abril 11, 2025

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#4 Tiempos

El Perro Aguayo y yo, en San Luis Potosí | Columna de El Dandy

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Columna invitada

 

El Dandy, Roberto Gutiérrez Frías, es probablemente uno de los mejores luchadores mexicanos en la historia. Goza de prestigio en las arenas de México, Estados Unidos y Japón. Actualmente es quirofísico en la Ciudad de México. Hoy nos comparte una anécdota de una función de lucha libre en el auditorio Miguel Barragán.

Esto sucedió en San Luis Potosí, para ser exactos, en el Auditorio Miguel Barragán, bajo la promoción de mi amigo Luis Salazar (qepd), donde muchos, tanto de la Empresa Mexicana de Lucha Libre como independientes les decían a sus patrones “¿por qué El Dandy va allá y yo por que no?” Mi ‘apá Alonso siempre dijo: “a él lo piden, a ustedes no”.

En esa ocasión, Luis Salazar, que fue esposo de Reyna Gallegos, que espero esté bien, me pidió la fecha para ir un sábado a San Luis. Le dije “sí, claro” porque él sí pagaba y muy bien.

En esa ocasión me programó como pareja de mi compadre Pedro El Perro Aguayo, a quien le mando todos mis mejores deseos. Nos enfrentaríamos a The Killer y al primer Andy Barrow, junto con El Indómito, Vicente, quien espero se acuerde.

La verdad desde que llegamos al Auditorio… bueno, llegué yo con Luis, porque él fue a recogerme a la Central y me dijo “mi Beto, va a haber muy buena entrada”. Eso me alegró mucho. Llegando al Auditorio me dio mucha alegría ver a mucha gente conocida, que esas personas me empezaron a ver desde 1981, fecha en la que debute en San Luis Potosí, pero en la Arena Coliseo.

Se sentía un ambiente luchistico donde todos los muchachos locales hicieron su mejor esfuerzo, porque como yo siempre decía: “Echenle ganas muchachos, si sale buena la primera salen buenas todas” y es verdad. Si la primera lucha sale mala, se contagia.

Empezamos a vestirnos mi compadre y yo, porque antes nos habían llamado a unas entrevistas de radio y algunos periódicos locales. Tenía mucho tiempo que no se presentaba un programa tan completo y con tanta expectación por The Killer y El Indómito, que eran la sensación en el grupo independiente.

Me la pasé entre broma y broma con Aguayo, hasta que nos dijeron “ya iba a subir la semifinal y después ustedes”. Se iba a salir Luis del vestidor y le pregunté “¿cómo está la Arena?”. Luis volteó y me dijo con las dos manos “no se puede llegar al ring, Beto, está lleno”.

Muchos aficionados le comentaban a él que siguiera haciendo este tipo de combinaciones entre coliseinos e independientes y él contestó: “pero que luchen como El Dandy, porque otros nada más vienen a hacer sus dizque lances”. Al que le duela que se sobe y al que le apriete el saco que se ajuste a la medida. Total que a mi me agrado mucho cuando giré mi cara para ver la expresión de mi compadre. El Perro se levantó y me dio un abrazo fuerte y me dijo: “compadre, vas para una gran estrella, nunca cambies cabrón”. Mi contestación fue “esto se lo debo a ustedes que me han enseñado a prepararme como luchador no como fisicoculturista”.

Llegó la hora de subir al ring. Los rudos primero, Killer y el Indómito, con Andy Barrow. La gente se los quería comer por que subieron con la bandera americana y gritando “¡USA, USA!”. Cuando tocaron La Marcha de Zacatecas la gente enloqueció y me dijo mi compadre Aguayo: “Compadre, vámonos”. Le contesté: “es tu canción”. Me abrazó y me dijo: “Vámonos juntos, vente”, haciendo que compartiera su popularidad y el cariño del público hacia mi también.

Pero chin…. se nos hizo bien tarde. Que nos llegan entre la gente los rivales y empezó la lucha, me subieron a mi al ring y empezaron los castigos. Cuando giré mi cara a buscar a Aguayo, ya traía el rostro lleno de sangre. La verdad nos dieron una repasada rica como rudos, no como ahora que a pura raqueta se la llevan. Ya cuando no hay recursos hay que pegar con la mano abierta.

Nos ganaron la primera caída. Para la segunda ya sangraban Indómito y Aguayo. En eso The Killer aventó a las cuerdas a Aguayo, asestándole un fuerte golpe de antebrazo

. Para el segundo, Aguayo se agachó para esquivarlo. Luego corrió a la cuerda y al regreso le dio el antebrazo a Killer mientras caía.

Aguayo corrió a la cuerda, le asestó sus lanzas asesinas y remató con el sentón que lo caracterizó mucho. El Perro cubrió a The Killer para la cuenta de tres, pero entró El Indómito, al cual derribe con zancadilla y le apliqué la casita.

Se quiso meter Andy, pero Aguayo le dio unas patadas de canguro que hasta arriba de la tercer cuerda llegó pegándose en la barbilla. El réferi le contó las tres con la casita a Indomito y ganamos la segunda.

Para la tercera caída no paraba la sangre de Aguayo, que hasta una aficionada me regaló una mascada de seda para amarrársela a mi compadre. Durante los castigos de la tercera caída, era tanto el coraje de los rudos, que ya casi para finalizar fue el principio de la tragedia.

Killer me arrojó a la cuerda, Barrow me jaló de las piernas, derribándome fuera del ring. Killer bajó y “bye, bye, baby”, me aplicó el martinete en el piso: cruel y duro cemento.

Empecé a convulsionar y a sangrar también. Aguayo bajó a quererme cubrir y entre los tres, Killer, Barrow e Indómito, nos surtieron. La gente decía: “ya dejenlos que se alivianen”.

Aguayo me pegaba cachetadas para alivianarme y me decía “pinche compadre, tú puedes, levántate”, pero su sangre caía sobre mi rostro. Una aficionada llegó con una cerveza bien helada, echándonosla tanto a él como a mi en la cara. Eso me hizo reaccionar un poco, pero muchos aficionados ya querían linchar a los rudos. Espero se acuerde Vicente, ¡qué momentos vivimos!.

Para que las personas no siguieran pegándoles a los rudos, tuvimos que pegarles nosotros a Killer, Barrow e Indómito. Pero ya los habían descalificado. Los metimos al vestidor a golpes y la gente nos llevó en hombros hacia el ring del Auditorio.

Recuerdo el rostro de Luis que decía: “La gente está caliente, llévenselos para allá”. Nos subieron al ring entre gritos de “¡Perro, Perro!”, “¡Dandy, Dandy!”. Nos premiaron con monedas, billetes, muchas pañoletas de las damas y la verdad, por ahi llegaron hasta dos brasieres.

Bajamos del ring y la gente ya más calmada nos pedía una revancha, la cual nunca se dio por compromisos de The Killer e Indómito, que tenían mucho trabajo en muchas arenas. Mi compadre y yo después hicimos pareja muchas veces.

Todo eso sucedió en San Luis Potosí, ciudad que para mi es un lugar clave en mi trayectoria luchística. Ahí me hicieron hacer resortes, atravesando el parque y ahí recibí dinero por primera vez en mi carrera, de parte de la gente, también en la Arena Coliseo. Gracias gente -como le decía yo-, gente sanluisina. Bonito público y conocedor. Gracias por su cariño hacia su servidor y respeto, sobre todo, espero les guste y la compartan.

Le mando un abrazo a The Killer y a Vicente, El Indómito. También a mi Andy Barrow. Mi compadre Aguayo, de corazón espero que encuentre la paz, tranquilidad y salud, que se lo merece. Es un gran ser humano que me hizo ver la realidad de la lucha libre: ¿cómo? Ahí les va… ser profesional, no abusivo. Ladies and gentlemen, good afternoon.

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#4 Tiempos

¿Realmente te gusta Ghibli? ¿o solo usas IA para fingirlo? | Columna de Guille Carregha

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Criticaciones

 

Así es, amigos, me encuentro hablando una semana tarde del tema de moda que, debido a la velocidad del internet, básicamente ya se olvidó en la población general de las redes. Pero, la verdad, es que no me sentía con los ánimos de escribir esto antes sin caer en terribles insultos hacia el grueso de la población que lo único que lograrían era desnudar mi tremendo miedo por el futuro y la inigmante depresión que utilizo como mi combustible para vivir el día a día.

Pero, pretendamos por un segundo que el tema sigue siendo relevante e imaginemos que sí tuve la capacidad temporal de hablar de ello en su debido tiempo. De todas formas, mi punto no es precisamente el decir “Ghiblificar con IA es malo” (lo cual, a grandes rasgos no lo es… es más bien estúpido. Pero, como dije, la idea no es insultar a las personas, solo sus gustos), sino que, más bien, todo este revuelo parece confirmar algo que llevaba imaginando desde hace varios años:

“A la gente realmente no le gustan las películas de estudio Ghibli, solo las admiran porque les dijeron que tenían que hacerlo.”

Con todo esto asumido, es la semana pasada y yo, saliendo de mi cueva de ermitaño, me pongo a despotricar frente a ti de la siguiente manera:

A ver, ya viste la nueva moda, ¿no? Esa de meterle un prompt a la IA para que convierta tu selfie, tu gato o tu desayuno en “estilo Ghibli”. Porque claro, ahora resulta que todo el mundo ama Ghibli. Ama la estética, ama las nubes gorditas, los ojitos brillantes, el bosque medio místico con bruma de ensueño. ¡Qué conexión tan profunda con la obra de Miyazaki, wow! O sea… evidentemente viste El Viaje de Chihiro cuando tenías diez años y captaste toda la crítica al capitalismo devorador, ¿cierto?

Spoiler: no, no la entendiste.

Y tampoco pasa nada, si no. Solo que no está de más admitirlo. Porque lo de andar “ghiblificando” todo con inteligencia artificial no parece tanto un tributo como una confirmación de que a la mayoría no le gusta Ghibli por lo que es, sino por lo lindo que se ve. Porque es “cute”, es “cozy”, es “aesthetic”. Una especie de fondo de pantalla con vibe de cuento melancólico, pero sin el esfuerzo emocional de tener que involucrarte con nada.

Y esa es, en el fondo, la especialidad de la IA: darte la forma sin el fondo, la cáscara sin el fruto, el disfraz sin el alma. ¿Y quién necesita alma cuando puedes tener likes?

Bueno, lo que se dice likes… Porque, siendo sinceros, la foto de perfil que tienes en Facebook donde se “aprecia” cómo estás con tu novio en una playa habrá conseguido, ¿qué? ¿12 likes?

Influencers en potencia, ¿eh? Aguas con ese perfil, que en nada le ofrecen un contrato editorial y publica un nuevo Libro Del Troll o un ¿Quiubole Con…?.

Es un poco irónico —y sí, poético, pero de esa poesía medio desangelada— que se use justamente una tecnología que recicla imágenes sin entender su contexto para rendirle homenaje a un estudio cuyo valor está, justamente, en el contexto. Porque Ghibli no es solo visualmente bonito. Es introspectivo, es lento, a veces incómodo. Habla de guerra, de pérdida, del progreso que arrasa, de la tristeza que no se explica. Cosas que no entran en un prompt.

Pero ahí va la IA, con sus cielos pastel y sus personajes con cara de haber visto algo que les cambió la vida (aunque en realidad solo están viendo tu plato de ramen desde otro ángulo), y ya está: “Ghibli style”. Como si eso fuera todo. Como si la magia estuviera en los trazos y no en lo que esos trazos estaban tratando de decir.

Y sí, claro que hay quien se ofende cuando uno dice estas cosas. “Es una reinterpretación artística”, “es una forma de expresión personal”, dicen. Y sí, todo puede serlo. Pero hay una diferencia entre reinterpretar algo y ponerlo en la licuadora del algoritmo para que salga bonito. No es lo mismo hacer una ilustración tuya en estilo Ghibli porque te inspira, que pedirle a una IA que lo mezcle todo por ti mientras tú solo aprietas “generar”. No es homenaje si no hay entendimiento. Es disfraz. Es maquillar algo con lo que no estás dispuesto a lidiar.

Lo más curioso es que esto ni siquiera es nuevo. El culto a Ghibli como marca viene de años atrás. Mucha gente dice que adora el estudio, pero rara vez pasa de Chihiro, Totoro o El Castillo Vagabundo

. Películas hermosas, sí, pero también las más “exportables”. Las que Disney se encargó de distribuir a principios de los 2000’s. Y ahí está la trampa: para muchos, Ghibli no fue una puerta al cine japonés ni a la animación como forma artística. Fue solo otro “sello de calidad” puesto por Mickey Mouse en el que cayeron sin cuestionarse nada.

Porque vamos, ¿de verdad creen que el público occidental estaba listo en 2002 para Mis Vecinos Los Yamada? ¿O para LA PELÍCULA DONDE UN MONTÓN DE MAPACHES (si, ya sé que son Tanukis) SE ENVUELVEN EN SUS TESTÍCULOS PARA TRANSFORMARSE EN SERES HUMANOS Y DEFENDER EL BOSQUE? Obvio no. Pero pusieron a Chihiro en los Óscares, le dieron el sello Disney, y todos dijimos “ah, ok, esto es arte”. Y ahora, veinte años después, la tendencia es: “yo y mi ex en estilo Ghibli, jeje”. Qué nivel de evolución.

Y lo más gracioso —o deprimente, depende del día— es que la IA te delata. Porque no puede entender lo que hace especial a Ghibli. Solo puede copiar lo que ve. Los colores, las formas suaves, la atmósfera como de sueño triste. Pero sin historia, sin alma, sin intención. Un cascarón precioso y vacío. Justo como ese post que compartes con la cara de tu perro en un paisaje brumoso diciendo “es mi espíritu protector”.

No estás conectando con nada. Estás usando una estética que ni te pertenece ni te tomaste el tiempo de entender. Es como tatuarse kanjis al azar. Como decir que te encanta Van Gogh porque te compraste una funda de celular con La noche estrellada. Lo que te gusta no es el arte. Es parecer que te gusta el arte.

Y claro, ver una imagen linda es fácil. Da serotonina. Pero sentarte a ver La Tumba De Las Luciérnagas sabiendo que vas a terminar hecho trizas, eso ya no. Eso es trabajo emocional. Eso incomoda. Eso no entra bien en el feed.

Y eso, al final, es lo que Ghibli hace de verdad: incomoda. Te enfrenta a la muerte, al paso del tiempo, a la nostalgia por cosas que ni viviste. Te deja sintiéndote pequeño, impotente, a veces incluso un poco tonto. Pero te lo dice con una ternura que duele. Y nada de eso se puede convertir en sticker. Nada de eso se puede resumir en una imagen generada por IA con cielo lila y una bicicleta vieja en primer plano.

Así que no, usar IA para hacer tu versión “en anime” no es un homenaje a Ghibli. Es más bien una forma de empacar algo enorme y sensible en una cajita linda que puedas postear. Convertir una obra profundamente humana en un muñequito con ojos grandes y cero conflicto. No es arte. Es accesorio.

Y no es que esté mal disfrutar de lo superficial. Lo hacemos todo el tiempo. Pero reducir algo con tanto fondo a solo su forma, y encima decir que es “por amor a Ghibli”, eso ya es otro nivel. Es como decir que amas la literatura porque tienes una tote bag con una cita de Murakami. Es, literalmente, no haber entendido nada.

Así que la próxima vez que veas una imagen de esas y te den ganas de comentar “wow, me encanta el estilo Ghibli”, respira. Y pregúntate si lo dices porque te conmovió o porque se ve bonito en tu perfil. Y si es lo segundo, no pasa nada. Solo di “me gusta porque es bonito y me hace ver interesante”. Eso, al menos, es honesto.

Porque Ghibli no se trata de cómo se ve. Se trata de todo lo que te exige cuando decides mirarlo en serio. Y si eso no te mueve, entonces no te gusta Ghibli.

Te gusta el disfraz.

Te gusta seguir modas.

Te gusta no tener que pensar.

 

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#4 Tiempos

Malkuth Zavala, entre la educación y la música | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash

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EL CRONOPIO

Siguiendo el camino formativo de sus padres, quienes estudiaron física en la antigua Escuela de Física de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, Malkuth Zavala Diaz de León, comenzaría a estudiar matemáticas en la ya Facultad de Ciencias de la UASLP. Desde entonces se manifestó su interés y habilidad para la música, camino que seguiría posteriormente en su formación; obtendría su licenciatura como instrumentista en la Escuela Estatal de Música de San Luis Potosí en el año 2012. Sin embargo, en el campo de la ciencia, después de la matemática, seguiría una maestría en educación en la Universidad Tec Milenio donde obtendría el grado de maestra en educación en 2016. Realizó su Doctorado en Gestión Educativa en el Centro de Investigación en Administración Educativa (CINADE).

Este transitar entre la ciencia, la educación y la música ha orientado su docencia en música donde forma a nuevas generaciones de músicos. En la propia Escuela Estatal de Música, su carrera musical ha sido brillante y actualmente es una destacada pianista que forma parte del ambiente musical potosino.

Dentro de su carrera musical, Malkuth Zavala Diaz de León participó en 1999 en el Encuentro Nacional de Orquestas Juveniles en Palacio de Bellas Artes. Obtuvo el primer lugar en el Concurso Estatal para piano Julián Carrillo 2001. Como solista ha participado con la Orquesta Sinfónica Juvenil de México, interpretando el Concierto para Piano y Orquesta en Re mayor de Haydn en el auditorio del Conjunto Cultural Ollín Yoliztli. Actualmente, labora como pianista de la Orquesta Sinfónica de San Luis Potosí y como docente en la Escuela Estatal de Iniciación Musical Julián Carrillo, así como en la Escuela Estatal de Música, y en la Escuela Estatal de Danza.

Ha dictado conferencias donde involucra las matemáticas con la música, aludiendo a las aportaciones de Pitágoras en ese campo que incluye los números y la armonía en el concepto pitagórico de la música.

Su presencia en el ambiente cultural potosino relacionado con la música es constante, participando en conciertos de música de los grandes compositores clásicos y barrocos, entre ellos a compositores mexicanos en canciones de concierto, como Julián Carrillo, Arturo Rodríguez, Héctor Marroquín, Leticia Almazán, así como en recitales de música popular acompañando a cantantes. La difusión de autores potosinos no ha quedado de lado en su labor, pues en esos acompañamientos pianísticos con el Chino González daban vida a autores potosinos con boleros y canciones

que han llevado a San Luis al escenario nacional en ese repertorio clásico de la canción mexicana.

En el homenaje que le realizamos a Julián Carrillo en el 2015, participó con la interpretación de los seis preludios para piano de Julián Carrillo y contribuyó en la serie de videos 13 conceptos del Sonido 13 que recogieron las aportaciones de Julián Carrillo a la nueva música en el mundo de los microtonos, así como en la música dodecafónica.

Los preludios para piano de Julián Carrillo que dedicara a su hija Dolores Carrillo fueron interpretadas por Malkuth Zavala y pueden verse en las direcciones:

https://www.youtube.com/watch?v=RlauI-bNnVA&t=99s
https://www.youtube.com/watch?v=SdH2-vcw96I
https://www.youtube.com/watch?v=vs3-yc87eTU

Nos congratulamos de contar con artistas y profesionales de la educación como Malkuth Zavala que contribuyen al desarrollo cultural de San Luis Potosí y que participan en la educación de los jóvenes potosinos para contar con una mejor sociedad donde las artes y las ciencias sean los ejes de formación. El Sistema Educativo Estatal Regular reconoció la labor educativa de Malkuth Zavala otorgándole el Premio Municipal en el 2019.

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#4 Tiempos

Sílabas de cicuta: Este no es un cuento… aunque lo parezca

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Por: Jorge Saldaña

Alma toma los respiros incompletos. Se encuentra decidiendo si está dormida o despierta. Lo que es seguro es que está enojada. Lo nota porque, aunque ella no puede, su cintura grita.

La bruma que forma su aliento y un poco de vapor van y vienen entre su nariz y su boca. El aire le sabe a óxido. Su pecho arde.

Alma decide que está dormida porque no puede ser de otra manera. Solo en los sueños se puede lidiar con un toro, montar a un búfalo en estampida y volar hacia las estrellas.

-Eso debe ser, se consuela a sí misma: nada más que la continuación de un sueño, pero… ¿acaso la continuación de un sueño no significa también despertar?

El lomo del búfalo es duro, más duro de lo que debería. Como el asfalto. Pero Alma no lo piensa demasiado. Recuerda ir sentada allí, primero quieto, luego desbocado. Sus brazos apretaban en forma de nudo a Veloz, su acompañante, con el que viajaba unida: la espalda de él, el pecho de ella, el abrazo de nudo, el lomo del bisonte y el camino.

Con su galope, Alma y Veloz cortaron la luz gris de una luna presagiosa y díscola, de esas que dejan ver el polvo y que alcanzaba a iluminar apenas a un murciélago posado en el dintel de una puerta.

Vino el estruendo. Un rugido de hierro. Lo que estaba de frente y luego encima, y luego en todas partes, era un toro embravecido, rabioso, envenenado. Negro como la obsidiana en el fondo del océano. Negro como el susurro de la muerte.

Los ojos del astado fueron un par de lanzas de luz penetrante que empaparon a los que venían en el mismo polvoriento camino, pero en sentido contrario.

Las patas desbocadas del búfalo no se detuvieron. Tampoco las del negro envenenado.

Alma saltó al firmamento y extendió sus brazos como queriendo alcanzar una fulgurante. Pero no era una estrella. Era una farola que parpadeó al verla.

Veloz se desató del nudo y soltó violentamente los cuernos del bisonte, que se desangró en el lomo del negro animal embravecido.

Ebrio del estruendo y del golpe, lastimado en su astado, apagadas sus lanzas y derramando veneno, el toro aprovechó lo negro de la noche como su pelaje para continuar su camino sin importarle más que cortar ahora la luz gris de la luna presagiosa y perderse en su destino.

El murciélago, allá arriba del dintel de una puerta, lo vio todo y se encargó de contar lo ocurrido. Le va la vida en encontrar al toro.

—Automóvil embiste a pareja en motocicleta —una voz irrumpe en el sueño de Alma. Es un murmullo, lejano, pero insistente.

Su cintura sigue gritando. Su respiración sigue incompleta. Pero ahora escucha.

—El responsable, en estado de ebriedad, huye de la escena —continúa la voz, más clara, más real.

La bruma de su aliento se disipa. Sus ojos pesan. Algo punza en su costado.

—Alma Báez y su amigo fueron víctimas de un grave accidente…

Un destello. La farola. No, no es una estrella. No es un sueño.

Alma despierta.

Veloz ya no lo será. Por lo menos no será el mismo. Sus piernas están rotas y no le queda más que, tendido como si un toro lo hubiera embestido en el ruedo, rezar por su Alma.

¿De qué serviría encontrar al toro si ya iba camino al infierno? maldito destino indiferente…

*NOTA DEL AUTOR: De acuerdo a reportes periodísticos y de redes sociales, el accidente ocurrió en la colonia UPA en San Luis Potosí, el 15 de febrero del 2025. No se ha encontrado a los responsables a pesar de las evidencias en video.

Hasta la próxima

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