enero 2, 2025

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#4 Tiempos

Ramón Villarreal pionero en salud pública en México | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash

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EL CRONOPIO

 

Uno de los pioneros en temas de salud pública en México, fue el Dr. Ramón Villarreal Pérez (1919-1978), potosino por adopción y formación, quien en su momento dirigió la Escuela de Medicina, hoy Facultad, de la UASLP, y quien gestionó y logró la construcción de su actual edificio, así como la implantación de la medicina moderna en dicha Facultad. Ramón Villarreal fue un fundador de instituciones de educación superior, pues al formar el Departamento de Fisiología en la UASLP sentó las bases de su gran proyecto educativo basado en un modelo modular en contraposición al modelo disciplinar común en la educación superior en México. En 1874 creaba la unidad Xochimilco de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), y con ese proyecto regresaba al país después de estar trabajando en los Estados Unidos en medicina y en su enseñanza en América Latina por más de quince años, emprendía así el novedoso modelo educativo que implantaba en la UAM.

“En la UAM he encontrado muchos aspectos positivos. Simplemente el haber aceptado este reto: embarcarse en una innovación educacional, porque eso es la UAM-Xochimilco; la sola decisión de venir a estas instalaciones tan precarias habla de cosas positivas.

Vivir esto da una sensación de inquietud por lo desconocido. No únicamente los estudiantes la experimentan, también los docentes.

Queremos que en Xochimilco la enseñanza no se centre sólo en la Universidad, sino también en la comunidad social, porque sólo así incidiremos en el cambio de valores, tanto de los estudiantes como de los profesores. Para lograrlo es indispensable el constante contacto con la realidad”

Villarreal estudió medicina en la UNAM y viajó a Estados Unidos a proseguir sus estudios de posgrado complementando su preparación en gastroenterología se especializó en fisiología, siempre estuvo interesado en las ciencias básicas y se interesó mucho por los trabajos de Claudio Bernard, quien fue realmente el introductor del método científico en medicina. En su primera época de estancia en Estados Unidos estuvo en las universidades de Harvard, Madison y de Chicago hasta 1955, año en el que regresa a México a incorporarse a la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, donde impartiría la cátedra de fisiología y formaría el Departamento de Fisiología para ser luego director de la entonces Escuela de Medicina de la UASLP.

En este periodo comienza a gestar un nuevo diseño académico impulsando la investigación y la educación en medicina, elabora un ensayo sobre la situación de la enseñanza de la medicina y configura el concepto de departamentos, que llevaría años después al proyecto modular de la UAM-Xochimilco.

Ramón Villarreal, al terminar su gestión como director de la Escuela de Medicina de la UASLP en 1959 fue invitado por la Organización Mundial de la Salud, OMS; a trabajar como asesor de educación médica en los programas para América Latina, con sede en Washington, DC; ahí formó lo que sería el Departamento más importante de la OMS, el departamento de formación profesional. Desde ese momento se involucró en el tema de la salud pública, pues su formación originaria fue en el campo de la fisiología y gastroenterología. Obtuvo así su maestría en salud pública en la Escuela de Higiene y Salud Pública John Hopkins en Baltimore. En su momento estuvo postulado para ocupar la dirección de la OMS. 

En la enseñanza de la medicina fue un pilar en toda Latinoamérica. En sus últimos años fue presidente de la Fundación Mexicana para la salud. Publicó alrededor de 43 artículos científicos relacionados con la formación de recursos humanos como base para aumentar la calidad y cantidad de atención a la salud, con énfasis comunitario.

Colaboró con un grupo internacional de distinguidos epidemiólogos, en la publicación de Epidemiología, Guía de Métodos de enseñanza, editada por C.R. Lowe y J. Kostrzewski, publicado en varios idiomas y del cual se basan para tomar los modelos de contingencia usados en epidemias como la que ahora padecemos del coronavirus. Ramón Villarreal fue el promotor de la escuela de salud pública en nuestro país, y sus contribuciones ahora se vuelven importantes.

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Entre tangas, roscas y tamales | Columna de León García Lam

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VOLUTA

 

En una nota del Universal publicada el último del año 2024 una comerciante de la Ciudad de México afirmó: “ya no se venden los calzones rojos y amarillos, se está perdiendo la tradición” y al parecer sí, la euforia por las tangas rojas ha perdido el interés de las nuevas generaciones chilangas que ya no creen en el amor, ni en las tradiciones o no tienen dinero para pagarlas. Sin embargo, en estados como Jalisco, las ventas de ropa interior se dispararon hasta el cielo y un dato llamó mi atención: para este año 2025, los consumidores tapatíos buscaron vorazmente los calzones amarillos. ¿Qué nos querrá decir este indicador popular?

Hace unos días, en una cápsula trasmitida por Radio Universidad (de SLP) se escuchó, en la voz de mi querido amigo Jonathan Gamboa, una explicación genealógica acerca de las tradiciones de fin de año: comer lentejas, hacer maletas y meterse debajo de la mesa son tradiciones que provienen de culturas bien lejanas en el tiempo y en el espacio. Entonces ¿por qué las aceptamos con tanta facilidad? No sé si usted lo note, querida culta lectora de La Orquesta, pero las tradiciones del fin de año o del año nuevo pretenden controlar el futuro incierto que tenemos enfrente: que las doce gotas de la felicidad, que las cabañuelas y los borregos de la buena fortuna, pero ¿qué tienen en común todas estas “tradiciones” a las cuales también llaman “rituales”?

Pues bien, yo que empleo parte de mi valioso tiempo en buscarle chichis a las lombrices, creo que lo que es común a una buena parte de estas tradiciones de Año Nuevo es el juego de esconder o revelar algo que está dentro. Me explico, la tradición de salir a la calle con una maleta requiere guardar dentro de la maleta elementos de lo que se desea atraer. La tradición de meterse debajo de una mesa es, de alguna manera, situarse dentro del centro de la abundancia que es la mesa. Sin embargo, el mejor ejemplo es la rosca de reyes:

¿Cómo debe ser la tradicional rosca de reyes? Unas personas afirman que la tradicional rosca lleva un monito, otras dicen que debe llevar 3 monitos y hay quien piensa que la mera tradicional rosca de reyes debe esconder además de los monitos, dedales y anillos. No hay manera de fijar una norma estandarizada. Lo que sí es interesante es la forma de la rosca. ¿Usted sabe cómo se llama la forma geométrica de una rosca? Se llama toro y algún otro día le contaré sobre sus propiedades matemáticas que son formidables. Me gusta pensar que, si la rosca es una representación del año, entonces el tiempo es algo que da vuelta, regresa al mismo lugar y en su interior, al igual que los tamales, esconde sorpresas insospechadas.

Estimada y culta lectora de La Orquesta: yo espero que las sorpresas de su año 2025, sean las mejores.

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#4 Tiempos

Primeras médicas potosinas en asociaciones sociales y científicas | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash

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EL CRONOPIO

 

De las primeras médicas mexicanas tituladas en las primeras décadas del siglo XX, un buen número son potosinas, algunas de ellas han sido tratadas en esta sección. El camino seguido para su preparación no fue nada fácil y algunos debieron cursar otras carreras, orientadas a las mujeres, para poder aspirar a seguir estudios profesionales de su elección, como para su caso fue la medicina.

Este escenario propició que las pioneras médicas mexicanas emprendieran acciones para que fueran consideradas en un medio hostil para su práctica profesional y a manera de autoprotección, crearon y se unieron en agrupaciones académicas y sociales. Unas de las primeras asociaciones de mujeres médicas fue la Asociación de Médicas Mexicanas y la Sociedad Mexicana de Eugenesia, fundamentalmente de contexto académico. En estas asociaciones participarían las médicas potosinas y figurarían como fundadoras en estas asociaciones mencionadas.

La Asociación de Médicas Mexicanas sería creada el 5 de mayo de 1926, ante la necesidad de hacer un frente común y apoyarse para no ser maltratadas por querer titularse como médicas. En la fundación de esta pionera asociación de médicas participaría la potosina María Castro de Amerena, primera médica potosina y, de quien hemos tratado en esta columna. Con el tiempo esta asociación se convertiría en la Asociación Nacional de Médicas Mexicanas y se haría filial de la Medical Women’s International Association; y sus fines no distaban de los iniciales, a los que se sumaron: defender los intereses profesionales, colectivos e individuales de las médicas; pugnar por el acceso de las médicas a puestos directivos y de responsabilidad, y buscar la creación de seguros de vida colectivos en favor de las asociadas.

En esta asociación se unieran pocos años después de su creación las médicas potosinas: Mathilde Rodríguez Cabo, también tratada en esta columna, Sara Cárdenas Orozco, también tratada en la columna y Emilia Leija Paz.

La Sociedad Mexicana de Eugenesia, fue creada en 1931, en su fundación participarían las médicas potosinas Emilia Leija Paz y Mathilde Rodríguez Cabo. En esa época la elevada mortalidad infantil era un problema agudo de salud pública, razón por la que existía una seria preocupación por proteger a la infancia. Sus actividades se orientaron a la salud matrimonial. Entre sus actividades de difusión se dictaban conferencias como la impartida por la potosina Emilia Leija Paz acerca de enfermedades venéreas y su efecto en la descendencia.

Estas médicas potosinas jugaron un importante papel en el desarrollo de la mujer en el ámbito médico abriendo brechas para la incursión de otras mujeres en el ámbito profesional, su actividad en asociaciones sociales y científicas estaban orientadas a este objetivo.

De esta manera Mathilde Rodríguez Cabo pertenecería a cuatro agrupaciones. Frente Único Pro Derechos de la Mujer, Sociedad Mexicana de Eugenesia, Sociedad Alexander Von Humbolt y la Asociación de Médicas Mexicanas.

Emilia Leija Paz pertenecería a tres agrupaciones: Sociedad Mexicana de Eugenesia, Sociedad Mexicana de Higiene y Asociación de Médicas Mexicanas. Por no haberla tratado en esta columna apuntamos algunos de sus datos: Nació en Soledad Díaz Gutiérrez, San Luis Potosí. En el Instituto Científico y Literario de San Luis Potosí cursó la preparatoria y el primer año de la carrera de Medicina, misma que continuó en la Escuela Nacional de Medicina para titularse en 1925 con la tesis Contribuciones al estudio de la neurovacuna. Estudió enfermería sanitaria en Nueva York. Su ejercicio profesional estuvo muy vinculado a la enfermería. Fue jefa de la División de Enfermería y Obstetricia en la Escuela de Graduados, primera directora de la Escuela Nacional de Enfermería y Obstetricia de 1948 a 1957,35 donde también fue maestra. Médica auxiliar y luego jefa de la Oficina Central de Enfermeras del Departamento de Salubridad Pública, dirigió el Dispensario Antivenéreo número 7, encargada de Enfermería Sanitaria y médica en la Casa Amiga de la Obrera.

Sara Cárdenas Orozco y María Castro de Amerena pertenecerían solo a la Asociación de Médicas Mexicanas.

María Dolores Villalobos Epiro, pertenecería a la Pan American Medical Women’s Alliance. Por no haberla tratado en esta columna, también apuntamos algunos de sus datos: Nació en la Ciudad de San Luis Potosí. Estudió en la Escuela Núm. 20 y en el Instituto Científico y Literario de San Luis Potosí. En la misma institución cursó algunas materias correspondientes al 1° y 2° años de la carrera de medicina, misma que continuó en la Escuela Nacional, donde concluyó sus estudios entre 1921 y 1924. De septiembre de este último año a mayo de 1925 fue practicante adjunta y numeraria en el Hospital Morelos. Presentó los exámenes profesionales en julio de 1925 y defendió la tesis Citoscopia en los niños, obteniendo el grado de médico cirujano.

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La historiadora que replantea el revisionismo histórico | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash

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EL CRONOPIO

 

La presencia de Estela Guadalupe Jiménez Codinach en San Luis Potosí se ha hecho frecuente. La labor que ella y su esposo realizan por restaurar parte del antiguo convento de San Agustín, tarea ardua, así como su vida familiar ha permitido que sea frecuente encontrar a la Dra. Jiménez Codinach en las calles de San Luis y disfrutar su participación en diferentes eventos en los que se ha requerido su presencia compartiendo el conocimiento histórico que ostenta.

Guadalupe Jiménez es historiadora, escritora y curadora de arte mexicano. Obtuvo su licenciatura en Historia en la Universidad Iberoamericana y se doctoró en historia en la Universidad de Londres. Su interés por la historia la fincó desde pequeña, por conducto de sus padres que la hicieron que amara la historia. Así, el tema de la historia ha estado ligado a lo largo de su vida y representa en sí mismo un estilo de vida, que despliega en su cotidianidad.

Como ella misma lo ha expresado: “la historia es vida y tiene mucho que enseñarnos, pero hecha con rigor, con seriedad y con honestidad, no nos podemos vender al dinero ni a ninguna influencia. No todo es historia.” Por lo que sus investigaciones históricas suele difundirlas a la población, ya sea en conferencias o en exposiciones exprofeso. No pierde oportunidad para invitar a la población a conocer más de la historia y verla como una experiencia que a todos nos sirve, pide poner atención y aprender a distinguir lo que “sí es historia” de lo que sólo se considera “morbo”.

Como ejemplo, se encuentra la remoción de las estatuas de Colón que sucedió en México y en otras partes, esto es consecuencia de “la soberbia y la ignorancia” por no conocer lo que fue el siglo XVI, su sistema de valores y quién fue realmente el personaje, como ha afirmado la Dra. Jiménez Codinach, de ahí la importancia de conocer la historia de manera adecuada. El caso de Colón ya lo hemos tratado en esta columna a propósito de las Conferencias Colombinas, y es digno de tratarlo en justo medio, como asunto de la necesidad de difundir los aspectos culturales entre los que tienen especial importancia los asuntos históricos. Como asegura Guadalupe Jiménez: un análisis serio y profundo dejaría a Colón en donde estaba, porque él es parte de nuestra historia nos guste o no.

“Colón tuvo sus aspectos de luz y de sombra, como todos, pero no fue ese criminal ecológico ni genocida que nos pintan. Creo que quien hace eso, es por ignorancia y, desgraciadamente, (ese) discurso violento y lleno de adjetivos, divide y provoca violencia física, primero en una estatua, pero luego puede ser también en las personas y (en) las comunidades”, asegura Guadalupe Jiménez.

Guadalupe Jiménez Codinach nació en Tijuana, Baja California. Es Doctora en Historia por la Universidad de Londres, Inglaterra. Integrante del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), creadora del Museo Histórico de San Miguel de Allende, Guanajuato, y directora de 1987 a 1991 del proyecto sobre Archivos Españoles en la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos, en la ciudad de Washington. Ha realizado importantes trabajos como curadora de exposiciones históricas para el fomento cultural Banamex

Ha sido conferenciante y coordinadora de muchas ponencias como: México 1521-1821, se forja una nación. con el objetivo de analizar y divulgar el conocimiento que fue integrado por 41 conferencias, en las que expertos analizan a fondo 300 años de la historia de México, desde la conquista de México-Tenochtitlán en 1521, hasta la entrada del Ejército Trigarante y la consumación de la Independencia en 1821. Ha participado en numerosas conferencias replanteando el revisionismo histórico, combate la desinformación en torno a la historia de los 300 años de presencia hispánica en México.

Escuchar las conferencias de la Dra. Jiménez Codinach es un placer, además de la información que proporciona y su espíritu crítico con base en la historia, es una excelente conferencista que hace que la historia se disfrute y se entienda y propicia que los escuchas se interesen por esa historia que ha fincado nuestra sociedad. Varias de sus charlas pueden consultarse en youtube y los invitamos a que lo hagan; así como la lectura de sus libros sobre la historia de México. Esperemos nos alegre a los potosinos recorriendo sus calles y sus espacios de convivencia.

Con el esfuerzo de la Dra. Jiménez Codinach y su esposo perduran las actividades en San Luis Potosí del Seminario de Cultura Mexicana que tienen sede en ese convento agustino en restauración.

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