febrero 2, 2025

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#4 Tiempos

El Perro Aguayo y yo, en San Luis Potosí | Columna de El Dandy

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Columna invitada

 

El Dandy, Roberto Gutiérrez Frías, es probablemente uno de los mejores luchadores mexicanos en la historia. Goza de prestigio en las arenas de México, Estados Unidos y Japón. Actualmente es quirofísico en la Ciudad de México. Hoy nos comparte una anécdota de una función de lucha libre en el auditorio Miguel Barragán.

Esto sucedió en San Luis Potosí, para ser exactos, en el Auditorio Miguel Barragán, bajo la promoción de mi amigo Luis Salazar (qepd), donde muchos, tanto de la Empresa Mexicana de Lucha Libre como independientes les decían a sus patrones “¿por qué El Dandy va allá y yo por que no?” Mi ‘apá Alonso siempre dijo: “a él lo piden, a ustedes no”.

En esa ocasión, Luis Salazar, que fue esposo de Reyna Gallegos, que espero esté bien, me pidió la fecha para ir un sábado a San Luis. Le dije “sí, claro” porque él sí pagaba y muy bien.

En esa ocasión me programó como pareja de mi compadre Pedro El Perro Aguayo, a quien le mando todos mis mejores deseos. Nos enfrentaríamos a The Killer y al primer Andy Barrow, junto con El Indómito, Vicente, quien espero se acuerde.

La verdad desde que llegamos al Auditorio… bueno, llegué yo con Luis, porque él fue a recogerme a la Central y me dijo “mi Beto, va a haber muy buena entrada”. Eso me alegró mucho. Llegando al Auditorio me dio mucha alegría ver a mucha gente conocida, que esas personas me empezaron a ver desde 1981, fecha en la que debute en San Luis Potosí, pero en la Arena Coliseo.

Se sentía un ambiente luchistico donde todos los muchachos locales hicieron su mejor esfuerzo, porque como yo siempre decía: “Echenle ganas muchachos, si sale buena la primera salen buenas todas” y es verdad. Si la primera lucha sale mala, se contagia.

Empezamos a vestirnos mi compadre y yo, porque antes nos habían llamado a unas entrevistas de radio y algunos periódicos locales. Tenía mucho tiempo que no se presentaba un programa tan completo y con tanta expectación por The Killer y El Indómito, que eran la sensación en el grupo independiente.

Me la pasé entre broma y broma con Aguayo, hasta que nos dijeron “ya iba a subir la semifinal y después ustedes”. Se iba a salir Luis del vestidor y le pregunté “¿cómo está la Arena?”. Luis volteó y me dijo con las dos manos “no se puede llegar al ring, Beto, está lleno”.

Muchos aficionados le comentaban a él que siguiera haciendo este tipo de combinaciones entre coliseinos e independientes y él contestó: “pero que luchen como El Dandy, porque otros nada más vienen a hacer sus dizque lances”. Al que le duela que se sobe y al que le apriete el saco que se ajuste a la medida. Total que a mi me agrado mucho cuando giré mi cara para ver la expresión de mi compadre. El Perro se levantó y me dio un abrazo fuerte y me dijo: “compadre, vas para una gran estrella, nunca cambies cabrón”. Mi contestación fue “esto se lo debo a ustedes que me han enseñado a prepararme como luchador no como fisicoculturista”.

Llegó la hora de subir al ring. Los rudos primero, Killer y el Indómito, con Andy Barrow. La gente se los quería comer por que subieron con la bandera americana y gritando “¡USA, USA!”. Cuando tocaron La Marcha de Zacatecas la gente enloqueció y me dijo mi compadre Aguayo: “Compadre, vámonos”. Le contesté: “es tu canción”. Me abrazó y me dijo: “Vámonos juntos, vente”, haciendo que compartiera su popularidad y el cariño del público hacia mi también.

Pero chin…. se nos hizo bien tarde. Que nos llegan entre la gente los rivales y empezó la lucha, me subieron a mi al ring y empezaron los castigos. Cuando giré mi cara a buscar a Aguayo, ya traía el rostro lleno de sangre. La verdad nos dieron una repasada rica como rudos, no como ahora que a pura raqueta se la llevan. Ya cuando no hay recursos hay que pegar con la mano abierta.

Nos ganaron la primera caída. Para la segunda ya sangraban Indómito y Aguayo. En eso The Killer aventó a las cuerdas a Aguayo, asestándole un fuerte golpe de antebrazo

. Para el segundo, Aguayo se agachó para esquivarlo. Luego corrió a la cuerda y al regreso le dio el antebrazo a Killer mientras caía.

Aguayo corrió a la cuerda, le asestó sus lanzas asesinas y remató con el sentón que lo caracterizó mucho. El Perro cubrió a The Killer para la cuenta de tres, pero entró El Indómito, al cual derribe con zancadilla y le apliqué la casita.

Se quiso meter Andy, pero Aguayo le dio unas patadas de canguro que hasta arriba de la tercer cuerda llegó pegándose en la barbilla. El réferi le contó las tres con la casita a Indomito y ganamos la segunda.

Para la tercera caída no paraba la sangre de Aguayo, que hasta una aficionada me regaló una mascada de seda para amarrársela a mi compadre. Durante los castigos de la tercera caída, era tanto el coraje de los rudos, que ya casi para finalizar fue el principio de la tragedia.

Killer me arrojó a la cuerda, Barrow me jaló de las piernas, derribándome fuera del ring. Killer bajó y “bye, bye, baby”, me aplicó el martinete en el piso: cruel y duro cemento.

Empecé a convulsionar y a sangrar también. Aguayo bajó a quererme cubrir y entre los tres, Killer, Barrow e Indómito, nos surtieron. La gente decía: “ya dejenlos que se alivianen”.

Aguayo me pegaba cachetadas para alivianarme y me decía “pinche compadre, tú puedes, levántate”, pero su sangre caía sobre mi rostro. Una aficionada llegó con una cerveza bien helada, echándonosla tanto a él como a mi en la cara. Eso me hizo reaccionar un poco, pero muchos aficionados ya querían linchar a los rudos. Espero se acuerde Vicente, ¡qué momentos vivimos!.

Para que las personas no siguieran pegándoles a los rudos, tuvimos que pegarles nosotros a Killer, Barrow e Indómito. Pero ya los habían descalificado. Los metimos al vestidor a golpes y la gente nos llevó en hombros hacia el ring del Auditorio.

Recuerdo el rostro de Luis que decía: “La gente está caliente, llévenselos para allá”. Nos subieron al ring entre gritos de “¡Perro, Perro!”, “¡Dandy, Dandy!”. Nos premiaron con monedas, billetes, muchas pañoletas de las damas y la verdad, por ahi llegaron hasta dos brasieres.

Bajamos del ring y la gente ya más calmada nos pedía una revancha, la cual nunca se dio por compromisos de The Killer e Indómito, que tenían mucho trabajo en muchas arenas. Mi compadre y yo después hicimos pareja muchas veces.

Todo eso sucedió en San Luis Potosí, ciudad que para mi es un lugar clave en mi trayectoria luchística. Ahí me hicieron hacer resortes, atravesando el parque y ahí recibí dinero por primera vez en mi carrera, de parte de la gente, también en la Arena Coliseo. Gracias gente -como le decía yo-, gente sanluisina. Bonito público y conocedor. Gracias por su cariño hacia su servidor y respeto, sobre todo, espero les guste y la compartan.

Le mando un abrazo a The Killer y a Vicente, El Indómito. También a mi Andy Barrow. Mi compadre Aguayo, de corazón espero que encuentre la paz, tranquilidad y salud, que se lo merece. Es un gran ser humano que me hizo ver la realidad de la lucha libre: ¿cómo? Ahí les va… ser profesional, no abusivo. Ladies and gentlemen, good afternoon.

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#4 Tiempos

Fuego cruzado y señalamientos precoces | Apuntes de Jorge Saldaña

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APUNTES

Entre los integrantes de la Comisión de Vigilancia, el Instituto de Fiscalización y el Ayuntamiento capitalino, hay fuego cruzado y no se avisora tregua.

Al respecto y si me lo permite, vamos poniendo las diéresis en las “us”, los puntos sobre las íes y las cartas sobre la mesa.

Quien encendió la hoguera, que hoy ya no saben controlar, fue el titular del Instituto de Fiscalización, Rodrigo Joaquín Lecortois, que desde diciembre pasado soltó una declaración precoz y maliciosa (en política lo que parece, es) respecto al monto y origen de supuestas y millonarias observaciones detectadas en las cuentas de algunos entes obligados pero al mismo tiempo haciendo un énfasis “velado” en el caso de la capital potosina.

Técnicamente y siendo muy “puristas” el titular del IFSE, no rompió ninguna norma y reglamento al hablar del tema, pero no le faltó nada para hacerlo y eso huele a imprudencia programada, a golpe sin que parezca golpe, y a la rienda suelta para la politización del asunto. Y así fue.

La postura del gobierno de Enrique Galindo por su parte, es la más simple: Primero ser notificados, segundo cumplir con el primer plazo para desahogo de observaciones (que terminó hoy) y usar los 60 días que restan y que marca la ley para que se sigan solventando las dudas y observaciones de cualquier índole y de cualquier tamaño.

Llamar, de cualquiera de las partes involucradas en este fuego cruzado, a la “no politización” del asunto no les queda. A ninguno. Ya están grandecitos.

El asunto es político por donde se le vea, y estando las cosas en el grado de tensión entre palacios, la intervención del IFSE en ese grado no puede creerse que sea obra ni de la casualidad ni de la “inocencia”. (¿O será que yo soy el único mal pensado?)

Están jugando a la bolsa de valores del descrédito, o al menos ese es el mensaje que están enviando. ¿De qué les sirve? Yo tengo mis teorías, pero la mejor opinión es la de Usted, mi Culto Público.

Entre tanto, los episodios declarativos y esgrimas verbales entre los diputados integrantes de la Comisión de Vigilancia, específicamente entre el diputado presidente de dicha comisión, Fernando Gámez Macías y el legislador Marco Gama, vinieron a echar gasolina a la hoguera que inició en diciembre.

Por un lado, el legislador naranja puso de manifiesto que no se había tenido acceso al dictamen y se quejó del uso político de los “adelantos” a la opinión pública,

lo que interpretó (igual que muchos) como un acto de ataque dirigido.

En contra parte, la narrativa del diputado Fernando Gámez se centró dos líneas: demostrar que desde diciembre pasado todos los integrantes pudieron revisar los dictámenes y querer quejarse en último de enero era demasiado tarde.

Le dijeron a Gama algo así como “tu no hiciste la tarea y yo no te presto la mía”.

Por otro lado, tanto Gámez como el Instituto de Fiscalización acuden al argumento de los nuevos tiempos y de la transparencia encima de la prudencia que corresponde al manejo de las observaciones, que apenas entran a una segunda etapa de desahogo por 60 días más, es decir, no es tiempo de acusaciones completas. Ni hay nadie con un pié fuera de su esfera.

El argumento fue reforzado por declaraciones de éste mismo sábado en la mañana por el diputado José Luis Fernández y el senador Gilberto Hernández Villafuerte, ambos del Partido Verde, que respaldan al diputado Fernando Gámez y a Rodrigo Joaquín Lecortois y tienen razón, nadie en su sano juicio está en contra de que se explique y transparente el uso de los recursos, sin embargo el modo en que lo están haciendo, estando las circunstancias como están, se presta por lo menos a interpretaciones.

Sin embargo, hay que ser muy claros: adelantado o no, precoz o no, politizado o no, prudente o no, filtrado o no, si el ayuntamiento capitalino y otros entes obligados tienen encima millonarias observaciones pues deben ponerse a trabajar, evitar la esgrima mediática de asuntos técnicos, cumplir en tiempo y forma, dar la cara, ser responsables y cumplir no solamente con los personajes al frente de las instituciones, sino asumir responsabilidad ética y moral que tienen con nosotros los ciudadanos.

Jorge Saldaña.

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#4 Tiempos

Estimado señor Domènec Torrent | Columna de Arturo Mena “Nefrox”

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TESTEANDO

Estimado señor Domènec Torrent:

Me presento, soy Arturo Mena, columnista del periódico La Orquesta desde hace casi 10 años, profesor universitario y seguidor de toda la vida del fútbol potosino en sus distintas facetas.

Soy un tipo crítico con su equipo y consciente de los grandes esfuerzos que históricamente ha tenido que hacer el fútbol de San Luis Potosí para estar en las primeras planas a nivel nacional. Me queda muy claro que estamos lejos de los reflectores y de los grandes titulares de la Liga; sé muy bien que distamos demasiado de ser un equipo grande.

Señor Torrent, estoy completamente seguro de que usted tiene toda la experiencia en el manejo de vestidores de clase mundial. Usted ha estado en el banquillo y vestidor de los mejores equipos del planeta; sé muy bien que le ha aportado a los cuadros que más han ganado en la historia de este deporte. Eso es indiscutible: la experiencia y la altura las tiene a los más altos niveles del fútbol.

Pero, señor, no lo veo claro. ¿Decir que lo “anormal fue hacer 30 puntos el torneo pasado” en una conferencia de prensa ante el equipo más mediático del fútbol mexicano? Caray, no veo en qué ayuda eso al equipo, a la afición. Declarar que San Luis es un equipo que cada año está para pelear el descenso, en la sala de prensa más vista del fútbol nacional, es pasarse de sincero.

Lo sé, usted sabe más que yo de este mundo. Usted es el maestro detrás de lo bueno o malo que le pase a este equipo. Desconozco si hay un enojo con la directiva, un fastidio con la afición o si simplemente es parte de la estrategia para quitarle presión a los jugadores, o qué sé yo. Pero, señor Torrent, a los seguidores del equipo no nos gusta escuchar eso, no nos gusta saber que el técnico piensa y declara que somos un equipo “normalmente perdedor”.

Mal y de malas con el inicio de torneo para San Luis: un triunfo en cuatro partidos y, lo más preocupante, 15 goles en contra en los últimos cinco juegos (si sumamos el de vuelta contra Monterrey en la semifinal del torneo pasado). San Luis tiene una cara diferente y un inicio de torneo muy parecido al anterior en puntos, pero no en rendimiento.

El torneo pasado, para la jornada 4 —que, por cierto, fue la última antes del parón por la Leagues Cup—, San Luis tenía 5 puntos, producto de un triunfo de local contra América, un empate de visita contra Mazatlán, otro empate de local contra Tijuana (el único equipo que sacó un punto en el Lastras en ese torneo) y una derrota en Pachuca por 2-0. En ese torneo, San Luis jugaba, se veía congruencia en la cancha e idea en la táctica. El equipo mostraba referencia, determinación y, sobre todo, identidad.

Este torneo las cosas pintan parecido en puntos (3 en cuatro juegos), pero en la cancha no hay elementos para estar tranquilos. Un equipo que no se aparece, donde se han intentado cubrir ausencias de forma desesperada, jugadores que juegan hacia atrás y que no encuentran conexión en el medio campo, delanteros que simplemente no existen… Nos han llevado a perder por goleada.

Señor Torrent, lo sabemos, y podemos incluso estar todos de acuerdo: somos un equipo modesto. Me gusta llamarle humilde, un equipo donde cada victoria sabe más porque sabemos lo que cuesta; un equipo de grandes esfuerzos, donde todos tienen que poner el 110% (o más) para pelear contra los grandes, donde se lucha hasta el final, donde se levanta la cara con cada derrota y se disfruta en demasía cada victoria. El equipo de casa representa el alma potosina, esa que vive en el desierto y se esfuerza por sobresalir, esa donde “lo normal” es competir y, sí, muchas veces perder, pero muchas más, ganar.

Señor Torrent, con todo el respeto y admiración que me merece, mientras esté sentado en ese banquillo, no vuelva a menospreciar a nuestro equipo, no vuelva a hacer menos a sus jugadores ante la prensa nacional, no vuelva a insinuar que lo normal es que perdamos. La razón la tiene usted, pero no hace falta cantarla, y menos siendo la cabeza de este equipo.

Ya otros se han sentado en su lugar y se han sentido orgullosos; otros han pataleado en conferencias de prensa, y muchos más han sido hipócritas y han hablado de más. La realidad es contundente: somos un equipo humilde. No hace falta que nuestro entrenador nos lo vuelva a recordar.

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#4 Tiempos

¿Podemos dejar de hablar de “esa” película? ¿Plis? | Columna de Guille Carregha

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Criticaciones

 

Antes de empezar de lleno con esto, quiero aclarar un par de cosas. En primera instancia, me rehuso a escribir el nombre de la película en la que se centra este texto, no solo porque el hecho de escribir su título anularía el propósito entero de la columna, sino que es enteramente innecesario teclear las dos palabras que componen su título. Ustedes ya saben de qué película hablo. El mundo entero sabe de qué película se trata. Al menos al día de hoy, entre los curseados círculos del internet en español por los que me muevo, es la única película de la que se ha hablado en las últimas ocho semanas. El cine de este año se reduce única y exclusivamente a hablar de esta película (además del ocasional random preguntando “¿ya vieron Flow? ¿a poco no está bien bonita?” que intenta tener una conversación positiva para variar).

Incluso personas de mis círculos sociales que rara vez mencionan algo sobre cine en sus perfiles parecen desvivirse compartiendo memes y think pieces acerca de los peligros que conlleva ver el bodrio de moda.

En segunda instancia, aclarar que no solo no la he visto, sino que ni siquiera planeo verla en el futuro próximo. A pesar de haber demostrado fehacientemente a lo largo de todos mis escritos (y mi existencia misma) mi propensión a, por alguna razón, odiarme tanto que me obligo a ver los bodrios más espantosos y porquerías más gigantescas jamás filmadas por la humanidad, la película de moda simplemente no se ve atractiva de ninguna manera. La historia que Wikipedia me dice que propone no me llama la atención para nada, el tráiler no la vende como algo en lo que debería invertir mi tiempo, y todos los clips que rondan las redes sociales no lucen lo suficientemente horribles como para que quiera realmente ser testigo de cuán terrible es la película en realidad. O sea, por donde se le vea, no es un producto atractivo o intrigante. Lo único que quedaría es verla por morbo pero… a estas alturas siento que es una razón bastante limitada como para obligarme a perder dos horas de mi vida en ello.

Y, recalco, esto lo dice una persona que utilizó su libre albedrío para ver el especial de “comedia” de Karime Pindter. A propósito.

Ahora, tampoco me voy a sentar aquí a defender a la película. No somos Álvaro Cueva para ser tan lamebotas. Como bien desglose en el párrafo anterior, la única forma de que pinte intrigante la película es si eres un ser humano de un país con el que México tiene tan poco contacto o intercambio cultural como para creer que puede ser una ventanita a cómo se vive en ese país tan extraño del que poco se escucha. A saber qué países reúnen esas calificaciones, pero debe haber por lo menos uno o dos, alguna micro nación en algún lugar recóndito del mundo. Mucho menos estoy en un plan similar a la deleznable actriz protagónica de la película de moda que se encuentra en una cruzada a través de sus redes sociales para pedir que dejemos de burlarnos de esta cosa porque “herimos sus sentimientos”. Nada que ver.

Aunque, debo decir, que pareciese que la persona en cuestión no se ve como un ser humano con quien prometa ser divertido convivir o entablar una conversación, le daré el beneficio de la duda y asumiré que su campaña anti-hate toda estúpida y mal implementada emana de su contrato como spokesperson del churro este que no sale de la boca del mundo entero. Pensemos que también entiende, aunque sea un poquito, cuál es el problema de la historia que ayudó a contar y nada más sus múltiples NDAs le prohíben decir a viva voz un “la neta si actué en una película toda culera”.

¿Pero podemos dejar de hablar de esta película (pregunta irónicamente un ser humano que acaba de escribir 1000+ palabras sobre el tema que dice que la gente debería dejar de tocar)? Sé que es pedir mucho, sobre todo en una época en la que cierto colectivo de señores ancianos predominantemente blancos que creen que saben sobre el valor cinematográfico de lo que crean sus compas le acaba de dar 13 nominaciones al mugrero este, pero quisiera intentarlo.

Yo sé que, por alguna razón, miles de personas en este país aún creen que los Óscares representan algo o que en cualquier punto de la historia de la humanidad han premiado “calidad” por sobre “esto lo hizo mi amigazo del alma, y me cae súper bien, quiero darle esta estatua para que el mundo entero sepa que lo quiero mucho”. Yo sé que hay miles de cinéfilos mamadores que aún encuentran una manera de confirmar sus bias a través de lo que dice “La Academia” sobre las películas aclamadas en esta premiación que, misteriosamente, solo se fija en lo más mainstream y *GUIÑO GUIÑO* CON MÁS MENCIONES EN REDES que el cine tiene que ofrecerle al mundo, pero también recordemos que es el mismo grupo de individuos rancios que le otorgaron el nombre de “Mejor Película Del Año”™ a Crash y a Green Book en sus respectivos años, o que solamente toman en cuenta las películas de Ghibli solamente porque otrora las distribuyeran sus amigos Harvey Weinstein y Disney.

También me imagino que se ha de sentir bien bonito que te den una de esas estatuillas. En el improbable caso que hubiese la oportunidad de que pudiese recibir una, sé también que sería lo suficientemente hipócrita como para aceptarlo, llorar de felicidad, y agradecer a este colectivo deleznable del que me he quejado por años ya.

Pero ahorita no está pasando, por lo que, al día de hoy, reitero mi CHSM a los Óscares.

¿Pero podemos dejar de darle poder y presencia a la película que está tan de moda, que genera tantos clicks e interacciones en YouTube y TikTok, que incluso obligó a Javier Ibarreche, un lameculos de Hollywood y todo su establishment aún más gigantesco que Álvaro Cueva, un ser humano que necesita la atención de la industria cinematográfica mundial para poder generar su contenido “buena onda” y lleno del mismo positivismo falso y mercantil de Luisito Comunica (solo que con miles de porcientos menos carisma) para sentir que vale como ser humano, a hablar mal de un producto cinematográfico casi por primera vez en su historia?

Sólo le estamos dando poder a la cinta. Solo le estamos dando más presencia. Estamos haciendo que, de una forma u otra, la gente considere consumir esto, que el nombre de su director/escritor/productor sea de uso común entre los aficionados al cine. Estamos reforzando la validación de haber sido nominada a todos esos premios internacionales (que, puede o no, hayan sido otorgados a esta cochinada como un mensaje disque contundente a las políticas de extrema derecha que el mundo se está tragando con tanto gusto como la repetición incansable de memes sobre esta película). O sea, le estamos dando publicidad gratuita.

¿O de qué otra manera podemos explicar que solo en México, en apenas una semana, esta chingadera ya recaudó 9.4 millones de pesos? ¿SERÁ ACASO QUE LA INSISTENCIA EN HABLAR DE ESTA MENTADA PELÍCULA POR CASI DOS MESES A TRAVÉS DE TODOS LOS MEDIOS, INSTIGÓ A UN MONTÓN DE PERSONAS A SENTIR CURIOSIDAD POR PAGAR CON SU DINERO PARA VERLA?

Y, sí, claro, el mame de PROFECO y Cinépolis y cómo van a devolver como 150,000 pesos en entradas, etc.

Pero, repito. 9.4 MILLONES DE PESOS. EN. UNA. SEMANA.

O sea, más personas en México decidieron meterse al cine a ver la película de moda, que el mame cinéfilo de Nosferatu. Una vez más, México recordándose a sí mismo porque Pixels de Adam Sandler duró casi medio año en cartelera.

Esto solo me recuerda a las elecciones de 2012 en donde tanto mamar y mamar (con justificadas razones, obvio, pero el punto es el mismo) con memes de Enrique Peña Nieto en donde era inescapable entrar a internet sin ver su nombre y cara plasmados en los muros y timelines de todos mis contactos en redes, funcionó TAN bien como estrategia de marketing que, incluso, me hizo cuestionarme si no debería de votar por él.

Aclarando, no lo hice, pero tampoco es como si mi anulación de aquel año hubiera hecho mucho por detener el avance presidencial del PRI que, con tanto amor, los #Soy132 y otros entes disque contracultura ayudaron a promover de manera gratuita a lo largo y ancho del país.

Pero, sobre todo, me gustaría que dejáramos de hablar de esta película por la razón más obvia de todas: a todas luces es una porquería mediocre que no debería de ocupar un espacio en la mente de nadie. Sí, es insensible con el país, trivializa temas sensibles, desestima el trabajo y presencia de mexicanos en la industria. Todo eso es cierto. Todo eso es cuestionable. Todo eso debería de denunciarse. No debería de repetirse. Estoy de acuerdo.

¿PERO PODEMOS DEJAR DE DARLE TANTA IMPORTANCIA SIEMPRE A LAS CHINGADERAS MÁS MEDIOCRES QUE PODEMOS ENCONTRAR?

Reitero, que CHSM el director y su producto basura. Nadie debería gastar tiempo, dinero, o MBs de sus VPNs y/o torrents para verla, pero claramente, como país, no hemos entendido aún que en esta época, el poder de las disciplinas artísticas no es mayor cuando consiguen más dinero o reproducciones, sino cuando las conversaciones diarias inflan su SEO en Google.

En otras palabras, es casi inevitable que veamos más productos internacionales que traten a México, su cultura y sus problemáticas de la misma manera que esta película en los años subsiguientes. Y todo porque no podíamos dejar de decir que “nos duele la pinche vulva” o creer que tradujeron “you’re welcome” como “bienvenida” porque nos dio flojera investigar un poquito y poder ser parte de la conversación.

Bien ahí, nosotros.

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