#4 Tiempos
El médico que inspiró a los jóvenes potosinos en el estudio de la Física | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash

EL CRONOPIO
La Física es un área del conocimiento que siempre ha cautivado a personajes interesados en la ciencia, en especial a aquellos que se formaron en el área de la medicina. En San Luis Potosí esta fue una constante y desde el siglo XIX existen médicos que de cierta forma seguían y de cierta forma participaban en el avance de la física. Por citar un par de ejemplos podemos mencionar a Gregorio Barroeta y a Antonio F. López, quienes se desempeñaron como médicos en el siglo XIX en San Luis Potosí y que tuvieron un papel importante en la enseñanza y difusión de la física. Gregorio Barroeta, se encargó de la cátedra de física en el Instituto Científico y Literario al ser pensionado el célebre físico Francisco Javier Estrada, fue además director del Observatorio Meteorológico del Instituto Científico, y catedrático de física en la Escuela de Profesoras y la Escuela Politécnica de San Luis Potosí, por su parte Antonio F. López que llegaría a ser director del Instituto Científico y Literario de San Luis Potosí, realizaba tertulias científicas donde el tema central eran los avances de la física en el mundo y que escribiría los primeros artículos donde se difundía y presagiaba las importantes aplicaciones de los rayos X a días de haber sido descubiertos en Alemania y que fueran las primeras publicaciones en el continente Americano.
Ya en el siglo XX aparece otro personaje que daba esos pasos de sus antecesores médicos y que sería el artífice de la institucionalización de la física en San Luis, al inspirar y entusiasmar a los jóvenes potosinos en el estudio de la física. El médico en cuestión es Antonio Alvarado Rojas que estuvo ligado a la enseñanza de la física en San Luis al menos veinte años previos a la creación de la Escuela de Física en la UASLP.
Antonio Alvarado nació en San Luis Potosí en 1914 y en la década de los treinta comenzaba su participación como preparador del Gabinete de Física y posteriormente como profesor de física en la UASLP. Uno de sus primeros ayudantes en el Gabinete de Física sería el padre de la física potosina Gustavo del Castillo y Gama que entonces era un estudiante de preparatoria en la propia universidad, y con ello daba sus primeros pasos en el mundo de la física de la mano de Antonio Alvarado. Ambos participaron en 1943 invitados por el Gobierno de Puebla al Congreso Internacional de Física organizado por la apertura del Instituto Nacional de Astrofísica en Tonantzintla, donde participaron importantes astrofísicos de renombre mundial.
Posteriormente estaría bajo su tutela otro de los padres de la física potosina Candelario Pérez Rosales; Candelario fue su alumno y posteriormente su compañero como profesor de física. En 1952 se celebraba en Querétaro el primer congreso de física en México organizado por la naciente Sociedad Mexicana de Física, en dicho congreso no podía faltar la participación de Antonio Alvarado en representación de la UASLP, ahora acompañado de Candelario Pérez que sería apoyado por Antonio Alvarado para que fuera a estudiar física en Estados Unidos.
A mediados de los cincuenta, tanto Gustavo del Castillo y Candelario Pérez que trabajaran para Antonio Alvarado, regresaban de la Universidad de Purdue en Estados Unidos y fundarían la Escuela de Física y el Instituto de Física en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí.
Antonio Alvarado tuvo así un reducto para disfrutar de los avances de la física, ahora generados en su propia ciudad, Gustavo del Castillo y Candelario Pérez trabajaban en el laboratorio de radiación cósmica construyendo equipo, calibrándolo y usándolo en experimentos de vanguardia. Antonio Alvarado era así un frecuente visitante en dicho laboratorio metiendo la mano ayudando a sus viejos alumnos. Mientras seguía impartiendo el curso de física en la preparatoria de la universidad y a lo largo de la década de los sesenta se encargaría de la cátedra de física además de la cátedra de historia de la ciencia, donde contribuyó en la formación de los jóvenes potosinos.
Su contribución en el entusiasmo de nuevos jóvenes interesados en la física seguía su curso, como ejemplo, su sobrino Salvador Alvarado de la Tejera se convertiría en alumno de física en la UASLP y con el entusiasmo de su tío sería uno de los alumnos más activos en darle vida a la Escuela de Física potosina, organizando a sus compañeros en actividades académicas y de fortalecimiento a la organización estudiantil. En 1962 resurgía el programa de construcción de cohetes y tanto Salvador Alvarado como su tío Antonio Alvarado serían los entusiastas promotores de este conocido programa de Cabo Tuna.
Antonio Alvarado formado como médico cirujano colgó su bata para adentrarse en la física que fue su gran pasión y contribuyó con su entusiasmo a que se institucionalizara en la UASLP y guío los primeros pasos de quienes serían los padres de la física potosina. Murió en San Luis Potosí en 1969.
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#4 Tiempos
Las dos mujeres de Truman. Palabras con cicuta
Apuntes
Hay autores que escriben un solo amor con distintos nombres. Truman Capote lo hizo con los de Nancy Clutter y Holly Golightly: la muchacha asesinada y la mujer que huye. Dos rostros de la misma herida.
Nancy era todo lo que el mundo aprueba: pureza, promesa, familia. Una adolescente que hacía listas, organizaba fiestas y creía que el bien era una costumbre diaria. Holly, en cambio, era todo lo que el mundo juzga: libre, contradictoria, caprichosa, superviviente. Todo sinónimo de “libre y espontánea”.
Ambas están solas frente a una sociedad que las define, una desde la muerte y otra desde el deseo.
Yo creo que Capote estuvo enamorado de una mujer que fue las dos. Una que lo deslumbró por su bondad y lo desarmó por su caos. En Nancy encontró la integridad que él nunca tuvo; en Holly, la libertad que siempre le fue negada. Una mujer que cocinaba con delantal los domingos, pero que podía desaparecer una semana sin explicar por qué. La amaba por lo que lo salvaba y por lo que lo destruía.
En A sangre fría, Capote mira a Nancy como si aún pudiera rescatarla. La describe con ternura casi maternal, pero también con una envidia melancólica: ella no sabía lo que era la vergüenza ni el exceso. En Desayuno en Tiffany’s, en cambio, elige no salvar a Holly. La deja ir. Le permite el privilegio que Nancy nunca tuvo: seguir viva aunque nadie la entienda.
Quizá esa fue la forma en que Truman se reconcilió con su propia culpa. Escribir a la que murió como víctima y a la que se fue como promesa. Una purificada por la muerte, la otra condenada a vivir
. Entre ambas, Capote puso su propia alma: la de un niño que soñaba con el orden de Nancy y despertaba con el desorden de Holly.No se puede amar a dos mujeres tan distintas sin romperse un poco. Pero Capote lo hizo. Amó la pureza que se deja matar y la libertad que se mata sola.
Y quizá, como tantos de nosotros, entendió demasiado tarde que una y otra eran la misma. Que la vida te puede matar por ser buena o por querer ser libre. Y que entre esas dos muertes —la literal y la simbólica— se esconde el precio de vivir como uno quiere.
Punto.
Y aquí estoy yo, leyendo a Truman y sintiendo que me contó la historia antes de que ocurriera. Porque yo también quise que Holly fuera Nancy: que se quedara, que colgara su vestido brillante y se sentara a esperar el desayuno. Pero ella eligió la noche, otro hombre, otra ciudad.
Yo sigo aquí, recogiendo los platos, preguntándome si alguna vez alguien puede amar a una mujer así sin terminar escribiendo sobre su ausencia.
Quizá eso somos los que escribimos: los que convertimos el abandono en literatura.
Los que seguimos hablando con las Holly que quisimos que fueran Nancy, aun sabiendo que la vida —como en Capote— siempre acaba a sangre fría.
Yo soy Jorge Saldaña.
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#4 Tiempos
Antonio Castro Leal, su papel por la autonomía universitaria | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash
EL CRONOPIO
En los movimientos y propuestas por la autonomía universitaria en el país, son varios los potosinos que figuran como pioneros, algunos no muy mencionados en este proceso. Entre estas figuras encontramos a Valentín Gama y Cruz, Rafael Nieto Compeán, Manuel Nava Martínez y Antonio Castro Leal quien estaría involucrado en los dos más importantes movimientos por la autonomía universitaria, el caso potosino y el de la universidad nacional.
Antonio Castro leal, abogado de formación y literato por vocación nació en San Luis Potosí en la última década del siglo XIX, el 2 de abril de 1896 y como varios potosinos iría a la Ciudad de México a continuar sus estudios a principios del siglo XX, donde fincaría su formación intelectual en la Escuela Nacional Preparatoria adquiriendo una formación humanística que guiaría su vida profesional. Fue uno de los fundadores del proyecto conocido como Ateneo de la Juventud y la fundación de la Preparatoria Libre.
Ingresa a la Escuela Nacional de Jurisprudencia y cofundaría la Sociedad de Conferencias y Conciertos en 1916, a cuyos siete fundadores se les llamaría “los siete sabios”, junto a Vicente Lombardo Toledano, Manuel Gómez Morín, Teófilo Olea y Leyva, Jesús Moreno Baca, Alfonso Caso y Alberto Vázquez del Mercado. “Los siete sabios”, nombre que nació mas en tono de burla que de reconocimiento, se caracterizaban por ser un grupo lleno de inquietudes culturales y políticas, aficionados a la música, la literatura y cultura en general; jóvenes precoces de 19 y 20 años de edad que ya eran profesores universitarios.
El papel pionero de Valentín Gama, por la autonomía universitaria cuando asumió el rectorado de la entonces Universidad Nacional de México, ya lo hemos tratado en esta columna, pero por aquella época revolucionaria Antonio Castro Leal, figuraría entre los primeros mexicanos que impulsarían los proyectos de autonomía universitaria.
Su interés político se manifestaría en 1917, cuando con sus compañeros universitarios que integraban “los siete sabios” extendieron al Congreso de la Unión la primera solicitud de autonomía universitaria, como protesta ante la Constitución de ese año, que suprimía a la Secretaría de Educación Pública creando a cambio un Departamento Universitario que el Senado integró a la Secretaría de Gobernación; determinación que molestó a estudiantes y profesores y como parte de la protesta, Castro Leal y sus amigos de los siete sabios enviaban la solicitud de autonomía universitaria al Congreso de la Unión, de la cual nunca hubo respuesta.
Años después, Antonio Castro Leal, sería rector de la Universidad Nacional de México, siendo el segundo potosino en ocupar ese puesto y durante su rectorado se conseguiría como un gran triunfo histórico la autonomía universitaria transformándose la Universidad Nacional en Universidad Nacional Autónoma de México. Por ese entonces la autonomía de la universidad potosina, que se considera la primera a nivel nacional en haber obtenido ese carácter con la iniciativa de Rafael Nieto, le había sido retirada y la recuperaría en parcialmente en 1935 siendo gobernador Idelfonso Turrubiartes. La completa autonomía y formación estructural académica de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, la lograría el Dr. Manuel Nava con el apoyo del gobernador Ismael Salas en la década de los cincuenta del siglo XX, como apuntamos en la entrega anterior de esta columna. En este movimiento académico en San Luis, estaría participando de manera indirecta también Antonio Castro Leal como miembro de la Academia Potosina de Ciencias y Artes que impulsó el movimiento renovador de alta cultura que incidió en la moderna formación de la UASLP.
Antonio Castro Leal obtuvo los grados de licenciado y doctor en derecho por la UNAM y doctor en filosofía por la Universidad Georgetown en Washington, Estados Unidos. Durante algún tiempo se dedicó a la docencia como actividad principal dictando cátedra de literatura en la Escuela de Altos Estudios, en la Escuela Nacional Preparatoria y en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, también impartió la cátedra de derecho internacional en la Escuela Nacional de Jurisprudencia.
Su papel en las instituciones educativas y culturales mexicanas fue muy importante teniendo un destacado papel protagónico, entre ellas la dirección del Instituto Nacional de Bellas Artes, entre muchas otras.
Su actividad literaria, otra de sus pasiones, la inicia en 1914 distinguiéndose como escritor, ensayista y crítico de las letras mexicanas. Escribió poesía usando el pseudónimo de “Miguel Potosí”. Castro Leal es uno de los muchos potosinos que escribieron su historia en el mundo de las letras y que figura como un protagonista por la autonomía universitaria en el país.
Antonio Castro Leal murió en la Ciudad de México el 7 de enero de 1981.
También lee: Manuel Nava, médico, humanista impulsor de la autonomía universitaria | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash
#4 Tiempos
Siempre Autónoma… ¿o hasta la victoria siempre?
APUNTES
Así “sin querer queriendo” me encontré una película que para mí es fabulosa: “13 días”. John Efe, era encantador… Fidel, un hombre que jamás se hincó ante el “imperio” mmmm… ¿De qué lado están ustedes? ¿“Team Fidel, que no se rinde pero tampoco se alinea”, o “Team John”?
La UASLP es como la Cuba de Fidel: No, ¿cómo cree presidente? Nosotros no tenemos nada en su contra, pero pues la hermana República de Rusia nos regaló unos misiles… ¿Qué haría usted?
Presidente… nuestra patria es autónoma, libre, independiente… no se meta, pero queremos el mismo derecho que usted a meternos en lo que nos dé la gana y golpearlo a contentillo… métase cuando a nosotros nos convenga… es nuestro derecho y hasta deber.
Presidente: vamos a lanzar nuestros misiles, pero no queremos hacerles daño… solo que usted nos hace daño y nos comportamos IGUAL que usted.
¿Autonomía? Claro. Que hermosa palabra. Caperucita pudo ser la más puta con el lobo, pero… fue decisión de ella (muy autónoma) señalar a quien ella consideró culpable… y mataron al lobo.
Deme una salida, presidente…
— Ok.
Eres a partir de hoy, autónomo. Pero bloqueado. Aceptas lo que te diga, pero dirás que no aceptaste. Hablo yo. No tú
… y te tienes que agachar, aunque tú tengas los misiles.
—Ganamos.
Hasta la próxima.
Yo soy Jorge Saldaña
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