diciembre 13, 2025

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“Programa de detención de motociclistas en SLP es anticonstitucional”: Vizcaíno

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El experto en seguridad afirmó que viola el derecho al libre tránsito de las personas y puede prestarse a las extorsiones policiacas

Por: Itzel Márquez

La Policía Municipal capitalina comenzó a hacer detenciones aleatorias a motociclistas como medida para prevenir posibles crímenes en San Luis Potosí. La Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH) ha dicho que el operativo podría ser una violación al derecho de libre tránsito, por ello inició una investigación de oficio. La Orquesta conversó con Álvaro Vizcaíno, experto en temas de seguridad y ex secretario ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, y con usuarios de ese medio de transporte para conocer sus opiniones.

Álvaro Vizcaíno calificó este operativo como inconstitucional: “todo retén es inconstitucional, pues viola el principio de libre tránsito, estipulado en el Artículo 11 Constitucional, y el principio de legalidad que dice que nadie puede ser molestado en su persona, familia, domicilio, posesiones o papeles sin un mandato que funde o motive esto”.

La CEDH se posicionó esta semana sobre el operativa;  sin embargo, no con la contundencia del experto, ya que manifestó que solicitará a las policías municipales de la capital y Soledad que “para efectos de la implementación de esta estrategia, se adopten medidas que garanticen el respeto a la libertad de tránsito y a la legalidad y seguridad jurídica”.

Vizcaíno acotó que hay escenarios en los que sí se puede detener al conductor de un vehículo, siempre y cuando: “exista sospecha razonable y objetiva de que está cometiendo un delito, la motocicleta tenga reporte de robo o cuando el conductor haya cometido una infracción como pasarse un alto o no traer casco. Si no se cumple ninguna de las condiciones antes mencionadas para detener a un motociclista, entonces la acción sería inconstitucional”.

El experto apuntó que existen quienes defienden la medida basados en que el Código Nacional de Procedimientos Penales en los artículos 251, 266 y 268 dice que la policía no necesita autorización para realizar revisiones, “pero ningún código puede ir por encima de la Constitución”.

El ex secretario ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública añadió que esta acción: “se puede prestar a abuso por parte de la autoridad. Los policías primero deben investigar para después detener, procesar la información con el sistema de registro vehicular y los arcos lectores pueden ser una medida práctica, pero las detenciones también generan actos de molestia a los ciudadanos”.

¿QUÉ DICEN LOS MOTOCICLISTAS?

Tres usuarios, dos hombres y una mujer, que utilizan motocicletas en su día a día, accedieron a dar sus puntos de vista:

Jesús Andrés Charqueño, utiliza dicho vehículo en sus actividades laborales desde hace tres años y por elección desde hace seis años, afirmó que es positivo el programa de revisión. “Me parece una excelente medida de prevención, he sido asaltado en motocicletas que son robadas, y también, me han robado dos motos, con la medida se podrían recuperar más vehículos”.

Desde hace diez años, Guadalupe Hernández, se transporta en motocicleta, ya que le ve varias ventajas sobre un automóvil y el transporte público, no obstante, consideró que algunas veces los automovilistas no respetan a quienes usan motocicleta y es un lugar público es más fácil que la hurten a que roben un automóvil:

“Me encanta la idea de que revisen a los motociclistas, porque si los policías hacen bien su trabajo, van a ayudar a detectar a los delincuentes. Fui víctima del robo de mi moto y no la encontré jamás, el programa puede ser muy bueno. En otra ocasión, iban dos tipos en una moto e intentaron jalar mi bolso cuando esperaba un camión. El que detengan a motociclistas y les hagan una inspección se me hace muy buena idea, podría decir que para mí, sería más efectivo que los alcoholímetros en cuanto a seguridad, sobre todo en las colonias más inseguras como Prados o Satélite”.

Por último, Francisco Escobar Delgado, quien pertenece a un club de motocicletas, declaró: “todo operativo que sea implementado debe dar buenos resultados, siempre y cuando se apegue al derecho y no de pie a la extorsión y abuso de autoridad. Más que diseñar e implementar este tipo de programas, deberían antes capacitar a los elementos de seguridad en las áreas necesarias para que se desempeñen como debe ser, y no solo es cuestión de los elementos de seguridad, si no también a los altos mandos, ahí radica la raíz de la extorsión”.

Lee también: Derechos Humanos analiza si es una violación detener a motociclistas en SLP

Ciudad

Saldo blanco en Villa de Pozos en festejos de 12 de diciembre

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La coordinación entre Guardia Civil Municipal y Protección Civil garantizó actividades y celebraciones religiosas en orden 

 

Como parte de la vigilancia implementada durante las celebraciones del 12 de diciembre, el Gobierno Municipal de Villa de Pozos, a través de la Guardia Civil Municipal y la Dirección de Protección Civil, reportó saldo blanco gracias a los operativos preventivos y de supervisión desplegados en diversas zonas de la localidad, con el objetivo de salvaguardar la integridad de la ciudadanía.

 

La Dirección de Policía Vial de la Guardia Civil Municipal informó que, durante los recorridos de vigilancia, únicamente se desactivaron dos bailes callejeros, uno ubicado en las calles Ciriaco Cruz y Benito Juárez y otro en la calle 32 en la colonia Prados de San Vicente Segunda Sección, acciones que se llevaron a cabo de manera ordenada y sin incidentes.

 

Por su parte, la Dirección de Protección Civil destacó que, gracias a la presencia permanente de los elementos en templos y zonas de alta afluencia, así como a la pronta capacidad de respuesta, las celebraciones religiosas se desarrollaron con normalidad, en un ambiente de orden y sin riesgos para las y los asistentes.

 

El Gobierno Municipal de Villa de Pozos resaltó que la coordinación interinstitucional fue fundamental para garantizar la seguridad durante esta fecha de gran relevancia, al permitir que habitantes y visitantes celebraran el 12 de diciembre de manera tranquila y segura, siempre comprometidos con la prevención y el bienestar de la población.

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Ayuntamiento de SLP

Demanada contra el Ayuntamiento asciende a 300 mdp por caso RICH

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Galindo señaló que tras el accidente, el municipio actuó de inmediato sancionando al responsable del evento e inhabilitó a los organizadores

Por: Redacción

Enrique Galindo Ceballos, alcade de San Luis Potosí señaló que es lamentable que el caso Rich no haya tenido una pronta resolución para los involucrados y se haya tornado a los tribunales. El edil sostuvo que el Ayuntamiento ha tenido mesas de diálogo y ofreció acuerdos de reparación moral a las familias afectadas por los acontecimientos ocurridos en junio de 2024 en el mencionado centro nocturno, que resultaron en la muerte de dos jóvenes  y varios lesionados tras el colapso de un barandal del antro.
Galindo señaló que tras el accidente, el municipio actuó de inmediato: sancionó al responsable del evento, inhabilitó a los organizadores y modificó el Reglamento de Comercio tal como lo solicitaron los familiares. Sin embargo, dijo que actualmente enfrentan cinco demandas por daño moral que, en conjunto, ascienden a casi 300 millones de pesos.
El alcalde explicó que el dictamen recientemente ventilado —en el que la defensa jurídica del Ayuntamiento hace referencia a responsabilidades indirectas, no corresponde a un nuevo documento, sino a parte de la estrategia legal para proteger el patrimonio municipal dentro del proceso judicial en curso. “No es que haya un nuevo dictamen; es parte del ejercicio de defensa. Tuvimos que plantear la defensa en varios sentidos, y una de tantas líneas es esa”, aclaró.
Con información de Plano Informativo
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Una carta con crayolas para el alma | Apuntes de Jorge Saldaña

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APUNTES

Hace poco menos de veinte años, cuando la vida todavía tenía forma de casa compartida y de futuro en plural, aprendí una de esas lecciones que no se anuncian, no se presumen y casi nunca se cuentan. Me la dejó quien fue mi compañera excepcional —la persona que me acompañaba en la vida— junto con una década de recuerdos, una despedida sin rencores y una enseñanza que hoy, por primera vez, me atrevo a escribir.

Nunca he hablado de esto. No por falsa modestia, sino por una creencia muy firme: ayudar en silencio es la única forma honesta de ayudar. No quiero que esto suene a presunción ni a chantaje emocional. Es una crónica pero también un cuento verdadero, una anécdota que se quedó años esperando turno y que hoy les comparto a Ustedes mi Culto Público.

En los primeros años de nuestro matrimonio, una Navidad, el DIF Estatal la llamó —o ella llamó, no lo recuerdo bien— para preguntarle si quería hacerse cargo de una “cartita navideña” de un niño o niña de alguno de los albergues de San Luis Potosí. Dijo que sí. Me involucró de inmediato. Yo también dije que sí (Así funcionan las cosas cuando uno comparte la vida con alguien que tiene brújula moral)

La dinámica era sencilla: los niños escriben su carta; tú compras los regalos; alguien más se encarga de entregarlos.

Durante años fuimos el Santa Claus de infancias invisibles. Nadie lo sabía, nadie lo contaba. Los regalos solicitados eran modestos: muñecas, colores, carritos, tenis, peluches. A veces —con otra letra, más adulta— aparecían tallas de ropa o números de calzado. Las maestras metían mano, porque los niños no piden sudaderas o zapatos… pero las necesitan.

Y entonces llegó esa carta: Una hoja doblada a la mitad con un dibujo torcido que pretendía ser un arbolito de Navidad, y una frase que aún hoy me hace un nudo en la garganta:

“Me llamo Ana (no es su nombre)… tengo cinco años y en esta navidad quiero una bolsa de papitas…para mí sola.”

(Lo juro: cada vez que lo escribo, algo se me rompe un poco por dentro).

Aquí no hay sorpresa solamente.Hay culpa.Hay coraje.Hay rabia contra todos pero sobre todo contra uno mismo.Hay tristeza. Hay un espejo que desnuda.

Porque ante una niña que no ha podido tener en toda su vida una bolsa de frituras para ella sola, cualquier cosa es despilfarro.

Pensar en cualquier cuenta de restaurante, todos los excesos a los que luego uno se da el gusto. cualquier viaje innecesario o cualquier fanfarronería, pensar en todo lo que se tiene y andar ocupado como si eso fuera símbolo de éxito, mientras hay alguien que deposita su esperanza navideña en algo tan sencillo…

Ninguno de esos años conocimos a los niños. La institución se encargaba de entregar los regalos. Nos explicaron por qué: evitar vínculos. Muchos de esos niños cargan una herida de abandono. (Creo que esa herida es el requisito número uno para estar en un albergue…) Por lo tanto, conocer a alguien externo, generoso, tierno, y luego volver a perderlo, puede ser delicado, es decir el que llega… también se va.

Han pasado los años.Los agostos después de los julios. Los diciembres antes de los eneros.

No tuve crisis de cuarentón sin hijos (guiño, guiño), pero sí una crisis conmigo mismo: preguntas, silencios largos, rompecabezas sin imagen en la tapa. Los caminos de aquella mujer excepcional y los míos se separaron sin estruendo, sin terceros, sin odio. Un adiós que luego trajo muchas bienvenidas, unas largas, otras no tanto.

Pero la tradición siguió. Estoy seguro de que también del otro lado.

Solo, entre comillas, invité a otras familias: la de sangre y la otra, la del trabajo que con el tiempo se vuelve casa. Desde entonces nunca ha sobrado una cartita. Siempre hay más manos que papel.

Recuerdo que hubo una excepción triste: La de un amigo, de esos del chat de toda la vida, que estalló cuando le llevé la carta:
—Jorge, no tengo tiempo ni para mis hijos. No voy a ir a comprar una sudadera de “Lady Bug” para una niña que ni conozco. Diles que vengan a una de mis tiendas y que agarren lo que quieran.

Pensé, con tristeza: qué pobre es mi amigo.

Con todo lo que tiene, no le alcanza para regalar treinta minutos a una niña que no tiene nada… salvo un deseo dibujado con crayola. El que verdaderamente no tiene nada es él y de verdad me conduelo hasta la fecha.

Pero este año algo cambió: Por primera vez nos avisaron que nosotros (los “cartahabientes”) llevaríamos los regalos en persona . Pregunté por el tema de los vínculos. Me explicaron que las nuevas terapias permiten visitas cuidadas. Los niños no se apegan por un regalo.
—A diferencia de muchos adultos —pensé— que sí se venden por uno.

Llegamos y había 19 niñas y niños sentados en hilera sobre un escalón, esperando turno para romper la piñata.Tan pequeños.Tan vivos. Tuvimos todos que desempolvar de la garganta el “dale, dale, dale, no pierdas el tino”.

Antes, casi al entrar y verlos lo entendí de golpe: Mientras escuchaba el jalón de mocos o la voz entre cortada de alguno de mis compañeros, me di cuenta que los de la hilera en el escalón no estaban tristes…simplemente porque no saben que deberían estarlo.

Ellos no cargan su historia.La historia la cargamos nosotros, los de enfrente. Los extranjeros llenos de culpas.

Los que esperan turno por romper un jarrón que promete dulces, son las 19 almas más puras y energéticas de toda la colonia, quizá de toda la ciudad.

Y entonces nos incorporamos. Vi a Toño arrullar a un bebé dormido. A Charlie jugar a darle de comer a una muñeca. A Fermín repartir paletas y prender un pingüino bailarín.A Ana abrir un celular de juguete. A Adriana contar cuentos.

A mí me tocó jugar a las princesas… con una princesa. Una niña de cara luminosa que tenía la boca pintada de azul por una paleta enorme de esas mucho más grandes que sus pequeños dientes. Le pregunté su nombre varias veces. Nunca le entendí.

Entre otras cosas, me tocó llevar un cuento. Llevé tres de Oliver Jeffers: Cómo encontrar una estrella, Perdido y encontrado y De vuelta a casa. Historias simples que dicen lo que a los adultos nos cuesta décadas entender: que a veces nada está perdido; que volver a casa no siempre es regresar y que las estrellas no se esconden, solo que uno deja de mirar.

Mientras leía, entendí algo brutalmente sencillo: las respuestas que mis noches oscuras no me dieron durante años, estaban ahí, sentadas en un albergue.

El sentido de la vida no era una señal divina. Era un niño que vuelve a casa. Era levantar la vista. Era salir de casa, o de la cárcel interna, para dar un vistazo a los demás. En eso estábamos cuando una adulta nos interrumpió:

—¿Ya te dijo cómo se llama? —preguntó una maestra.
—Sí, pero no le entendí.
Se inclinó y me susurró:
—Se llama Flor… pero ella dice que se llama Flor del Campo.

Flor del Campo. Claro.

No era un nombre. Era una respuesta.

Los perdidos no están ahí. Estamos afuera. Las estrellas no están escondidas.
Y los que tenemos que volver a casa… somos nosotros. Entonces caí en cuenta que este año tuve la mejor cosecha: una Flor del Campo que me sanó el alma.

Gracias, Bárbara.
Gracias, Ximena.
Gracias a todos.

Jorge Saldaña.

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