#4 Tiempos
¿Por qué no hay globeros en Tequis? | Columna de Jorge Saldaña
Tercera Llamada
Le contaré, Culto Público, una historia muy breve. Un cuento urbano que encontré en un rincón de mi imaginación junto a una anécdota bochornosa.
Es el cuento de un niño y de un globo. Un globo esclavo de un hilo, y un niño esclavo de su miedo a perder el globo.
Era un domingo caluroso del año de 1981. El jardín de Tequis se llenaba de familias que salían apenas de recibir la bendición del padre Lucas que ofició ese día la misa de una.
Los puestos a la salida del templo no eran tan numerosos ni mucho menos variados como hoy, los niños podían comprarse quizás un algodón, una bolsa de recortes de ostias de las Madres Reparadoras, una gelatina con rompope, o los más consentidos un globo.
Resulta pues que uno de esos niños, dicen que de pelo rizado, lentes grandes, camisita marinera y short de domingo, a sus nueve pero casi 10 años cumplidos se separó corriendo de su familia para ir a admirar los productos de un vendedor de globos que por primera, y única vez, se le vio ubicado en la esquina que hacen las calles de Mariano Ávila y Mariano Arista.
Se dice que el flaco jovenzuelo del pelo rizado pidió con insistencia a su padre, primero con ternura, pero después con berrinche, que le comprara un globo grande de color amarillo que llamó su atención.
Por respuesta recibió un -Espera a que te den tu domingo y tú te lo compras- lo que produjo una rabieta más de aquel chiquillo acostumbrado a hacer su voluntad.
Llegó enseguida a casa del abuelo, que se cuenta estaba muy cerca. Ahí, el padre de su padre, un hombre sabio y sereno, escuchó la urgencia de uno de sus nietos por comprar aquel globo.
-Un globo dura poco – le explicó el abuelo – pero si quieres gastar en ello tu domingo, toma tu dinero y úsalo de la mejor manera.
El chiquillo regresó corriendo a la esquina con el globero, sin embargo, y todavía con la voz de su abuelo en la cabeza, pensó: “Es cierto, quiero el globo, pero no quiero gastar mi dinero…tendré que encontrar la manera”.
El chiquillo sin vergüenza y por su cuenta, inició con lisonjas al globero y a sus globos.
“Caray, que bonitos globos vende”, “Mire ese globo amarillo es más vistoso”, “Yo quisiera un globo como ese” le decía al emprendedor de las esferas flotantes.
Luego, el de shorts y camisa marinera, empezó a negociar diciendo que, si aquel globero le prestara aunque sea por un rato el globo, seguramente otros niños lo verían y muchos irían a comprarle un globo igual. “Le conviene señor globero, porque todos los niños de éste jardín me conocen, y seguro si yo tengo un globo como ese, yo me encargaré de traer a todos a que le compren a usted”.
Conmovido un poco por lo lastimoso del papel de aquel chiquillo insistente, el globero terminó por prestarle el globo. “Te lo presto por tres vueltas al jardín, pero si traes a otros niños que me compren, entonces te lo regalo”, propuso el comerciante.
Feliz aquel chiquillo presumió su globo, dio muy lentamente las tres vueltas acordadas porque se entretenía mucho en ver a una niña bonita de moños que los domingos esperaba afuera de la tienda de su padre frente a un edificio de tres pisos contiguo a la panadería Avenida.
En la última vuelta, el chiquillo soltó el globo. Unos dicen que tropezó, otros que se distrajo con la niña de moños, otros aseguran que por pura maldad soltó la esfera voladora prestada, porque ya le había aburrido el color.
Como haya sido (porque esta historia no tiene registros precisos) el niño salió corriendo al puesto del globero a llorar una vez más:
-Señor, me robaron el globo que usted me prestó. Yo no lo solté, yo no lo perdí, yo lo usé de la mejor manera pero alguien llegó a robármelo. Présteme ahora un globo de color azul.
–El globo azul ya está vendido. Es de otro niño, no te lo puedo prestar y con el globo amarillo no me diste resultados. Lo siento jovencito.
Pobre hombre, Culto Público, sin saberlo había cometido el peor error de su carrera de comercialización de globos. No supo lo que hizo y su franqueza fue su peor condena.
Montado en cólera, enojado por no poder presumir globo, ni querer gastar su dinero, ni poder impresionar a la niña de los moños, el escuincle de los cabellos rizados y los lentes grandes corrió una vez más a la casa de su abuelo.
Ahí lloró y lloró de nuevo. “El globero no me dio mi globo y además se quedó con el dinero de mi domingo”.
¡Vaya injusticia! – expresaron sus padres, sus tíos y sus hermanos. No puede pasarle esto a un niño tan bueno y noble.
Mandaron entre todos al tío del chiquillo a arreglar semejante abuso en contra del menor (en realidad dicen que era su tío político, apenas recién casado con una hermana de su padre y que hacía méritos para quedar bien con la familia)
De la mano y a paso veloz, tío y sobrino se encaminaron a reclamar la injusticia.
“No te preocupes, sobrino, iremos rápido con el injusto globero y tendrá que darte el globo que tu quieras, el de mayor tamaño y el de tu color favorito. Faltaba más, que para eso soy tu tío”.
-Caray señor, el niño miente. Yo ni siquiera tomé su dinero, yo le presté el globo con la mejor voluntad, si lo perdió, ya no puedo regalarle otro.
“Verás que sí se podrá” –espetó el tío-
“Escoge sobrino que, o lo compro, o nos regala todos los globos, o éste globero jamás podrá vender en esta esquina ni alfiler. De eso me encargo yo”.
El chiquillo farsante se salió con la suya. Cuentan que escogió de entre todos los colores y hasta se dio el gusto de soltar uno que otro envalentonado en la figura de su tío.
“Vaya usted, sobrino, a presumir su globo, pero no digas a tu abuelo la forma en que lo conseguimos, el obtenerlo es lo importante y no la forma en que lo hicimos. No se te olvide”.
La escena fue vergonzosa, las familias y los demás niños alrededor sí se dieron cuenta de las mentiras, del llanto fingido y de la actitud dolosa del niño mimado y pillo, sin embargo, con el dinero de su domingo (recuerden que no lo había gastado) compró dulces baratos y chucherías para obtener el silencio de los niños testigos.
Finalmente, y sin castigo, vendría otro domingo qué cobrar por no hacer nada y obtener lo que entonces se le antojase.
Ese fue el primer y último domingo que hubo globos en la esquina de Mariano Ávila y Arista. Del globero generoso pero engañado por el truhan infante, jamás se supo nada.
En cambio, el abusivo niño sí aprendió cosas: aprendió a fingir, mentir, robar, manipular, engañar y comprar complicidades para obtener cualquier cosa en la vida. Finalmente no hubo castigo. Finalmente siempre encontrará a su tío, o al dinero, o al silencio para que, perfumado del buen nombre de su familia, la villanía le rinda frutos.
Se supone que solo unos cuantos saben el nombre de aquel pillo en potencia. Se dice que algunos años después abusó de una sirvienta a la que su familia corrió por mentirosa, por acusar a aquel adolescente inocente, bueno y noble de cometer abusos inconfesables.
Nada se supo tampoco de aquella joven servidumbre…quizás se fugó con globero.
El pilluelo del cuento tendría hoy unos 48 años, algunos dicen que hasta se casó con la bonita de los moños y que como en aquel domingo caluroso, el facineroso y maquiavélico escuincle hoy va por la vida fingiendo el llanto, montando farsas, robando y silenciando conciencias para salirse con la suya, prueba irrefutable de que jamás escuchó o entendió al abuelo sabio.
Aprendida la impunidad, se asegura que aquel niño todavía quiere globo, poco le importa el color y poco le importa cómo conseguirlo, él solo quiere dar 6 vueltas por la plaza y quedarse con su domingo. Su esencia es la misma.
Sí Usted, Culto Público, lo ve por ahí, sí usted lo ubica por lo rizado del pelo o por los gruesos lentes, por alguna pista, dirección o enfermizo comportamiento, por favor denuncie, señale, cobre sus fechorías, pero sobre todo, jamás le preste o regale un globo, ni de los que flotan o mucho menos de los que “botan” (disculpe la mala ortografía).
Solo por ponerle un nombre al personaje del cuento, digamos que se llama Xavier, por ejemplo, y digamos se apellida Nava.
Fin.
Hasta la próxima.
También lee: Berrinche de Millonario. Apuntes de Jorge Saldaña
#4 Tiempos
Rosa María Aranda, la mujer que daría esperanza a la física potosina | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash
EL CRONOPIO
En la fotografía que acompaña esta entrega, aparecen alumnos de la Escuela de Física en los sesenta. La segunda alumna que aparece en la fotografía de píe observando el trabajo de su profesor es Rosa María Aranda Gómez de quien tratamos en la presente columna.
A mediados de la década de los sesenta del siglo XX, la Escuela de Física de la UASLP se encontraba en pleno desarrollo, con apenas diez años de existencia, aumentaba su matrícula y abría la puerta a una serie de mujeres que se adentraban al mundo de la ciencia estudiando la carrera de física. En sus inicios estuvo integrada solo por alumnos y para principios de los sesenta ingresaba una mujer a sus filas: Carmen Ortega que posteriormente cambiaría su destino a la carrera de psicología de la propia UASLP.
En 1964, ingresarían tres mujeres entre las que se encontraría la que fuera la primera física titulada en San Luis, Carmen Estela Macias; en esa generación ingresarían además Irene López y Rosa María Aranda Gómez.
En sus primeros diez años de actividad la Escuela de Física había contado con cinco mujeres en sus filas: Carmen Ortega, Luz María Moreno, Irene López, Rosa Aranda y Carmen Estela Macias. No habría en la Escuela de Física más inscripciones de mujeres hasta la década de los setenta. De este importante grupo femenil, de los sesenta destacaría Rosa María Aranda, quien por causas personales no terminaría su carrera, pero dejaría una importante huella y un camino transitable para la formación científica de las mujeres en San Luis Potosí.
Para entonces se mencionaban dos nombres de estudiantes potosinos, que podrían dar brillo a la física en México Joel Cisneros Parra y Rosa María Aranda. Su capacidad para la física y para la resolución de problemas de corte científico era manifiesta y se proyectaban como dos personajes que desde San Luis Potosí podían figurar en el escenario científico mexicano. El caso de Joel Cisneros, ya lo hemos tratado en esta columna, un brillante físico que ha aportado a la astronomía mundial y que sigue colaborando con interesantes trabajos de investigación.
Rosa María Aranda, sería el ejemplo, de una brillante estudiante con un futuro promisorio que sacrificaría, en parte, su formación científica para formar su familia y aportar desde otras esferas profesionales, igualmente valiosas. Pero, también es el ejemplo, del sacrificio al que se somete a la mujer para seguir el camino de formación del varón, en su caso su esposo, que, siendo estudiante de economía en la Universidad Potosina, seguiría su formación de posgrado en Estados Unidos, Luis Ernesto Derbez, su esposo que luego sería Secretario de Economía y Secretario de Relaciones Exteriores del Gobierno de México.
La familia Derbez Aranda, estaría luego en Puebla cuando Ernesto Derbez ocupara la rectoría de la Universidad de Las Américas de Puebla y donde Rosa María Aranda estaría colaborando. De cierta forma Rosa Aranda estudiaría matemáticas aprovechando la estancia en el extranjero de su esposo, pero lo que podría haber sido su contribución destacada a la física mexicana quedaría en suspenso.
Su profesor en San Luis, el físico Candelario Pérez Rosales, de quien también se ha tratado en esta columna, nos escribe sobre su alumna Rosa María Aranda en el libro Física al Amanecer, donde relata la historia de la Escuela de Física de la UASLP en sus primeros años.
Rosa María Aranda Gómez fue un caso muy especial: la más brillante de su generación; la dueña de una agilidad mental envidiable; la que se dirigía hacia planos superiores de la Física. Cuando yo tuve que dejar la Escuela, ella era la personificación del optimismo. Pero a veces la brillantez se topa con obstáculos infranqueables. Por alguna extraña razón, Rosa María abandonó inesperadamente sus estudios de física, y así se perdió para la Escuela una de las más luminosas esperanzas.
Estas palabras de Candelario Pérez son reveladoras; el ejemplo de Rosa María Aranda, es digno de tomar en cuenta en el proceso de reflexión sobre el papel de la mujer y los obstáculos que debe de sortear para su formación y su propio desarrollo. Finalmente, el derrotero de vida de Rosa María Aranda no deja de ser importante, es digno de elogiarse. Pero queda ese dejo de nostalgia de lo podría haber sido una carrera científica de grandes vuelos donde de seguro estaría en los primeros planos de la ciencia mexicana.
También lee: Malkuth Zavala, entre la educación y la música | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash
#4 Tiempos
Un Camino Cuesta Arriba | Columna de Arturo Mena “Nefrox”
TESTEANDO
Estamos a punto de terminar la fase regular de la Liga MX y San Luis se encuentra en una situación complicada con 15 puntos en la tabla, dos por debajo del décimo lugar ocupado por Pumas. La clasificación al Play-In parece un objetivo cada vez más lejano. Sin embargo, en este deporte, nada es imposible hasta que el último silbatazo suene.
Ayer, la derrota 2-1 contra Tijuana no solo fue un golpe para la moral del equipo, sino también un recordatorio de lo complicada que es la competencia en la Liga MX. Para San Luis, cada partido es ahora una final, donde cualquier error puede ser fatal. La presión es alta, pero también es una oportunidad para demostrar el carácter y la determinación de los jugadores.
La clasificación al Play-In ya no solo depende de los resultados de San Luis, sino también de cómo evoluciona la tabla general. Equipos como Chivas, Mazatlán y, por supuesto, Pumas, son clave en esta ecuación. Un tropiezo de cualquiera de estos equipos podría abrir una puerta para San Luis, pero es crucial que ellos también hagan su parte.
Pero los rivales también cuentan, y estos son los juegos donde debemos poner atención:
Mazatlán vs. Chivas (Jornada 15): Este partido es crucial para ambos equipos, ya que están empatados con 16 puntos, solo un punto por debajo de Pumas. El ganador tendrá una mejor posición para pelear por el Play-In.
Chivas vs. Puebla (Jornada 16) y vs. Atlas (Jornada 17): Estos partidos son fundamentales para las aspiraciones de Chivas de alcanzar el Play-In.
Mazatlán vs. Tijuana y vs. América (Jornadas 16 y 17): Estos encuentros serán decisivos para Mazatlán, que busca su segunda clasificación al Play-In en su historia.
Pumas: Actualmente en el décimo lugar con 17 puntos, cualquier tropiezo de Pumas podría beneficiar a San Luis.
En resumen, aunque las posibilidades parecen remotas, San Luis todavía tiene una oportunidad de clasificar al Play-In. Requiere de una combinación perfecta de resultados propios y errores de otros, pero sobre todo, de una mentalidad ganadora y una ejecución impecable en el campo. Recordar que se juega en casa, y que en solo una semana se podría rescatar todo si rescatan la mística del torneo anterior y suman de 3 en el Lastras.
Si logran mantener la calma y la confianza, podrían sorprender a todos y llevar a su afición a por lo menos un partido más en postemporada.
También lee: La lista de invitados | Columna de Arturo Mena “Nefrox”
#4 Tiempos
¿Realmente te gusta Ghibli? ¿o solo usas IA para fingirlo? | Columna de Guille Carregha
Criticaciones
Así es, amigos, me encuentro hablando una semana tarde del tema de moda que, debido a la velocidad del internet, básicamente ya se olvidó en la población general de las redes. Pero, la verdad, es que no me sentía con los ánimos de escribir esto antes sin caer en terribles insultos hacia el grueso de la población que lo único que lograrían era desnudar mi tremendo miedo por el futuro y la inigmante depresión que utilizo como mi combustible para vivir el día a día.
Pero, pretendamos por un segundo que el tema sigue siendo relevante e imaginemos que sí tuve la capacidad temporal de hablar de ello en su debido tiempo. De todas formas, mi punto no es precisamente el decir “Ghiblificar con IA es malo” (lo cual, a grandes rasgos no lo es… es más bien estúpido. Pero, como dije, la idea no es insultar a las personas, solo sus gustos), sino que, más bien, todo este revuelo parece confirmar algo que llevaba imaginando desde hace varios años:
“A la gente realmente no le gustan las películas de estudio Ghibli, solo las admiran porque les dijeron que tenían que hacerlo.”
Con todo esto asumido, es la semana pasada y yo, saliendo de mi cueva de ermitaño, me pongo a despotricar frente a ti de la siguiente manera:
A ver, ya viste la nueva moda, ¿no? Esa de meterle un prompt a la IA para que convierta tu selfie, tu gato o tu desayuno en “estilo Ghibli”. Porque claro, ahora resulta que todo el mundo ama Ghibli. Ama la estética, ama las nubes gorditas, los ojitos brillantes, el bosque medio místico con bruma de ensueño. ¡Qué conexión tan profunda con la obra de Miyazaki, wow! O sea… evidentemente viste El Viaje de Chihiro cuando tenías diez años y captaste toda la crítica al capitalismo devorador, ¿cierto?
Spoiler: no, no la entendiste.
Y tampoco pasa nada, si no. Solo que no está de más admitirlo. Porque lo de andar “ghiblificando” todo con inteligencia artificial no parece tanto un tributo como una confirmación de que a la mayoría no le gusta Ghibli por lo que es, sino por lo lindo que se ve. Porque es “cute”, es “cozy”, es “aesthetic”. Una especie de fondo de pantalla con vibe de cuento melancólico, pero sin el esfuerzo emocional de tener que involucrarte con nada.
Y esa es, en el fondo, la especialidad de la IA: darte la forma sin el fondo, la cáscara sin el fruto, el disfraz sin el alma. ¿Y quién necesita alma cuando puedes tener likes?
Bueno, lo que se dice likes… Porque, siendo sinceros, la foto de perfil que tienes en Facebook donde se “aprecia” cómo estás con tu novio en una playa habrá conseguido, ¿qué? ¿12 likes?
Influencers en potencia, ¿eh? Aguas con ese perfil, que en nada le ofrecen un contrato editorial y publica un nuevo Libro Del Troll o un ¿Quiubole Con…?.
Es un poco irónico —y sí, poético, pero de esa poesía medio desangelada— que se use justamente una tecnología que recicla imágenes sin entender su contexto para rendirle homenaje a un estudio cuyo valor está, justamente, en el contexto. Porque Ghibli no es solo visualmente bonito. Es introspectivo, es lento, a veces incómodo. Habla de guerra, de pérdida, del progreso que arrasa, de la tristeza que no se explica. Cosas que no entran en un prompt.
Pero ahí va la IA, con sus cielos pastel y sus personajes con cara de haber visto algo que les cambió la vida (aunque en realidad solo están viendo tu plato de ramen desde otro ángulo), y ya está: “Ghibli style”. Como si eso fuera todo. Como si la magia estuviera en los trazos y no en lo que esos trazos estaban tratando de decir.
Y sí, claro que hay quien se ofende cuando uno dice estas cosas. “Es una reinterpretación artística”, “es una forma de expresión personal”, dicen. Y sí, todo puede serlo. Pero hay una diferencia entre reinterpretar algo y ponerlo en la licuadora del algoritmo para que salga bonito. No es lo mismo hacer una ilustración tuya en estilo Ghibli porque te inspira, que pedirle a una IA que lo mezcle todo por ti mientras tú solo aprietas “generar”. No es homenaje si no hay entendimiento. Es disfraz. Es maquillar algo con lo que no estás dispuesto a lidiar.
Lo más curioso es que esto ni siquiera es nuevo. El culto a Ghibli como marca viene de años atrás. Mucha gente dice que adora el estudio, pero rara vez pasa de Chihiro, Totoro o El Castillo Vagabundo . Películas hermosas, sí, pero también las más “exportables”. Las que Disney se encargó de distribuir a principios de los 2000’s. Y ahí está la trampa: para muchos, Ghibli no fue una puerta al cine japonés ni a la animación como forma artística. Fue solo otro “sello de calidad” puesto por Mickey Mouse en el que cayeron sin cuestionarse nada.
Porque vamos, ¿de verdad creen que el público occidental estaba listo en 2002 para Mis Vecinos Los Yamada? ¿O para LA PELÍCULA DONDE UN MONTÓN DE MAPACHES (si, ya sé que son Tanukis) SE ENVUELVEN EN SUS TESTÍCULOS PARA TRANSFORMARSE EN SERES HUMANOS Y DEFENDER EL BOSQUE? Obvio no. Pero pusieron a Chihiro en los Óscares, le dieron el sello Disney, y todos dijimos “ah, ok, esto es arte”. Y ahora, veinte años después, la tendencia es: “yo y mi ex en estilo Ghibli, jeje”. Qué nivel de evolución.
Y lo más gracioso —o deprimente, depende del día— es que la IA te delata. Porque no puede entender lo que hace especial a Ghibli. Solo puede copiar lo que ve. Los colores, las formas suaves, la atmósfera como de sueño triste. Pero sin historia, sin alma, sin intención. Un cascarón precioso y vacío. Justo como ese post que compartes con la cara de tu perro en un paisaje brumoso diciendo “es mi espíritu protector”.
No estás conectando con nada. Estás usando una estética que ni te pertenece ni te tomaste el tiempo de entender. Es como tatuarse kanjis al azar. Como decir que te encanta Van Gogh porque te compraste una funda de celular con La noche estrellada. Lo que te gusta no es el arte. Es parecer que te gusta el arte.
Y claro, ver una imagen linda es fácil. Da serotonina. Pero sentarte a ver La Tumba De Las Luciérnagas sabiendo que vas a terminar hecho trizas, eso ya no. Eso es trabajo emocional. Eso incomoda. Eso no entra bien en el feed.
Y eso, al final, es lo que Ghibli hace de verdad: incomoda. Te enfrenta a la muerte, al paso del tiempo, a la nostalgia por cosas que ni viviste. Te deja sintiéndote pequeño, impotente, a veces incluso un poco tonto. Pero te lo dice con una ternura que duele. Y nada de eso se puede convertir en sticker. Nada de eso se puede resumir en una imagen generada por IA con cielo lila y una bicicleta vieja en primer plano.
Así que no, usar IA para hacer tu versión “en anime” no es un homenaje a Ghibli. Es más bien una forma de empacar algo enorme y sensible en una cajita linda que puedas postear. Convertir una obra profundamente humana en un muñequito con ojos grandes y cero conflicto. No es arte. Es accesorio.
Y no es que esté mal disfrutar de lo superficial. Lo hacemos todo el tiempo. Pero reducir algo con tanto fondo a solo su forma, y encima decir que es “por amor a Ghibli”, eso ya es otro nivel. Es como decir que amas la literatura porque tienes una tote bag con una cita de Murakami. Es, literalmente, no haber entendido nada.
Así que la próxima vez que veas una imagen de esas y te den ganas de comentar “wow, me encanta el estilo Ghibli”, respira. Y pregúntate si lo dices porque te conmovió o porque se ve bonito en tu perfil. Y si es lo segundo, no pasa nada. Solo di “me gusta porque es bonito y me hace ver interesante”. Eso, al menos, es honesto.
Porque Ghibli no se trata de cómo se ve. Se trata de todo lo que te exige cuando decides mirarlo en serio. Y si eso no te mueve, entonces no te gusta Ghibli.
Te gusta el disfraz.
Te gusta seguir modas.
Te gusta no tener que pensar.
También lee: Empecé el año viendo el peor especial de stand-up de comedia que he visto
-
Destacadas12 meses
Con 4 meses trabajando, jefa de control de abasto del IMSS se va de vacaciones a Jerusalén, echando mentiras
-
Ciudad2 años
¿Cuándo abrirá The Park en SLP y qué tiendas tendrá?
-
Ciudad3 años
Tornillo Vázquez, la joven estrella del rap potosino
-
Destacadas4 años
“SLP pasaría a semáforo rojo este viernes”: Andreu Comas
-
Estado1 año
A partir de enero de 2024 ya no se cobrarán estacionamientos de centros comerciales
-
Ciudad2 años
Crudo, el club secreto oculto en el Centro Histórico de SLP
-
#4 Tiempos2 años
La disputa por el triángulo dorado de SLP | Columna de Luis Moreno
-
Destacadas2 años
SLP podría volver en enero a clases online