#4 Tiempos
Falta de memoria, soberbia, y corrupción | Columna de Enrique Domínguez
Cuentas claras
Parece mentira que en nuestra sociedad aún exista esa mezquindad para estar vociferando y dando crédito a dichos, falacias y noticias sesgadas.
No existe ese pensamiento analítico, reflexivo para darse cuenta que nuestro país ha sido saqueado por una camarilla de ladrones, estafadores y vividores, no solo eso, estamos plagados de asesinos, huachicoleros y criminales de cuello blanco. La tarea no es fácil para el nuevo gobierno, pero, lo más sorprendente es que esa MINORÍA QUE SE SIENTE MAYORÍA, aún se empeña es la descalificación barata teniendo como sustento una bipolaridad latente, un modo tergiversado y complejo teniendo como resultado un razonamiento contrario a lo que sea una buena posibilidad de recomponer el país.
Ese grupo conservador que pedía a gritos que los ductos fueran abiertos, ahora culpa al gobierno por no haberlos cerrado, esos que pedían la muerte a los huachicoleros, ahora se solidarizan con ellos. Sí, aquellos a los que en tono despectivo y por demás clasista y racista llamaban “jodidos”, “muertos de hambre”, “nacos” e “indios”.
Ese pensamiento por demás egoísta en el cual anteponen su auto con tanque lleno antes de sufrir las premuras de formarse por horas y cargar su combustible, que, dicho sea de paso, la afectación no llegó a más del 25% de los estados del país.
Una falla increíble en el órgano de la memoria para olvidar que, ahora, lo que estamos viviendo no es otra cosa que el resultado de la corrupción, del embuste y el robo más descarado que se tenga en la historia del país.
La prensa tramposa y estafadora ahora reclama, califica y enjuicia sin piedad al nuevo gobierno, demostrando su línea para el golpeteo mediático, al igual que la sociedad conservadora (minoría que se siente mayoría) pronto se olvidaron de la corrupción de gobiernos anteriores como el de Vicente Fox, quien a la fecha sigue siendo investigado por casos de corrupción, complicidad de su esposa Marta Sahagún y sus hijos Bribiesca, acumulando fortunas cuantiosas por actividades al margen de la ley.
Un carnicero como Calderón con una responsabilidad directa de más de 100,000 muertos, al igual que Enrique Peña Nieto con una cifra similar, todos ellos, al igual que otros personajes como Ernesto Zedillo y el rufián mayor, Carlos Salinas de Gortari. Sí, ellos son partícipes y cómplices de esto que se está atacando ahora.
Es evidente la preponderancia del poder de los medios, con personajes siniestros que se denominan líderes de opinión como el caso de Joaquín López Dóriga, Carlos Loret de Mola y unas decenas más, incluso politólogas como Denisse Dresser con su modo tranquilo e injurioso para calificar con un modo inquisitivo sin tener la argumentación necesaria y cayendo en profundas contradicciones.
Estamos ante una gran tragedia como lo es la muerte de más de 80 personas, que si bien, su presencia en el lugar de los hechos era resultado de un hecho ilícito, también el sentido de humanidad tiene que prevalecer, pero ello no los deslinda de responsabilidad. Algo risible es el oficio enviado por parte de la Comisión Nacional de Derechos Humanos solicitando explicaciones de la no intervención del ejército para evitar que la población se acercara a “robar” combustible. Una completa desfachatez, pues un organismo como tal debe ante todo proteger a las personas vulnerables y evitar a toda costa que sus derechos sean violados.
Estamos ante un problema muy serio, no solo por el robo de combustible a niveles menores como es el caso de aquella población marginada, en cuyo caso solo representa el 20% del hurto descarado, no solo es eso, también hay infraestructura para un robo descomunal invadiendo el derecho de vía, instalando centros de almacenaje, ductos “secretos” y comercio a otros países de manera ilícita. Aún falta dar con los culpables, para ello, es necesario que el senado apruebe la ley para castigar como delito grave el robo de combustible.
Falta también investigar el mercado negro del robo de crudo para vender a otros países sin reportarlo, falta aún investigar qué pasó con esos 400 millones de pesos que se dieron de anticipo para la adquisición de 700 pipas durante el sexenio de EPN. Sin obtener el reembolso ni los vehículos licitados. Ah, pero sí hubo una demanda por parte de PEMEX con una redacción, carente de contexto, sin acusaciones directas y dejada en el olvido.
La investigación también seguirá en la CFE para saber por qué estamos comprando el 50% de la energía que consumimos a precios exorbitantes y salir de dudas con personajes que fueron directores en CFE y ahora forman parte de los consejos de administración de las mismas empresas eléctricas que le venden energía.
El sector Salud no se salva, anualmente se gastaban 80 mil millones de pesos en medicamentos y resulta que hay desabasto.
La corrupción está en todos los niveles, secretarías y dependencias gubernamentales, resulta escalofriante todo lo que está por venir, no es algo fácil, habrá resistencia, prevalece el crimen organizado, sabotajes e impedimento para que se cumpla con el cometido de acabar con la corrupción.
Andrés Manuel López Obrador comentó durante su campaña que se ahorrarían 500,000 millones de pesos atacando la corrupción, veo que se quedará corto, pues el saqueo es espeluznante, abominable y grosero.
También lea: El enfrentamiento REAL al huachicoleo | Columna de Enrique Domínguez
#4 Tiempos
Fantasmas y oportunidad | Columna de Arturo Mena “Nefrox”
TESTEANDO
Este domingo San Luis abre el Alfonso Lastras frente a Tijuana, y no es un choque cualquiera, para los potosinos es una prueba de carácter, de identidad, de si realmente están vivos en este torneo o sólo repitiendo errores bajo otro sol. Para Tijuana, la visita es de las incómodas, estos partidos lejos de casa suelen desnudar sus fisuras, y enfrente estará un equipo que ya aprendió a morder cuando tiene que hacerlo.
San Luis llega golpeado por la irregularidad. Ha ganado partidos fuera de casa, pero también ha perdido otros en los que se dejó intimidar por rivales que no parecían tener mucho; juegos en los que el pulso se va, la concentración se diluye y los goles encajados parecen inevitables. Esa vulnerabilidad ha sido la constante, una defensa que tiembla, un mediocampo que se pierde cuando faltan ideas y delanteros que dependen demasiado de la inspiración aislada o del error ajeno.
Tijuana, por su parte, no es un paseo. Ha mostrado destellos de buen fútbol, ha sumado resultados decentes, pero también ha dejado ver que le cuesta imponerse fuera de casa cuando el rival presiona alto o lo obliga a construir desde atrás. Su equilibrio se tambalea si el marcador no le favorece pronto, y su carácter depende mucho de momentos puntuales de inspiración.
El historial entre ambos juega en favor de los fronterizos: más victorias, más empates, pocas derrotas. San Luis ha ganado escasas veces contra Tijuana, tanto de local como visitante, y eso pesa no sólo en la estadística, sino en la mente. Saber que enfrente hay un rival que te ha dominado más veces de las que quisieras recordar añade presión extra, obliga a estar mejor preparado, más concentrado y sin margen para regalar minutos.
La noticia que sacude el ambiente es el regreso de Vitinho al Alfonso Lastras. El brasileño, que dejó huella en San Luis por su desparpajo y verticalidad, vuelve ahora vestido de visitante. Su sola presencia añade una dosis de morbo, la afición potosina lo recuerda como una chispa capaz de encender partidos en segundos, y este domingo podría ser precisamente la amenaza que complique al equipo que alguna vez lo arropó. Su regreso no es un detalle menor, es un recordatorio de lo que San Luis tuvo y dejó ir.
Y la urgencia se siente en la grada, los aficionados ya no apuestan por promesas, quieren resultados. Si San Luis no se aferra a la localía, no sale con intensidad y no demuestra identidad desde el primer minuto, este partido puede volverse otro de esos en los que la ilusión apareció en la previa, pero el gol nunca llegó, o llegó demasiado tarde.
Este domingo no sólo se juega un partido, también se reencuentran viejos fantasmas. Si San Luis logra que la vuelta de Vitinho sea anécdota y no sentencia, tendrá mucho ganado. Pero si se deja arrastrar por la nostalgia y la fragilidad que lo persigue, Tijuana podría salir de nuevo airoso del Lastras. La diferencia entre fiesta y tormenta se definirá en noventa minutos.
También lee: El eterno | Columna de Arturo Mena “Nefrox”
#4 Tiempos
De conformidad con Armani | Columna de Carlos López Medrano
Mejor dormir
Le debo mucho a personas de las que ni siquiera recuerdo el nombre. Hace quince, quizá veinte años, leí un artículo sobre Giorgio Armani en una revista de la que no retengo ni el título ni el autor. Lo único que llevo clavado en el pecho es el párrafo inicial que aún conservo como recorte y que cada tanto acude a mi memoria por dejarme una lección sencilla e invaluable: la de resistir.
El texto decía:
Cuarenta y tantos años y te va… «bien». Ese sentimiento es tan común para muchos hombres. Es una sensación que les da escalofríos en el alma cuando se ven al espejo, porque es el momento en que se dan cuenta de que deben guardar en un cajón sus antiguas ambiciones juveniles. Es la hora de conformarse con lo que se tiene.
Pero Armani decidió que no se conformaría. En julio de 1975…
Es lo único que tengo de aquel artículo, y ha sido suficiente. Ahí estaba lo esencial: no renunciar a los ideales. El autor evocaba el carácter de Armani, esa estrella tardía que rozaba los cuarenta mientras seguía a la sombra; trazando para Cerruti, elogiado a medias, con algunos cumplidos y atenciones, aunque bajo el nombre de otro. Condenado al taller ajeno y volver vacío a casa.
Muchos habrían sido felices con lo que Armani tenía por entonces. No estaba nada mal. Una profesión estable, buena paga, un lugar en la industria, sin riesgos, cierta tranquilidad. Sé feliz con tu trabajo. Si se lo proponía, podría llevar una vida manejable, moderadamente satisfactoria.
Pero para los espíritus de primera línea la conformidad es intolerable. Armani sabía que dentro de sí había algo más, y se decidió a buscarlo. Tuvo la fortuna de un fino soporte: su querido Sergio Galeotti. Los primeros pasos de un visionario precisan de alguna confirmación, un guiño que eche para adelante en tiempos de flaqueza. Galeotti representó eso para él.
Al cabo de un tiempo, ese hombre que parecía llegar tarde acabó por adelantarse a todos. Armani se convirtió en el diseñador italiano más famoso de su época, un emblema del estilo europeo. También un magnate y un símbolo. Su apellido se volvió sinónimo de calidad y seducción.
Mucho aprendí de aquel ejemplo. Un volantazo siempre es posible, incluso cuando el calendario insiste en dictar lo contrario, por mucho que las circunstancias se empeñen a adjudicar espacio en un rincón. He vuelto a esas líneas en mis horas de duda para recordarme que no hay límite de edad para dar la batalla, y que nadie la dará por nosotros. Después he encontrado historias semejantes, de hombres y mujeres que, en sus cuarenta, cincuenta, setenta o más allá decidieron no resignarse y se levantaron de la mesa para reclamar lo que aún podían ser, imponiéndose ante un pa norama sin emoción.
De Armani supe más tarde otras cosas. Cada que me adentraba venía mayor fascinación. Trazó para mí un ideal: ir arreglado y rodeado de bellas mujeres. Morir entonces con lentitud, con la gracia de una hoja que cae en una danza admirable. Su apego a la limpieza, heredado de su madre (desde niño tuvo un paño entre las manos para borrar lo que está mal con el mundo); su capacidad de desprenderse de lo que sobra, de lo chillón, de lo que hace ruido. «Hay que descartar todo lo demasiado llamativo», repetía, «y buscar algo más sutil, más silencioso». Así eran sus trajes, bondadosos en su ligereza, como una segunda piel que no aplastaba a quien la vestía. Supo que la comodidad era una expresión de la libertad. Las tres camisas que llevaba en la maleta.
El tono de su piel recordaba a la pulpa de una naranja madura recién abierta, un resplandor cítrico rodeado siempre de gente guapa, como si la belleza tuviera que escoltarlo. Acqua di Giò fue el primer perfume que convirtió en universal lo exclusivo. Alberto Morillas atrapó en un frasco la luz de un mediodía frente al mar, y Armani supo reducirlo en una frase: lo más importante es ser normal.
Él y sus modelos eran un brillo en medio de la decadencia de la civilización, un lujo popular que los pasajeros de un autobús vislumbraban al pasar frente a un anuncio o al mirar una película de Richard Gere. Supo ser el verano en una piscina, un yate cargado de aceitunas y también un rascacielos con pisos de mármol. Como revés a un verso de aquel poema español del siglo XV «Edechas a la muerte de Guillén Peraza», con Armani no se veían pesares, sino placeres.
Los maniquíes sueñan con portar piezas de Armani y ser acomodados por él en un escaparate, con la calma de un pintor impresionista. Diseños que juegan con los ojos, el anhelado capricho de llevar sus telas, que al final él resumía en su atuendo ligero, camiseta, pantalón, chaqueta, el peinado echado para atrás y esa sonrisa simétrica, flecha del estilo que entra por las fosas nasales. Gracias sus propuestas más de uno se animó a ser un yuppie es vez de caer en las sucias garras del jipismo.
En el delirio de mis comparaciones, pensaba en cierto diseñador estadounidense de cara atomizada como una extensión de Burger King, ahí donde Armani era una vuelta al Mediterráneo. Como Giorgio, desprecio a la gente que se aprovecha de la ingenuidad de la gente para alcanzar el éxito o, en última instancia, llegar al poder.
El mundo bien pueda dividirse en conformistas e inconformes. Los primeros se abandonan al asiento torcido de la rutina en cuanto les parece tolerable (y no les va tan mal); los segundos viven con el aguijón de no estar nunca en su sitio, y por eso se levantan y vuelven a intentarlo en su despecho. No siempre logran lo que persiguen, pero su combate en sí mismo ya es una inspiración. Giorgio Armani contaba que el mayor legado de sus padres fue un «sentido de dignidad», junto con la tenacidad y fortaleza mental suficiente para resistir en los momentos difíciles. Ropajes aparte, la historia de aquel hombre que, cumplidos los cuarenta, se lanzó a por todas, constituye un regalo de buen moño para quienes aún creemos que nunca es tarde para empezar de nuevo.
Contacto
Correo: yomiss@gmail.com
Twitter: @Bigmaud
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#4 Tiempos
Gustavo López, presentación de su libro He aquí al hombre | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash
EL CRONOPIO
Una introspección reconstruyendo su propia génesis a través de la palabra Gustavo López Hernández escribe He aquí al hombre, su libro de poemas que recorre sus sentimientos forjados a lo largo de su vida artística y cotidiana. Si el designio del cometa es el regreso el designio de Gustavo López es transcurrir. Transcurrir que describe en su libro, si bien personal, de gozo universal, pues su palabra se disfruta y nos hace reflexionar sobre nuestro propio transcurrir.
Su libro He aquí el hombre, será presentado en la librería Gandhi que se encuentra en el edificio Ipiña en Plaza de Fundadores, el día 12 de septiembre en punto de las seis de la tarde, contando con la participación de la poetiza Fabiola Amaro y un servidor.
Gustavo López es un referente en la música popular mexicana y en especial la denominada folclórica, que tuvo su momento de brillantez en los setenta y ochenta en ese México que se apuraba en formar músicos y cantantes que rescataran nuestras raíces musicales y dieran frescura con nuevas obras a ese arte lirico que mezcla la música y la palabra.
López Hernández participó en la formación de ese tipo de grupos musicales, como el caso del grupo “CADE” que difundía el folklor mexicano y a experimentar con composiciones que mezclan ese folklor con otros elementos musicales. Funda, en compañía de otros jóvenes el Centro para el Estudio del Folklor Latinoamericano (CEFOL). Este Centro fue el crisol en la formación de compositores interpretes y músicos que refrescaron el ambiente musical mexicano. Figuras como Eugenia León, Marcial Alejandro, Guadalupe Pineda, Roberto Morales, entre muchos otros, emergieron de ese Centro.
Gustavo López lleva en la sangre la vena musical de su tierra juchiteca donde nació y de donde fue a la ciudad de México a fincar su formación. Estudiando la preparatoria y posteriormente Letras Hispánicas en la Universidad Nacional Autónoma de México, estudios que combinaba con los de música, haciendo algunos estudios en la Escuela Superior de Música.
El célebre grupo de música folclórica latinoamericana, Los Folkloristas, lo tuvo como uno de sus miembros desde 1978 y hasta 1982. Desde entonces se le conoce como un compositor cuyas obras han sido estrenadas en los mejores escenarios mexicanos y sus canciones se han convertido en refrentes de la nueva música mexicana.
Como artista, también ha incursionado con éxito en la pintura, donde su obra se ha presentado en exposiciones individuales y colectivas en Oaxaca y Ciudad de México, así como fuera del país como fue su exposición en Puerto Rico.
Su impronta en la cultura de su estado ha quedado, además de su trabajo musical y pictórico, en la ilustración y creación de obra en el libro Oaxaca Recóndita de Wilfrido C. Cruz que editara el Instituto de Educación Pública de Oaxaca.
En agosto de 2024 publica su primer poemario He Aquí al Hombre, bajo el sello de Laberinto Ediciones, el cual ha estado promocionando en diversas sedes del país, y que ahora llega a San Luis Potosí, con la presentación del libro el viernes 12 de septiembre a las 18:00 horas en la librería Gandhi de Plaza de las Fundadores.
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