mayo 8, 2025

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#4 Tiempos

A orillas del Río Santiago: romances y cómo morir en El Dorado | Apuntes de Jorge Saldaña

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APUNTES

 

Jonathan Iván del Río Martínez no era guardia de seguridad. Era el amante de Mariela*. El lunes lo mató Jack*, el esposo de ella. El escenario de la tragedia con el que se rompió el triángulo, un triángulo amoroso más, fue la plaza comercial El Dorado en la capital potosina.

El escándalo de una balacera corrió rápido en las redes sociales. En un lunes a las seis de la tarde no eran pocas las familias, parejas, amigos y comerciantes que coincidieron en el lugar para ser testigos del sonar de seis balazos que alarmaron a toda una ciudad con un episodio de sangre cerca, ahí en el Dorado, la segunda plaza más grande de la capital y la preferida de una clase media con privilegios.

El miedo inunda en segundos a la plaza, los paseantes y clientes se silencian a la orden abrupta de las armas de fuego, los paseos, cafés y compras se convierten de pronto en un episodio de “pecho tierra”.

El que está tendido es Jonathan Iván, el que conoció a Mariela hace ocho meses en un gimnasio donde iniciaron el ejercicio de su aventura romántica.

Ella está casada con Jack, hombre de mucho dinero, con casa ubicada entre jardines y campo de golf, inmuebles en el pedregal y todas comodidades que el dinero puede comprar. Él es extranjero, y la fuente de su fortuna material está en los Estados Unidos, sus ausencias dieron mucho tiempo libre al novedoso amor de Mariela con Jonathan Iván.

Mariela es mayor que su novio a escondidas, ella de 43, y el que está tendido, con 29 apenas cumplidos.

Con la posibilidad material en el bolsillo, Mariela consintió por meses a Iván. Él desde que terminó la preparatoria, era un trabajador de la carne industrial con mil historias, buenas y malas encima, construidas todas en el barrio de Tlaxcala.

Los hermanos de Jonathan lo advirtieron hace meses: “Eran muchos regalos de los buenos, que un iPad, que un teléfono nuevo, cadenita de oro, buenos restaurantes, paseos… hasta que un día le pedimos que no le aceptara un carro que quería regalarle… te vas a comprometer carnal”.

Son las cinco de la tarde, un hombre extranjero vestido de negro de pies a cabeza, está llorando en la banca del centro comercial. Sí hubo quien lo notó y reportaron a la seguridad de la plaza. En los registros se asentó en dos ocasiones guardias de seguridad le pidieron retirarse y hasta en la declaración de uno de los empleados de seguridad involucrados en el tiroteo quedó asentada la que después se convertiría en la mortal sentencia, Jack le habría dicho al guardia: “Aquí déjame, mi esposa está aquí con otro”.

Sin protocolo para los romances y las heridas sentimentales, el guardia continuó con el único que tiene y le pidió retirarse una vez más porque estaba siendo incómodo para los clientes y visitantes.

Así lo hizo según se supo, pero pasadas las seis de la tarde regresó.

Semanas antes también hubo un anticipo a la tragedia en la intimidad doméstica del hoy occiso que le informó a uno de sus dos hermanos: “Le vieron el teléfono a Mariela y su esposo ya se enteró de lo nuestro”. – Pues ten cuidado, ya deja eso- recuerdan le advirtieron al hermano.

Hay un par de anécdotas que en su barrio hoy entre llantos recuerdan de Jonathan Iván: la ocasión en que robaron una silla de ruedas a un mariachi que tenía discapacidad, el caso incluso se hizo conocido y fugazmente viral. La silla, algunos delincuentes fueron a ofrecerla justamente a Jonathan, quien no dudó en comprarla para regresarla a su dueño original.

De “coperachas” y muestras de solidaridad a vecinos, al del cáncer, a la señora en desgracia o al muchacho herido, también se le recuerda como organizador y alentador de un par de esas causas de barrio y de buena vecindad.

Pero es lunes 4 de septiembre y sí regresó Jack. Encaró a su esposa de la mano de su amante que horas antes habían comido ahí y hasta unas compras registraron.

Cuentan testigos que algo se dijeron los tres. Palabras de los segundos antes de que hablaran las armas.

Están afuera de la tienda oriental, cerca de las escaleras. El que se asumió traicionado abrió fuego contra su rival. El herido hirió, y lo hizo a matar.

El guardia de seguridad, el mismo que le había advertido retirarse, respondió la agresión resultando también lesionado. Se desconoce si Jack se fue también con saldo de sangre o si alguna bala del guardia le alcanzó a dar.

Mariela no huyó con Jack. Mariela se quedó del lado de Jonathan Iván hasta que se desvaneció para siempre. Ella fue requerida en calidad de testigo de la tragedia.

La ciudad se alarmó y, como suele ocurrir, los medios afectos a la noticia en pantones de amarillo, circularon toda clase de especulaciones sobre el pasado de la víctima.

Ni siquiera el adulterio es delito, y por ningún otro, que se conozca se le señalaba al que hoy despedirán para mañana llevar rumbo al Saucito.

No, no era guardia de seguridad y ya no lo será jamás. Tampoco a su trabajo en la carne comercial, tampoco al gimnasio, tampoco recibirá los regalos de Mariela.

Una historia de la muchas que se viven en una ciudad como la nuestra, una tragedia con todos los elementos para un corrido, para un evento doloroso que marcará para siempre a tres familias y que tomó por sorpresa, aún en un clima de tensa seguridad, a una ciudad como la capital potosina.

Las historias de balaceras y muertes lamentablemente se normalizan, pero detrás de ellas hay protagonistas con una narrativa propia de la que nadie da cuenta porque a nadie o a pocos interesa.

Una historia tan común, una millones de veces vivida.

*Los nombres de Mariela y Jack fueron cambiados por el reportero con el propósito de no afectar de modo alguno las indagatorias e investigaciones de la Fiscalía General del Estado. El relato es una narración producto de la entrevista con familiares de la víctima*.

También lee: Cosas que parece que no importan, pero sí… | Apuntes de Jorge Saldaña

#4 Tiempos

Primer poeta potosino, Andrés Diego de la Fuente | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash

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EL CRONOPIO

El matrimonio español, avecindado en San Luis Potosí, formado por el Capitán y Sargento Mayor don Diego de la Fuente Rincón, Alguacil Mayor del Santo Tribunal de la Inquisición en San Luis Potosí y de doña Bárbara Pérez Bocanegra descendiente de don Pedro de Arizmendi y Gogorrón, uno de los que asistieron a la fundación del Pueblo de San Luis Minas del Potosí, procrearon ocho hijos, uno de los cuales figuraría como uno de los primeros humanistas potosinos, Andrés Diego de la Fuente que nació en San Luis Potosí el 30 de noviembre de 1705.

Andrés Diego de la Fuente es considerado el primer poeta potosino. Después de vivir su infancia en San Luis y estudiar sus primeras letras ingresó en el noviciado de la Compañía de Jesús en 1723. Seguiría trabajando en la labor educativa que había asumido la Compañía de Jesús, recorriendo los principales colegios.

En 1730 sería profesor de gramática en el Colegio de Zacatecas; estudiante de teología en el Colegio Máximo de San Pedro y San Pablo en 1732; el 25 de julio de 1734 fue ordenado sacerdote por D. Francisco de Buenaventura, obispo auxiliar de La Habana; en 1735 recibe la Tercera Probación en Puebla; para 1737 era profesor de gramática y filosofía en el Colegio de Durango; el 8 de diciembre de 1740 celebraba su profesión solemne; en 1744 era ya profesor de teología en el Colegio de Durango, ostentando las dotes de ingenio, juicio y letras, como bueno, de suficiente prudencia, de alguna experiencia, de complexión temperada, de talento para todo.

Fue vice – rector y prefecto de salud, en 1748, en el Colegio de Pátzcuaro; en 1749 en el Colegio de León fue consultor y confesor en casa; en 1751 regresa al Colegio de Pátzcuaro como rector; en 1753 sería rector en el Colegio de San Luis de la Paz; luego rector del Colegio de Valladolid en 1756; en 1761 estando enfermo permaneció en el Colegio de Querétaro y para 1767, cuando serían desterrados de territorios españoles los jesuitas, era capellán de hacienda en el Colegio de Querétaro que regenteaba el P. Diego José Abada, que había sido en su momento profesor del Colegio de San Luis Potosí, para luego salir desterrado de Veracruz en “La Dorada”; en 1768 llegaría a Ferrara en Italia, para pasar a Bolonia después de algunos años; el 26 de marzo de 1783 moría en Bolonia, siendo sepultado en la Parroquia de San Donato.

Su inclinación a las letras las ejerció desde joven. Siendo estudiante de San Ildefonso escribió un soneto castellano que se publicó en el libro titulado La azucena de Quito, publicado en México en 1732. Publicó también unos epigramas latinos en 1746 y el logrado poema latino sobre la Virgen de Guadalupe de 1773. Estos poemas han recibido los mejores elogios de estudiosos de las letras en México de los siglos XVIII, XIX y XX

, considerándolo un poeta de altura y una de las glorias de las letras mexicanas para orgullo de los potosinos, lugar donde saldrían magníficos escritores en tiempos posteriores.

Uno de los méritos de Andrés Diego de la Fuente es su empeño en introducir y dignificar en su poema, los temas indígenas y mexicanos. De acuerdo al Padre Peñalosa, en las notas fuera de texto Diego de la Fuente explica algunos vocablos aztecas; latiniza otros en el cuerpo del poema y dedica breve y espléndido elogio a la lengua náhuatl, cuando se refiere a “la manera elegante de hablar que los indios mexicanos acostumbran”.

En su recorrido al destierro, continuó con su obra educativa, siendo rector del Colegio de la Habana, para luego salir de tierras del dominio español y llegar a Italia, lugar donde fueron a residir los jesuitas mexicanos, desde donde desplegarían un importante labor intelectual colocando a México como lugar de importantes contribuciones artísticas y filosóficas.

En la expulsión de los jesuitas, Andrés de la Fuente se encontraba en Querétaro donde era Capellán de Hacienda en el Colegio de la Compañía de Jesús, fue conducido a Veracruz donde se embarcó a La Habana donde fue nombrado rector del Colegio de la Habana y pasó más tarde a Italia, donde falleció en Bolonia el 26 de marzo de 1783 a la edad de 78 años.

Escribió en La Azucena de Quito un inserto en el libro, Imprenta Real del Superior Gobierno de los herederos de la Viuda de Miguel Rivera; en el Empedradillo, año de 1732, un epigrama latino en 1746 que menciona Eguiara y Eguren; y, la imagen de N.S. de Guadalupe. Dedicatoria en versos latinos a la Patrona del Reino de México, 10 de noviembre de 1773.

Oculte el rosicler la Cipria Diosa,
cuando sus plantas en las flores mueve,
que el leve tacto de su pie de nieva,
la flor más pura muere vergonzosa.

No así de Quito Venus amorosa
que, cuando herida con rigor no leve,
en cada gota de rubí que llueve,
nace azucena la que muere rosa.

Una calle en la ciudad de San Luis Potosí de la Colonia Viveros lleva su nombre.

También lee: Genoma de las plantas, el tema en La Ciencia en el Bar | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash

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Variaciones sobre el mismo tema | Columna de Juan Jesús Priego Rivera

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LETRAS minúsculas

 

Cuenta Simone de Beauvoir (1908-1986) al comienzo de su ensayo Pirrus et Cineas que una vez Pirro, el general, hacía en voz alta proyectos de conquista:

“-Primero someteremos Grecia –decía.

“-¿Y luego? –le preguntó Cineas, el filósofo, que estaba por allí cerca y lo escuchaba con atención.

“-Luego conquistaremos África.

“-¿Y después de África?

“-Después de África pasaremos a Asia, conquistaremos Asia Menor, Arabia.

“-¿Y después? –volvió a preguntar el filósofo.

“-Después iremos a la India.

“-¿Y después de la India?

“-¡Ah! –exclamó Pirro-. Descansaré.

“-¿Y por qué no descansas de una vez?

“Cineas –comenta la novelista filósofa- parece sabio. ¿Por qué partir si es para volver? ¿A qué comenzar si hay que detenerse? Y, sin embargo, si no decido en primer término detenerme, me parecerá aún más vano partir. ‘No diré A’, dice el escolar con empecinamiento. ‘¿Por qué?’. ‘Porque después de eso habrá que decir B’. Sabe que, si comienza, no terminará: después de B será el alfabeto entero, las sílabas, las palabras, los libros, los exámenes y la carrera; a cada minuto, una nueva tarea que lo arrojará hacia una nueva tarea, sin descanso. Si no se termina nunca, ¿para qué comenzar?… Pero en tanto que permanezca vivo –dice Pirro- es en vano que Cineas me hostigue, diciéndome: ‘¿Y después? ¿Para qué?’. A pesar de todo, el corazón late, la mano se tiende, nuevos proyectos nacen y me impulsan hacia adelante”.

Quién tiene la razón: ¿Pirro o Cineas? Quizá los dos: Cineas advirtiéndole que el punto de partida no está nunca lejos del punto de llegada y que no es preciso conquistar el mundo para tomarse un descanso. Pero, ¿cómo descansar sin haber antes conquistado el mundo, es decir, sin haberse  cansado? Pirro, pues, tampoco se equivocaba: no es lo mismo descansar antes que descansar después. Antes, el descanso es pereza; después, es recompensa.

“¿Conoces la historia del napolitano? –pregunta ahora Christiane Rochefort (1917-1998) por boca de uno de los personajes de Les Stances à Sophie-. El milanés lo ve tirado al sol y le dice:

“-¿Por qué no trabajas? Así tendrías dinero.

“-¿Y luego? –pregunta el napolitano.

“-Te comprarías una casa.

“-¿Y luego?

“-Llevarías e ella a una mujer, ascenderías en la escala social, te enriquecerías.

“-¿Y luego?

“-Y luego –dice el milanés- podrías pasar las vacaciones al sol.

“Y el napolitano responde:

“-¡Pero si ya estoy al sol!”.

En este caso nos parece mucho más sabio el napolitano que el milanés, pues éste sólo piensa en el dinero, en una casa con alberca y amplios jardines: en una comodidad, en fin, que aquél ya goza sin tener que molestarse. ¿Tanto trabajo, tanto desvelo para luego tirarse sol? Bien, él ya está al sol,

y no desea sino una sola cosa: que lo dejen en paz.

Si trabajamos únicamente para “ganar”, el napolitano tiene razón. Pero los hombres no sólo trabajamos para “ganar”, sino, ante todo, para ganarnos a nosotros mismos: para que el mundo gane algo y sea un poco más rico con los frutos de nuestra acción. Eso fue lo que se le olvidó decir al milanés: y, por lo tanto, perdió justamente la partida.

Para terminar, he aquí otra historia del mismo tenor. La cuenta Giovanni Papini (1881-1956) en un capítulo de su libro Palabras y sangre. Iba un hombre caminado por la orilla de un río –imagino que sería el mismo Papini- cuando vio a un joven que se disponía a echar las redes:

-¿Por qué haces eso? –preguntó el paseante.

“-Para coger peces –respondió el pescador.

“-¿Y para qué quieres coger peces?

“-Para venderlos.

“-¿Y qué haces con el dinero que obtienes?

“-Compro pan, vino, aceite, vestidos, zapatos y todo lo demás.

“-¿Y para qué compras todas esas cosas?

“-Para vivir.

“-¿Y para qué quieres vivir?”.

He aquí una pregunta realmente filosófica: “¿Para qué quieres vivir?”. Una vez que hemos respondido a esta pregunta y sabemos la respuesta, nuestro obrar tendrá sentido, pero únicamente hasta entonces y nunca antes.

El pescador se quedó callado. Y como no supo qué responder, se limitó a decir: “Para pescar”. Ignoraba para qué hacía, en el fondo, lo que hacía. Su vida era un círculo vicioso, un malentendido. 

“¿Para qué quieres vivir?”. Es preciso responder. Y sólo hasta que lo hagamos también nuestro descanso formará parte del plan, y tendremos paz. Nuestro corazón no nos acusará de haber gozado de una tarde libre, ni nos reprochará por habernos tomando unas breves vacaciones. Seremos, entonces, los hombres más sabios. Y también los más tranquilos. 

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#4 Tiempos

Algo raro | Columna de Arturo Mena “Nefrox”

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TESTEANDO

 

Esta semana que termina se ha hecho oficial la salida de Domènec Torrent de la dirección técnica de San Luis. Las razones no son muy claras y, como siempre, los rumores abundan. Unos dicen que fue falta de acuerdo económico, otros la falta de refuerzos, algunos incluso piensan que fue una salida pactada para firmar con otro equipo de la liga. La razón verdadera solo ellos la saben y solo ellos podrán hablar (cosa poco probable) si así lo quisieran.

Pero más allá de la salida del técnico español, algo raro pasa al interior del equipo. Y es que no solo el constante cambio de técnicos que no han hecho malos papeles como Jardine, Leal y ahora Torrent, sino que también han desfilado jugadores que de una u otra forma deciden deslindarse del equipo.

Unaí Bilbao es uno de esos que pidió salir, un jugador emblemático del cuadro potosino que de hecho sentó raíces en tierras potosinas. Muchos pensábamos que se quedaría por largo tiempo en San Luis, ya que después de su paso por Necaxa, regresó para una última temporada con los potosinos.

Abel Hernández, internacional con Uruguay, se marchó apenas meses después de haber firmado con San Luis. Jugó 35 partidos y anotó 11 goles. Si bien no es una gran marca, sí dejó algunos buenos recuerdos en la afición, como aquella voltereta a Pumas donde en el Lastras anotó 3 goles para el triunfo 3-2.

Cristiano Piccini, el italiano, decidió terminar abruptamente su contrato, según declaró, por sentirse en deuda con el equipo y para dejar su puesto para otro extranjero, mismo que nunca llegó. A pesar de las lesiones, Piccini siguió su carrera en Suiza, donde prefirió estar en lugar de San Luis.

Frank Bolí, delantero de interesantes características, con un ritmo semilento provocaba oportunidades de gol debido a la velocidad con la que normalmente se marca en el fútbol mexicano, jugó 28 partidos con San Luis, donde marcó 9 goles, siendo su tercera mejor marca con un club. Al final, el de Costa de Marfil se fue y mucho se dijo que respondía a un tema familiar y la poca adaptación al idioma y la cultura.

John Murillo, más allá de los problemas extracancha que tuvo el venezolano, su rendimiento no es tan cuestionable, al menos en número, jugando 87 partidos en las dos etapas que tuvo en el club, anotando 8 tantos y dando 7 asistencias. Si bien Murillo no era la solución del equipo de Torrent, sí es un jugador más que decidió alejarse por su cuenta de las filas del San Luis.

Interesante y raro, estos son solo algunos de los jugadores que se han ido del equipo bajo “razones extrañas”. Se dice que han pedido salir, y hasta han renunciado a sus contratos vigentes. Cada uno de ellos sabrá los reales motivos para terminar lejos de la institución. Sin embargo, esto solo nos pone a pensar si dentro del equipo existe algún tipo de presión, cláusula no pública o simplemente no muy buenos tratos como para que los jugadores se vayan de la noche a la mañana. Una ciudad que históricamente recibía a los futbolistas para quedarse a vivir aún incluso después del retiro, hoy ha sido solo trampolín o paso para los antes mencionados. Muchos se quieren ir de San Luis.

Foco de atención para con la afición, algo raro puede estar pasando dentro del club, pero tiempo al tiempo, la gente de San Luis solo pide un equipo competitivo con jugadores que se arraiguen a esta tierra, potosinos, nacionales o extranjeros, da lo mismo, pero para la afición es importante que los jugadores quieran esta tierra y se acostumbren a defenderla con orgullo deportivo, al final esa tendría que ser la identidad que esperemos podamos recuperar algún día, a pesar de los pesares.

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