junio 3, 2023

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#4 Tiempos

En el centenario de Salinger | Columna de Carlos López Medrano

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Mejor dormir

Los que de verdad me vuelven loco —decía Holden Caulfieldson esos libros que cuando acabas de leerlos piensas que ojalá el autor fuera amigo tuyo y pudieras llamarle cuando quisieras.

El protagonista de El Guardián entre el Centeno tenía razón: “eso no pasa mucho”. Y uno de los que logró en su escasa pero expansiva obra fue precisamente su creador, J. D. Salinger.

De Salinger hay mucho que decir y a la vez es preferible no hacerlo. Quienes lo han leído a profundidad saben que con él se guarda un pacto de confianza. Pese a las altísimas ventas que aún tiene, su decisión de mantenerse a sí mismo y a su obra dentro de unos márgenes de silencio es una cuestión que se debe respetar, incluso cuando ya ha fallecido. Ni su imagen ni sus libros ni sus personajes han de vulgarizarse en la primera fantochada que se atraviese.

Cerrarse de lleno a las adaptaciones cinematográficas, así como abstenerse de dar entrevistas le dotaron de un atractivo misterio, además de que nos libró, en parte, del bochorno de verlo estampado en playeras de rebajas o en marquesinas de productos de moda, como tanto le asqueaba para lo suyo.

Que con un artista lejano (geográficamente) se adquiera una actitud tan dogmática solo queda explicado dentro de sus propios trabajos. Quien se acerca a Salinger en el momento oportuno establece con él un vínculo especial distinto al que se tiene con otros autores. Descifrar su secreto se vuelve complicado, incluso ridículo. Aun así resulta pertinente mencionar que bajo su estela encontramos elementos tan indispensables como la recuperación de algo que creíamos perdido, así como una complicidad, una voz que sale al estrado para expresar las angustias juveniles para lectores que se encontraban en la orfandad emotiva.

Era justo eso que decía el señor Antolini en una conversación con Holden, aunque este último reaccionó con cinismo:

Entre otras cosas, descubrirás que no eres la primera persona que alguna vez estuvo confundida, asustada e incluso enferma por el comportamiento humano. No estás solo de esa manera, estarás emocionado y estimulado para saberlo. Muchos, muchos hombres han estado tan preocupados moral y espiritualmente como ustedes ahora. Afortunadamente, algunos de ellos mantuvieron registros de sus problemas”.

Tal elemento es invaluable y posiciona a Salinger como uno de los personajes más entrañables que hubo jamás. Tanto es así que se cuece aparte en cualquier juicio literario. Era esa manera de escribir tan única la que alimentó a generaciones enteras a través de una redención personal que de algún modo ansiaba en cada línea.

La guerra se convirtió en una cicatriz que impregnó páginas enteras venidas de su pluma. Nunca pudo olvidarse del olor de la sangre. Por ello, detrás de la  genialidad y la ternura se adivina un espectro inquietante, la sombra de lo que no llegó al puerto añorado y que a cada instante revela un gramo de extravío.

De cualquier modo, lejos de aventarse al precipicio, el escritor norteamericano optó por la espiritualidad y la desconexión con el medio, además de voltear a lo poco que consideraba aún impoluto: los niños y jóvenes a los que admiraba tanto. Para él, dichos seres, sin darse cuenta, contaban con la inocencia y valor que con el pasar de los años perderían en una  adultez que percibía como siniestra. En el fondo, aguardaba a la oportunidad de salvar aquella pureza que contemplaba a distancia como se observa a las aves de primavera.

Era lo que ocurría cuando Holden miraba a su hermana pequeña en el carrusel. Fascinado, sí. Pero consciente de que él ya nunca podría ser parte de ello, aunque estuviera tan solo a unos metros de distancia.

Los libros de Salinger están poblados de adolescentes rebosantes en sentimientos e inteligencia. Nunca subestimó a los menores de edad y por el contrario veía en ellos fuente de una extraña sabiduría. Además, los dotaba de una fuerte carga de desprecio por un mundo exterior que se percibía como adverso y hostil, un cansancio que se extendía a círculos sociales conformados por

phonies ansiosos por distinguirse e ir a alguna parte o ser de interés para el resto. Así lo exponían los integrantes de la familia Glass.

En el universo de Salinger había otro factor, sus personajes solían pasar por malas rachas o permanecían en un descarrío de amplia magnitud. Igual que él, como llegó a revelar en una carta, no logran integrarse ni hacer migas como ocurría con el resto de la sociedad. No encajaban. Lejos de lamentarse, daban a la causa la calidad de superado; estaban ya del otro lado del río donde si acaso miraban el panorama con un rastro de melancolía.

La cuestión en que los otros no se daban cuenta de ello. Todo ese colorido interno, esa agitación de la mente y las angustias varias del corazón, eran pequeñas galaxias solo perceptibles para quien entraban en la intimidad de la escena, ahí en donde ocurrían diálogos tan vivos que no venían tanto de la literatura, sino de una serie de humanos más reales que tu vecino.

Pues bien, Salinger rompía con la pared textual y guardaba cortesía al reconocer el hermoso y bullante jardín que había dentro de su audiencia, compuesta por muchos tímidos, callados, inadaptados y solos.

En Seymour: una introducción, uno de los relatos donde la relación autor-lector se vuelve más profunda a través de la guía de Buddy Glass, cabe lo mismo la filosofía que el proceso creativo. Salinger, imponiéndose al tiempo y las dimensiones, le habla directo a quien ha depositado la confianza en él; le ofrece calidez, compresión, un refugio. Para escribir aconsejaba elegir con el corazón. Recordar el tipo de creación que se quería y dejarse llevar con honestidad, buscando el punto. “Eres un artesano digno de crédito”, como decía Seymour. “Daría cualquier cosa por verte escribir algo, cualquier cosa, un cuento, un poema, un árbol que real y verdaderamente te saliera del corazón”.

Eran ese tipo de detalles que hacían a muchos derrotados y alienados sentirse importantes. Alguien por fin se dirigía a ellos. Y de una forma tierna y considerada. Un gesto que uno no siempre encuentra en las calles. A su modo era un legado con el que nadie más se podría comparar.

Franny Glass se lamentaba no tener a alguien digno de verdadera admiración. A J. D. Salinger, nacido en 1919 y fallecido en 2010 se le tenía tal tipo de respeto, pero sobre todo se le quería. Como un amigo, como un guía A cien años de su paso por la Tierra no queda más que estar agradecidos y levantar un sándwich (sin mayonesa) en su honor.

Jo.

@Bigmaud

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#4 Tiempos

Un lento adiós | Columna de Carlos López Medrano

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MEJOR DORMIR

 

No todas las historias acaban con un portazo. La mayoría de ellas más bien pasan por un largo proceso de demolición. Sin el protocolo de un vete al carajo, muñeca, no quiero volver a verte. Los reproches, las lágrimas y los aspavientos son apenas entreactos. La separación tiene un avance gradual. Sutilezas en dosis miniatura que a veces ni siquiera las partes involucradas perciben.

Un día dejas de mandar ese mensaje de cómo estás. Ya casi es medianoche y no quieres ser imprudente. Qué más da, un descuido como otros. Dices que la saludarás mañana (cosa que olvidas hacer). Una semana después se te pasa preguntarle cómo le fue a su perro en el veterinario, consulta de la que te había comentado en un mensaje escueto como para no perder la costumbre de decir lo que sea.

En el último año los encuentros se han vuelto más y más espaciados. Recuerdas que ha transcurrido un mes desde la última ocasión en que salieron a comer juntos, y piensas en llamarla, pero esta tarde estás ocupado. Y también la siguiente. Y la otra. Además, ella no te ha llamado a ti. El orgullo hace que te tragues las ganas.

Cuánto tiempo sin vernos, se dicen al fin cuando coinciden por casualidad, antes de percatarse de que el hil o que los unía es más delgado de lo que solía ser y que no tardará en romperse

. Lo peor es que se desvanecerá sin doler ni hacer ruido (esos síntomas de lo que aún tiene porvenir). Por el contrario se irá sin más. Tan solo llegará un lamento propio de la vejez: notar que cada vez hay menos gente a tu lado. Ana María Matute decía que la vida es ir perdiendo cosas.

De alguna manera, la despedida comienza desde el momento mismo en que conoces a alguien. El ilusorio proceso ascendente eventualmente desemboca en la caída. Pese a que tarde en llegar, llega; ya sea debido a un desgaste social o uno biológico. Incluso las parejas sólidas alcanzan la vejez y con ello la terminación natural de una de las partes. Fue bonito mientras duró.

Las despedidas silenciosas también se dan de manera deliberada, cuando el otro ya no te hace clic. Al notar que se ha pasado de listo, aunque sin la perspicacia suficiente para darse cuenta de que a base de infamia ha agotado el crédito para estar contigo. Has tomado nota de las afrentas y en consecuencias te abstienes de alimentar ese vínculo sin decir nada. Simplemente cesar de ofrecer lo mucho o poco que tienes dentro. Ni siquiera voy a decirte que me voy. Hay un tipo de alejamiento para el que no es necesario moverse.

Una noche, cuando no puedes dormir, recuerdas a personas que alguna vez fueron tuyas. Te preguntas qué ha sido de ellas. Cómo es que ese hasta luego o ese nos vemos pronto quedó en una desconexión definitiva.

Ayer nos encontrábamos allí, tomando una copa, conversando sobre el clima. Y si bien ya no era como en los viejos tiempos, parecía que podríamos mantenernos cerca. Quizá todavía lo estemos, tengo que comprobarlo. Pero tomas el teléfono y descubres que de nuevo ya pasan de las once. O ves que en su foto de perfil sale con alguien más. De modo que cierras los ojos e intentas dormir. Lo dejas pasar.

Sin dimensionarlo, ese acto forma parte de los lentos procedimientos de adiós que tienes abiertos con otras tantas personas.

 

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#4 Tiempos

Charla de La Ciencia en el Bar sobre la Vaquita Marina | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash

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EL CRONOPIO

 

Un cetáceo endémico de México conocido como vaquita marina que habita en la parte alta del golfo de California, el Mar de Cortés, se encuentra en peligro de extinción al disminuir considerablemente su número en las últimas décadas, entre otros factores, por las malas prácticas de pesca en esa región marítima de la Península de Baja California. La vaquita marina es el cetáceo más pequeño del mundo son poco sociables por lo que generalmente se encuentran solas; observarlas es muy difícil pues tienden a alejarse de los barcos y suelen estar ausentes en las superficies.

Sobre este espécimen nos estará platicando la maestra en ciencias Mariana Dorantes Gilardi en la próxima sesión de La Ciencia en el Bar, ahora en su modalidad de itinerante. La sesión se llevará a cabo este miércoles 31 de mayo e punto de las ocho de la noche en Cervecería San Luis, que se encuentra ubicada en la Calzada de Guadalupe número 326. La charla se titula: La vaquita marina ¿en peligro de extinción?

Las medidas para la conservación de especies y de medio ambiente, como los decretos de reservas ecológicas, suelen verse limitadas si no son acompañadas por infraestructura y apoyo económico, como ha sucedido con la Reserva de la Biósfera del Alto Golfo de California, establecida desde 1993 con el objetivo de “Conservar y proteger los ecosistemas representativos de la región, la biodiversidad, los procesos evolutivos, los hábitats de reproducción, desove, migración y alimentación de especies marinas de importancia ecológica y comercial y, sobre todo, las especies endémicas y/o en peligro de extinción como la vaquita y la totoaba”.

Los esfuerzos de la Reserva de la Biósfera del Alto Golfo de California se han visto obstaculizados debido al insuficiente presupuesto federal destinado; la limitada disponibilidad de servidores públicos como inspectores, personal técnico, personal operativo; artes de pesca propias de la región; vedas y decisiones externas que impactan en el manejo de los recursos naturales.

Desde un enfoque científico poco se sabe sobre la vaquita marina, por lo que se requiere realizar estudios para conocer a plenitud aspectos como su edad de maduración sexual, longevidad, ciclo de reproducción sexual, entre otros. La información que se dispone, son estimaciones realizadas con especies similares o en estudios sobre ejemplares atrapados en redes.

¿Cómo se encuentra el estudio sobre la vaquita marina? Lo podremos entender con la información que nos proporcione Mariana Dorantes durante la charla de La Ciencia en el Bar. Mariana Dorantes estudió la licenciatura en Biofísica en la UASLP y realizó su maestría en ciencias del mar y de la tierra en el Centro de Investigación Científica y Educación Superior de Ensenada, Baja California (CICESE), donde existen las áreas de estudio sobre ecología y biotecnología marina. Actualmente realiza su doctorado en Ciencias Interdisciplinarias en el Laboratorio de Biofísica Molecular de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí.

Los esperamos este miércoles 31 de mayo a la ocho de la noche en lo que será la quinta charla del trigésimo quinto ciclo de La Ciencia en el Bar, con el tema la vaquita marina ¿en peligro de extinción?, a efectuarse en Cervecería San Luis, Calzada de Guadalupe 326.

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#4 Tiempos

Final deslucida | Columna de Arturo Mena “Nefrox”

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TESTEANDO

 

Tigres y Chivas empatan en un aburrido encuentro: un 0 a 0 que no deja tranquilo a ninguno, pero que llena de ilusión a los de Guadalajara por levantar la 13.

Sin embargo, cuidado. Tigres ha sido un equipo de un gol; en cada una de las fases superadas (tomando también el repechaje) Tigres solo ha necesitado superar por un gol a sus rivales, justo la cantidad de goles que necesita el domingo para ser campeón.

Por su parte Chivas, jugó bien, un encuentro en donde necesitaban no perder, pensando en rematar brillantemente en su estadio, hasta el momento parece que la jugada le va a salir a los de Guadalajara, un solo gol es suficiente, pero los seguidores del rebaño quieren ser contundentes.

Es de preocuparse el nivel de ambas ofensivas: tanto los del norte como los de occidente, defraudaron no solo en este encuentro, sino en la liguilla con sus delanteros, del lado de Chivas los goles han caído de zonas diferentes a la ofensiva; por su parte los Tigres, salvando a Córdova, el resto de sus delanteros no han marcado gran diferencia.

Emblemático resulta el caso de Ibáñez, un jugador que la rompió en San Luis y Pachuca, y hoy está completamente perdido en la ofensiva felina; parece como si la camiseta de los Tigres le pesara, como si Nico no pudiera jugar su futbol.

Habrá que esperar, este empate a 0 deja poco sabor en la ida, deseando que la alegría venga en la vuelta, un estadio que estará a reventar por la nación Chiva, un estadio que los de occidente desean se convierta en un carnaval. Pero atentos, Tigres y su deslucido futbol, puede ser el fenómeno del golecito: así, con tan solo una mínima anotación, podría arruinar lo que en papel parece la fiesta de la nación rojiblanca. Cuidado Chivas, y que la final final, sí sea emocionante.

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Opinión