Deportes
Joaquín Capilla, el máximo ídolo olímpico mexicano
Sin que nadie apostara por él, 19 años se colgó su primera de cuatro medallas que hoy lo convierten en uno de los mejores deportistas de todos los tiempos
Por: Ana G Silva
Hace dos días las mexicanas Alejandra Orozco y Gabriela Agundez se llevaron la medalla de bronce en la prueba de clavados sincronizados de 10 metros en Tokio 2020. En este deporte muchos atletas de nuestro país han destacado, como fue el caso de Juaquín Capilla Pérez, el máximo medallista en Juegos Olímpicos que ha tenido México.
Joaquín Capilla es considerado como uno de los mejores deportistas mexicanos en toda la historia, pues fue acreedor de cuatro medallas en diferentes justas (una de oro, una de plata y dos de bronce); además fue el primer mexicano en recibir una medalla en la disciplina de clavados en Juegos Olímpicos.
La primera de sus preseas la consiguió a la edad de 19 años, en Londres 1948, los primeros Juegos Olímpicos celebrados después la suspensión de la justa por la Segunda Guerra Mundial, por lo que fueron conocidos como “los Juegos de la Austeridad”.
Joaquín era un novato del cual no se esperaba mucho; sin embargo, regresó a México con una medalla de bronce, obtenida en la plataforma de 10 metros.
Para los Juegos Olímpicos de Helsinki 1952 , obtuvo su primera medalla de plata, esto a pesar de que tenía una lesión en la mano izquierda. Además obtuvo el cuarto lugar en las pruebas de trampolín de 3 metros.
Para Melbourne 1956, el clavadista se llevó el bronce a pesar de que en uno de sus saltos cayó de espaldas e hizo un mal clavado en la plataforma de tres metros, aún así se recuperó.
Capilla por fin consiguió su medalla de oro en la plataforma de 10 metros. Con esto se convirtió en el mexicano con más medallas de la historia, ni siquiera la taekwondoín María del Rosario Espinoza y sus tres preseas lo pueden alcanzar.
El clavadista fue galardonado en 2009 con el Premio Nacional del Deporte y un año después falleció de un infarto, a los 81 años de edad, pero su legado legado se puede encontrar en el clavadismo de nuestro país, pues aún hoy es una de las disciplinas en que los y las deportistas más destacan.
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Ciudad
La Carrera Panamericana, SLP y su 75 aniversario
La competencia automovilística llega a la capital potosina por cuarta edición consecutiva, en la que la ciudad ha dejado huella a la memoria de esta carrera
Por: Redacción
A lo largo de la historia de la Carrera Panamericana, una de las competencias automovilísticas más emblemáticas de México y del mundo, San Luis Potosí ha tenido un papel significativo tanto en su ruta como en la representación deportiva, convirtiéndose en un punto clave del automovilismo clásico y de resistencia en el país.
Desde su instauración en 1950, su cancelación en 1955 y su renacer en 1988, la entidad potosina ha sido escenario de esta competencia en diferentes etapas, tanto intermedias como final, particularmente en los últimos cuatro años.
Pero… ¿qué es la Carrera Panamericana?
Es una competencia automovilística tipo rally de velocidad en carretera, que recorre diferentes puntos de la república mexicana, a través de carreteras federales, especialmente la famosa Carretera Panamericana (Carretera Federal 45 en México).
Comenzó en 1950 como una carrera de velocidad y una forma de celebrar la finalización del tramo mexicano de la Carretera Panamericana, y se realizó hasta 1954 de manera continua, hasta que fue suspendida en 1955 por cuestiones de seguridad.
Sin embargo en 1988 volvió a realizarse, aunque no como una carrera profesional de resistencia, sino como un rally histórico con autos clásicos.
Firmas internacionales como Ferrari, Porsche, Mercedes Benz y otras han tenido presencia en esta competencia, con diferentes categorías como Turismo de Producción, Turismo Mayor, Sport Mayor y Menor, Original Panam, Histórica A, B, C y Exhibición.
En San Luis Potosí destaca la participación ininterrumpida por cuarta ocasión en esta contienda, al ser el último punto intermedio, y previo a su conclusión en el estado de Zacatecas. Mientras que en la edición 2024 fue el punto de meta, en la que el potosino Ricardo Cordero se coronó campeón de esta edición .
Actualmente, el piloto potosino es hexacampeón de la Panamericana, tras ganar en las ediciones 2017, 2019, 2020, 2021, 2022 y 2024. En todas ellas ha competido con “El Malditillo”, un Studebaker Champion 1953 de la categoría Turismo Mayor, con el que espera ganar la Panamericana en ocho ocasiones y romper el récord de Pierre de Thoisy, piloto francés que ganó esta carrera en siete ocasiones, también sobre un Studebaker de las mismas características.
La edición 38 de la Carrera Panamericana arrancará el próximo 9 de octubre y tendrá ocho etapas, arrancando en Chiapas y pasando por Oaxaca, Puebla, Ciudad de México, Querétaro, Morelia y Guanajuato, para llegar a San Luis Potosí el 15 de octubre y concluir en Zacatecas al día siguiente. Una edición que además de fomentar el turismo deportivo se convierte en una experiencia de adrenalina, pasión y tradición para sus competidores y aficionados.
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#4 Tiempos
El eterno | Columna de Arturo Mena “Nefrox”
TESTEANDO
Guillermo Ochoa es un portero que se convirtió en bandera. Desde que debutó con el América en 2004, sus guantes parecían hechos para noches grandes: títulos de liga, protagonismo inmediato y el aura del “nuevo guardián” del arco mexicano. Tardó en dar el salto a Europa, y aún así, demostró sus ganas de crecer a pesar de los sacrificios, con una carrera que, aunque irregular en lo colectivo, lo mantuvo vigente en la élite del futbol internacional durante más de una década.
En Francia defendió al Ajaccio, donde se convirtió en ídolo de un club pequeño que sobrevivía gracias a sus atajadas imposibles. Después vinieron pasos por Málaga y Granada en España, donde la lucha contra el descenso lo expuso constantemente, pero también lo catapultó con actuaciones memorables frente a equipos como el Barcelona o el Real Madrid. Más tarde, Bélgica, con el Standard de Lieja, donde recuperó la estabilidad, disputó competencias europeas y volvió a tener el brillo de arquero confiable.
De ahí regresó a México, otra vez al América, como referente y capitán. Sin embargo, su ambición lo llevó a un último desafío en Italia con la Salernitana, donde las críticas fueron severas y el equipo terminó hundido en la tabla. Ese episodio marcó un antes y un después: Ochoa ya no era visto como el mismo arquero que tapaba lo imposible en los mundiales, sino como un veterano que comenzaba a pagar factura ante la exigencia de un futbol mayor.
Con la Selección Mexicana, su legado es indiscutible
. Fue cinco veces mundialista y protagonista en Brasil 2014 y Rusia 2018, con actuaciones que dieron la vuelta al mundo. Se le aplaudió como salvador, pero también se le cuestionó su influencia en el vestidor y el hecho de que, durante años, cerrara el camino a nuevas generaciones de arqueros.Hoy el futuro de Ochoa es una incógnita. Con 39 años cumplidos, se habla de un posible regreso a la Liga MX, donde tendría el respaldo de la afición y un lugar asegurado en el escaparate. También existe la posibilidad de un destino exótico, en ligas de menor exigencia pero con cheques generosos. El problema es que cada paso que dé será juzgado no como una nueva aventura, sino como el epílogo de una carrera que marcó época.
El verdadero reto de Guillermo Ochoa ya no está bajo los tres palos, sino frente al espejo. Su historia se escribió entre América, Ajaccio, Málaga, Granada, Standard de Lieja y Salernitana; su leyenda se forjó con la Selección. Pero ahora, cuando el tiempo le recuerda que no hay reflejo eterno, deberá decidir si se despide como un gigante que supo irse en lo alto o como un ídolo que se aferró demasiado al recuerdo de sus mejores atajadas.
#4 Tiempos
Hoy, frente al campeón | Columna de Arturo Mena “Nefrox”
TESTEANDO
Cuando Toluca llegue al Alfonso Lastras esta noche, no lo hará como un visitante cualquiera. Llega con la etiqueta de campeón, con una racha que asusta y con la confianza de un equipo que se sabe sólido. Para San Luis, en cambio, la cita es una cuerda floja: si tropiezan, el vacío no será sólo en la tabla, también en la credibilidad.
Los Diablos Rojos han mostrado lo que pocos en este torneo: regularidad. Saben atacar, saben cerrar partidos y rara vez pierden la calma. Es un conjunto que luce afinado, con un mediocampo que controla ritmos y delanteros que no perdonan. La pregunta no es si Toluca llega bien, sino si San Luis tiene con qué incomodarlos.
El conjunto potosino, por su parte, ha vivido a base de altibajos. Capaz de ganar con autoridad un fin de semana y de derrumbarse al siguiente con errores de principiante. Su defensa es frágil cuando la presión se acumula y su ataque depende demasiado de destellos aislados. Juegan en casa, sí, pero el Lastras ha dejado de ser un verdadero bastión, demasiadas veces los rivales han salido de aquí con los brazos en alto.
El historial entre ambos no ayuda al ánimo local. Toluca suele imponerse con naturalidad y pocas veces ha permitido que San Luis lo sorprenda. No es casualidad, cuando uno tiene orden y el otro improvisa, el resultado suele estar cantado.
Sin embargo, el fútbol tiene esa manía de burlarse de la lógica. A San Luis le basta un arranque intenso, un gol inesperado o una noche inspirada de su arquero para cambiar el guion. Lo sabe la afición, que se aferra a la esperanza de que, ante el rival más fuerte, el equipo saque la versión que pocas veces aparece.
Hoy no se juega sólo un partido. Para Toluca es la oportunidad de confirmar que su liderazgo no es un accidente. Para San Luis, es el chance de mandar un mensaje claro de que no están condenados a ser comparsa, que pueden competir con cualquiera si deciden hacerlo en serio.
Si San Luis sale tímido, Toluca lo devorará sin esfuerzo. Pero si el local entiende que este es el momento para dar un golpe sobre la mesa, entonces el líder tendrá, por fin, un rival que lo haga sudar. El balón dirá si el Lastras es tumba o resurrección.
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