#4 Tiempos
Intolerantes hasta morir: bufones vs feos | Columna de Óscar Esquivel
Desafinando
Nos oponemos a todo sin pensarlo, no realizamos cambios para no enlodarnos. La generosidad es palabra rara, la felicidad de algunos la creen admirando a los demás, adquiriendo costumbres del vecino, del amigo y hasta de los políticos. Pierden su autenticidad, prefieren adular a quienes se beneficiaron en lo personal, dejando un caos en la vida pública.
Muchas de las ocasiones se prefiere a los hombre apuestos, a la mujer más bella solo por el maquillaje externo e interno que representan, y casi nunca en la esencia misma del ser, este representado en su formación ética, con valores bien formados, sean valores morales o ideológicos, pues normalmente en esta sociedad de consumo y de comodidad, preferimos solo observar a las personas, como se dice “por encimita”. Cuando estos supuestos suceden, se “toma partido” sin juzgar por el comportamiento meramente humano.
Las preferencias nacen volviéndose muchas veces extremistas, los peligros más reconocidos en estos casos: intolerancia y fanatismos.
Pudiera ser intolerancia, por como es definida “la indignación de los hombres que no tienen opiniones constructivas”, según el concepto de Gilbert Keith Chesterton, periodista británico en sus relatos del Padre Brown, donde el personaje es un detective y sacerdote a la vez, que tiende a resumir el cómo entrelazar los fanatismos opuestos, blanco y negro, izquierda- derecha, hombre –mujer. “Un hombre puede combatir una afirmación (fanática) con un razonamiento (amplio); pero una sana intolerancia es el único modo como el hombre puede combatir una tendencia”, es decir se puede ser intolerante con razonamientos, no con supuestos o máscaras de papel que en la primera lluvia se moja y desbarata.
Nos oponemos casi siempre a todo, pero estar en oposición a todo constantemente y de manera directa, es el camino más corto de echarlo todo a la basura, echarlo a perder. Existen personas, gentes, grupos, en esta condición de fanatismo e intolerancia, se requiere maña, astucia para tratarlos, “con pinza” como se dice coloquialmente, por ser enemigos de toda razón, enraizadas, donde a la primera resistencia que se le hace, todo lo desbarata. En México así estamos, desfondando al país, entre la razón del nuevo régimen y la resistencia, aquellos que vieron todo bonito, casi celestial, y hoy extrañan sus privilegios, aún cuando los pobres siguen caminando entre la incredulidad, la desesperanza, esperando morir pobres.
“Sed amigos de la verdad hasta el martirio, y no sean apóstoles hasta la intolerancia”: Pitágoras.
HACIENDA Y EL SERIO
Ahora el nuevo secretario de Hacienda y Crédito Público; Arturo Herrera, aclara, aduce, confirma y reafirma que el presidente López Obrador lo escuchará. Diríamos que no solo sea escuchado, si no que le haga entender que la economía es asunto técnico, no de decisiones políticas, que hagan caer la macroeconomía. En este momento es la que salva o mantiene con pilares relativamente sólidos el no desplome de los pocos beneficios que hasta ahora se tienen.
El ahora secretario, en su presentación por el presidente, a pesar de su adusto rostro de preocupación e incertidumbre, en la que fue tundido por esta manera de presentarse ante la sociedad, como quinceañera asustada, es un hombre formado en la técnica y ciencia económica, conoce de los menesteres de la hacienda pública aun estando “feo” el hombre y sea poco alegre.
No recuerdan que Peña realizó cuatro o cinco cambios en Hacienda, pero como eran chicos ITAM, como Videgaray, artífice de la debacle, muy sonriente el señor, llenó este país de “porqueriza económica” , endeudando al país con 10 billones de pesos, lesionando toda actividad económica, en todos su frentes.
Aún cuando el nuevo secretario Herrera tenga los dientes chuecos, creo a manera personal que tiene preparación indiscutible para el cargo, cercano al presidente, y sobre todo con razonamiento para solventar las casi fanáticas exigencias de su jefe inmediato, esperamos así sea.
Los mexicanos nos creemos muy simpáticos: las redes sociales, con su sabiduría popular, aseguran que razonan y conocen de la ciencia del rostro, su fisonomía y expresión facial. Que el secretario está y se le ve apanicado, asustado, violentado en su derecho al aceptar el cargo, o sea el presidente le hizo “mano de puerco”. Entonces ¿por qué en su fanatismo anti AMLO no se reconoce lo bueno que podría ser?
Si fuera el bufón de Peña Nieto, con un altar en algunas sedes priistas, hombre bien parecido, peinado con goma de salón o “Moco de Gorila”, siempre presentarse impecable, sonriente, despreocupado. Dejó un país en ruinas, lo siguen adulando y hasta piden que regrese con sus 40 ladrones y más.
Somos como la multitud que asiste al estadio de futbol a ver a su equipo favorito: el estadio lleno, todos espectadores felices, vitoreando a su equipo de años, décadas, pero su equipo nunca sale campeón, rebasa la alta mediocridad, y jamás le entregan a la afición un triunfo que los haga rebosar de felicidad. Sin embargo, la intolerancia a otros planteles futbolísticos es tal, que no entran en razón apoyando siempre al malo, sin exigir nada a cambio por la fidelidad a su equipo local, y sin embargo, con sus sonrisas esconden la miseria de su frustración, deportiva, cultural, social y hasta política.
Seremos irracionalmente fanáticos como para preferir al bufón que a la gente seria.
Los miembros de la Cuarta Transformación, en mi humilde opinión, tienen la idea clara de su proyecto, pero como en todo conjunto de hombres de política, las resistencias aparecen. No han podido derivar los aspectos técnicos de lo político y peor aún, continúan en campaña permanente. Les faltan los análisis, las conveniencias de ser cautos, aún cuando lleven a la radicalidad, a la salud, estancias infantiles, inversiones, Pemex, la intolerancia a la crítica los transforma en fanáticos resistentes, además de la mala, diría malísima comunicación social, hacen, deshacen, y son pocas la veces que con claridad explican los resultados que se obtendrán, esto genera la confrontación, terminando en el fanatismo intolerante de todas las partes.
P.D. ¡Feliz cumpleaños! Al periodista, abogado, maestro, mi padre; Don Abel Esquivel Ávalos.
Nos saludamos pronto.
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#4 Tiempos
El experimento de Carrillo que abrió la puerta a un nuevo universo musical | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash
EL CRONOPIO
El pasado 13 de julio se cumplieron ciento treinta años del trascendental experimento donde Julián Carrillo dividió el tono en dieciséis partes obteniendo lo que llamó el Sonido 13 que se agregaba a los doce sonidos conocidos hasta ese entonces, 1895 y al mismo tiempo expandía en noventa seis los sonidos en la octava musical. Carrillo abrió la puerta a un nuevo universo musical, y gracias a la genialidad de su autor logró convertirse en todo un sistema que a últimas fechas ha recobrado especial interés a nivel mundial.
A partir de ese experimento Carrillo desarrolló su teoría del Sonido 13 que revolucionaria el mundo de la música. Controvertidas teorías que causaron en el país, principalmente, a diferencia de otras partes del mundo, un rechazo a la figura y obra de Julián Carrillo que perdura de cierta manera a la fecha, desvirtuando la importancia de ese simple experimento que realizó con la ayuda del violín abocándose a dividir la cuarta cuerda del violín sucesivamente hasta los límites prácticos de ese proceso.
Uno de los puntos que suele criticársele a Julián Carrillo, es el del descubrimiento, por decirlo así, del microtonalismo, suele asegurarse que una gran cantidad de personajes trabajaban en ese aspecto y que habían logrado hacerlo, o bien que sistemas como el hindú y algunos otros tenían música microtonal. Por otro lado, suele cuestionarse también, que fuera justo el 13 de julio de 1895, sin que nadie lo viera y sin que en ese momento se registrara el acontecimiento, salvo, el dicho del propio Carrillo que menciona el descubrimiento y que recurre a uno de sus condiscípulos como testigo de dicho experimento.
Se tacha de chocante la crónica difundida por el propio Carrillo. Esta situación, suele desvirtuar el propio acontecimiento, pues el experimento como tal, fue más allá de su simple realización, abrió la posibilidad de la discusión teórica y experimental acerca del sistema musical en práctica; mientras otros personajes trataban de lograr los cuartos de tono, Carrillo logró los diesiceisavos de tono y desarrolló las respectivas teorías que le permitieron enriquecer, simplificar y purificar la música, construyó nuevos instrumentos únicos en el mundo, ideó un nuevo sistema de escritura musical, escribió música en sistema microtonal demostrando su posibilidad interpretativa y auditiva, e incorporó las importantes y poco estudiadas leyes de metamorfosis musical. Todo ello forma parte del llamado Sonido 13. Existen todas las evidencias contextuales para asegurar, no solo la posibilidad de realización de dicho experimento, sino, los factores necesarios para que una personalidad como la del entonces joven Carrillo, pudiera llegar a la conclusión de la división del tono en dieciséis partes iguales, dieciseisavos de tono.
En San Luis Potosí Carrillo fincaba esa inquietud con la acústica musical y preparaba el terreno para experimentar con el sonido y la dependencia de la frecuencia con sistema de ondas estacionarias como suceden al vibrar una cuerda cualquiera.
Un niño entusiasmado por la música, que comenzaba a manifestar un especial talento por la misma, en una clase donde de cierta forma se le permitía jugar con elementos a su alcance, soñando y desplegando su espíritu inquisidor, le abría la posibilidad de experimentar mediante el juego, moldeando su ingenio. De esta forma, al decir de su maestro de primeras letras Germán Faz en la Escuela número nueve de San Sebastián, Carrillo solía jugar con una de las cintas de su zapato, que entonces tenían un núcleo de resorte, haciéndola vibrar sosteniendo con la boca uno de sus extremos y con la mano el otro de ellos, produciendo sonidos que podía percibir, se moldeaba, como decíamos, el futuro investigador. Por cierto, su profesor comentaba muchos años después, ya cuando se propagaba intensamente las teorías del Sonido 13, que éste, de cierta forma, pudo haberse fraguado en esos regulares juegos con las cintas de su zapato que realizaba el niño Julián, mientras trascurrían las lecciones diarias de aritmética. En ese juego Carrillo podría observar que el sonido producido por la cuerda de su zapato dependía de la forma en que la tensionaba y de la longitud que controlaba con su mano, tal como lo haría con el violín, poco tiempo después, armando notas que deleitaban al oído.
El propio Julián Carrillo en sus escritos en el libro pláticas musicales que editó en 1923 en su volumen dos refiere detalles contextuales del experimento y el nombre del discípulo que ayudó en ese experimento:
“en el último lustro del siglo pasado y queriendo ver si era posible dividir el semitono, intenté con mi discípulo y amigo Eucario Rodríguez, de Guanajuato, un trabajo de experimentación y de una manera primitiva -supuesto que carecíamos de medios apropiados para ello- logramos, subdividiendo la cuerda de un violín con el filo de una navaja, oír entre las notas Sol y La de la cuarta cuerda dieciséis sonidos distintos perfectamente claros”.
El Sonido 13 es mas que este experimento, tiene una estructura compleja que Carrillo desarrollo y cuya epistemología se basa en tres axiomas derivados básicos que se centran en el compromiso o, los principios, de Simplificación, de Purificación y de Enriquecimiento, que Carrillo llamó postulados.
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#4 Tiempos
La decadencia de la risa | Columna de Juan Jesús Priego Rivera
LETRAS mínúsculas
Ya a finales del siglo XIX, Eça de Querioz (1845-1900), el famoso novelista portugués, se quejaba de lo poco que nos reímos los modernos, lamentándose de que lo que él llamó «la risa antigua» estuviera en vías de franca desaparición. «Nosotros –escribió en un ensayo muy poco conocido-, hijos de este siglo serio, perdimos el don divino de la risa. ¡Ya nadie ríe! Casi ya nadie sonríe siquiera, porque lo que queda de la antigua sonrisa, fina y viva, tan celebrada por los poetas del siglo XVIII, o de la sonrisa lánguida y húmeda que encantó al romanticismo, apenas es un entreabrir lento y helado de los labios que, por el esfuerzo con que se contraen, parecen muertos o de hierro».
Sí, cada vez reímos menos, y, como dije en otra ocasión, si en algo aventajamos a los hombres y mujeres de otras épocas es en nuestra seriedad, que no es meditativa ni religiosa, sino triste, culpable y mortecina: una seriedad, para decirlo ya, muy parecida a la de los cadáveres.
Sigue diciendo el novelista: «Nunca más he vuelto a oír esa carcajada magnífica de mi infancia. Lo que hoy se escucha es a veces una sonrisa cascada, seca, dura, áspera, corta, que sale a través de una resistencia, como arrancada por unas cosquillas, y que bruscamente muere, dejando los rostros mudos y fríos. ¡He aquí la risotada de nuestro siglo!».
La alegría, hoy, ha acabado convirtiéndose en un lujo; y, si no me cree usted, si mi afirmación le parece exagerada, pregunte a sus vecinos si son felices para que obtenga un centenar de respuestas como ésta: «¿Feliz yo? ¡Cómo se le ocurre, estimado señor!». Y se pondrán a hablarle del trabajo –tan mal pagado-, del cambio climático, de la delincuencia organizada o del estrés. ¡Y conste que hoy tenemos casi todo aquello de los que nuestros antepasados carecieron! Las cajas de música de mi infancia tocaban sólo una canción, y, para colmo, había que darles cuerda; las cajas de música de los muchachos de hoy tocan –o al menos pueden hacerlo- hasta 20 o 30 000 canciones, pero no por eso el corazón de estos muchachos se ha vuelto más alegre, más musical. ¡Qué rostro más avejentado pasean por las autopistas de la vida! ¿Sonreír? No, gracias. La verdad es que ni siquiera se les ocurre.
«Nadie ríe –continúa Eça de Queiroz-, y nadie quiere reír. Tenemos todos el indefinible sentimiento de que la risa estridente y clara desentona con la atmósfera moral de nuestro tiempo». Y se pregunta: «¿De dónde proviene esta desoladora decadencia de la risa? Habría que componer un estudio sobre la Psicología de la taciturnidad contemporánea».
Algún día, si no cambio de parecer, escribiré esa psicología de la tristeza que invita a hacer a sus lectores el autor de La ciudad y las sirenas. Dicho tratado deberá responder a las siguientes preguntas: 1. «¿Por qué estamos hoy tan endiabladamente tristes?»; 2. «¿Quién nos ha robado el mes de abril?»; 3. «¿Por qué razón nos hemos vuelto tan huraños y tan antipáticos?», etcétera.
Que esto es así –es decir, que hoy estamos los hombres más tristes que nunca- lo dicen incuso autores bastante enterados de los problemas de nuestra época. He aquí, por ejemplo, lo que escribió el doctor Luis Rojas Marcos en un libro que apareció en las librerías casi cien años después de que lo hiciera ese ensayo de Eça de Quieroz que hemos venido citando; el libro en cuestión se titula La pareja rota y dice así en una de sus páginas:
«Desde finales de los años sesenta ha brillado la generación del yo, el culto al individuo, a sus libertades y a su cuerpo, y la devoción al éxito personal. La dolencia cultural que padecemos desde entonces es el narcisismo, aunque según dan a entender estudios recientes, la comunidad de Occidente está siendo invadida ahora por un nuevo mal colectivo: la depresión. La prevalencia del síndrome depresivo está aumentando en los países industrializados, y las nuevas generaciones son las más vulnerables a esta aflicción. Así, la probabilidad de que una persona nacida después de 1955 sufra en algún momento de su vida de profundos sentimientos de tristeza, apatía, desesperanza, impotencia o autodesprecio, es el doble que la de sus padres y el triple que la de sus abuelos. En Estados Unidos y en ciertos países europeos, concretamente, sólo un 1 por 100 de las personas nacidas antes de 1905 sufrían de depresión grave antes de los setenta y cinco años de edad, mientras que entre los nacidos después de 1955 hay un 6 por 100 que padece de esta afección».
¡Dios mío, lo doble de tristes que nuestros padres y lo tripe de ansiosos que nuestros abuelos! ¡Pero si tenemos todo lo que ellos no tuvieron!…
¿Cuáles son las causas de tanta tristeza? Eça de Queiroz aventura la siguiente respuesta: «Yo pienso que la risa acabó porque la humanidad se entristeció. Y se entristeció a causa de su inmensa civilización…, pues cuanto más culta es una sociedad, más triste es su faz. Hemos perdido la simplicidad y, con ella, la risa». Y termina diciendo al lector: «¿Quieres un humilde consejo? Abandona tu laberinto, entra de nuevo en la naturaleza, no te compliques con tantas máquinas, no te sutilices con tantos análisis; vive una buena vida de padre próvido que trabaja la tierra, y reconquistarás, con la salud y con la libertad, el don augusto de reír».
Así termina el famoso novelista. Pero no, no nos convence el consejo, ni creo que se consiga mucho abandonando el laberinto (y, por lo demás, ¿quién podría hacerlo?). Según yo, lo que nos ha quitado «el don augusto de reír» no es el exceso de civilización, sino nuestra falta de religión. ¡Ah, si de veras creyéramos en un Dios que nos protege y nos cuida, cómo nos reiríamos de nuestros pequeños problemas! Es decir, reiríamos. Veríamos entonces las cosas desde esa lejanía sin la cual la risa es imposible. ¿No se ha dicho muchas veces que la risa nace del distanciamiento, de ver las cosas desde cierta altura? Pues bien, si esto es así, sólo Dios y los que creen en Él pueden reír de veras con esa explosión de regocijo que conoció Eça de Quieroz cuando era niño, es decir, cuando los hombres aún tenían fe…
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#4 Tiempos
El tormentoso futuro y sus pronósticos | Columna de Arturo Mena “Nefrox”
TESTEANDO
Se llega al inicio del torneo y como siempre, la ilusión, el deseo y un poco de esperanza regresan a los campamentos del fútbol mexicano.
Ya con algunas semanas de partidos amistosos, preparación de pretemporada y contrataciones interesantes, arrancamos con la idea de pronosticar el futuro de San Luis en la liga.
La mecánica es simple, ir jornada tras jornada sumando (cuando lo amerite) los puntos que puede obtener el equipo, para al final hacer una suma e intentar predecir si es suficiente como para pelear por un lugar en la liguilla o no, así que comencemos.
Jornada 1: León (Derrota) 0 puntos
Jornada 2: Monterrey (Derrota) 0 puntos
Jornada 3: Chivas (Derrota) 0 puntos
Jornada 4: Cruz Azul (Derrota) 0 puntos
Jornada 5: Puebla (Empate) 1 punto
Jornada 6: Querétaro (Victoria) 4 puntos
Jornada 7: Toluca (Empate) 5 puntos
Jornada 8: Tijuana (Victoria) 8 puntos
Jornada 9: Santos (Victoria) 11 puntos
Jornada 10: América (Empate) 12 puntos
Jornada 11: Pachuca (Empate) 13 puntos
Jornada 12: Mazatlán (Victoria) 15 puntos
Jornada 13: Atlas (Victoria) 18 puntos
Jornada 14: Pumas (Derrota) 18 puntos
Jornada 15: Necaxa (Victoria) 21 puntos
Jornada 16: Juárez (Victoria) 24 puntos
Jornada 17: Tigres (Derrota) 24 puntos
24 puntos representan una real posibilidad de jugar play in y con ello pensar en llegar a la liguilla. Sin embargo, el pronóstico habla de un arranque muy complicado llegando a sumar alguna unidad hasta la jornada 5, lo cual preocupa para la estabilidad del equipo y su nuevo cuerpo técnico. Un torneo que luce complicado y de adaptación para el director técnico y una base muy consolidada de jugadores que conocen muy bien la liga.
Por el bien del fútbol en San Luis, esperemos que la bola ruede a su favor, que renazca el buen toque de balón y se demuestre que con poco se puede competir, no queda más que esperar y en unos meses hacemos el recuento de lo logrado contra este complicado pronóstico, que comience la fiesta del fútbol mexicano, una vez más.
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