#4 Tiempos
La generación impotente | Columna de Juan Jesús Priego
LETRAS minúsculas.
Desde hace mucho quería escribir este artículo; prácticamente, desde que leí una triste novela de Dan Frank titulada La separación [existen dos versiones castellanas: México, Joaquín Mortiz, 1997; Barcelona, Circe, 1999].
La historia contada allí no podía ser más sencilla, ni tampoco más trágica: un día, una joven mujer, madre de dos hijos, confiesa a su esposo estar perdidamente enamorada de otro hombre. Se lo dice así, tranquilamente, como quien confiesa a su dentista haber sentido ayer por la noche un fuerte dolor de muelas. «¿Es que estás loca?» –le pregunta él. Y ella: «Tienes razón. Estoy loca.
Estoy locamente enamorada de ese hombre».
Por la madrugada, él y ella lloran: «Ella llora la ausencia del otro, mientras que él llora la ausencia de ella». El marido siente que el mundo vuela en pedazos, que la tierra se hunde, que pierde pie. Tal vez si volvieran a hacer el amor podría reconquistarla, piensa él. Pero ella ya no quiere hacer el amor: no le quiere ser infiel al otro.
Para consolarlo, la esposa le jura que, hasta el momento, aún no ha pasado nada entre ella y el otro, y que, por lo tanto, no debe deprimirse y menos aún espantarse; además, se hallaba sólo enamorada: ¿para qué hacer un drama de algo tan banal, tan insignificante? «No estés triste. Todavía estoy aquí». ¡Como si este todavía pudiera servir de algo!
«¿Debo separarme?», se pregunta él. ¡Así que está enamorada de otro! Pero el enamoramiento pasa pronto; la pasión se extingue como el fuego de un cerillo. Pasará, sí, ¿pero cuándo? Más que en ella, piensa en los niños; mejor aún, piensa en los niños y en ella. ¿Qué va a ser de los críos?
Él comienza entonces a consumir ansiolíticos, a beber más de lo debido y a abrigar pensamientos suicidas; ella, entre tanto, se observa a sí misma en el espejo con una frecuencia inusual; se arregla como no se arregló antes, sale de casa y no regresa hasta bien entrada la noche, si no es que hasta el amanecer. ¿Cómo vivir así, cómo soportar este infierno?
No hay más remedio que la separación. Pero, antes, el esposo decide jugarse la última carta: buscar a sus amigos comunes y pedirles que aboguen por él, por los niños. Les suplica que hablen con ella, que la hagan recapacitar. Mas pronto tuvo que rendirse a la evidencia: estos seres nada podían porque en el fondo justificaban el comportamiento de ella. «Los amigos entienden, pero no pertenecen a una generación que considere sagrada la familia. Cada quien es libre de marcharse o quedarse. La familia es un ensamble que bien pudiera ser temporal… Para ellos, engañar o ser engañados no quiere decir nada. Esas palabras carecen de sentido. No las entienden. El hecho de acostarse con alguien, dicen ellos, no implica engañar al otro».
El esposo esperaba de aquellos amigos un poco de horror, una pizca de indignación, pero no obtiene de ellos más que este simple consejo: «Procura tomar tu Lexomil, pero sin exagerar la dosis. Póntelo debajo de la lengua. Toma dos por las noches. Nunca lo tomes al despertar. Tómate el último con un whisky sin hielo». Esto todo lo que pueden hacer por él: recomendarle un medicamento e indicarle la manera de tomarlo. Ellos no quieren juzgar, se niegan a aconsejar. ¡Eso excedería, piensan, los límites de la amistad! Un amigo no debe entrometerse, ni fisgonear, ni, por supuesto, impartir lecciones de moral. ¡No, ellos no pueden hacer eso!
¿Cómo no reconocer que pertenecemos a una generación impotente? Impotente porque ha perdido la brújula, la orientación. Pues si no hay moral y todo es de acuerdo al color con que se mira; si no hay normas que indiquen acerca de lo bueno y de lo malo, entonces ¿qué podemos hacer más que lanzarnos sobre los ansiolíticos y mantenernos a base de antidepresivos?
Lo mismo que a este esposo desesperado le pasó a aquel joven que fue un día a consultar al filósofo Jean Paul Sartre (1905-1980). La situación en que se encontraba era ésta: su padre había huido de casa, y su único hermano acababa de morir en la ofensiva alemana, durante la segunda guerra mundial; ¿qué debía hacer: quedarse con su madre haciéndole compañía o partir a vengar a su hermano uniéndose a las fuerzas francesas libres? El filósofo lo escucha, pero como él no cree en la existencia de unos valores objetivos y eternos, lo aconseja del siguiente modo: «¿Quién puede elegir por usted? Nadie. Usted es libre, elija, invente. Ninguna moral puede indicarle lo que debe hacer: no hay signos en el mundo». Y deja ir al muchacho tal y como había venido, es decir, desorientado.
Pero, ¿es que nadie podía decirle a este pobre muchacho lo que era bueno, lo que prudente, lo que era mejor? Y, por lo demás, ¿no lo había dejado demasiado solo el señor Sartre con el pretexto de que el joven no sólo era libre, sino libre soberanamente? ¡Qué fácil! Usted es libre, así que váyase y déjeme en paz. Elija lo que quiera, que si lo que elige es consecuencia de una sopesada decisión personal, el suyo será siempre un acto de buena fe, etcétera.
¡A veces me da la impresión de que predicamos una libertad así –ilimitada, soberana- para no tener que cargar con el peso del otro! Pero, bueno, se trata solamente de una sospecha.
Reconozcámoslo: si no existe eso que llamamos ética; si no hay en el cielo esos signos de que hablaba Sartre en El existencialismo es un humanismo; si no existen valores objetivos y universales que obliguen a todos, entonces estamos solos, perdidos como barcos en la noche.
Al mismo tiempo que los discursos acerca de las libertades se multiplican por todas partes, las farmacias se llenan de píldoras para los nervios. ¿Serán éstos los únicos remedios que nos quedan para curar nuestra impotencia y nuestra soledad: esa agorafobia que se ha apoderado de nosotros una vez que hemos dejado a nuestras espaldas esa casa ordenada y espaciosa que es la ética? ¿Será que como nada podemos pedir ya al otro –a los otros, pues éstos son libres y soberanos- lo único que nos queda es la pastilla para soportar tanto dolor? Tal vez sí.
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#4 Tiempos
El socio 88,235 | Columna de Arturo Mena “Nefrox”
TESTEANDO
“2 de diciembre de 1979, avenida La Plata al 1700. Lugar y fecha del último partido de San Lorenzo en el barrio de Boedo, ese barrio que lo vio nacer y donde tantas batallas luchó. Ese día quedó marcado con lágrimas de tristeza en la afición del ciclón, un último partido en el Viejo Gasómetro con un empate a cero ante Boca Juniors, los últimos minutos del inicio de un peregrinar tan largo que dolería hasta el alma. En 1979, el gobierno militar solicitó a San Lorenzo vender su antiguo estadio, el plan de la dictadura era que Huracán, San Lorenzo y Vélez compartieran escenario; los de Boedo tuvieron que vender sus terrenos a la ciudad de Buenos Aires por las presiones económicas y deportivas que incluso los llevarían al descenso poco tiempo después; ahí comenzó el suplicio de los Cuervos”. Así, con estas palabras, escritas en el corazón de Buenos Aires, comenzaba mi columna del 2 de julio de 2019.
Hoy, algunos años después, vuelvo a hablar de San Lorenzo de Almagro.
En 1946, San Lorenzo de Almagro levantó el título nacional, un campeonato que costó mucho para los cuervos. Sin embargo, la historia es caprichosa y teje caminos increíbles en muchas vidas. En aquel San Lorenzo de 46 puntos, 3 más que Boca para levantar el título, ese llamado Trío de Oro, donde jugaban Farro, Pontoni y Martino, ese San Lorenzo de los 90 goles en 30 partidos, ese que hizo historia de la mano de Diego García, ese San Lorenzo que pasó a la memoria, no solo por sus jugadores, sino también un hincha que los acompañó en cada partido de local e incluso uno de visitante.
Ahí, justo en las gradas de la popular, del extinto estadio de Boedo, se encontraba un pequeño que se convertiría unos años más adelante en el socio 88,235.
La historia de los cuervos comienza en 1908, cuando el padre salesiano Lorenzo Bartolomé Massa decide abrir el Oratorio San Antonio en el corazón de Almagro, para que los jóvenes de las cercanías se alejaran de los malos pasos y cambiaran con el deporte, siendo el más popular, el fútbol.
Así, y después de varios intentos con nombres fallidos, deciden fundar el Club Atlético San Lorenzo de Almagro, en honor al padre salesiano. La historia del club comienza en la llamada era profesional en 1931, cuando disputa la primera temporada de primera división junto a otros equipos emblemáticos de la ciudad. El resto es una vida llena de logros: 15 campeonatos de primera, 1 de Segunda, 1 de Tercera, 1 supercopa argentina, 1 copa Sudamericana y el más notable, 1 copa Libertadores.
Con esa historia y palmarés, en 1946, año en el que por cierto consiguen el campeonato número 6 en primera, su notable hincha los acompañaba desde la grada.
Cada club tiene hinchas memorables, cada equipo es acompañado por personajes emblemáticos, pero cuando el hincha supera la grandeza del club, es normal que este se olvide de su equipo. Pensemos en Hamilton y su confeso amor por Arsenal, los Gallagher y el Man City, Verstappen y el PSV, Charly García y el River Plate, Cerati y el Racing; a veces el hincha es más grande que el club.
Pero este hincha fue diferente; por más grande, famoso, importante o brillante que fuera, nunca olvidaba al equipo de sus amores. Por más jerseys regalados que pasaban por sus manos (por cierto, incluyan también una camiseta del Atlético de San Luis), nunca desviaba su pasión por San Lorenzo. Un hincha humilde, generoso, que buscaba predicar el amor al fútbol como lección de vida, la lealtad como bendición y la alegría como regla irrompible.
El hincha más importante de los Cuervos, ese que gritó y abrazó a los suyos en el campeonato de la Libertadores en 2014, ese que gritaba a los cuatro vientos la alineación del 46, y la gran satisfacción de alentar a un club que con esfuerzos luchaba por hacer historia en una tierra de históricos en el fútbol, uno más que alentaba para el ciclón.
El lunes 21 de abril de 2025, a las 07:35, el socio 88,235 dejó el plano terrenal. Jorge, ese que cuando niño los acompañó por la temporada del 46, ese que los recibió y celebró a su lado el campeonato del 2014, Jorge se fue a descansar.
No cualquier club es fundado por padres salesianos, no cualquier club nace en un oratorio para jóvenes vulnerables; la grandeza se gana. Y solo hay un club, en todo el continente, solo un equipo en la tierra del buen fútbol, que puede decir con todo el orgullo del mundo: “Somos el equipo de Francisco, somos el San Lorenzo del Papa”.
Descanse en paz, Jorge Mario Bergoglio, el socio 88.235 del club de sus amores, siempre Cuervo Francisco.
P.D. El Papa Francisco falleció a los 88 años, siendo las 7:35 de la mañana en Roma, las 2:35 de la madrugada en Buenos Aires… Adiós por siempre al socio 88,235 del Club Atlético San Lorenzo de Almagro.
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#4 Tiempos
2025, Año Internacional de la Ciencia y las Tecnología Cuánticas | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash
EL CRONOPIO
Parte de la investigación científica y tecnológica que realizan los científicos en San Luis Potosí está relacionada con la mecánica cuántica, a tal grado que representa un referente a nivel nacional. Este año del 2025 la UNESCO lo ha declarado el Año Internacional de la Ciencia y las Tecnologías Cuánticas, con el objetivo de “aumentar la conciencia pública sobre la importancia de la ciencia cuántica y sus aplicaciones”.
Hace cien años, en 1925 se establecieron los fundamentos de la mecánica cuántica los cuales comenzaron ha desarrollarse desde los albores del siglo XX, pero para ese año se establecieron las teorías que dieron cimiento a la disciplina y que cambiaron nuestra visión del mundo. En la actualidad la sociedad vive inmersa en los desarrollos que la tecnología cuántica ha aportado a lo largo de estos cien años.
La teoría cuántica explica la naturaleza a escala microscópica y a muy bajas temperaturas, es decir, el comportamiento de los electrones, los fotones, en general las partículas fundamentales, de esta manera la física cuántica se encarga del estudio de la materia a escalas espaciales muy pequeñas.
Las tecnologías cuánticas nos han permitido tener computadoras más potentes, comunicaciones más seguras, materiales con mejores propiedades. Las computadoras cuánticas representan una nueva tecnología y la construcción de nuevas computadoras es equivalente a lo que fue en su momento la carrera espacial.
Las aplicaciones de la mecánica cuántica explican muchos fenómenos biológicos y físicos de la energía e impactan en la medicina, el clima, la energía, la seguridad alimentaria, el agua limpia, y la tecnología incluye la química cuántica, magnetos superconductores, láseres, microprocesadores, fibras ópticas, LED, nuevos materiales, superordenadores, resonancia magnética o microscopios de electrones, entre otros.
Con la metrología cuántica, con su medición ultraprecisa del tiempo, podemos tener mejores sistemas de posicionamiento global y una internet de mayor calidad. En la industria médica, con las simulaciones cuánticas se podrán desarrollar medicamentos personalizados más rápidamente o entender mejor algunos sistemas complejos como el genoma humano o el clima. La fotónica promete avances en el diagnóstico y la imagen médica. Además, la química cuántica está apoyando el desarrollo de nuevas vacunas y medicamentos. En la industria logística y del transporte, estas tecnologías permitirán el diseño de rutas más eficientes o de redes de energía optimizadas, que podrán resolverse mejor gracias a los algoritmos cuánticos, mejorando la gestión de innumerables recursos. A largo plazo, estas tecnologías redefinirán industrias enteras, mejorarán la calidad de vida y ofrecerán soluciones a problemas globales, como la sostenibilidad energética o la comprensión del cambio climático. También generarán nuevos empleos que requerirán formación avanzada a las nuevas generaciones de tecnólogos.
Los Años internacionales declarados por la Asamblea General de las Naciones Unidas destacan problemas globales para educar, movilizar voluntad política y fortalecer la cooperación internacional, promoviendo la acción y conciencia mundial sobre temas específicos cada año.
La propuesta para que este 2025 sea el Año Internacional de la Ciencia y la Tecnología Cuántica, ante el creciente impacto que ambas han tenido en nuestra vida diaria, y cuyas posibles aplicaciones pueden conducir a soluciones para los graves problemas de hoy en día, fue impulsado por México en un esfuerzo liderado por la Dra. Ana María Cetto investigadora destacada de la UNAM, que cristalizaría el 7 de junio de 2024, cuando la Asamblea General de las Naciones Unidas declarara el 2025 como Año Internacional de la Ciencia y Tecnología Cuánticas.
En ese marco se realizan múltiples actividades para el gran público a nivel mundial y en San Luis Potosí se han empezado a realizar parte de estas actividades en el seno del Instituto de Física de la UASLP, lugar donde se cultivan estas áreas. Instituciones como Instituto Potosino de Ciencia y Tecnología, la Universidad Autónoma de San Luis Potosí a través del Instituto de Física, el Instituto de Investigación en Comunicación Óptica, la Coordinación para la Innovación y Aplicación de la Ciencia y la Tecnología, la Facultad de Ciencias Químicas, el Instituto de Metalurgia, la Facultad de Medicina, el Centro de Investigación en Ciencias de la Salud y Biomedicina y la Facultad de Ciencias, contribuyen al desarrollo de la ciencia y la tecnología cuántica con sus investigaciones en las áreas de su competencia.
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#4 Tiempos
Rosa María Aranda, la mujer que daría esperanza a la física potosina | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash
EL CRONOPIO
En la fotografía que acompaña esta entrega, aparecen alumnos de la Escuela de Física en los sesenta. La segunda alumna que aparece en la fotografía de píe observando el trabajo de su profesor es Rosa María Aranda Gómez de quien tratamos en la presente columna.
A mediados de la década de los sesenta del siglo XX, la Escuela de Física de la UASLP se encontraba en pleno desarrollo, con apenas diez años de existencia, aumentaba su matrícula y abría la puerta a una serie de mujeres que se adentraban al mundo de la ciencia estudiando la carrera de física. En sus inicios estuvo integrada solo por alumnos y para principios de los sesenta ingresaba una mujer a sus filas: Carmen Ortega que posteriormente cambiaría su destino a la carrera de psicología de la propia UASLP.
En 1964, ingresarían tres mujeres entre las que se encontraría la que fuera la primera física titulada en San Luis, Carmen Estela Macias; en esa generación ingresarían además Irene López y Rosa María Aranda Gómez.
En sus primeros diez años de actividad la Escuela de Física había contado con cinco mujeres en sus filas: Carmen Ortega, Luz María Moreno, Irene López, Rosa Aranda y Carmen Estela Macias. No habría en la Escuela de Física más inscripciones de mujeres hasta la década de los setenta. De este importante grupo femenil, de los sesenta destacaría Rosa María Aranda, quien por causas personales no terminaría su carrera, pero dejaría una importante huella y un camino transitable para la formación científica de las mujeres en San Luis Potosí.
Para entonces se mencionaban dos nombres de estudiantes potosinos, que podrían dar brillo a la física en México Joel Cisneros Parra y Rosa María Aranda. Su capacidad para la física y para la resolución de problemas de corte científico era manifiesta y se proyectaban como dos personajes que desde San Luis Potosí podían figurar en el escenario científico mexicano. El caso de Joel Cisneros, ya lo hemos tratado en esta columna, un brillante físico que ha aportado a la astronomía mundial y que sigue colaborando con interesantes trabajos de investigación.
Rosa María Aranda, sería el ejemplo, de una brillante estudiante con un futuro promisorio que sacrificaría, en parte, su formación científica para formar su familia y aportar desde otras esferas profesionales, igualmente valiosas. Pero, también es el ejemplo, del sacrificio al que se somete a la mujer para seguir el camino de formación del varón, en su caso su esposo, que, siendo estudiante de economía en la Universidad Potosina, seguiría su formación de posgrado en Estados Unidos, Luis Ernesto Derbez, su esposo que luego sería Secretario de Economía y Secretario de Relaciones Exteriores del Gobierno de México.
La familia Derbez Aranda, estaría luego en Puebla cuando Ernesto Derbez ocupara la rectoría de la Universidad de Las Américas de Puebla y donde Rosa María Aranda estaría colaborando. De cierta forma Rosa Aranda estudiaría matemáticas aprovechando la estancia en el extranjero de su esposo, pero lo que podría haber sido su contribución destacada a la física mexicana quedaría en suspenso.
Su profesor en San Luis, el físico Candelario Pérez Rosales, de quien también se ha tratado en esta columna, nos escribe sobre su alumna Rosa María Aranda en el libro Física al Amanecer, donde relata la historia de la Escuela de Física de la UASLP en sus primeros años.
Rosa María Aranda Gómez fue un caso muy especial: la más brillante de su generación; la dueña de una agilidad mental envidiable; la que se dirigía hacia planos superiores de la Física. Cuando yo tuve que dejar la Escuela, ella era la personificación del optimismo. Pero a veces la brillantez se topa con obstáculos infranqueables. Por alguna extraña razón, Rosa María abandonó inesperadamente sus estudios de física, y así se perdió para la Escuela una de las más luminosas esperanzas.
Estas palabras de Candelario Pérez son reveladoras; el ejemplo de Rosa María Aranda, es digno de tomar en cuenta en el proceso de reflexión sobre el papel de la mujer y los obstáculos que debe de sortear para su formación y su propio desarrollo. Finalmente, el derrotero de vida de Rosa María Aranda no deja de ser importante, es digno de elogiarse. Pero queda ese dejo de nostalgia de lo podría haber sido una carrera científica de grandes vuelos donde de seguro estaría en los primeros planos de la ciencia mexicana.
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