mayo 4, 2024

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#4 Tiempos

Un arte despiadado | Columna de Juan Jesús Priego

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Hace poco tuve que ir a un museo de arte contemporáneo (yo no quería, pero no hubo más remedio) y, para ser sincero, la experiencia me decepcionó. No supe –ni lo sé ahora- qué significaban aquellos amontonamientos de piedras, de metales informes, de figuras absurdas. Lo que sí recuerdo, y muy bien, es que mientras lo recorría empecé a sentir un sudor frío que no se me calmaba con nada; en realidad, lo que tenía era miedo de dar un mal paso, pues muchas de las obras allí expuestas estaban hechas de hoja de lata, y esto las convertía en un verdadero peligro para los caminantes. ¡Qué puntas, Dios mío, qué hojas afiladas y largas! «Atención, Juan Jesús –me decía a mí mismo-: recuerda que estás caminando por una larga trampa. Un descuido y eres hombre muerto».

En el trayecto, es decir, mientras caminaba por las galerías, una señora elegantemente vestida fingía asombrarse ante cada pieza con que tropezaban sus ojos (¡Señor, con que no se tropiece ella!); yo, mientras tanto, en busca de algo mejor en qué ocuparme, hacía todo lo posible por guardar el equilibrio y dominar el bostezo.

Al ver a los otros visitantes, me pregunté innumerables veces qué era lo que habían venido a hacer a este lugar. ¿También ellos fueron invitados por unos amigos demasiado insistentes? ¡Cómo deseaba en aquel momento estar cerca de la puerta de salida y fingir un mareo! Diría entonces en voz alta a mis acompañantes: «Perdónenme, señores, pero estoy sufriendo en estos momentos una nada ligera indisposición. Con el permiso de ustedes, me marcho. Adiós». Pero no, nada de esto podía hacer, por desgracia, de modo que no hubo más remedio que seguir adelante.

Más que observar las supuestas «obras de arte» (¿qué les veía?), traté de concentrarme en los rostros de mis compañeros de suplicio: ningún arrobamiento sincero, ningún jadeo de emoción. Casi todos dejaban atrás las piezas con la misma indiferencia con que se deja atrás una lata de coca cola tirada en la avenida.

Tenía razón Paul Virilio, el pensador francés, cuando dijo del arte contemporáneo que era «un arte despiadado», hecho de monstruos y figuras grotescas que hielan la sangre. «Después del arte sacro y del arte profano –escribió en uno de sus libros-, asistimos impotentes, o casi, a la emergencia de un arte profanado… Si el arte predominantemente antiguo todavía era demostrativo, lo que ocurrió hasta el siglo XIX, con el impresionismo el arte del siglo XX se convirtió en mostrativo»: es decir, en una galería de monstruosas e indescifrables exposiciones.

Pero esto no es todo. Además de despiadado, yo diría que el arte, hoy, es también un arte desvinculado. Trataré de explicar esto valiéndome de un ejemplo. Cuando se observa un cuadro de Rembrandt, o incluso uno de Chagall, ya por el hecho mismo de hacerlo con alguna atención, el espectador se siente llamado a vincularse con lo que éstos representan, o a participar en la escena que describen. Los rostros alargados del Greco o los severos de Velázquez atraen e interpelan: se trata, por decirlo así, de «bellezas que transmiten un mensaje» (Amos Oz), y gracias a este acto de contemplación la conciencia es instada a adoptar una actitud interior. Como ha dicho Josef Goldbrunner, un famoso pedagogo alemán, «en todo arte auténtico hay siempre un elemento escatológico:

él suscita en el hombre la admiración por la plasticidad de la materia y despierta anhelos de posibilidades más altas».

Algo muy diferente sucede, por el contrario, con muchos ejemplares de este arte que por facilidad llamamos contemporáneo. Es desvinculado en el sentido de que no despierta admiración, ni mucho menos ese afán de trascendencia del que hablaba el pedagogo; el arte contemporáneo es un arte que ha renunciado a todo, incluso a aminorar la prisa del transeúnte. Dada la incoherencia de sus formas y lo abstruso de su simbología, el espectador renuncia a cualquier tipo de diálogo con la obra y se siente tentado a seguir adelante. ¿Para qué tratar de interpretar las líneas de un cuadro del que nunca podrá estar seguro que no ha sido colgado al revés? Para decirlo ya, es un arte que no interpela, que no quiere robar tiempo al transeúnte ni espacio a la pupila.

Cuando, al salir del museo, mi amigo me preguntó qué pensaba de lo que habíamos visto, recuerdo haberle dicho: «Es, para empezar, un arte peligroso. ¡Hubieras visto cómo sudé al recorrer las salas! Temía quedar ensartado en una de esas cuchillas filosas que había un poco por todas partes. Pero, sobre todo, me da la impresión de que es un arte para hombres apresurados». Con esto creí haberlo dicho todo; no obstante, proseguí: «¿Viste con qué rapidez pasaban todos de una galería a otra? En todo caso, se trata de un arte nacido en la era de la privacidad: está hecho para hombres que no deben ser molestados ni siquiera por la belleza. La belleza crea vínculos y hace llamamientos, pero como hoy nadie quiere llamamientos ni vínculos, este arte no debe ser bello: le está prohibido». 

Si es verdad, como afirma Zygmunt Bauman, que el hombre posmoderno es un hombre desapegado, y que desapego significa «huida del sentimiento, de la intimidad verdadera, y refugio en el mundo de las relaciones ocasionales, del divorcio fácil, de las relaciones posesivas»; si es cierto que no quiere nada que lo ate, pues detesta las relaciones a largo plazo y prefiere que todo dure hasta que canse o aburra, entonces el arte contemporáneo es un arte hecho a su medida, a su perfecta medida… ¡Un arte, en fin, ante el que se puede caminar de prisa!

Mi amigo se sentía culpable por haberme hecho perder una tarde, pero yo le dije que no se preocupara, ya que todo sirve para algo en esta vida. Hoy por la tarde le llevaré este escrito para que compruebe por sí mismo que aquellas horas, sea como sea, no fueron tiempo perdido…

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#4 Tiempos

El peor torneo de la historia | Columna de Arturo Mena “Nefrox”

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TESTEANDO

 

Los torneos cortos en el futbol mexicano han traído cambios interesantes en la estadística, desde un sin fin de campeones, tres bicampeonatos (Pumas, León y Atlas) así como muchos títulos de goleo.

Pero la cosa no termina ahí, vale la pena voltear al fondo de la tabla para revisar los peores equipos en los torneos cortos.

El peor equipo de cada torneo, lo tendremos que buscar en la parte baja de la tabla, y aún así, nos tenemos que ir con equipos que sumaron cuando mucho 10 puntos al finalizar el certamen. Por ejemplo Tijuana que en el Clausura 2020, terminó con 9 puntos, pero recordemos que en ese torneo, no se completaron las fechas por la pandemia.

El primer equipo en tener esa marca fue Veracruz, que en el Invierno 96 termina el campeonato con solo 9 puntos. Posteriormente, en el Invierno 98, dos equipos compartieron el último lugar, Toros Neza y Puebla, cerraron la competencia con tan solo 8 unidades.

Del lado de los de casa, San Luis firmó su peor torneo corto en el Apertura 2022, cuando solo pudo hacer 9 puntos después de cumplirse las fechas.

Querétaro ha finalizado dos veces como el peor equipo del torneo, el Apertura 2003 y el Apertura 2012, logró solo 7 puntos.

El ya mencionado Puebla ostenta dos récords en este rubro, el primero es el de haber terminado también dos torneos como último, el Invierno 98 con 8 puntos y el presente Clausura 2024 con solo 5, mismos que le dan el galardón del peor equipo de la historia de los torneos cortos.

Por su parte, el Veracruz, es el equipo que más veces ha quedado en último lugar, con tres ocasiones, en el Invierno 96 cerró con 10 unidades, el Apertura 2019 sumó solo 8 puntos y el Clausura 2019 el equipo del puerto había logrado 6 puntos en la cancha, pero le fueron retirados en la mesa sancionados por FIFA, con lo que a pesar de tener 6 unidades, cerraron el torneo con 0 y desafiliación.

En fin, mucho podemos hablar de la calidad del torneo mexicano, podríamos llamarlo competitividad o torneo mediocre, pero lo que no nos debe quedar duda es que en este Clausura 2024, Puebla firmó el peor torneo corto de la historia del futbol mexicano.

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#4 Tiempos

Calzone, hamburguesas y taquito… ¡Ufff! | Columna de Luis Miguel Dorador

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Un fin de semana sin celular

Este fin de semana pasaron muchas cosas… 

Lo primerito fue que luego de muchas dudas sobre el continuar los estudios de preparatoria o dirigirse completamente a la educación basada en el arte de la danza, logramos un acuerdo mi Ratita bailaora y yo. Continuar la prepa y continuar con la danza pero ahora en una oportunidad de participar en la revista musical de su escuela y eso, aunque parece sencillo es algo que me alegra mucho el corazón porque las generaciones que nos siguen deben tomar sus decisiones y nosotros como padres apoyarlos en todo lo que nos sea posible, a sabiendas de que el propósito más grande de cualquier papá o mamá es formar a los hij@s para que alcancen su libertad cuando sean mayores de edad, dándoles las herramientas necesarias para lograr sus objetivos sin hacer a un lado el fin más importante que es encontrar la felicidad.

Lo logramos Ratita, ¡felicidades!

Todo este tema lo platicamos en una agradable terraza que tiene la Bella Italia en la segunda planta de este delicioso lugar donde compartimos un carpaccio de res para cerrar la noche con un calzone al horno de leña que disfrutamos de momento a momento sin perder el hilo de la conversación.

El viernes, aprovechando que no hubo clases por ser el último del mes de abril, mi soldadito de oro y yo nos organizamos para ver una saga muy interesante y entretenida que es “Maze Runner” y logramos completar la trilogía además de disfrutar entre una y otra de unas hamburguesas de Carl´s Junior que sin duda son de las mejores en el mundo de las hamburguesas de franquicia de comida rápida.

¡Gracias Chompir!

El sábado ya tenía agendada una reunión con amig@s por el cumpleaños de uno de los más destacados creadores de contenidos de redes digitales del grupo y nos juntamos para cantar, comer (el guacamole quedó espectacular) y disfrutar de un sábado con un clima excepcionalmente agradable al grado que nos dimos la oportunidad de darnos un chapuzón a la luz de la luna que especialmente ese día estaba hermosísima.

¡Gracias TB Group!

¿Dos arriba, dos abajo o de plano, una arriba y una abajo?

Los domingos son fabulosamente atractivos para mi porque el hecho de cocinar paella siempre me provoca felicidad, no solo por el hecho de poder llevar a la boca de alguien algo preparado por mis manos, sino porque conforme pasa el tiempo son más y más personas que están conociendo mi receta y sus comentarios de satisfacción son una de las mejores recompensas que un cocinero puede recibir, además del gusto de entregar pedidos a amigos de toda la vida que en auto propio, por su propio pie o hasta en uber llegan a recoger sus órdenes para disfrutar en casa con familia.

¡Gracias a Tod@s porque tod@s lo hacemos posible #SoyPaella!

Un domingo se hace más agradable cuando en lugar de “debate” dedicas tu tiempo a disfrutar de la caída del sol… ese momento en que las horas bajan y se oculta el sol para dar paso a la luna en estas noches cálidas. Entonces te ataca el hambre y que mejor lugar para echar taquito que La Fragua en donde no importa de qué pidas tus tacos; pastor, costilla o bistec español, siempre que lo acompañes de una michelada tendrás oportunidad de platicar sobre tantos temas y disfrutar de la compañía que hace de un domingo normal un día extraordinario.

Al llegar a casa no podía quedarme con la curiosidad y empecé a ver el dichoso segundo debate de l@s candidat@s presidenciales y no hubo mejor arrullo para conciliar el sueño que un programa tan aburrido y sin propuesta que eso.

Así que a descansar rico y prepararse para esta semana que se verá interrumpida por la celebración del 1ro. de mayo como cada año.

¡¡¡Ánimo que ya casi es viernes!!!

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#4 Tiempos

Primera matehualense en obtener título universitario | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash

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EL CRONOPIO

 

En enero de 1923 el Instituto Científico y Literario de San Luis Potosí se convertía en Universidad Autónoma de San Luis Potosí tratando de iniciar una nueva vida académica organizando sus actividades de manera autónoma y decidiendo su destino sin intervención del estado. Si bien, esos primeros pasos de vida autónoma no fueron fáciles y además fueran obstaculizados y postergados hasta la década de los cincuenta cuando puede decirse que la universidad adquiere su absoluta autonomía. Esa fecha queda registrada como el inicio de la hoy Universidad Autónoma de San Luis Potosí que continuaba el trabajo académico del Instituto Científico. Para entonces se empezaba a hacer común observar mujeres en sus aulas de estudios profesionales, su número no era tan abundante; aunque para entonces ya se habían titulado unas cuantas mujeres en la carrera de medicina y en leyes, como hemos tratado en anteriores entregas en esta columna.

Ante esta situación, la presencia de mujeres provenientes del interior del estado era más extraña aún

, por el esfuerzo que requería el trasladarse a la capital del estado para ingresar a realizar estudios, sobre todo de corte profesional. Con todo, las mujeres potosinas de los diversos municipios del estado comenzaron a tener presencia en las aulas universitarias.

De las primeras mujeres en ingresar a la recién “creada” Universidad Autónoma de San Luis Potosí sería la matehualense Sara Cárdenas Orozco que en 1923 ingresaba a la preparatoria de la Universidad potosina a cursar el bachillerato en ciencias biológicas con la intención de poder ingresar en su oportunidad a estudiar medicina en la misma universidad. De esta manera Sara Cárdenas se convertiría en la primera matehualense en ingresar a la universidad.

Sara Cárdenas, se convertía además en la primera matehualense en cursar cursos superiores de física, matemáticas y biología y la primera en cursar materias experimentales de ciencias. De esta forma trabajaría en el histórico Gabinete de Física que tengo bajo mi resguardo y que forma parte del patrimonio cultural de la ciudad de San Luis Potosí.

Sus estudios preparatorios los realizaría de 1923 a 1926. Por entonces se cursaban en la preparatoria materias de aritmética y algebra, geometría plana, trigonometría rectilínea, física teórica, física experimental, cosmografía, nociones de mecánica, química general, química orgánica, nociones de mineralogía, geografía general, nociones de geología, botánica, histología, zoología, nociones de anatomía, fisiología humana, lógica, psicología moral, histología general, raíces griegas y latinas, dibujo, inglés , francés, literatura general y lengua castellana.

Los cuales aprobaría a satisfacción Sara Cárdenas. En 1926 ingresaba a estudiar medicina y cursaría hasta el quinto año de la carrera en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, para trasladarse a la ciudad de México y proseguir en la Escuela Nacional de Medicina la carrera de medicina en 1930. Realizó sus prácticas hospitalarias en el Hospital Civil “Dr. Miguel Otero” de San Luis Potosí y el internado en el Hospital General de la Ciudad de México, siendo ya estudiante de la Escuela Nacional de Medicina.

Sara Cárdenas Orozco nació en Matehuala, San Luis Potosí el 24 de octubre de 1903, sus padres eran comerciantes en Matehuala, y al parecer cambiarían su estancia a San Luis Potosí, con el fin de que sus hijos pudieran continuar estudios y posteriormente a la Ciudad de México.

Como muchas de sus compañeras médicas, perteneció a la Asociación de Médicas Mexicanas, asociación que fue impulsada por médicas potosinas.

Sara Cárdenas Orozco cursó y aprobó en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí y en la Escuela Nacional de Medicina las materias que cubrían íntegramente la carrera de médico cirujano, convirtiéndose, con toda seguridad, en la primera médica matehualense.

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Opinión