#4 Tiempos
#Entrevista | Diego tiene dos mamás
El jueves pasado, el Congreso del Estado aprobó modificaciones en el Código Familiar, lo que permitirá los matrimonios entre personas del mismo sexo en San Luis Potosí. Esto, además, abre la puerta a la adopción homoparental, por lo que hoy, a propósito de esos cambios, retomamos esta entrevista con una de las primeras parejas que lograron casarse en San Luis Potosí, a través de un amparo y que tienen un hijo. el texto fue publicado originalmente el 9 de mayo de 2016.
El 28 de junio de 2014, Fabiola Luna se encontraba en el área de urgencias del Hospital Central “Ignacio Morones Prieto”. Eran casi las tres de la mañana cuando le dijeron que estaba por llegar un paciente en condiciones muy graves, minutos antes acababa de morir una persona a la que había atendido y se sentía muy estresada.
Cuando arribó la ambulancia, subió y se dio cuenta que la persona, cubierta por completo con una manta, no estaba en paro como antes le habían informado, además notó que se asomaban unos zapatos tipo Crocs. “Regularmente las personas llegan descalzas por lo que me llamó la atención, luego esos Crocs se me hicieron conocidos. Pensé que se trataba de una broma”.
Quitó la sábana y descubrió que se trataba de Cynthia Soto, quien desde pocos meses atrás era su novia. “Me enoje y la empecé a regañar, también a los paramédicos, ahí fue cuando sacó el anillo y me pidió que nos casaramos”.
Al día siguiente, ellas y Diego, hijo biológico de Fabiola, comenzaron una serie de trámites legales que finalmente concluirían el 22 de agosto del 2015 cuando se convirtieron en la primera pareja de personas del mismo sexo que se casó en San Luis Potosí.
Nueve meses después y a propósito de la celebración del día de la madre, esta familia accedió a hablar en exclusiva con La Orquesta sobre las dificultades que enfrentaron para casarse, los retos que implica ser mamás jóvenes, la relación con su hijo y sus planes futuros.
LA ORQUESTA: ¿POR QUÉ DECIDIERON CASARSE? ¿NO HUBIERA RESULTADO MÁS SENCILLO SOLO JUNTARSE COMO HACEN MUCHAS PAREJAS?
CYNTHIA SOTO: Se trata de ofrecer seguridad a la pareja, aparte está Diego de por medio. Hay muchas parejas que llevan toda la vida juntas y en el momento en que una muere y la otra no puede hacer nada, no puede tomar el patrimonio que formaron juntas; en situaciones médicas en las que solo tiene acceso el cónyuge, no pueden tomar decisiones importantes. Es parte de la seguridad que queríamos tener como familia.
LO: ¿CÓMO FUE EL PROCESO PARA QUE LEGALMENTE SE ACEPTARA SU MATRIMONIO?
FABIOLA LUNA: Fue un calvario total, dimos con la Red de Diversificadores Sociales (organización dedica a la defensa de los derechos humanos, principalmente de las personas LGBTTTI) ellos nos ayudaron con los trámites.
Lo primero fue llenar una solicitud en la Oficialía para que la rechazaran, luego interponer un amparo, lo rechazaron dos veces, se metieron dos veces demandas al Congreso, fue un proceso bien largo, entró a juicio y fue hasta que se interpuso un amparo colectivo junto con otras 30 parejas cuando por fin se resolvió a nuestro favor. Todo duró más de un año y tres meses. Nos dijeron que en el juzgado en donde nos tocó era muy lento, pero la verdad no nos dejaban ver en qué punto iba el proceso.
Durante el tiempo de espera, Cynthia tuvo que salir a radicar por tres meses al extranjero: “Llegó un momento en el que me sentí muy angustiada, cuando me fui parecía que todo estaba en orden pero al volver aún no se había resuelto, teníamos los tiempos encima, las invitaciones, el lugar, los vestidos ya teníamos todo, era el estrés normal de una boda y además teníamos la incertidumbre de no saber qué iba a pasar. Nunca hemos tenido problemas, ni hemos peleado, pero esos fueron difíciles, porque además cada una teníamos nuestra situación familiar”.
Cuando uno de los amparos se resolvió a su favor Cynthia y Fabiola tuvieron otras complicaciones pues sus familias no terminaban por aceptar el que se casaran, tanto que algunos de sus parientes dudaban en asistir a la ceremonia, aunque al final todos fueron:
“Con nuestros amigos también fue extraño porque no habían agarrado la onda de que era una boda como cualquiera, incluso nos preguntaban cómo debían ir vestidos”, recordó Fabiola.
También los medios de comunicación estaban interesados en su historia, pues este matrimonio resultó un hecho coyuntural en San Luis Potosí:
“Todos estaban encima de nosotras. No queríamos invitar medios, porque no nos gustaba el morbo, tratamos de ser muy cuidadosas porque en esos días salieron las declaraciones del arzobispo, el diputado Miguel Maza y el Consejo Coordinador Ciudadano (principal antagonista de los matrimonios igualitarios en San Luis Potosí), nos preocupaba que alguien pudiera hacer algo para sabotear nuestra boda, se hizo una polémica en algo que no les correspondía”, detalló Cynthia.
Diego, quien tiene nueve años, era, después de sus mamás, el más emocionado por la boda, hasta el grado que ese día se emocionó tanto que no pudo contener las lágrimas:
“Desde que empecé a salir con Cynthia, Diego siempre asumió que era mi novia, cuando le dijimos que nos íbamos a casar estuvo muy involucrado, nos ayudó a escoger lo que compramos y a decorar”.
Una de las principales “preocupaciones” de los grupos conservadores con respecto a los matrimonios igualitarios es la formación que reciben los niños en el seno de estas familias:
“Nuestro hijo es un niño que ha crecido completamente sano, nunca ha tenido ningún problema con otros niños, ni en la escuela o nosotras con otros papás. Se identifica mucho conmigo porque compartimos ciertos gusto como dibujar o los videojuegos”, expresó Cynthia, mientras que Fabiola agregó:
“Diego es un niño muy listo, tolerante y detallista, ahora estudia en una escuela laica, pero esperamos pronto cambiarlo a un colegio católico con un mejor nivel académico y donde también le inculquen valores en los que nosotros también nos formamos”.
Diego llama a sus dos mamás por su nombre y al referirse a ellas con otras personas a ambas les dice “mi mamá”. En próximas fechas comenzarán el proceso para que Cynthia pueda adoptarlo.
Lo único que lamentan este par de mamás jóvenes (26 y 29 años) es que al ser médicos de profesión sus horarios no siempre les permiten convivir con su hijo, pero en sus tiempos libres les gusta visitar museos, jugar videojuegos y salir a la carretera a visitar pueblos.
LO: ¿CREEN QUE LOS NIÑOS FORMADOS EN FAMILIAS HOMOMATERNALES U HOMOPARENTALES SON MÁS SUSCEPTIBLES A SER HOMOSEXUALES?
FL: Claro que no, nosotras provenimos de familias nucleares y no por eso replicamos ese modelo de familia.
LO: ¿PLANEAN TENER OTRO HIJO?
FL: Tal vez sí, queremos ver cuál es el método que más nos conviene, en ocasiones Diego me dice que ya me ve más gordita y pregunta si pronto va a tener un hermanito.
CS: Cuando vamos a las plazas y pasamos por las tiendas dice “esto para cuando nazca mi hermanito”.
LO: ¿HAN PENSADO EN ADOPTAR?
FL: Sí es una opción pero es un proceso muy tardado, en el caso de Diego facilita mucho las cosas que sea mi hijo biológico.
LO: En cierta ocasión entrevisté a los dirigentes del Consejo Coordinador Ciudadano y hacían mucho énfasis en que las familias con padres del mismo sexo no existen.
FL: Pues aquí estamos, existimos.
A diferencia de sus mamás, Diego no quiere ser médico al crecer, él prefiere ser chef o ingeniero.
“Un día Diego estaba haciendo la tarea, empezó a preguntarme cómo se llaman los papás de Cynthia, le dije y cuando fui a ver de qué se trataba, hacía un árbol genealógico. Dibujó a sus abuelos y hasta a sus mamás con sus cortes de pelo diferentes”, Fabiola.
“Lo más complicado de la maternidad es dar ejemplo, somos estrictas, pero luego Diego también nos regaña me dice que no coma picante porque luego me da gastritis”, Cynthia.
“Lo más complicado de la maternidad es dar ejemplo, somos estrictas, pero luego Diego también nos regaña me dice que no coma picante porque luego me da gastritis”, Cynthia.
“Ayer fue mi cumpleaños y como soy vegetariana a Diego se le ocurrió que sería buena idea regalarme un brócoli”, Fabiola.
Radiorama, el primer medio capacitado en equidad de género en SLP
#4 Tiempos
Apología del silencio | Columna de Juan Jesús Priego Rivera
LETRAS minúsculas
Los antiguos, estimado señor –y créame usted que he tardado lo mío en reconocerlo- no eran precisamente unos idiotas. Ellos sabían cosas que nosotros hemos olvidado o que acaso ni siquiera nos interesa ya saber. Pienso, por ejemplo, en lo que enseñaban acerca del silencio.
Recuerdo haber leído en alguna parte que los miembros de cierta tribu africana decían esto a sus hijos para inculcarles desde su más tierna infancia el precioso arte de saber callarse: “Dios os ha dado dos orejas y una boca para que escuchéis lo doble y habléis la mitad”. ¿No es una enseñanza realmente admirable, estimado señor, lo que se dice una enseñanza de vanguardia? Hoy todos se sienten con derecho a hablar o, como dirían los italianos, a dire la sua. ¿Con qué resultado? Con el de que no se cree más en el poder de la palabra. ¿Ha visto usted cómo se desgañitan los panelistas de los talk shows en la televisión? Todos hablan, pero ninguno escucha; todos alegan, pero nadie hace caso al otro. ¡Una vergonzosa orgía de voces de la que no es posible sacar nunca nada en claro!
En cambio, como le digo a usted, los antiguos sabían que existe eso que podría llamarse una retórica del silencio. De los monjes medievales, que eran maestros en el difícil arte de hablar sin palabras, dijo Fray Antonio Pastor en una obra suya de 1661 que “son almas limpias que tienen la lengua hacia dentro, pues saben lo que calla el decir y lo que dice el callar”. ¡Qué frase más elocuente! ¿O no le parece a usted que lo es, estimado señor?
Permítame decirle que durante mucho tiempo mantuve la costumbre de decir siempre lo que pensaba. ¡Y cuánta pena me vino de este malhadado hábito, de este vicio nefando para la paz de los espíritus! Ora se enojaba este conmigo, ora se disgustaba aquel, ora dejaba de dirigirme la palabra el de más allá. ¡Cuántos enemigos me gané a causa de mi imprudente sinceridad! ¡Y cuántos amigos perdí por atreverme a decir lo que debía mantener en secreto! Para decirlo de una vez, tiraba mis verdades al primero que pasaba como arrojan monedas los padrinos al final de un bautizo. Hoy he comprendido que con el silencio podemos decir exactamente las mismas cosas que el hablador -y más cosas todavía-, pero sin la desventaja de parecer demasiado crueles. ¿Qué necesidad tenemos de correr la suerte de los peces? Estas criaturas acuáticas, estimado señor, como usted lo sabe bien, mueren siempre por su propia boca…
¡Qué majestuoso y qué solemne me parece ahora el hombre que sabe callar! Uno lo respeta como a la esfinge, conocedora de todos los secretos. ¡Ah, señor, este que así procede dice más con la boca cerrada que los vocingleros con todos sus discursos!
Seamos sinceros: nos quejamos demasiado, hablamos demasiado. ¿Y a quién conmovemos con nuestros gemidos? A nadie, señor, y acaso entre más nos quejemos menos nos compadecerán. Sí, tal vez nos escuchen, pero reprimiendo el bostezo y acaso preguntándose para sus adentros: “Y éste, ¿a qué hora va a cerrar el pico?”.
Mucho calla el decir; mucho dice el cal lar. ¿Aprenderemos alguna vez, estimado señor, el arte de guardar silencio? Cada día me resultan más claras estas palabras que Jesucristo dijo una vez a sus contemporáneos: “Nada hay oculto que no llegue a saberse, ni nada secreto que no llegue a descubrirse”. Así hable uno con la pared, los demás siempre se enterarán de lo que dijimos. ¿Cómo le hacen?, ¿qué viento misterioso les lleva nuestros susurros? Mire usted lo que decía ese sabio desengañado que escribió el libro del Eclesiastés (que, no hay que olvidarlo, es incluso Palabra de Dios): “Ni en tu pensamiento hables mal del rey, ni en tu alcoba hables mal del poderoso, pues un pajarillo del cielo le lleva la voz y un volátil le da a conocer tu palabra” (10, 20).
Sí, así hable uno con la pared, los demás siempre se enterarán de lo que murmuramos. ¿No es esto misterioso? Sí que lo es, señor, pero de que se enterará no hay la menor duda. ¡Y cuántas aflicciones nos vienen de estos diálogos que nosotros creíamos confidenciales, cuántos disgustos! Un refrán judío dice así: “Tu amigo tiene amigos; por lo tanto, sé discreto”.
Llevo aquí –déjeme mostrárselo-, oculto en mi cartera, un billete en el que he escrito algunas máximas del abate Dinouart acerca del arte de callar que pienso leerle ahora; escuche usted: “Sólo se debe dejar de callar cuando se tiene algo que decir más valioso que el silencio”. “El hombre nunca es más dueño de sí que en el silencio: cuando habla parece, por así decir, derramarse y disiparse por el discurso, de forma que pertenece menos a sí mismo que a los demás”.
También quisiera leerle –si me lo permite usted- esto que transcribí hace poco en otro billete que aquí traigo: es sólo un pensamiento tomado de un libro famoso escrito por un cierto teólogo jesuita llamado Ladislaus Boros:
“Los hombres más fecundos y arrebatadores son siempre los más callados, aquellos que han aprendido a escuchar a Dios. A lo más íntimo de la existencia cristiana no se llega cuando se habla, sino cuando se calla”. ¿Se asombra usted, amigo? Pero permítame continuar: “Sin embargo, este estar callado hay que aprenderlo. Debemos alzarlo contra el interminable parloteo del mundo. Pero el ruido exterior es sólo una cara del problema, y quizá ni siquiera el peor. La otra cara es la agitación interior, el revuelo de los pensamientos, los temores y los deseos. Una vida bien ordenada ha de incluir el ejercicio de aprender a callar. Hay que empezar por cerrar la boca siempre que lo requiera el deber profesional. Pero esto es sólo el comienzo: deberíamos superar las ganas de abrir la boca. ¡Cuántas cosas superficiales decimos a lo largo del día, y cuántas tonterías!”.
¡Sí, sobre todo cuántas tonterías! ¡Y cuántas injusticias! Señor, recuérdelo: así hable usted con la pared, los demás siempre se enterarán. Medite en ello y saque todas las consecuencias pertinentes al caso. Es una verdad probada. Y si no me cree, mírese usted, por favor, en este espejo.
También lee: Variaciones sobre el mismo tema | Columna de Juan Jesús Priego Rivera
#4 Tiempos
El sabor uruguayo del futbol potosino | Columna de Arturo Mena “Nefrox”
TESTEANDO
El futbol potosino ha tenido muchos rostros, muchas etapas y muchas nacionalidades que han dejado su huella. Pero si hay una que ha sabido ganarse el respeto en la cancha y el cariño en la tribuna, es la uruguaya. No hablo solo de entrega, hablo de carácter, de identidad, de jugadores que supieron ponerse el equipo al hombro cuando San Luis más lo necesitaba.
Hoy que el nombre de Juan Manuel Sanabria suena con fuerza por razones fuera del césped, vale la pena recordar a los uruguayos que eligieron a San Luis, que se partieron el alma con esta camiseta, y que con su futbol dejaron una marca imborrable.
Sanabria, quien hasta hace poco fue capitán, referente, y para muchos el nuevo símbolo del Atlético de San Luis, rechazó irse al América. ¿Por qué? Eso solo lo sabe él. Pero mientras unos dudan, otros lo hubieran dado todo por una oportunidad así. Y sin embargo, eligió a San Luis. Eso dice mucho.
Marcelo Guerrero, aquel mediocampista ofensivo que llegó en los años dorados del primer San Luis en Primera. El “Colo” no era un crack mediático, pero tenía talento en los pies y visión en la cabeza. Fue clave en el subcampeonato del Clausura 2006. Ese torneo, donde estuvimos a nada de ser campeones, tuvo mucho del futbol uruguayo. Mucho de Marcelo.
Sebastián Abreu, el “Loco”, pasó brevemente por San Luis pero dejó su sello. Llegó con la fama de goleador nato y aunque no tuvo su mejor etapa, su presencia bastó para sacudir vestidores. Un delantero con personalidad, de esos que no se esconden. Un verdadero referente del futbol uruguayo que, aunque por corto tiempo, defendió los colores potosinos.
Más recientemente, Facundo Waller, otro charrúa que entendió lo que significa este equipo. Su paso por San Luis no solo fue destacable, fue vital. Contundente, técnico, siempre con una actitud ejemplar. Fue de los pocos que en temporadas grises mantuvo el nivel. Un volante moderno, de ida y vuelta, que mostró garra y calidad.
Pero no todos los nombres quedaron grabados en los reflectores. Algunos fueron más discretos, pero no menos importantes. José Enrique García, volante de contención, fue uno de esos gladiadores silenciosos a inicios de los 2000. Siempre cumplidor, sin lujos pero con un orden táctico que todo técnico valora.
Andrés Silva, central uruguayo que también pasó por San Luis en esa época, destacaba por su fortaleza física y su agresividad defensiva. No era un defensa sutil, pero sí un tipo al que no le temblaban las piernas en los partidos complicados. Le tocó vivir años de transición en el club, pero siempre rindió.
Uno que sí fue diferente fue Lorenzo Unanue, que llegó en los años 80, cuando San Luis todavía tenía una identidad más modesta pero una gran ambición. Unanue era fino, creativo, y marcó diferencia en una liga que no siempre apreciaba el talento extranjero. Fue de los grandes uruguayos que se puso esta camiseta, y su huella permanece en quienes lo vieron jugar.
A lo largo de las décadas, han sido los jugadores charrúas quienes más han entendido el código del fútbol en esta tierra: sacrificio, dignidad, talento sin soberbia. Y entre todos ellos, hay un nombre que no se discute: Nery Castillo, el más grande jugador uruguayo que ha pisado una cancha en San Luis.
Nery jugó en el Atlético Potosino durante los años más vibrantes del fútbol en la capital. Era extremo, rápido, elegante. Pero más que sus cualidades técnicas, lo que hacía diferente a Castillo era su entrega. El estadio Plan de San Luis rugía cuando tomaba la pelota. Marcaba diferencias, no solo con goles, sino con personalidad. Fue ídolo, fue referente y fue parte fundamental de una etapa que marcó a toda una generación. Su legado va más allá de la cancha: sembró en San Luis una identidad, una conexión con Uruguay que permanece hasta hoy.
El fútbol potosino no tiene la vitrina de otros equipos, pero sí tiene historia. Y en esa historia, los uruguayos han sido piezas importantes. Jugaron, ganaron, perdieron, sudaron esta camiseta como si fuera suya de nacimiento. Por eso, cuando uno ve a un jugador uruguayo en San Luis, ya sabe que algo bueno puede pasar. Porque si algo saben hacer los charrúas, es dejarlo todo en la cancha. Y a veces, eso es más importante que cualquier fichaje.
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#4 Tiempos
Jorge Echevarría y su taller de Sonido 13 | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash
EL CRONOPIO
De la mano de Oscar Vargas y David Espejo, los alumnos del maestro Julián Carrillo, y principalmente bajo el cobijo de la hija del maestro, Dolores Carrillo, Jorge Echevarría Chávez aprendió el sistema musical del Sonido 13 y tomó el destino de tocar música en el sistema de Sonido 13 de Julián Carrillo, convirtiéndose en uno de los principales difusores de la obra microtonal de Julián Carrillo. Desde 1979 ha sido promotor de la obra del compositor potosino dando conferencias y conciertos en diversos foros y universidades. También ha ejercido la docencia y ha sido catedrático en diversas escuelas, centros culturales y universidades del país. Ha sido director de varias agrupaciones musicales juveniles.
Como parte de su formación en el nuevo sistema musical de Carrillo se involucró en la construcción de instrumentos en cuartos, octavos y dieciseisavos de tono, participando en la construcción de arpas micro interválicas que desarrollaron los alumnos de Carrillo Oscar Vargas, David Espejo y Ramón Guerrero Aspero y construiría posteriormente su flauta para cuartos de tono con la cual basa sus interpretaciones de Sonido 13 con el grupo de formara con el nombre ITZA CAYUM que es un grupo que ha sido trazado por la música, recordando el conocimiento de notas y frases. La inspiración surge de instrumentos ancestrales para crear nuevas formas de expresión musical… expandiendo el espectro sonoro, empoderando en cada nota y pieza. Esta profunda fuente de tradición e innovación encuentra una voz moderna en Jorge Echavarría, miembro clave del reconocido grupo Paraphernalia. (PoF)
Jorge Echevarría Chávez realizó sus estudios musicales en la Escuela Nacional de Música de la Universidad Nacional Autónoma de México como instrumentista en flauta transversal; también en la escuela de música José F. Vázquez; el Conservatorio Nacional de Música de la Ciudad de México, y estudió armonía contemporánea en el Sindicato de Música de la Ciudad de México.
En los últimos años han sido frecuentes sus visitas a San Luis Potosí para impartir cursos y conferencias, así como hacer composiciones con sus talleristas de música original en el sistema de Sonido 13. En particular participó en nuestro programa de conmemoración del 140 aniversario del nacimiento de Carrillo en 2015, registrando su participación en la serie documental 13 Conceptos del Sonido 13 que puede consultarse en youtube, así como su participación el programa de conferencias públicas La Ciencia en el Bar en particular con el tema la revolución musical del Sonido 13,
Sobre este tema estará en el mes de septiembre en San Luis Potosí impartiendo el taller, La revolución Musical del Sonido 13, el cual tiene el objetivo de desarrollar los conocimientos necesarios para componer e interpretar música en microintervalos, a través del uso del sistema general de escritura musical de Julián Carrillo. Este taller está dirigido a músicos de cualquier diversidad instrumental, con conocimientos básicos de solfeo y teoría musical general.
Este taller es una buena oportunidad para acercarse al sistema de Sonido 13 y experimentar ese universo musical fantástico que desarrolló el maestro potosino Julián Carrillo creando un nuevo universo sonoro que permite crear nuevas sensaciones estéticas.
Este año se conmemora el 150 aniversario del nacimiento de Julián Carrillo y el 130 aniversario del experimento fundacional del Sonido 13. Que mejor manera de festejarlos participando en el taller de Jorge Echevarría sobre la revolución musical del Sonido 13.
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