#Si Sostenido
El ejemplo de Nicolás de Cusa | Columna de Juan Jesús Priego
LETRAS minúsculas
«Hay demasiados elegidos. Demasiadas santas. Hubiera sido necesario que Dios me quisiera sólo a mí», dice Régine en Todos los hombres son mortales, la novela de Simone de Beauvoir (1908-1986).
Sólo a mí. Régine se niega a amar a un Dios que ame también a los otros. Quiere un Dios para ella sola, un Dios que piense sólo en ella, que sólo tenga ojos para ella. Por eso decide conquistar a Raymond Fosca, el señor de Carmona, hacerse amar por él cueste lo que cueste, pues él es el único hombre en el mundo que ha bebido el elíxir de la vida y que ahora es inmortal…
Se dice Régine a sí misma, mordiéndose los labios de satisfacción: «Se acordará de mí siempre… Dentro de diez mil años se acordará todavía de mí… Me llevará en su memoria por los siglos de los siglos».
«-Te olvidará –le advierte uno de sus amigos.
»-Dice que tiene una memoria implacable –responde Régine, obstinada.
»-Entonces quedarás clavada de un alfilerazo en sus recuerdos, como una mariposa en una colección. Créeme, es mejor ser amada por un mortal que sólo te ame a ti».
Régine sabe que va a morir cuando menos lo piense –es decir, cuando menos lo quiera-, pero cree que si logra hacerse amar por Raymond Fosca vivirá eternamente en su memoria: habitará en los recuerdos de un semidiós. El Inmortal (con mayúscula) no reúne para ella todos los requisitos: Él ama a todos. La solución es encontrar a alguien que sea de su exclusiva propiedad y que al mismo tiempo viva para siempre. Este alguien es Raymond Fosca. Él sí que le interesa.
¿Qué clase de monstruo es Régine? ¡Un Dios para ella sola! ¡Como si fuese el centro del universo, el ombligo del mundo! Al leer Todos los hombres son mortales, uno se exaspera ante las pretensiones desmedidas de este ser insignificante. Y, sin embargo, de alguna manera, en cierta medida, todos somos Régine, pues todos queremos ser para los otros, para el Otro, lo absoluto. ¿Qué son los celos, por ejemplo, si no el deseo de que el tú, es decir, la persona amada, no tenga ojos, sentimientos, corazón y tiempo más que para el yo que los siente?
«En lo íntimo de todo hombre existe siempre la angustia de estar solo en el mundo, de haber sido olvidado por Dios en este enorme gobierno de millones y millones», escribió Sören Kierkegaard en una de las páginas de su Diario. Se trata, a fin de cuentas, de la misma angustia de Régine: ¿y si Dios, por ocuparse de los otros seis mil millones que andan por ahí en el universo pateando latas, acabara olvidándose de mí?
Con todo, Régine se equivocaba. Es cierto que Dios ama la humanidad; es cierto que ama a todos los hombres, pero esto es sólo una manera de decir, una abstracción, un recurso para simplificar el discurso. Decimos que ama a todos para ahorrarnos los nombres de los seis mil millones, de la misma manera que decimos 2310 para evitar tener que repetir 2310 veces el número 1. En realidad, Dios ama a la humanidad no en cuanto que ama a todos, sino en cuanto que ama a cada uno. Cada uno tiene la obligación de sentirse exclusivamente amado por Él.
«En el Credo profesamos que Dios por nosotros y por nuestra salvación bajó del cielo –escribió Katerina Lachmanova en uno de sus libros-. Esta profesión, sin embargo, tendría poca importancia si la percibimos siempre en plural, si comprendemos al individuo nada más que como un número en el vasto plan salvífico de Dios. Cuando el Credo dice por nosotros, lo hace porque esto es válido en primer lugar para cada ser humano individualmente: tal es el valor de cada ser humano a los ojos de Dios. Tal es el valor concedido a cada uno de ellos por el amor de Dios, que les llamó a existir personalmente y que nunca cesa de atraerlos hacia sí».
Para explicar este misterio del amor personal de Dios, el cardenal Nicolás de Cusa (1401-1464) utilizó el ejemplo de una técnica muy de moda entre los pintores del Renacimiento. Dicha técnica consistía en hacer que los ojos de los rostros pintados miraran fijamente al espectador dondequiera que éste se encontrara: si caminaba a la derecha, hacia allá miraban los ojos, y si a la izquierda, la mirada iba con él; si dos espectadores se movían en direcciones opuestas, cada uno podía sentirse particularmente seguido por aquellas pupilas brillantes como soles. Pues bien, así es como hay que entender el amor de Dios, explicó Nicolás de Cusa: Él mira a todos, pero en realidad no hace más que mirar a cada uno. ¡Admirable pedagogía!
«Yo quisiera que cada cosa me perteneciera como si no amara más que a ella en el mundo», vuelve a decir Régine. Pues bien, había Alguien que la amaba precisamente de ese modo. ¡Había un Dios que sólo tenía ojos para Régine, y ella no lo sabía! ¡Hay un Dios que sólo tiene ojos para cada uno de sus hijos, y sus hijos no lo saben, o a menudo lo olvidan! ¿Cómo hacer para experimentar el amor particular de esta mirada? Lo sugiere el ejemplo del famoso cardenal: caminando en su presencia, buscando su rostro. Pues así como sólo mirando el cuadro mientras camina se da uno cuenta de que hay dos ojos que nos siguen, así sólo el que busca el rostro de Dios está en grado de descubrir la particularidad sorprendente de su amor.
«El sol no deja de ver una rosa como si fuera la única por el hecho de ver otras mil flores. Así Dios amando infinidad de almas derrama su amor en cada una como si sólo a ella amara. La fuerza de amor no disminuye por la multitud de rayos que esparce, sino que permanece entera en su inmensidad». ¿Y quién dijo estas palabras verdaderas? Nada menos que San Francisco de Sales (1567-1622) a comienzos del siglo XVII. Y que levante la mano el que pueda expresarlo mejor.
También lee: El rey se muere | Columna de Juan Jesús Priego
#4 Tiempos
Ingeniero Labarthe, pionero de la cartografía geológica en México | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash
EL CRONOPIO
Hace sesenta y cinco años, en el mes de mayo, el Ing. Eugenio Pérez Molphe impulsaba el proyecto para la creación de un Instituto de Geología en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, que sería presentado por el Ing. Rubén Ortiz Díaz Infante, Director de la Escuela de Ciencias Químicas, un par de meses después en julio de 1960 se formalizaba la propuesta al Consejo Directivo Universitario de a UASLP, la cual sería aprobada iniciando así las actividades del Instituto de Geología y Metalurgia, como fue llamado en un ´principio, siendo nombrado el Ing. Pérez Molphe como su director.
El proyecto de inicio de la formación en Geología en San Luis se venía gestado dos años atrás, motivada entre otros factores, por la celebración del Año Geofísico Internacional donde estaban participando algunos universitarios potosinos, entre ellos el Dr. Gustavo del Castillo, que recibió en 1957 a investigadores que realizarían algunos experimentos geológicos en el marco de esta celebración.
En 1958 con motivo del Año Geofísico Internacional estuvieron en San Luis Potosí el doctor en geología Robert P. Mayer de la universidad de Wisconsin y el ingeniero geodesta Hermilio Cepeda del Departamento de Oceanografía de la UNAM, con el objeto de realizar experimentos geológicos a fin de determinar la velocidad con que se transmite el movimiento de la tierra, para lo que buscaban una mina abandonada para emplear un sismógrafo a fin de poder colocarlo a considerable profundidad, seleccionando para ello al mineral de Cerro de San Pedro. Para realizar sus mediciones se haría una explosión de dinamita en el Cerro del Mercado en Durango y mediante comunicación por radio con Cerro de San Pedro se trataba de registrar en el sismógrafo el evento.
En 1959 el Ing. Luis S. Jiménez López presidente de la Comisión Nacional de Fomento Minero en el Estado de San Luis Potosí, en un análisis minucioso sobre el panorama minero en México, declaraba que el país necesitaba más ingeniero geólogos, señalando la necesidad de una nueva dinámica en los campos de exploración y explotación de minerales cuyo factor propicie el justo y adecuado aprovechamiento de este núcleo de profesionales.
En esos años, terminaba sus estudios de ingeniería geológica el potosino Guillermo Labarthe Hernández en la Universidad Nacional Autónoma de México, titulándose en la licenciatura como ingeniero geólogo en 1958, año en que contraería matrimonio y regresaría posteriormente a San Luis Potosí.
Guillermo Labarthe Hernández nacería en San Luis Potosí en febrero de 1934, a principios de los sesenta se incorporaría al Instituto de Geología de la UIASLP que contaba con un número mínimo de profesores y sus actividades se orientarían al apoyo a la docencia y el impulso de la carrera de geología en la UASLP que iniciaba actividades en 1961 a la que se incorporarían alumnos que ya estudiaban ingeniería en la UASLP y que reorientaban su vocación a la geología.
El vínculo del Ing. Labarthe con la UNAM se reflejaría al realizar los primeros trabajos de cartografía en colaboración con esa institución que propició se titularan los primeros geólogos de la UASLP
un par de años después en lo que fue la primera generación de ingenieros geólogos, la cual estuvo formada por Arturo Elías, Jorge Fraga y Manuel Mendiola, que recibieron sus títulos en 1963.El Instituto de Geología de la UASLP sería el tercer instituto de investigación creado en la UASLP y el segundo que se formaba en el país. Si bien, sus primeros años estuvo enfocado principalmente en el apoyo a la docencia se establecían las raíces que propiciarían se realizaran se manera intensa actividades de investigación a mediados de los setenta.
En el mes de noviembre de 1962 salió a la luz pública la revista “Geología y Metalurgia”, con temas técnico-científicos de interés y que posteriormente, hacia 1977 daría lugar a la serie de boletines publicados como “Folletos Técnicos del Instituto de Geología”. En 1979 el Ing. Guillermo Labarthe Hernández era nombrado director del Instituto de Geología y se iniciaba un intenso trabajo de cartografía geológica siendo un esfuerzo pionero en el país.
En 1976 inicia los trabajos formales de investigación en cartografía geológica del Estado enfocando esfuerzos en la Zona Media y Altiplano del estado de San Luis Potosí, dirigidos por el Ing. Labarthe; estos trabajos serían los primeros que se realizaban en México. Los cuales sirvieron para definir los acuíferos de la zona de San Luis Potosí y Villa de Reyes. Por lo que al perforarse los pozos se sabía que tipo de rocas estaban en el subsuelo gracias al trabajo de cartografía realizado. En cuanto a recursos minerales, los depósitos de caolín que existen en la zona suroeste del estado fueron descubiertos por la cartografía realizada.
Todos estos recursos, acuíferos y minerales están encajonadas en rocas volcánicas, tema que sería parte de la especialización del Ing. Labarthe del que era un experto. La zona de San Luis fue una zona volcánica, y los estudios han ayudado a comprender la evolución de la corteza.
El Ing. Labarthe falleció iniciando el mes de mayo dejando un importante legado para la geología mexicana y en especial la potosina, siendo uno de sus pioneros y el iniciador de la cartografía geológica moderna.
También lee: La Primera Geóloga Mexicana | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash
#4 Tiempos
Entre tangas, roscas y tamales | Columna de León García Lam
VOLUTA
En una nota del Universal publicada el último del año 2024 una comerciante de la Ciudad de México afirmó: “ya no se venden los calzones rojos y amarillos, se está perdiendo la tradición” y al parecer sí, la euforia por las tangas rojas ha perdido el interés de las nuevas generaciones chilangas que ya no creen en el amor, ni en las tradiciones o no tienen dinero para pagarlas. Sin embargo, en estados como Jalisco, las ventas de ropa interior se dispararon hasta el cielo y un dato llamó mi atención: para este año 2025, los consumidores tapatíos buscaron vorazmente los calzones amarillos. ¿Qué nos querrá decir este indicador popular?
Hace unos días, en una cápsula trasmitida por Radio Universidad (de SLP) se escuchó, en la voz de mi querido amigo Jonathan Gamboa, una explicación genealógica acerca de las tradiciones de fin de año: comer lentejas, hacer maletas y meterse debajo de la mesa son tradiciones que provienen de culturas bien lejanas en el tiempo y en el espacio. Entonces ¿por qué las aceptamos con tanta facilidad? No sé si usted lo note, querida culta lectora de La Orquesta, pero las tradiciones del fin de año o del año nuevo pretenden controlar el futuro incierto que tenemos enfrente: que las doce gotas de la felicidad, que las cabañuelas y los borregos de la buena fortuna, pero ¿qué tienen en común todas estas “tradiciones” a las cuales también llaman “rituales”?
Pues bien, yo que empleo parte de mi valioso tiempo en buscarle chichis a las lombrices, creo que lo que es común a una buena parte de estas tradiciones de Año Nuevo es el juego de esconder o revelar algo que está dentro. Me explico, la tradición de salir a la calle con una maleta requiere guardar dentro de la maleta elementos de lo que se desea atraer. La tradición de meterse debajo de una mesa es, de alguna manera, situarse dentro del centro de la abundancia que es la mesa. Sin embargo, el mejor ejemplo es la rosca de reyes:
¿Cómo debe ser la tradicional rosca de reyes? Unas personas afirman que la tradicional rosca lleva un monito, otras dicen que debe llevar 3 monitos y hay quien piensa que la mera tradicional rosca de reyes debe esconder además de los monitos, dedales y anillos. No hay manera de fijar una norma estandarizada. Lo que sí es interesante es la forma de la rosca. ¿Usted sabe cómo se llama la forma geométrica de una rosca? Se llama toro y algún otro día le contaré sobre sus propiedades matemáticas que son formidables. Me gusta pensar que, si la rosca es una representación del año, entonces el tiempo es algo que da vuelta, regresa al mismo lugar y en su interior, al igual que los tamales, esconde sorpresas insospechadas.
Estimada y culta lectora de La Orquesta: yo espero que las sorpresas de su año 2025, sean las mejores.
También lee: Votar entre la razón y la emoción | Columna de León García Lam
#4 Tiempos
Votar entre la razón y la emoción | Columna de León García Lam
VOLUTA
Eso me dijo mi papá:
-Mira Leontino, que lo que guardas en la cabeza no sea lo mismo que guardas en el corazón.
Como muchas cosas que me dijo, no le puse suficiente atención, pero ahora ese mensaje ha logrado escarbar entre todos los recuerdos y salir a flote otra vez.
Interesante: la frase de mi papá tiene razón, pero también tiene emoción. Hace uso de dos recursos -muy humanos- a la vez y los junta y los enreda torciéndolos, pero nunca dejan de ser razón por un lado y emoción por el otro. La frase significa además que la razón tiene su lugar en el cuerpo, sus formas, sus métodos y la emoción los suyos propios. Esto viene muy a cuento con la época de elecciones en la que nos encontramos.
Como una especie de vicio raro, leo con pulsión desmedida todas las columnas de opinión que mi escaso tiempo me permite. Leí, por ejemplo, la columna de mi amigo Octavio Mendoza (Astrolabio) que trata acerca de las complejas motivaciones del votante: a la mera hora, ahí escondido detrás de una cortina de plástico, el elector tacha la opción que durante meses dijo que no iba a elegir. Si un votante hace eso, no pasa nada, es como una gota de agua rebelde que lucha contra las olas del mar. La cosa se pone buena, cuando esto mismo no lo hace uno sino 5 millones de votantes. Entonces, las alarmas se encienden, los encuestadores se arrancan los pelos y se desatan los programas de opinión, que a mí me encantan, tratando de explicar lo que antes parecía imposible.
Sí, efectivamente, las masas actúan caprichosamente. No razonan. Solo actúan motivadas por sentimientos básicos como el odio, el miedo, el rencor, la venganza o el gusto. Eso motivó a millones de personas a votar hace seis años y sentimientos similares moverán a millones de personas a votar este domingo.
Por otro lado, si lo pensamos bien (lo razonamos) ¿de qué sirve ir a votar? Alguien va a ganar de todos modos y quien gane no hará que el mundo, el país, el Estado, el municipio cambien. Todos sabemos que las campañas se hacen de puras promesas que ni siquiera se piensan cumplir. Como un signo más del apocalipsis, la calidad de los candidatos de todos los partidos empeora cada elección y se nos presentan cada vez más incultos, cínicos y simplones y si seguimos pensando así, no solo se nos quitarán las ganas de votar sino de vivir.
Ambas situaciones que he presentado aquí: votar motivado por el rencor y no salir a votar porque “no sirve para nada”, significan hacer de tripas corazón, o sea poner la pasión en la cabeza y la razón en el corazón y así todo se descompone.
Para que la democracia funcione se requiere que la motivación de votar sea algo que está por encima de nuestros intereses personales: nuestros hijos, nuestra comunidad, nuestro entorno. Salir a votar no puede ser un asunto de la razón, menos aún de las razones personales, sino de la pasión ciudadana, del amor por la patria, por la matria, por la familia. El resultado aquí no es lo que importa, sino nuestra obligación a participar.
¿Por quién votamos? Aquí debe entrar la razón desapasionada. Votar por rencor o votar por conveniencia personal no sirve para elegir al mejor gobernante. Lo que se requiere, en ese momento justo de estar a solas con nuestra boleta y el crayón en la mano es razonar fría y calculadoramente el sentido de nuestro voto.
Es el corazón quien levanta del sillón al elector, lo saca de la comodidad de su casa y lo lleva a la casilla. Ya estando en la mampara, la razón toma la mano del votante y lo hace elegir si no la mejor, la menos mala de las opciones que tenemos. Después de que le marcan el dedo con la famosísima tinta indeleble (por cierto, invento mexicano) queda en el votante, una extraña satisfacción de haber cumplido de la mejor manera posible.
Yo creo que vamos bien, si tomamos en cuenta que la democracia se tarda unos 400 años en dar resultados.
Querida culta lectora de La Orquesta, que tenga felices votaciones este domingo
También lee: ¿Existe la ciencia neoliberal? | Columna de León García Lam
-
Destacadas1 año
Con 4 meses trabajando, jefa de control de abasto del IMSS se va de vacaciones a Jerusalén, echando mentiras
-
Ciudad3 años
¿Cuándo abrirá The Park en SLP y qué tiendas tendrá?
-
Ciudad3 años
Tornillo Vázquez, la joven estrella del rap potosino
-
Destacadas4 años
“SLP pasaría a semáforo rojo este viernes”: Andreu Comas
-
Estado2 años
A partir de enero de 2024 ya no se cobrarán estacionamientos de centros comerciales
-
Ciudad2 años
Crudo, el club secreto oculto en el Centro Histórico de SLP
-
#4 Tiempos2 años
La disputa por el triángulo dorado de SLP | Columna de Luis Moreno
-
Destacadas3 años
SLP podría volver en enero a clases online