó que su infancia fue bastante feliz, pero sobre todo ahí nació su amor a la tauromaquia gracias a su primo novillero: Pedro Escamilla Silis.
Silis comentó que desde sus primeros recuerdos ya era tamalero, una herencia que llegó a sus padres legado de su abuela paterna, Mónica, pues ella vendía ese alimento en el Zócalo de la Ciudad de México en los años 50. Las recetas familiares aún son conservadas, con la diferencia que pasaron de cocinarse en leña a gas.
A los cinco años, Silis se vio atraído por el proceso de su primo para vestirse de luces: las medias, el oro, los colores, luego lo conquistó el arte del toreo, el capote, la muleta y las espadas.
Juan Luis decidió vestirse por primera vez como matador de toros apenas a sus seis años: “Solía robar las medias de mis hermanas, me ponía una camisa café de mi papá (o color tabaco como les decimos los taurinos), me gustaba mucho vestirme de tabaco y oro, mi papá me compraba unas muletas y una montera para jugar en la casa toreando a mis perros y en la que me ponían música para recrear toda una tarde de toros”.
Silis rememoró que en su adolescencia era bastante “vago”, aunque acotó “de esos vagos sanos”, refiriéndose a que le gustaba salir de casa “maquinitas” o futbol, su otra gran pasión, de hecho uno de los principales sacrificios que ha tenido que hacer para poder llegar a ser torero fue dejar de lado ese deporte, lo cual admite que le duele, pero que es necesario porque nunca sabe cuando tendrá que ser llamado para regresar al ruedo.
El torero comenzó su vida como novillero a los 18 años, un 28 de agosto de 1999, en El Cortijo Ángel Isunza, en una vacada. Consiguió un rabo; y al siguiente año, logró lo que muy pocos: presentarse en la Plaza México, la plaza de toros más grande del mundo.
En abril del 2000, hizo su debut con traje de luces y sin picadores, con un novillo de nombre “Tamalito” y el 26 de diciembre tuvo su primera participación con picadores en la Plaza de Toros Jesús María.
Silis aseguró que en el 2007 estuvo a punto de dejar su pasión por los toros, hasta que participó en un festival taurino en la delegación Iztacalco, en el que cortó dos orejas. Gracias a esto, Fernando Rosique Castillo, su actual apoderado, al ver sus cualidades, le dio la oportunidad de tener su alternativa.
Desde entonces Rosique Castillo es su apoderado, es decir el que se encarga de organizar la carrera de Silis y que gracias a él pudo realizar su confirmación en la plaza México, aunque hasta la fecha tienen muchos objetivos, como ir a torear a Las Ventas.
Silis agradece a su apoderado por ver sus cualidades y darle una oportunidad: “siempre voy a estar eternamente agradecido a mi apoderado que gracias a él estoy donde estoy en el medio taurino, gracias a dios por ponérmelo en mi vida y en mi carrera”.
Juan Luis Silis tuvo su alternativa el 21 de marzo de 2009 en la Plaza de Toros de Apizaco, con su maestro Mariano Ramos como su padrino y Rafael Rubio “Rafaelillo” como su testigo, aunque originalmente se iba a presentar Rodolfo Rodriguez “El Pana”, aunque no pudo estar debido a que el matador se había ido de fiesta . Esa tarde terminó cortándole dos apéndices a su segundo toro.
Silis comentó que le hubiera gustado que “El Pana” estuviera en el cártel, pero no quiso reprocharle nada, porque le fue bien en esa tarde de toros, aunque Rodolfo Rodríguez sí se disculpó.
El 7 octubre de 2012, el matador tuvo la faena que nunca va a olvidar: salió como triunfador en Pachuca, cortó dos orejas al toro Gato de la divisa de Caparica y 24 horas después de la muerte de su maestro Mariano Ramos: “Ese día sentí que mi maestro me acompañó, me desbordé, fue una tarde estupenda y en la que muchos creían que no iba a estar bien”.
Juan Luis estuvo apuntó de perder la vida el 13 de octubre de 2013 en la plaza de toros Vicente Segura de Pachuca: un toro de nombre Peletero, de la ganadería José Julián Llaguno, lo cornó en la cara. Silis recuerda
ese día como extraño, desde que se despertó tuvo la sensación que algo podría suceder o muy bueno o muy malo, para infortunio del diestro terminó en el hospital y en coma. Después de un proceso largo de recuperación en el que necesitó rehabilitación física y terapia psicológica, reapareció en Pachuca el 4 de mayo de 2014, en compañía de Julián López “El Juli”y “Joselito” Adame, cortó 3 orejas y terminó saliendo a hombros.
El matador aseguró que la plaza de toros Vicente Segura tiene un gran significado para él, ya que fue la plaza que lo vio nacer, caer y renacer.
La cornada que recibió hizo que Silis pudiera confirmar su alternativa nueve años después de tomarla, un rito que tenía planeado desde el 2013, pero que encontró realización hasta el 12 de marzo de 2017.
El diestro cree que ha tenido pocas oportunidades para poder ser una figura en el mundo del toreo, hasta se ha sentido despreciado por algunos empresarios, pero sigue con la convicción de dejar huella en la tauromaquia.
Silis ve al toreo como una sensación similar a una droga: “Esto es como una droga, si no le ves la cara al toro, si no estás en una plaza, no te sientes a gusto, es una especie de adicción”.
Juan Luis Silis representa la última oleada de los toreros de la vieja escuela, esos que vienen de vidas precarias y que lo hacen por amor al arte como: Rodolfo Rodríguez “El Pana” o Morante de la Puebla, lo cual no le avergüenza, por el contrario le llega de orgullo: “Gracias a los tamales, mi papá me hizo torero y consiguió sacar adelante a mi familia”.
Hace un año retomó junto con su madre el negocio familiar, en la Av. Congreso de la Unión 517 col Santa Anita. Esquina Calle Hidalgo, alcaldía Iztacalco en la Ciudad de México, pero solo los domingos y argumenta que lo hace por cuatro razones: “Me gusta hacer tamales, me quedan deliciosos, mucha gente me los pide y me deja dinero”.
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#4 Tiempos
Hoy, frente al campeón | Columna de Arturo Mena “Nefrox”
TESTEANDO
Cuando Toluca llegue al Alfonso Lastras esta noche, no lo hará como un visitante cualquiera. Llega con la etiqueta de campeón, con una racha que asusta y con la confianza de un equipo que se sabe sólido. Para San Luis, en cambio, la cita es una cuerda floja: si tropiezan, el vacío no será sólo en la tabla, también en la credibilidad.
Los Diablos Rojos han mostrado lo que pocos en este torneo: regularidad. Saben atacar, saben cerrar partidos y rara vez pierden la calma. Es un conjunto que luce afinado, con un mediocampo que controla ritmos y delanteros que no perdonan. La pregunta no es si Toluca llega bien, sino si San Luis tiene con qué incomodarlos.
El conjunto potosino, por su parte, ha vivido a base de altibajos. Capaz de ganar con autoridad un fin de semana y de derrumbarse al siguiente con errores de principiante. Su defensa es frágil cuando la presión se acumula y su ataque depende demasiado de destellos aislados. Juegan en casa, sí, pero el Lastras ha dejado de ser un verdadero bastión, demasiadas veces los rivales han salido de aquí con los brazos en alto.
El historial entre ambos no ayuda al ánimo local. Toluca suele imponerse con naturalidad y pocas veces ha permitido que San Luis lo sorprenda. No es casualidad, cuando uno tiene orden y el otro improvisa, el resultado suele estar cantado.
Sin embargo, el fútbol tiene esa manía de burlarse de la lógica. A San Luis le basta un arranque intenso, un gol inesperado o una noche inspirada de su arquero para cambiar el guion. Lo sabe la afición, que se aferra a la esperanza de que, ante el rival más fuerte, el equipo saque la versión que pocas veces aparece.
Hoy no se juega sólo un partido. Para Toluca es la oportunidad de confirmar que su liderazgo no es un accidente. Para San Luis, es el chance de mandar un mensaje claro de que no están condenados a ser comparsa, que pueden competir con cualquiera si deciden hacerlo en serio.
Si San Luis sale tímido, Toluca lo devorará sin esfuerzo. Pero si el local entiende que este es el momento para dar un golpe sobre la mesa, entonces el líder tendrá, por fin, un rival que lo haga sudar. El balón dirá si el Lastras es tumba o resurrección.
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#4 Tiempos
Clásico de la 57: pasión al filo del cuchillo | Columna de Arturo Mena “Nefrox”
TESTEANDO
Hoy se juega en Querétaro el Clásico de la 57, un duelo que siempre viene cargado de tensión, orgullo y, por desgracia, un trasfondo que no se puede ignorar: la sombra de la violencia. Este enfrentamiento no es un simple partido de fútbol, es un espejo incómodo de lo que todavía está pendiente en nuestro balompié.
El recuerdo de la batalla campal entre Querétaro y Atlas sigue vivo. Esa tarde oscura, con imágenes que dieron la vuelta al mundo, dejó claro que la pasión puede convertirse en caos en cuestión de segundos. Y no fue un hecho aislado: en otras ocasiones también hemos visto enfrentamientos en las gradas del Alfonso Lastras, peleas que interrumpieron partidos, además de aquel episodio en Torreón en el que el sonido de las detonaciones generó un pánico colectivo que terminó por vaciar un estadio entero. Lo que debería ser fiesta, demasiadas veces se ha convertido en pesadilla.
El problema no es exclusivo de México. Apenas esta misma semana, en Argentina, un partido internacional quedó marcado por escenas dantescas: aficionados golpeados, perseguidos y obligados a escapar del propio lugar que debería haber sido su refugio. El encuentro tuvo que ser suspendido y la violencia dejó un saldo de heridos, detenidos y un continente entero preguntándose cómo es posible que sigamos repitiendo las mismas historias de siempre.
Con ese telón de fondo se juega hoy este Clásico de la 57. En la cancha, Gallos Blancos y Atlético de San Luis se disputan algo más que tres puntos: se juegan la credibilidad de una rivalidad que merece ser recordada por goles y no por golpes . La exigencia es doble: para los equipos, que deben entregar un partido digno; y para las tribunas, que están obligadas a demostrar que se puede alentar sin cruzar la línea del salvajismo.
Porque la verdad es dura: si después de lo vivido en Querétaro hace unos años todavía no entendemos, si después de tantas escenas vergonzosas en México seguimos tolerando barras que se comportan como pandillas, entonces lo que pasó en Argentina podría repetirse aquí en cualquier momento.
El Clásico de la 57 debe ser una advertencia. Que la intensidad se quede en la cancha, que la rivalidad se mida en goles, que la pasión no vuelva a confundirse con barbarie. Si hoy la historia vuelve a torcerse hacia el lado equivocado, no habrá espacio para el asombro: sería simplemente la consecuencia de haber aprendido nada.
Este clásico es una puerta: o se abre para dejar pasar el fútbol en su forma más pura, o se entreabre para que se cuele de nuevo la violencia. Y lo que ocurra esta noche dirá mucho más de nosotros como país que de los once contra once que se atrevan a pisar la cancha.
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#4 Tiempos
San Luis frente a Puebla: partido para valientes, no para excusas | Columna de Arturo Mena “Nefrox”
TESTEANDO
Si San Luis no puede ganarle a este Puebla, que viene tambaleando como boxeador en el último asalto, mejor que empiece a buscar excusas desde hoy. No es crueldad, es sentido común: el rival llega golpeado, con la moral baja y con una defensa que con cualquier ráfaga se desmorona. El que no sepa aprovechar eso, que se dedique a otra cosa.
El antecedente del cuadro camotero es el bochornoso 7-0 contra Tigres, un resultado que no sólo evidenció las carencias defensivas, sino que dejó claro que, cuando se desconectan, el desastre es inmediato. Y aun así, Puebla sigue vivo en la Leagues Cup; un respiro que, aunque breve, les da algo de motivación extra para no hundirse del todo en la Liga MX. Ojo, un equipo que todavía compite en dos frentes no se tira al piso tan fácil, y esa doble agenda puede darle un giro inesperado a un partido que, en el papel, muchos ya ven como trámite para San Luis.
Los potosinos, sin embargo, no llegan con la mesa servida. Apenas el fin de semana pasado, contra Cruz Azul, volvieron a mostrar que las buenas intenciones no alcanzan si el fútbol no es constante. Un partido en el que por momentos parecían competir de igual a igual, pero se diluyeron cuando había que apretar. Si quieren que el discurso post-Leagues Cup no quede como humo, este viernes es el momento para respaldarlo.
En la previa, una noticia que, al menos, les quita una piedra del zapato: la anulación de la expulsión a João Pedro. El delantero podrá estar disponible tras la revisión que borró la roja injusta del juego pasado. Su presencia es vital no sólo por lo que aporta al ataque, sino por la sensación de que, con él en el campo, San Luis tiene una referencia que obliga a los rivales a estar atentos.
Pero la realidad es que este encuentro en el Cuauhtémoc se juega en varios niveles: para Puebla, la oportunidad de lavarse un poco la cara después de ser humillado y de responder ante su gente. Para San Luis, el examen perfecto para demostrar que sabe ganar cuando las condiciones están a su favor. Porque si no pueden sacar tres puntos ante un equipo que viene arrastrando la cobija, entonces el resto del torneo pinta para seguir en esa tierra de nadie que ya conocen demasiado bien, no lo suficientemente malos para dar pena, pero tampoco lo suficientemente buenos para ilusionar a nadie.
Ganar este partido no sería una hazaña; sería apenas cumplir con lo que se espera de un club que dice aspirar a más. Y si no lo logran, entonces el discurso optimista de las últimas semanas quedará reducido a lo que tantas veces hemos escuchado en San Luis: palabras bonitas para adornar otra temporada gris.
En el fútbol, hay partidos que definen un campeonato, y otros que definen una actitud. Este viernes, en Puebla, San Luis no está jugando por la cima, pero sí por algo igual de importante: la credibilidad. Y si la pierden aquí, ya no habrá árbitro, VAR ni anulación de roja que los salve.
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