julio 5, 2025

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#4 Tiempos

Consideraciones sobre la vacuna | Columna de Víctor Meade C.

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SIGAMOS DERECHO

En el marco de la llegada de las primeras dosis de las vacunas contra el coronavirus, las discusiones sobre la posibilidad de que su aplicación sea obligatoria y de que ésta pueda o no ser adquirida, ha comenzado a surgir un abanico muy diverso de consideraciones y puntos de vista. Comprendiendo que aun son muchas más las preguntas que las respuestas, vale la pena poner sobre la mesa algunos puntos importantes.

En días pasados, López Obrador explicó que “[…] la aplicación de la vacuna será voluntaria. No es obligatoria. Lo más importante es la libertad.” Ciertamente, es muy importante que la aplicación de una vacuna de tal importancia como la que estamos discutiendo sea una decisión razonada y empujada por el propio convencimiento de que es la mejor manera de sobrepasar este bochornoso capítulo en nuestras vidas; más aun cuando los efectos secundarios —propios de cualquier vacuna— se irán conociendo sobre la marcha. No obstante, existen varios matices jurídicos a lo dicho por el presidente.

En un principio, el derecho a la salud está garantizado en el artículo 4° de la Constitución. En él, queda plasmado que es un derecho universal que protege a todas y todos los mexicanos bajo los alcances y modalidades previstas por la ley, referidas en la fracción XVI del artículo 73 constitucional. Dicha fracción indica que es competencia de la Secretaría de Salud dictar las medidas preventivas necesarias en caso de una epidemia de carácter grave. Por su parte, el articulo 144 de la Ley General de Salud señala de manera expresa que las vacunaciones contra enfermedades transmisibles serán obligatorias. Sin embargo, la misma fracción XVI del 73 constitucional establece también que el Consejo de Salubridad General —órgano supremo en materia sanitaria— depende directamente de la Presidencia de la República. Claro, el Consejo no está únicamente a la disposición del Presidente, sino que es un órgano colegiado en donde también participan autoridades sanitarias de cada uno de los estados.

Considerando las asperezas entre el Ejecutivo Federal y varios Ejecutivos Estatales, es solo cuestión de tiempo para que algunos gobernadores decidan que la vacunación sea obligatoria en sus respectivos estados y la aparente contradicción entre lo que dice López Obrador y la obligatoriedad de la aplicación de las vacunas según 144 de la Ley de Salud se vuelva en un conflicto que tenga que ser resuelto en la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

Como mencioné, es de suma importancia que la legitimidad de la vacuna esté dada porque la población está convencida de que es la mejor manera de poner fin a los contagios; sin embargo; me parece que el Presidente ha pasado por alto el hecho de que hay deberes de cuidado en un tema de esta naturaleza. Es decir, sí tenemos la libertad de decidir cómo cuidarnos, pero también tenemos la obligación de no representar un riesgo para otros, mucho menos en una situación de emergencia sanitaria como la que estamos atravesando. En un mero ejercicio de reflexión, imaginemos: ¿qué sucedería si un médico decide no vacunarse y durante sus labores contagia a sus pacientes?, ¿es válido que un profesor o profesora con estudiantes menores de edad no se vacune? Por su parte, la Suprema Corte de Justicia resolvió el año pasado (Tesis: 1a. XII/2019. 10a.) que el Estado mexicano tiene un deber de cuidado en los casos en que, por cuestiones religiosas, “los padres se oponen a que se aplique al menor el tratamiento médico idóneo para salvar su vida”

. En el eventual escenario de que el tema de la obligatoriedad de la vacuna llegue a la Corte, es previsible que la línea argumentativa será de esta naturaleza.

Desde mi punto de vista, considero que la aplicación de la vacuna sí debe de ser obligatoria. Esto no quiere decir que deba de haber sanciones para quien no se vacune —no podemos esperar que la Guardia Nacional acuda hasta nuestro domicilio y nos obligue a vacunarnos— pero sí me parece plausible restringir el acceso a ciertas actividades a las personas que decidan no vacunarse, atendiendo al principio de no poner en riesgo la salud de otros. Sobre estas mismas consideraciones, el Tribunal Constitucional de Brasil resolvió hace unas semanas que sí será obligatoria la vacunación en ese país. Bolsonaro, en contraste, dice que en su casa solo son obligatorias las vacunas para sus perros; él no se pondrá la vacuna.

Ahora bien, en cuanto al tema de que particulares tengan la posibilidad de comprar la vacuna, hay también algunas consideraciones importantes que realizar. Por un lado, hay que reconocer que la desconfianza que manifiestan algunos sectores de la población al Plan Nacional de Vacunación es fundada, al menos parcialmente: el manejo general de la pandemia ha sido muy deficiente y, hasta el momento, no hay motivos sólidos para creer que el Estado mexicano será capaz de sobrepasar los enormes retos logísticos que conlleva una hazaña de este tipo. Por otro lado, las voces que reclaman que es un derecho humano tener la libertad de comprar una vacuna no están considerando que estamos en una situación de emergencia. En estos momentos, hay muy poca oferta de vacunas y hay muchísima demanda; está se irá satisfaciendo según lleguen las vacunas y, solo de manera ordenada y sin que nadie se salte la fila, más rápido podremos terminar con esta situación.

Una buena parte de estos reclamos tienen su origen en la desinformación: circulan por redes sociales imágenes que anuncian que cadenas de supermercados y farmacias estadounidenses venderán y aplicaran las vacunas. En realidad no es así. Lo que sucede es que el gobierno de Estados Unidos ha formado alianzas con la iniciativa privada para que asistan en la logística y aplicación de la vacuna: la vacuna será gratis, lo que cobrarán es solo el costo por inyectarla. Esta estrategia, me parece, debe ser estudiada por el gobierno mexicano para agilizar las jornadas de vacunación. También, sin duda, las autoridades mexicanas tienen la responsabilidad de no lucrar políticamente con su aplicación (como ya lo está haciendo Mario Delgado) y ser mucho más claros en la información que presentan a la población. Solo con el debido orden y con información clara que desmitifique las frívolas teorías cuasi-conspirativas sobre la vacuna del Covid podremos cerrar este bochornoso capítulo.

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#4 Tiempos

El sabor uruguayo del futbol potosino | Columna de Arturo Mena “Nefrox”

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TESTEANDO

 

El futbol potosino ha tenido muchos rostros, muchas etapas y muchas nacionalidades que han dejado su huella. Pero si hay una que ha sabido ganarse el respeto en la cancha y el cariño en la tribuna, es la uruguaya. No hablo solo de entrega, hablo de carácter, de identidad, de jugadores que supieron ponerse el equipo al hombro cuando San Luis más lo necesitaba.

Hoy que el nombre de Juan Manuel Sanabria suena con fuerza por razones fuera del césped, vale la pena recordar a los uruguayos que eligieron a San Luis, que se partieron el alma con esta camiseta, y que con su futbol dejaron una marca imborrable.

Sanabria, quien hasta hace poco fue capitán, referente, y para muchos el nuevo símbolo del Atlético de San Luis, rechazó irse al América. ¿Por qué? Eso solo lo sabe él. Pero mientras unos dudan, otros lo hubieran dado todo por una oportunidad así. Y sin embargo, eligió a San Luis. Eso dice mucho.

Marcelo Guerrero, aquel mediocampista ofensivo que llegó en los años dorados del primer San Luis en Primera. El “Colo” no era un crack mediático, pero tenía talento en los pies y visión en la cabeza. Fue clave en el subcampeonato del Clausura 2006. Ese torneo, donde estuvimos a nada de ser campeones, tuvo mucho del futbol uruguayo. Mucho de Marcelo.

Sebastián Abreu, el “Loco”, pasó brevemente por San Luis pero dejó su sello. Llegó con la fama de goleador nato y aunque no tuvo su mejor etapa, su presencia bastó para sacudir vestidores. Un delantero con personalidad, de esos que no se esconden. Un verdadero referente del futbol uruguayo que, aunque por corto tiempo, defendió los colores potosinos.

Más recientemente, Facundo Waller, otro charrúa que entendió lo que significa este equipo. Su paso por San Luis no solo fue destacable, fue vital. Contundente, técnico, siempre con una actitud ejemplar. Fue de los pocos que en temporadas grises mantuvo el nivel. Un volante moderno, de ida y vuelta, que mostró garra y calidad.

Pero no todos los nombres quedaron grabados en los reflectores. Algunos fueron más discretos, pero no menos importantes. José Enrique García, volante de contención, fue uno de esos gladiadores silenciosos a inicios de los 2000. Siempre cumplidor, sin lujos pero con un orden táctico que todo técnico valora.

Andrés Silva, central uruguayo que también pasó por San Luis en esa época, destacaba por su fortaleza física y su agresividad defensiva. No era un defensa sutil, pero sí un tipo al que no le temblaban las piernas en los partidos complicados. Le tocó vivir años de transición en el club, pero siempre rindió.

Uno que sí fue diferente fue Lorenzo Unanue, que llegó en los años 80, cuando San Luis todavía tenía una identidad más modesta pero una gran ambición. Unanue era fino, creativo, y marcó diferencia en una liga que no siempre apreciaba el talento extranjero. Fue de los grandes uruguayos que se puso esta camiseta, y su huella permanece en quienes lo vieron jugar.

A lo largo de las décadas, han sido los jugadores charrúas quienes más han entendido el código del fútbol en esta tierra: sacrificio, dignidad, talento sin soberbia. Y entre todos ellos, hay un nombre que no se discute: Nery Castillo, el más grande jugador uruguayo que ha pisado una cancha en San Luis.

Nery jugó en el Atlético Potosino durante los años más vibrantes del fútbol en la capital. Era extremo, rápido, elegante. Pero más que sus cualidades técnicas, lo que hacía diferente a Castillo era su entrega. El estadio Plan de San Luis rugía cuando tomaba la pelota. Marcaba diferencias, no solo con goles, sino con personalidad. Fue ídolo, fue referente y fue parte fundamental de una etapa que marcó a toda una generación. Su legado va más allá de la cancha: sembró en San Luis una identidad, una conexión con Uruguay que permanece hasta hoy.

El fútbol potosino no tiene la vitrina de otros equipos, pero sí tiene historia. Y en esa historia, los uruguayos han sido piezas importantes. Jugaron, ganaron, perdieron, sudaron esta camiseta como si fuera suya de nacimiento. Por eso, cuando uno ve a un jugador uruguayo en San Luis, ya sabe que algo bueno puede pasar. Porque si algo saben hacer los charrúas, es dejarlo todo en la cancha. Y a veces, eso es más importante que cualquier fichaje.

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Jorge Echevarría y su taller de Sonido 13 | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash

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EL CRONOPIO

De la mano de Oscar Vargas y David Espejo, los alumnos del maestro Julián Carrillo, y principalmente bajo el cobijo de la hija del maestro, Dolores Carrillo, Jorge Echevarría Chávez aprendió el sistema musical del Sonido 13 y tomó el destino de tocar música en el sistema de Sonido 13 de Julián Carrillo, convirtiéndose en uno de los principales difusores de la obra microtonal de Julián Carrillo. Desde 1979 ha sido promotor de la obra del compositor potosino dando conferencias y conciertos en diversos foros y universidades. También ha ejercido la docencia y ha sido catedrático en diversas escuelas, centros culturales y universidades del país. Ha sido director de varias agrupaciones musicales juveniles.

Como parte de su formación en el nuevo sistema musical de Carrillo se involucró en la construcción de instrumentos en cuartos, octavos y dieciseisavos de tono, participando en la construcción de arpas micro interválicas que desarrollaron los alumnos de Carrillo Oscar Vargas, David Espejo y Ramón Guerrero Aspero y construiría posteriormente su flauta para cuartos de tono con la cual basa sus interpretaciones de Sonido 13 con el grupo de formara con el nombre ITZA CAYUM que es un grupo que ha sido trazado por la música, recordando el conocimiento de notas y frases. La inspiración surge de instrumentos ancestrales para crear nuevas formas de expresión musical… expandiendo el espectro sonoro, empoderando en cada nota y pieza. Esta profunda fuente de tradición e innovación encuentra una voz moderna en Jorge Echavarría, miembro clave del reconocido grupo Paraphernalia. (PoF)

Jorge Echevarría Chávez realizó sus estudios musicales en la Escuela Nacional de Música de la Universidad Nacional Autónoma de México como instrumentista en flauta transversal; también en la escuela de música José F. Vázquez; el Conservatorio Nacional de Música de la Ciudad de México, y estudió armonía contemporánea en el Sindicato de Música de la Ciudad de México.

En los últimos años han sido frecuentes sus visitas a San Luis Potosí para impartir cursos y conferencias, así como hacer composiciones con sus talleristas de música original en el sistema de Sonido 13. En particular participó en nuestro programa de conmemoración del 140 aniversario del nacimiento de Carrillo en 2015, registrando su participación en la serie documental 13 Conceptos del Sonido 13 que puede consultarse en youtube, así como su participación el programa de conferencias públicas La Ciencia en el Bar en particular con el tema la revolución musical del Sonido 13,

Sobre este tema estará en el mes de septiembre en San Luis Potosí impartiendo el taller, La revolución Musical del Sonido 13, el cual tiene el objetivo de desarrollar los conocimientos necesarios para componer e interpretar música en microintervalos, a través del uso del sistema general de escritura musical de Julián Carrillo. Este taller está dirigido a músicos de cualquier diversidad instrumental, con conocimientos básicos de solfeo y teoría musical general.

Este taller es una buena oportunidad para acercarse al sistema de Sonido 13 y experimentar ese universo musical fantástico que desarrolló el maestro potosino Julián Carrillo creando un nuevo universo sonoro que permite crear nuevas sensaciones estéticas.

Este año se conmemora el 150 aniversario del nacimiento de Julián Carrillo y el 130 aniversario del experimento fundacional del Sonido 13. Que mejor manera de festejarlos participando en el taller de Jorge Echevarría sobre la revolución musical del Sonido 13.

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Variaciones sobre el mismo tema | Columna de Juan Jesús Priego Rivera

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Cuenta Simone de Beauvoir (1908-1986) al comienzo de su ensayo Pirrus et Cineas que una vez Pirro, el general, hacía en voz alta proyectos de conquista:

“-Primero someteremos Grecia –decía.

“-¿Y luego? –le preguntó Cineas, el filósofo, que estaba por allí cerca y lo escuchaba con atención.

“-Luego conquistaremos África.

“-¿Y después de África?

“-Después de África pasaremos a Asia, conquistaremos Asia Menor, Arabia.

“-¿Y después? –volvió a preguntar el filósofo.

“-Después iremos a la India.

“-¿Y después de la India?

“-¡Ah! –exclamó Pirro-. Descansaré.

“-¿Y por qué no descansas de una vez?

“Cineas –comenta la novelista filósofa- parece sabio. ¿Por qué partir si es para volver? ¿A qué comenzar si hay que detenerse? Y, sin embargo, si no decido en primer término detenerme, me parecerá aún más vano partir. ‘No diré A’, dice el escolar con empecinamiento. ‘¿Por qué?’. ‘Porque después de eso habrá que decir B’. Sabe que, si comienza, no terminará: después de B será el alfabeto entero, las sílabas, las palabras, los libros, los exámenes y la carrera; a cada minuto, una nueva tarea que lo arrojará hacia una nueva tarea, sin descanso. Si no se termina nunca, ¿para qué comenzar?… Pero en tanto que permanezca vivo –dice Pirro- es en vano que Cineas me hostigue, diciéndome: ‘¿Y después? ¿Para qué?’. A pesar de todo, el corazón late, la mano se tiende, nuevos proyectos nacen y me impulsan hacia adelante”.

Quién tiene la razón: ¿Pirro o Cineas? Quizá los dos: Cineas advirtiéndole que el punto de partida no está nunca lejos del punto de llegada y que no es preciso conquistar el mundo para tomarse un descanso. Pero, ¿cómo descansar sin haber antes conquistado el mundo, es decir, sin haberse  cansado? Pirro, pues, tampoco se equivocaba: no es lo mismo descansar antes que descansar después. Antes, el descanso es pereza; después, es recompensa.

“¿Conoces la historia del napolitano? –pregunta ahora Christiane Rochefort (1917-1998) por boca de uno de los personajes de Les Stances à Sophie-. El milanés lo ve tirado al sol y le dice:

“-¿Por qué no trabajas? Así tendrías dinero.

“-¿Y luego? –pregunta el napolitano.

“-Te comprarías una casa.

“-¿Y luego?

“-Llevarías e ella a una mujer, ascenderías en la escala social, te enriquecerías.

“-¿Y luego?

“-Y luego –dice el milanés- podrías pasar las vacaciones al sol.

“Y el napolitano responde:

“-¡Pero si ya estoy al sol!”.

En este caso nos parece mucho más sabio el napolitano que el milanés, pues éste sólo piensa en el dinero, en una casa con alberca y amplios jardines: en una comodidad, en fin, que aquél ya goza sin tener que molestarse. ¿Tanto trabajo, tanto desvelo para luego tirarse sol? Bien, él ya está al sol, y no desea sino una sola cosa: que lo dejen en paz.

Si trabajamos únicamente para “ganar”, el napolitano tiene razón. Pero los hombres no sólo trabajamos para “ganar”, sino, ante todo, para ganarnos a nosotros mismos: para que el mundo gane algo y sea un poco más rico con los frutos de nuestra acción. Eso fue lo que se le olvidó decir al milanés: y, por lo tanto, perdió justamente la partida.

Para terminar, he aquí otra historia del mismo tenor. La cuenta Giovanni Papini (1881-1956) en un capítulo de su libro Palabras y sangre. Iba un hombre caminado por la orilla de un río –imagino que sería el mismo Papini- cuando vio a un joven que se disponía a echar las redes:

-¿Por qué haces eso? –preguntó el paseante.

“-Para coger peces –respondió el pescador.

“-¿Y para qué quieres coger peces?

“-Para venderlos.

“-¿Y qué haces con el dinero que obtienes?

“-Compro pan, vino, aceite, vestidos, zapatos y todo lo demás.

“-¿Y para qué compras todas esas cosas?

“-Para vivir.

“-¿Y para qué quieres vivir?”.

He aquí una pregunta realmente filosófica: “¿Para qué quieres vivir?”. Una vez que hemos respondido a esta pregunta y sabemos la respuesta, nuestro obrar tendrá sentido, pero únicamente hasta entonces y nunca antes.

El pescador se quedó callado. Y como no supo qué responder, se limitó a decir: “Para pescar”. Ignoraba para qué hacía, en el fondo, lo que hacía. Su vida era un círculo vicioso, un malentendido. 

“¿Para qué quieres vivir?”. Es preciso responder. Y sólo hasta que lo hagamos también nuestro descanso formará parte del plan, y tendremos paz. Nuestro corazón no nos acusará de haber gozado de una tarde libre, ni nos reprochará por habernos tomando unas breves vacaciones. Seremos, entonces, los hombres más sabios. Y también los más tranquilos. 

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