#4 Tiempos
Ojo con San José de Buenavista (Ahí está el “bisne”) | Columna de Jorge Saldaña
Dentro del Plan del Centro de Población Estratégico está incluido un mega proyecto inmobiliario, del cual son socios el padre y tío de Pablo Zendejas, secretario particular del alcalde Xavier Nava, lo que constituye un claro conflicto de intereses
TERCERA LLAMADA.
Con mucho cautela, la administración municipal había mantenido por debajo del radar el proyecto inmobiliario denominado “Fraccionamiento Campestre” que los hermanos Zendejas, Eduardo y José, presentaron ante el Implan desde agosto del año pasado, el cual contempla fraccionar poco menos de 100 hectáreas en la que, se presume, será la verdadera Zona Diamante de la capital potosina, donde hoy está la comunidad de San José de Buenavista, a espaldas de la colonia Villa Magna y los residenciales Alto Lago y Horizontes y que está incluido dentro del el nuevo Plan del Centro de Población Estratégico, el cual podría votarse la próxima semana .
La cautela o el dolo (o ambos) por mantener muy de bajo perfil el proyecto se debe al evidente conflicto de intereses que existe entre los desarrolladores y el presidente municipal, Xavier Nava Palacios, que mantiene como secretario particular a Pablo Zendejas, el hijo y sobrino de los inversores inmobiliarios y eslabón incómodo de un desarrollo que, mientras exista el vínculo, podrá ser señalado de irregular o corrupto.
No se puede insultar a la inteligencia de los potosinos con la salida fácil de que Pablo Zendejas no es empleado del Implan o que no hay relación en conflicto por no haber lazos sanguíneos con los involucrados. Nadie es tan ingenuo como para imaginar que Xavier Nava y su primer círculo, además de los encargados técnicos de elaborar el Plan de Desarrollo, desconoce que el padre de Zendejas se encuentra a la espera de una votación que le permitirá concretar un proyecto multimillonario.
Tampoco es sostenible que el proyecto haya nacido ayer, o que los terrenos se hubiesen adquirido apenas. El Fraccionamiento Campestre lleva años cocinándose, y si bien es cierto que los Zendejas no son los únicos inversionistas, sí son el apellido que pone en riesgo su factibilidad.
El Ayuntamiento no puede con un señalamiento más de ese tamaño. Suficiente tiene ya con los intereses cruzados que existen con el Grupo México al que –según el propio personaje asegura– en ocasiones representa el tío político del alcalde y ex gobernador, Horacio Sánchez Unzueta. Son 600 Hectáreas (nada más) en un “sistema” que contempla más de 2 mil casas habitación en una zona “multi-nomenclatura”, es decir, con varias densidades permitidas en su uso de suelo. Un negocio de más de mil 500 millones de dólares que se contemplan autorizar en un alzar de brazos.
Del interés político intrínseco por autorizar a los desarrolladores encabezados por Carlos López Medina en la zona pétrea de la Sierra de San Miguelito mejor ni hablemos, pues aún disminuido en sus expectativas (esperaban la autorización de más de 2 mil hectáreas y según parece no les autorizarán más de 280) Es un negocio de 5 mil millones de pesos.
De regreso a San José de Buenavista, su servidor no es bueno para hacer bien las cuentas pero, concediendo que quedando a salvo las donaciones, espacios de urbanización, y la muy baja densidad que les pretenden autorizar (menos que H1, que se denomina “Residencial Campestre”) por lo menos serán 20 las hectáreas libres para desarrollar un concepto que, dicho sea de paso, sería la envidia del Club Campestre de Golf, con mejores vistas, mayor plusvalía, menor densidad, y con un potencial mejor conexión tanto al nuevo desarrollo de IMMSA, como a las vialidades programadas por sus socios de grupo Valorán que pretenden conectar precisamente esa zona, atravesar toda la ciudad, unir el mega proyecto de la vía alterna a la Zona Industrial (el de Avenida Juárez para aumentar de valor los terrenos, digo, de pasada) llegar al eje 140 cruzando por el tramo de la sierra que pretenden autorizar y finalmente enlazar rumbo a la carretera 57.
Qué hermoso. Todo se alinea para tres personajes ligados políticamente, en mayor o menor medida al alcalde y a sus ambiciones electorales.
Ni modo de dejar fuera la jiribilla política ¿qué no se trata todo del poder? Ya lo preguntó Michel Foucault: ¿acaso su desconfianza no muestra que incluso ellos mismos suponen que el Poder es algo que existe con su origen por un lado, su naturaleza, por el otro, y, por último, sus manifestaciones? Para esos algunos que no interrogan el poder y se limitan a describir sus efectos ignorando la naturaleza de sus causas.
No, no es casual la alineación. Las oligarquías históricas involucradas en el crecimiento de la ciudad están jugando a las cartas.
Vaya momento para ser regidor de la capital. En los próximos días esas 15 almas, que se supone honrosamente representan a toda la ciudadanía, tendrán en sus brazos, se levanten o no, el timón del futuro potosino.
No es poco ni menor, Culto Público, el aprobar un Plan que regirá el desarrollo de una ciudad que intercambia cerros por casas o zonas de recarga acuífera por lotes en avenidas con camellón.
Ya veremos el honor o la vergüenza que tendrán que colgarse de por vida este cuerpo edilicio al que la historia escogió para semejante responsabilidad.
Muy a pesar de los esfuerzos –que hay que reconocerlos aunque trabajo cueste– del secretario General, Sebastián Pérez, por convencer con pasión a los no tan mansos (ni tan mensos) regidores por aprobar el plan con los mejores y más nobles argumentos (no es sorna ni mi sarcasmo socarrón), los cañonazos de dinero no se han hecho esperar.
Los inversionistas, desarrolladores interesados en sus proyectos, mal harían en no procurar tener una votación afirmativa, aunque eso signifique corromper conciencias y están haciendo su labor.
Son 10 votos, tres cuartas partes del cabildo, los necesarios para hacer historia, buena o mala, futuro o condena, luz verde al porvenir o al precipicio, negocio o desgracia. La apuesta está en la mesa.
Como ejemplo, y con gran pesar lo escribo, está el de mi amigo Jaime Uriel Waldo Luna, a quien se dice ya “arreglaron” económicamente para tener su voto a favor del Plan a contra corriente de sus compañeros regidores panistas, que hasta ayer por la noche estaban seguros de votar en contra del documento así como se encuentra.
No veo cómo se pueda “Construir Confianza” si se da la espalda a los ciudadanos y se ignoran los gravísimos conflictos de interés amarrados a un negocio multimillonario de los papás del particular del alcalde.
Es como si Octavio Pedroza, en su momento, hubiera autorizado la construcción de un edificio encima de la Glorieta Bocanegra nada más porque los constructores fueran los tíos del propio Waldo ¿Verdad que eso no ocurrió “Waldini”?. Ya veremos el sentido de su voto para que se revele la verdad. Esa siempre sale a flote. Por lo pronto a Waldo nadie lo localiza, al parecer (ojalá que no) se encuentra aislado por covid. Al menos eso dice. Vamos a creerle.
El resto de los regidores, en su brazo votador, en el ángulo que lo utilicen ese día histórico en que se vote un plan de ordenamiento que no solamente dicta los lineamientos urbano-inmobiliarios, sino todas las condiciones indispensables para que sea posible vivir en esta ciudad de los jardines los próximos años, llevan pues en ese grado que tome el sentido de su brazo, a cada familia, a cada ciudadano, a cada niño, cada oportunidad y a casi un millón de esperanzas de un buen porvenir.
Para hacerse ricos no es que los elegimos. Tampoco para hacer más ricos a los que ya lo son. Voten por San Luis, que no es poca cosa ni asunto de calenturas políticas. ¿De qué les va a servir el dinero para hacer una campaña si lo obtienen producto de dar un voto inmoral y envenenado?
El crecimiento que están por aprobar, sobra decir, significa para algunos, miles de millones de pesos. Una fortuna difícil de terminar en varias generaciones. No es que les de malas ideas pero, ¿se van a entregar por una ida al cine y unos tacos? Nooo ¡Quieranse y dense a respetar! Como dice mi abuelita.
Ya para terminar debo reconocer, mención aparte merece la apuesta alta, tensa y osada que emprendió Sebastián Pérez (vaya…) en bajar las pretensiones originales de los grupos más poderosos, y ya lo dijimos, orgánicos de esta ciudad. Reducir de 2 mil hectáreas a 280 a los desarrolladores del poniente no debió ser un asunto terso.
Tampoco debe ser fácil decir que no a la ambiciosa nomenclatura H1 que tiene, por ejemplo, el club de Golf La Loma, y bajar el número de viviendas que se pudieran permitir al fraccionamiento de los señores Zendejas. Es decirle “no”, al papá del chico más cercano al patrón. Es decirle que no a los señores que “apostaron” parte de su fortuna en la campaña. Es decirle que no, bueno que sí, pero “nada más poquito”.
A Horacio pues, ni qué decir, a él no le pudieron regatear ni un gramo. Proyecto México va completo.
Aún con la reducción, significativa en apariencia, cada negocio es por donde se vea una poderosa máquina de fabricación de riqueza. Todos ganan. Todos… ellos, claro está.
En fin, la moneda está en el aire, y si este gobierno quiere presumir pronto un nuevo Plan de Ordenamiento así como lo tienen, tendrán que convencer con las razones correctas, a 10 de sus regidores. A 5 ya los tienen en contra, pero los dados de la democracia siguen rodando.
Ah… y por supuesto, Xavier tiene que despedir a Pablo Zendejas. No hay de otra.
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#4 Tiempos
El Piano eléctrico: desarrollo potosino | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash
EL CRONOPIO
Los diseños de pianos electromecánicos tuvieron su auge en 1929 y en la década de los cincuenta del siglo XX comenzaron a usarse en audiciones públicas. La historia de su desarrollo menciona los nombres de Lloyd Loar, Benjamin Meissner, Rudolph Wurlizer, Harold Rodhes y el piano Neo-Bechstein, entre los principales.
Sin embargo, el nombre de Francisco Javier Estrada no aparece en estos recuentos, a pesar de haber sido el primer reporte de un diseño de piano eléctrico a nivel mundial, como resultado de sus investigaciones en reproducción del sonido por medios eléctricos. El reporte público de Estrada se realizó el 19 de diciembre de 1878 en el periódico El Siglo XIX, donde Estrada daba cuenta de sus experimentos con una cuerda vibratoria y su transducción a señal eléctrica, mediante una membrana de tambor que amplificaba el sonido. Estrada, solo presentó su idea y diseño y la puso al servicio de los interesados a finde que pudieran materializarla y mejorarla, al no poder solventar los gastos necesarios para su construcción y la falta de servicios artesanales especializados. Estrada decidía publicar los principios y la descripción del instrumento citado, temeroso de que algún día, no muy lejano, se presentara del extranjero algún instrumento de música idéntico o semejante, o lo que era peor, alguna petición exótica de privilegio con perjuicio de los artesanos mexicanos.
Ochenta años mediaron entre la publicación del diseño de Estrada y la materialización en el extranjero de un piano eléctrico con funcionamiento electro-mecánico.
Para mayores detalles y más información pueden consultar mi artículo alojado en la dirección:
(PDF) Francisco Javier Estrada el inventor del piano eléctrico. Available from: https://www.researchgate.net/publication/396325293_Francisco_Javier_Estrada_el_inventor_del_piano_electrico.
Francisco Javier Estrada insigne científico potosino que destacó a nivel mundial en el ámbito de la física en el siglo XIX convirtiéndose en el físico más importante de México, tiene una numerosa contribución de aportes, de primicias mundiales, las cuales en su mayoría son desconocidas o adjudicadas a otros personajes.
Hemos estado realizando investigación y difusión sobre la vida y obra de este genial potosino, Francisco Javier Estrada y en esta columna del Cronopio en la Orquesta, hemos tratado algunas de esas trascendentales aportaciones.
Una de las aportaciones técnicas de Francisco Javier Estrada que no aparecen en los registros científicos históricos es la propuesta de reproducción del sonido por medios eléctricos. Su tema central de trabajo que implementó en la década de los setenta decimonónicos fue la reproducción del sonido, colocándose en la frontera del conocimiento en ese tema.
Como hemos apuntado en trabajos anteriores, muchas de sus aportaciones y primicias mundiales han quedado en el olvido y poco a poco se están rescatando para colocar en la palestra mundial el gran genio de Estrada, como el físico mexicano más importante del siglo XIX y uno de los principales a nivel mundial, cuyas glorias no se proyectaron por la idiosincrasia social del país, aunque su genio de cierta forma era reconocido en el país, aunque no lo suficiente.
Sistemas como el motor eléctrico, nuevos sistemas de telefonía y la comunicación inalámbrica son parte de sus aportaciones trascendentes que cambiaron a nuestras sociedades y cuyas aportaciones aprovechadas por otros científicos dejan de lado la aportación primaria de Estrada en la historia de la ciencia y la tecnología. Como una aplicación de sus investigaciones en electromagnetismo y reproducción del sonido, se encuentra su propuesta de un piano eléctrico, cuyos experimentos base realizó en San Luis Potosí y con los que propuso un diseño para la construcción de un piano eléctrico que transformaba las vibraciones acústicas en eléctricas con el fin de amplificar el sonido.
El piano como tal no pudo construirlo por carecer de recursos suficientes, así como problemas para abastecerse de los materiales necesarios y el apoyo de los constructores artesanos; sin embargo, publicó en medios de comunicación masiva sus propuestas con el fin de registrar su idea, sus experimentos y su diseño para la construcción del piano eléctrico y su extensión a otros instrumentos de cuerda.
Su propuesta era resultado de experimentos anteriores de Estrada con sistemas telefónicos, donde había realizado mejoras a los ya existentes, logrando construir teléfonos cuya reproducción del sonido era más clara y de mayor intensidad. Parte de esas mejoras las utilizaría en su propuesta del piano eléctrico, entre ellas los fundamentos de micrófonos de carbón y de la comunicación inalámbrica.
Los potosinos debemos estar orgullosos de Francisco Estrada y colocar su nombre como debe de ser, en la historia de la civilización.
También lee: Diego José Abad ilustre formador de potosinos | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash
#4 Tiempos
Consideraciones sobre la amabilidad | Columna de Juan Jesús Priego Rivera
LETRAS minúsculas
Tenía Víctor Hugo, el gran escritor francés, veintisiete años de edad cuando publicó, en 1829, El último día de un condenado, novela o largo relato en el que se pone a describir los pensamientos íntimos, las agitaciones interiores y los estados de ánimo que se apoderan de un hombre que pronto -muy pronto- va a tener que morir. La justicia ha señalado ya el día y la hora en que deberá tener lugar la ejecución; todo, pues, está listo…
Pero, no: ¡no todo está listo! Puede que lo esté el cadalso, puede que lo esté el verdugo, pero este hombre todavía no está listo. ¡Aún no sabe por qué debe morir! «Soy joven, estoy sano y fuerte –gime en el calabozo-. La sangre circula libremente por mis venas; todos mis miembros obedecen a todos mis caprichos; estoy robusto de cuerpo y de mente, preparado para una larga vida. Sí, todo esto es verdad; y, sin embargo, padezco una enfermedad, una enfermedad mortal, provocada por la mano del hombre».
Afuera, en la calle, todos ríen y se gozan: el calor del sol es bueno, la vida es bella. ¡Ah, tienen razón al mostrarse tan alegres! Para ellos hay futuro. ¿Cómo no sonreír cuando a la noche sigue el día, cuando se espera vivir muchas noches y muchos días? En cambio él… ¡Quizá no haya para él ni otra noche ni otro día!
Llama la atención, sin embargo, cómo es que este hombre se da cuenta de que no le queda mucho tiempo: ¡por la amabilidad del personal penitenciario! ¿De cuándo acá se mostraban tan amables estos monstruos de indiferencia? ¿De cuando acá? «El camarero de guardia acaba de entrar en mi calabozo, se quita el gorro, me saluda, pide perdón por molestarme y me pregunta, suavizando en lo posible su voz ruda, lo que deseo para el desayuno. Me entran escalofríos. ¿Será hoy?».
Es decir, ¿será hoy cuando tenga que ser ejecutado? Tanto refinamiento, tanta delicadeza le parecen francamente sospechosos. Hasta hace poco todos le hablaban a gritos, brutalmente, pero hoy se descubren la cabeza para saludarlo y hasta ejecutan ante él respetuosas reverencias. Sí, es posible que sea hoy. El condenado, entonces, se pone a temblar. Es que no era normal, no era normal en absoluto que…
Pero las cosas se complican todavía más cuando, de pronto, la reja del calabozo se abre y aparece en el marco de la puerta una figura pequeña, de largos bigotes negros, y amable hasta la falsedad. «Sí, es hoy –piensa el condenado al ver a este individuo ejecutando todas las ceremonias de la cortesía-. El mismo director de la prisión ha venido a visitarme. Me pregunta lo que me gustaría o podría serme de utilidad; incluso hasta expresó el deseo de que no tuviera quejas de él o de sus subordinados; se interesó por mi salud y por cómo había pasado la noche. ¡Al salir me llamó señor! ¡Sí, es hoy!».
Y admírese usted: los pensamientos del condenado resultaron ser ciertos; su intuición no lo engañó. Era hoy, precisamente cuando debía morir. No se equivocaba.
¿Por qué los humanos dejamos la amabilidad y la cortesía para el último momento? Al parecer, sólo los muertos –o los que están a punto de serlo- logran conmovernos. «¡Cómo admiramos a los maestros que ya no hablan y que tienen la boca llena de tierra! –exclama el personaje único de La caída , el famoso monólogo de Albert Camus (1913-1960)-. El homenaje se les ofrece entonces con toda naturalidad, ese homenaje que, tal vez, ellos habían estado esperando que les rindiésemos durante toda su vida… Observe usted a mis vecinos, si por casualidad sobreviene un deceso en el edificio en el que usted vive. Los inquilinos dormían su vida insignificante y, de pronto, por ejemplo, muere el portero. Inmediatamente se despiertan, se agitan, se informan, se apiadan».
¡Los hombres sólo somos corteses con los muertos! He aquí lo que el Nóbel francés quiso decir. Pero no sólo lo dice él. He aquí, por ejemplo, lo que Máximo Gorki (1868-1936), el escritor ruso, escribió en su autobiografía: «¡Las misas de difuntos son las más bellas de toda la liturgia! ¡Hay en ellas ternura y piedad para los hombres! ¡Nuestros semejantes no compadecen sino a los muertos!».
Está bien, está bien, así es. Y, sin embargo –me digo-, he aquí un método para cultivar la cortesía: ver en el otro, ese que ahora está junto a mí, un condenado a muerte -¡que lo es, sólo que él no lo sabe, o lo ignora, o no quiere pensar en ello!- y tratarlo como si mañana ya no fuera a estar aquí; tratarlo, en una palabra, con las mismas atenciones que el carcelero dispensó al condenado a muerte en el relato de Víctor Hugo. ¡Ah, si nos viéramos como somos, es decir, como mortales, qué dulces seríamos en nuestras relaciones, y qué corteses!
Dice Aliosha a Lisa en Los hermanos Karamazov, la novela de Fiodor Dostoyevski (1821-1881): «Hay que tratar muy a menudo a las personas como si fueran niños, y a veces como si fueran enfermos». No está mal, no está del todo mal. ¿Con qué delicadeza no trataríamos a una persona si supiéramos que quizá hoy mismo va a morirse? ¿Y cómo estar seguros que no será hoy el día en que morirá? Por eso, más vale ser amables con él.
Otra cita más; ahora la he tomado de Sobre héroes y tumbas, la novela de Ernesto Sábato (1911-2011), el escritor argentino: «¿Sería uno tan duro con los seres humanos si se supiese la verdad que algún día se han de morir y que nada de lo que se les dijo se podrá ya rectificar?».
Todos los hombres son mortales, Juan es hombre, luego Juan es mortal. El silogismo nos sale bien; en el fondo, los hombres no somos tan ilógicos como parecemos a primera vista. Sólo que no siempre sacamos de nuestros razonamientos todas las consecuencias pertinentes al caso.
También lee: Jesús duerme en la popa | Columna de Juan Jesús Priego Rivera
#4 Tiempos
“México, esta niebla que arde” | Apuntes de Jorge Saldaña
APUNTES
Culto Público, si no han leído la novela “Niebla Ardiente” de la muy joven escritora, Laura Baeza, les recomiendo hacerlo como desde ayer
Tuve la oportunidad de conocer a Laura personalmente hará unos cuatro años, ¿Qué les digo? Una de esas circunstancias alineadas que convergieron en el segundo piso de la librería Gandhi del centro, la de los Arcos Ipiña.
Fue en un taller breve de escritura creativa previo a la presentación formal de su libro, el que les recomiendo. Si conocerla fue una circunstancia, convivir con ella e intercambiar casualidades fue de plano como regalo de estrella fugaz.
Fui de los selectos y afortunados que en grupo terminamos sentados con ella en “La Oruga y la Cebada” en el Callejón San Francisco, conversando sobre lo que duele y lo que salva, entre un par de cervezas y una cena sencilla.
Ella me firmó su libro con una frase que ahora, en este 25 de noviembre, regresó a mi atormentada cabeza: “A Jorge, que siempre nos una el deseo por hallar algo más en esta realidad tan rara…con todo cariño, Laura Baeza”. El momento de por sí, ya era una realidad rara.
A la distancia, empiezo a creer que su frase fue más que optimismo, y es más un deber moral, y es que su ficción (vuelta a releer en estos días) se parece demasiado a México.
No es “spoiler” (o como se diga) pero “Niebla Ardiente” detalla el regreso de su protagonista Esther a México pensando en encontrar a su hermana Irene, quien había desaparecido hace años, y a quien creía muerta, cuando de la nada, un primero de enero en un reportaje que vio en la televisión, Esther la reconoce en una marcha y se lanza en su búsqueda.
Pero la novela, la primera de Laura (y creo que premiada) realmente no comienza allí. Comienza donde casi todas las historias de violencia en este país empiezan: en los pasillos de la burocracia, en los que los papeles cuentan más que las personas.
Esther aparece en un México reconocible para cualquiera: expedientes mutilados, archivos “perdidos”, oficinas donde la verdad siempre llega después de que las secretarias coman sus gorditas grasosas y funcionarios que usan el futuro para encubrir lo que nunca harán.
Es en esa atmósfera donde la desaparición deja de ser un crimen y se convierte en un proceso. Como alguien escribió: los países se definen por cómo recuerdan; México, al parecer, se define en cómo olvida.
En medio de esa maquinaria oxidada, Esther descubre a un policía. No es un héroe: es un hombre cansado que simplemente no rompe las reglas pero las dobla para que la realidad duela un poco menos. Ese personaje era como algo que escribió una pensadora feminista de la que en este momento no recuerdo su nombre “la dignidad aparece cuando alguien no mira hacia otro lado”.
En fin, siguiendo con la novela y nuestra realidad, este policía mira. Acompaña. Abre una grieta. Y sin embargo, ni siquiera es lo suficientemente poderoso para luchar contra un país donde las fosas clandestinas actúan como el archivo nacional.
La comparativa y reflexión con la novela va porque hoy es 25 de noviembre y México sigue siendo esa tierra donde la violencia parece que no importa, sino que se repite. Casi 2 feminicidios cada día. 3,284 mujeres asesinadas en 2024. 89% de impunidad. Una agresión física cada siete minutos. Más de 10 millones de mujeres violentadas digitalmente. En San Luis Potosí, 24,000 víctimas por cada 100,000 mujeres.
Uno quisiera creer que estos números son de un país lejano, pero no. Están aquí, sobre las mismas banquetas que caminamos todos los días. Ese es el verdadero crimen de México: haber entrenado a la gente para no sorprenderse.
Sí, no se debe negar que mucho se ha hecho pero poco alivia (hoy casi todos los gobiernos e instituciones hablan de esto, pero mañana la rutina sigue).
Sí, con la llegada de Claudia Sheinbaum como la primera presidenta de México, llegaron todas…excepto las que no alcanzaron a llegar porque les truncaron la vida.
El nuestro, es un país donde buscar es amor—y protesta.
Igual que como ocurre en la novela de Laura, que no describe un país imaginado sino nuestro México. Uno donde las hermanas encuentran hermanas, donde las madres encuentran hijas, donde las mujeres salvan mujeres. Un país donde todavía hay justicia, pero casi siempre fuera de los edificios públicos.
Y así como Esther enfrenta la niebla, miles enfrentan la opacidad del Estado día tras día: ventanas cerradas, sistemas incompatibles, versiones contradictorias, funcionarios que deletrean la palabra “protocolo” como si lanzaran un hechizo contra la verdad.
México es hogar de una burocracia tan grande que hasta la violencia tiene formularios que completar.
Tras varios años de no recordar la anécdota con la escritora, hoy vuelvo a esa dedicatoria: “encontrar algo más en esta extraña realidad…”
Ese “algo más” no es una esperanza ingenua. Es algo que se parece más a la obligación de nunca acostumbrarse, “la memoria es la única defensa contra la repetición del horror”.
Por esa razón, espero, que por cada mujer desaparecida o mujer luchando por no desaparecer, o lidiando contra cualquier tipo de violencia, recordemos que la niebla espesa arde. Y que si arde, es porque la herida está abierta.
Hasta la próxima. Jorge Saldaña.
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