Deportes
Los magos rojiblancos | Columna de El Mojado
Rudeza necesaria
En el verano de 2013, Radamel Falcao se despidió del Atlético de Madrid, después de ganar una Copa del Rey y una Europa League. “El Tigre” colombiano se había convertido ya en un ídolo de la afición colchonera y él mismo se había encariñado con el club rojiblanco, pero tuvo que dejar el equipo, entre lágrimas, porque había sido fichado contra su voluntad por el Mónaco francés.
Según la Ley Bosman, promulgada 18 años antes de la salida de Falcao del Atlético de Madrid, los futbolistas eran libres de fichar por cualquier club que quisieran al término de su contrato. ¿Por qué “El Tigre”, entonces, tenía que ir a fuerza al Mónaco? Porque su ficha deportiva no pertenecía totalmente al Atlético de Madrid, pese a que jugaba para ellos.
En realidad, el 51 por ciento de su pase era propiedad de la empresa Doyen Group, una compañía dedicada a comprar futbolistas sudamericanos jóvenes, para posteriormente vender menos de la mitad de las fichas de los futbolistas con unas utilidades muy superiores a las pagadas inicialmente. Falcao solo podía jugar con quienes estuvieran dispuestos a pagar las tasas fijadas por Doyen Group, sin necesidad de que el futbolista estuviera de acuerdo, en un movimiento que el entonces columnista de Milenio, José Ramón Fernández Gutiérrez de Quevedo llamó “La Jaula del Tigre”.
Al final, la contratación de Radamel Falcao por el Mónaco fue definitiva en su carrera… para mal. En la liga francesa, Falcao, quien era entonces uno de los centrodelanteros más letales del planeta, sufrió la lesión que lo dejó fuera de la que se esperaba que fuera su Copa del Mundo, la de Brasil 2014.
Pero esta no es la historia de cómo un futbolista y su club amado tuvieron que separarse por un contrato abusivo. Al contrario, es la historia de cómo el Atlético de Madrid se ha beneficiado desde hace años por el trato con promotores, accediendo a futbolistas que, probablemente, no podría sostener en su club con sus propios recursos.
En España, las dos personas más importantes de Doyen Group son los representantes de futbolistas Juanma López y Mariano Aguilar, ambos exjugadores del Atlético de Madrid.
Hasta julio de este año, según un texto del diario El Mundo, de España, el club colchonero habría recibido como préstamo 2.5 millones de euros de Doyen Group, propietarios también de Álvaro Morata , el centro delantero español de los rojiblancos.
Doyen Group, una empresa cuyo centro de operaciones estaba supuestamente en Malta, está siendo investigada por las autoridades españolas por evasión fiscal.
Pero de esto se sabe poco, en parte gracias al éxito deportivo a nivel español y europeo que ha obtenido recientemente el Atlético de Madrid. También, gracias a la figura mítica del entrenador Diego Pablo “El Cholo” Simeone, un técnico carismático, con perfil motivador, cuya imagen ha renovado el poder internacional del club colchonero.
El Atlético de Madrid trabaja entonces como mago: con una mano, la del éxito deportivo, distrae de las acciones que hace la mano contraria, la del uso de promotores para fortalecerse institucionalmente.
A eso mismo llegó el proyecto rojiblanco a San Luis Potosí: uno de los principales objetivos del Atlético de San Luis es formar o comprar futbolistas a bajos costos para después poder revenderlos con enormes ganancias. Probablemente, el primer gran ejemplo será el de Nicolás Ibáñez.
Las sospechas de que el Atlético de Madrid está molesto por la corrupción a la que se ligó a Gustavo Matosas, el ahora extécnico de la franquicia potosina, son por completo falsas. La matriz española conoce bien de ese tipo de negocios entre promotores, directivos y, tal vez, hasta entrenadores.
Las transas en San Luis no es lo que duele al Atlético de Madrid, sino los escándalos: la salida extraña de Alfonso Sosa, la contratación y posterior cese por moches del aburrido Matosas, la violencia en el estadio Alfonso Lastras.
Lo que hoy debe estarse reclamando en las oficinas colchoneras a la filial potosina no es que se metan en problemas. La queja es que el Atlético de San Luis no ha encontrado ninguna mano con la cual esconder lo que hace la otra.
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#4 Tiempos
San Luis frente a Puebla: partido para valientes, no para excusas | Columna de Arturo Mena “Nefrox”
TESTEANDO
Si San Luis no puede ganarle a este Puebla, que viene tambaleando como boxeador en el último asalto, mejor que empiece a buscar excusas desde hoy. No es crueldad, es sentido común: el rival llega golpeado, con la moral baja y con una defensa que con cualquier ráfaga se desmorona. El que no sepa aprovechar eso, que se dedique a otra cosa.
El antecedente del cuadro camotero es el bochornoso 7-0 contra Tigres, un resultado que no sólo evidenció las carencias defensivas, sino que dejó claro que, cuando se desconectan, el desastre es inmediato. Y aun así, Puebla sigue vivo en la Leagues Cup; un respiro que, aunque breve, les da algo de motivación extra para no hundirse del todo en la Liga MX. Ojo, un equipo que todavía compite en dos frentes no se tira al piso tan fácil, y esa doble agenda puede darle un giro inesperado a un partido que, en el papel, muchos ya ven como trámite para San Luis.
Los potosinos, sin embargo, no llegan con la mesa servida. Apenas el fin de semana pasado, contra Cruz Azul, volvieron a mostrar que las buenas intenciones no alcanzan si el fútbol no es constante. Un partido en el que por momentos parecían competir de igual a igual, pero se diluyeron cuando había que apretar. Si quieren que el discurso post-Leagues Cup no quede como humo, este viernes es el momento para respaldarlo.
En la previa, una noticia que, al menos, les quita una piedra del zapato: la anulación de la expulsión a João Pedro. El delantero podrá estar disponible tras la revisión que borró la roja injusta del juego pasado. Su presencia es vital no sólo por lo que aporta al ataque, sino por la sensación de que, con él en el campo, San Luis tiene una referencia que obliga a los rivales a estar atentos.
Pero la realidad es que este encuentro en el Cuauhtémoc se juega en varios niveles: para Puebla, la oportunidad de lavarse un poco la cara después de ser humillado y de responder ante su gente. Para San Luis, el examen perfecto para demostrar que sabe ganar cuando las condiciones están a su favor. Porque si no pueden sacar tres puntos ante un equipo que viene arrastrando la cobija, entonces el resto del torneo pinta para seguir en esa tierra de nadie que ya conocen demasiado bien, no lo suficientemente malos para dar pena, pero tampoco lo suficientemente buenos para ilusionar a nadie.
Ganar este partido no sería una hazaña; sería apenas cumplir con lo que se espera de un club que dice aspirar a más. Y si no lo logran, entonces el discurso optimista de las últimas semanas quedará reducido a lo que tantas veces hemos escuchado en San Luis: palabras bonitas para adornar otra temporada gris.
En el fútbol, hay partidos que definen un campeonato, y otros que definen una actitud. Este viernes, en Puebla, San Luis no está jugando por la cima, pero sí por algo igual de importante: la credibilidad. Y si la pierden aquí, ya no habrá árbitro, VAR ni anulación de roja que los salve.
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#4 Tiempos
Victoria tardía y la misma deuda pendiente | Columna de Arturo Mena “Nefrox”
TESTEANDO
San Luis salió de la Leagues Cup con una sonrisa que, si se mira de cerca, es más una mueca de alivio que un gesto de orgullo. Sí, le ganaron 2-0 a Minnesota United y firmaron su primera victoria en tiempo regular en este torneo. Pero, ¿de qué sirve cerrar bien cuando todo el torneo fuiste invisible? La historia no se escribe con epílogos bonitos, sino con capítulos consistentes, y San Luis no tuvo ni trama ni constancia.
El triunfo, adornado por el cabezazo de João Pedro y el buen gol de Sebastián Pérez Bouquet, se siente más como el premio de consolación que te dan en la feria por no haberle atinado a nada en el juego de tiro al blanco. Andrés Sánchez, eso sí, atajó lo que tenía que atajar y firmó su primer cero en el torneo, pero hasta en eso queda la sensación de que llegó tarde la reacción.
Pero no hay que olvidar: este equipo viene de un Clausura 2025 para el olvido, con un horrible lugar 15 que exhibió todas sus carencias. La llegada de Guillermo Abascal inyectó algo de orden y discurso, pero el fútbol sigue siendo tan intermitente como una lámpara con falso.
Ahora, regresan a la Liga MX con un reto mayúsculo: demostrar que este chispazo en Leagues Cup no fue otro espejismo. El calendario no espera y Cruz Azul será su primer examen serio. Si repiten los vicios de siempre defensa frágil, mediocampo sin ideas y delanteros desconectados, la liga los volverá a poner en su lugar.
En resumen: ganaron, sí. Recuperaron confianza, tal vez. Pero mientras San Luis siga viviendo de partidos aislados y no de un proyecto sólido, cada victoria será apenas un paréntesis entre largos párrafos de mediocridad. Y la afición potosina, que no se traga cuentos, seguirá esperando el día en que su equipo no sólo cierre bien, sino que empiece, siga y termine igual de fuerte.
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#4 Tiempos
El Porvenir de Gerli y la eterna lucha barrial | Columna de Arturo Mena “Nefrox”
TESTEANDO
Aquella noche en el barrio de Gerli, en la provincia de Lanús en Buenos Aires, el aire parecía teñido de historia: me acerqué al portón del Club Atlético El Porvenir, en Blanco Encalada 400, rodeado de otras instituciones barriales que comparten el paisaje. Entrar al predio es respirar un siglo de pasión llevada por vecinos, familias y generaciones.
Me recibió el viejo estadio Gildo Francisco Ghersinich cuyo césped guarda las huellas de aquellos fundadores anarquistas de 1915 con sus tablones, su cemento y esa capacidad para aliviar el alma de casi 14,000 simpatizantes. Imaginar su fundación y primeros ascensos, las historias de lucha para conseguir una cancha propia y su gloria en la B intermedia y profesional es entender por qué El Porvenir no es solo un club: es un refugio.
Me tocó conocer a Fede, hincha de toda la vida que cuenta cómo resistieron desde el ascenso hasta el triunfo en la Primera D en mayo de 2023, pasando por aquella legendaria victoria en Copa Argentina frente a Lanús, un símbolo del ascenso que sueña con ser grande de nuevo. Esta es la magia del fútbol íntimo, el fútbol romántico de los clubes de barrio: esfuerzo colectivo, identidad barrial y orgullo poblado de relato y sudor.
Pero la visita también mostró grietas profundas: la dirigencia que encabeza Enrique Merelas (presidente por más de cuatro décadas) no esquiva el conflicto. El Porvenir enfrenta una crisis institucional que pone en riesgo todo ese legado comunitario. En febrero de 2025, la AFA suspendió la afiliación del club tras una denuncia presentada por el intendente Julián Álvarez ante Personas Jurídicas, acusando al municipio de intentar intervenir en la entidad. La intención habría sido deslindar el control sobre El Porvenir, excluyéndolo de todos los subsidios y dejando al Porve a su suerte.
La respuesta del club no fue tímida: se presentó una denuncia penal contra Álvarez por abuso de autoridad, discriminación, violencia institucional y filtración de información confidencial, denunciando marginación y persecución institucional. Las pintadas amenazantes aparecidas en los alrededores del estadio contra Merelas intensificaron la tensión, y la dirigencia llamó a socios y vecinos a defender su autonomía.
Afortunadamente, en marzo la AFA levantó la desafiliación preventiva: El Porvenir pudo volver a competir en la Primera C, debutando oficialmente el 18 de marzo ante Club Mercedes, tras semanas de incertidumbre. Pero aún pesa sobre el club un futuro incierto y una dirigencia cuestionada por aquellos que entienden que 44 años al frente de una institución no pueden justificarse con tradición si dejan estancamiento y despoblación de sueños.
En mi paso por la sede sentí esa contradicción: el club late con fuerza colectiva, con un barrio que lo respeta y lo habita, mientras que en los despachos internos se libra una batalla política que podría definir si El Porvenir se preserva como corazón barrial o se apaga por políticas ajenas.
Este club resume lo mejor y lo más complicado del fútbol argentino: su capacidad de emocionar desde lo modesto y lo comunitario, sin más hierro que la camiseta blanca y negra heredada del Sunderland argentino, y sin más ambición que resistir como espacio de encuentro. Pero también muestra cómo la política pretende apoderarse del alma de los clubes y puede quebrar ese romance que lo hace único.
Mi visita a Gerli me dejó el eco de cantos que nacen en gradas humildes y el pulso firme de gente que no se rinde. Ojalá los clubes de barrio, como El Porvenir, sigan siendo faros de pasión y memoria, y ojalá sus dirigentes internos y externos entiendan que la máxima autoridad no es el poder político, sino el cariño del socio y la voz del barrio.
Ojalá un día en México, entendiéramos un poco del fútbol de barrio.
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