febrero 12, 2025

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#4 Tiempos

Genaro Vergara, el desconocido defensor de la ciencia mexicana | J.R. Martínez/Dr. Flash

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EL CRONOPIO.

Uno de los grandes acontecimientos de orgullo nacional, ha sido y es, la restauración de la República en 1867; considerada como una segunda independencia marcó el futuro camino de México en las manos del liberalismo, que entre sus acciones importantes por fincar un país en el camino del desarrollo, transformó los procesos educativos con la instauración de establecimientos educativos modernos, como la Escuela Nacional Preparatoria y el desarrollo de los Institutos Científicos a lo largo del país. San Luis Potosí, no fue la excepción y con la reapertura de su Instituto Científico y Literario inició un proceso de grandes logros en la formación de jóvenes profesionales y en la generación de conocimiento a través de sus catedráticos, mismo que realizaban fuera de las aulas. El Gobierno de Juárez, de la mano de Gabino Barreda, implantaba el positivismo como vehículo de formación educativa.

En este marco de nuevas libertades para el desarrollo, se abría al mismo tiempo un camino de dependencia tecnológica, al apurar el proceso de industrialización sin las bases de recursos humanos suficientes y con el desaprovechamiento de sus talentos científicos y tecnológicos, en el fondo un desprecio por el conocimiento, y la idolatría al industrialismo europeo, como medio de enfrentar el fuerte desarrollo norteamericano. La puerta quedaba abierta a la burguesía europea, otra forma sutil de intervencionismo y colonialismo industrial.

En aquella época llegó a radicar a San Luis Potosí el ingeniero mecánico y eléctrico Genaro Vergara que en 1870 ofrecía sus servicios de diseño e instalación de pararrayos “con todas las reglas que prescribe la ciencia y a precios cómodos”. Su establecimiento lo tenía en la calle de la estancada en una casa contigua al cuartel.

A su llegada a San Luis, Vergara contaba con varias patentes de máquinas, entre ellas una máquina para hacer tortillas, un motor de viento (veleta), un aparato para elevar agua, y un sistema de artillería.

Su trabajo en ingeniería y, principalmente su aplicación a problemas que demandaba la sociedad de la época, lo llevó a reflexionar sobre el estado de la situación política y las repercusiones sociales del proceso de dependencia económica e industrial, sobre los intereses de la clase productiva, la clase trabajadora en todos los niveles, tanto artesanal, generadora de productos de consumo y generadora de conocimientos y su aplicación tecnológica, que vivía la sociedad mexicana al restaurarse la República, donde la orientación educativa basada en el positivismo como rector de formación de las nuevas generaciones, para empujar el proceso de industrialización, seguía el camino de un rápido proceso abriendo las fronteras a la inversión y la adquisición de bienes y procesos industriales. Este proceso fue criticado por Genaro Vergara que colaboraba por entonces con obreros potosinos, sus criticas eran plasmadas en la hoja suelta Las Clases Productoras, y fue reproducida por El Socialista en 1871. Vergara y Vélez, quienes firmaban el escrito, criticaban la desmedida presencia de aportaciones extranjeras suplantando el trabajo de la clase trabajadora nacional, en una competencia desleal al otorgar por parte del gobierno liberal el total apoyo a estas inversiones y escatimar el talento nacional. Vergara, que vivía en carne propia el esfuerzo por implantar tecnología nacional para la solución de problemas sociales y apoyar el desarrollo económico de las comunidades, rurales principalmente, anunciaba de cierta forma el camino equivocado de la burocracia política, que finalmente establecería la política de enclave industrial de los países industrializados, principalmente los europeos. Viviendo en San Luis patentó otro par de máquinas, para cortar y picar tabaco.

El industrialismo rompió la unión de producción y consumo y separó al productor del consumidor. La sociedad mexicana, declaraba Vergara, se convertía en solamente consumidora del mercado y bienes extranjeros, y, el extranjero mantenía la dualidad productor consumidor, pero al no vivir en el país, el rompimiento entre producción y consumidor se reflejaba, era equivalente, entre lo extranjero y nacional, respectivamente.

En esa época José Genaro Vergara Castaños participaba en la construcción industrial del país desde San Luis Potosí, aportando con sus contribuciones tecnológicas, gestionando importaciones de maquinaría de utilidad que rindieran fruto a la clase trabajadora combinando a los sectores en productores y consumidores dentro de la misma sociedad, y, construyendo con sus reflexiones y acciones una sociedad económica y tecnológicamente participativa, a través de sus talentos manuales e intelectuales, ajenos al devenir de la clase política.

“Se hace preciso, pues, desechar como un mal pensamiento, la idea de que el gobierno pueda servir de algo que no sea en provecho de los individuos que lo componen, y tenemos por lo mismo necesidad de formar nuestro mundo aparte y bastarnos á nosotros mismo. Dejemos pues al Presidente, á los gobernadores, á los diputados, etc. Haciéndose la ilusión de que estamos creyendo que cumplen con sus deberes.

Mientras los políticos de 72 harán lo mismo que siempre, entretenerse en votar contribuciones, y gabelas, y préstamos, y molederas de todo género, paladeándonos con la discusión de uno que otro proyecto de ley sobre algún camino que no se hará jamás y divirtiéndonos con otros proyectos de leyes sobre disolubilidad del matrimonio y otras barbaridades y ridiculeces por el estilo, es preciso, urgentísimo, de todo punto necesario, que las clases productoras, es decir: agricultores, comerciantes, artistas, artesanos, industriales, etc., haciendo uso del derecho que nos conceden las leyes de reunirnos pacíficamente á tratar sobre cualquier asunto sin que se perturbe la paz y tranquilidad pública.”

Ciento cincuenta años después, nuestro país sigue transitando en la cultura de desperdicio de sus talentos científicos, condenados a las ocurrencias de la burocracia política, que con la mano en la cintura dan al traste con los avances, que al igual que Genaro Vergara, han contribuido los científicos e ingenieros mexicanos.

 

 

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#4 Tiempos

De una vez hay que destapar a todos | Apuntes de Jorge Saldaña

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APUNTES

 

Es el efecto 2027. La elección adelantada. El fuego cruzado. Ganar o morir. Son dos bandos. Y lo que este año, apenas 25 trajo bajo su brazo fue un imperativo: tome cada quién su bando. Rojo o negro, la bola corre y la ruleta girará durante dos años. Hagan sus apuestas y se le corta la mano al que cambie en el camino.

¿Justo o injusto? Nada. Es y ya un juego en el que cada quien está jugando sus cartas y cada quien decide cómo. Ni más ni menos.

Claro, sembrar semillas de “estás conmigo o contra mi” resulta en cosechas de enemistades, se poliniza a la polarización, y se invoca a su primo hermano el caos (bendito el caos, por cierto), pero -todo parece indicar- esas serán las reglas del juego.

¿Quién va a jugar (disculpe, borrar, borrar borrar) quiero decir, ¿Quién ESTÁ jugando? (Así en presente).

Empecemos, pero primero aclaro que las menciones no están en orden ni alfabético, ni numérico, ni ascendente o descendente. Son los nombres que este aprendiz de reportero considera en este momento están todos en la misma línea de posibilidades, cada uno desde su color, partido o alianza.

La segunda consideración es la partidista, pues aunque ya hay anuncios y guiños (medio forzados -hay que decirlo-) entre Morena y Verde, no se puede dar por hecho hoy, que irán juntos, contrario a Verde y PT que casi, casi se puede dar por cierto que participarán unidos.

Destapemos pues (que ya todos están más destapados que un escote pronunciado, pero dejemos testimonio al menos) por cuestión solamente de orden, por colores y empezamos con el Verde.

 

En la carrera al 2027 está apuntada Ruth González, la senadora y esposa del gobernador, que a pesar de que la ley que envió la presidenta Sheinbaum en días recientes al Congreso de la Unión la dejaría fuera de la contienda a la gubernatura en 2027, justo por ser la cónyuge del primer mandatario, sigue siendo una figura en el tablero político electoral.

Los más de 500 mil votos logrados en la elección anterior la avalan y la convierten en una posibilidad grande para participar, sin candados visibles, por la alcaldía capitalina, esto de no ser que la propuesta presidencial o no pase (asunto que sería extrañísimo con acento) o que en defensa de sus derechos político electorales, pueda ampararse y participar (aunque sería un mensaje kamikaze jugar frontal y en contra de la postura presidencial).

De conseguir la alcaldía capitalina para el Verde, Ruth mantendría la línea a la gubernatura, con un intermedio de tres años en los que podría buscar un lugar en la legislatura local (con mayores reflectores) o una federal (con mayor influencia).

De entrar en vigor la propuesta presidencial que ha sido bautizada como “no al nepotismo” (por mi crush Claudia Sheinbaum) y si se resuelve no ampararse Ruth González, una de las figuras a las que se le alinean las posibilidades es sin duda Guadalupe Torres Sánchez, secretario general de Gobierno, hombre fuerte del gobernador y figura que se ha hecho indispensable en casi todas las esferas político, sociales, económicas y mediáticas en el Estado.

Es un hombre que sabe cumplir acuerdos, que los procura y los atiende. Al mismo tiempo cuida su imagen y su comunicación a través de sus redes sin querer ser protagonista ni queriendo acaparar reflectores que no le corresponden.

Para muchos, Torres Sánchez, es la figura “natural” para la sucesión de Ricardo, no obstante hay más cartas en la mesa y muchas hojas que arrancar al calendario.

Otra figura que, le puedo decir con todo conocimiento de causa, está en la lista de posibles candidatos Verdes al 2027 es Juan Manuel Navarro, actual alcalde de Soledad de Graciano Sánchez.

Navarro es un hombre de cercanía prudente, sabe atender los temas que le corresponden y en los que no, no se mete. Es prudente, trabaja y tiene una lealtad, hasta ahora, a toda prueba con su partido y con el gobernador.

Además, el trabajo que ha demostrado en los pocos meses al frente de Soledad han llamado la atención, tiene buena aprobación ciudadana y en las mesas y reuniones se oyen buenas expresiones de Navarro, que además comprende desde el fondo, los proyectos de infraestructura, obra pública y programas sociales Gallardistas, asuntos que son su fuerte.

Juan Carlos Valladares también está en la lista Verde al 2027. El actual diputado federal es cauteloso y prudente -ya contesta como político hasta a los amigos y dice que “su prioridad es trabajar duro y no confrontar a nadie”

y tiene razón, sin embargo, también sabe perfectamente que a su alrededor hay grandes intereses y grupos de poder fáctico que lo acompañan, que influyen grueso en sus circunstancias.

Juan Carlos está consciente de ello, y sabe perfectamente que deberá jugar por nota y no porque sea su obsesión ni deseo ferviente lograr la candidatura, sino por todos y cada uno de los hilos que jala con cada paso que da. No es fácil tomar decisiones de ese tamaño cuando uno se llama Juan Carlos y se apellida Valladares.

El espacio se me agota, sin embargo todos serán nombrados y analizados en la próxima y pronta entrega, mientras tanto termino la de hoy con una carta tapada, un caballo negro o un as bajo la manga: Se trata de Miguel Cavazos Guerrero, charro, tamaulipeco e hijo de Manuel Cavazos Lerma, gobernador de Tamaulipas del 93 al 99.

Cercano, muy cercano al gobernador potosino desde hace relativamente poco tiempo, pero en contraste con gran influencia en el mandatario.

Miguel Cavazos es el actual secretario técnico del gabinete de Ricardo, comparten gustos y pasatiempos, son contemporáneos, pero lo más importante, es que coinciden en su visión de futuro. Guarde el nombre y no lo descarte (ya es sabido que en cuestiones de sucesiones sexenales en San Luis todo es posible y si no pregunten a Toranzo y Carreras)

Otro “gallo del gallardismo” pudiera ser Héctor Serrano, sin embargo, él mismo hace circular la versión de que lo descarten, lo que puede ser una táctica para evitar el golpeteo, es un político hecho y derecho así que nadie se sorprenda si las condiciones cambian también cambie su opinión de apuntarse en la lista de posibles candidatos a suceder a Gallardo.

Hasta aquí la lista del Verde. ¿Me faltará alguno o alguna? Quizás Sonia, a la que tendrían que ocurrir como unos tres milagros seguidos, no obstante tampoco la desestimen. El tema de género puede hacerse presente y dar un giro a la historia.

Por la lista de Morena, contemos a Juan Ramiro Robledo que, aunque hace unos días me dijo a través de un mensaje que su vida en la política local había terminado, como buen político también sabe que no se le dice que no a la presidenta de la República y su opinión podría cambiar.

También en la lista Guinda están las hermanas Rita Ozalia y Rosa Isela, y ni para sorprenderse de más, pero también puede estar en esa lista Enrique Galindo, que ha recibido invitaciones y guiños morenistas.

Galindo también estaría anotado en una alianza PRI-PAN o en una PAN y MC sin PRI

Por el PRI, en caso de ir solo (y sin ninguna posibilidad para que lo anoten) tendría como abanderada quizás a Sara Rocha, que cuanta con un aliado nada más, pero ese aliado es el presidente nacional del partido.

En la lista de los “inesperados pero probables” anote usted al rector de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, Alejandro Zermeño Guerra.

En la lista de los locos anote usted al Tekmol, José Luis Romero, que seguro prepara algunas maromas y bailes con jumentos para buscar algún partido chirris que le de la candidatura a la primer magistratura, luego bajarse y jugar una vez más por Valles.

De la lista de Morena, alianzas PAN con PRI y sin PRI, MC, los inesperados y hasta los loquitos, escribiré con más calma en la siguiente entrega, pero antes una observación importante:

Si juega Morena y Verde por separado, la elección se va a tercios, en cambio Juntos, limón y jamaica, y juntos PRIAN, se esperaría una elección dividida y por demás competida. Hagan sus apuestas.

Hasta aquí por ahora y hasta la próxima Culto Público.

Atentamente,

Jorge Saldaña

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#4 Tiempos

Un café tomado en Viena | Columna de Carlos López Medrano

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Mejor dormir

 

Tanta devoción profesamos al café que rara vez nos detenemos a pensar en la dificultad de un trago perfecto. En pocas ocasiones se alcanza, si somos honestos, y menos aún cuando se prepara con artilugios rudimentarios a merced del pulso, con medidas al tanteo. Siempre algo queda fuera de lugar: demasiado ácido, excesivamente amargo o con un dulzor que lo estropea.

El mayor rival es la temperatura. Al principio, quema los labios, el paladar, la garganta misma; es imbebible y uno se resigna a esperar. La tregua dura lo justo hasta que la tibieza gana la partida sin piedad, despojando a la infusión de su primer y tierno esplendor. Quisiéramos volver atrás unos segundos, recuperar ese instante en que el equilibrio aún era posible. Ya será la próxima vez…

Tener un café perfecto es muy difícil y qué más da, igualmente se le disfruta y adora. Disposición similar habría que tener con las relaciones humanas. Olvidar la manía de lo impoluto y entender que la convivencia diaria está llena de sinsabores, demoras y alguna caricia a destiempo. Igualmente regresaremos por esos instantes que iluminan la piel.

El café es un resorte que reanima. Sylvia Plath lo sabía bien, como comentaba en sus diarios. Se encomendaba a la cafeína para escribir libros en las mañanas. Le servía para rememorar, en la embriaguez de la vela, los días pasados en compañía, la variedad de destinos cruzados en las calles, frutas compradas en algún mercado.

El brebaje obscuro dispone la oportunidad de un nuevo comienzo ante una hoja en blanco. Reenfocar media existencia mientras básicamente se hace nada. El primer café del día se ha de tomar a solas, ya vendrá el tiempo de convivencia en el que entra esa segunda o tercera dosis que fluye con menos vibraciones, más como agua corriente, sin el témpano del trago inicial echado entre la modorra.

La digitalización del mundo moderno ha privado a muchos niños de una escena crucial, quizá modeladora de la prosperidad y de una conducta ejemplar desde los primeros años: bajar a la cocina y ver a un adulto que desayuna, hojea el periódico y toma café. El aroma de la bebida entremezclado con el del papel, el pan tostado y los huevos revueltos con mantequilla tejía una asidera a la costumbre: saber que el éxito, acaso, consistía en llegar a ese punto.

Ser estudiado, formar una familia y, pese a las ocupaciones, reservarse unos minutos al día para leer una crónica. Poco de ello queda. Las prisas son la norma, el tráfico impone desayunos fugaces, fragmentados. Una barrita de granola en solitario. Es posible que la ausencia de aquella escena haya condenado a las últimas generaciones, que, sin el magisterio familiar, acaban trastornadas por compañeros que en la escuela echan doritos nacho a sus emparedados de salchicha.

El café, desde luego, tiene algo de formativo. Stefan Zweig aprendía con las lecturas del colegio en sus días de bachillerato, libros robados de la biblioteca de los que echaba mano para salvarse en las clases aburridas que no le causaban el menor interé

s. Permanecer ante el pupitre debía de ser, para un muchacho inquieto, algo semejante a estar en la cama de un hospital o a cumplir condena en una celda.

Los profesores, con sus voces monocordes y sus lecciones reseñadas en harapos, tenían difícil competencia frente a la verdadera maestra de toda una generación: la propia Viena, una ciudad que a finales del siglo XIX hervía de expresiones culturales. Galerías, conciertos, estrenos teatrales; un coctel que enriquecía las mentes de un país que, como pocos, concentró una densidad inusitada de pensadores, economistas, músicos y escritores de primera línea. La instrucción escolar influía, sí, pero con menor tino. Como recordaría el autor de Carta de una desconocida, acudir a la Ópera, asistir a una representación de Lohengrin, era lo que en verdad marcaba la diferencia.

Y, entre todo, la mayor educación, la mejor academia, estaba en el café, en las cafeterías. Zweig mencionaba en sus memorias que el café vienés no era solo un establecimiento donde se servía bebida caliente, sino una institución, un club intelectual. Bastaban unas monedas para pagar el café y asegurarse una mesa: a cambio se abría un abanico de posibilidades. Las charlas con los amigos, con otros parroquianos, con el propio camarero, permitían aprender de buenas a primeras sobre historia, política y literatura, y todo bajo un esquema excepcional: individuos de alta formación mezclados en el entusiasmo de la conversación, una fiebre contagiosa que aceleraba la dispersión del conocimiento. El boca a boca, el intercambio de las mejores publicaciones de otras latitudes. Lo último llegado de Londres, París o Roma. Mentes brillantes coincidían en tugurios que eran, en realidad, gimnasios de la inteligencia. El grano tostado actuaba como su esteroide.

Frente a ello, la venerada actualidad, ofrece el ensimismamiento de audífonos y cafeterías de entrada por salida, videoconferencias para revisar el avance de las métricas. Un reel me ha dicho que las mentes millonarias no hacen sobremesa, Afuera espera lo belicón, el bellekaeo. Veamos cómo van las cripto o los mejores momentos de una conferencia dedicada a pelear con no sé quién.

Lo difícil del café es dar con el trago perfecto. Más aún, recuperar el mundo de ayer.

 

Contacto

Correo: yomiss@gmail.com

Twitter: @Bigmaud 

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La primera mujer titulada en matemáticas en México | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash

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EL CRONOPIO

En 1953 se celebró en San Luis Potosí, el Tercer Congreso Nacional de Matemáticas que organizó la Sociedad Matemática Mexicana en colaboración con la Universidad Autónoma de San Luis Potosí y el Gobierno del Estado, como un reconocimiento a la tradición cultural de San Luis Potosí.

En ese congreso, participaría la pionera en el estudio de las matemáticas en México, Ana María Flores, que fuera la primera mujer en realizar estudios profesionales de matemáticas y en graduarse como matemática en el país, cuando aún no existía formalmente la licenciatura en matemáticas en México, por lo que recibiría el titulo como profesora de matemáticas.

En este día, 11 de febrero, Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia establecida por la UNESCO y la ONU con el objetivo de reconocer el papel fundamental de las mujeres y las niñas en la ciencia y en la tecnología, recordamos y reconocemos la labor de Ana María Flores como la primera matemática mexicana, quien participaría en San Luis Potosí impartiendo conferencias especializadas y conferencias de divulgación dirigidas a la población potosina en 1953 en el Tercer Congreso Nacional de Matemáticas.

En anterior entrega, presentamos en esta columna el caso de Enriqueta González Baz que sería la primera matemática titulada en el país; en 1944 se presentó en su examen profesional con un trabajo de tesis sobre funciones especiales, en particular las funciones de Bessel, funciones Gama y funciones de Legendre. Sin embargo, fuera de los formalismos, Ana María Flores pude considerarse la primera licenciada en Matemáticas, egresada en la misma Universidad Nacional Autónoma de México, de donde egresara Enriqueta González Baz al fundarse la Facultad de Ciencias de la UNAM en 1938; sin embargo, desde 1935 se estableció la licenciatura en matemáticas con énfasis en la enseñanza. Estas carreras, con énfasis en la enseñanza de las matemáticas, eran licenciaturas. De hecho, en su trayectoria profesional se dedicó a la estadística matemática.

En su visita a San Luis Potosí, durante el congreso de matemáticas, presentó una conferencia técnica y una conferencia de divulgación al gran público, con los temas: el cálculo de probabilidades en una investigación de invalideces y, importancia social de la Estadística Matemática, respectivamente.

En 1934 Ana María Flores era la única alumna en clases de matemáticas, su profesor Alberto Barajas, reconocido científico mexicano que había sido alumno a su vez de Sotero Prieto, el pionero en la enseñanza profesional de las matemáticas en México.

Ana María Flores fue, en ese entonces, la primera licenciada en Matemáticas por la UNAM y, aunque su licenciatura tenía una orientación hacia la docencia, se convertía en la primera matemática en 1937.

Supo rodearse de buenos asesores y buenos matemáticos, como el profesor Enrique Valle Flores, interesados en la Estadística. Ana María ocupó un destacado puesto en la entonces Secretaría de Industria y Comercio. Tuvo la visión y ejerció su influencia para la creación velada de un Departamento de Estadística en la Dirección de Normas y Medidas, dentro de la misma Secretaría, y marcó un antecedente claro para la promoción del desarrollo de esta rama en nuestro país. Así que, podemos considerarla la pionera de la matemática estadística en el país.

En esa época pocas personas habían recibido la licenciatura, pero en 1943, antes de que se abriera un período que duró hasta 1949 y en el que nadie se graduó, obtuvo la licenciatura otra mujer: Carmen Alburquerque García. Por una de sus alumnas de secundaria, sabemos que se dedicó a dar clases y que era una excelente maestra.

El programa de maestría en matemáticas tuvo más impacto porque fue más fructífero y varias personas obtuvieron el grado. Entre 1940 y 1947, de los trece grados otorgados, dos fueron dados a mujeres: Enriqueta González Baz (1944) y María del Pilar Mercado Doménech (1947). Pero no es que no hubiera mujeres en la licenciatura y en la maestría, lo que pasaba es que algunas mujeres empezaban su vida laboral o académicamente productiva aún sin haber recibido el título, como es el caso de la maestra Manuela Garín.

Ana María Flores, disfrutó de nuestra ciudad y compartió con los estudiantes y catedráticos potosinos, así como los ciudadanos, su saber y tuvo la ciudad de San Luis Potosí el placer de ser huésped de la primera matemática mexicana y la pionera en el desarrollo de la matemática estadística en México.

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Opinión

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