#4 Tiempos
Saborear el dolor | Columna de Carlos López Medrano
MEJOR DORMIR
El dolor, ese vilipendiado protagonista, merece una reconsideración. Si uno se lo piensa, es uno de los cimientos de cualquier ser notable. Son los golpes y los cortes de ceja los que forjan el carácter, y los que tallan al luchador existencial. Los que trazan un compás, un ritmo, un caparazón para andar el largo y sinuoso camino sin perder demasiado los nervios. La vida no está completa hasta que tu corazón pierde un latido, decía una vieja canción. Cualquiera que se abstenga de darse de bruces con el suelo será huérfano de una formación primaria que, en el momento de la verdad, sirve para sostener el equilibrio donde el resto trastabilla.
Mi comprensión de la necesidad de los contratiempos llegó más temprano que tarde, cuando, siendo un niño, junto a mi hermana, anhelé que mis padres nos compraran una cajita de curitas que traían diseños de Los Picapiedra. La astuta (y perversa) maquinaria de la mercadotécnica sabía del impacto que una tirita con un diseño deslumbrante podría traer para los niños por encima del aburrido diseño color carne.
Tras muchos ruegos, al fin tuvimos una caja de curitas para atender cualquier contingencia. Pero la amargura vino apenas tuvimos el tesoro entre las manos, pues para utilizar aquel producto se requería estar herido. Una cortada o un mínimo raspón. De otro modo no había sentido. Ni siquiera simular una lesión o jugar el médico cubría el prurito de usar el producto de marras.
Quién sabe, puede que las curitas de Nickelodeon hayan iniciado a muchos jóvenes en el chispeante mundo de la autoflagelación. En todo caso, se desprendió una enseñanza. Comprendí que necesitamos de los golpes de la vida de vez en cuando. A una conclusión similar se llega con la emulsión de Scott, el terrible bouquet del hígado de bacalao hará más por ti que los pastelillos y el merthiolate es una caricia de lava que llega por tu bien.
En el deporte esto es evidente. Ander Izagirre cifraba el éxito de los ciclistas en su capacidad para soportar el sufrimiento, en el bagaje para la agonía. El periodista español citaba en un libro aquellas memorables palabras de Miguel Induráin, una de las máximas leyendas del Tour de France (parte del selecto club de tres personas que lo han ganado en cinco ocasiones y el único que lo ha hecho de forma consecutiva), quien para explicar su éxito deportivo concluyó que había «llegado muy lejos en el dolor». La piedra angular: resistir, resistir, resistir.
Un poco como Rocky Balboa en su combate contra Iván Drago. Una de las razones de su victoria fue estar acostumbrado al padecimiento, a convivir con él como motivación. Caer… y levantarse. El impoluto soviético dominaba el alambre hasta que tuvo que enfrentar lo que era le era desconocido: el revés, su sangre. Entonces se desplomó; era un gigante con pies de barro, como cualquier tipo que no sabe sobrevivir a la tragedia. «Todos tienen un plan hasta que reciben el primer golpe en la boca», sabias palabras de Mike Tyson. Los grandes saben adaptarse al imprevisto, a encajar la desgracia y continuar. Como decía Hank, lo que más importa es saber caminar a través del fuego.
Además, las victorias saben a poco cuando no hay adversidad. Un éxito inmerecido, higiene excesiva. Es inevitable sentir atracción por los personajes desgarrados, aquellos que emergen del fango y piden que el espectáculo continúe. La carne fría e imperturbable acaba por aburrir. Incluso si el chasco se consuma y llega una derrota, no importa demasiado en el equilibrio cósmico si la entrega fue suficiente: la caída revela melodías que apuntan al corazón y cautivan. Un escupitajo sanguinolento deja una lección mayor a la de la espuma de champagne rociada sobre una edecán en el podio.
Estás conformado por los engaños, las pérdidas, por las frustraciones que sacan tu embeleso, que estimulan el afán de redención, que te impulsan a sacudirte las cenizas y a mostrar al orden establecido que no puedes ser doblegado, que el público se equivocó dejarte fuera y no concederte un boleto hacia el jardín.
El amor perdido, las amistades que miraron a otro lado cuando las requerías, la clemencia no dada… todo ello forma la pasta que rellena las fisura de tu cuerpo y que, en el momento límite, te mantendrá de pie ante los soplidos envenenados del destino.
Paul Léautaud daba cuenta del fenómeno cuando decía que todo gran poeta cargaba con la chispa de un fracaso amoroso. Ese trauma era la punta de lanza para su búsqueda de la belleza. Recuperar a través de sonidos e imágenes eso que le había abandonado y que, en su falta, configuraba ya el recurso ilimitado del movimiento, fuente del ansia creativa. Es ahí, en el vacío, donde el artista siembra un árbol cuyos frutos habrán de encontrar el paradero de otras manos que lo sostengan.
Cuando te llegue el zumbido, el hormigueo que mordisquea las entrañas, quemazón que reverbera lejos del agua, recuerda sin desespero las palabras de Ovidio para sobrellevar la pérdida del amor: Persiste y sé tenaz: este dolor será útil un día: muchas veces un jarabe amargo trae remedio a los enfermos*. La carencia enseña mucho. Es la tela de araña de los extremos. El sufrimiento conduce a la esperanza, un camino se abre al rechinar lo dientes y rasguñar la cubierta. Estar abajo una temporada otorga una perspectiva poderosa.
Navega con la convicción de que el viento huracanado que tanto te ataca será lo que al fin impulse tu barco, siempre y cuando sigas de pie, sosteniendo la vela. No hay causa perdida mientras los dedos tiemblan en la caña y nada pesca el anzuelo: acabarás por oír el canto del grillo. La vanidad tiende a brillar cuando es mancillada. Las flores del campo conocen de la lucha íntima que libras cada día.
Ahora me acuerdo de aquel personaje de Truffaut que descubrió el secreto de las personas que lloran y siguen llorando. Tras la avalancha de sentimientos y minutos de derrame, llega un punto en el que se empieza a saborear y disfrutar el dolor.
*Amores, Libro III. Versión de Vicente Cristóbal López.
Contacto:
Twitter: @Bigmaud
Correo: [email protected]ç
También lee: Acuérdate de mí cuando beses | Columna de Carlos López Medrano
#4 Tiempos
De CU a mantener el vuelo | Columna de Arturo Mena “Nefrox”
TESTEANDO
El miércoles pasado, San Luis se metió al Olímpico Universitario con una misión que parecía cuesta arriba. No solo enfrentaba a un Pumas que venía sólido en casa, sino también a sus propios fantasmas: los de la irregularidad, los de las derrotas que llegan cuando mejor se juega, los de las oportunidades que se escapan entre los dedos. Pero esta vez fue distinto. San Luis ganó con autoridad, con orden, con un fútbol maduro que pocas veces le habíamos visto.
El 0-1 en Ciudad Universitaria no fue casualidad. Fue el reflejo de un equipo que, por fin, entendió cómo competir en escenarios grandes. San Luis supo cuándo presionar, cuándo replegarse, cuándo hacer daño. No se desesperó, no se partió, y sobre todo, no perdió la concentración cuando Pumas quiso despertar. Ese temple, tan ausente en otras jornadas, fue la verdadera victoria de la noche.
Esa actuación le devolvió el alma a un grupo que venía entre dudas. Y también reavivó la ilusión de una afición que, aunque exigente, sigue esperando ese golpe de autoridad que confirme que este proyecto puede trascender. Porque lo del miércoles no fue solo un triunfo más en el calendario: fue una declaración de intenciones.
Ahora viene lo más difícil, mantener el vuelo. Este domingo, en el Alfonso Lastras, el Atlético de San Luis recibe a Necaxa, y la exigencia será enorme. No hay mejor momento para demostrar madurez que justo después de una victoria grande. Ganar en CU fue una proeza; ganar en casa, jugando bien y con convicción, sería confirmar que este equipo va en serio.
Necaxa no es un rival cómodo. Es uno de esos equipos que no necesita brillar para complicarte la noche. Sabe esperar, sabe morder en la presión alta y tiene la capacidad de castigar errores puntuales. San Luis deberá ser paciente, no caer en la trampa de la desesperación y, sobre todo, mantener la intensidad de principio a fin. Si el equipo logra imponer su ritmo desde el arranque, tendrá mucho camino recorrido.
El cuerpo técnico también enfrenta un reto importante. Después del esfuerzo en CU, habrá que administrar energías, rotar inteligentemente y evitar el exceso de confianza. Porque si algo ha caracterizado a San Luis este torneo, es que cuando baja un poco la guardia, el golpe llega rápido. La victoria del miércoles solo tendrá valor real si se respalda con un buen resultado el domingo.
En el plano anímico, el grupo parece haber recuperado algo vital, el orgullo.
Durante semanas se vio a un San Luis que jugaba bien, pero sin convicción. En CU hubo otra cara, una que pelea cada balón, que se ordena en bloque y que no teme al rival, sea cual sea su nombre. Esa versión es la que debe presentarse ante Necaxa.El Lastras jugará su papel. Después de un triunfo así, la gente volverá con ganas, con ilusión, pero también con exigencia. El público potosino ya no se conforma con “haber competido bien”. Quiere resultados, quiere consistencia. Y tiene razón, este plantel ha demostrado que puede hacerlo.
Además, los números comienzan a sonreír. Con el triunfo del miércoles, San Luis se metió de nuevo a la conversación por el play-in, y depende de sí mismo para mantenerse ahí. Una victoria más lo consolidaría en zona de clasificación y le permitiría encarar el cierre del torneo con un aire distinto. El margen de error sigue siendo corto, pero las sensaciones por primera vez son positivas.
El Atlético de San Luis ha dado un paso importante, pero todavía no puede detenerse a celebrar. Lo que viene es el examen de la madurez futbolística: sostener la intensidad, mantener la concentración y convertir las buenas actuaciones en una costumbre.
Este domingo, el equipo tiene la oportunidad de confirmar que no fue casualidad, que lo de CU fue el inicio de una nueva etapa. Ganarle a Necaxa sería más que un triunfo, sería la señal de que San Luis, por fin, ha aprendido a ganar seguido.
Porque el fútbol no premia al que brilla un día, sino al que resiste toda una temporada. Y si este grupo logra mantener ese temple y esa convicción, el play-in podría dejar de ser un sueño para convertirse en la consecuencia lógica de un equipo que, tarde pero seguro, está aprendiendo a jugar como los grandes.
También lee: Esta noche, la última carta en el Lastras | Columna de Arturo Mena “Nefrox”
#4 Tiempos
Tradición potosina en Altas Energías, reconocimiento a Jürgen Engelfried | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash
EL CRONOPIO
Por: Redacción
Hace más de treinta años ingresó como profesor investigador del Instituto de Física de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, el Dr. Jürgen Engelfried Jatzkowski, tiempo a lo largo del cual ha participado como profesor de la Licenciatura en Física y del posgrado en física, maestría y doctorado, colaborando así en la formación de nuevos físicos mexicanos. En cuanto a su labor de investigación colabora con el Cuerpo Académico de Altas Energías y es fundador del Laboratorio de Altas Energías del Instituto de Física.
El Cuerpo Académico de Altas Energías del Instituto de Física trabaja en temas de investigación, tales como, Física de Partículas Elementales, Partículas con Quark Strange y Charm, Instrumentación para Detección de Partículas, Teoría de Campo, Extensiones Supersimétricas del Modelo Estándar, y se ha convertido en uno de los principales grupos de investigación del país en esa especialidad.
En particular el Dr. Jürgen en el Laboratorio de Altas Energías realiza investigación en partículas elementales y física de altas energías. Sus intereses indagatorios se centran en el área experimental, como la física experimental de partículas elementales, instrumentación en detectores de radiación y altas energías, partículas con quark strange y charm, decaimiento raro de kaones y espectroscopia de resonancias bariónicas.
Participa en las más importantes colaboraciones a nivel mundial en el área de altas energías y partículas elementales, en experimentos de frontera en estos campos, colaboraciones como el Hyperon Beam Experiment de la Organización Europea para la Investigación Nuclear (CERN), que se encuentra en Ginebra, Suiza, donde se encuentra el Gran Colisionador de Hadrones; colabora también en el Fermilab en el experimento CKM Rare Kaon Decays y en el NA62 del propio CERN; en la Red de Física de Altas Energías y en el SELEX Charmed Baryons en el Fermilab.
Proyectos en los que el Dr. Jürgen es el líder mexicano en esas colaboraciones en los laboratorios más connotados a nivel mundial. Por ejemplo, el CERN, el laboratorio de física más grande del mundo, fundado en 1954 en Ginebra, Suiza, es el corazón de la investigación en física de partículas. Con el apoyo de 22 estados miembros europeos, reúne a miles de expertos de más de 70 países que cada año contribuyen a la investigación científica. Su éxito radica en su capacidad para producir resultados de gran interés
, como la confirmación de la existencia del Bosón de Higgs el 4 de julio de 2012.La labor del Dr. Jürgen Engelfried ha sido recientemente reconocida por la División de Partículas y Campos de la Sociedad Mexicana de Física, otorgándole la Medalla 2024 de esa División, por su papel pionero en el establecimiento de la física experimental de altas energías en México, liderando la participación nacional en los experimentos SELEX (Fermilab E781), CKM (Fermilab) y NA62 (CERN). Su impulso a la formación de recursos humanos, el desarrollo de instrumentación de frontera y la creación del grupo de física experimental de partículas en San Luis Potosí han sido determinantes para consolidar esta área en nuestro país.
Con este reconocimiento se enfatiza, tal como lo señala la División de Partículas y Campos, su compromiso y liderazgo han dejado una huella profunda en la comunidad de física de partículas.
El Dr. Jürgen Engelfried estudió la Licenciatura en Física en la Universität Stuttgart, Alemania, titulándose en 1984; la Maestría en Física en la Universität Heidelberg, Alemania, graduándose en 1987 y obtuvo su Doctorado en Física en 1992 en la propia Universität Heidelberg. Poco tiempo después llega a San Luis Potosí a incorporarse al Instituto de Física, donde ha realizado su carrera profesional, contribuyendo a escudriñar los misterios del universo con sus investigaciones en Altas Energías y Partículas Elementales, temas fundacionales de la física en San Luis.
También lee: Tamtoc, cuna del calendario mesoamericano | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash
#4 Tiempos
Monólogo del profesor | Columna de Juan Jesús Priego Rivera
LETRAS minúsculas
Seamos sinceros, estimada señora: a nuestros jóvenes cada vez les importa menos lo que en la escuela podamos decirles. Un día la invitaré para que venga y vea. Entonces se sorprenderá al ver la cara que ponen cuando un servidor de usted les esté explicando, por ejemplo, la segunda ley de la termodinámica. ¿Puedo adelantarle algo de lo que verá? Un muchacho de cabellera abundante y estropajosa, con las piernas cruzadas, estará observando el estado general de las suelas de sus zapatos como en una especie de contemplación o arrobo místico; otro, sentado a dos bancos de aquél, hojeará distraídamente la revista que metió de contrabando en el salón y que ha ocultado –ni siquiera discretamente- bajo su libro de texto; aquel, pensando que nadie lo mira (o no pensando nada, pues lo mismo le da), estará ocupado enviando mensajes desde su teléfono celular y contestando los que a su vez le lleguen; en fin, todo esto los encontrará usted haciendo cuando vea y vea, estimada señora.
Mientras tanto, yo seguiré hablando en voz alta, haciendo como que creo que me escuchan. «Tú juegas a quererme, yo juego a que te creas que te creo». ¿Recuerda usted quién cantaba esta canción hace veinte años o incluso veinticinco? ¿Luz Casal? En todo caso, se trata del mismo pasatiempo: mis alumnos juegan a que me ponen atención, y yo juego a hacerles creer que me trago su mentira. De este modo ellos están en paz y yo también.
¡Oh, no me crea usted un resignado! La verdad es que en otro tiempo abrigué ciertas ambiciones pedagógicas y hasta llegué a creer que bastaba con que yo abriera la boca para que mis alumnos se apasionaran por la materia que me disponía a explicarles. Hoy ya no soy tan ingenuo, estimada señora, y hasta me he dado esos baños de realidad que si bien al principio no son nada agradables (el agua de la realidad es fría, bastante fría), al final lo sacan a uno de ese ensueño metafísico del que hablaba en uno de sus libros un famoso filósofo francés.
Al principio, debo confesárselo, casi lloraba al ver que mis alumnos me hacían menos caso que al perro del vecino; pero luego la fuente de las lágrimas se secó, y aquí me tiene usted, haciendo como que enseño y cobrando puntualmente mi sueldo, pues es bien sabido que de aire los hombres no pueden vivir.
A los muchachos ya no les digo nada, y ni siquiera los riño. ¿Qué les puedo decir, por ejemplo, cuando no hacen sus tareas? Podría, sí, hacer como que me indigno, pero esto sería llevar el juego demasiado lejos. Supongamos, por ejemplo, que me quejo con sus padres diciéndoles que sus hijos son unos holgazanes. ¿Qué voy a recibir como respuesta? ¡Ya se lo imaginará usted! Una vez, al principio de mi carrera –es decir, cuando me sentía con derecho a ser exigente- mandé llamar a uno de esos caballeros que se llaman a sí mismos padres de familia para suplicarle que pusiera más atención en los asuntos del que creo era su primogénito. Pero no me dejó ni siquiera terminar. «¿Y usted quién es para meterse en nuestra vida?», me preguntó lleno de rabia, ajustándose con brusquedad el nudo de su corbata. «A usted le pagamos para que dé su clase, pero lo demás ya no le toca».
De acuerdo, de acuerdo, me dije entonces. Quiero decir con esto que aprendí la lección. Desde entonces ya no encargo a mis alumnos ninguna tarea. ¿Para qué? Hoy mi lema es, humildemente, éste: laissez faire, laissez passer: ¡Que cada uno haga lo que le venga en gana!
La vida de mis alumnos, estimada señora, está en otra parte. ¿En qué parte? Vaya usted a saberlo, aunque todo parece indicar que ésta comienza para ellos justo en el instante en que, llegando a su casa, dejan la mochila en el suelo y encienden la computadora. ¡Entonces sí que se sienten vivir! «Ah –se preguntan-, ¿quién habrá inventado la escuela, ese mal que ni siquiera parece necesario?».
En la luna: allí veo a mis alumnos cuando les hablo de cosas que a mí me habría gustado comprender cuando tenía su edad. En la luna, sí, y parecen muy poco dispuestos a bajar a esta tierra que desde hace mucho ha dejado de interesarles.
¿De dónde acá esta indiferencia por todo lo que sea escolar o huela a ello? He encontrado aquí y allá diversas teorías, aunque la que hasta ahora me convence más es ésta del pedagogo francés Guy Avanzini. Escuche usted: «A pesar de todo, los padres, sin quererlo y sin saberlo, al menos en parte, son los responsables de este fracaso». Está hablando el pedagogo del fracaso escolar, que incluye no sólo las malas notas obtenidas en los exámenes, sino sobre todo el disgusto con que los jóvenes se presentan en la escuela. ¡Pero cómo! ¿Son culpables los padres de esta situación? Sí –responde Avanzini-, y ellos los primeros. Ante todo, porque desvalorizan el trabajo escolar, diciendo y pensando que ir a la escuela equivale a perder el tiempo, y luego exaltando el ejemplo de los que triunfan en la vida «sin haber trabajado en la escuela; haciendo la apología del mal estudiante que, sin haber llegado a la edad adulta, alcanza la notoriedad a pesar de la escasez de su cultura y de la regularidad de sus malas notas». Esto, en síntesis, es lo que dice Avanzini. Y el panorama parece tanto más desolador cuanto que nuestros muchachos oyen a cada instante noticias de verdaderos ignorantes que ganan lo que quieren sólo por saber patear un balón, aporrear una guitarra o cantar una canción. Además, ¿no escuchábamos hace poco la noticia de que muy pocos de nuestros legisladores acabaron realmente de estudiar? ¡Y mire usted lo que gana en estos contornos del mundo un legislador! Los hombres que viven mejor son los que han estudiado menos: he aquí el mensaje que les llega a los jóvenes desde todos los flancos. ¿Cómo queremos entonces, estimada señora, que la escuela les interese aunque se un poco? ¡Respóndame usted! ¡respóndame, por el amor de Dios!
También lee: Meditación sobre el azar | Columna de Juan Jesús Priego Rivera
-
Destacadas1 año
Con 4 meses trabajando, jefa de control de abasto del IMSS se va de vacaciones a Jerusalén, echando mentiras
-
Ciudad3 años
¿Cuándo abrirá The Park en SLP y qué tiendas tendrá?
-
Ciudad4 años
Tornillo Vázquez, la joven estrella del rap potosino
-
Destacadas4 años
“SLP pasaría a semáforo rojo este viernes”: Andreu Comas
-
Estado2 años
A partir de enero de 2024 ya no se cobrarán estacionamientos de centros comerciales
-
Ciudad3 años
Crudo, el club secreto oculto en el Centro Histórico de SLP
-
#4 Tiempos3 años
La disputa por el triángulo dorado de SLP | Columna de Luis Moreno
-
Destacadas3 años
SLP podría volver en enero a clases online











