agosto 25, 2025

Conecta con nosotros

#4 Tiempos

Mark Hollis: el hombre que no regresó | Columna de Carlos López Medrano

Publicado hace

el

Mejor dormir

 

Talk Talk inició como una banda británica de synthpop que en los ochenta buscó un espacio en las calles a través de temas resueltos de la gama OMD y Ultravox. De ese modo cosecharon The Party’s Over (1982) e  It’s My Life (1984), dos discos que junto a un puñado de sencillos levantaron fuertes expectativas e hicieron a EMI relamerse los bigotes por el bombazo comercial que podían llegar a ser.

Luego llegó el tercer álbum, The Colour of Spring (1986), una transición muy contundente. Algo había cambiado, y lo había hecho de fondo. Ya no sonaban como la banda MTV de los discos anteriores. Ahora ejecutaban una operación de distinto calado que tiraba de lleno a la creación de atmósferas, si bien aún conservaban rastro del flujo de su material previo.

El modelo presentado carecía de hits evidentes. La artificialidad saltarina había sido sustituida por una paleta de recursos que entraban en otro plano dimensional. El grupo londinense renegaba de su pasado y sorprendió tanto a sus fanáticos como a los hombres de negocios. La pequeña locura fue aceptada por EMI solo porque se comportó de manera notable en ventas, alcanzando el puesto 8 en las listas de su país.

Pero aquello apenas comenzaba. El envite siguiente, titulado  Spirit of Eden (1988), radicalizó la propuesta y rompió cualquier paradigma del pop. Quienes cantaban “Such a Shame” apenas cuatro años antes de pronto se habían convertido en unos apologistas de la introspección y la reserva.

EMI les había dado carta blanca para que hicieran lo que mejor convinieran. Hasta entonces se habían mostrado como una banda modélica que muchos insistían en ver como un relevo de Duran Duran. Talk Talk aprovechó para comenzar de nuevo, para romper con lo que había atrás.

“The Rainbow”, el tema que abría Spirit of Eden sorprendió a los escuchas quienes se hallaron con una pieza de casi 10 minutos que no tenía pinta de pertenecer a ninguna tradición. En la que no había coros ni ganchos, sino una verdadera travesía apegada al murmullo y la contención.

 

Talk Talk pasó por una metamorfosis: ya estaba más cerca de John Cage y Miles Davis que del synth que los vio nacer. A la postre se consideró que habían inaugurado el post-rock. Lo abrupto estaba anunciando, “the world’s turned upside down”, decía  la primera línea del arcoiris.

La mente detrás del cambio era el genio de Mark Hollis, un condensador de géneros, un idealista, alguien que había optado por dar la vuelta y seguir sus propios designios, no los de alguien más.

El núcleo de las nuevas canciones estaba en su pausa. No en el aturdimiento, más bien en una manera de atisbar lo sublime. Hollis sabía que pocos sonidos son superiores al silencio y optó por ensimismarse y dejar patente apenas lo esencial en cada obra.

Fue así que se volvió un artesano de la agudeza. Dibujante de contornos, texturas, paisajes del sonido. En compañía de sus compañeros entregó gemas que saben a cálida sombra.El músico londinense abandonó el camino formulaico en pos de la exploración sonora.

Enamorado lo mismo del soul que de la música clásica, el jazz, la meditación y lo etéreo, aprendió que el vacío es un parte crucial de cualquier grabación. Son los espacios donde anida la maestría, donde se muestra el control que se tiene de las notas.

Lo anterior, desde luego, le importaba un pepino a EMI que puso el grito en el cielo al ver lo que sus promisorias criaturas habían lanzado a la palestra. No había en ellos ningún single que pudiera llenar estadios. Y para colmo, Mark Hollis ya no quería tocar en vivo. Las creaciones en el estudio eran incompatibles con los conciertos.

En el video “I Believe In You” se percibe la incomodidad de Hollis, quien no entiende otro lenguaje que el propio en clave musical. La industria no se acomoda a sus preceptos, tanto las giras como las imágenes promocionales se alejaban de su intención. Talk Talk acabó por romper con EMI y la compañía se vengó levantando una demanda por el fracaso comercial del álbum por el que tanto habían invertido.

Fue mejor así. El siguiente trabajo —ya con Polydor Records— era igual de enigmático e inasible. Laughing Stock (1991) fue el quinto y último álbum de la banda en donde no dieron un solo paso atrás pese a la presiones.

Visto a distancia la decisión fue un acierto. Perdieron la oportunidad de tener una fama masiva, pero por el contrario ganaron trascendencia. Las últimas composiciones carecen de explicación o de arraigo en una época y con cada nuevo repaso ofrecen nuevas lecturas. Como pasa con Joyce o Kafka, se les seguirá descubriendo en los próximos años.

Hollis fue un pequeño Bartleby que de algún modo se infiltró en la industria musical, una maquinaria que suele chupar la sangre de los artistas hasta que ya no queda más. Él no lo permitió, prefirió no hacerlo. Luchó por cada gramo de independencia que había dentro de su organismo y optó por crear lo que le dictaba el extraño orden del cosmos antes que ceder a la posibilidad latente del éxito impostado que le hubiera restado la calidad de genuino.

Tan inasible como era (incluso para sí mismo), Hollis era de hablar poco ante medios.

Llevó a los instrumentos a parajes cada vez más abstractos. No necesitó llamar la atención por medio de lo efectista o rudimentario, cinceló fibras sonoras que se extendían como pistilos de una flor en primavera.

Talk Talk se despidió en la cumbre. No hicieron lo que se esperaba de ellos, hicieron lo que les daba la gana, No por una vulgar rebeldía o pueril intención de llevar la contraria, sino por una cuestión de honestidad y principios.  Con un costo que asumieron con todas las letras.

A partir de entonces Mark Hollis se volvió un recluso en movimiento, alguien que tuvo la humildad de ya no añadir un solo arpegio a un mundo ya de por sí saturado. La postal de su vida tendía a lo crepuscular.

En 1998 lanzó su único álbum en solitario, llamado como él mismo. Una obra maestra que va a la saga de Spirit of Eden y Laughing Stock. Un acontecimiento que por ser el más personal acaso sea el mejor.

Fuera de eso nada más, salvo colaboraciones menores y una pieza instrumental llamada “ARB Section 1” que hizo para la serie Boss (2012).

Mark Hollis se transformó en un renegado como los Rulfo, Salinger y Walser del mundo. Y aunque se alejó de los grandes reflectores, tuvo un regalo mejor para sí: la conformación de un hito. La creación de un género que amalgama a otros y que se ha vuelto la bandera de los músicos inconformistas, aquellos herederos que le rinden tributo al experimentar y que luchan por ser auténticos dentro de cada sesión.

Muchos esperaron su vuelta, pero Mark Hollis ya no regresó. Vivió hasta sus últimos días en el sur de Londres, encaminado a la vida familiar que tanto añoraba. Murió sin hacer mucho ruido en febrero de 2019.


@Bigmaud

Contacto: [email protected]

También lea: Bob Dylan y Sam Shepard en la carretera | Columna de Carlos López Medrano

#4 Tiempos

¡Hazlo pronto! | Columna de Juan Jesús Priego Rivera

Publicado hace

el

LETRAS minúsculas

 

En una novela que si no fuera irreverente podría ser incluso simpática, Upton Sinclair (1878-1968), el famoso escritor estadounidense, imaginó lo que pudo haber pensado María cuando vio que Jesús se marchaba de casa para dar inicio a eso que los teólogos conocen con el nombre de “período de su vida pública”.

La novela se titula Our Lady (Nuestra Señora), apareció por primera vez en las librerías en 1938 y comienza así: “María estaba en el portal de su casa, observando a su hijo, que caminaba a lo largo de la ruta pedregosa que cruza el valle. Se alejaba él sin volver la vista, como lo hace quien, una vez puesta la mano en la mansera del arado, no mira tras de sí, leve el andar e inclinados los hombros como si en ellos pesara la carga de sus pensamientos. Ella conocía bien su manera de andar –con la vista fija en el vacío-. Le seguía con ansias; su alma clamaba por llamarle, por rogarle que volviera, pero bien sabía ella que su clamor no sería escuchado”.

¿Fue esto realmente lo que María quiso hacer mientras su hijo se alejaba con paso firme y a la vez ligero? ¿Trató de detenerlo, de hacer que retrasara su partida? Preguntas vanas: nunca lo sabremos. Por lo pronto, la escena imaginada por Upton Sinclair prosigue de la siguiente manera:

“El hijo había llegado a ser hombre, y emprendía su camino por el mundo. Los ojos de la madre le seguirían hasta que se perdiera de vista; esa parte del camino le era familiar, mas ignoraba lo que le esperaría más allá, y vagamente presentía múltiples peligros en acecho; mientras la visión ávida devoraba cada uno de sus movimientos, el alma atemorizada se nutría de desesperación. Cuando pasó él frente a la era de Simón ben Zoma, el vecino más próximo, una voz interior le decía a ella: ‘Se va para siempre’; y cuando pasó frente al lagar que el viñatero Iaddua había talado en la roca, ella murmuraba para sí: ‘Nunca más volveré a verle’”.

Es posible que María, en semejante trance, se dijera a sí misma todas estas cosas, pero no es seguro. Lo que sí creo, en cambio, es que cuando Jesús abandonó la casa paterna lo hizo justo así como lo imaginó nuestro autor: con aire decidido y casi sin decir adiós. ¡Son tan amargas las despedidas! Pero ¿hay otro modo de tomar una decisión?

Conozco a una mujer de mi edad que hace treinta años anunció públicamente que se iría a un convento porque su vocación -¡bien seguro lo tenía ella!- era la vida religiosa. Todos en su casa estaban consternados.

¿De veras te irás? -le preguntó su madre, que sufría siempre de jaquecas y tenía como instalado desde hacía varios años un fuerte dolor en las caderas.

-Sí –respondió la hija-. Me iré.

La madre no se resignaba, de modo que un día, llevándola aparte, le suplicó:

Espera a que me muera. Será pronto. Tú eres la única que me cuida, y si te vas no sé lo que será de mí. Ofrece a Dios, querida mía, este pequeño sacrificio.

La muchacha, que por Dios estaba dispuesta a hacer cualquier cosa, dijo que estaba bien, que no se iría hasta que… Bueno, hasta que su presencia en la casa ya no fuera necesaria.

Han pasado treinta años desde entonces. ¿Y la madre? Ahí está, bien vivita, con sus jaquecas, sus lamentos y sus dolores de cadera.

¿Y la hija? Allí está también, lamentándose de no haber tenido el coraje de hacer lo que quería. “¡Ha pasado el tiempo tan rápido!”, me dijo la última vez que la vi. Me dio tristeza por ella.

Sí, las decisiones se toman así: con la mano bien puesta en el arado y sin voltear mucho a un lado o a otro, desde donde nuestros seres queridos nos hacen señas para que nos quedemos con ellos.

Una vez un hombre se acercó a Jesús para decirle: “Señor, te seguiré, pero antes déjame enterrar a mi padre”. Le respondió Jesús: “Sígueme, y deja que los muertos entierren a sus muertos” (Mateo 8,22). Este hombre quería hacer lo mismo que aquella conocida mía: esperar a que su padre muriera, con el consiguiente riesgo de que éste fuera el judío errante en persona. La respuesta de Jesús puede parecer violenta, y de hecho lo es, pero ¿de qué otra manera es necesario hablarle a un indeciso? ¡El exceso de análisis produce parálisis! O se decide hoy, cueste lo que cueste, o no lo hará nunca.

¿Quién ha dicho que tomar una decisión sea cosa fácil? Decidir, en cierto sentido, es morir. Pero, con tal de que decidamos, con tal de que nos atrevamos, ¡bienvenidas las lágrimas!

Otro hombre le dijo un día al Señor: “Yo te seguiré, Maestro, pero primero déjame ir a mi casa a despedirme”. Y Jesús: “Ninguno que después de haber puesto la mano en el arado vuelve los ojos atrás, es digno del Reino de los cielos” (Lucas 9,62).

Las cosas decisivas de esta vida son ahora o nunca: tal es, a mi entender, lo que quiso decir Jesús a este discípulo ingenuo.

En uno de sus libros escribió Jean Guitton (1901-1999) que una sola palabra de Jesús es suficiente para edificar con ella nuestra vida cristiana. “Y esa sola palabra –asegura- podría bastar para siempre si os encontráis un día prisioneros, enfermos o amurallados por alguna pena”. Y yo estoy convencido de que el filósofo francés tiene razón. ¡Con una sola palabra de Jesús que nos atreviéramos a vivir nos bastaría! Y hoy he decidido que dicha palabra ­aunque haya sido dicha a Judas en un momento de extrema tensión­ bien podría ser ésta: “Amigo, lo que vas a hacer, hazlo pronto” (Mateo 26,50).

¡Hazlo pronto! Todo en esta vida hazlo pronto. Si ya decidiste que lo harás, no te entretengas mucho dándole vueltas al asunto. Porque después se hace tarde y –déjame decírtelo- ya no harás nada. Nada de nada.

También lee: El mundo de antier | Columna de Juan Jesús Priego Rivera

Continuar leyendo

#4 Tiempos

Clásico de la 57: pasión al filo del cuchillo | Columna de Arturo Mena “Nefrox”

Publicado hace

el

TESTEANDO

Hoy se juega en Querétaro el Clásico de la 57, un duelo que siempre viene cargado de tensión, orgullo y, por desgracia, un trasfondo que no se puede ignorar: la sombra de la violencia. Este enfrentamiento no es un simple partido de fútbol, es un espejo incómodo de lo que todavía está pendiente en nuestro balompié.

El recuerdo de la batalla campal entre Querétaro y Atlas sigue vivo. Esa tarde oscura, con imágenes que dieron la vuelta al mundo, dejó claro que la pasión puede convertirse en caos en cuestión de segundos. Y no fue un hecho aislado: en otras ocasiones también hemos visto enfrentamientos en las gradas del Alfonso Lastras, peleas que interrumpieron partidos, además de aquel episodio en Torreón en el que el sonido de las detonaciones generó un pánico colectivo que terminó por vaciar un estadio entero. Lo que debería ser fiesta, demasiadas veces se ha convertido en pesadilla.

El problema no es exclusivo de México. Apenas esta misma semana, en Argentina, un partido internacional quedó marcado por escenas dantescas: aficionados golpeados, perseguidos y obligados a escapar del propio lugar que debería haber sido su refugio. El encuentro tuvo que ser suspendido y la violencia dejó un saldo de heridos, detenidos y un continente entero preguntándose cómo es posible que sigamos repitiendo las mismas historias de siempre.

Con ese telón de fondo se juega hoy este Clásico de la 57. En la cancha, Gallos Blancos y Atlético de San Luis se disputan algo más que tres puntos: se juegan la credibilidad de una rivalidad que merece ser recordada por goles y no por golpes

. La exigencia es doble: para los equipos, que deben entregar un partido digno; y para las tribunas, que están obligadas a demostrar que se puede alentar sin cruzar la línea del salvajismo.

Porque la verdad es dura: si después de lo vivido en Querétaro hace unos años todavía no entendemos, si después de tantas escenas vergonzosas en México seguimos tolerando barras que se comportan como pandillas, entonces lo que pasó en Argentina podría repetirse aquí en cualquier momento.

El Clásico de la 57 debe ser una advertencia. Que la intensidad se quede en la cancha, que la rivalidad se mida en goles, que la pasión no vuelva a confundirse con barbarie. Si hoy la historia vuelve a torcerse hacia el lado equivocado, no habrá espacio para el asombro: sería simplemente la consecuencia de haber aprendido nada.

Este clásico es una puerta: o se abre para dejar pasar el fútbol en su forma más pura, o se entreabre para que se cuele de nuevo la violencia. Y lo que ocurra esta noche dirá mucho más de nosotros como país que de los once contra once que se atrevan a pisar la cancha.

También lee: San Luis frente a Puebla: partido para valientes, no para excusas | Columna de Arturo Mena “Nefrox”

Continuar leyendo

#4 Tiempos

La abogada y el diablo | Apuntes de Jorge Saldaña

Publicado hace

el

APUNTES

De no ser porque al empresario Miguel Maya Romero le fueron a ofrecer poner una de sus cafeterías al interior de lo que iba a convertirse en el centro comercial Santa Fe, en los terrenos que rentó la Universidad Autónoma de San Luis Potosí a la empresa VEM, e hizo público en sus medios el proyecto, a la UASLP le hubiera pasado de noche que le estaban por dar gato por liebre.

Se desató el infierno. Por algo a Miguel Maya Romero le dicen, los que lo quieren, “El diablo” (su WhatsApp es 666 y ya…bien raro).

Desde la muy humilde opinión de este aprendiz de reportero fueron dos errores fatales los que cometieron los promotores de Santa Fe: invitar a Maya solo a rentar un local, y no a invertir en el negocio completo.

El segundo error es haber entregado, al dueño de dos medios, el dossier, renders, planos, números y el “kit” completo del proyecto.

Hasta que estos materiales “cautiva inversionistas” fueron públicos en los medios miguelescos, la comunidad universitaria, sus más altos funcionarios y el Consejo Directivo, cayeron en cuenta que VEM les había vendido un unicornio que resultó ser un burro con brillantina.

Las especificaciones del Santa Fe publicadas estaban enfocadas al lucro, objetivo muy distante a lo que aprobó el Consejo Directivo Universitario por la confianza que le tienen al rector, Alejandro Zermeño Guerra.

Y es que con esa buena fe a la rectoría, nadie imaginó que el equipo jurídico de la Universidad resultara tan laxo, distraído e incompetente como para que en más de un año de haber firmado el contrato de arrendamiento (a precios muy inferiores a los del mercado, pero bueno…) no se hubiera dado cuenta que el unicornio rebuznaba.

En lugar de centro deportivo, canchas de pádel, gimnasio, pista para correr, estacionamientos para estudiantes y otras instalaciones dirigidas a la comunidad, se estaba gestando y vendiendo un centro comercial con tienda ancla, agencia de autos, restaurantes y cadenas comerciales.

Ante la presión social y mediática que provocó la discrepancia entre el proyecto original y el exhibido, el que tuvo que sacar el pecho y llevarse el desgaste fue el propio doctor Zermeño, que tuvo que pedir cuentas a su equipo jurídico encabezado por la abogada general de la universidad, Urenda Navarro Sánchez (a la que tengo el enorme gusto de no conocer).

En la revisión, el convenio resultó más poroso que un estropajo de Ixtle.

(Por cierto que el documento, al que solo Navarro Sánchez y muy pocos colaboradores de su oficina tenían acceso, casualmente se filtró a los mismos medios propiedad del villano de las pastorelas).

La filtración tuvo consecuencias. Por un lado, las enormes goteras jurídicas de la redacción del instrumento, urgieron a la Universidad cancelar el trato justificadamente acudiendo a las únicas condiciones que podrían protegerlos, que fueron el nulo avance de la obra y el agotamiento de los plazos.

En otras palabras, la falta de liquidez de los empresarios los salvaron; que si no, ya hubiera centro comercial, agencia de autos y café Chaires.

Por el otro lado, y ya circulando el convenio, se pudo saber que a la empresa VEM no le pidieron ni los requisitos más indispensables; no verificaron su experiencia (que no tiene) ni sus capacidades financieras (que tampoco tiene).

Con las cartas destapadas, el rector admitió que se sintió engañado (así lo declaró a éste medio y a otros). Pero… ¿engañado por quién?

¿Por la empresa? ¿O por su abogada general, que no cuidó a la institución, le escondió los detalles del poroso contrato y les generó un feroz enjambre jurídico en contra del que aún no salen?

Derivado de todos los yerros encontrados, se hizo inminente para la UASLP la cancelación del trato, provocando que Fabián Espinoza, el representante de la empresa al que se le cayó el negocio, denunciara penalmente al propio rector, a Miguel Maya y hasta a los periodistas de sus medios, asunto que hasta donde se sabe, sigue su curso.

Vamos dos a cero: Un contrato jurídicamente descuidado puso en el filo de la navaja a la institución, y provocó en reacción que denunciaran al líder de la comunidad universitaria, que sin necesidad, deberá defenderse por la vía penal (ojalá el rector contrate a un abogado o abogada externos… digo).

Tres a cero: En respuesta, la UASLP (léase la licenciada Navarro Sánchez) interpuso una tibia demanda mercantil (que no es lo mismo que una denuncia) en contra de la empresa. Sin embargo, la demanda la presentó la abogada hasta junio pasado. Es decir, meses después de la tormenta. Mientras tanto ni se ha recuperado el terreno, ni pueden hacer nada con él.

¿Estaría muy ocupada la abogada?

Quizás sí, promoviendo una controversia constitucional ante la Suprema Corte de Justicia, en contra del Instituto de Fiscalización Superior del Estado, contra el que debate la competencia de éste para auditar recursos propios de la UASLP.

Hace unos días, la controversia fue desechada por la SCJN por ser “notoriamente (no-to-ria-men-te) improcedente”. Cuatro-cero.

Por si se lo preguntaba, Culto Público, quien dió a conocer la promoción de la controversia, así como su penoso resultado, también fueron los medios propiedad de MMR, príncipe de las tinieblas.

(Yo creo que nadie les pasó el número de expediente en cuestión y le atinaron sus reporteros de pura suerte…)

Se le conoce al rector de la universidad, Alejandro Zermeño -y coincido- como un hombre íntegro, decente, bien intencionado, prudente, y capaz.

Lo que asombra es su paciencia y tolerancia con funcionarios como Urenda Navarro Sánchez, que si nos damos cuenta, es quien ha estado detrás de casi todos los conflictos que ha enfrentado la actual rectoría.

¿Cuándo terminará la goliza jurídica contra la institución? ¿No hay cambios? ¿Alguien tiene pacto con el diablo?

Hasta la próxima.

Yo soy Jorge Saldaña.

También lee: Factor Rosa Icela, Factor Galindo | Apuntes de Jorge Saldaña

Continuar leyendo

Opinión

Pautas y Redes de México S.A. de C.V.
Miguel de Cervantes Saavedra 140
Col. Polanco CP 78220
San Luis Potosí, S.L.P.
Teléfono 444 2440971

EL EQUIPO:

Director General
Jorge Francisco Saldaña Hernández

Director Administrativo
Luis Antonio Martínez Rivera

Directora Editorial
Ana G. Silva

Periodistas
Bernardo Vera

Sergio Aurelio Diaz Reyna

Diseño
Karlo Sayd Sauceda Ahumada

Productor
Fermin Saldaña Ocampo

 

 

 

Copyright ©, La Orquesta de Comunicaciones S.A. de C.V. Todos los Derechos Reservados