mayo 7, 2024

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#4 Tiempos

La primera expedición científica mexicana | Columna de Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash

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EL CRONOPIO

El dos de octubre de 1874, el periódico local La Sombra de Zaragoza en su edición número 793 anunciaba a los lectores potosinos “COMISIÓN CIENTÍFICA: En el vapor “Australiano” saldrán próximamente de la capital de la República el inteligente Señor Díaz Covarrubias y otras cuatro personas que por orden del gobierno marchan a Pekín a observar el paso de Venus por el disco del Sol. La subvención acordada para gastos de la comisión es de 30,000 pesos, según estamos informados.”

La nota representaba un acontecimiento de relevancia, se trataba de nada menos que el anuncio de la primera expedición científica mexicana que viajaba al extranjero, y su misión, estudiar y registrar un acontecimiento astronómico de importancia como lo era el paso de Venus por el disco solar. La citada expedición fue toda una odisea, realizada contra reloj, que colocó a la ciencia mexicana en un lugar relevante al ser publicados los resultados tan sólo un año después de la expedición, tomándole la delantera a los científicos europeos y estadounidenses. Gracias a esta misión, se demostró al mundo el valor de la ciencia que se hacía en el país, ya que el reporte elaborado por Díaz Covarrubias y sus compañeros tuvo una resonancia internacional, recogiendo múltiples reconocimientos.

El acontecimiento se revestía de cierta importancia para San Luis Potosí, además de la importancia científica, pues Francisco Díaz Covarrubias, vivió en la ciudad durante la década de los sesenta, decimonónicos, al salir de la ciudad de México ante la inminente llegada del ejército francés; Díaz Covarrubias era identificado con el régimen del presidente Juárez. Durante su estancia en San Luis Potosí continuó realizando trabajo científico haciendo el reconocimiento geográfico entre la capital potosina y el puerto de Tampico.

En el periodo de estancia en la capital de San Luis Potosí, el Instituto Científico y Literario permanecía cerrado al ser ocupado el edificio por el ejército conservador aliado a los imperialistas franceses. Sin embargo, logró relacionarse con científicos potosinos, que posteriormente formarían el cuerpo académico del Instituto Científico y Literario en su reapertura en 1867-68, al triunfo de la República; por su parte Díaz Covarrubias regresaba a la capital del país, siendo invitado por Juárez para ocupar el cargo de oficial mayor del Ministerio de Fomento. Incrustado en el servicio público, realizó diferentes propuestas para estudiar la geografía del país, aunque no prosperaron debido a la fragilidad de la hacienda pública. Díaz Covarrubias participó en la reforma de la educación pública y la nueva Ley del 2 de diciembre de 1867, que proponía una nueva organización y contenidos en todos los niveles. Publicó los nuevos libros de topografía y geodesia (1868-1869) y enseñó las materias en la Escuela de Ingenieros.

En el año de 1874 existía en la ciudad de México una sociedad científica llamada “Alejandro Humboldt” la cual era presidida por Díaz Covarrubias; en su sesión del 11 de abril, Díaz Covarrubias presentó una memoria relativa al tránsito de Venus por el disco del Sol, que estaba calculado para el 9 de diciembre del mismo año. A mediados del año de 1874 volvió a tratarse el mismo asunto en la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, pero se pensó que estando ya tan próxima la verificación del fenómeno no habría tiempo para hacer los preparativos necesarios al envío de una comisión mexicana hasta a algún punto de Oceanía o el Japón.

El día 8 de septiembre del mismo año se efectuó en el bosque de Chapultepec la acostumbrada, en aquel entonces, festividad con que el Gobierno y el pueblo mexicano conmemoraban la heroica defensa del Molino del Rey y del Castillo de Chapultepec contra el invasor norteamericano, y allí mismo el diputado Juan José Baz habló al entonces Presidente de la República Sebastián Lerdo de Tejada, acerca de la conveniencia de enviar una comisión de astrónomos mexicanos a Asia para observar el tránsito de Venus por el disco solar. El 11 de septiembre el presidente Lerdo de Tejada habló a Díaz Covarrubias preguntándole si sería posible reunir los instrumentos necesarios para las observaciones y si creía que los comisionados podrían llegar a tiempo para instalar los instrumentos y hacer las observaciones con buen éxito. En ese momento las comisiones científicas enviadas por otros países o estaban ya instaladas o iban en camino.

Díaz Covarrubias desplegó gran actividad, tanto en reunir los instrumentos necesarios como en adquirir los informes referentes a la duración del viaje. Su plan era ir de México a Veracruz, de este puerto a Nueva York, de aquí a San Francisco, California, embarcarse después para Yokohama y llegar por último a Pekín. La duración del viaje estaba estimada en 55 días. Díaz Covarrubias tuvo la aprobación de Lerdo de Tejada a pesar de la penuria del erario.

La Comisión quedó formada de la manera siguiente: presidente, Francisco Díaz Covarrubias, segundo astrónomo Francisco Jiménez, ingeniero topógrafo y calculador Manuel Fernández Leal, ingeniero calculador y fotógrafo Agustín Barroso y calculador y cronista Francisco Balnes. El Ministerio de Fomento proporcionó un telescopio zenital, un teodolito y un barómetro; la Escuela de Ingenieros prestó otro telescopio zenital y un cronómetro; el Colegio Militar facilitó un telescopio y un cronómetro, y a este arsenal se añadieron algunos instrumentos de propiedad de Díaz Covarrubias.

Finalmente, la comisión mexicana decidió establecerse en Bluff y en Yokohama, Japón donde construyeron los observatorios y el 27 de noviembre de 1874 quedó terminado el observatorio en Bluff y el 30 de noviembre el de Yokohama. Realizaron sus mediciones que fueron elogiadas por la comunidad científica mundial. La Comisión mexicana determinó además la posición geográfica de Yokohama y se levantó un monumento en el lugar que ocupó el observatorio de Díaz Covarrubias para que sirviera de punto de referencia en los futuros trabajos geográficos de Japón.

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#4 Tiempos

Elsa Chavira, nueva integrante titular de la Academia de Ingeniería de México | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash

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EL CRONOPIO

 

Elsa Chavira Martínez hija del célebre astrónomo Enrique Chavira que laboraba en el Observatorio de Tonantzintla en Puebla, fue distinguida con su ingreso a la Academia de Ingeniería de México siendo parte del cuatro por ciento de mujeres que pertenecen a distinguida academia mexicana. En ceremonia protocolaria se concretó su ingreso con la conferencia: Diseño, desarrollo y construcción de fotoceldas de calidad espacial con tecnología mexicana, que es una de sus importantes aportaciones a la ingeniería mexicana.

Elsa Chavira fue mi compañera en estudios de maestría en física del estado sólido en la entonces Universidad Autónoma de Puebla, hoy Benemérita, siendo una de las primeras mujeres en estudiar un posgrado en física en el país, y en universidad de provincia sería la primera en hacerlo. Su vocación fue impulsada en seno familiar con el apoyo de su madre y la orientación de su padre que compartía la vista de los cielos con sus hijas las cuales seguirían carreras científicas; en el caso de Elsa Chavira en el ámbito de la física al estudiar esa carrera en la Facultad de Ciencias Físico Matemáticas de la Universidad Autónoma de Puebla y posteriormente la maestría en el entonces Departamento de Física del Estado Sólido del Instituto de Ciencias de la Universidad poblana, hoy Instituto de Física “Luis Rivera Terrazas”.

Su relación con San Luis se enfoca en el apoyo al programa de construcción y lanzamientos de cohetes Cabo Tuna del que es una entusiasta promotora, al igual que en la construcción del primer robot pianista mexicano conocido como Don Cuco el Guapo el cual tiene orígenes potosinos, y que fuera construido en Puebla con tecnología mexicana como caracterizaba los programas de desarrollo de prototipos biomédicos y dispositivos electrónicos implementados en la Universidad Autónoma de Puebla y de los cuales el desarrollo de celdas fotovoltáicas de calidad espacial son un ejemplo; desarrollo en el cual participaría directamente Elsa Chavira construyendo esas celdas por primera vez en México. La calidad espacial significa su uso en el espacio exterior, para lo cual deben de cumplir con propiedades mecánicas y eléctricas muy superiores a las de uso terrestre que le permitan resistir las radiaciones y vibraciones a las que son expuestas.

Elsa Chavira obtuvo su doctorado en Ingeniería Biomédica en la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla y desarrolla su trabajo de ingeniería en las áreas de la salud, la electrónica y materiales, entre otros aspectos, por ejemplo el desarrollo de neuro prótesis. Su labor académica la ha realizado en su alma mater la Facultad de Ciencias Físico Matemáticas de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.

Su ingreso a la Academia de Ingeniería México, lo dedica a sus padres que le apoyaron a formarse en la ciencia, situación complicada en su época deformación en la sociedad mexicana, por lo que el ambiente familiar sería un apoyo por demás importante.

La observación del cielo junto a su padre Enrique Chavira en el observatorio de Tonantzintla, ya transformado en el Instituto Nacional de Astrofísica Óptica y Electrónica (INAOE), sería uno de sus momentos inspiradores y privilegiados. Enrique Chavira trasciende en el mundo de la astronomía al llevar su nombre varios objetos astronómicos, entre ellos el cometa Haro-Chavira, que es el único cometa que ostenta nombres de astrónomos mexicanos al ser descubierto en la década de los cincuenta por Guillermo Haro y Enrique Chavira en ese Observatorio Nacional de Tonantzintla.

Su labor académica ha sido importante para la ciencia e ingeniería mexicana, variada y de calidad teniendo contribuciones en física de superficies materiales semiconductores, crecimiento de silicio monocristalino, microelectrónica y ha diseñado diversos circuitos integrados protegidos contra radiación cósmica, celdas fotovoltaicas en el proyecto de desarrollo del que sería el primer satélite mexicano SATEX I, en el ámbito de la robótica y la ingeniería espacial, así como en ingeniería biomédica, desarrollando diversos sistemas microelectrónicos, bioquímicos y biomédicos. Ha sido merecedora de varios premios nacionales e internacionales, entre ellos el Premio de la Academia Mexicana de cirugía y Aparato Digestivo.

Felicitamos a Elsa Chavira Martínez por su ingreso a la Academia de Ingeniería de México que por cierto es presidida por una mujer la Dra. Mónica Barrera Rivera.

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Un tiempo para lo que te anima | Columna de Carlos López Medrano

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Mejor dormir

 

El escritor británico Patrick Leigh Fermor mantuvo una costumbre sagrada hasta poco antes de su muerte. Cada día, pasadas las ocho de la noche, interrumpía lo que estuviera haciendo y se encaminaba a la bandeja de licores que había en la sala de su casa en Kardamili, Grecia (o el equivalente del lugar en donde estuviera), y se servía un trago. A este ritual lo llamaba Drink time. Una pausa dedicada a paladear lo que tuviera por antojo: vino, un coctel, algún aperitivo. Lo mismo aplicaba a la una y media de la tarde. Era el oasis de su travesía por la bohemia que disfrutaba sobre todo en compañía. Le encantaba tener invitados con los cuales charlar, una cadena de palabras que iniciaba con un ¿qué vamos a beber hoy?

Daban igual las tribulaciones, las urgencias, la mengua en su salud. No fue un autor prolífico, aunque sí meticuloso y esmerado. Los plazos de entrega impuestos por los editores quedaban relegados cuando tenía que cumplir con la obligación de su propio placer. Descorchar una botella y desligarse del yugo de la cotidianidad. Sorbos para adentrarse más y más en la vida contemplativa. Hallarse a gusto consigo mismo y las amistades. ¿Cómo está eso de que el trabajo te dignifica?

El ocio es un lujo por el que vale la pena luchar. No todos tienen las posibilidades que Patrick Leigh Fermor tuvo, pero incluso él tuvo que entregarse por completo para alcanzar tal estado. Era, después de todo, un soldado, un guerrero que se volvió célebre por su participación en la Segunda Guerra Mundial, particularmente en la resistencia cretense. Ahí logró una auténtica hazaña: junto a un pequeño equipo logró capturar al general alemán que tenía asolada a la isla.

Para erigirse como héroe del propio espíritu no hay que ir tan lejos. Basta con dedicar al menos una hora de cada día para nosotros mismos, para salvar la parte más genuina de las entrañas, aquella que no se somete ni doblega, esa que no tiene que estar a merced de un sistema que quiebra los sueños a cambio de ofrecer escasas gotas de supervivencia.

En ocasiones, uno tiende a olvidarlo. El trabajo, los estudios, la rutina, son esfuerzos que uno se hace para llegar a ese punto en el que uno puede hacer al fin lo que se anhela

. Cruel como es, la responsabilidad no se conforma y tiende a consumirlo todo. De pronto ya no queda tiempo para recreo alguno. La refriega se vuelve la dominadora de cada jornada y el poco tiempo libre apenas y alcanza para desplomarse en la cama en busca de descanso. Molerse a uno mismo para pagar las facturas, una horrible costumbre.

Maldito sea todo aquello que nos aleja de la pasión, de las canciones y de las charlas bajo las velas. Menos alboroto en la plaza pública: el gran acto contestario ocurre en la intimidad, sin que nadie lo vea, cuando te olvidas del teléfono por un rato, cuando echas los pendientes por la borda e ignoras la urgencia que no cambiará al mundo, cuando decides regalarte cinco minutos para hacer lo que te anima. Cuando dejas de ser un esclavo de tu época.

En el caso de Patrick Leigh Fermor era una copa y la conversación. Para ti puede ser otra cosa, lo que sea. La hora del té, ver una película, pasear a tu perro. Leer una historieta, echar un chapuzón, cocinar un pastel, caminar de la mano con tu amada, escribir un verso que nadie más mira. Nunca renuncies a eso. Dale un portazo a las responsabilidades que pretenden acabar con lo mejor que posees, lo improductivo.

La fórmula le funcionó a Patrick Leigh Fermor. Vivió casi cien años. Como él mismo llegó a decir, lo trivial enciende los fusibles de la memoria. Toca, toca por los viejos tiempos y sírvete un trago.

 

Contacto:

Twitter: @Bigmaud

Correo: [email protected]

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El peor torneo de la historia | Columna de Arturo Mena “Nefrox”

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TESTEANDO

 

Los torneos cortos en el futbol mexicano han traído cambios interesantes en la estadística, desde un sin fin de campeones, tres bicampeonatos (Pumas, León y Atlas) así como muchos títulos de goleo.

Pero la cosa no termina ahí, vale la pena voltear al fondo de la tabla para revisar los peores equipos en los torneos cortos.

El peor equipo de cada torneo, lo tendremos que buscar en la parte baja de la tabla, y aún así, nos tenemos que ir con equipos que sumaron cuando mucho 10 puntos al finalizar el certamen. Por ejemplo Tijuana que en el Clausura 2020, terminó con 9 puntos, pero recordemos que en ese torneo, no se completaron las fechas por la pandemia.

El primer equipo en tener esa marca fue Veracruz, que en el Invierno 96 termina el campeonato con solo 9 puntos. Posteriormente, en el Invierno 98, dos equipos compartieron el último lugar, Toros Neza y Puebla, cerraron la competencia con tan solo 8 unidades.

Del lado de los de casa, San Luis firmó su peor torneo corto en el Apertura 2022, cuando solo pudo hacer 9 puntos después de cumplirse las fechas.

Querétaro ha finalizado dos veces como el peor equipo del torneo, el Apertura 2003 y el Apertura 2012, logró solo 7 puntos.

El ya mencionado Puebla ostenta dos récords en este rubro, el primero es el de haber terminado también dos torneos como último, el Invierno 98 con 8 puntos y el presente Clausura 2024 con solo 5, mismos que le dan el galardón del peor equipo de la historia de los torneos cortos.

Por su parte, el Veracruz, es el equipo que más veces ha quedado en último lugar, con tres ocasiones, en el Invierno 96 cerró con 10 unidades, el Apertura 2019 sumó solo 8 puntos y el Clausura 2019 el equipo del puerto había logrado 6 puntos en la cancha, pero le fueron retirados en la mesa sancionados por FIFA, con lo que a pesar de tener 6 unidades, cerraron el torneo con 0 y desafiliación.

En fin, mucho podemos hablar de la calidad del torneo mexicano, podríamos llamarlo competitividad o torneo mediocre, pero lo que no nos debe quedar duda es que en este Clausura 2024, Puebla firmó el peor torneo corto de la historia del futbol mexicano.

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Opinión