octubre 5, 2025

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#4 Tiempos

Elecciones: una marimba que se toca con los dados | Apuntes de Jorge Saldaña

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APUNTES

Ya huele a elecciones, ya se oyen sus campanas. Es la marimba que se toca con un lanzar de dados. Es el mercado de las ilusiones del todo por el todo para los ilusionados de lo público. A partir de la alargada e incierta (¿?) elección de candidato presidencial de Morena, las corcholatas ruedan empujando en un efecto híbrido entre dominó y malabar a los protagonistas de todos los estados y de todos los partidos.

San Luis Potosí no escapa a la inercia malabaresca, pero mucho menos a su tradición de ser maíz del que se cuece a parte con sorpresas candidateables, alianzas por arriba y por debajo, retornos extraños, estrenos municipales y giros inesperados.

Gabino Morales y Leonel Serrato lo dijeron derechito y “desdenantes”: van a buscar Senaduría y alcaldía capitalina respectivamente. Leonel, ex candidato por Morena y Verde en años separados por tres calendarios completos, ya soltó la caña de pescar para el 2024. Quiere tercera chance con el logo de ambos con los que ya jugó por separado.

En la “jugada” va de la mano Gabino Morales, que busca como recompensa al trabajo que comenzó de romántico brigadista voluntario, un empujoncito hasta el senado.

El martes Salió Rita Ozalia Rodríguez ( ella que casi nunca sale) a decir medio entre líneas y medio forzado, que su partido puede ir solo en la próxima elección. Es decir, que pueden ir con el Verde, o sin el Verde, las dos cosas y es que ese es justamente el plan Serrato-Morales: apostar a que la alianza federal, ya muy cantada, entre Morena, Verde y PT, beneficie a Gabino, y en el caso de no ir juntos en lo local, de cualquier forma el Verde, tenga gallo por abajo con su ex secretario y amigo verde: Leonel.

Pero no todo es tan simple en el escenario que imaginaron, el Partido Verde Potosino (léase el proyecto con el mismo nombre que el apellido del gobernador potosino) no necesita para nada en lo local aliarse con Morena.

Las “cuotas” para presidentes municipales y 15 diputaciones locales que se tendrían que compartir en ese escenario con el partido que fundó el presidente, serían injustificadamente caras.

Y la razón más importante: ¿Le interesa al Partido Verde de Ricardo Gallardo ganar la capital potosina en 2024?

En el análisis superfluo, parecería argumento suficiente que ganar el municipio más grande sería sinónimo de conducir y compartir presupuestos, obra y proyectos en la segunda mitad del sexenio de Ricardo, ok… es cierto, pero si pensamos un poco más allá, la segunda y tercer pregunta a continuación, elaboran un poco el acertijo.

¿Para qué quiere Ricardo Gallardo gobernar la capital con un candidato emanado de su proyecto con todos los retos que una ciudad del tamaño de la nuestra enfrenta?

Los pronósticos indican que sería sometido, lo quiera o no, a un desgaste directo durante los tres años más importantes de su mandato, lo colocaría en una posición de contraste negativo ante sus opositores y no solamente estaría en riesgo de perder la capital, sino la posibilidad de continuar con su proyecto político en el estado.

Es decir, a Ricardo convendría más “perder” capital potosina y en 2027, volver a ganar el gobierno para su equipo (y ahora si por supuesto la capital del mismo)

Además viene la tercer pregunta: ¿A quién lanzaría el Verde a la capital? ¿A su papá, a su secretario general, Guadalupe Torres, a Sonia Mendoza, a Leonel Serrato, a Eloy Franklin o a Ignacio Segura su gran Amigo? La decisión no es nada fácil, sobre todo porque…al escoger a uno, en automático se haría de 4 agraviados…y todos son sus cercanos amigos.

Sí. Hay muchos más puestos a repartir, es evidente, pero por lo menos para los mencionados arriba, las posibilidades se reducen, todos están ya “sobre calificados” para una regiduría o como para aceptar una diputación Local.

¿Y el resto de sus aliados políticos? ¿Y Juan Carlos Valladares qué nota va a tocar en el “tin-tan” de la marimba de los dados? (Se las dejo de tarea)

Por arriba de la mesa, en alianza abierta, es prácticamente es imposible pensar una reunión Rojo y Verde. Ya se vieron en esta semana que los recorridos por Pozos en chalecos rojos en Domingo de Pilas, se parecen mucho a la entrega de programas alimentarios donde predominó el color verde. Las fotos lo dicen todo.

Acordar por debajo de la mesa un apoyo estructural (nada nuevo bajo el sol) para que logre una reelección el alcalde Galindo es posible, al fin y al cabo ya saben cómo entenderse (y también “desentenderse”) y se conocen los modos y las formas de gobernar juntos.

La opción de ese acuerdo estructural no es imposible, pero (otra vez pensando en un 2027) quizás hasta un panista (no Galindo) pudiera ser beneficiario de un acuerdo de ese tipo.

Total, que “recupere” el PAN (ayudado por el Verde en estructura) la capital…pero solo durante tres años (los más difíciles) y la vuelva a perder. Ya en 2027 regresa Verde con todo, y por todo, con Pozos en la mano, con Villa de Reyes en la otra, con Soledad, como siempre, y con la gran mayoría de las alcaldías trabajando de su lado.

Y el ¿PRI? Ah, en el PRI se registraron dos planillas para renovar su dirigencia y… uffffff se me acabó el espacio.

Luego sigo con este tema porque los calores y bochornos (de diferente origen) tienen a quien esto emplea más pegajoso que jingle de Movimiento Ciudadano, que por cierto estrenó por fin y luego de más de un año de “ya meritos” una Coordinación Operativa Municipal en la figura de Sebastián Pérez.

Resumen rápido del divertido evento “nanananana” naranja:

Sebastián Pérez se presentó agradecido y como un “crítico” de los “Partidos Tradicionales”…

Nada más que se le olvidó que trabajó para la cúpula nacional del PRD, que su tío, amigo e invitado a su toma de protesta, Fernando Pérez Espinoza “Calolo” fue presidente del PRI y que el ahora Coordinador Estatal de del MC en San Luis, es Marco Gama ex presidente del PAN.

Soltó el nuevo coordinador New Orange, que San Luis capital se quedó sin opciones políticas y que no existe una verdadera y honesta que quiera ser gobierno y que estaba muy mal que se usaran los puestos públicos como trampolín político.

Fantástico.

Como parte de su equipo, se presentó a la experta en temas del Centro Histórico, Diana Estrada Harris (Ex coordinadora de vinculación del Consejo Consultivo del CH con Horacio Sánchez Únzueta y de familia directa con apellido Nava)

También se presentó a Pablo Zendejas, ex secretario particular de Xavier Nava.

También se presentó a Adriana Urbina, ex funcionaria de aquella administración en la que fue secretario general el propio Sebastián Pérez.

Entre sus invitados se contó con la presencia del ex director de Desarrollo Social, Oscar Valle Portilla, ex candidato de Morena al séptimo distrito.

No dudo que hay buenas intenciones, y que la absoluta falta de brújula de la geografía ideológica partidista, se valide hoy estar en un instituto político y mañana en otro. Hoy en un proyecto y mañana en otro pero…

Si nos ponemos pursitas, pues ni como conciliar tanta y tanta “pluralidad” pasados Navistas-Horacistas, morenistas temporales, ex priistas, ex panista, ex ciudadanos, medio derechistas, (con una descripción pública de “católicos y panistas de hueso colorado”) y al mismo tiempo sean tan progre.

Mi amiga Adriana Marvelly me dijo en el evento que yo estaba haciendo “caras” en cada parte del discurso. Sorry amiga, no lo pude evitar. No obstante, ahí está el beneficio de la duda por la coincidencia generacional.

No nos vayan a decepcionar o a querer meter el dedo con atole en la boca y mañana presentar a un impresentable, a ese que le decimos “Xavi BB” porque entonces seré el primero en decirles farsantes.

Pero bueno…las playeras estaban bonitas, decían “Alegría”.

Hasta la próxima porque desde hace como tres párrafos se me había acabado el espacio.

Atentamente,

Jorge Saldaña

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#4 Tiempos

El secuestro de 7 vidas al barranco | Crónica de Jorge Saldaña

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CRÓNICA

Por: Jorge Saldaña

Todos perdieron. En San Luis, a veces la justicia no llega por la puerta grande de los tribunales, sino por la rendija torcida del rencor. Cuatro adolescentes, todavía con el olor a niñez pegado en la piel, decidieron convertirse en verdugos de otro recién salido de la adolescencia. Lo subieron a un Mazda gris como si se tratara de un ritual iniciático: una venganza disfrazada de justicia.

El nombre del capturado era Fidel. Lo golpeaban dentro del auto, le gritaban lo que creían que era verdad: que había embarazado a una amiga, que la golpeaba, que la humillaba y que dejó junto a su hijo a la deriva. Ellos, convencidos de ser vengadores, eran apenas muchachos con un arma de balines que parecía real. Creían portar justicia, pero cargaban sólo una farsa de poder.

En la huida desesperada, Fidel se arrojó del vehículo. No era valentía ni cobardía: era instinto de supervivencia. Saltó, y el destino lo arrojó todavía más abajo, al barranco. El golpe contra las rocas fue la sentencia que ninguno de los adolescentes imaginó, pero todos firmaron con ese acto.

El saldo es un inventario de pérdidas: Fidel perdió la vida en la caída. Los cuatro jóvenes perdieron la libertad, y con ella, cualquier atisbo de futuro. La muchacha, centro invisible de la tragedia, perdió al padre de su hijo y a los amigos que quiso como vengadores. Se quedó sola, con un bebé en brazos y la sombra de un muerto sobre la cuna.

El niño crecerá huérfano de padre, y su madre, huérfana de red. No hay vencedores: sólo cenizas.

La historia parece sacada de una novela de Arriaga: adolescentes que creen en la épica de la violencia, que juegan a dioses con armas falsas, que hacen justicia con las uñas sucias del odio

. El final es tan brutal como inevitable: cuando la violencia se hereda, los hijos juegan con ella.

El barrio El Aguaje se quedó con una postal difícil de olvidar: sirenas iluminando la noche, un cuerpo roto en el fondo del barranco, y cuatro chamacos esposados, con la mirada aturdida de quien no alcanza a comprender que la adolescencia terminó en un segundo.

Nadie hablará de ellos en la sobremesa. Nadie los pondrá en canciones. Pero ahí está la historia, un espejo áspero que refleja a al del país entero: un lugar donde la justicia se busca a golpes, donde la violencia se hereda como apellido, y donde hasta los niños cargan con la fatalidad de ser verdugos o víctimas.

En esta tragedia, no hubo malos ni buenos: sólo cinco adolescentes devorados por un mismo monstruo, el de la violencia que crece como plaga en los rincones donde el Estado no llega, pero sí llega Netflix y todas las plataformas con series donde se exalta la violencia como único camino, y la justicia por propia mano como un acto de valentía en una selva que no tiene otra ley que el ojo por ojo y diente por diente.

La pregunta queda flotando como un eco incómodo: ¿A quién le importa?
Simplemente es una corriente y cruda historia más, en la que nadie gana.
Un reflejo del barranco en el que todos estamos al borde.

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#4 Tiempos

El sueño que parecía imposible | Columna de Arturo Mena “Nefrox”

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TESTEANDO

 

Durante décadas, el fútbol mexicano ha vivido con una deuda pendiente, la de encontrar a ese jugador distinto, capaz de cambiar un partido con una sola jugada, de desatar emociones colectivas y de encender la esperanza de millones. Y de pronto, en medio de la rutina de un campeonato que pocas veces sorprende, aparece un adolescente llamado Gilberto Mora para recordarnos que el sueño sí puede ser real.

Con apenas dieciséis años ya hizo historia. Debutó en la Primera División con Xolos y no fue un relleno, no fue una anécdota, se convirtió en protagonista, dio una asistencia, marcó un gol y rompió el récord de precocidad. Desde entonces, cada vez que pisa la cancha transmite esa sensación de que algo diferente va a ocurrir. Es el tipo de jugador por el que uno prende la televisión o se sienta en la tribuna con la ilusión de ver magia.

Lo extraordinario de Mora no es solo su juventud ni sus estadísticas. Es la manera en que juega con naturalidad, como si la presión no existiera, como si la cancha le perteneciera. Ve espacios que los demás ignoran, inventa caminos en lugares cerrados, toma decisiones que parecen dictadas por un instinto superior. Y lo más impresionante es que ya lo hace con la Selección Mexicana, donde su talento no se disfraza entre adultos, sino que se multiplica. En la Copa Oro lo vimos asistir, competir, atreverse, y ganar un título con una madurez que contrasta con su edad.

El horizonte para Mora es tan prometedor como inédito. Si el proceso se maneja bien, no solo podría disputar el Mundial Sub-17 —ese que corresponde a su categoría natural y donde sería la estr ella indiscutida—, sino que incluso está en condiciones de aspirar al Mundial Mayor

, en un salto que pocos futbolistas en el planeta pueden presumir. Imaginarlo jugando ambos torneos, en paralelo, sería confirmar que estamos frente a un fenómeno.

México ha tenido buenos futbolistas, jugadores de época, líderes de vestidor o símbolos nacionales. Pero pocas veces hemos sentido tan cerca la posibilidad de tener a alguien con el aura de un Messi o un Maradona: un joven que no solo juega, sino que transmite la sensación de que su historia puede transformar la del fútbol mexicano. Por eso cada partido suyo parece más grande que el marcador. Porque lo que está en juego es la ilusión de un país entero que lleva generaciones esperando a “ese” futbolista que cambie todo.

Claro, el riesgo existe. La presión mediática, los clubes europeos que pronto tocarán la puerta, la exigencia desmedida de una afición que no suele tener paciencia. Pero si Mora encuentra el entorno adecuado, si logra madurar sin perder la magia, entonces podemos estar al inicio de la historia que tanto tiempo se nos negó.

Gilberto Mora es hoy más que un jugador: es la encarnación de un sueño que parecía imposible. Si mantiene el rumbo, no estaremos hablando solo del más joven en debutar, anotar o asistir. Estaremos hablando del crack que México llevaba décadas esperando, capaz de unir en un mismo calendario el Mundial Sub y el Mundial Mayor, para después escribir la página que nos acerque, por fin, a la eternidad futbolística.

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#4 Tiempos

Crónica de una extraña calma: El informe de Galindo | Crónica de Jorge Saldaña

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CRONICA

Por: Jorge Saldaña

Cruzar el arco de pantallas iluminadas con los motivos del cuarto informe de Enrique Galindo al frente del gobierno capitalino fue como atravesar un portal a otra dimensión: una en la que el tiempo brincó por trienios, una en la que los opositores disolvieron sus diferencias en abrazos, una en la que los colores se difuminaron, en la que los mensajes de ataque se convirtieron en de aliento, una en la que no tuvieron invitación los abucheos, pero tampoco los triunfalismos.

Era como estar en la engañosa calma del interior del ojo de un huracán.

El sol casi alcanzaba su cúspide borrando la sombra del reloj atómico del Centro Cultural Bicentenario, cuando el poder ejecutivo entró del brazo del legislativo.

Ricardo Gallardo y Sara Rocha cruzaron el portal. El poder judicial, recientemente investido en la magistrada presidenta, Lourdes Zarazúa, ya esperaba para entonces en primera fila.

A su llegada, el gobernador Gallardo desembarcó en terrenos universitarios, y fue recibido por el alcalde de la capital, anfitrión del evento. Cortesías de ida y vuelta.

En el contexto de las condiciones de confrontación de hace apenas unas semanas, la escena hubiera sido impensable, pero dentro del recinto, fue como ver a Menelao entrar en Troya, y recibir la copa en vez de espada. La diplomacia de un brindis envenenado. No había Helena de reflectores que pelear. La mar en calma.

Los asistentes en el auditorio formaron una postal política: sociedad representada por vecinos de muchas de las colonias de la capital, los tres poderes del Estado, y los tres niveles de gobierno.

Desde el Senado, Ricardo Anaya y Verónica Rodríguez. Desde el PRI de antes, Enrique de la Madrid.

Desde la federación, el representante personal del Secretario de Marcelo Ebrard (que no es Salomón Rosas). Desde el legislativo federal, en primera línea Juan Carlos Valladares y como en la séptima fila, Gabino Morales.

Desde el pasado, Marcelo de los Santos, Alejandro Zapata, Octavio Pedroza, y Victoria Labastida.

Toda la “Herencia Maldita” en primera fila y sentada a sillones de distancia del difusor de la frase que los señala y envuelve, y sin embargo, en esa dimensión alterna y fugaz, entre todos hubo por lo menos gestos cordiales, apretones de mano, y por lo más, abrazos entre unos y otros.

También estaba toda la clase empresarial representada, los dueños, las cámaras, los colegios y los medios. Para todos hubo una referencia. Una postal completa no solo de una ciudad, sino de un sistema político, histórico y social compartiendo pasados y presentes.

Entre los invitados especiales se contó con la presencia de la alcaldesa de Guadalajara, Verónica Delgadillo García, y el presidente municipal de Matehuala, Raúl Ortega Rodríguez.

El panal desatado de reporteros y camarógrafos, captaban a flashazos los abrazos entre Ricardo Anaya y Ricardo Gallardo, la compañía conciliatoria de Carolina Viggiano, secretaria nacional del PRI, junto a la presidenta estatal del partido, Sara Rocha, autora de la expulsión del anfitrión del evento, y el ademán respetuoso de Marcelo de los Santos al jefe del ejecutivo que fue de ida y de regreso.

En cada apretón de manos, el verde, el rojo y el azul se disolvieron como acuarelas bajo la lluvia: un instante de blanco que no era paz, sino pausa.

Pero se acabó la Acuarela Potosina y el Huapango de Moncayo interpretado por la Orquesta Infantil del municipio y el avispero mediático satisfecho de entrevistas fue replegado a los pasillos laterales.

Se cargó el informe y Galindo subió al escenario. Era Galindo y la pantalla. No hubo atril, no hubo discurso leído, en su lugar hubo una fórmula sincronizada de introducción, video, testimonio, y remate por cada tema.

El informe fue una charla sincronizada y ejecutada en un tono de desenfado y buen talante. Fue un informe contado como sobremesa, más diálogo que dogma, más cercanía que púlpito.

Sí, también se habló de datos, de una ciudad inclusiva, de las rutas de la salud, del nuevo Centro Municipal de Salud Mental, y de las miles de mujeres, niñas y adolescentes que recibieron servicios integrales

para fomentar una sociedad más igualitaria y libre de violencia.

Se destacaron los programas Vialidades Potosinas, Capital al 100, los más de 1 millón y medio de metros cuadrados construidos en cuatro años, y los 300 mil metros de calles intervenidas en los últimos 12 meses.

No se olvidaron de mencionar los programas de bacheo, así como el recuerdo de la crisis hídrica tanto como el reto de enfrentar una temporada de lluvias atípicas.

En materia de seguridad se hizo énfasis en la estrategia basada en la formación y funcionamiento de más de 700 comités ciudadanos enlazados directamente con la autoridad, la disminución del 9.2 por ciento en la percepción de inseguridad en el último año y el reforzamiento en equipo y tecnología en ese rubro.

Mención aparte mereció el anuncio de la “capital mundialista”, estrategia para aprovechar el turismo durante el próximo mundial de futbol y el disfrute gratuito de 5 partidos y la final con la compra de los derechos para la transmisión pública de los mismos.

Se enumeraron premios, reconocimientos y nombramientos de nivel nacional e internacional en temas deportivos, culturales y turísticos; se insistió en reactivar el proyecto vial en el Saucito, y se adelantó la construcción de un Centro de Inteligencia Urbana, que concentrará la atención y los datos de la gran mayoría de los servicios municipales.

Galindo supo contar su historia y las manecillas no lo apresuraron. En hora y 25, había terminado de compartir saludo, recorrido, charla, datos y futuro.
Hizo tiempo Galindo incluso para recordar y aplaudir a los que ya se han ido: Jacobo Payán Latuff, Horacio Sánchez Unzueta y Daniel de la Llera y don Teófilo Torres Corzo.

También agradeció a su familia y a su esposa que vestía, por cierto, un traje azul marino, camisa blanca y corbata a rayas idénticas a las que lucía su esposo el alcalde. Estela y Enrique eran uno mismo…y eso, también comunica.

Al final, el jefe de la comuna por cuarto año consecutivo, le dio su lugar al mandatario estatal a quien le pidió dar un mensaje.

Ricardo Gallardo fue breve, contundente y generoso: centró su mensaje en su compromiso por resolver, de la mano de los tres niveles de gobierno, el tema del agua potable para la Zona Metropolitana y garantizarlo para los próximos 50 años.

Al alcalde, a su esposa y presidenta del DIF municipal, Estela Arriaga Márquez, así como a toda la sociedad les obsequió un “van bien y vamos a ir mejor”.

El lugar, el tono y el momento del mensaje gubernamental se interpretaron como un replanteamiento político de cordialidad, unidad y trabajo de aquí a que inicie la tormenta del 2027.

Foto del recuerdo. Foto con las manos alzadas y adiós.

La postal social se disolvió en minutos. El portal vio el paso de regreso. Afuera, el reloj volvió a marcar las horas.

Y aunque fue un lunes de rara calma, en San Luis todos sabemos que la calma es lujo de unos instantes, un disfraz breve que se usa hasta que la tormenta sea tormenta… y deje de ser metáfora.

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