octubre 10, 2025

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#4 Tiempos

Florencio Cabrera, el precursor de la ciencia potosina | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash

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EL CRONOPIO

El Colegio Guadalupano Josefino, encargado de la educación secundaria en el estado, había dado paso al Seminario Conciliar de la Mitra Potosina. A fines de la década de los cincuenta del siglo XIX, el gobierno del estado retomó su compromiso y responsabilidad de encargarse de los estudios superiores y proyectó la creación de un Instituto Científico y Literario, el cual fue formalizado el 2 de agosto de 1859, bajo el Gobierno del Lic. Vicente Chico Sein, que se abriría en el exconvento de San Francisco. Cosa que no sucedería por el advenimiento de la guerra de los tres años que sacudió al país y en especial a la capital potosina.

El Instituto fue inaugurado el 23 de mayo de 1861 por el gobernador Sostenes Escandón, otorgándole la dirección del nuevo establecimiento al presbítero Mariano Saldaña. Por carecer de ley de instrucción pública, las cátedras y profesores de las mismas las determinaba a su arbitrio el gobernador del estado. No fue hasta 1863 que se contó con una ley de instrucción pública. A fines de 1863 el Instituto cerró sus aulas debido a la llegada de las tropas imperialistas y francesas a la ciudad, ocupando éstas las instalaciones del Instituto como cuartel. Por ese entonces el Instituto ya estaba instalado en el edificio que ocupara el Colegio Guadalupano Josefino, mismo que en la actualidad es ocupado por la Universidad Autónoma de San Luis Potosí.

En este breve periodo de actividades se llegaron a impartir cátedras de física, para la cual fungió como profesor el farmacéutico Florencio Cabrera, quien también se encargaba de la cátedra de química y farmacia.

Florencio Cabrera fue un importante científico potosino que destacara en varias áreas de la ciencia. Fue un sabio de su profesión y uno de los más eminentes maestros del Instituto Científico donde fue catedrático de varias materias como farmacia, química y física, tuvo conocimientos muy profundos en historia y en topografía y fue uno de los primeros escritores que se ocuparon de investigar sobre arqueología y etnografía de San Luis Potosí. Descubrió el ocre de bismuto en las montañas del desierto que se ubican al poniente de la ciudad. El trabajo analítico que redactó sobre esta materia le fue premiado por la Academia de Medicina de México, de la cual fue socio.

Otra interesante investigación fue su estudio sobre el ácido litofélico como reactivo del azúcar del diabético. Trabajos que combinaba con su profesión de farmacéutico, donde regenteaba una farmacia, en la que iniciaría sus trabajos profesionales Francisco Javier Estrada, al recibirse de farmacéutico en la ciudad de México. Florencio Cabrera ocupó cargos públicos; en 1876 fungió como diputado.

Cursó en la ciudad de México los estudios de farmacia siendo alumno del Dr. Leopoldo Río de la Loza

. A él se debe el importante plano de la ciudad de San Luis Potosí, de 1869, siendo el primer plano científico. Fue el primero que sembró árboles de eucalipto para purificar el ambiente aprovechando semillas traídas especialmente de Europa. Perteneció a la primera sociedad científica del México independiente, la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, de la que fungió como corresponsal y donde escribiera un buen número de artículos de corte diverso. En 1870 propuso que se formara una biblioteca con los libros de las bibliotecas conventuales, confiscadas por las leyes de Reforma y abandonadas en una de las bodegas del Instituto Científico y Literario, su idea fue origen de la que ahora es la biblioteca de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí.

Cabrera se encargó de realizar mediciones meteorológicas, como resultado de una encomienda de la Junta Auxiliar de la Sociedad de Geografía y Estadística, encargándose de realizar observaciones en el termómetro, higrómetro y pluviómetro. En un artículo publicado en el Boletín de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, referente a la observación de una aurora boreal, comenta respecto al uso de instrumentos del propio Instituto Científico de San Luis y de instrumentos de su propiedad, como una brújula que ponía sobre la meridiana que tenía trazada en la azotea de su casa y que fuera rectificada por los señores Díaz Covarrubias y Manuel Fernández mismos que se encontraban en la ciudad en la época de la intervención francesa. Estos ilustres personajes de la ciencia mexicana coincidieron en discusiones y trabajos de instrumentación con Florencio Cabrera. Si bien el artículo fue publicado en 1872, en el mismo se refiere a la rectificación y trazado de la meridiana con muchísima anticipación, que podía haber sido en la época de estancia de Covarrubias y Fernández en San Luis.

Florencio Cabrera ilustre científico potosino figura como el primer profesor de ciencias del Instituto Científico y Literario de San Luis Potosí.

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#4 Tiempos

Las dos mujeres de Truman. Palabras con cicuta

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Apuntes

Hay autores que escriben un solo amor con distintos nombres. Truman Capote lo hizo con los de Nancy Clutter y Holly Golightly: la muchacha asesinada y la mujer que huye. Dos rostros de la misma herida.

Nancy era todo lo que el mundo aprueba: pureza, promesa, familia. Una adolescente que hacía listas, organizaba fiestas y creía que el bien era una costumbre diaria. Holly, en cambio, era todo lo que el mundo juzga: libre, contradictoria, caprichosa, superviviente. Todo sinónimo de “libre y espontánea”.

Ambas están solas frente a una sociedad que las define, una desde la muerte y otra desde el deseo.

Yo creo que Capote estuvo enamorado de una mujer que fue las dos. Una que lo deslumbró por su bondad y lo desarmó por su caos. En Nancy encontró la integridad que él nunca tuvo; en Holly, la libertad que siempre le fue negada. Una mujer que cocinaba con delantal los domingos, pero que podía desaparecer una semana sin explicar por qué. La amaba por lo que lo salvaba y por lo que lo destruía.

En A sangre fría, Capote mira a Nancy como si aún pudiera rescatarla. La describe con ternura casi maternal, pero también con una envidia melancólica: ella no sabía lo que era la vergüenza ni el exceso. En Desayuno en Tiffany’s, en cambio, elige no salvar a Holly. La deja ir. Le permite el privilegio que Nancy nunca tuvo: seguir viva aunque nadie la entienda.

Quizá esa fue la forma en que Truman se reconcilió con su propia culpa. Escribir a la que murió como víctima y a la que se fue como promesa. Una purificada por la muerte, la otra condenada a vivir

. Entre ambas, Capote puso su propia alma: la de un niño que soñaba con el orden de Nancy y despertaba con el desorden de Holly.

No se puede amar a dos mujeres tan distintas sin romperse un poco. Pero Capote lo hizo. Amó la pureza que se deja matar y la libertad que se mata sola.

Y quizá, como tantos de nosotros, entendió demasiado tarde que una y otra eran la misma. Que la vida te puede matar por ser buena o por querer ser libre. Y que entre esas dos muertes —la literal y la simbólica— se esconde el precio de vivir como uno quiere.

Punto.

Y aquí estoy yo, leyendo a Truman y sintiendo que me contó la historia antes de que ocurriera. Porque yo también quise que Holly fuera Nancy: que se quedara, que colgara su vestido brillante y se sentara a esperar el desayuno. Pero ella eligió la noche, otro hombre, otra ciudad.

Yo sigo aquí, recogiendo los platos, preguntándome si alguna vez alguien puede amar a una mujer así sin terminar escribiendo sobre su ausencia.

Quizá eso somos los que escribimos: los que convertimos el abandono en literatura.
Los que seguimos hablando con las Holly que quisimos que fueran Nancy, aun sabiendo que la vida —como en Capote— siempre acaba a sangre fría.

Yo soy Jorge Saldaña.

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#4 Tiempos

Antonio Castro Leal, su papel por la autonomía universitaria | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash

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EL CRONOPIO

 

En los movimientos y propuestas por la autonomía universitaria en el país, son varios los potosinos que figuran como pioneros, algunos no muy mencionados en este proceso. Entre estas figuras encontramos a Valentín Gama y Cruz, Rafael Nieto Compeán, Manuel Nava Martínez y Antonio Castro Leal quien estaría involucrado en los dos más importantes movimientos por la autonomía universitaria, el caso potosino y el de la universidad nacional.

Antonio Castro leal, abogado de formación y literato por vocación nació en San Luis Potosí en la última década del siglo XIX, el 2 de abril de 1896 y como varios potosinos iría a la Ciudad de México a continuar sus estudios a principios del siglo XX, donde fincaría su formación intelectual en la Escuela Nacional Preparatoria adquiriendo una formación humanística que guiaría su vida profesional. Fue uno de los fundadores del proyecto conocido como Ateneo de la Juventud y la fundación de la Preparatoria Libre.

Ingresa a la Escuela Nacional de Jurisprudencia y cofundaría la Sociedad de Conferencias y Conciertos en 1916, a cuyos siete fundadores se les llamaría “los siete sabios”, junto a Vicente Lombardo Toledano, Manuel Gómez Morín, Teófilo Olea y Leyva, Jesús Moreno Baca, Alfonso Caso y Alberto Vázquez del Mercado. “Los siete sabios”, nombre que nació mas en tono de burla que de reconocimiento, se caracterizaban por ser un grupo lleno de inquietudes culturales y políticas, aficionados a la música, la literatura y cultura en general; jóvenes precoces de 19 y 20 años de edad que ya eran profesores universitarios.

El papel pionero de Valentín Gama, por la autonomía universitaria cuando asumió el rectorado de la entonces Universidad Nacional de México, ya lo hemos tratado en esta columna, pero por aquella época revolucionaria Antonio Castro Leal, figuraría entre los primeros mexicanos que impulsarían los proyectos de autonomía universitaria.

Su interés político se manifestaría en 1917, cuando con sus compañeros universitarios que integraban “los siete sabios” extendieron al Congreso de la Unión la primera solicitud de autonomía universitaria, como protesta ante la Constitución de ese año, que suprimía a la Secretaría de Educación Pública creando a cambio un Departamento Universitario que el Senado integró a la Secretaría de Gobernación; determinación que molestó a estudiantes y profesores y como parte de la protesta, Castro Leal y sus amigos de los siete sabios enviaban la solicitud de autonomía universitaria al Congreso de la Unión, de la cual nunca hubo respuesta.

Años después, Antonio Castro Leal, sería rector de la Universidad Nacional de México, siendo el segundo potosino en ocupar ese puesto y durante su rectorado se conseguiría como un gran triunfo histórico la autonomía universitaria transformándose la Universidad Nacional en Universidad Nacional Autónoma de México.

Por ese entonces la autonomía de la universidad potosina, que se considera la primera a nivel nacional en haber obtenido ese carácter con la iniciativa de Rafael Nieto, le había sido retirada y la recuperaría en parcialmente en 1935 siendo gobernador Idelfonso Turrubiartes. La completa autonomía y formación estructural académica de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, la lograría el Dr. Manuel Nava con el apoyo del gobernador Ismael Salas en la década de los cincuenta del siglo XX, como apuntamos en la entrega anterior de esta columna. En este movimiento académico en San Luis, estaría participando de manera indirecta también Antonio Castro Leal como miembro de la Academia Potosina de Ciencias y Artes que impulsó el movimiento renovador de alta cultura que incidió en la moderna formación de la UASLP.

Antonio Castro Leal obtuvo los grados de licenciado y doctor en derecho por la UNAM y doctor en filosofía por la Universidad Georgetown en Washington, Estados Unidos. Durante algún tiempo se dedicó a la docencia como actividad principal dictando cátedra de literatura en la Escuela de Altos Estudios, en la Escuela Nacional Preparatoria y en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, también impartió la cátedra de derecho internacional en la Escuela Nacional de Jurisprudencia.

Su papel en las instituciones educativas y culturales mexicanas fue muy importante teniendo un destacado papel protagónico, entre ellas la dirección del Instituto Nacional de Bellas Artes, entre muchas otras.

Su actividad literaria, otra de sus pasiones, la inicia en 1914 distinguiéndose como escritor, ensayista y crítico de las letras mexicanas. Escribió poesía usando el pseudónimo de “Miguel Potosí”. Castro Leal es uno de los muchos potosinos que escribieron su historia en el mundo de las letras y que figura como un protagonista por la autonomía universitaria en el país.

Antonio Castro Leal murió en la Ciudad de México el 7 de enero de 1981.

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#4 Tiempos

Siempre Autónoma… ¿o hasta la victoria siempre?

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APUNTES

 

Así “sin querer queriendo” me encontré una película que para mí es fabulosa: “13 días”. John Efe, era encantador… Fidel, un hombre que jamás se hincó ante el “imperio” mmmm… ¿De qué lado están ustedes? ¿“Team Fidel, que no se rinde pero tampoco se alinea”, o “Team John”?

La UASLP es como la Cuba de Fidel: No, ¿cómo cree presidente? Nosotros no tenemos nada en su contra, pero pues la hermana República de Rusia nos regaló unos misiles… ¿Qué haría usted?

Presidente… nuestra patria es autónoma, libre, independiente… no se meta, pero queremos el mismo derecho que usted a meternos en lo que nos dé la gana y golpearlo a contentillo… métase cuando a nosotros nos convenga… es nuestro derecho y hasta deber.

Presidente: vamos a lanzar nuestros misiles, pero no queremos hacerles daño… solo que usted nos hace daño y nos comportamos IGUAL que usted.

¿Autonomía? Claro. Que hermosa palabra. Caperucita pudo ser la más puta con el lobo, pero… fue decisión de ella (muy autónoma) señalar a quien ella consideró culpable… y mataron al lobo.

Deme una salida, presidente…

— Ok.

Eres a partir de hoy, autónomo. Pero bloqueado. Aceptas lo que te diga, pero dirás que no aceptaste. Hablo yo. No tú

… y te tienes que agachar, aunque tú tengas los misiles.

—Ganamos.

Hasta la próxima.

Yo soy Jorge Saldaña

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