#4 Tiempos
Desdén por los artistas potosinos | Columna de Óscar Esquivel
Desafinando
El malinchismo gubernamental… lo artificial es lo suyo
La humanidad espera siempre mostrar algo que lo haga inmortal, así los hombres esperan del arte el sentir que existe liberación justo cuando se sueltan los lazos fuera de la realidad. Con el arte encuentra felicidad, regocijo interno, de esta forma suelta su imaginación y enriquece sus fantasías que plasma en una pintura o una escultura, no digamos así, la música, el teatro y toda manifestación artística que haga de un hombre o una mujer sentir satisfecha con sus logros en el arte.
Los artistas dejan todo. En ocasiones distraen sus negocios, sus vidas ordinarias, se transportan a situaciones extraordinarias que los hacen ver como gente extraña. El artista pretende crear un orden mundial a través de su manifestación más profunda, encuentra la moral absoluta aun cuando en el mundo real se manifieste lo contrario.
Molière tenía una definición del arte y del artista muy singular, “no me neguéis que se experimenta un placer inefable actuando para personas capaces de sentir emoción del arte; que saben acoger con agrado las bellezas de una obra, que con su lisonjera aprobación, nos recompensan nuestro trabajo”.
Cuando Jean-Baptiste Poquelin, mejor conocido como Molière, dramaturgo, actor, poeta, francés, criticaba la manera que la sociedad veía y escuchaba el arte. Aun cuando era de familia acomodada, fue duramente criticado por casarse con una doncella 20 años menor que él, para entonces escribió la comedia “La escuela de mujeres”, crítica mordaz del comportamiento de la sociedad del siglo XVII, en donde expuso su pensar con ironía y, la farsa social a la que hoy llamamos “humor negro”. La obra, estrenada en 1662, se volvió toda una polémica donde le exigieron al Rey Luis XIV que la prohibiera, cosa que se negó. Gracias a ello, Molière obtuvo un gran éxito y escribió con gran tino:
“No puede haber mayor suplicio para un artista que producir arte para un público de ignorantes y padecer el juicio estúpido de un imbécil”.
En un mundo de artificialidad, del plástico, de la falsa creencia de la adoración por el “oro”, hoy al hombre pareciera que la naturaleza no existe. Se le tiene que presentar forzosamente algo artificial para que se interese. Prefiere el acuario que al mar, lo natural los desnuda, los avergüenza y se sienten desprotegidos. Hombres y mujeres que desdeñan el arte y la cultura por igual cubren sus cuerpos con ropas que en ocasiones ni les va, se peinan sin saber que pronto llegarán las canas y la caída del cabello. Para ello recurrirán a las pelucas artificiales o se tatuarán, digo, se maquillarán, para no absorber la crítica de otros por su naturalidad como una persona.
Para la gente artificial, material y carente de juicio por el arte, se observa mejor a la mujer si en ella brillan sus joyas. Miran ausentes los paisajes, no ven los colores, ni las colinas con su pastizales, mucho menos se sientan a observar un amanecer o atardecer de rojos profundos; Se prefiere la suntuosidad de los templos, mansiones residenciales de última generación, observar al poderoso cómo se enriquece y dilapida el dinero que no es suyo.
Prefiramos el arte desde la perspectiva de quien lo crea, aplaudamos al artista y démosle su lugar.
LA CIUDAD DE LOS MIL AÑOS.
Pueden ustedes imaginar en la mente de Adolfo Hitler construir la ciudad perfecta, la ciudad de los mil años del Tercer Reich. Una ciudad majestuosa con todo orden y urbanidad sería el gran legado del dictador. Pues bien, no se sabe por qué nuestros gobernantes potosinos desean emular a este personaje, a su manera, claro. Hitler pretendía con su conquista que las grandes obras universales fueran parte del acervo de los museos de Berlín, gratis, por supuesto.
Desde hace cuatro sexenios ha ocurrido en San Luis Potosí, iniciando con Silva Nieto, Marcelo De Los Santos, y ahora con Juan Manuel Carreras , pretenden pasar a la historia importando artistas de otras latitudes. Si bien con merecido reconocimiento internacional, no son potosinos.
Silva Nieto, con su museo de escultura con el nombre y obra de Federico Silva, Marcelo con el Centro de la Cultura y las Artes y el museo del laberinto, Carreras con el museo Leonora Carrington. Los tres con la esperanza de pasar a la eternidad o por lo menos mil años, como grandes conocedores de arte, una cosa que sean coleccionistas y otra que establezcan un vínculo con la cultura y el arte de su estado (de Toranzo ni hablamos).
El museo Federico Silva, obra de millones de pesos se decía que era para el “deleite de los potosinos” y acercarlos a la escultura ¿dónde quedó eso? La obras de remodelación de la antigua penitenciaría del estado convertida en una gran escuela de diferentes disciplinas, es hoy un referente nacional al igual que las escuelas de arte del Instituto Potosino de Bellas Artes.
El Museo Leonora Carrington, con obras verdaderamente majestuosas, aportación que hizo el hijo de la artista, pero ¿quién era Leonora para San Luis? Amiga de Sir Edward James, constructor y mecenas e impulsor de Carrington, propietario de las surrealistas pozas de Xilitla donde Leonora varias de sus obras y lienzos en yeso.
De artistas reconocidos y grandes exposiciones se dan en los museos mencionados, pero ¿qué se ha hecho para los artistas locales? Nada. Nada es nada: promociones minúsculas porque nunca alcanza el dinero, apoyos mínimos, el desdén de los gobernantes por los artistas potosinos es evidente, del actual ni se diga, como parece Europeo.
Se ha propuesto en reiteradas ocasiones y por años la creación de la Pinacoteca de pintores potosinos, pero al ser como curiosidades a los artistas, gente rara, los pintores, escultores, grabadores, reconocidos nacional e internacionalmente, solo les queda mirar como pájaros en el nido sin comer.
El menosprecio por los artistas potosinos del gobierno actual, como ya es costumbre, en poquísimos eventos se les ve. Aun con boletos regalados y de primera fila en algún concierto de músicos potosinos. A menos que sea la banda de guerra del batallón de infantería del ejército asisten o si es que vienen artistas de otros lados, extranjeros de preferencia. A una exposición de escultura de potosinos, ni soñando va el doctor. Él se da tiempo para inaugurar la “Copa Gobernadores” de futbol, o eventos muy sociales. Solo para el arte lo piensa dos veces. Primero pide la asesoría de su doctor de cabecera y el secretario particular, porque de lo contrario manda al último de los niveles de gobierno, para que posteriormente le cuenten lo sucedido.
Toda una escuela de artistas están esperando un lugar donde sus obras sean exhibidas, almacenadas y resguardadas debidamente para patrimonio de todos. No puede la ignorancia, ni la falta de visión futura por escasa o nula cultura de los gobernantes en turno, ser motivo de desdén oficial hacia los artistas locales. Ellos a fin de cuentas son formadores de paz y armonía, un pueblo sin cultura es un pueblo violento y sin esperanza, hueco del alma sin incentivos por la vida.
Nos saludamos pronto
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#4 Tiempos
Medio siglo del FIS-MAT, en honor a Mat. Silvia Sermeño | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash
EL CRONOPIO
En 1975 se realizó el primer Concurso Estatal de Física y Matemáticas para Escuelas Secundarias del Estado de San Luis Potosí, que ahora se conoce como Fis-Mat, el Concurso Regional Pauling de Física y Matemáticas que llega a estar conformado hasta por veintitrés concursos en las áreas de física, matemáticas, biología, química, astronomía, nanotecnología, ciencias naturales, ciencias del espacio, filosofía, donde participan estudiantes de primaria, secundaria y preparatoria. El Fis-Mat es el segundo concurso más antiguo del país y ha sido de cierta forma el conformador de los diversos concursos en México en las áreas en las que se enfoca, tales como las olimpiadas de física, matemáticas, química, etc.
El Fis-Mat es el único concurso de este tipo en el país y ha fincado toda una tradición. Con lo cual la edición 2025 del concurso marca cincuenta años de historia de uno de los concursos más importantes del país. Cada año el Fis-Mat es dedicado a un personaje relacionado con las áreas del conocimiento que abarca que haya destacado y contribuido al desarrollo de las mismas. Este año el concurso ha sido dedicado como un homenaje a la matemática Silvia Sermeño Lima por su papel desarrollado a lo largo de treinta años al desarrollo y enseñanza de las matemáticas en la Facultad de Ciencias de la UASLP, por lo que el Fis-Mat se ha denominado XLVI Concurso Regional “Pauling” de Física y Matemáticas “Silvia Elvira Sermeño Lima”.
El Fis-Mat nació como una iniciativa para alentar el estudio de disciplinas científicas en los jóvenes mexicanos con énfasis en los potosinos, apoyando su formación con actividades extraescolares y despertando vocaciones. Fue una iniciativa de los estudiantes de la antigua Escuela de Física y del dos veces galardonado con el Premio Nobel, el Dr. Linus Pauling, por lo que ahora asume su apellido y se dedicada a un personaje en especial como en esta ocasión es la Mat. Silvia Elvira Sermeño Lima.
Silvia Sermeño Lima estudió matemáticas en El Salvador su país natal y vino a México a continuar sus estudios y desarrollarse profesionalmente. En 1981 ingresó como profesora a la entonces Escuela de Física de la UASLP a colaborar en el desarrollo de la carrera de profesor de Matemáticas que acababa de iniciar actividades, así como encargarse de los cursos básicos formativos de las carreras de física y electrónica que existían en aquella época. Posteriormente se abrirían más opciones profesionales en el área de matemáticas y estaría participando en la formación de esas nuevas carreras de matemáticas.
Su labor en la ya Facultad de Ciencias fue intensa y estuvo a cargo de materias de matemáticas y formando a los jóvenes interesados en esta disciplina, en especial a quienes deseaban dedicarse a la enseñanza de las matemáticas en los diversos niveles educativos.
Su profesionalismo y dedicación en la educación y formación de matemáticos en San Luis Potosí fue determinante para consolidar este proceso que en la actualidad sigue siendo formador de matemáticos por la Facultad de Ciencias de la UASLP a nivel licenciatura y de posgrado en las áreas de educación matemática y matemáticas aplicadas.
Como un reconocimiento a su labor en la Facultad de Ciencias desde 1981 hasta el año 2009, cuando se jubiló como profesora de matemáticas se le han dedicado los trabajos del XLVI Concurso Regional “Pauling” de Física y Matemáticas, asignándole su nombre en este marco conmemorativo de medio siglo de existencia de tan importante concurso, donde se han dado cita estudiantes del nivel básico de diversos estados del país y que ha sembrado toda una tradición en nuestro estado.
Felicidades a la Mat. Silvia Elvira Sermeño Lima, y al Fís-Mat.
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#4 Tiempos
El poder y los tigres que llevamos dentro | Columna de León García Lam
LA VOLUTA
Trump está en el aparador internacional acusado -otra vez- de un escándalo sexual. Quiero aprovechar ese caso -y otros- para comentar que, cuando alguien ostenta una dosis de poder, algo en su interior se desata. ¿Por qué ese descontrol adquiere casi siempre un tinte sexual? ¿Por qué políticos, sacerdotes y artistas son recurrentemente acusados de sexualidad desbordada? Y, sobre todo: ¿por qué deberíamos vigilar especialmente el comportamiento sexual de quienes ostentan cargos públicos?
Vayamos a las civilizaciones clásicas, aquellas que asociamos con bacanales y hieródulas. ¿No prueban esas civilizaciones que el desenfreno sexual es una constante de la naturaleza humana? En efecto, pero hay una diferencia clave: aquel desenfreno era ritualizado y regulado. Si nos parece escandaloso solo es porque lo juzgamos con nuestra moral. El verdadero exceso ocurre cuando se transgreden las normas de la propia época: piense usted culta lectora de La Orquesta, en Calígula o Nerón, cuyas prácticas nefandas —que conocemos por Suetonio—escandalizaron incluso a sus contemporáneos.
Ante el riesgo del desenfreno, las primeras comunidades cristianas optaron por una solución radical: si el poder corrompe, mejor amputar la sexualidad de quienes lo ejercen. Así nació el celibato sacerdotal. Hoy sabemos que la estrategia clerical fracasó en incontables casos—como los “sobrinos” que eran hijos y las “amas de llaves” que eran concubinas—, pero reconozcamos que la intuición católica fue certera: lo reprimido se desata con el poder.
Freud nos ha gritado la respuesta que buscamos en su famoso libro El malestar de la cultura. La civilización exige reprimir nuestros deseos: trabajamos cuando queremos dormir, callamos cuando ansiamos gritar. Esas renuncias se acumulan en el inconsciente como energía latente. No hay ser humano—hombre o mujer— que escape a este control de la voluntad. Todos llevamos tigres agazapados en la psique , esperando su momento de saltar, sacar las garras y desenfrenarse.
He aquí el problema: cuando alguien accede al poder —político, económico o social—, sus tigres hambrientos quedan en libertad. El brillo en los ojos del recién investido es la alegría de la fiera que siente la cercanía de sus presas. Trump es el ejemplo obvio, pero basta mirar alrededor para encontrar casos nacionales y locales —políticos, empresarios, artistas— que usaron su influencia para liberar demonios personales. Redes de niños y niñas, secretarias, alumnas, asistentes, clientas, chicos y chicas buscando fama y un largo etcétera.
¿Está mal ser un libertino? Me parece que no. Siempre y cuando los actos empleados no sean por medio del poder público o en contra de las leyes civiles.
Si exigimos declaraciones patrimoniales a los funcionarios, para garantizar que no se hinchen de dinero con el erario, quizá deberíamos pedir también “declaraciones mentales”. Porque todo poder libera a las bestias interiores.
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#4 Tiempos
La visita | Columna de Juan Jesús Priego Rivera
LETRAS minúsculas
Sucede en una novela de Chaim Potok (1929-2002), el novelista judío, titulada La promesa. Un adolescente, hijo de un famoso rabino norteamericano, es ingresado en un hospital psiquiátrico. Nadie sabe en realidad qué es lo que sucede con él, pero a veces se muestra demasiado violento y a menudo demasiado abstraído. Está todo el tiempo como encerrado en sí mismo, y arrancarle una palabra puede llegar a convertirse en la mayor de las hazañas. El mundo exterior le interesa poco y sus respuestas son casi siempre groseras y agrias. El muchacho se llama Michael. Michael Gordon.
¿Por qué se porta así? Eso es lo que sus padres quisieran saber. Sin embargo, poco antes de ser ingresado en el centro, Michael había hecho amistad con Reuven, el novio de una prima suya, de modo que es con él, y sólo con él, con quien puede abrirse libremente… De hecho, una vez habían ido juntos a la feria de un pueblo cercano a Nueva York, y poco después hasta salieron a navegar en un lago a la hora del crepúsculo y la brisa. Sí, eran amigos, de eso no cabía duda; por lo tanto, él era el único ser al que Michael podía confiarse en esta hora de crisis y tinieblas.
Mientras Michael está internado nadie debe verlo, salvo su familia: las visitas le están terminantemente prohibidas, y él se siente solo, profundamente solo. Pero, ¿y su amigo, su único amigo, donde está? ¿Qué hace mientras él se vuelve loco de pesar? Y, así, una noche suena el teléfono en la casa de Reuven; por supuesto, es Michael quien se halla al otro lado del hilo.
«-¿Reuven? Hola, Reuven -¿cómo había hecho Michael para acceder a un teléfono y llamarle? Se produce entonces un largo silencio-. Reuven, ¿me escuchas?».
Sí, Reuven lo escuchaba. ¿Qué había sucedido con este muchacho? ¿Qué nueva desgracia le había caído encima? De momento, una cosa era segura: que Michael no debía estar al teléfono, pues los reglamentos del centro psiquiátrico eran bastante claros a este respecto. ¿Estaba hablando, pues, a escondidas?
«-Reuven, ¿estás bien? –la voz de Michael era como la de un huérfano; las ondulaciones de su voz delataban una infinita tristeza.
»-Sí, estoy muy bien.
»-¿Por qué no vienes a visitarme? Ni una sola vez lo has hecho.
»Apreté con fuerza el teléfono y no dije nada –confesará más tarde Reuven, lleno de vergüenza.
»-Reuven –dijo Michael.
»-Aquí estoy, Michael.
»-¿No quieres venir a visitarme, Reuven?».
Éste no sabe qué decir, qué responder. Sí, una vez preguntó a alguien de la familia si podía visitar a Michael, pero como le aconsejaron que no lo hiciera, él ya no insistió más. Le dijo, y no mentía:
«-Pregunté si podía visitarte. Dicen que sólo tu familia tiene permiso para hacerlo».
Otro largo silencio.
«No supe qué hacer –confesará igualmente Reuven después-. No sabía si el hecho de seguir conversando con él y responder a sus preguntas podría resultarle perjudicial, o si era mejor aconsejarle que colgara, puesto que no tenía permiso para llamarme. No sabía qué decirle, ni si debía mantener algún tipo de reserva».
«-Oye, Reuven, ¿quieres visitarme?
»-Sí”.
“-Pensé que no querías. Ahora les diré que quiero verte. Te dejarán venir. ¿Vendrás, Reuven?
“-Seguro.
»-Me alegrará verte. Odio este lugar. ¿Recuerdas las veces que salimos a navegar, Reuven? Me acuerdo mucho de eso… De verdad, quiero verte, Reuven. Voy a gritar hasta arrancarme la cabeza. Te dejarán venir. Por favor, visítame, Reuven. Adiós».
Tan pronto como terminé de leer este diálogo, reproducido aquí a retazos por falta de espacio, cerré el libro y me puse a escribir este artículo. Si Reuven acudió a la cita de su amigo o no, eso todavía no lo sé. Por lo pronto, me basta con la ternura que oculta esa llamada. Y pienso en las personas que esperan nuestra visita y que nunca la tendrán; si ellos pudieran –quiero decir, si se atrevieran-, también tomarían el teléfono reclamando nuestra presencia. Pero no lo hacen por pudor, por vergüenza, por dignidad.
«¿Recuerdas cuando salíamos a navegar? Yo me acuerdo mucho de eso». Pero no: Reuven ya no se acordaba. ¡Qué pena! Pero no se trata ahora de Reuven, sino de nosotros: también nosotros quizá ya hayamos olvidado las hermosas horas que pasamos con algunas personas, pero éstas todavía las recuerdan y suplican a Dios que la experiencia pueda repetirse algún día, alguna vez. ¡Están tan solos! Y odian este lugar en el que nadie piensa en ellos.
Michael no se olvidaba de Reuven: él lo quería… Y me pregunto: ¿por qué las relaciones –todas, sin exceptuar ninguna- son siempre desiguales? Aun cuando una amistad parezca perfecta, siempre hay un amigo que quiere más y otro que quiere menos… ¡La vida es así!
Reuven se atormenta pensando si no le hará mal a su amigo seguir hablando con él. ¡Pero, Reuven, esto es lo único que podría curarlo: tus palabras! Sólo tú tienes la llave para abrir esa puerta, ¿y renuncias así como así a utilizarla? Venga, Reuven, utilízala, no tengas miedo. La palabra es curativa, y la tuya lo es para quien anhela oírla. Venga, habla con él.
¡Extraña manera de practicar la psicoterapia: encerrar a los enfermos, aislarlos todavía más, cuando lo que ellos necesitan es amistad y compañía!
Recuperar el hábito de la visita, hacernos visibles y tangibles para aquellos que nos esperan: ¡ah, si esto fuera posible, si nos diéramos tiempo para ello, no todo estaría perdido!
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