diciembre 29, 2025

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#4 Tiempos

Dar y recibir | Columna de Juan Jesús Priego

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LETRAS minúsculas

Leo en el Diario de Léon Bloy (31 de mayo de 1895) este episodio que me hace bajar la cabeza y enmudecer de emoción:

«Horrible miseria…No hace mucho, Veronique, mi hija, viéndome muy triste, se acerca a mí, me coge por el cuello y, con extrema ternura, me dice: “Papito querido, no llores, yo te daré algo”. Y la pobre niña busca, entre sus juguetes, algo que ofrecerme… ¿Hay algo más desgarrador que la compasión del que no tiene nada y quiere, sin embargo, dar algo?».

Las mejores páginas acerca de la pobreza que existen en el mundo acaso hayan sido escritas por Léon Bloy, ese mendigo que nunca se resignó a serlo y para quien ser pobre era el peor de los pecados. «La pobreza –escribió una vez- es el más enorme de los crímenes y el único que ninguna circunstancia sabría atenuar a los ojos de un juez equitativo… El oprobio de la miseria es absolutamente indefendible porque es, en el fondo, la única deshonra y el único pecado. Es una culpa tan desmesurada que Dios Nuestro Señor la ha escogido como suya cuando se ha hecho hombre para asumirlo todo».

¿Pecado la pobreza? Sí, porque nos impide dar, y no dar es un mal, es el único mal de que puede ser acusado un hombre. El pobre, a causa de su pobreza, es egoísta y, si se descuida, puede llegar incluso a convertirse en criminal.

«La pobreza voluntaria –escribe Bloy en El desesperado, otro de sus libros- es aún un lujo y, en consecuencia, no es la verdadera pobreza que todo hombre aborrece. Ciertamente, se puede llegar a ser pobre, pero a condición de que la voluntad no intervenga en ello. La pobreza verdadera es involuntaria y su esencia consiste en no poder ser deseada.

El cristianismo ha realizado el mayor milagro ayudando a los hombres a soportarla con la promesa de compensaciones infinitas. Pero si no hay estas compensaciones, ¡al diablo todo!».

Si alguien habló de lo inhumano que es ser pobre, ése fue sin duda Léon Bloy (1846-1917), el padre espiritual de Jacques Maritain y de muchos otros católicos ilustres de principios del siglo XX.

Eterno fustigador de un cristianismo hecho a la medida de los poderosos, despiadado en su cólera, feroz en sus invectivas, nadie se apiadó nunca de él y tuvo que vivir la vida literalmente mendigando. «¡Malhaya el que no ha mendigado! –escribió un día para tratar de consolarse-. No hay nada más grande que mendigar. Dios mendiga, los ángeles mendigan. Los reyes, los profetas y los santos mendigan. Los muertos mendigan. Todo lo que está en la Gloria y en la Luz mendiga. ¿Por qué no querrán que yo me enorgullezca de haber sido un mendigo, y, sobre todo, un mendigo ingrato?».

Ni sus libros, ni sus panfletos, ni sus artículos lo sacaron nunca de pobre, pese a que era leído con avidez tanto por sus amigos como por sus enemigos: por los primeros, para admirar el radicalismo extremado de su fe, y por los segundos para tener algo que comentar en su próxima reunión.

Un gran estudioso de la literatura dijo hace poco que Léon Bloy fue el único escritor de su tiempo que utilizó casi todas las palabras contenidas en el diccionario; por lo tanto, que había sido el escritor estilísticamente más rico de su generación.

¡Claro, claro, lo creemos! Cuando no se tiene miedo de ofender, cuando no se quiere ya halagar, es natural que el lenguaje sea más libre, más desenfadado y más desenvuelto. ¡Cuando se ha renunciado incluso a la autocensura, es natural que se utilicen todas las palabras! Pero prosigamos.

Tardes enteras se le iban a Bloy tocando puertas en busca de 20 francos que le permitieran dar de comer a su hija y a su mujer. Y una tarde en que había tocado en vano innumerables timbres y ventanas, llegó a su casa llorando y se sentó, vencido, en un sillón. Su hija Veronique lo vio, sintió una enorme pena por ese profeta que clamaba en el desierto, se puso a rebuscar entre sus pocos juguetes y le tendió uno con su manecita derecha. No sabemos qué juguete era porque Bloy no nos lo dice, pero aquel gesto de la niña lo resucitó.

La hija no tenía dinero, pero tenía unos cuantos juguetes, acaso tomados de la basura, y eso fue lo que le dio. Porque, sí, el hombre, todo hombre, necesita también alguna vez recibir y no sólo dar.

Una concepción demasiado espiritualista del amor nos ha hecho creer que siempre es mejor dar que recibir. Pero no. A veces lo contrario es lo mejor. El que siempre da y nunca recibe acaba casi siempre cansándose. Tal es el motivo por el que Anselm Grün, un famoso autor de libros espirituales, dice a la hora de hablar de la amistad que uno de sus mayores enemigos es el exceso de favores. «Hay personas –escribe- que regalan muchas cosas a sus amigos. Esto lleva a que el amigo sienta que el otro quiere comprar la amistad. Puede, es cierto, reprimir este sentimiento, pero en seguida el sentimiento reprimido se transforma en agresividad y finalmente conduce al endurecimiento. Y un corazón endurecido no puede sentir la amistad».

Cuando da sin recibir nunca nada a cambio, el donador se siente tratado injustamente o incluso explotado, y entonces se apodera de él una desgana de vivir de la que nada ni nadie lo podrá curar después. Que esto es de veras así, lo ha dicho también el Papa Benedicto XVI en una de sus encíclicas (Dios es amor): «El hombre no puede vivir exclusivamente del amor oblativo, descendente. No puede dar únicamente y siempre: también desea recibir» (n. 7).
Por eso, cuando Léon Bloy vio venir a su hija con aquel juguete inservible entre las manos no pudo menos de esbozar una sonrisa. ¡Ella sabía, esta pobre niña había comprendido el misterio de la vida!

¡Recibir, recibir aunque no sea más que una vez en la vida, aunque no sea más que una palabra afectuosa o un objeto sin valor! Son estos pequeños gestos, inútiles en apariencia, los que nos libran de esa caída en la nada que llamamos desesperación.

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#4 Tiempos

2025, el año en que Toluca volvió a mandar | Columna de Arturo Mena “Nefrox”

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TESTEANDO

 

El 2025 dejó claro que en la Liga MX los ciclos no desaparecen, solo esperan el momento adecuado para reaparecer. Entre torneos cortos, liguillas impredecibles y proyectos que se diluyen con rapidez, hubo una certeza que se fue construyendo jornada tras jornada: Toluca fue, sin discusión, el equipo del año. No por un destello aislado, sino por la forma en la que recuperó autoridad, identidad y presencia en los momentos que definen temporadas.

Los diablos entendieron mejor que nadie cómo navegar el caos natural del campeonato. No fue un equipo espectacular todo el tiempo, pero sí uno profundamente competitivo. Supo cuándo imponer ritmo, cuándo resistir y cuándo ser práctico. En una liga donde muchos confunden intensidad con urgencia, los escarlatas apostaron por la calma y terminaron encontrando resultados. El bicampeonato fue la confirmación de un proceso que dejó de mirar al pasado y decidió construirse desde el presente.

Mientras tanto, América siguió ocupando el papel de referencia obligada. Su regularidad y su capacidad para llegar a finales lo mantuvieron en la conversación durante todo el año. Sin embargo, 2025 también expuso una verdad incómoda para los azulcremas: dominar fases largas no siempre garantiza cerrar con éxito. América fue protagonista, sí, pero terminó cediendo ante un Toluca que entendió mejor los tiempos del torneo.

Otro de los puntos altos del año fue la vigencia de Tigres. Sin el ruido mediático de otros ciclos, el conjunto regiomontano volvió a competir con seriedad, recordando que los proyectos largos no pierden valor de un día para otro. Tigres no necesitó reinventarse para seguir siendo incómodo; le bastó con sostener su estructura y su carácter competitivo.

Pero el 2025 también dejó señales alentadoras fuera de los nombres habituales. La aparición de jóvenes futbolistas en distintos clubes refrescó el panorama. No todos lograron continuidad, pero varios demostraron que el talento existe y que, con confianza, puede influir en el desarrollo del torneo. En un contexto donde la inmediatez suele devorarlo todo, esas irrupciones fueron un respiro. Nombres como el de Camberos, Lainez, y sobre todo Mora,

suenan de nueva cuenta para levantar la mano justo meses antes del mundial, esperanza abierta para sumar un futuro a corto plazo que ojalá se alargue por muchos ciclos mundialistas más.

A nivel colectivo, el año volvió a confirmar que la Liga MX se decide en detalles. Un error tardío, una desconcentración mínima o una racha breve pueden cambiar destinos completos. Toluca lo entendió mejor que nadie: fue sólido cuando debía serlo y oportuno cuando el margen se redujo. Esa lectura fina del torneo fue la diferencia.

Por eso, cuando se haga el balance de 2025, el relato será claro. No fue el año de la espectacularidad permanente ni de un dominio aplastante. Fue el año de la eficacia, la madurez y la paciencia, y en ese contexto, Toluca se levantó por encima del resto.

En una liga que pocas veces permite certezas, 2025 tuvo una, Toluca volvió a mandar. Y lo hizo recordándole al futbol mexicano que los proyectos con identidad, cuando se sostienen, siempre encuentran la manera de regresar a lo más alto.

Por último, en el ámbito local, 2025 fue para el olvido, San Luis no logró los objetivos trazados quedando fuera de competencia en ambos torneos locales y despidiéndose pronto como ya es costumbre de la Leagues Cup, un equipo que a veces resulta ser incómodo para algunos rivales, este año resultó serlo para su afición, hoy San Luis luce poco atractivo y sin mucho que ofrecer a nivel espectáculo, ojalá las cosas mejoren por el bien del equipo local, se ve complejo pero como bien se dice, año nuevo, esperanzas renovadas, ojalá.

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El padre de la física potosina, Gustavo del Castillo y Gama | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash

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EL CRONOPIO

 

Con el título de El Padre de la Física Potosina, Gustavo de Castillo y Gama, publiqué un libro conmemorativo sobre la vida y obra de Gustavo del Castillo y Gama, físico potosino que fundó las instituciones educativas y de investigación en física en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Este 24 de diciembre estaría cumpliendo ciento cuatro años.

El libro en cuestión es de descarga gratuita y puede conseguirse en cualquiera de las siguientes dos direcciones:

http://galia.fc.uaslp.mx/museo/libros/EL%20PADRE%20DE%20LA%20FISICA%20POTOSINA.pdf

https://www.researchgate.net/publication/357203097_El_Padre_de_la_Fisica_Potosina_Gustavo_del_Castillo_y_Gama

Justo en Noche Buena del 2025, Gustavo del Castillo y Gama estaría cumpliendo ciento cuatro años. Nacería en el famoso Barrio de San Miguelito en San Luis Potosí al dar las últimas campanadas del 24 de diciembre, como lo comentaba el propio Gustavo del Castillo. Su vida se desarrolló en San Luis Potosí, Tampico, la Ciudad de México y las ciudades norteamericanas de Lafayette y Chicago; se nutrió de un ambiente científico desde pequeño, pues al menos, un par de sus tíos trabajaban en astronomía en el Observatorio Nacional de Tacubaya, Rodolfo Jurado y Valentín Gama. Ambos de la dinastía Gama de gran influencia en la sociedad potosina.

No es de extrañar que orientara su vocación hacia la física, siendo estudiante de preparatoria, en una época donde no existían aún escuelas de física en el país, y, se planteó poder formarse como físico en los Estados Unidos. La situación bélica mundial, lo llevó a seguir estudiando en su ciudad natal, ingresando a la carrera de químico industrial que su grupo de estudiantes de preparatoria había propuesto, de la cual se tituló tocándole el privilegio de ser el primer titulado. De ahí pasó a la Facultad de Ciencias de la UNAM a estudiar la maestría en física y al terminar continuar con su proyecto de formarse como investigador en física en Estados Unidos, donde obtuvo el grado de doctor en la Universidad de Purdue.

Fue de los primeros investigadores que tuvo el Instituto Nacional de la Investigación Científica (INIC) y se incorporó a la UASLP, impartiendo cátedra y formando el Laboratorio de Radiación Cósmica bajo los auspicios y emolumentos del INIC del que seguía siendo investigador. Su ingreso a la UASLP fue afortunado para impulsar el programa académico del Dr. Manuel Nava Martínez que era el rector de la UASLP en la década de los cincu enta. De esta manera se convertía en el primer doctorado que impartía clase en la UASLP y el único con dicho grado en la década de los cincuenta.

Fundó el Departamento de Física de la UASLP, de donde se derivarían la entonces Escuela de Física y el Instituto de Física de la UASLP que constituían un solo ente académico, que dividía el trabajo docente y el de investigación. El Laboratorio de Radiación Cósmica formaría parte del Instituto de Física y con ello inauguraba de manera formal trabajos de investigación científica, como tales, en la universidad potosina.

Creó el programa de construcción de cohetes de sondeo con el fin de realizar investigación científica en las altas capas de la atmósfera colocando al país en los pioneros en desarrollo aeroespacial, programa que ahora es conocido como Cabo Tuna. Su trabajo de investigación en radiación cósmica y en ciencias espaciales colocó a la UASLP en el escenario mundial en investigación en física. Si bien su labor en la UASLP se redujo a un lustro, este fue muy intenso y productivo y sentó las bases para el camino académico que seguiría la UASLP años después recorriendo las sendas y abriendo otras en torno a las raíces sembradas por Gustavo del Castillo, cuestión que luego es menospreciada o en el mejor de los casos olvidada.

La UASLP en la actualidad es reconocida nacionalmente y en algunas áreas internacionalmente gracias al trabajo docente y principalmente al trabajo de investigación científica que despliegan sus investigadores. La UASLP está situada como una de las mejores del país y en áreas como la física dentro de las primeras tres universidades del país. Esta situación se debe a la calidad de su personal académico, pero de manera muy especial por el trabajo pionero que fincara esta tradición por personajes como Gustavo del Castillo y Gama.

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#4 Tiempos

Una vida dedicada a la ciencia, Candelario Pérez Rosales | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash

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EL CRONOPIO

 

Hoy, 16 de diciembre, el peotillense Candelario Pérez Rosales, baluarte de la ciencia e ingeniería mexicana y consolidador de la física profesional en San Luis Potosí, estaría cumpliendo noventa y cinco años de edad.

Candelario Pérez Rosales nació el 16 de diciembre de 1930 en Peotillos, comunidad del municipio de Villa de Hidalgo, San Luis Potosí, donde estudió los primeros años de primaria, para luego venir a San Luis Potosí a terminarlos y continuar los estudios de secundaria y preparatoria, ambos en el turno nocturno, donde compartía las horas de estudio con las horas de trabajo. Estudiaría Física en la Universidad de Purdue y vendría a San Luis Potosí a colaborar con la fundación de la Escuela de Física de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, hoy Facultad de Ciencias y del Instituto de Física de la propia Universidad Autónoma de San Luis Potosí, instituciones que están cumpliendo setenta años.

Como parte de los trabajos de difusión y divulgación sobre personajes de la ciencia potosina que llevo a cabo publiqué en el 2012 un libro intitulado Una Vida Dedicada a la Ciencia, el papel de Candelario Pérez Rosales, que recoge la trayectoria de Candelario Pérez Rosales, cuyo papel para el establecimiento, desarrollo y consolidación de la física en San Luis fue determinante; de esta forma el desarrollo de la ciencia potosina en la segunda parte del siglo XX, en el seno de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, fue posible con la participación de varios personajes, entre los que se encuentra indiscutiblemente Candelario Pérez Rosales. Su papel fue determinante para que la física potosina y en general la ciencia potosina sea lo que es hoy, ese importante polo de desarrollo que tiene un reconocimiento a nivel mundial. Sin su participación, entusiasmo, compromiso y cierto apostolado, la física en San Luis, y la propia universidad potosina, no serían lo que son hoy.

En este sentido la Universidad Autónoma de San Luis Potosí se encuentra en deuda con Candelario Pérez Rosales.

Su aportación a la ciencia e ingeniería mexicana va más allá de su labor en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Continuó siendo pionero en otras aventuras académicas, contribuyendo notablemente al desarrollo de la ciencia mexicana. En particular ingresó como investigador fundador al Instituto Mexicano del Petróleo.

Como investigador del Instituto Mexicano del Petróleo desarrollo una gran cantidad de proyectos que colocaron al país como un innovador en procesos de extracción de petróleo. Larga sería la lista de ellos, mismos que recogen en las páginas del libro que le dedicamos a este importante científico potosino.

Esta larga lista de proyectos que dirigió Candelario Pérez, desarrollados bajo el demandante factor de tiempo, da muestra de la importancia de su contribución al desarrollo de la industria petrolera al enfrascarse en proyectos dirigidos a resolver los diversos problemas técnicos y científicos asociados a la industria petrolera.

Estas tres facetas de Candelario Pérez que se presentan en el libro, constructor de instituciones y formador de recursos humanos, científico orientado a problemas de aplicación en la industria petrolera y escritor científico, lo colocan como uno de los baluartes nacionales en el desarrollo de la ciencia e ingeniería en nuestro país, y muy enfáticamente al desarrollo de la física mexicana.

Candelario Pérez ingresa como investigador fundador del Instituto Mexicano del Petróleo en 1966, como ya hemos mencionado, después de haber sentado las bases y asegurado el desarrollo de la Escuela e Instituto de Física en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí.

En este libro se recoge su labor como escritor científico, profesor e investigador, tareas que suelen ser consideradas como labores fundamentales de las universidades mexicanas. En todas ellas tuvo, y sigue teniendo a pesar de estar retirado, una contribución importante y valiosa, además de sobresaliente.

Sea esta obra un homenaje a uno de los fundadores de la Escuela de Física de la UASLP, ahora Facultad de Ciencias, y del Instituto de Física de la UASLP, que estaban englobados en el Departamento de Física de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, cuya creación se diera el 1 de diciembre de 1955, mediante la aprobación del Consejo Directivo Universitario a un recurso sometido por el Dr. Gustavo del Castillo y Gama.

A los interesados, el libro pueden comprarlo bajo pedido en el correo electrónico de un servidor.

Candelario Pérez murió en San Luis Potosí, el 1 de mayo de 2016. El homenaje que le tributamos, se recogen en una serie de videos que pueden consultarse en youtube en el canal de José Refugio Martínez Mendoza. Para una muestra compartimos el siguiente:

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Opinión

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