septiembre 4, 2025

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#4 Tiempos

Saborear el dolor | Columna de Carlos López Medrano

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MEJOR DORMIR

 

El dolor, ese vilipendiado protagonista, merece una reconsideración. Si uno se lo piensa, es uno de los cimientos de cualquier ser notable. Son los golpes y los cortes de ceja los que forjan el carácter, y los que tallan al luchador existencial. Los que trazan un compás, un ritmo, un caparazón para andar el largo y sinuoso camino sin perder demasiado los nervios. La vida no está completa hasta que tu corazón pierde un latido, decía una vieja canción. Cualquiera que se abstenga de darse de bruces con el suelo será huérfano de una formación primaria que, en el momento de la verdad, sirve para sostener el equilibrio donde el resto trastabilla.

Mi comprensión de la necesidad de los contratiempos llegó más temprano que tarde, cuando, siendo un niño, junto a mi hermana, anhelé que mis padres nos compraran una cajita de curitas que traían diseños de Los Picapiedra. La astuta (y perversa) maquinaria de la mercadotécnica sabía del impacto que una tirita con un diseño deslumbrante podría traer para los niños por encima del aburrido diseño color carne.

Tras muchos ruegos, al fin tuvimos una caja de curitas para atender cualquier contingencia. Pero la amargura vino apenas tuvimos el tesoro entre las manos, pues para utilizar aquel producto se requería estar herido. Una cortada o un mínimo raspón. De otro modo no había sentido. Ni siquiera simular una lesión o jugar el médico cubría el prurito de usar el producto de marras.

Quién sabe, puede que las curitas de Nickelodeon hayan iniciado a muchos jóvenes en el chispeante mundo de la autoflagelación. En todo caso, se desprendió una enseñanza. Comprendí que necesitamos de los golpes de la vida de vez en cuando. A una conclusión similar se llega con la emulsión de Scott, el terrible bouquet del hígado de bacalao hará más por ti que los pastelillos y el merthiolate es una caricia de lava que llega por tu bien.

En el deporte esto es evidente. Ander Izagirre cifraba el éxito de los ciclistas en su capacidad para soportar el sufrimiento, en el bagaje para la agonía. El periodista español citaba en un libro aquellas memorables palabras de Miguel Induráin, una de las máximas leyendas del Tour de France (parte del selecto club de tres personas que lo han ganado en cinco ocasiones y el único que lo ha hecho de forma consecutiva), quien para explicar su éxito deportivo concluyó que había «llegado muy lejos en el dolor». La piedra angular: resistir, resistir, resistir.

Un poco como Rocky Balboa en su combate contra Iván Drago. Una de las razones de su victoria fue estar acostumbrado al padecimiento, a convivir con él como motivación. Caer… y levantarse. El impoluto soviético dominaba el alambre hasta que tuvo que enfrentar lo que era le era desconocido: el revés, su sangre. Entonces se desplomó; era un gigante con pies de barro, como cualquier tipo que no sabe sobrevivir a la tragedia. «Todos tienen un plan hasta que reciben el primer golpe en la boca», sabias palabras de Mike Tyson. Los grandes saben adaptarse al imprevisto, a encajar la desgracia y continuar. Como decía Hank, lo que más importa es saber caminar a través del fuego.

Además, las victorias saben a poco cuando no hay adversidad. Un éxito inmerecido, higiene excesiva. Es inevitable sentir atracción por los personajes desgarrados, aquellos que emergen del fango y piden que el espectáculo continúe. La carne fría e imperturbable acaba por aburrir. Incluso si el chasco se consuma y llega una derrota, no importa demasiado en el equilibrio cósmico si la entrega fue suficiente: la caída revela melodías que apuntan al corazón y cautivan.

Un escupitajo sanguinolento deja una lección mayor a la de la espuma de champagne rociada sobre una edecán en el podio.

Estás conformado por los engaños, las pérdidas, por las frustraciones que sacan tu embeleso, que estimulan el afán de redención, que te impulsan a sacudirte las cenizas y a mostrar al orden establecido que no puedes ser doblegado, que el público se equivocó dejarte fuera y no concederte un boleto hacia el jardín.

El amor perdido, las amistades que miraron a otro lado cuando las requerías, la clemencia no dada… todo ello forma la pasta que rellena las fisura de tu cuerpo y que, en el momento límite, te mantendrá de pie ante los soplidos envenenados del destino.

Paul Léautaud daba cuenta del fenómeno cuando decía que todo gran poeta cargaba con la chispa de un fracaso amoroso. Ese trauma era la punta de lanza para su búsqueda de la belleza. Recuperar a través de sonidos e imágenes eso que le había abandonado y que, en su falta, configuraba ya el recurso ilimitado del movimiento, fuente del ansia creativa. Es ahí, en el vacío, donde el artista siembra un árbol cuyos frutos habrán de encontrar el paradero de otras manos que lo sostengan.

Cuando te llegue el zumbido, el hormigueo que mordisquea las entrañas, quemazón que reverbera lejos del agua, recuerda sin desespero las palabras de Ovidio para sobrellevar la pérdida del amor: Persiste y sé tenaz: este dolor será útil un día: muchas veces un jarabe amargo trae remedio a los enfermos*. La carencia enseña mucho. Es la tela de araña de los extremos. El sufrimiento conduce a la esperanza, un camino se abre al rechinar lo dientes y rasguñar la cubierta. Estar abajo una temporada otorga una perspectiva poderosa.

Navega con la convicción de que el viento huracanado que tanto te ataca será lo que al fin impulse tu barco, siempre y cuando sigas de pie, sosteniendo la vela. No hay causa perdida mientras los dedos tiemblan en la caña y nada pesca el anzuelo: acabarás por oír el canto del grillo. La vanidad tiende a brillar cuando es mancillada. Las flores del campo conocen de la lucha íntima que libras cada día.

Ahora me acuerdo de aquel personaje de Truffaut que descubrió el secreto de las personas que lloran y siguen llorando. Tras la avalancha de sentimientos y minutos de derrame, llega un punto en el que se empieza a saborear y disfrutar el dolor.

 

*Amores, Libro III. Versión de Vicente Cristóbal López.

Contacto:
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#4 Tiempos

José Rafael Campoy padre del pensamiento moderno mexicano | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash

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EL CRONOPIO

 

El desarrollo de la cultura superior en San Luis Potosí, en los primeros doscientos años de existencia de la ciudad, se daría en el ámbito de las letras, por lo mismo, aunque con desarrollos escasos, se enfocaría en las humanidades.

El escenario donde pudieron desarrollarse las artes, fue en el religioso, así, los primeros pasos en la educación de la población, procedió de este ámbito, siendo frailes los que desarrollarían esa actividad humanista.

Con la implementación de la Ratio Studiorum jesuita como plan general educativo contrarreformista, no es de extrañar que los primeros humanistas potosinos realizaran, además de su misión evangelizadora, principalmente actividades educativas. Figura entre los primeros frailes Diego de la Magdalena, que fue uno de los fundadores de la ciudad de San Luis Potosí, y sobresalen la instauración de la escuela agustina estando al frente Diego de Basalenque, la llegada a San Luis de los jesuitas y la instalación de su colegio. La actividad humanista de creación artística en letras se comienza a dar hasta finales del siglo XVII, aunque hubo manifestaciones más tempranas cuando hace su presencia un personaje nacido ya en estas tierras potosinas.

Los padres de la compañía de Jesús llegaron en 1626 a San Luis y solicitaron encargarse de la enseñanza, que anteriormente estaba a cargo de los agustinos que durante doce años impartieron en el convento de San Agustín.

Uno de los jesuitas que radicaron en San Luis Potosí y que sería la figura más sobresaliente en la introducción del pensamiento moderno en la Nueva España y que liderara la formación de los jesuitas en este terreno, sería José Rafael Campoy.

José Rafael Campoy, jesuita que además de pronunciar oraciones fúnebres destacó principalmente en la introducción de pensamiento moderno y contribución a la filosofía mexicana con un movimiento reformista, teniendo influencia en pensadores jesuitas como Clavijero, Castro, Abad, Parreño, Landivar, Cavo, Maneiro, entre otros.

Fue catedrático del Colegio de los Jesuitas en San Luis Potosí donde también participó Abad, siendo uno de los jesuitas expulsos que llegaron a Italia donde murió en Bolonia en 1777

. Nació en Álamos, Sonora en 1723, ingresó a la Compañía de Jesús en 1741, donde fue maestro de humanidades y filosofía en varios de sus colegios. En las honras solemnes a la memoria del rey Felipe V de España pronunció en la Iglesia Parroquial de San Luis una oración fúnebre.

Una de las cátedras que fueron importantes en el colegio jesuita de San Luis Potosí sería la gramática latina, este curso se cubría en cinco años y una buena cantidad de jóvenes potosinos pasaron por este curso.

Rafael Campoy, atendió este curso de gramática durante los años de 1746 a 1748; los temas de teología y filosofía si bien no se impartieron regularmente en San Luis Potosí, sus discusiones entre los profesores jesuitas e interesados en estos temas, serían influenciados por Campoy, como sería el caso de José Abad que se encargaría de cursos de filosofía en varios colegios jesuitas y que estuviera como profesor en San Luis Potosí.

El nombre de José Rafael Campoy como introductor del pensamiento moderno en el esquema de estudio jesuita es recurrente y las figuras de jesuitas que han destacado en la historia del pensamiento mexicano, y sus valiosas contribuciones en el exilio se fincan en la labor de José Rafael Campoy.

Campoy se convierte en una de las figuras que contribuyeron al progreso educativo de los jóvenes potosinos en el seno del Colegio jesuita en San Luis Potosí.

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#4 Tiempos

Chispas, patrias y partidas de ajedrez | Apuntes de Jorge Saldaña

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APUNTES

Culto Público, hijos de la chispa en pasto seco:

Ya es septiembre, mes de la patria, es decir, en nuestro sistema occidental mercantilista, tiempo de comprar las cosas de navidad.

El año se fue más rápido que Noroña cuando lo atacó Alito y aquí estamos: a unas horas de concluido el Primer Informe de Gobierno de la presidenta Sheinbaum que llega con un 71% de aprobación popular.

Sortear el frente de la relación con EEUU, contener las amenazas arancelarias, colaborar en materia fronteriza y de seguridad, entregar objetivos criminales y sobre todo tolerar y contener al insufrible presidente gringo no ha sido tarea fácil.

Lo doméstico tampoco: el equilibrio de fuerzas en las cámaras, el manotazo en la mesa de “gobierno yo” que alcanzó a Adán y a Andy, la elección judicial y los retos que implica, son agendas que ocupan de la mayor claridad y amor por México.

En lo local, ayer domingo terminó la FENAPO 🙁 y hay que reconocer al gobernador por su visión y al presidente del patronato, Fernando Rojo, y sus colaboraciones por su ejecución.

En general la fiesta fue un éxito, pero como todo, puede ser perfectible. Los temas que brincaron y que no son menores, por ejemplo, fue el uso de ponis para dar paseos interminables y sin descanso a niños que los montaban todo el tiempo, ocasionando un justificado reclamo por el maltrato a los animales que ello significa.

Finalmente se acabó la feria y también la tortura para los pobres caballitos.

Otra cosa que sí o sí, debe mejorar es el trato a los artistas locales, reconocerles y tratarles con la misma dignidad

y atención que a los nacionales o internacionales.

¿Por qué escatimar y tratar como de segunda a nuestros artistas paisanos?

Por cierto, ojo a los que se engancharon en la App de Idealz que de tener un boleto gratis, están comprando (ya con su dinero constante y sonante) boletos para participar en rifas que, tarde o temprano, no podrán sostener. La App es una variante de un sistema de pirámide y lo me quedo en lo dicho. De mi se acuerdan.

El diputado local Emilio Rosas creo que fue el único que hizo evento para presentar informe de su primer año legislativo: Movilidad, Ley Santi, registro de agentes inmobiliarios y otros son sus temas. Lo de “dignificar la política” y asociar sus causas a las del desaparecido Doctor Nava, creo que quedó forzado.

El concepto de dignidad que abanderó Nava Martínez es mucho más profunda y en muchos niveles para su momento, que lo que plantea como slogan el diputado Rosas.

Aprovecharse así como a la ligera de una figura histórica en la democracia en México, no se me hace ni la mejor estrategia ni de buen gusto, por lo demás, me dicen que fue un buen informe con aceptable convocatoria.

Los eventos que lamento por igual haberme perdido este fin de semana que pasó fueron dos: el sábado me perdí la gran fiesta con la que celebró su cumpleaños el alcalde Enrique Galindo en el salón Río. Más de 2 mil personas alrededor del alcalde deseando lo mejor para su futuro.

Me dicen que el ambiente fue totalmente festivo y de entusiasmo, y como el festejado es político pues… todo evento que encabece es político. Habrá lecturas al gusto, de eso no me queda duda.

El otro evento que me perdí y lo lamento fue el del domingo: la magna clausura de FENAPO 2025.

Antes de despedirme les comparto El Atril (nuestra breve editorial diaria) de este lunes sobre la partida de ajedrez que planteó el rector Zermeño al gobierno con la que mandó advertencia de tormenta a toda la comunidad (no solo la universitaria).

El rector ya tiene paraguas para las fuertes lluvias políticas y se llama: gobierno del estado.

Les platico:

El rector Zermeño movió la primera pieza de una jugada de tres. No fue una declaración suelta, sino advertencia fina al término del Consejo Directivo Universitario.

Que el Gobierno debe a la UASLP no es novedad. Eso ya les queda claro a todos.

Que la federación ya envió el recurso, tampoco toma a nadie por sorpresa. Es de conocimiento público que el dinero de la federación etiquetado para la UASLP existe en las arcas del estado.

El detalle (lugar favorito dónde se esconde el diablo) fue dejar que la respuesta la genere el público (no solo universitario) respecto al “por qué” o “los por qué” y por “culpa de quién” los millones no avanzan de Madero a Álvaro Obregón.

Eso sí fue plantear la partida. El rector fue claro: sin dinero, en diciembre no habrá sueldos, aguinaldos ni fondo de jubilaciones.

¿Qué va a pasar con los miles de maestros, empleados administrativos y jubilados cuando no reciban su sueldo ni aguinaldo en diciembre?

Eso es una chispa en pasto seco.

El doctor Zermeño también adelantó que Gobernación y SEP federal ya están al tanto, como quien tiene alfil en diagonal abierta, es decir, tiene aliados y piezas acomodadas desde el gobierno federal… por si se ofrecen. (Fotos en su cuenta de Tuiter lo respaldan).

Y aunque desalentó protestas…ni falta que hace. Nadie le va a pedir permiso a la rectoría para salir a exigir sus pagos.

El Gobierno debe leer la jugada: en tres movimientos el jaque no vendrá de Zermeño, sino de maestros, trabajadores, alumnos y sociedad en general.

¿Saben quién estaría feliz de que el gobierno no entregue los recursos y se desestabilice el estado? Los enemigos de Gallardo.

El reloj del ajedrez está corriendo.

Buen lunes, buen mes, buena vida a todos.

¡Qué bonito es Xilitla! Vayan.

Hasta la próxima. Yo soy Jorge Saldaña

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#4 Tiempos

Pensamientos | Columna de Juan Jesús Priego Rivera

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LETRAS minúsculas

No hay manera de provocar el amor, no hay ninguna manera. Aquí la cosmética no sirve de nada. Se ama o no se ama, se gusta o no. Si comprendiéramos esto, el mundo aún tendría la esperanza de durar. Pero se producen zapatos, camisas, corbatas, pulseras, abrigos y autos a ritmos vertiginosos con el único fin de hacernos creer que se puede, con todo esto encima, seducir a los demás. La sabiduría consiste, sin embargo, en no engañarnos: ¿qué puede un auto, un perfume o un lápiz labial para suscitar el amor? El amor es gracia, es puro don, y el que crea poder provocarlo se quedará siempre, al final, con un palmo de narices. Saber esto, aceptar esto, tendría que hacernos más naturales. Y también más resignados. 

*

En sus Bloc notes, esta anotación de François Mauriac: “En la noche que siguió a la proclamación del Premio Nobel, una tempestad destruyó el tilo más bello de nuestro jardín. Nos sentimos desolados” (6 de mayo de 1953). ¡Cómo! ¿François Mauriac acaba de enterarse de que le ha sido asignado el Nobel y a pesar de ello se siente triste? Sí, a causa de una tormenta que asoló su jardín. Con lo que queda demostrado que las alegrías de este mundo no son nunca perfectas, ni podrán serlo, pues por más que nuestros éxitos alcancen cotas inimaginables, siempre habrá un amigo que se va o un tilo querido por el que llorar la destrucción. 

*

Ante un rostro bello uno guarda silencio. No es arrobamiento, y ni siquiera envidia. Es nostalgia, dolor por lo que quedará de ese rostro con el paso del tiempo. Es nostalgia por lo que uno sabe que va a perderse, por lo que sabe que va a acabar. Si pudiera decirse así, es un silencio mortuorio, o, si se prefiere, de pésame. Es un llanto silencioso: como el de Jesús cuando contempló a lo lejos la perecedera belleza del Templo, del que no quedaría piedra sobre piedra. 

*

Fray Bernardino de Sahagún. “Este fraile -escribió Fernando Benítez en su libro Genio y figura- era de joven tan hermoso que sus superiores lo ocultaban para no darle ocasión de perderse”. ¿Durante cuánto tiempo lo ocultaron? No importa: seguramente llegó un día en que ya no hubo necesidad de tomarse semejantes precauciones. Todo acaba en este mundo.

*

Cena con dos antiguos compañeros del colegio a los que no había vuelto a ver desde 1987. Se nos notaba en el rostro el paso de los años, pero no por eso dejábamos de hablar y de reírnos. ¡Eran tantas las cosas que teníamos que contarnos! De pronto, uno de ellos se levantó de la mesa, caminó hacia un rincón de la casa y regresó con un viejo libro de portadas color marrón que reconocí al instante: era el anuario del último curso en que estuvimos juntos, antes de que la vida nos separara. Lo hojeé con nostalgia. ¿Qué quedaba de aquellos rostros que hace más de veinte años eran todavía como de niños? La última página del libro, sin embargo, estaba llena de anotaciones, de recomendaciones, de firmas, de despedidas, pues era moda en aquel tiempo dar a nuestros compañeros el anuario para que escribieran en él alguna cosa. Una nota decía así: “No te olvides de tus amigos”. Y otra: “No te pierdas de vista”. Y, sin embargo, casi todos nos olvidamos unos de otros, casi todos nos perdimos de vista. ¿Dónde están los que escribieron semejantes súplicas? Ellos mismos se han olvidado de nosotros y se han perdido. ¿Dónde están? Intentamos entre los tres, aquella noche, encontrar respuestas, imaginar lugares, pero la verdad es que nadie recordaba los nombres de esos náufragos cuyas señales de auxilio ni siquiera nos llegaban ya… ¿Acaso vivir no es otra cosa que olvidar, que marcharse siempre a otro lado y para siempre? “Vivir –dijo Albert Camus en La peste- tal vez sea lo contrario de amar”.

*

Lo malo del dolor, la razón por la que llega a hacérsenos insoportable, es que nos concentra de tal manera en nosotros mismos que nos hace olvidarnos de todo lo demás, de todos los demás. Un hombre con dolor de muelas es el ser más egoísta y solitario del planeta.

*

Leo El placer del texto, de Roland Barthes. Ningún placer en la lectura de ese texto. Las cosas más obvias son dichas de una manera tan complicada que dejo el libro al cabo de quince minutos con un fuerte dolor de cabeza. ¡Qué manera de oscurecer las cosas, de embrollar el lenguaje para acabar diciendo lo que más o menos todo el mundo sabe! ¿Cómo hablar del placer del texto mediante un texto tan poco placentero?

*

“Entonces se le apareció un ángel del cielo que lo confortaba” (Lucas 22,43). Sí, era necesario que bajara un ángel y lo consolara. Sus discípulos estaban lejos y además dormían. ¿Qué pasa con los amigos? Cuando más los necesitamos, se hallan lejos o sencillamente duermen. ¡Estamos tan solos! Todo hombre es una reproducción, aunque sea en miniatura, aunque sea profana, de aquella soledad espantosa de Getsemaní. Todo hombre, en alguna medida, es aquel Hombre que, en lo más profundo de la noche, se angustia hasta sudar sangre porque se muere de tristeza. Sí, es necesario que baje un ángel del cielo y nos conforte. Que baje un ángel, pidamos un ángel. Porque, aun cuando nuestros amigos estuvieran despiertos y cerca, ellos nada podrían. Hay en el corazón humano un rincón, un reducto, al que nadie puede llegar, salvo Dios.

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