#4 Tiempos
Carta a un adversario | Columna de Juan Jesús Priego
Letras minúsculas
Adversario no es lo mismo que enemigo, lo aclaro desde ahora. En una partida de ajedrez, y sólo mientras jugamos, somos adversarios, aunque lejos del tablero seamos los amigos más entrañables. Aclarado esto, no veo por qué no pueda llamarte «mi adversario» cuando tus ideas buscan invalidar las mías. No buscas invalidarme a mí –si así fuera, serías sin duda mi enemigo-, sino sólo mis convicciones para hacerlas semejantes a las tuyas. Somos, pues, adversarios, y mi deber es defenderme. Es lo que trataré de hacer en los párrafos que siguen.
Me decías hace poco en una acalorada discusión que sobre ciertas cuestiones la Iglesia no debería opinar; mencionaste, como ya es costumbre en este tipo de debates, el nombre de Galileo; creo que tampoco dejaste de mencionar el de Giordano Bruno, para, enseguida, sacar a relucir una palabra de moda: clonación.
-Éste –me decías con una vehemencia que si no te conociera hubiera creído sincera- es un problema científico que nada tiene que ver ni con la teología ni con el catecismo.
Y tras una perorata que duró quince minutos o algo así, concluiste:
-Hago un llamado a todos los creyentes para que dejen trabajar en paz a los científicos. ¡Científicos del mundo, uníos!
Por supuesto que esta apelación a los creyentes era otra de tus argucias retóricas, pues en aquel momento no había en la mesa sino dos o tres personas más.
Como no soy teólogo, prefiero responder a esta provocación tuya valiéndome únicamente del sentido común, pese a estar convencido de que la clonación tiene que ver, y mucho, tanto con el catecismo como con la teología. Ante todo, quiero demostrarte que eres muy poco consecuente con tu propio pensamiento. Pero vayamos por partes.
Comencemos con la pregunta siguiente: ¿qué es clonar? He aquí una definición aceptable: «Clonar significa obtener uno o varios individuos a partir de una célula somática o de un núcleo de otro individuo, de modo que los individuos clonados son idénticos, o casi idénticos, al original». ¿Hasta aquí estamos bien? ¿Estamos de acuerdo en que clonar es sacar copias casi idénticas al original?
Ahora bien, cuando, por ejemplo, hace dos meses quemaste para mí un disco compacto de Cesária Évora, ¿qué fue lo que hiciste si no clonarlo? Es decir, hiciste una copia exacta de aquel disco que no te atreviste a prestarme por miedo a que no te lo devolviera. Aunque digas haberlo quemado, lo que en realidad hiciste fue clonarlo: las canciones, tanto en tu disco como en el mío, siguen el mismo orden y tienen la misma duración; es más: tan igual quedó mi disco al tuyo que quien lo escuche en mi casa tendrá bastante dificultad para saber si es el original o si se trata más bien de una copia.
Si no recuerdo mal, en aquella nuestra discusión te extrañó que te preguntara si estabas a favor o en contra de la piratería. Pensabas que se trataba de una trampa; no obstante, respondiste con un: ¡en contra!, categórico. Y esgrimiste razones que, muy en el fondo, también yo comparto: «Estoy en contra de la piratería -dijiste- no porque ponga al alcance de los más pobres ciertas obras del ingenio que de otro modo no hubieran podido llegar hasta ellos, sino porque enriquecen a unos hombres que en nada participaron en el proceso de su producción». Hasta aquí estamos de acuerdo; yo también lo creo así (pese a haber clonado contigo un disco de Cesária Évora), y respecto a esto no tengo nada que objetar. Hay que oponerse a la piratería, sí, pero, a menos que sea el productor de esas obras del ingenio –como las llamaste-, ¿podría uno oponerse a ella absolutamente?
No obstante, mi pregunta por la piratería tenía otro sentido: no me desviaba del tema –como creíste al principio-, sino que me centró todavía más en él. Te pregunté entonces: «¿Y por qué, si la clonación de genes es buena, la clonación de discos, películas y camisetas es mala?». Me imagino que por lo menos concederás la misma dignidad a un gen humano que a una camiseta. Yo querría, en realidad, que los genes tuvieran para ti un valor mucho mayor que el de las camisetas, pero me daría por bien servido si en tu pensamiento tuviesen por lo menos el mismo. Así, pues, te reto a que me respondas: ¿por qué si clonar películas es un delito, querer clonar seres humanos no debería serlo?
Otra pregunta más: a ti, que eres tan entusiasta de la clonación, ¿te gustaría que te clonaran tu tarjeta bancaria? Evidentemente no, y según me dices cada vez la utilizas menos para no sufrir tal eventualidad. ¡Los cajeros automáticos son hoy tan peligrosos! Ahora bien, ¿por qué te da miedo que te clonen tu tarjeta, mientras que te atrae la idea de que se clonen en libertad seres humanos? ¿Es que un humano tiene menos dignidad, por decirlo así, que tu tarjeta bancaria? Lo que pasa, en realidad, es que la clonación de la tarjeta la puedes sufrir tú, mientras que la clonación humana es muy probable que más bien la sufran otros: he ahí la diferencia.
«¡Dejen a los científicos trabajar en paz!». ¿Por qué no dejar en paz también a los vendedores de piratería y a los que copian tarjetas bancarias para su provecho? Después de todo, como los científicos de los que hablabas, también ellos se limitan a clonar, ¿no es verdad?
El día en que respondas a estas preguntas reanudaremos nuestra discusión.
Adiós.
También lea: Au revoir les enfants | Columna de Juan Jesús Priego
#4 Tiempos
La pionera del cuento fantástico latinoamericano | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash
EL CRONOPIO
La Agencia Potosina de Cultura sería un proyecto, que, si bien no pudo implementarse en su momento, significo un paso importante para institucionalizar los esfuerzos culturales que caracterizaron a San Luis potosí en la década de los cincuenta, cuando logró instalarse el Instituto Potosino de Bellas Artes y se iniciaron programas como los jueves literarios. La característica de esta Agencia de Cultura era que sus promotoras era mujeres ligadas a la vida cultural y literarias, entre ellas María Amparo Dávila Robledo.
Nacida en Pinos Zacatecas el 21 de febrero de 1928, llegaría San Luis siendo una niña e ingresó a estudiar la primaria en esta ciudad. Su vocación a las letras, la adquirió por el gusto a la lectura que descubrió en la biblioteca de su padre, según contará la propia Amparo Dávila. Su vida estuvo influenciada por la presencia de la muerte en personas cercanas durante su infancia, pues de cuatro hermanos solo ella sobrevivió a la infancia.
Se relacionó con la vida cultural en San Luis Potosí y participaría colaborando en algunas de las revistas locales como Cuadrante, donde se publicarían algunos de sus cuentos de corte fantástico colocados, según algunos especialistas, en la tradición de Edgar Allan Poe y Horacio Quiroga, en los que el horror y la oscuridad de la propia vida se traslapan a los textos. Lo que la coloca como la escritora de literatura fantástica latinoamericana. Sus narraciones fantásticas impresionaron al mismo Cortázar, con el que le unió una gran amistad. Una de sus narraciones que aparece en la Gaceta de la UNAM es la que lleva por título “El huésped”, en el que la escritora describe con suspenso y terror la llegada de éste:
“Nunca olvidaré el día en que vino a vivir con nosotros. Mi marido lo trajo al regreso de un viaje.
Llevamos entonces cerca de tres años de matrimonio, teníamos dos niños y yo no era feliz…
“Una noche estuve despierta hasta cerca de las dos de la mañana, oyéndolo afuera… Cuando desperté, lo vi junto a mi cama, mirándome con su mirada fija, penetrante… Salté de la cama y le arrojé la lámpara de gasolina que dejaba encendida toda la noche…
“Pensé entonces en huir de aquella casa, de mi marido y de él… Pero no tenía dinero y los medios de comunicación eran difíciles”.
La actividad cultural y académica que se vivió en San Luis en los cincuenta acercó a Amparo Dávila con Alfonso Reyes convirtiéndose en su secretaria, actividad que desarrolló durante dos años. Amparo Dávila se casó con el pintor Pedro Coronel, con el que tuvo dos hijas.
A lo largo de su carrera literaria se hizo merecedora a varios reconocimientos a su obra: recibió el Premio Xavier Villaurrutia en 1977; en 2013, fue homenajeada por el noveno encuentro de escritores, Literatura en el Bravo; en 2020 fue designada ganadora del Tercer Premio Jorge Ibargüengoitia de Literatura que otorga la Universidad de Guanajuato; en 2015 recibió la Medalla Bellas Artes por sus sobresalientes aportes a la literatura de México.
Amparo Dávila recibió la Medalla Bellas Artes en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes. En esa ocasión, la escritora comentó:
“Trato de lograr en mi obra un rigor estético basado no solamente en la perfección formal, en la técnica, en la palabra justa, sino en la vivencia. La sola percepción formal, no me interesa porque la forma no vive por sí misma; es, digamos, la sola justificación de la escritura”.
Desde ese año el Gobierno de México convoca un certamen nacional de cuento fantástico con su nombre: el Premio Bellas Artes de Cuento Amparo Dávila.
María Amparo Dávila Robledo moriría en la Ciudad de México el 18 de abril de 2020.
También lee: La primera mujer titulada como ingeniera en SLP | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash
#4 Tiempos
El engañoso 3-0 | Columna de Arturo Mena “Nefrox”
TESTEANDO
Increíble marcador el de anoche, y no es que sea complicado creer que San Luis podría ganar, sino que ni los más optimistas pensaban que el marcador terminara tan holgado.
Desde mi perspectiva, tenía mucha seguridad de una victoria de San Luis, pero imaginaba una diferencia de un gol, por mi cabeza no pasaba la posibilidad de una goleada a un Tigres al que nunca se le había ganado en liga.
Pero, 3-0 es muy engañoso. San Luis dio un buen partido, algo normal a lo que nos acostumbró jugando de local, un equipo que sabe manejar tiempos, que controla bien el balón y que en momentos adecuados ataca y puede anotar. Tigres por su parte, hizo un partido donde comenzó con algunos jugadores importantes en la banca, pareciera que subestimaron al sexto lugar de la liga.
Tigres es un equipo con un plantel muy amplio, fácilmente varios de sus jugadores “bancas” ayer, podrían ser titulares en San Luis (Vigón, Flores, Gignac, Cordova, Herrera) y mostraron una cara poco comprometida con la fase que están jugando.
El trámite del partido fue bastante parejo, con aproximaciones para ambos equipos y una buena actuación de los arqueros. Pero la suerte solo fue para un equipo, San Luis metió las que tuvo, mientras que Tigres falló oportunidades que parecían hechas.
Justo por eso es que siento que es un resultado engañoso. El partido fue mucho más parejo que el marcador, Tigres tuvo para meter por lo menos una, pero falló, resalto el error de Nico Ibañez que hubiera significado el 1-1 y hubiera cambiado demasiado el destino del encuentro, San Luis tuvo 3 y metió las 3, muy poco más como para resaltar demasiado a Nahuel en la portería.
De todos los juegos de vuelta, me parece que los más posibles de remontar son Pumas vs Monterrey por que la diferencia solo es 1 gol y aunque duela decirlo, Tigres vs San Luis, la distancia entre estos dos equipos sigue siendo abismal, Tigres es un equipo muy armado, con grandes jugadores que de manera individual pueden sin problema resolver un partido, del otro lado San Luis juega mucho con el conjunto, pero errores individuales pueden pagarse caro, un mal control de balón, una salida en falso, un error como los de Tigres frente a la portería, podrá significar mucho en la eliminatoria.
Mucha suerte, que es justo lo que vamos a necesitar.
También lee: Chivas para el olvido | Columna de Arturo Mena “Nefrox”
#4 Tiempos
Cuando hay Hoyos En Las Cercas | Columna de Guille Carregha
Criticaciones
¡Ah, caray! Resulta que alguien decidió hacer una película basada en mis compañeros de clase en la secundaria. Sí, así mismito como eran: clasismo a más no poder, desplantes violentos para recordarle a la gente que el dinero es poder y, como debe de ser, cero consecuencias. De verdad, ver esta cinta fue como un flashback a mis principios de los 2000s. Porque claro, aquí en México la impunidad no solo es una tradición nacional, sino una especie de deporte. Si creen que lo que pasa en esta película es ficción o irreal pues, no sé, o vivimos en dos realidades distintas o mi adolescencia fue aún más cutre de lo que pensaba.
Desconozco cuál haya sido la experiencia de otros seres humanos viendo El Hoyo En La Cerca, porque de acuerdo a Letterboxd la recepción de la cinta es mixta, pero para mí personalmente fue facilísimo meterme en la narrativa. La película va de un retiro espiritual orquestado por una escuela privada religiosa mexicana, y de cómo sus adultos a cargo utilizan tácticas de manipulación y guerra para promover dentro de ellos una visión fundamentalista y de extrema derecha en ellos, permeando el status quo pedorro de México. O sea, va de cómo las autoridades te convierten en un ser deleznable para su beneficio.
Y, a ver, yo crecí rodeado de estos monstruos humanos: los mismos niños fresa que te hacían sentir que tu existencia era un inconveniente para su “educación de calidad” y que se burlaban de cualquiera cuyo Pantone de piel fuera un poquito distinto al consabido 100C. Como si eso no fuera suficiente, también me chuté retiros escolares que, honestamente, no estaban tan lejos de lo que se muestra en pantalla. Solo que, claro, con menos violencia explícita… pero no porque mis compañeros no quisieran o supieran que era mala. Era más porque los profesores que organizaban esos eventos todavía tenían un poquito de alma y no eran absoluto tan sociópatas como los de la película.
Desde el primer minuto, El Hoyo En La Cerca hace un trabajo excelente en sumergirte en su ambiente. El lugar donde pasa todo parece salido de una revista de “lugares aspiracionales”. Todo se ve tan alejado de cualquier realidad mexicana promedio que hasta te sientes un poquito incómodo, como cuando entras a una tienda donde sabes que no puedes pagar nada. Y esa es justo la idea: te ponen en un contexto donde la opulencia y el clasismo son el aire que todos respiran. Todo esto se refuerza con el diálogo de los personajes, que constantemente desprecian a cualquier cosa que no se alinee con su mundo de privilegios. Es tan real que duele, como si la película te diera un zape y te dijera: “Sí, así son”.
El soundtrack, por cierto, también hace su parte. Esa música inquietante que parece diseñada para que te pongas nervioso funciona de maravilla. Luego están las tomas llenas de “naturaleza” que, más que bonita, se siente falsa, casi artificial, como un disfraz caro para ocultar lo podrido que está todo debajo. La combinación de estos elementos te mantiene al filo del asiento, aunque sea porque estás esperando que pase algo peor.
Y, pasa. O sea, si pasan cosas feas. Reprobables. Pero… no llega a los extremos que se te predispuso a imaginar.
Esta atmósfera tan lograda es también lo que termina decepcionándote un poquito. Mira, te preparan para un desastre épico, algo nivel todo lo que pasa al final de Midsommar. Te venden la idea de que estás a punto de ver actos inhumanos tan extremos que saldrías del cine necesitando terapia. Pero luego, cuando finalmente llega el clímax, lo que pasa es más como una nota roja del periódico. Sí, es terrible, pero es de ese tipo de atrocidades que ves mientras desayunas unos chilaquiles y piensas: “Ah, México mágico”. Y eso me hizo darme cuenta de lo anestesiados que estamos. O sea, ¿en qué momento lo absurdo dejó de sorprendernos?
Dicho eso, no se puede negar que lo que muestra la película es bastante realista. De hecho, no me sorprendería que algo así esté pasando en este momento en algún rincón del país. Y como siempre, nadie movería un dedo, porque aquí las élites tienen carta blanca para hacer y deshacer a su gusto. Si algo sabe retratar esta película, es justo eso: el vacío absoluto de justicia.
Claro, no es una película perfecta. Tiene sus fallos. Por ejemplo, cuando los niños improvisan sus diálogos, se siente súper natural, como si estuvieras escuchando a unos adolescentes culeros cualquiera. Pero luego, hay líneas claramente escritas en el guion que… bueno, digamos que no ganarían un premio a la originalidad. No llegan al nivel de una telenovela de TV Azteca, pero no están tan lejos tampoco. Es un poco chocante porque te saca del momento, como cuando alguien interrumpe una buena peda para ponerte a escuchar su playlist de reguetón cristiano.
Lo que más me perturbó, sin embargo, fue lo familiar que se me hicieron los personajes. Fácilmente podría haberles puesto los nombres de mis excompañeros de clase [acotación obligatoria antidifamación: obvio no todos, pero sí los suficientes] y la historia se habría desarrollado exactamente igual. ¿Y saben qué? Eso es lo más aterrador de toda esta experiencia. No es que “podría pasar”. Es que ya pasa. Todo el tiempo. Y seguimos como si nada.
Hay gente que odió esta película, que cree que está más telenovelizada que un mal episodio de Central De Abastos. Hay gente que cree que no cuaja el mensaje, o que es tan o más pretenciosa que las películas de Nicolás Pereda. Claramente a mí me encantó. Creo que depende enteramente del contexto en el que hayan vivido a lo largo de sus vidas. En lo único que podemos estar de acuerdo es que, buena o no, al menos la película sí entiende lo que es hablar del clasismo en México sin verse en la penosa necesidad de defender a los whitexican para explicar por qué son necesarios en nuestra vida y deberíamos rendirles pleitesía.
[Inserte aquí uno o dos párrafos donde nos burlamos de Michel Franco y su Nuevo Orden por ser un pretencioso insoportable que solo puede soñar con crear algo tan contundente como esto. Aunque, siendo honestos, probablemente terminaría del lado de los niños y les diría a los espectadores que deberíamos actuar como ellos para evitar que las clases bajas ataquen a los “decentes blancos” antes de que sea ilegal matarlos por ser pobres o una mamada así.]
También lee: El remake de Elm Street es peor de lo que imaginaba | Columna de Guille Carregha
-
Destacadas7 meses
Con 4 meses trabajando, jefa de control de abasto del IMSS se va de vacaciones a Jerusalén, echando mentiras
-
Ciudad2 años
¿Cuándo abrirá The Park en SLP y qué tiendas tendrá?
-
Ciudad3 años
Tornillo Vázquez, la joven estrella del rap potosino
-
Destacadas3 años
“SLP pasaría a semáforo rojo este viernes”: Andreu Comas
-
Estado1 año
A partir de enero de 2024 ya no se cobrarán estacionamientos de centros comerciales
-
Ciudad2 años
Crudo, el club secreto oculto en el Centro Histórico de SLP
-
Destacadas2 años
SLP podría volver en enero a clases online
-
#4 Tiempos2 años
La disputa por el triángulo dorado de SLP | Columna de Luis Moreno