marzo 19, 2024

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Maradona, transparente a su manera | Columna de Carlos López Medrano

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Mejor dormir

 

Los defectos de Diego Armando Maradona eran perceptibles desde cualquier ángulo. A donde quiera que uno volteara había un rasgo que le hundía. Fuera sus posiciones políticas, sus relaciones sociales o la manera en que conducía su propia existencia, había razones de sobra para confinarlo en la mazmorra. Lo asombroso es que alguien así pudiera brillar. Y él lo hacía. De la misma forma en que su lado obscuro salía sin recato, su talento afloró los suficiente para guardarle un sitio en la posteridad. Maradona era transparente, una cualidad que es de agradecerse en medio de la marea de disimulos que conforma nuestro tiempo.

Sería un error decir que la valía de Diego se sustentaba en el plano lo palpable, esa vulgaridad que podrá quedarse en el ámbito académico. No cometeré la desfachatez. Maradona fue un espíritu romántico y desde ese lado hay que comprenderlo. Cualquier comparación con otro futbolista se desbalancea por este último factor, uno inasible y que cuesta explicar.

Si uno atiende a los números, a las vitrinas o a alguna prueba cuantitativa es probable que un puñado de sujetos se le equiparen e incluso le superen. Por fortuna el futbol, como tantas cosas buenas de la vida, va más allá y atiende a una temperatura, a un recuerdo, a un escalofrío que nadie mide y que no viene en los registros. Cualquiera que haya experimentado la emoción tiene una deuda impagable con aquel tipo imperfecto.

El viejo futbol tenía eso, daba oportunidad a los proscritos, a los que en casi cualquier otra esfera deportiva habrían acabado en la ruina. Alguien con el físico y carácter de Maradona solo tenía cabida en un deporte semejante. En el ejercicio perpetuo de sobreponerse. Ahí un elemento constitutivo de su forma de jugar: se desvivía, por sí mismo, por su país y por los suyos. Ellos lo notaban y le correspondían, ningún otro ha causado el mismo amor.

En la trayectoria profesional de Maradona está el divertimento en comunión con el desespero de saber que no queda de otra. Para los que vienen de la humildad toca romperla en el único reducto que queda, la cancha, la música o, si no, abrazar la miseria. Los de su estirpe no juegan en exclusiva por el simple gusto. En él puedes ver el ansia. El anhelo de revancha que transita a cada paso y que apenas en la gloria compensa lo que la circunstancia le negó.

La transparencia de Maradona destilaba en su llanto, del que Bioy Casares alguna vez se burló. Qué sabía él. Diego lloró sin pudor en múltiples ocasiones, confiriendo dignidad a un acto del que el hombre se priva por alguna farsa que no se sabe muy bien de dónde salió.

En un entorno tan de barrio como el suyo, y más con un personaje como el que cargaba, uno podría pensar que tirarse a llorar sería un desatino que lo haría víctima del escarnio, y al final resultó que no. Diego abrió otra brecha en el plano del sentimentalismo. En un conglomerado de machos mostró que el más grande y rupestre de ellos se podía derrumbar y dar muestras de cariño sin sentirse culpable por ello. En consecuencia los demás podían hacerlo también. Un alivio.

Soy propenso a buscar la belleza ahí donde está la obscuridad y Maradona era un manto surtidor al respecto. No era un hombre higiénico y dentro de la cancha tendía a lo impúdico (no se diga fuera de ella). Pienso en el gol más importante de su carrera. El segundo gol que anotó contra Inglaterra en el mundial de México 86. Tras el pecado celestial de la llamada “mano de Dios”, Maradona se redimió con un gol que en un plano de justicia debía valer por dos, aquel en el que tomó el balón por detrás de media cancha y que llegó a las redes tras driblar a cinco rivales. Pero lo más importante es el momento peor: la definición. La épica de anotar en plena caída, ya sin vocación estética, titubeante, al borde del fracaso, deshecho, el último aliento que no obstante se engancha al milagro.

La narración clásica de Víctor Hugo Morales sigue un patrón similar al del gol, así que, valga la obviedad, es la compañía idónea. Junto a las imágenes conforma lo mejor que Argentina y Uruguay han legado al planeta este que se desploma. De aquella narración que eriza la piel y que deja la lágrima a tiro de piedra, preste atención a los últimos segundos. Tras la euforia de la narración, la frase memorable tras otra —el barrilete cósmico que no se sabe bien de dónde viene —, llega un último aliento, el equivalente al 10 que dispara mientras se tropieza. El “Gracias, Dios. Por el futbol, por Maradona, por estás lágrimas. Por este Argentina 2, Inglaterra 0”, que Víctor Hugo Morales dice desbordado, ya casi sin voz y con el sabor agridulce que supone la vuelta la realidad. El tiempo se detiene ante la magia pero eventualmente regresa.

Vuelvo a pensar en Maradona cuando era un niño, el que tenía tanta habilidad que hizo pensar a un entrenador que el supuesto pibe era más bien un enano. No lo era. Jugaba en su propia categoría y por eso es inigualable. Lo dicho, muchos otros quizá le hayan superado en aptitud, en trofeos, en números. Que se queden con las estanterías que no se comparan a eso otro, lo insabible. La inspiración que irradia en los niños, el ánimo poético, apasionado. El de las frases memorables que no se sabe cómo es que una cabeza como la suya concibió. El que te anima en la penumbra y que en su biografía misma constituye una tragedia que suma a su leyenda.

Diego Armando Maradona, un hombre que asumía sus pecados y que, como él mismo dijo, los pagó. La segunda mitad de su vida fue una prolongada condena. Su ejemplo muestra que más allá de cualquier juzgado o castigo formal, nadie sale indemne y siempre hay un precio que se paga, aunque los demás no lo noten, y a veces ni uno mismo se dé cuenta tampoco.

Maradona seguirá como blanco de críticas a perpetuidad (y hay material de sobra para hacerlo). No seré yo quien recurra ellos ahora, que sean los seres inmaculados los que juzguen sin piedad. Los alaridos ideológicos que intentan imponer silencio al resto. Es probable que la prosapia del personaje pueda medirse por este otro barómetro del que no se dice mucho pero que cuenta un montón: el hecho de que todas esos dardos, todas esas detracciones, no le hagan ni cosquillas a aquel muchacho que un día se propuso darle magnetismo a un balón.

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Más de 700 elementos resguardarán el partido entre el Atlético de San Luis y Pachuca

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El operativo comenzará a las 4 de la tarde, con el objetivo de garantizar el orden y la paz pública en el interior y el exterior del Estadio Alfonso Lastras

Por: Redacción

La Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana del Estado (SSPCE) informó que el próximo domingo 17 de marzo se llevará a cabo el operativo Estadio Seguro en el Alfonso Lastras Ramírez para la celebración del partido correspondiente de la jornada 12 del torneo Clausura 2024 de la Liga MX entre el Atlético de San Luis y el Club Pachuca, el cual se celebrará el próximo domingo 17 de marzo a las 7 de la noche.

La SSPCE implementará un operativo con más de 700 efectivos de seguridad en el Estadio Alfonso Lastras Ramírez, con el objetivo de garantizar el orden y la paz pública en el interior y el exterior del coloso de Valle Dorado.

En el caso de que se detecten a personas que formen parte de la barra Ultra Tuzo serán retirados de las afueras del estadio, esto derivado a los protocolos de seguridad impuestos por parte de la Liga MX.

El operativo de seguridad comenzará a las 4 de la tarde y contará con la presencia de elementos de la Guardia Civil Estatal, Policía de Investigación, Protección Civil Estatal, Coepris, Guardia Municipal, Policía Vial, Protección Civil Municipal, Comercio Municipal, Seguridad Privada y paramédicos rescatistas.

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#4 Tiempos

Se acaba el torneo | Columna de Arturo Mena “Nefrox”

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TESTEANDO

 

Sí, aún quedan 7 fechas y matemáticamente existen posibilidades para que San Luis se pueda meter al play in, sin embargo, poco se ve con esperanza de obtener puntos.

De los 7 partidos que restan, dos son los que tal vez puedan dar algo para la cosecha.

Juárez y Atlas, son los dos que parecen (de cierto modo) posibles, el último lugar de la tabla solo ha podido obtener 3 empates, no conoce la victoria y juega para sobrevivir, los de la frontera están verdaderamente perdidos desde hace tiempo. Del otro lado, los rojinegros viven un presente muy parecido al cuadro potosino, un equipo con altibajos que por momentos no juega mal, pero cuyos resultados lo tienen sumido en una realidad mediocre.

Fuera de esos dos, el calendario es poco más que complicado para San Luis. El suplicio comienza el domingo, recibir a Pachuca que piensa en grande, es complejo, los de Hidalgo vienen de perder de locales en la liga, pero también de golear a media semana en Concacaf, un cuadro bien dirigido con nombres importantes como Rondón que ya es figura no solo de su equipo,

sino de la misma liga. El partido del domingo parece una derrota cantada para los de casa, Pachuca está obligado a ganar.

Después de ese rival, la cosa no mejora, pues la siguiente semana se tendrá que visitar al campeón, un América que posiblemente enfrente a San Luis con bancas, pero que aún así, le pondrá las cosas difíciles. Parece que tendremos 0 de los próximos 6 puntos.

Esto es futbol, todo puede pasar, pero hay que ser congruentes y entender que poco se puede rescatar de este torneo, el campeonato prácticamente ya acabó para San Luis, cualquier cosa que pueda pasar, es ganancia ante este triste panorama.

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René Ortíz: el maratonista rioverdense que sueña con París 2024

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En 2021, se posicionó como el mejor maratonista mexicano, sin embargo, una lesión en el tendón de Aquiles lo alejó del atletismo por más de un año

Por: Daniel Rocha

René Eduardo Ortiz Morales es un maratonista, originario de Rioverde, San Luis Potosí, quien actualmente busca representar al país en los Juegos Olimpicos de París 2024; sin embargo, primero deberá romper su propia marca para lograrlo.

Ortiz Morales empezó a entrenar en el atletismo a sus 18 años cuando estudiaba Ingeniería en Sistemas en el Instituto Superior de aquel municipio, como una actividad extracurricular a su formación universitaria.

La pasión más grande del maratonista rioverdense era el ciclismo de montaña, aunque tuvo que desistir de este deporte debido a que era muy costoso y complicado de practicar.

Ortíz Morales, pese a su poca experiencia en el atletismo y lo atrevido que podría ser dedicarse de lleno al maratón, tomó la iniciativa de darse un año sabático:

“Una vez que termino mi carrera decidí tomarme un año, para darle la seriedad que se merecía y en ese año fue cuando vi cómo entrenaban los atletas de élite, y poco a poco fue cuando empecé a mejorar mis marcas”.

El fondista debutó en la prueba de maratón en el 2017 en Monterrey, Nuevo León, dónde hizo un tiempo de dos horas y veinte minutos. Dos años después participó en el Maratón de Berlín, haciendo un tiempo menor al de dos horas y quince minutos. Gracias a este resultado se pudo ubicar en la séptima posición del ranking a nivel nacional.

René Ortíz se catalogó como un deportista disciplinado y trabajador: “Yo no creo que yo sea un atleta talentoso, porque de serlo en un menor tiempo hubiera llegado conseguir estas marcas, pero me tardé más años”.

El maratonista rioverdense indicó que comenzó a practicar este deporte bastante tarde, pero su disciplina lo ha llevado muy lejos.

En el 2020 consiguió su mejor marca, en el Maratón de Valencia con un tiempo de dos horas, doce minutos y 16 segundos, con lo que se posicionó como el mejor record de un maratonista potosino y en el siguiente año se ubicó como el primer lugar a nivel nacional

; sin embargo, ese mismo año sufrió una tendinosis en el tendón de aquiles, provocando que estuviera más de un año sin poder correr.

El deportista potosino catalogó a esta lesión, en el mejor momento de su carrera, como algo sumamente frustrante: “No he estado todavía en mi mejor versión, me ha ido muy bien en entrenamientos, en algunas carreras, pero me ha faltado un poco, y si le hecho mucho la culpa a la lesión, me paró en mi mejor momento y si no me hubiera lesionado de otra cosa estuviéramos hablando”.

Ortíz Morales aseguró que su más grande sueño es poder participar en unos Juegos Olímpicos, aunque para poder calificar se tiene que hacer la marca de dos horas ocho minutos y 10 segundos, mientras que el récord mexicano es de dos horas ocho minutos y 30 segundos.

Otra de las maneras de poder calificar es por el ranking que otorga la Federación Internacional del Atletismo, aunque solo se otorgan por los primeros 80 a nivel mundial o siendo invitado por el Comité Olímpico de México que esté por debajo de la marca de las dos horas once minutos y treinta segundos. Actualmente solo hay un corredor que haya superado dicho tiempo. El último tiempo que ha hecho y que más se ha acercado  para superar es el de dos horas catorce minutos y cincuenta y tres segundos. 

Finalmente, el deportista potosino mencionó que sería un sueño para él poder representar a México y a San Luis Potosí en unos Juegos Olímpicos y en caso de no conseguirlo en París 2024, buscará conseguir esta representación en Los Ángeles 2028.

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