octubre 15, 2025

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#4 Tiempos

¿Para quién?, CONAGO, oropel de unas horas | Jorge Ramírez Pardo

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En la reunión del Consejo Nacional de Gobernadores, CONAGO; el pasado miércoles 19 de agosto en el poco utilizado Centro de convenciones de San Luis Potosí, el anfitrión el gobernador potosino Juan Manuel Carreras – cumplió con eficiencia el papel de edecán y/o maestro de ceremonias, capaz de reunir como no sucedía en décadas la plana mayor de los mandos públicos en el país. Carreras, empleado eficiente de Calderón y gobernador de marca priísta, desempolvó el viejo formato de carro completo, guion a representar asegurado, oropel y escenografía. Un pri/panista anfitrión autor/conductor de una zarzuela contraria a su sentir y escasa estrategia para gobernar.

 

¿Para qué…?, ¿para quién…?

Se contó con la presencia del presidente de México, de los gobernadores de estados y secretarios federales de gobierno; salida del desuso hubo pasarela frente al presidente de dos presuntos delfines del gobernador Carreras a sucederle en el cargo: Juan Ramiro Robledo, uno de los políticos potosinos de mayor forja y capacidad que no ha manifestado intención –sin embargo cercano a López Obrador desde tiempos remotos- y el hiperactivo arrogante de pueblo Xavier Nava, quién paseó el apellido frente al primer mandatario –a sabiendas de que su abuelo Salvador Nava está en el mapa de los afectos de AMLO– y una hora después se colaba a una comida de gobernadores disidentes –colado único, ni los directivos locales del PAN lo hicieron- con los gobernadores de la Alianza Opositora: los de Colima, Durango, Tamaulipas, Querétaro, Michoacán, Chihuahua, Guanajuato y Jalisco; todos panistas, menos el último-. Es el mismo Xavier, presidente de la capital potosina, quien, en días y horas laborales, le ha ido a gritonear a Palacio Nacional al presidente que ese día saludó, y en Morelos con otros Javier –sin X- Sicilia ha participado en marchas de repudio anti 4T; mismo sujeto marioneta de consignas sáuricas/maquiavélicas que lo inducen a chapulinear de color en color político y ejercer su mandato municipal en perenne ejercicio de propaganda en tono de ego de casta.

 

El invitado tótem/Tlatoani, ¿Para qué…?, ¿para quién…?

Esa mañana de miércoles, el presidente López Obrador, luego de la reunión con su gabinete de seguridad en la ciudad de Querétaro, tuvo su habitual rueda de prensa mañanera con el gobernador Francisco Domínguez. Mismo mandante que hasta hacía dos días tenía estadísticas de buen gobierno a su favor y esa mañana, como al mártir Sebastián, lo perforaron todas las flechas de los periodistas de su propio estado. El día anterior había salido a relucir un video donde se les mencionaba a él, lo mismo que el gobernador de Tamaulipas, como uno de los entonces senadores beneficiados por el soborno orquestado para privatizar Pemex, y su secretario técnico –a esas horas ya renunciado a su cargo-, aparecía con un ex directivo de Pemex cuando le entrega pacas de dinero producto también de soborno.

En la citada reunión de CONAGO, el presidente López Obrador, acostumbrado al frecuente uso de la palabra, incluso al uso excesivo; sabedor además de la intención proactiva de los gobernadores de Alianza Opositora aprovechó la condición de edecán/maestro de ceremonias del gobernador anfitrión Juan Manuel Carreras, con desempolvado esquema priísta (guion y conclusiones desde antes de la reunión, todo oropel e incienso para el Tlatoani) y jugo un papel de tótem que acapara reflectores, pero, esta vez silente. Formato similar al del Cid Campeador, quien, ya muerto, ganó la última batalla en calidad de bulto; o como en “Kague musha, La sombra del guerrero” de Akira Kurosawa, fallecido el mandatario/dios es sustituido por un hombre que dé le parece; es torpe e ignorante, pero se adecúa a la forma.

Para marcan un débil contapunto, con breve y baja intensidad Francisco Cabeza de Vaca, gobernador tamaulipeco del grupo disidente de gobernadores con la espada afilada, reclamó el uso político de los videos de Lozoya.

En tal esquema todo-bajo-contol, hastalos atropellados/potagónicos como burdos gobernadores, El Bronco de Nuevo León y Enrique Alfaro de Jalisco, estuvieron quietos.

Y más nada, dos horas después de concluida la reunión, el presidente ya estaba en la ciudad de Zacatecas, donde, a la mañanera del día siguiente, invocó la figura legendaria/solidaria de Salvador Nava. ¿Por qué no lo hizo en territorio potosino? Haz tus apuestas lector, pero, en plan de conjeturas, vale decir: hay de Navas a Navas.

 

La resaca del día siguiente

Para que el gobernador Juan Manuel Carreras –actual presidente de la CONAGO- vuelva a reunir ese quorum sin un para un qué debaatible y construible…, ta´ ca-ñón, para que le crean…, A menos de una semana del suceso, la Alianza Opositora de gobernadores que había amenazado con no asistir, vuelve a patalear. Ya declaró Javier Corral, gobernador de Chihuahua, que la CONAGO desaparecerá o, al menos, él y sus aliados, estreñidos en territorio potosino y barnizados de navismo no (S)salvador, se retirarán.

Al día siguiente, jueves, al mediodía en la capital potosina, a unos cuantos cientos de metros de donde fue la reunión de CONAGO, se hirió de gravedad al coordinador operativo de la Fiscalía General de la República en San Luis Potosí, comandante Guillermo Alberto. Minutos más tarde murió.

La mañana del sábado, también en la capital potosina, era noticia el asalto a una residencia en fraccionamiento privado de élite. Vamos, ni siquiera escapa a la criminalidad el grupo exclusivo a quien el gobernador sobreprotege y cuyos delitos no ve (como lo sucesos vandálicos del 6 de junio en el Centro Histórico, ideados y liderados en su ejecución por juniors, uno de ellos hijo de una directiva de la secretaría de Cultura).

Por si ello fuera poco, la principal noticia local en algunos medios de comunicación la mañana de ayer domingo 23, informaba que el estado de San Luis Potosí ocupa el vergonzoso primer lugar en semáforo delictivo; de color rojo este julio en: homicidios, extorsión, narcomenudeo, robo a negocio, lesiones, violación, violencia familiar y feminicidio.

El de por si timorato mando de Carreras, con un gabinete oscuro e incompetente, con subrayada carga negativa en Cultura, goza de intocabilidad y evaluación. El futuro del gobernante –eficaz empleado pan/pri- podrá tener asidero en el escenario político nacional, si en su último año, actúa con aires innovadores, según el mandato y ejercicio presidencial. Las tendencias indican que no será así, pero…, esperemos el milagro.

 

Pataditas municipales, vino nuevo ¿en qué envase?

Durante administraciones municipales pasada, incluida la gallardista, era notable el rendimiento presupuestal e impacto en tareas artístico/culturales; más si se le comparaba con la obesa e incompetente Secretaría de Cultura. La actual administración hace excepción; desluce tan anodina como la estatal.

Sin embargo, en estos días, el municipio capitalino, lanza una iniciativa cultural de élite, vía su responsable de cultura, Cecilia Padrón Quijano, sustraída del cacicazgo colectivo de los nepotes sobrinos de ex gobernadores Eudoro Fonseca/Armando H. Silva.

Se trata de un programa exportado a quien lo cache por la UNESCO (organismo de Naciones Unidas para la educación, ciencia y cultura). Carta por los derechos culturales se le denomina. Predomina en lo teórico (15 mesas de trabajo) que supone una copiosa praxis inexistente y desplomada en tiempos de pandemia.

Uno de los temas es equidad cultural y si algo distingue a la alcaldía capitalina es su desatención a los grupos indígenas e, incluso, su discriminación.

Aun así, es justo otorgar el beneficio de la duda, según se acostumbra tolerar/observar. De quiénes sean los ponentes y moderadores seleccionados para tal ejercicio de élite, puede ser un signo distintivo o decadente, según el caso. Si sacan sólo a pasear a las momias directicas del sector cultura y no dan presencia a los numerosos creativos y gestores independientes estarán fincando sobre arena. Lo mismo si se trata de otro acto voraz de campaña del munícipe en pos de una candidatura del cualquier color en compra/venta.

 

 

Cineteca Alameda abrirá el miércoles 

 

#4 Tiempos

Tamtoc, cuna del calendario mesoamericano | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash

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EL CRONOPIO

 

En el año 2005 se llevó a acabo el proyecto arqueológico Tamtoc en la huasteca potosina, donde se localizó una gran lápida esculpida en bajo y alto relieve en el fondo de un estanque que se conecta a un canal que desemboca en la llamada Laguna de los Patos. Junto a la lápida se encontró cerámica a manera de ofrenda cuyos análisis indicaron que correspondían a tradiciones alfareras asociadas a la costa del Golfo de México del periodo 900 años antes de Cristo a 650 años antes de Cristo.

Análisis posteriores indicaron que esa lápida conocida como Monumento 32, así como la escultura femenina asociada corresponde al periodo Preclásico tardío con inicio en 350 antes de Cristo. El monolito en cuestión está labrado con un mensaje simbólico que no se asemeja a ninguna otra muestra de arte mesoamericano.

Una vez colocado en su posición original y con estudios sobre su orientación con la ayuda de herramientas de la arqueoastronomía se encontró que la orientación implica una peculiar división del año, la cual define la temporada de iluminación del monolito por los rayos solares. La conclusión actual, por parte de los investigadores, es que Tamtoc es una de las ciudades donde tempranamente se utilizó el calendario mesoamericano.

En Tamtoc se desarrollaron importantes rituales vinculados a la vida y la fertilidad, que concurren en la noción de la cosmogonía mesoamericana y por extensión en la cosmovisión. Resultados que tras largos años de análisis son dado a conocer por uno de los involucrados en los estudios astronómicos de la ciudad de Tamtoc, Jesús Galindo Trejo, en una reciente publicación de los Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM.

Las primicias de este descubrimiento nos las compartió Jesús Galindo en el 2007 en lo que fue la primera charla del ciclo Noches de Museo que organizamos en el entonces Museo de Historia de la Ciencia de San Luis Potosí. Dieciocho años después, publica sus resultados aportando a la historia de uno de los más antiguos pueblos originarios del país situada en la huasteca potosina y que marca esa cosmovisión huasteca reflejada en el Monumento 32, que es uno de los monumentos importantes de ese sitio arqueológico.

Parte de los cálculos astronómicos que realizó Jesús Galindo nos los reservamos, como nos lo pidiera entonces, hasta que sean publicados.

Jesús Galindo Trejo es Licenciado en Física y Matemáticas por la Escuela Superior de Física y Matemáticas del IPN. Realizó estudios de Posgrado en la Facultad de Ciencias de la UNAM.

Obtuvo el doctorado en Astrofísica Teórica en la Ruhr Universitaet Bochum en la República Federal de Alemania. Fue Investigador Titular en el Instituto de Astronomía de la UNAM durante más de 20 años en las áreas de Plasmas Astrofísicos y Física Solar. Actualmente es Investigador Titular en el Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM. Su actividad de investigación se centra principalmente en la Arqueoastronomía de Mesoamérica. Es miembro del SNI. Pertenece a la Unión Astronómica Internacional. Ha realizado investigación Arqueoastronómica en Malinalco, en el Templo Mayor de Tenochtitlan, en Teotihuacan, en Oaxaca, en la Huaxteca, en Baja California y en algunos sitios de la Región Maya.

Sus inicios en la arqueoastronomía se remontan a fines de la década de los ochenta, cuando participó en nuestro programa de divulgación científica Domingos en la Ciencia de San Luis Potosí, charlas en las que nos hablaba todavía de sus investigaciones sobre física solar y nos adelantaba sus inquietudes en iniciar estudios de arqueoastronomía en el sitio de Malinalco  cuando conoció al cronista de Malinalco, quien le señaló que en la historia de ese pueblo había aspectos que podrían estar conectados con la disciplina astronómica. Asimismo, su participación en el proyecto coordinado por la doctora Beatriz de la Fuente, del Instituto de Investigaciones Estéticas, sobre pintura mural prehispánica, lo interesó en la cosmogonía de los antiguos mexicanos.

En una entrevista para la revista ¿cómo ves?, Galindo aseguró que el acercamiento al estudio de las antiguas civilizaciones del país lo ha llevado a acercarse a las 60 lenguas de México, porque de esta manera “se puede penetrar en la mentalidad de aquellos que hace más de 500 años construyeron sociedades y levantaron templos, legados actualmente ignorados por muchos mexicanos”.

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Meditación sobre el azar | Columna de Juan Jesús Priego Rivera

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LETRAS minúsculas

 

-Dudé de Dios –dijo el hombre visiblemente apenado-. Creo, según he oído decir, que es el único pecado que no tiene perdón. Pero es que estaba al borde del colapso…

El hombre se mesaba los cabellos, se secaba el sudor, lloraba más que gemía.

-Incluso hasta llegué a blasfemar. Dije a Dios cosas que no me hubiese atrevido a decir ni siquiera al peor de mis contrarios. ¿Verdad que para esto no hay perdón?

Yo me limitaba a dejarlo hablar. A todas luces se veía que lo necesitaba. Era necesario que lo dijera todo, que se desahogara. ¿Para qué, pues, interrumpirlo?

-Cuando me dijeron que ya no había trabajo para mí, creí que nunca perdonaría a Dios. ¿Por qué me había dado cuatro hijos si ya no iba a poder mantenerlos? Hoy, claro está, veo las cosas desde otra luz, pero en aquellos días de incertidumbre y desasosiego… ¡Quería morirme! Y, lo que es peor, quería que también mis hijos se murieran. ¿Comprende usted que les deseé la muerte?

Pensé en esos cuatro niños a los que yo no conocía. ¿Sabrían alguna vez que su padre, en un momento de desesperación, pensó lo que acababa de decirme? Pero no, no lo sabrán. Los pensamientos de su padre quedarán guardados para siempre en el silencio de Dios. ¡Que no lo sepan, que su padre no se lo diga nunca! Hay sinceridades que matan.

¡Y pensar que era necesario que yo perdiera aquel trabajo para poder tener el que ahora tengo! Cuando pienso en esto, me lleno de vergüenza. Sí, era necesario vivir esa pena para conocer la satisfacción que ahora experimento. Mis hijos, hoy, están mucho mejor que antes, y me digo a mí mismo: «¡Qué bueno que perdí aquel empleo!».

Sonreí. Porque siempre he creído que la palabra azar es una palabra bastarda que no debió acuñarse nunca. ¿Quién la inventó y qué quiso decir con ella? ¿Que el mundo se mueve como un barco sin timón? ¡Casualidad! ¿Quién es el tonto que cree en las casualidades? La palabra azar no debería existir en el vocabulario cristiano, pero, ya que existe, habría que darle el significado que le daba, por ejemplo, Anatole France (1844-1924): «Azar: aquello que Dios hace cuando no quiere poner su nombre». 

A estas alturas de mi vida he llegado a la conclusión de que ni siquiera los libros que caen en nuestras manos lo hacen por casualidad. A veces pienso que, si nos los encontramos en el estante de una librería cualquiera, es porque Dios ha querido decirnos algo a través de ellos.

Y de los encuentros, ¿qué decir? Que es Dios quien nos envía a estas personas que no buscábamos por una razón que generalmente desconocemos pero que forma parte de su misterioso querer. «El destino, al igual que todo lo humano –dijo una vez el escritor argentino Ernesto Sábato (1911-2011)-, no se manifiesta en abstracto, sino que se encarna en alguna circunstancia. Ni el amor, ni los encuentros verdaderos, ni siquiera los profundos desencuentros, son obras de las casualidades, sino que nos están misteriosamente reservados. ¡Cuántas veces en la vida me ha sorprendido cómo, entre las multitudes de personas que existen en el mundo, nos cruzamos con aquellas que, de alguna manera, poseían las tablas de nuestro destino como si hubiéramos pertenecido a los capítulos de un mismo libro!

Nunca supe si se los reconoce porque ya se los busca o se los busca porque ya bordeaban los aledaños de nuestro destino» (Conferencia en la Feria del Libro de Sevilla, 2002).

También ahora, como en los tiempos de Moisés, sólo nos es permitido ver a Dios «de espaldas», es decir, cuando ya ha pasado. Únicamente entonces podemos decir como aquel hombre de quien acabo de contar la historia: «¡Y pensar que era necesario que yo perdiera aquel trabajo para poder tener el que ahora tengo!». Siempre es hasta después cuando se comprende por qué ocurrieron ciertas cosas que en su momento nos parecieron horrorosas, ininteligibles e insoportables.

En un libro sobre Jesucristo (El Jesús desconocido), Donald Spoto hace la siguiente reflexión: «El azar no implica necesariamente falta de propósito; lo que llamamos caos quizá no sea desorden, sino un claro signo de las limitaciones de nuestra comprensión… La experiencia humana valida este enfoque. En nuestra historia individual, ¿no vemos un momento aparentemente accidental o fortuito, a posteriori, como sumamente significativo e incluso como el comienzo de una nueva etapa de la vida? Si yo no hubiera asistido a tal escuela en tal momento, por ejemplo, no habría tenido ese excelente maestro, seguido ese importante curso ni trabado esa duradera amistad. Si nuestros padres no se hubieran conocido en tal momento, nunca jamás lo habrían sido. Si no hubiéramos asistido a tal reunión, no habríamos conocido al amor de nuestra vida ni iniciado una carrera importante. No es exagerado afirmar que los elementos más importantes de la vida del amor dependen tanto de lo que podríamos llamar accidente significativo como deliberación. El novelista y dramaturgo francés Georges Bernanos lo expresó muy bien: Lo que llamamos azar tal vez sea la lógica de Dios».

Vistas así las cosas, aun cuando me halle en cama y afiebrado –y quiera morirme de pura pesadumbre-, debo poder decirme a mí mismo con convencimiento y seguridad:

-Sí, quizá sea necesario que hoy no salga de casa. Si Dios me tiene encerrado aquí, por alguna razón será. ¿Iba hoy a atropellar a un caminante distraído en la avenida, o es que un camión carguero iba a arrollarme a mí? En efecto, tal vez sea éste el motivo por el que no debo salir. Después de todo, es muy posible…

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Las dos mujeres de Truman. Palabras con cicuta

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Apuntes

Hay autores que escriben un solo amor con distintos nombres. Truman Capote lo hizo con los de Nancy Clutter y Holly Golightly: la muchacha asesinada y la mujer que huye. Dos rostros de la misma herida.

Nancy era todo lo que el mundo aprueba: pureza, promesa, familia. Una adolescente que hacía listas, organizaba fiestas y creía que el bien era una costumbre diaria. Holly, en cambio, era todo lo que el mundo juzga: libre, contradictoria, caprichosa, superviviente. Todo sinónimo de “libre y espontánea”.

Ambas están solas frente a una sociedad que las define, una desde la muerte y otra desde el deseo.

Yo creo que Capote estuvo enamorado de una mujer que fue las dos. Una que lo deslumbró por su bondad y lo desarmó por su caos. En Nancy encontró la integridad que él nunca tuvo; en Holly, la libertad que siempre le fue negada. Una mujer que cocinaba con delantal los domingos, pero que podía desaparecer una semana sin explicar por qué. La amaba por lo que lo salvaba y por lo que lo destruía.

En A sangre fría, Capote mira a Nancy como si aún pudiera rescatarla. La describe con ternura casi maternal, pero también con una envidia melancólica: ella no sabía lo que era la vergüenza ni el exceso. En Desayuno en Tiffany’s, en cambio, elige no salvar a Holly. La deja ir. Le permite el privilegio que Nancy nunca tuvo: seguir viva aunque nadie la entienda.

Quizá esa fue la forma en que Truman se reconcilió con su propia culpa. Escribir a la que murió como víctima y a la que se fue como promesa. Una purificada por la muerte, la otra condenada a vivir

. Entre ambas, Capote puso su propia alma: la de un niño que soñaba con el orden de Nancy y despertaba con el desorden de Holly.

No se puede amar a dos mujeres tan distintas sin romperse un poco. Pero Capote lo hizo. Amó la pureza que se deja matar y la libertad que se mata sola.

Y quizá, como tantos de nosotros, entendió demasiado tarde que una y otra eran la misma. Que la vida te puede matar por ser buena o por querer ser libre. Y que entre esas dos muertes —la literal y la simbólica— se esconde el precio de vivir como uno quiere.

Punto.

Y aquí estoy yo, leyendo a Truman y sintiendo que me contó la historia antes de que ocurriera. Porque yo también quise que Holly fuera Nancy: que se quedara, que colgara su vestido brillante y se sentara a esperar el desayuno. Pero ella eligió la noche, otro hombre, otra ciudad.

Yo sigo aquí, recogiendo los platos, preguntándome si alguna vez alguien puede amar a una mujer así sin terminar escribiendo sobre su ausencia.

Quizá eso somos los que escribimos: los que convertimos el abandono en literatura.
Los que seguimos hablando con las Holly que quisimos que fueran Nancy, aun sabiendo que la vida —como en Capote— siempre acaba a sangre fría.

Yo soy Jorge Saldaña.

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