julio 14, 2025

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#4 Tiempos

¿Y los proyectos del Consejo Potosí? | Apuntes de Jorge Saldaña

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APUNTES

 

Amigos de la movilidad, hijos de mis extravíos: no sé muy bien de dónde vengo ni a dónde voy, pero por lo menos quiero llegar pronto.

De por sí que se va la vida en levantarse todos los días para ir a trabajar, regresar, pagar las cuentas y repetirlo en un bucle interminable millones de veces vivido, como para todavía agregar la extinción sinsentido de sueños y suspiros que mueren mientras nos encontramos suspendidos en ese moderno limbo de la “vuelta de rueda”, que es ruta insípida de la labor al hogar y viceversa.

Pero no es esta una entrega ni densa ni reflexiva, Culto Público, el de hoy es un apunte con esperanza de escuchar por fin los anuncios que emanen del “Plan Integral de Movilidad” (así le llamaron) que presentará el Consejo Potosí mañana jueves.

Imagino que los integrantes del consejo, aunque no lo sufran todos ni todo en carne propia, están enterados del sistema de venas saturadas y varicosas que se forman desde hace mucho en las horas “pico” y no “pico” (cada quién) en las vialidades de la Zona Metropolitana.

También tengo plena confianza en que, el Consejo, que está conformado por los empresarios con poquita mayor visión que el resto de los potosinos (aceptémoslo, por eso los invitaron a ellos y no a otros) han visto cómo el crecimiento, el desarrollo y en general el desdoblamiento de una ciudad que estaba atada a una camisa de fuerza tanto económica como territorial, urge, grita y exige a sus autoridades hacer algo respecto a su movilidad.

La camiseta es extra chica pero la ciudad ya es talla grande.

Queremos competir en ciclismo de ruta, pero tenemos bici de llantitas.

Queremos que nos inunde el turismo, pero no hay por dónde transiten los turistas.

Queremos ser el gran centro logístico del centro del país, cuando en la propia ciudad no existe ni lógica ni menos logística para sostenerlo.

El Río Santiago no se da abasto, ni se dará si le suman a su circulación los vehículos de 40 mil familias que pretenden vivir en las faldas de lo que fue la Minera México.

La Diagonal sur, luego llamada “Los Puentes” y oficialmente conocida como Avenida Salvador Nava, ya no tiene mayor capacidad ni para dónde crecer. Es una vena varicosa y peligrosa por la mañana y por la tarde, tolerable en otros horarios pero finalmente insuficiente.

El periférico, el no concesionado, también ha quedado rebasado, Rocha Cordero ya está “topesaturado”, descuidado, “bachoso”, el avance es lento como molusco artrítico, y el camino se hace largo, como las penitencias.

La explicación de la actual problemática es muy simple si se toma en cuenta que en más de 12 años no se construyó un solo kilómetro de nuevas vialidades, pero se incrementó en 240 mil el número de vehículos.

Se permitió el crecimiento industrial de un lado, y el desarrollo habitacional del lado opuesto.

Se generaron 100 mil nuevos empleos sin tomar en cuenta las necesidades de vivienda, servicios, movilidad y seguridad que significan… y se necesitan otros 100 mil.

En fin, ante todo esto, situación que el Consejo Consultivo Potosí conoce, ¿qué podemos esperar?

Abra bien, por lo menos un ojo mi Culto Público, por que de acuerdo a lo que este aprendiz de reportero pudo recopilar entre algunos miembros del Consejo, materiales y fuentes allegadas, con 4 mil millones de pesos a ejecutar en 5 años, el “Plan Integral” para rescatarnos de la “vuelta de rueda” y la “camisa de fuerza” incluye la construcción de al menos 15 puentes y más de 30 kilómetros en nueva infraestructura de vialidades.

Se planea por ejemplo, construir un puente que conecte al Río Santiago con Sierra Leona y de rumbo a Salvador Nava, otro más en Rocha Cordero a la altura de Xicoténcatl y otro a la altura de Coronel Romero en lo que llaman Circuito Potosí.

Un puente más en la entrada a la Cañada del Lobo, otro en Avenida de las Torres y finalmente uno en Rocha Cordero con la carretera a Rioverde.

Se habla también de una Ruta Alterna Oriente de más de 10 kilómetros que abarcaría desde aproximadamente la colonia Cactus hasta casi llegar a Ciudad Satélite.

Entre los proyectos también se cuenta con la construcción de vialidades de más de 20 kilómetros en la Zona Industrial y tres puentes, uno por lo seguro en el eje 140.

Uno de los proyectos más ambiciosos contemplado en el plan, a presentarse mañana jueves, es el de una ruta de más de 50 kilómetros en la que se usarían las vías férreas que existen en la capital y se adaptarían para el traslado de pasajeros de un lado a otro de la ciudad, no obstante, dicho proyecto no se tiene confirmado, habrá que esperar el anuncio oficial para conocer si se pudo o no concretar sobre todo por las negociaciones con Kansas City, concesionaria de dichas vías.

Por lo pronto, y así en calidad de proyecto, se escucha bastante prometedor y ambicioso, pero también urgente y necesario si es que efectivamente se ejecuta.

Los detalles, ubicaciones exactas, fechas de ejecución y obras complementarias ya los conoceremos todos los potosinos más temprano que tarde pero como dije en un principio…pues más vale llegar pronto.

 

BEMOLES.

¿SE VA O SE QUEDA?

El viernes pasado era un hecho la salida de Mowgli Sandino Gutiérrez de la titularidad de la Junta Estatal de Caminos. Al parecer un exabrupto o alguna fricción elevó los ánimos y se asumía que el ex funcionario de Peña Nieto estaba fuera del gabinete de Gallardo, no obstante todo indica que los ánimos ya se calmaron y las aguas tomaron su curso porque el señor Gutiérrez sigue despachando. ¿Hubo acuerdo de salida o borrón y cuenta nueva? #SabráDios

Hasta la próxima

Jorge Saldaña.

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#4 Tiempos

La decadencia de la risa | Columna de Juan Jesús Priego Rivera

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LETRAS mínúsculas

Ya a finales del siglo XIX, Eça de Querioz (1845-1900), el famoso novelista portugués, se quejaba de lo poco que nos reímos los modernos, lamentándose de que lo que él llamó «la risa antigua» estuviera en vías de franca desaparición. «Nosotros –escribió en un ensayo muy poco conocido-, hijos de este siglo serio, perdimos el don divino de la risa. ¡Ya nadie ríe! Casi ya nadie sonríe siquiera, porque lo que queda de la antigua sonrisa, fina y viva, tan celebrada por los poetas del siglo XVIII, o de la sonrisa lánguida y húmeda que encantó al romanticismo, apenas es un entreabrir lento y helado de los labios que, por el esfuerzo con que se contraen, parecen muertos o de hierro».

Sí, cada vez reímos menos, y, como dije en otra ocasión, si en algo aventajamos a los hombres y mujeres de otras épocas es en nuestra seriedad, que no es meditativa ni religiosa, sino triste, culpable y mortecina: una seriedad, para decirlo ya, muy parecida a la de los cadáveres.

Sigue diciendo el novelista: «Nunca más he vuelto a oír esa carcajada magnífica de mi infancia. Lo que hoy se escucha es a veces una sonrisa cascada, seca, dura, áspera, corta, que sale a través de una resistencia, como arrancada por unas cosquillas, y que bruscamente muere, dejando los rostros mudos y fríos. ¡He aquí la risotada de nuestro siglo!».

La alegría, hoy, ha acabado convirtiéndose en un lujo; y, si no me cree usted, si mi afirmación le parece exagerada, pregunte a sus vecinos si son felices para que obtenga un centenar de respuestas como ésta: «¿Feliz yo? ¡Cómo se le ocurre, estimado señor!». Y se pondrán a hablarle del trabajo –tan mal pagado-, del cambio climático, de la delincuencia organizada o del estrés. ¡Y conste que hoy tenemos casi todo aquello de los que nuestros antepasados carecieron! Las cajas de música de mi infancia tocaban sólo una canción, y, para colmo, había que darles cuerda; las cajas de música de los muchachos de hoy tocan –o al menos pueden hacerlo- hasta 20 o 30 000 canciones, pero no por eso el corazón de estos muchachos se ha vuelto más alegre, más musical. ¡Qué rostro más avejentado pasean por las autopistas de la vida! ¿Sonreír? No, gracias. La verdad es que ni siquiera se les ocurre.

«Nadie ríe –continúa Eça de Queiroz-, y nadie quiere reír. Tenemos todos el indefinible sentimiento de que la risa estridente y clara desentona con la atmósfera moral de nuestro tiempo». Y se pregunta: «¿De dónde proviene esta desoladora decadencia de la risa? Habría que componer un estudio sobre la Psicología de la taciturnidad contemporánea».

Algún día, si no cambio de parecer, escribiré esa psicología de la tristeza que invita a hacer a sus lectores el autor de La ciudad y las sirenas. Dicho tratado deberá responder a las siguientes preguntas: 1. «¿Por qué estamos hoy tan endiabladamente tristes?»; 2. «¿Quién nos ha robado el mes de abril?»; 3. «¿Por qué razón nos hemos vuelto tan huraños y tan antipáticos?», etcétera.

Que esto es así –es decir, que hoy estamos los hombres más tristes que nunca- lo dicen incuso autores bastante enterados de los problemas de nuestra época. He aquí, por ejemplo, lo que escribió el doctor Luis Rojas Marcos en un libro que apareció en las librerías casi cien años después de que lo hiciera ese ensayo de Eça de Quieroz que hemos venido citando; el libro en cuestión se titula La pareja rota y dice así en una de sus páginas:

«Desde finales de los años sesenta ha brillado la generación del yo, el culto al individuo, a sus libertades y a su cuerpo, y la devoción al éxito personal. La dolencia cultural que padecemos desde entonces es el narcisismo, aunque según dan a entender estudios recientes, la comunidad de Occidente está siendo invadida ahora por un nuevo mal colectivo: la depresión. La prevalencia del síndrome depresivo está aumentando en los países industrializados, y las nuevas generaciones son las más vulnerables a esta aflicción. Así, la probabilidad de que una persona nacida después de 1955 sufra en algún momento de su vida de profundos sentimientos de tristeza, apatía, desesperanza, impotencia o autodesprecio, es el doble que la de sus padres y el triple que la de sus abuelos. En Estados Unidos y en ciertos países europeos, concretamente, sólo un 1 por 100 de las personas nacidas antes de 1905 sufrían de depresión grave antes de los setenta y cinco años de edad, mientras que entre los nacidos después de 1955 hay un 6 por 100 que padece de esta afección».

¡Dios mío, lo doble de tristes que nuestros padres y lo tripe de ansiosos que nuestros abuelos! ¡Pero si tenemos todo lo que ellos no tuvieron!…

¿Cuáles son las causas de tanta tristeza? Eça de Queiroz aventura la siguiente respuesta: «Yo pienso que la risa acabó porque la humanidad se entristeció. Y se entristeció a causa de su inmensa civilización…, pues cuanto más culta es una sociedad, más triste es su faz. Hemos perdido la simplicidad y, con ella, la risa». Y termina diciendo al lector: «¿Quieres un humilde consejo? Abandona tu laberinto, entra de nuevo en la naturaleza, no te compliques con tantas máquinas, no te sutilices con tantos análisis; vive una buena vida de padre próvido que trabaja la tierra, y reconquistarás, con la salud y con la libertad, el don augusto de reír».

Así termina el famoso novelista. Pero no, no nos convence el consejo, ni creo que se consiga mucho abandonando el laberinto (y, por lo demás, ¿quién podría hacerlo?). Según yo, lo que nos ha quitado «el don augusto de reír» no es el exceso de civilización, sino nuestra falta de religión. ¡Ah, si de veras creyéramos en un Dios que nos protege y nos cuida, cómo nos reiríamos de nuestros pequeños problemas! Es decir, reiríamos. Veríamos entonces las cosas desde esa lejanía sin la cual la risa es imposible. ¿No se ha dicho muchas veces que la risa nace del distanciamiento, de ver las cosas desde cierta altura? Pues bien, si esto es así, sólo Dios y los que creen en Él pueden reír de veras con esa explosión de regocijo que conoció Eça de Quieroz cuando era niño, es decir, cuando los hombres aún tenían fe…

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#4 Tiempos

El tormentoso futuro y sus pronósticos | Columna de Arturo Mena “Nefrox”

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TESTEANDO

Se llega al inicio del torneo y como siempre, la ilusión, el deseo y un poco de esperanza regresan a los campamentos del fútbol mexicano.
Ya con algunas semanas de partidos amistosos, preparación de pretemporada y contrataciones interesantes, arrancamos con la idea de pronosticar el futuro de San Luis en la liga.

La mecánica es simple, ir jornada tras jornada sumando (cuando lo amerite) los puntos que puede obtener el equipo, para al final hacer una suma e intentar predecir si es suficiente como para pelear por un lugar en la liguilla o no, así que comencemos.

Jornada 1: León (Derrota) 0 puntos
Jornada 2: Monterrey (Derrota) 0 puntos
Jornada 3: Chivas (Derrota) 0 puntos
Jornada 4: Cruz Azul (Derrota) 0 puntos
Jornada 5: Puebla (Empate) 1 punto
Jornada 6: Querétaro (Victoria) 4 puntos
Jornada 7: Toluca (Empate) 5 puntos
Jornada 8: Tijuana (Victoria) 8 puntos
Jornada 9: Santos (Victoria) 11 puntos
Jornada 10: América (Empate) 12 puntos
Jornada 11: Pachuca (Empate) 13 puntos
Jornada 12: Mazatlán (Victoria) 15 puntos
Jornada 13: Atlas (Victoria) 18 puntos
Jornada 14: Pumas (Derrota) 18 puntos
Jornada 15: Necaxa (Victoria) 21 puntos
Jornada 16: Juárez (Victoria) 24 puntos
Jornada 17: Tigres (Derrota) 24 puntos

24 puntos representan una real posibilidad de jugar play in y con ello pensar en llegar a la liguilla. Sin embargo, el pronóstico habla de un arranque muy complicado llegando a sumar alguna unidad hasta la jornada 5, lo cual preocupa para la estabilidad del equipo y su nuevo cuerpo técnico. Un torneo que luce complicado y de adaptación para el director técnico y una base muy consolidada de jugadores que conocen muy bien la liga.

Por el bien del fútbol en San Luis, esperemos que la bola ruede a su favor, que renazca el buen toque de balón y se demuestre que con poco se puede competir, no queda más que esperar y en unos meses hacemos el recuento de lo logrado contra este complicado pronóstico, que comience la fiesta del fútbol mexicano, una vez más.

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#4 Tiempos

Personas como espejos | Columna de Carlos López Medrano

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Mejor dormir

 

Los pasos dados en una mañana cualquiera conducen a uno de esos espejos piadosos en los que uno aparece más guapo de lo habitual, más limpio, más esbelto, casi heroico. La imagen llega como ráfaga: ese instante fugaz en que parecemos la mejor versión de nosotros mismos. Al siguiente paso, otro espejo devuelve ya el reflejo habitual: el rostro cansado, la camisa con esa arruga que antes no estaba, el pelo que ya no da. Así son los espejos: unos nos bendicen con la gracia de un tenista que acaba de salvar un set y lanza un guiño a la muchacha de la tercera fila; otros nos exhiben hasta el patetismo, y no hay ángulo que salve esas ojeras de un sueño perdido o la mancha que jurábamos no llevar puesta.

Entre uno y otro reflejo, se instala la duda: saber si somos el mal reflejo o la estampa bella de aquel aparador, si somos lo que vimos primero o lo que vemos ahora. Si somos el destello o la derrota.

En las relaciones humanas ocurre un duelo parecido. Hay personas que funcionan como espejos benévolos y nos devuelven lo mejor de nosotros mismos, iluminando lo que tenemos de amable, de inteligente, de vivo. Con ellas todo fluye: la conversación, el silencio, el juego de miradas. Traen de vuelta nuestro humor. Su sola presencia aligera la carga del día y perdonamos así el paso de las moscas.

En el ámbito de las relaciones es preciso rodearse de personas que son como los espejos en los que uno se ve bien y que nada complican. Gente que con su paciencia y simpatía ponen en bandeja las sonrisas y alumbran los más elevados sentimientos.

Pero también hay espejos rotos con forma de persona. Espejos manchados que te reducen y desaniman, cual les marca su hebra cochambrosa y su afán por ensuciar lo que les rodea. Sujetos cuya sola cercanía oscurece, reduce. Imanes del infortunio, empeñados en arrastrar a los demás a su fango personal. Su forma inmunda de consuelo.

Famosa es la frase en la que John Keats contaba que la poesía ha de acontecer con la misma naturaleza y espontaneidad con la que una hoja cae del árbol,

y no forzada ni sostenida por andamios y tornillos. Las relaciones humanas de mayor calado fluyen sin tener que desgañitarse. No se gritan, no se empujan: florecen. Como esas novelas que uno lee sin darse cuenta, y al mirar la página ya vamos por la mitad. Tenemos libros que se arrastran (uno nomás no ve la luz al final del túnel) y otros que vuelan.

Vuelvo a mi maestro Jardiel Poncela: aquellas mujeres que no se acomodan a nosotros valen menos que un lavafrutas, aunque sea la resurrección de Friné envuelta en perfume de Le Galion. 

Hay personas que te jalan consigo a su piscina de indecencia; y están otras, las que valen su peso en azafrán, que elevan y de la mano te guían a lo que has anhelado para ti en ratos de dulce vanidad. Son los rayos de sol que se cuelan entre las hojas en la última hora de la tarde.

Los buenos modales siguen siendo la pauta a la hora de definir a la gente de la que me quiero rodear. Aquellos que te alientan, saben escuchar y con los que aún puedes platicar de viejos álbumes.

Recordar, por ejemplo, aquella canción de The Velvet Underground cantada por Nico:

 

Seré tu espejo
Reflejaré lo que eres, por si acaso no lo sabes.
Déjame estar de pie para mostrarte que estás ciego.
Por favor, baja las manos,
Porque yo te veo.
Me cuesta creer que no sepas
La belleza que eres.
Pero si no lo sabes, déjame ser tus ojos,
Una mano en tu oscuridad para que no tengas miedo…

 

 

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Twitter: @Bigmaud

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