Deportes
Maradona, transparente a su manera | Columna de Carlos López Medrano

Mejor dormir
Los defectos de Diego Armando Maradona eran perceptibles desde cualquier ángulo. A donde quiera que uno volteara había un rasgo que le hundía. Fuera sus posiciones políticas, sus relaciones sociales o la manera en que conducía su propia existencia, había razones de sobra para confinarlo en la mazmorra. Lo asombroso es que alguien así pudiera brillar. Y él lo hacía. De la misma forma en que su lado obscuro salía sin recato, su talento afloró los suficiente para guardarle un sitio en la posteridad. Maradona era transparente, una cualidad que es de agradecerse en medio de la marea de disimulos que conforma nuestro tiempo.
Sería un error decir que la valía de Diego se sustentaba en el plano lo palpable, esa vulgaridad que podrá quedarse en el ámbito académico. No cometeré la desfachatez. Maradona fue un espíritu romántico y desde ese lado hay que comprenderlo. Cualquier comparación con otro futbolista se desbalancea por este último factor, uno inasible y que cuesta explicar.
Si uno atiende a los números, a las vitrinas o a alguna prueba cuantitativa es probable que un puñado de sujetos se le equiparen e incluso le superen. Por fortuna el futbol, como tantas cosas buenas de la vida, va más allá y atiende a una temperatura, a un recuerdo, a un escalofrío que nadie mide y que no viene en los registros. Cualquiera que haya experimentado la emoción tiene una deuda impagable con aquel tipo imperfecto.
El viejo futbol tenía eso, daba oportunidad a los proscritos, a los que en casi cualquier otra esfera deportiva habrían acabado en la ruina. Alguien con el físico y carácter de Maradona solo tenía cabida en un deporte semejante. En el ejercicio perpetuo de sobreponerse. Ahí un elemento constitutivo de su forma de jugar: se desvivía, por sí mismo, por su país y por los suyos. Ellos lo notaban y le correspondían, ningún otro ha causado el mismo amor.
En la trayectoria profesional de Maradona está el divertimento en comunión con el desespero de saber que no queda de otra. Para los que vienen de la humildad toca romperla en el único reducto que queda, la cancha, la música o, si no, abrazar la miseria. Los de su estirpe no juegan en exclusiva por el simple gusto. En él puedes ver el ansia. El anhelo de revancha que transita a cada paso y que apenas en la gloria compensa lo que la circunstancia le negó.
La transparencia de Maradona destilaba en su llanto, del que Bioy Casares alguna vez se burló. Qué sabía él. Diego lloró sin pudor en múltiples ocasiones, confiriendo dignidad a un acto del que el hombre se priva por alguna farsa que no se sabe muy bien de dónde salió.
En un entorno tan de barrio como el suyo, y más con un personaje como el que cargaba, uno podría pensar que tirarse a llorar sería un desatino que lo haría víctima del escarnio, y al final resultó que no. Diego abrió otra brecha en el plano del sentimentalismo. En un conglomerado de machos mostró que el más grande y rupestre de ellos se podía derrumbar y dar muestras de cariño sin sentirse culpable por ello. En consecuencia los demás podían hacerlo también. Un alivio.
Soy propenso a buscar la belleza ahí donde está la obscuridad y Maradona era un manto surtidor al respecto. No era un hombre higiénico y dentro de la cancha tendía a lo impúdico (no se diga fuera de ella). Pienso en el gol más importante de su carrera. El segundo gol que anotó contra Inglaterra en el mundial de México 86. Tras el pecado celestial de la llamada “mano de Dios”, Maradona se redimió con un gol que en un plano de justicia debía valer por dos, aquel en el que tomó el balón por detrás de media cancha y que llegó a las redes tras driblar a cinco rivales. Pero lo más importante es el momento peor: la definición. La épica de anotar en plena caída, ya sin vocación estética, titubeante, al borde del fracaso, deshecho, el último aliento que no obstante se engancha al milagro.
La narración clásica de Víctor Hugo Morales sigue un patrón similar al del gol, así que, valga la obviedad, es la compañía idónea. Junto a las imágenes conforma lo mejor que Argentina y Uruguay han legado al planeta este que se desploma. De aquella narración que eriza la piel y que deja la lágrima a tiro de piedra, preste atención a los últimos segundos. Tras la euforia de la narración, la frase memorable tras otra —el barrilete cósmico que no se sabe bien de dónde viene —, llega un último aliento, el equivalente al 10 que dispara mientras se tropieza. El “Gracias, Dios. Por el futbol, por Maradona, por estás lágrimas. Por este Argentina 2, Inglaterra 0”, que Víctor Hugo Morales dice desbordado, ya casi sin voz y con el sabor agridulce que supone la vuelta la realidad. El tiempo se detiene ante la magia pero eventualmente regresa.
Vuelvo a pensar en Maradona cuando era un niño, el que tenía tanta habilidad que hizo pensar a un entrenador que el supuesto pibe era más bien un enano. No lo era. Jugaba en su propia categoría y por eso es inigualable. Lo dicho, muchos otros quizá le hayan superado en aptitud, en trofeos, en números. Que se queden con las estanterías que no se comparan a eso otro, lo insabible. La inspiración que irradia en los niños, el ánimo poético, apasionado. El de las frases memorables que no se sabe cómo es que una cabeza como la suya concibió. El que te anima en la penumbra y que en su biografía misma constituye una tragedia que suma a su leyenda.
Diego Armando Maradona, un hombre que asumía sus pecados y que, como él mismo dijo, los pagó. La segunda mitad de su vida fue una prolongada condena. Su ejemplo muestra que más allá de cualquier juzgado o castigo formal, nadie sale indemne y siempre hay un precio que se paga, aunque los demás no lo noten, y a veces ni uno mismo se dé cuenta tampoco.
Maradona seguirá como blanco de críticas a perpetuidad (y hay material de sobra para hacerlo). No seré yo quien recurra ellos ahora, que sean los seres inmaculados los que juzguen sin piedad. Los alaridos ideológicos que intentan imponer silencio al resto. Es probable que la prosapia del personaje pueda medirse por este otro barómetro del que no se dice mucho pero que cuenta un montón: el hecho de que todas esos dardos, todas esas detracciones, no le hagan ni cosquillas a aquel muchacho que un día se propuso darle magnetismo a un balón.
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#4 Tiempos
El tormentoso futuro y sus pronósticos | Columna de Arturo Mena “Nefrox”
TESTEANDO
Se llega al inicio del torneo y como siempre, la ilusión, el deseo y un poco de esperanza regresan a los campamentos del fútbol mexicano.
Ya con algunas semanas de partidos amistosos, preparación de pretemporada y contrataciones interesantes, arrancamos con la idea de pronosticar el futuro de San Luis en la liga.
La mecánica es simple, ir jornada tras jornada sumando (cuando lo amerite) los puntos que puede obtener el equipo, para al final hacer una suma e intentar predecir si es suficiente como para pelear por un lugar en la liguilla o no, así que comencemos.
Jornada 1: León (Derrota) 0 puntos
Jornada 2: Monterrey (Derrota) 0 puntos
Jornada 3: Chivas (Derrota) 0 puntos
Jornada 4: Cruz Azul (Derrota) 0 puntos
Jornada 5: Puebla (Empate) 1 punto
Jornada 6: Querétaro (Victoria) 4 puntos
Jornada 7: Toluca (Empate) 5 puntos
Jornada 8: Tijuana (Victoria) 8 puntos
Jornada 9: Santos (Victoria) 11 puntos
Jornada 10: América (Empate) 12 puntos
Jornada 11: Pachuca (Empate) 13 puntos
Jornada 12: Mazatlán (Victoria) 15 puntos
Jornada 13: Atlas (Victoria) 18 puntos
Jornada 14: Pumas (Derrota) 18 puntos
Jornada 15: Necaxa (Victoria) 21 puntos
Jornada 16: Juárez (Victoria) 24 puntos
Jornada 17: Tigres (Derrota) 24 puntos
24 puntos representan una real posibilidad de jugar play in y con ello pensar en llegar a la liguilla. Sin embargo, el pronóstico habla de un arranque muy complicado llegando a sumar alguna unidad hasta la jornada 5, lo cual preocupa para la estabilidad del equipo y su nuevo cuerpo técnico. Un torneo que luce complicado y de adaptación para el director técnico y una base muy consolidada de jugadores que conocen muy bien la liga.
Por el bien del fútbol en San Luis, esperemos que la bola ruede a su favor, que renazca el buen toque de balón y se demuestre que con poco se puede competir, no queda más que esperar y en unos meses hacemos el recuento de lo logrado contra este complicado pronóstico, que comience la fiesta del fútbol mexicano, una vez más.
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#4 Tiempos
El sabor uruguayo del futbol potosino | Columna de Arturo Mena “Nefrox”
TESTEANDO
El futbol potosino ha tenido muchos rostros, muchas etapas y muchas nacionalidades que han dejado su huella. Pero si hay una que ha sabido ganarse el respeto en la cancha y el cariño en la tribuna, es la uruguaya. No hablo solo de entrega, hablo de carácter, de identidad, de jugadores que supieron ponerse el equipo al hombro cuando San Luis más lo necesitaba.
Hoy que el nombre de Juan Manuel Sanabria suena con fuerza por razones fuera del césped, vale la pena recordar a los uruguayos que eligieron a San Luis, que se partieron el alma con esta camiseta, y que con su futbol dejaron una marca imborrable.
Sanabria, quien hasta hace poco fue capitán, referente, y para muchos el nuevo símbolo del Atlético de San Luis, rechazó irse al América. ¿Por qué? Eso solo lo sabe él. Pero mientras unos dudan, otros lo hubieran dado todo por una oportunidad así. Y sin embargo, eligió a San Luis. Eso dice mucho.
Marcelo Guerrero, aquel mediocampista ofensivo que llegó en los años dorados del primer San Luis en Primera. El “Colo” no era un crack mediático, pero tenía talento en los pies y visión en la cabeza. Fue clave en el subcampeonato del Clausura 2006. Ese torneo, donde estuvimos a nada de ser campeones, tuvo mucho del futbol uruguayo. Mucho de Marcelo.
Sebastián Abreu, el “Loco”, pasó brevemente por San Luis pero dejó su sello. Llegó con la fama de goleador nato y aunque no tuvo su mejor etapa, su presencia bastó para sacudir vestidores. Un delantero con personalidad, de esos que no se esconden. Un verdadero referente del futbol uruguayo que, aunque por corto tiempo, defendió los colores potosinos.
Más recientemente, Facundo Waller, otro charrúa que entendió lo que significa este equipo. Su paso por San Luis no solo fue destacable, fue vital. Contundente, técnico, siempre con una actitud ejemplar. Fue de los pocos que en temporadas grises mantuvo el nivel. Un volante moderno, de ida y vuelta, que mostró garra y calidad.
Pero no todos los nombres quedaron grabados en los reflectores. Algunos fueron más discretos, pero no menos importantes. José Enrique García, volante de contención, fue uno de esos gladiadores silenciosos a inicios de los 2000. Siempre cumplidor, sin lujos pero con un orden táctico que todo técnico valora.
Andrés Silva, central uruguayo que también pasó por San Luis en esa época, destacaba por su fortaleza física y su agresividad defensiva. No era un defensa sutil, pero sí un tipo al que no le temblaban las piernas en los partidos complicados. Le tocó vivir años de transición en el club, pero siempre rindió.
Uno que sí fue diferente fue Lorenzo Unanue, que llegó en los años 80, cuando San Luis todavía tenía una identidad más modesta pero una gran ambición. Unanue era fino, creativo, y marcó diferencia en una liga que no siempre apreciaba el talento extranjero. Fue de los grandes uruguayos que se puso esta camiseta, y su huella permanece en quienes lo vieron jugar.
A lo largo de las décadas, han sido los jugadores charrúas quienes más han entendido el código del fútbol en esta tierra: sacrificio, dignidad, talento sin soberbia. Y entre todos ellos, hay un nombre que no se discute: Nery Castillo, el más grande jugador uruguayo que ha pisado una cancha en San Luis.
Nery jugó en el Atlético Potosino durante los años más vibrantes del fútbol en la capital. Era extremo, rápido, elegante. Pero más que sus cualidades técnicas, lo que hacía diferente a Castillo era su entrega. El estadio Plan de San Luis rugía cuando tomaba la pelota. Marcaba diferencias, no solo con goles, sino con personalidad. Fue ídolo, fue referente y fue parte fundamental de una etapa que marcó a toda una generación. Su legado va más allá de la cancha: sembró en San Luis una identidad, una conexión con Uruguay que permanece hasta hoy.
El fútbol potosino no tiene la vitrina de otros equipos, pero sí tiene historia. Y en esa historia, los uruguayos han sido piezas importantes. Jugaron, ganaron, perdieron, sudaron esta camiseta como si fuera suya de nacimiento. Por eso, cuando uno ve a un jugador uruguayo en San Luis, ya sabe que algo bueno puede pasar. Porque si algo saben hacer los charrúas, es dejarlo todo en la cancha. Y a veces, eso es más importante que cualquier fichaje.
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Deportes
Adrenalina en la Arena Potosí; rumbo al D’Car Fest: Master Trucks
Se realizó una activación como parte de la promoción rumbo al evento más esperado del verano, que se llevará a cabo el próximo domingo 13 de julio
Por: Redacción
Durante esta jornada se presentó una muestra visual del espectáculo que se vivirá, destacando una exhibición de autos deportivos y la presencia de un imponente Monster Truck, dando una probadita de la emoción que envolverá a toda la ciudad.
El objetivo: invitar a las familias potosinas a disfrutar de una experiencia inolvidable llena de potencia, acrobacias y diversión para chicos y grandes.
El domingo 13 de julio, a partir de la 1:00 p.m. , Arena Potosí será el epicentro de la adrenalina.
Actividades confirmadas:
🚘 Show de Monster Trucks
🏍️ Motos Freestyle
🤼♂️ Lucha Libre Profesional
🚗 Demostración de Drift
🏁 Carreras Slalom
🚙 Exhibición de Autos
🎈 Zona Infantil
Los boletos ya están disponibles en Superboletos.
D’Car Fest: Master Trucks será un evento 100% familiar que combinará adrenalina, espectáculo y entretenimiento de alto nivel.
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