septiembre 20, 2025

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#Entrevista | Juan Luis Silis: el torero tamalero que quiere hacer historia

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Cornado, casi ahijado de “El Pana”, triunfador y de un origen poco ortodoxo… esta es la historia de un matador como los que ya no hay

Por: Daniel Rocha

Juan Luis Silis es un torero y tamalero que nació en la Ciudad de México el 30 de enero de 1981. Durante su infancia, Silis vivió en una vecindad con sus cuatro tíos, sus papás y sus cinco hermanos. Ahí tuvo que compartir una habitación con siete personas.

Juan Luis recuerda que esa etapa de su niñez fue de muchas carencias económicas, a pesar de esto, mencionó que su infancia fue bastante feliz, pero sobre todo ahí nació su amor a la tauromaquia gracias a su primo novillero: Pedro Escamilla Silis.

Silis comentó que desde sus primeros recuerdos ya era tamalero, una herencia que llegó a sus padres legado de su abuela paterna, Mónica, pues ella vendía ese alimento en el Zócalo de la Ciudad de México en los años 50. Las recetas familiares aún son conservadas, con la diferencia que pasaron de cocinarse en leña a gas.

A los cinco años, Silis se vio atraído por el proceso de su primo para vestirse de luces: las medias, el oro, los colores, luego lo conquistó el arte del toreo, el capote, la muleta y las espadas.

Juan Luis decidió vestirse por primera vez como matador de toros apenas a sus seis años: “Solía robar las medias de mis hermanas, me ponía una camisa café de mi papá (o color tabaco como les decimos los taurinos), me gustaba mucho vestirme de tabaco y oro, mi papá me compraba unas muletas y una montera para jugar en la casa toreando a mis perros y en la que me ponían música para recrear toda una tarde de toros”.

Silis rememoró que en su adolescencia era bastante “vago”, aunque acotó “de esos vagos sanos”, refiriéndose a que le gustaba salir de casa “maquinitas” o futbol, su otra gran pasión, de hecho uno de los principales sacrificios que ha tenido que hacer para poder llegar a ser torero fue dejar de lado ese deporte, lo cual admite que le duele, pero que es necesario porque nunca sabe cuando tendrá que ser llamado para regresar al ruedo.

El torero comenzó su vida como novillero a los 18 años, un 28 de agosto de 1999, en El Cortijo Ángel Isunza, en una vacada. Consiguió un rabo; y al siguiente año, logró lo que muy pocos: presentarse en la Plaza México, la plaza de toros más grande del mundo.

En abril del 2000, hizo su debut con traje de luces y sin picadores, con un novillo de nombre “Tamalito” y el 26 de diciembre tuvo su primera participación con picadores en la Plaza de Toros Jesús María.

Silis aseguró que en el 2007 estuvo a punto de dejar su pasión por los toros, hasta que participó en un festival taurino en la delegación Iztacalco, en el que cortó dos orejas. Gracias a esto, Fernando Rosique Castillo, su actual apoderado, al ver sus cualidades, le dio la oportunidad de tener su alternativa.

Desde entonces Rosique Castillo es su apoderado, es decir el que se encarga de organizar la carrera de Silis y que gracias a él pudo realizar su confirmación en la plaza México, aunque hasta la fecha tienen muchos objetivos, como ir a torear a Las Ventas.

Silis agradece a su apoderado por ver sus cualidades y darle una oportunidad: “siempre voy a estar eternamente agradecido a mi apoderado que gracias a él estoy donde estoy en el medio taurino, gracias a dios por ponérmelo en mi vida y en mi carrera”.

Juan Luis Silis tuvo su alternativa el 21 de marzo de 2009 en la Plaza de Toros de Apizaco, con su maestro Mariano Ramos como su padrino y Rafael Rubio “Rafaelillo” como su testigo, aunque originalmente se iba a presentar Rodolfo Rodriguez “El Pana”, aunque no pudo estar debido a que el matador se había ido de fiesta

. Esa tarde terminó cortándole dos apéndices a su segundo toro.

Silis comentó que le hubiera gustado que “El Pana” estuviera en el cártel, pero no quiso reprocharle nada, porque le fue bien en esa tarde de toros, aunque Rodolfo Rodríguez sí se disculpó.

El 7 octubre de 2012, el matador tuvo la faena que nunca va a olvidar: salió como triunfador en Pachuca, cortó dos orejas al toro Gato de la divisa de Caparica y 24 horas después de la muerte de su maestro Mariano Ramos: “Ese día sentí que mi maestro me acompañó, me desbordé, fue una tarde estupenda y en la que muchos creían que no iba a estar bien”.

Juan Luis estuvo apuntó de perder la vida el 13 de octubre de 2013 en la plaza de toros Vicente Segura de Pachuca: un toro de nombre Peletero, de la ganadería José Julián Llaguno, lo cornó en la cara. Silis recuerda
ese día como extraño, desde que se despertó tuvo la sensación que algo podría suceder o muy bueno o muy malo, para infortunio del diestro terminó en el hospital y en coma. Después de un proceso largo de recuperación en el que necesitó rehabilitación física y terapia psicológica, reapareció en Pachuca el 4 de mayo de 2014, en compañía de Julián López “El Juli”y “Joselito” Adame, cortó 3 orejas y terminó saliendo a hombros.

El matador aseguró que la plaza de toros Vicente Segura tiene un gran significado para él, ya que fue la plaza que lo vio nacer, caer y renacer.

La cornada que recibió hizo que Silis pudiera confirmar su alternativa nueve años después de tomarla, un rito que tenía planeado desde el 2013, pero que encontró realización hasta el 12 de marzo de 2017.

El diestro cree que ha tenido pocas oportunidades para poder ser una figura en el mundo del toreo, hasta se ha sentido despreciado por algunos empresarios, pero sigue con la convicción de dejar huella en la tauromaquia.

Silis ve al toreo como una sensación similar a una droga: “Esto es como una droga, si no le ves la cara al toro, si no estás en una plaza, no te sientes a gusto, es una especie de adicción”.

Juan Luis Silis representa la última oleada de los toreros de la vieja escuela, esos que vienen de vidas precarias y que lo hacen por amor al arte como: Rodolfo Rodríguez “El Pana” o Morante de la Puebla, lo cual no le avergüenza, por el contrario le llega de orgullo: “Gracias a los tamales, mi papá me hizo torero y consiguió sacar adelante a mi familia”.

Hace un año retomó junto con su madre el negocio familiar, en la Av. Congreso de la Unión 517 col Santa Anita. Esquina Calle Hidalgo, alcaldía Iztacalco en la Ciudad de México, pero solo los domingos y argumenta que lo hace por cuatro razones: “Me gusta hacer tamales, me quedan deliciosos, mucha gente me los pide y me deja dinero”.

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#4 Tiempos

Fantasmas y oportunidad | Columna de Arturo Mena “Nefrox”

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TESTEANDO

 

Este domingo San Luis abre el Alfonso Lastras frente a Tijuana, y no es un choque cualquiera, para los potosinos es una prueba de carácter, de identidad, de si realmente están vivos en este torneo o sólo repitiendo errores bajo otro sol. Para Tijuana, la visita es de las incómodas, estos partidos lejos de casa suelen desnudar sus fisuras, y enfrente estará un equipo que ya aprendió a morder cuando tiene que hacerlo.

San Luis llega golpeado por la irregularidad. Ha ganado partidos fuera de casa, pero también ha perdido otros en los que se dejó intimidar por rivales que no parecían tener mucho; juegos en los que el pulso se va, la concentración se diluye y los goles encajados parecen inevitables. Esa vulnerabilidad ha sido la constante, una defensa que tiembla, un mediocampo que se pierde cuando faltan ideas y delanteros que dependen demasiado de la inspiración aislada o del error ajeno.

Tijuana, por su parte, no es un paseo. Ha mostrado destellos de buen fútbol, ha sumado resultados decentes, pero también ha dejado ver que le cuesta imponerse fuera de casa cuando el rival presiona alto o lo obliga a construir desde atrás. Su equilibrio se tambalea si el marcador no le favorece pronto, y su carácter depende mucho de momentos puntuales de inspiración.

El historial entre ambos juega en favor de los fronterizos: más victorias, más empates, pocas derrotas. San Luis ha ganado escasas veces contra Tijuana, tanto de local como visitante, y eso pesa no sólo en la estadística, sino en la mente. Saber que enfrente hay un rival que te ha dominado más veces de las que quisieras recordar añade presión extra, obliga a estar mejor preparado, más concentrado y sin margen para regalar minutos.

La noticia que sacude el ambiente es el regreso de Vitinho al Alfonso Lastras. El brasileño, que dejó huella en San Luis por su desparpajo y verticalidad, vuelve ahora vestido de visitante. Su sola presencia añade una dosis de morbo, la afición potosina lo recuerda como una chispa capaz de encender partidos en segundos, y este domingo podría ser precisamente la amenaza que complique al equipo que alguna vez lo arropó. Su regreso no es un detalle menor, es un recordatorio de lo que San Luis tuvo y dejó ir.

Y la urgencia se siente en la grada, los aficionados ya no apuestan por promesas, quieren resultados. Si San Luis no se aferra a la localía, no sale con intensidad y no demuestra identidad desde el primer minuto, este partido puede volverse otro de esos en los que la ilusión apareció en la previa, pero el gol nunca llegó, o llegó demasiado tarde.

Este domingo no sólo se juega un partido, también se reencuentran viejos fantasmas. Si San Luis logra que la vuelta de Vitinho sea anécdota y no sentencia, tendrá mucho ganado. Pero si se deja arrastrar por la nostalgia y la fragilidad que lo persigue, Tijuana podría salir de nuevo airoso del Lastras. La diferencia entre fiesta y tormenta se definirá en noventa minutos.

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Ciudad

La Carrera Panamericana, SLP y su 75 aniversario

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La competencia automovilística llega a la capital potosina por cuarta edición consecutiva, en la que la ciudad ha dejado huella a la memoria de esta carrera

Por: Redacción

A lo largo de la historia de la Carrera Panamericana, una de las competencias automovilísticas más emblemáticas de México y del mundo, San Luis Potosí ha tenido un papel significativo

tanto en su ruta como en la representación deportiva, convirtiéndose en un punto clave del automovilismo clásico y de resistencia en el país.

Desde su instauración en 1950, su cancelación en 1955 y su renacer en 1988, la entidad potosina ha sido escenario de esta competencia en diferentes etapas, tanto intermedias como final, particularmente en los últimos cuatro años.

Pero… ¿qué es la Carrera Panamericana?

Es una competencia automovilística tipo ​​rally de velocidad en carretera, que recorre diferentes puntos de la república mexicana, a través de carreteras federales, especialmente la famosa Carretera Panamericana (Carretera Federal 45 en México).

Comenzó en 1950 como una carrera de velocidad y una forma de celebrar la finalización del tramo mexicano de la Carretera Panamericana, y se realizó hasta 1954 de manera continua, hasta que fue suspendida en 1955 por cuestiones de seguridad.

Sin embargo en 1988 volvió a realizarse, aunque no como una carrera profesional de resistencia, sino como un rally histórico con autos clásicos.

Firmas internacionales como Ferrari, Porsche, Mercedes Benz y otras han tenido presencia en esta competencia, con diferentes categorías como Turismo de Producción, Turismo Mayor, Sport Mayor y Menor, Original Panam, Histórica A, B, C y Exhibición.

En San Luis Potosí destaca la participación ininterrumpida por cuarta ocasión en esta contienda, al ser el último punto intermedio, y previo a su conclusión en el estado de Zacatecas. Mientras que en la edición 2024 fue el punto de meta, en la que el potosino Ricardo Cordero se coronó campeón de esta edición

.

Actualmente, el piloto potosino es hexacampeón de la Panamericana, tras ganar en las ediciones 2017, 2019, 2020, 2021, 2022 y 2024. En todas ellas ha competido con “El Malditillo”, un Studebaker Champion 1953 de la categoría Turismo Mayor, con el que espera ganar la Panamericana en ocho ocasiones y romper el récord de Pierre de Thoisy, piloto francés que ganó esta carrera en siete ocasiones, también sobre un Studebaker de las mismas características.

La edición 38 de la Carrera Panamericana arrancará el próximo 9 de octubre y tendrá ocho etapas, arrancando en Chiapas y pasando por Oaxaca, Puebla, Ciudad de México, Querétaro, Morelia y Guanajuato, para llegar a San Luis Potosí el 15 de octubre y concluir en Zacatecas al día siguiente. Una edición que además de fomentar el turismo deportivo se convierte en una experiencia de adrenalina, pasión y tradición para sus competidores y aficionados.

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#4 Tiempos

El eterno | Columna de Arturo Mena “Nefrox”

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TESTEANDO

Guillermo Ochoa es un portero que se convirtió en bandera. Desde que debutó con el América en 2004, sus guantes parecían hechos para noches grandes: títulos de liga, protagonismo inmediato y el aura del “nuevo guardián” del arco mexicano. Tardó en dar el salto a Europa, y aún así, demostró sus ganas de crecer a pesar de los sacrificios, con una carrera que, aunque irregular en lo colectivo, lo mantuvo vigente en la élite del futbol internacional durante más de una década.

En Francia defendió al Ajaccio, donde se convirtió en ídolo de un club pequeño que sobrevivía gracias a sus atajadas imposibles. Después vinieron pasos por Málaga y Granada en España, donde la lucha contra el descenso lo expuso constantemente, pero también lo catapultó con actuaciones memorables frente a equipos como el Barcelona o el Real Madrid. Más tarde, Bélgica, con el Standard de Lieja, donde recuperó la estabilidad, disputó competencias europeas y volvió a tener el brillo de arquero confiable.

De ahí regresó a México, otra vez al América, como referente y capitán. Sin embargo, su ambición lo llevó a un último desafío en Italia con la Salernitana, donde las críticas fueron severas y el equipo terminó hundido en la tabla. Ese episodio marcó un antes y un después: Ochoa ya no era visto como el mismo arquero que tapaba lo imposible en los mundiales, sino como un veterano que comenzaba a pagar factura ante la exigencia de un futbol mayor.

Con la Selección Mexicana, su legado es indiscutible

. Fue cinco veces mundialista y protagonista en Brasil 2014 y Rusia 2018, con actuaciones que dieron la vuelta al mundo. Se le aplaudió como salvador, pero también se le cuestionó su influencia en el vestidor y el hecho de que, durante años, cerrara el camino a nuevas generaciones de arqueros.

Hoy el futuro de Ochoa es una incógnita. Con 39 años cumplidos, se habla de un posible regreso a la Liga MX, donde tendría el respaldo de la afición y un lugar asegurado en el escaparate. También existe la posibilidad de un destino exótico, en ligas de menor exigencia pero con cheques generosos. El problema es que cada paso que dé será juzgado no como una nueva aventura, sino como el epílogo de una carrera que marcó época.

El verdadero reto de Guillermo Ochoa ya no está bajo los tres palos, sino frente al espejo. Su historia se escribió entre América, Ajaccio, Málaga, Granada, Standard de Lieja y Salernitana; su leyenda se forjó con la Selección. Pero ahora, cuando el tiempo le recuerda que no hay reflejo eterno, deberá decidir si se despide como un gigante que supo irse en lo alto o como un ídolo que se aferró demasiado al recuerdo de sus mejores atajadas.

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Opinión

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