Deportes
Los mejores tenistas en la historia de San Luis Potosí
Con más de 100 años de historia en nuestro estado, este deporte ha entregado grandes leyendas
Por: Daniel Villa
El tenis llegó a México en el año 1873, cuando se construyó la primera cancha en la mina Real del Monte, Pachuca. Posteriormente el deporte se extendió y adquirió popularidad en toda la República Mexicana y con el paso del tiempo San Luis Potosí se convirtió en uno de los estados más importante para distintos torneos nacionales e internacionales, lo que dio pie al surgimiento de grandes tenistas locales.
La primera institución de tenis fundada en San Luis fue el Club Potosino de Tenis en el año de 1911, que en 1940 se convirtió en lo que hoy el Club Deportivo Potosino.
En los años 50, San Luis Potosí contaría con un equipo que lo representó, el cual logró coronarse ocho veces en el campeonato nacional por equipos Copa Popocatepetl; de igual forma, se llevó a cabo el primer Torneo Abierto de Tenis de San Luis Potosí, evento que es considerado actualmente como uno de los torneos más importantes del país.
La popularidad del tenis en el estado provocó que surgieran jugadores potosinos que gracias a sus participaciones y triunfos, pusieron su nombre en la historia nacional del deporte; a continuación repasamos una lista con los potosinos más relevantes en el deporte blanco, los cuales se habla a detalles en el libro “El Tenis en San Luis Potosí. Ochenta años de historia” escrito por Ana María R. de Palacios y Arnoldo Kaiser Schlittler y publicado por primera vez en 1990:
ANSELMO “PELICANO” PUENTE
Tras lograr posicionarse en los primeros lugares entre los tenistas locales en los años 40, decidió partir al entonces Distrito Federal, donde logró ser campeón local. Anselmo obtuvo medalla de oro en singles de los Juegos Centroamericanos de 1946 en Barranquilla, Colombia, posteriormente, fue subcampeón nacional de singles en 1949 y 1953 y campeón nacional de dobles junto a Nacho de la Borbolla en 1949.
También ganó el oro en los Centroamericanos de México en dobles junto con Mario Llamas; representó a nuestro país en los Juegos Panamericanos de Argentina en 1951, al igual que formó parte del equipo de Copa Davis y fue un elemento fundamental dentro de la escuadra potosina para la Copa Popocatepetl.
MANUEL GALEANA
En su carrera como deportista, Manuel formó parte del equipo de jugadores locales que defendió en distintas ocasiones la Copa Popocatepetl junto con Palillo Ortega, Pelicano Puente, entre otros.
Galeana salió victorioso en distintos torneos dentro del estado, logros que lo llevaron a formar parte del equipo mexicano Copa Davis.
RAFAEL “PALILLO” ORTEGA
El tenista destacó por salir campeón en los VII Juegos Centroamericanos y del Caribe, así como también en la Primera Fuerza en 1949 y ser subcampeón nacional en dobles junto con Anselmo Puente, en 1951.
“Palillo” también logró un subcampeonato centroamericano en 1956, además de ser campeón del II Torneo Abierto de San Luis en 1956. Rafael formó parte del equipo nacional de la Copa Davis durante 4 años, además de ser un integrante importante en el equipo local por la Copa Popocatepetl.
JORGE LOZANO
Nacido en San Luis Potosí, pero radicado en Guadalajara, Jorge fue campeón nacional infantil y juvenil; ganó en 1988, junto a Lori McNeil y en 1990 con Arantxa Sánchez, el Abierto de Francia, Roland Garros, uno de los cuatro torneos de Grand Slam. Fue campeón individual en el evento de Lagos, Nigeria, además de lograr un subcampeonato en singles en los Juegos Centroamericanos de la Habana, Cuba, en 1962.
Jorge fue uno de los mejores jugadores de dobles en el mundo, junto al estadounidense Todd Witsken, con quien logró ser la dupla número 4 del circuito de tenis en 1988; en 1990 a lado del mexicano Leonardo Lavalle, ganó el Torneo de dobles de Rotterdam, Holanda, así como el Abierto de San Luis Potosí.
Como jugador de Copa Davis representó a México de 1981 a 1995, también fue capitán del equipo mexicano de Copa Davis.
RODRIGO MARTÍNEZ
La historia de este deportista estuvo unida al tenis desde muy joven, pues a la par de ser recogepelotas en el Deportivo Potosino, participó y fue campeón del Nacional Juvenil en 1963 y 1964. Además de ganar los Juegos Regionales Juveniles en 1963, Martínez coronó junto a Guillermo Andrés en el Torneo Estatal de segunda fuerza, en la modalidad de dobles. Junto a Juan Arredondo se quedó con el primer lugar de dobles en el Internacional de Guadalajara en 1965; en el Torneo Nacional de Segunda Fuerza celebrado en León, realizado en 1968, logró coronarse en single y en dobles con Aurelio García.
Rodrigo se quedó con el primer lugar en el torneo estatal de 1969, y repitió el campeonato de Segunda Fuerza en 1970. Más adelante partiría a Tamaulipas, donde se convirtió en el primer campeón de la Copa Challenger en Tampico, acompañado de Raúl Ceja.
MANUEL GALLARDO
Fue el primer campeón del Torneo Abierto de San Luis Potosí en 1955, además de ser parte del equipo mexicano de Copa Davis en 1952 y 1955.
Manuel logró coronarse en la modalidad de dobles con Jaime Subirats, en el Torneo Nacional de Primera Fuerza en 1969. De igual forma fue campeón del Junior College del estado de California en EEUU, y ocupó un sitio importante como profesional en el Altamira Tenis Club, de Caracas, Venezuela.
En Venezuela fue campeón nacional de singles, dobles y mixtos durante 5 años. Fue entrenador del equipo venezolano de Copa Davis, con quien participó en los Juegos Sudamericanos, y se desempeñó en competencias internacionales en Colombia, Ecuador, Antillas Holandesas, Estados Unidos y Canadá.
Manuel Gallardo quedó inmortalizado en la historia del tenis nacional no solo por sus logros deportivos, sino también porque jugó en el primer partido de tenis que fue televisado en México, durante los Juegos Panamericanos de 1955.
JORGE SOLANO HERNÁNDEZ
Jorgé Solano nació en el estado de Tamaulipas, pero su desarrollo en el deporte se dio a muy temprana edad, cuando su familia se mudó a San Luis, estado al que siempre representó.
Las copas Popocatepetl y Parras fueron algunas de las competencias en donde representó a SLP; Solano logró campeonar en el Municipal y Estatal en la modalidad de singles, dobles y mixtos en múltiples ocasiones.
Solano Hernández fue el primer campeón del torneo Abierto de San Luis, en modalidad dobles junto a Juan Arredondo.
JUAN ARREDONDO “JUANOLAS”
Juanolas empezó su trayecto deportivo desde los 11 años, en su historial logra destacar sus múltiples campeonatos Municipales y Estatales, además de ser campeón de Segunda Fuerza en 1960; fue llamado para los Juegos Olímpicos de México 68, participó en el Abierto de los Estados Unidos y otros torneos de la Unión Americana. Acudió a los Juegos Centroamericanos en 1962 en Kingston, Jamaica, donde ganó junto a Vicente Zarazúa el oro, en singles obtuvo la plata y en mixtos segundo lugar junto a Toña Prado; además jugó Panamericanos en donde llegó a las semifinales en Sao Paulo Brasil, en 1963.
Arredondo destacó por ganar su match en el Torneo Internacional de México, 1963, contra Martin Mulligan, quien era 2do mejor jugador de su país y séptimo del mundo. Formó parte del equipo mexicano Copa Davis en 1963, y logró coronarse en la modalidad de dobles con Rodrigo Martínez, en el Internacional de Guadalajara, en 1965, año que salió también campeón del Torneo Internacional de San Luis Potosí, al igual que en 1970; en el año de 1969 Juanolas ocupó el séptimo lugar en el ranking nacional.
Durante el Torneo Challenger del 2013, el Club Deportivo Potosino hizo un homenaje a este tenista poniéndole su nombre a la cancha central.
CARLOS MEDRANO
Carlos es reconocido por su labor como instructor de alto rendimiento en diversos clubes locales, así como en Cuernavaca y Acapulco. En su carrera como deportista, logró ser campeón nacional juvenil, categoría “A” en 1965, subcampeón estatal en 1966 y 1967; en 1971 quedó como subcampeón en dobles en el Torneo Internacional de San Luis, junto a Rodrigo Martínez. Además de ser campeón municipal en 1972; junto con Alberto Blanco, quedó campeón municipal en dobles, en 1981; Carlos Medrano se desempeñó como presidente de la Asociación Potosina de Tenis.
GUILLERMO STEVENS
Consiguió el campeonato nacional en la categoría de 14 años y menores en 1972; dos años después ganó el Torneo Azteca de Oro, además de quedó campeón juvenil en Chicago en el Torneo Metropolitano, así como en el Torneo de Baton Rouge, Louisiana, donde se quedó con el triunfo en single y dobles junto a Enrique Haro, en 1974, año en el que también fueron campeones de doble en Memphis, Tennessee, y Alabama.
En el año de 1975, quedó doble subcampeón nacional en 18 y menores junto a su compañero Oscar Leal, posteriormente, en 1976, sería considerado entre los 5 mejores jugadores a nivel mundial, en 16 años y menores, durante ese año saldría campeón nacional interuniversitario.
En 1977 se llevaría la victoria nacional de 18 años y menores, así como en 20 años y menores; fue subcampeón en el Torneo Abierto Internacional de San Luis Potosí en 1980, dos años después, conquistaría el Torneo Internacional de Burdeos y en 1985 saldría campeón del entonces Distrito Federal.
Guillermo participó en distintos torneos importantes a lo largo del mundo: El Orange Bowl de Miami, Copa Casablanca, Copa del Café en Costa Rica, Caracas, Lima, San Juan. Para los años 80 había participado en torneos de Inglaterra, Holanda y Bélgica, vivió en Bélgica donde formó parte del cuerpo de instructores en un centro de formación para tenistas de alto nivel.
En la actualidad el tenis se puede practicar en distintos clubes y centros deportivos como: Lomas Raquet Club, Club Deportivo Punto Verde, Real del Potosí, Club 2000, entre otros.
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Si San Luis no puede ganarle a este Puebla, que viene tambaleando como boxeador en el último asalto, mejor que empiece a buscar excusas desde hoy. No es crueldad, es sentido común: el rival llega golpeado, con la moral baja y con una defensa que con cualquier ráfaga se desmorona. El que no sepa aprovechar eso, que se dedique a otra cosa.
El antecedente del cuadro camotero es el bochornoso 7-0 contra Tigres, un resultado que no sólo evidenció las carencias defensivas, sino que dejó claro que, cuando se desconectan, el desastre es inmediato. Y aun así, Puebla sigue vivo en la Leagues Cup; un respiro que, aunque breve, les da algo de motivación extra para no hundirse del todo en la Liga MX. Ojo, un equipo que todavía compite en dos frentes no se tira al piso tan fácil, y esa doble agenda puede darle un giro inesperado a un partido que, en el papel, muchos ya ven como trámite para San Luis.
Los potosinos, sin embargo, no llegan con la mesa servida. Apenas el fin de semana pasado, contra Cruz Azul, volvieron a mostrar que las buenas intenciones no alcanzan si el fútbol no es constante. Un partido en el que por momentos parecían competir de igual a igual, pero se diluyeron cuando había que apretar. Si quieren que el discurso post-Leagues Cup no quede como humo, este viernes es el momento para respaldarlo.
En la previa, una noticia que, al menos, les quita una piedra del zapato: la anulación de la expulsión a João Pedro. El delantero podrá estar disponible tras la revisión que borró la roja injusta del juego pasado. Su presencia es vital no sólo por lo que aporta al ataque, sino por la sensación de que, con él en el campo, San Luis tiene una referencia que obliga a los rivales a estar atentos.
Pero la realidad es que este encuentro en el Cuauhtémoc se juega en varios niveles: para Puebla, la oportunidad de lavarse un poco la cara después de ser humillado y de responder ante su gente. Para San Luis, el examen perfecto para demostrar que sabe ganar cuando las condiciones están a su favor. Porque si no pueden sacar tres puntos ante un equipo que viene arrastrando la cobija, entonces el resto del torneo pinta para seguir en esa tierra de nadie que ya conocen demasiado bien, no lo suficientemente malos para dar pena, pero tampoco lo suficientemente buenos para ilusionar a nadie.
Ganar este partido no sería una hazaña; sería apenas cumplir con lo que se espera de un club que dice aspirar a más. Y si no lo logran, entonces el discurso optimista de las últimas semanas quedará reducido a lo que tantas veces hemos escuchado en San Luis: palabras bonitas para adornar otra temporada gris.
En el fútbol, hay partidos que definen un campeonato, y otros que definen una actitud. Este viernes, en Puebla, San Luis no está jugando por la cima, pero sí por algo igual de importante: la credibilidad. Y si la pierden aquí, ya no habrá árbitro, VAR ni anulación de roja que los salve.
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TESTEANDO
San Luis salió de la Leagues Cup con una sonrisa que, si se mira de cerca, es más una mueca de alivio que un gesto de orgullo. Sí, le ganaron 2-0 a Minnesota United y firmaron su primera victoria en tiempo regular en este torneo. Pero, ¿de qué sirve cerrar bien cuando todo el torneo fuiste invisible? La historia no se escribe con epílogos bonitos, sino con capítulos consistentes, y San Luis no tuvo ni trama ni constancia.
El triunfo, adornado por el cabezazo de João Pedro y el buen gol de Sebastián Pérez Bouquet, se siente más como el premio de consolación que te dan en la feria por no haberle atinado a nada en el juego de tiro al blanco. Andrés Sánchez, eso sí, atajó lo que tenía que atajar y firmó su primer cero en el torneo, pero hasta en eso queda la sensación de que llegó tarde la reacción.
Pero no hay que olvidar: este equipo viene de un Clausura 2025 para el olvido, con un horrible lugar 15 que exhibió todas sus carencias. La llegada de Guillermo Abascal inyectó algo de orden y discurso, pero el fútbol sigue siendo tan intermitente como una lámpara con falso.
Ahora, regresan a la Liga MX con un reto mayúsculo: demostrar que este chispazo en Leagues Cup no fue otro espejismo. El calendario no espera y Cruz Azul será su primer examen serio. Si repiten los vicios de siempre defensa frágil, mediocampo sin ideas y delanteros desconectados, la liga los volverá a poner en su lugar.
En resumen: ganaron, sí. Recuperaron confianza, tal vez. Pero mientras San Luis siga viviendo de partidos aislados y no de un proyecto sólido, cada victoria será apenas un paréntesis entre largos párrafos de mediocridad. Y la afición potosina, que no se traga cuentos, seguirá esperando el día en que su equipo no sólo cierre bien, sino que empiece, siga y termine igual de fuerte.
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Aquella noche en el barrio de Gerli, en la provincia de Lanús en Buenos Aires, el aire parecía teñido de historia: me acerqué al portón del Club Atlético El Porvenir, en Blanco Encalada 400, rodeado de otras instituciones barriales que comparten el paisaje. Entrar al predio es respirar un siglo de pasión llevada por vecinos, familias y generaciones.
Me recibió el viejo estadio Gildo Francisco Ghersinich cuyo césped guarda las huellas de aquellos fundadores anarquistas de 1915 con sus tablones, su cemento y esa capacidad para aliviar el alma de casi 14,000 simpatizantes. Imaginar su fundación y primeros ascensos, las historias de lucha para conseguir una cancha propia y su gloria en la B intermedia y profesional es entender por qué El Porvenir no es solo un club: es un refugio.
Me tocó conocer a Fede, hincha de toda la vida que cuenta cómo resistieron desde el ascenso hasta el triunfo en la Primera D en mayo de 2023, pasando por aquella legendaria victoria en Copa Argentina frente a Lanús, un símbolo del ascenso que sueña con ser grande de nuevo. Esta es la magia del fútbol íntimo, el fútbol romántico de los clubes de barrio: esfuerzo colectivo, identidad barrial y orgullo poblado de relato y sudor.
Pero la visita también mostró grietas profundas: la dirigencia que encabeza Enrique Merelas (presidente por más de cuatro décadas) no esquiva el conflicto. El Porvenir enfrenta una crisis institucional que pone en riesgo todo ese legado comunitario. En febrero de 2025, la AFA suspendió la afiliación del club tras una denuncia presentada por el intendente Julián Álvarez ante Personas Jurídicas, acusando al municipio de intentar intervenir en la entidad. La intención habría sido deslindar el control sobre El Porvenir, excluyéndolo de todos los subsidios y dejando al Porve a su suerte.
La respuesta del club no fue tímida: se presentó una denuncia penal contra Álvarez por abuso de autoridad, discriminación, violencia institucional y filtración de información confidencial, denunciando marginación y persecución institucional. Las pintadas amenazantes aparecidas en los alrededores del estadio contra Merelas intensificaron la tensión, y la dirigencia llamó a socios y vecinos a defender su autonomía.
Afortunadamente, en marzo la AFA levantó la desafiliación preventiva: El Porvenir pudo volver a competir en la Primera C, debutando oficialmente el 18 de marzo ante Club Mercedes, tras semanas de incertidumbre. Pero aún pesa sobre el club un futuro incierto y una dirigencia cuestionada por aquellos que entienden que 44 años al frente de una institución no pueden justificarse con tradición si dejan estancamiento y despoblación de sueños.
En mi paso por la sede sentí esa contradicción: el club late con fuerza colectiva, con un barrio que lo respeta y lo habita, mientras que en los despachos internos se libra una batalla política que podría definir si El Porvenir se preserva como corazón barrial o se apaga por políticas ajenas.
Este club resume lo mejor y lo más complicado del fútbol argentino: su capacidad de emocionar desde lo modesto y lo comunitario, sin más hierro que la camiseta blanca y negra heredada del Sunderland argentino, y sin más ambición que resistir como espacio de encuentro. Pero también muestra cómo la política pretende apoderarse del alma de los clubes y puede quebrar ese romance que lo hace único.
Mi visita a Gerli me dejó el eco de cantos que nacen en gradas humildes y el pulso firme de gente que no se rinde. Ojalá los clubes de barrio, como El Porvenir, sigan siendo faros de pasión y memoria, y ojalá sus dirigentes internos y externos entiendan que la máxima autoridad no es el poder político, sino el cariño del socio y la voz del barrio.
Ojalá un día en México, entendiéramos un poco del fútbol de barrio.
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