septiembre 2, 2025

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#4 Tiempos

La condición humana | Columna de Juan Jesús Priego

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LETRAS minúsculas

 

Cristina no es más que un personaje secundario de Casa de muñecas, la pieza teatral de Henrik Ibsen (1828-1906), el dramaturgo noruego y, sin embargo, algunos de sus parlamentos son francamente inolvidables; por ejemplo éste, que tiene lugar cuando, ya viuda y sola, dice a Krogstad –otro de los personajes de la misma pieza- lo siguiente: «Necesito trabajar para soportar la existencia. Toda mi vida, hasta donde alcanzan mis recuerdos, la he pasado trabajando. Era mi mayor y mi única alegría. Ahora me encuentro sola en el mundo, y advierto un vacío horrible. No pensar más que en sí misma quita todo atractivo al trabajo. Vamos, Krogstad, dígame usted para quién y por qué voy a trabajar».

Se trabaja para los demás: esto es lo que dice Cristina a su amigo en la obra de Ibsen. Uno hace como que trabaja para sí mismo, pero se engaña; en realidad, todo lo que hacemos (lo queramos o no, lo sepamos o no), lo hacemos en favor de los otros: de esos otros que, gracias a un designio tan incomprensible como divino, tendrán el mal gusto de sobrevivirnos. Sí, vivir es matarse por estos seres que, para quedarse con el tesoro, no harán más que estirar el brazo. ¿Y cómo podríamos evitar que las cosas sucedan exactamente así, si tal es la ley de la vida? ¡Cuanto hicimos y ganamos al precio de nuestros sudores, alguien se lo quedará, pues no podremos llevárnoslo con nosotros a la tumba! Mi auto, mi reloj, mis libros queridos, el estuche de mis anteojos, la primera edición de Cien años de soledad, el cortaplumas traído sólo para mí desde la Arabia lejana: todo eso, con mi muerte, pasará a otras manos. ¿A qué manos? ¡Eso es lo quisiera yo saber! A las manos de quien reclame el derecho de posesión; a las de quien alegue y demuestre ser mi primo, mi hermano, mi sobrino, ¡qué sé yo! Y este servidor de ustedes, mientras tanto, ya no estará aquí para reclamar, para hacer observaciones, para decir lo que piensa acerca de la repartición de los objetos. ¡A los muertos ya no se les consulta, ni entran en los planes de los vivos!.

Hay quienes acumulan, acumulan y siguen acumulando sin siquiera detenerse a pensar que lo hacen para los demás. En Nudo de víboras, la gran novela de François Mauriac (1885-1970), aparece un hombre, Luis, que desde muy joven se dio a la tarea de atesorar, de guardar con cerrojos y en bancos extranjeros cuanto la vida le daba. ¡Puesto que no era amado por los suyos, quería por lo menos sentirse respetado! Una vez, mientras ejercía su profesión –era abogado-, emprendió la defensa de un hombre que cometió el error de heredar en vida a sus hijos, quienes, al verse ricos de la noche a la mañana, echaron al viejo de su casa a patadas. Aquel día en que casi comenzaba a ejercer plenamente su carrera, Luis descubrió dos cosas: que los hijos son unos extraños nacidos de la propia carne, y que en la vida es necesario tener dinero para hacerse respetar, sobre todo cuando se es viejo, pues “un anciano no existe más que por lo que posee: en cuanto deja de tener la menor cosa, se le da de lado”.

         A fuerza de acumular, Luis había conseguido hacerse de una fortuna fabulosa. Pero ahora, en el crepúsculo de su vida, se veía ante el problema de no saber a quien dejársela.

¿A esos extraños –sus hijos, su mujer- que al imaginar la cantidad que le tocaría a cada uno ya desde ahora se relamían los labios de satisfacción? ¡Con qué gusto habría heredado sus posesiones a una institución de beneficencia por el puro gusto de ver la cara que pondrían estos mequetrefes a la hora de la lectura del testamento!

         ¡No dejarles nada! ¡Ah, si tuviera el coraje de hacerlo! Si por él fuera, los mandaba a todos a paseo. Pero los hombres de la beneficencia, ¿no eran también ellos unos extraños? ¿Y quién le podría asegurar que su fortuna no se perdería, por decirlo así, en el camino?, ¿quién que no iba a quedársela para sí uno de esos funcionarios públicos que andan siempre al acecho para ver a quién despojan?

Estaba acorralado; desde donde abordara el problema, llegaba siempre a la misma conclusión: vivir es trabajar para los demás; es atesorar para que luego venga otro y se quede con el tesoro. No hay más remedio: cuanto hemos hecho y conseguido, otro se lo quedará: los libros, los autos, las mesas, los anillos, los relojes, los terrenos, las joyas. ¡Todo! Puesto que no es posible llevárnoslo, a alguien necesariamente se lo hemos de dejar. ¿A quién? ¿A los hijos? ¿Y por qué a ellos, si nunca lo han querido? Luis se resiste, maldice a gritos contra la vida, que impone a los humanos leyes tan inhumanas. ¡Cómo no era un emperador chino para hacerse enterrar con todo lo suyo! ¿Por qué legar su fortuna a unos extraños?, ¿por qué no poder cargar con ella? Extraños, extraños. ¡Todos eran unos extraños!

En su vejez, Luis descubría haber desperdiciado la vida. Sí, era menester reconocerlo: ¡había trabajado para otros! Muy tarde había descubierto que tal es la condición del hombre…

Pero volvamos a Cristina. Ella, a diferencia de Luis, lo sabe, lo ha sabido siempre: no trabajamos nunca para nosotros mismos. Por eso, ahora que puede rehacer su vida al lado de Krogstad, el hombre al que amó desde que era muy joven, se siente feliz; exclama: «¡Qué porvenir! ¡Qué nueva perspectiva! Tengo por quien trabajar, tengo por quien vivir, tengo un hogar que cuidar. ¡Ah! ¡Empezaré una nueva vida!».

Luis se cree a punto de ser despojado; Cristina, en cambio, grita alborozada por haber encontrado finalmente a alguien por quién trabajar… ¿Quién de los dos conocía mejor el secreto de la existencia? ¿Quién tenía más posibilidades de ser feliz? A aquél la muerte iba a quitarle todo lo que tenía; ésta quiere entregarlo todo por su propia mano antes de que llegue la muerte y se lo quite. Insisto: ¿quién tenía más posibilidades de verle la cara a la felicidad, aunque sólo fuera de perfil? Responda usted, lector. Responda con sinceridad y humildemente.

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#4 Tiempos

Chispas, patrias y partidas de ajedrez | Apuntes de Jorge Saldaña

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APUNTES

Culto Público, hijos de la chispa en pasto seco:

Ya es septiembre, mes de la patria, es decir, en nuestro sistema occidental mercantilista, tiempo de comprar las cosas de navidad.

El año se fue más rápido que Noroña cuando lo atacó Alito y aquí estamos: a unas horas de concluido el Primer Informe de Gobierno de la presidenta Sheinbaum que llega con un 71% de aprobación popular.

Sortear el frente de la relación con EEUU, contener las amenazas arancelarias, colaborar en materia fronteriza y de seguridad, entregar objetivos criminales y sobre todo tolerar y contener al insufrible presidente gringo no ha sido tarea fácil.

Lo doméstico tampoco: el equilibrio de fuerzas en las cámaras, el manotazo en la mesa de “gobierno yo” que alcanzó a Adán y a Andy, la elección judicial y los retos que implica, son agendas que ocupan de la mayor claridad y amor por México.

En lo local, ayer domingo terminó la FENAPO 🙁 y hay que reconocer al gobernador por su visión y al presidente del patronato, Fernando Rojo, y sus colaboraciones por su ejecución.

En general la fiesta fue un éxito, pero como todo, puede ser perfectible. Los temas que brincaron y que no son menores, por ejemplo, fue el uso de ponis para dar paseos interminables y sin descanso a niños que los montaban todo el tiempo, ocasionando un justificado reclamo por el maltrato a los animales que ello significa.

Finalmente se acabó la feria y también la tortura para los pobres caballitos.

Otra cosa que sí o sí, debe mejorar es el trato a los artistas locales, reconocerles y tratarles con la misma dignidad

y atención que a los nacionales o internacionales.

¿Por qué escatimar y tratar como de segunda a nuestros artistas paisanos?

Por cierto, ojo a los que se engancharon en la App de Idealz que de tener un boleto gratis, están comprando (ya con su dinero constante y sonante) boletos para participar en rifas que, tarde o temprano, no podrán sostener. La App es una variante de un sistema de pirámide y lo me quedo en lo dicho. De mi se acuerdan.

El diputado local Emilio Rosas creo que fue el único que hizo evento para presentar informe de su primer año legislativo: Movilidad, Ley Santi, registro de agentes inmobiliarios y otros son sus temas. Lo de “dignificar la política” y asociar sus causas a las del desaparecido Doctor Nava, creo que quedó forzado.

El concepto de dignidad que abanderó Nava Martínez es mucho más profunda y en muchos niveles para su momento, que lo que plantea como slogan el diputado Rosas.

Aprovecharse así como a la ligera de una figura histórica en la democracia en México, no se me hace ni la mejor estrategia ni de buen gusto, por lo demás, me dicen que fue un buen informe con aceptable convocatoria.

Los eventos que lamento por igual haberme perdido este fin de semana que pasó fueron dos: el sábado me perdí la gran fiesta con la que celebró su cumpleaños el alcalde Enrique Galindo en el salón Río. Más de 2 mil personas alrededor del alcalde deseando lo mejor para su futuro.

Me dicen que el ambiente fue totalmente festivo y de entusiasmo, y como el festejado es político pues… todo evento que encabece es político. Habrá lecturas al gusto, de eso no me queda duda.

El otro evento que me perdí y lo lamento fue el del domingo: la magna clausura de FENAPO 2025.

Antes de despedirme les comparto El Atril (nuestra breve editorial diaria) de este lunes sobre la partida de ajedrez que planteó el rector Zermeño al gobierno con la que mandó advertencia de tormenta a toda la comunidad (no solo la universitaria).

El rector ya tiene paraguas para las fuertes lluvias políticas y se llama: gobierno del estado.

Les platico:

El rector Zermeño movió la primera pieza de una jugada de tres. No fue una declaración suelta, sino advertencia fina al término del Consejo Directivo Universitario.

Que el Gobierno debe a la UASLP no es novedad. Eso ya les queda claro a todos.

Que la federación ya envió el recurso, tampoco toma a nadie por sorpresa. Es de conocimiento público que el dinero de la federación etiquetado para la UASLP existe en las arcas del estado.

El detalle (lugar favorito dónde se esconde el diablo) fue dejar que la respuesta la genere el público (no solo universitario) respecto al “por qué” o “los por qué” y por “culpa de quién” los millones no avanzan de Madero a Álvaro Obregón.

Eso sí fue plantear la partida. El rector fue claro: sin dinero, en diciembre no habrá sueldos, aguinaldos ni fondo de jubilaciones.

¿Qué va a pasar con los miles de maestros, empleados administrativos y jubilados cuando no reciban su sueldo ni aguinaldo en diciembre?

Eso es una chispa en pasto seco.

El doctor Zermeño también adelantó que Gobernación y SEP federal ya están al tanto, como quien tiene alfil en diagonal abierta, es decir, tiene aliados y piezas acomodadas desde el gobierno federal… por si se ofrecen. (Fotos en su cuenta de Tuiter lo respaldan).

Y aunque desalentó protestas…ni falta que hace. Nadie le va a pedir permiso a la rectoría para salir a exigir sus pagos.

El Gobierno debe leer la jugada: en tres movimientos el jaque no vendrá de Zermeño, sino de maestros, trabajadores, alumnos y sociedad en general.

¿Saben quién estaría feliz de que el gobierno no entregue los recursos y se desestabilice el estado? Los enemigos de Gallardo.

El reloj del ajedrez está corriendo.

Buen lunes, buen mes, buena vida a todos.

¡Qué bonito es Xilitla! Vayan.

Hasta la próxima. Yo soy Jorge Saldaña

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#4 Tiempos

Pensamientos | Columna de Juan Jesús Priego Rivera

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LETRAS minúsculas

No hay manera de provocar el amor, no hay ninguna manera. Aquí la cosmética no sirve de nada. Se ama o no se ama, se gusta o no. Si comprendiéramos esto, el mundo aún tendría la esperanza de durar. Pero se producen zapatos, camisas, corbatas, pulseras, abrigos y autos a ritmos vertiginosos con el único fin de hacernos creer que se puede, con todo esto encima, seducir a los demás. La sabiduría consiste, sin embargo, en no engañarnos: ¿qué puede un auto, un perfume o un lápiz labial para suscitar el amor? El amor es gracia, es puro don, y el que crea poder provocarlo se quedará siempre, al final, con un palmo de narices. Saber esto, aceptar esto, tendría que hacernos más naturales. Y también más resignados. 

*

En sus Bloc notes, esta anotación de François Mauriac: “En la noche que siguió a la proclamación del Premio Nobel, una tempestad destruyó el tilo más bello de nuestro jardín. Nos sentimos desolados” (6 de mayo de 1953). ¡Cómo! ¿François Mauriac acaba de enterarse de que le ha sido asignado el Nobel y a pesar de ello se siente triste? Sí, a causa de una tormenta que asoló su jardín. Con lo que queda demostrado que las alegrías de este mundo no son nunca perfectas, ni podrán serlo, pues por más que nuestros éxitos alcancen cotas inimaginables, siempre habrá un amigo que se va o un tilo querido por el que llorar la destrucción. 

*

Ante un rostro bello uno guarda silencio. No es arrobamiento, y ni siquiera envidia. Es nostalgia, dolor por lo que quedará de ese rostro con el paso del tiempo. Es nostalgia por lo que uno sabe que va a perderse, por lo que sabe que va a acabar. Si pudiera decirse así, es un silencio mortuorio, o, si se prefiere, de pésame. Es un llanto silencioso: como el de Jesús cuando contempló a lo lejos la perecedera belleza del Templo, del que no quedaría piedra sobre piedra. 

*

Fray Bernardino de Sahagún. “Este fraile -escribió Fernando Benítez en su libro Genio y figura- era de joven tan hermoso que sus superiores lo ocultaban para no darle ocasión de perderse”. ¿Durante cuánto tiempo lo ocultaron? No importa: seguramente llegó un día en que ya no hubo necesidad de tomarse semejantes precauciones. Todo acaba en este mundo.

*

Cena con dos antiguos compañeros del colegio a los que no había vuelto a ver desde 1987. Se nos notaba en el rostro el paso de los años, pero no por eso dejábamos de hablar y de reírnos. ¡Eran tantas las cosas que teníamos que contarnos! De pronto, uno de ellos se levantó de la mesa, caminó hacia un rincón de la casa y regresó con un viejo libro de portadas color marrón que reconocí al instante: era el anuario del último curso en que estuvimos juntos, antes de que la vida nos separara. Lo hojeé con nostalgia. ¿Qué quedaba de aquellos rostros que hace más de veinte años eran todavía como de niños? La última página del libro, sin embargo, estaba llena de anotaciones, de recomendaciones, de firmas, de despedidas, pues era moda en aquel tiempo dar a nuestros compañeros el anuario para que escribieran en él alguna cosa. Una nota decía así: “No te olvides de tus amigos”. Y otra: “No te pierdas de vista”. Y, sin embargo, casi todos nos olvidamos unos de otros, casi todos nos perdimos de vista. ¿Dónde están los que escribieron semejantes súplicas? Ellos mismos se han olvidado de nosotros y se han perdido. ¿Dónde están? Intentamos entre los tres, aquella noche, encontrar respuestas, imaginar lugares, pero la verdad es que nadie recordaba los nombres de esos náufragos cuyas señales de auxilio ni siquiera nos llegaban ya… ¿Acaso vivir no es otra cosa que olvidar, que marcharse siempre a otro lado y para siempre? “Vivir –dijo Albert Camus en La peste- tal vez sea lo contrario de amar”.

*

Lo malo del dolor, la razón por la que llega a hacérsenos insoportable, es que nos concentra de tal manera en nosotros mismos que nos hace olvidarnos de todo lo demás, de todos los demás. Un hombre con dolor de muelas es el ser más egoísta y solitario del planeta.

*

Leo El placer del texto, de Roland Barthes. Ningún placer en la lectura de ese texto. Las cosas más obvias son dichas de una manera tan complicada que dejo el libro al cabo de quince minutos con un fuerte dolor de cabeza. ¡Qué manera de oscurecer las cosas, de embrollar el lenguaje para acabar diciendo lo que más o menos todo el mundo sabe! ¿Cómo hablar del placer del texto mediante un texto tan poco placentero?

*

“Entonces se le apareció un ángel del cielo que lo confortaba” (Lucas 22,43). Sí, era necesario que bajara un ángel y lo consolara. Sus discípulos estaban lejos y además dormían. ¿Qué pasa con los amigos? Cuando más los necesitamos, se hallan lejos o sencillamente duermen. ¡Estamos tan solos! Todo hombre es una reproducción, aunque sea en miniatura, aunque sea profana, de aquella soledad espantosa de Getsemaní. Todo hombre, en alguna medida, es aquel Hombre que, en lo más profundo de la noche, se angustia hasta sudar sangre porque se muere de tristeza. Sí, es necesario que baje un ángel del cielo y nos conforte. Que baje un ángel, pidamos un ángel. Porque, aun cuando nuestros amigos estuvieran despiertos y cerca, ellos nada podrían. Hay en el corazón humano un rincón, un reducto, al que nadie puede llegar, salvo Dios.

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#4 Tiempos

Hoy, frente al campeón | Columna de Arturo Mena “Nefrox”

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TESTEANDO

 

Cuando Toluca llegue al Alfonso Lastras esta noche, no lo hará como un visitante cualquiera. Llega con la etiqueta de campeón, con una racha que asusta y con la confianza de un equipo que se sabe sólido. Para San Luis, en cambio, la cita es una cuerda floja: si tropiezan, el vacío no será sólo en la tabla, también en la credibilidad.

Los Diablos Rojos han mostrado lo que pocos en este torneo: regularidad. Saben atacar, saben cerrar partidos y rara vez pierden la calma. Es un conjunto que luce afinado, con un mediocampo que controla ritmos y delanteros que no perdonan. La pregunta no es si Toluca llega bien, sino si San Luis tiene con qué incomodarlos.

El conjunto potosino, por su parte, ha vivido a base de altibajos. Capaz de ganar con autoridad un fin de semana y de derrumbarse al siguiente con errores de principiante. Su defensa es frágil cuando la presión se acumula y su ataque depende demasiado de destellos aislados. Juegan en casa, sí, pero el Lastras ha dejado de ser un verdadero bastión, demasiadas veces los rivales han salido de aquí con los brazos en alto.

El historial entre ambos no ayuda al ánimo local. Toluca suele imponerse con naturalidad y pocas veces ha permitido que San Luis lo sorprenda. No es casualidad, cuando uno tiene orden y el otro improvisa, el resultado suele estar cantado.

Sin embargo, el fútbol tiene esa manía de burlarse de la lógica. A San Luis le basta un arranque intenso, un gol inesperado o una noche inspirada de su arquero para cambiar el guion. Lo sabe la afición, que se aferra a la esperanza de que, ante el rival más fuerte, el equipo saque la versión que pocas veces aparece.

Hoy no se juega sólo un partido. Para Toluca es la oportunidad de confirmar que su liderazgo no es un accidente. Para San Luis, es el chance de mandar un mensaje claro de que no están condenados a ser comparsa, que pueden competir con cualquiera si deciden hacerlo en serio.

Si San Luis sale tímido, Toluca lo devorará sin esfuerzo. Pero si el local entiende que este es el momento para dar un golpe sobre la mesa, entonces el líder tendrá, por fin, un rival que lo haga sudar. El balón dirá si el Lastras es tumba o resurrección.

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