#4 Tiempos
Un equilibrio roto y un golpe desde el más allá | Carlos López Medrano
LUCES DE VARIEDAD.
Andrés Manuel López Obrador tuvo un gesto de pragmatismo luego de ser electo como presidente. Su gobierno, dijo, no apostaría a dinámicas persecutorias. “No es mi fuerte la venganza”, aseguró, “no creo que sea bueno para el país el que nos empantanemos en estar persiguiendo a presuntos corruptos”. En campaña habló incluso de perdón. Para evitar mayores turbulencias, se ponía un punto final a una era traumática en la historia del país. Un borrón y cuenta nueva a partir del que, ahora sí, ya no permitirían las canalladas de antes. El problema de esta polémica postura es que entraba en conflicto irresoluble con una cuestión existencial del proyecto que le llevó a Palacio Nacional: el enfrentamiento contra quienes abusaron de su posición en el sector público durante décadas, un antagonismo gracias al que se entiende su popularidad.
Atacar tan solo las corruptelas del punto B al punto C, implicaba dejar impune el espectro que partía del punto A, lo cual restaba fibra al discurso. Acaso por ello, y también ante los exiguos resultados en los primeros dos años de su gobierno, decaídos y criticados debido a crisis y fracasos en varios ejes, no quedó más que apelar a esa última baza, la más poderosa quizá, que implicaba de atacar frontalmente a las administraciones que le antecedieron. Un recurso para sacar en caso de emergencia. Un salvavidas político. La gran justificación a su permanencia.
La detención Emilio Lozoya llevó la cruzada al punto más radical. El exdirector de Pemex soltó denuncias al por mayor y amagó con videos que salpicarían a parte medular de quienes estuvieron al mando en los sexenios anteriores. El material, si se gestionaba cuidadosamente, se antojaba como el arma definitiva para demoler a corto y mediano plazo a la ya de por sí maltrecha oposición partidista. Con mayor o menor grado de separación, tales declaraciones, fueran honestas o no, anulaban a los competidores a golpe de titulares en medios. PAN, PRD, PRI e incluso formaciones embrionarias como México Libre se verían seriamente vulneradas a ojos de la ciudadanía. Todo iba bien para el gobierno, hasta que lo fue un poco menos. Un giro inesperado hizo trastabillar a lo que parecía infalible.
El caso Lozoya seguirá afectando a los involucrados, desde luego. Nadie sensato metería las manos al fuego por ninguno de los protagonistas de semejante telenovela. Pero entonces surgió una respuesta que posiblemente el proyecto de López Obrador no anticipaba. Un contrataque, dispuesto en los mismos términos (videoescándalos), proveniente de una parte del espectro político que tras meses de desfallecimiento terminó por dar señales de vida. No queda claro exactamente quién está detrás de las filtraciones. En ello probablemente hubo, en parte, fuego amigo, pero también otra influencia, un coletazo del viejo régimen, uno que se niega a morir.
La divulgación de videos que exponen al hermano del presidente en acciones presuntamente violatorias de la ley electoral pega de lleno en una parte sensible de la actual administración. Si ya antes había señalamientos a prácticas cuestionables de funcionarios de primer nivel (que podían personalizarse y por tanto no manchar el resto del organigrama), esta vez la sombra se extiende al ámbito familiar del líder y también a las prácticas de Morena en su persecución del éxito, maniobras indisociables de la estructura.
Aunque sacar conclusiones sería apresurado, lo anterior se antoja como el inicio de una lucha entre un bando establecido y uno difuso, de varios cuerpos y cabezas. Da la impresión de que el equilibrio se ha roto y que, de ser así, el marcador final no dejará un ganador en términos absolutos, sino que habrá pérdidas para todos los bandos involucrados, salvo que el gobierno federal decida bajar la velocidad y tranquilizar la balanza. O si es que los otros se quedan sin pólvora. Un revés del duelo callejero será el debilitamiento de la mediación institucional que pasa a segundo plano en pos de los ataques directos, el lanzamiento de lodo, el sálvese quien pueda. Un deterioro de acuerdo entre facciones, tan necesario, al menos mínimamente, para una sana vida democrática. Que no se confunda esto con una reivindicación de la impunidad. Cualquier mal manejo debe ser castigado según las disposiciones de la ley; priorizar el espectáculo, eso sí, trae efectos secundarios indeseables.
Es verdad que la presidencia tiene una ventaja sustantiva como lo es el manejo de un entramado de gobierno. En distintas oficinas y dependencias el presidente tiene a fieles mastines entregados a la causa que podrán presionar y lanzar mordidas intimidatorias desde sus respectivas esferas. No obstante, esta ventaja tiene puntos limítrofes, ya que, primero, levantará cuestionamientos (ya los hay) de una aplicación parcial de la justicia; y, segundo, cada uso de la carta Lozoya podría ser susceptible al contragolpe mediático que ponga en entredicho el espíritu de renovación moral que impulsa el gobierno. Este relato, que es uno de los principales sostenes de la presidencia, también es una debilidad en el sentido de que la pureza es difícil de sostener, no por lo que concierne al presidente de primera mano (que ha sido cuidadoso durante décadas en este tema), sino por quienes le rodean. Entre tantos subordinados, oficinas, acuerdos, parentela… siempre habrá alguna manzana podrida que estropee el cuento.
Tal es el peligro para el autoproclamado movimiento de regeneración, verse erosionado por una lucha a cara de perro que, por algo, en un principio se prefería soslayar. El presidente tendrá, sí, el recurso de lavarse las manos y pedir que cualquier eventualidad se solucione bajo los términos de la ley, una pulcritud que no confiere a las tropelías de sus adversarios, por cierto, a quienes utiliza para actos de proporciones circenses en conferencias que sustituyen a instancias especializadas que, junto a otras prácticas informales, transgreden el debido proceso. Además, a la postre será insuficiente, ya que eventualmente minará la retórica de un gobierno que prometió cambiar dinámicas enquistadas en la política. Si algún grupo logra instalar la idea de que los nuevos son iguales a los anteriores, el desgaste será inminente, aunque considero que sin la velocidad suficiente para un colapsar a Morena en 2021.
Por si fuera poco, el castigo a los propios colaboradores tiene un límite. Varios de ellos configuran parte básica de la cuadrilla por lo que no será fácil deslindarse de ellos o desecharlos, sin dificultades adicionales a la gobernanza. Tampoco hay proclividad a la aceptación del error. El relativismo aplicado a los yerros y claroscuros de figuras activas en el gobierno muestra que no hay una disposición estricta a eliminar los abusos de la clase dirigente del país siempre y cuando sean de parte decisiva del clan.
La lucha, pues, está abierta. Parece que la fuerza de los opositores fue subestimada y que, después de tanta deriva, estos últimos han encontrado una forma efectiva de socavar a la hegemonía actual, una que ha abierto demasiados frentes demasiado pronto, aunque obligada ante un contexto que no le ayuda con miras a las elecciones de medio término. La lucha contra los predecesores que es su gran reivindicación podría ser, paradójicamente, el inicio de un desgaste mayor. O puede que no, ya se verá en las elecciones, no tanto en las encuestas.
Después de la pequeña cisma que involucró a su hermano, el presidente manifestó que su misión continuará, pese a todo. Recurrió al enésimo paralelismo con referentes históricos a los que cada vez hay que meter con más calzador. Hay que decir que no está solo y él lo sabe. Tiene un respaldo considerable de la ciudadanía, una fracción de incondicionales que mantendrán firmes en su apoyo, sin importar los argumentos ni la evidencia que contradigan lo que finalmente es una creencia. Al contrario, cada golpe significará una nueva cimentación del dogma. Otros lo ven de un modo instrumental y tolerarán algunos pecados a cambio de la promesa de un bien mayor, como serían cambios de raíz en el entramado económico-social y la extirpación de lastres enquistados en el poder.
Lo que sí está en riesgo a nivel electoral son los apoyos dados en 2018 que se podrían categorizar como “coyunturales”, el hartazgo que constituyó una porción de los 30 millones de votos, cifra colosal que tiene algo de espejismo y que no equivale, como algunos creen, a un consenso, no al menos permanente. Una parte de ellos, imposibles de cuantificar, correspondieron no a incondicionales, sino a voto flotante que como vino se puede ir. La determinación de tales ciudadanos ante los hechos referidos medirá los alcances y límites de la actual administración, si bien las fuerzas que desafían a Morena perderán mientras estén dispersados.
#4 Tiempos
Emma Roldan, la diva potosina del cine y la televisión | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash
EL CRONOPIO
Dentro de los cuatro artistas potosinos que participaron en los comienzos del cine mudo y posteriormente del sonoro se encuentran Lupe Vélez, Enriqueta Ramírez Verastegui, que asumió el nombre de Ligia Dy Golconda, Adolfo Girón y Emma Roldan Reyna. De los tres primeros ya hemos tratado en esta columna en anteriores entregas, colocándolos como pioneros en el cine norteamericano las dos primeras y como pionero del cine sonoro mexicano a Adolfo Girón quien además era músico y compositor de algunos éxitos a principios del siglo XX.
De los cuatro, Emma Roldan sería quien tuviera una carrera más larga destacando en el cine colombiano, norteamericano y participado en la llamada época de oro del cine mexicano, además de su participación en buen número de telenovelas, convirtiéndose en una de las mayores figuras del cine y la televisión mexicana.
Emma Roldan nació en San Luis Potosí el 3 de febrero de 1893. Sus padres eran propietarios de un hotel en las inmediaciones del Teatro de la Paz, lo que en propició que en su adolescencia tuviera la oportunidad de conocer a los artistas de las compañías que se daban cita para actuar en el Teatro de la Paz que había sido construido siendo Emma una niña. Conoció al actor Jesús Ojeda, con quien se casaría e iría a vivir por un tiempo a Monterrey, para después regresar a San Luis Potosí al separarse de Ojeda quien viajaba frecuentemente en sus giras en la compañía de teatro infantil en la que trabajaba.
La compañía de teatro Esperanza llegó a San Luis conocería a algunas de sus integrantes y ahí sería invitada como bailarina en segunda triple. Esta compañía viajó a Cuba ya con Emma Roldan como integrante y conocería a quien sería su segundo marido el actor y director Alfredo del Diestro, retirándose de la compañía y yendo a radicar a Colombia donde iniciaría su carrera de actuación en la empresa de ópera y teatro de Del Diestro. Ahí mismo iniciaría su carrera cinematográfica al actuar en la película muda, María, filmada en Colombia en 1922.
A fines de los veinte iría a Hollywood, como lo hiciera Lupe Vélez y Dy Golconda , participando en las primeras películas sonoras en idioma español, filmada en Estados Unidos, trabajando en las películas Soñadores de Gloria (1930), El Impostor (1931) y ¿Conoces a tu Mujer? (1931).
La década de los treinta fue su debut en películas mexicanas abriendo una historia actoral cinematográfica de las más importantes en el país, como actriz de reparto, participando en las exitosas películas mexicanas, Allá en el Rancho Grande (1936), Bajo el Cielo de México (1937), La Adelita y Los Millones de Chaflán (ambas realizadas en 1938), La Casa del Ogro (1939), Los Hijos de María Morales (1952), El Rey del Tomate (1962) y La Pasión según Berenice (1975), por citar algunas de ellas.
Su primera aparición en el cine nacional se dio con la película El Anónimo (1931) de Fernando Fuentes, apariciones que serían constantes hasta la década de los setenta cuando murió el 29 de agosto de 1978 mientras participaba en la filmación de la telenovela Viviana.
Participaría en 12 telenovelas, entre ellas, Amor y Orgullo (1966), Leyendas de México (1968), Los Caudillos (1968), La Gata (1970), La Constitución (1970) y Viviana (1978).
Su carrera en el mundo artístico incluyó el diseño de vestuario al estudiar en París donde residió por un tiempo, diseño de modas, encargándose de confeccionar los vestuarios de varias de sus películas como Sor Juana Inés de la Cruz (1935), Juárez y Maximiliano (1934), La Novia del Mar (1948) y Han Matado a Tongolele (1948).
Emma Roldan una artista potosina que dejó honda huella en el cine y la televisión mexicana y que colocó el talento artístico potosino en la palestra mundial cinematográfica.
También lee: Ángel Blanco y sus guitarras en San Luis Potosí | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash
#4 Tiempos
Los torcidos caminos por andar | Apuntes de Jorge Saldaña
APUNTES
Culto Público, hijos de mi “caminante no hay camino, se hace camino al andar”:
En el San Luis adelantado, nos hemos concentrado en escenarios y personajes finales, en multiversos o realidades paralelas respecto a lo que es posible que venga para la elección del 2027.
No hemos puesto atención a todo lo que puede pasar en el camino y alrededor de la construcción final de los escenarios.
Ojo, todo es posible, pero no todo es igual de probable.
El escenario uno, (que además parece en este momento el multiverso más probable) es el de una elección de tercios, una en el que ganador necesita menos votos para lograr el triunfo.
En este escenario la protagonista es la senadora Ruth González, que logró una cantidad histórica de votos en el 24. Más de 500 mil, sufragios que no obtuvo ni el gobernador Ricardo Gallardo en el 21.
La senadora, lo que tiene que hacer en los casi dos años que faltan para la jornada electoral, es no perder ninguno de esos votos, o perder los menos que se pueda en el largo camino que aún falta por andar de aquí al primer domingo de junio del 27.
La táctica generalmente en estas condiciones, es hacer que la oposición se divida, que se arrebaten votos entre las otras dos opciones y no logren ni una ni otra, alcanzar a quien lleve la delantera, en este caso, y según las encuestas aceleradas del momento, la senadora y esposa del gobernador.
En este panorama, es evidente que no se contempla la alianza “cuatro te”, pues ya lo vino a decir fuerte y claro Luisa María Alcalde, que bajo ninguna condición Morena podría postular a un familiar directo de un gobernante, condición estatutaria guinda que poco les preocupa a los verdes en esta configuración política que tienen medida: Verde, Morena y PAN, cada quién por su lado. Es el escenario que mejor les conviene.
Decir que están abiertos al diálogo y que no se descarta la alianza, es precaución política para dejar abierta una ventana si es que las condiciones cambian. Por si se abre otro multiverso.
Mientras tanto, desde el Verde, la carta Ruth no la tienen tapada, el poker que juegan es abierto y prácticamente desde que ganó la elección, comenzó el proyecto Gallardista a construir una narrativa del tiempo de las mujeres y a sembrar la idea de que en San Luis se tendrá gobernadora.
No pierden oportunidad para decirlo, y por eso no cesan en sus esfuerzos, desde el partido, desde el senado, y desde las “Redes de Gestión” (Qué bien les acomodaron las siglas RG: Ruth González, RG: Ricardo Gallardo) que ejecutan mes con mes desplegando a todas las dependencias del estado para que la senadora pueda tramitar o resolver para sus representados asuntos de toda índole con el soporte del ejecutivo.
Tampoco desaprovechan evento alguno de entrega de programas sociales y otros, para invitar a la representante de la cámara alta, a estar presente, tenga foro para dar su mensaje a potosinos y recorra todas las regiones.
Hay que decir que por lo general, el discurso de la senadora es cuidadoso, habla de su trabajo legislativo y de las acciones del gobierno de su esposo contrastándolas con las del pasado (la “herencia maldita” para mayor referencia).
De esta forma, se protegen para que ningún mal pensado interprete sus actividades, gestiones y giras, como eventos anticipados de campaña. Todo está fríamente calculado.
Con todas estas acciones, el proyecto de continuidad Gallardista se fomenta, se refuerza, se fortalece y se alimenta, desde ahora aunque parezca adelantado, y sin descanso.
La razón para hacerlo, de acuerdo a una fuente muy cercana al primer círculo del mandatario Gallardo que me lo confió hace poco, es que en su momento, el proyecto Verde-Gallardo, pueda tener la mejor carta de negociación con la presidenta.
Para que cuando se sienten Claudia y Ricardo (creo que todos nos imaginamos a los dos personajes en una oficina de Palacio Nacional a solas, sentados frente a frente en un escritorio de brillante y fina madera) Gallardo pueda justificar ante Sheinbaum que es el Verde el único que puede ganar en San Luis… y que además pueden hacerlo solos, sin Morena.
En esas condiciones de negociación, y con una candidata para ellos invencible, la insistencia presidencial sería muy costosa:
¿A cambio de qué, presidenta, me puedes pedir ir juntos y bajar de la contienda a mi esposa si no te necesito para ganar?
¿Tienes, Claudia, algo que yo quiera a cambio?
Son preguntas que podría hacer Ricardo en el escritorio de madera fina.
Para plantearlo así, todo les tendría que salir bien, por nota y pensar que la presidenta no tiene elementos de negociación… esas cosas casi nunca suceden.
Pero, asumiendo que así fuera, entonces el proyecto de continuidad del Gallardismo, a través de una elección terciada, con una candidata muy fortalecida, y hasta una presidenta resignada a perder San Luis (siempre se ha dicho que a la federación poco le importa el estado potosino por lo poco que aporta electoralmente hablando) todo parecería sonar a que el Verde-Gallardo navega con viento de cola y mar en calma, que en el 27 van a tirar penalti sin portero y que traen poker de ases.
Sin embargo, este aprendiz de reportero se pregunta: De ser así, y concediendo que hasta el momento todo les ha salido bien, ¿Por qué entonces parecen estar alterados, nerviosos y preocupados por los posibles opositores?
Para responderme, debo decir que si algo me queda claro es que el gobernador no es ningún ingenuo ni es confiado, todo lo contrario, es creyente de la constancia y la perseverancia.
Sus lecturas políticas le alcanzan a ver varias jugadas adelante y por lo tanto sabe que no todo es tan simple como parece, que hay muchas circunstancias, condiciones, opositores a los que no se puede subestimar, obstáculos, amarres, desamarres y conflictos todavía por sortear en el trayecto. Es decir, no se fía de escenarios triunfalistas ni se echa a la hamaca.
Y es que la vida es así de caprichosa, Dios escribe torcido, no hay nada escrito, la única constante es el cambio y en las luchas por el poder se puede y debe esperar lo peor. (Agoté todos los lugares comunes que me se)
De mi se acuerda, pero no tardan, por ejemplo, en resurgir personajes como el “Batman” de Tanquián” (Gerardo Sánchez, para los que no saben que, igual que el personaje del murciélago, su único super poder es tener dinero, dicen que mal habido por cierto, gracias a su cercanía a Andy -que no quiere que le digan Andy- López Beltrán y a los contratos de Pemex que le procuró Adán Augusto López… ya escribiré a profundidad sobre el personaje).
Así como otros que, resentidos y derrotados como Xavier Nava Palacios, van a ser utilizados no para ser candidatos (ninguno tiene posibilidades y en la próxima entrega le explicaré por que) sino para ser incómodos, para intentar manipular la percepción pública con sus conocidos trucos y dinero, para denunciar y denostar todo lo que puedan y así según ellos, generar un entusiasmo de oposición, o un movimiento “anti-Gallardista”.
Ese es solo un ejemplo de lo que es muy posible que veamos en el camino, que será sinuoso y con pendiente para arriba.
Ufff… me falta escribir de Morena, de sus posibles candidatos, ahondar y desmenuzar a fondo a Batman de Tanquián y Xavi bb, también hay que analizar el factor Galindo y sus opciones, de Rosa Icela, del factor de género, de la capital y del resto de los escenarios a la gubernatura.
No es falta de espacio, pero ya me dio sueño y me puse la pijama. Mejor mañana continuamos ¿le parece?.
Hasta mañana.
Yo soy Jorge Saldaña
También lee: Semana a paso veloz | Apuntes de Jorge Saldaña
#4 Tiempos
Te amo, te odio | Columna de Juan Jesús Priego Rivera
LETRAS minúsculas
Una de las mejores novelas de Chaim Potok, el novelista judío, es sin duda ‘La promesa’; en ella aparece un adolescente –Michael- que es internado en una clínica psiquiátrica a causa de sus frecuentes e inexplicables accesos de ira. Nadie sabe lo que le pasa, pero él se muestra casi siempre molesto. ¿Molesto de qué, o por qué? Eso es lo que sus padres quisieran saber. Una vez, incluso, llegó hasta el extremo de quererse quitar la vida, y esto ya era demasiado. La única solución, a juicio de sus padres, era, pues, internarlo, saber por qué se comportaba de esa manera…
El padre de Michael era un famoso erudito judío que escribía libros y dictaba lecciones de judaísmo en una famosa universidad norteamericana; sólo que había una cosa digna de mencionarse, y es que los libros que Abraham Gordon escribía no eran muy ortodoxos que digamos. Para decirlo ya, en ellos negaba abiertamente la posibilidad de que un Dios personal y misericordioso existiera realmente. Dios, en todo caso, era sólo una Idea, una Nostalgia, un Suspiro, pero de ninguna manera ese Ser ante el que los judíos se arrodillaban en señal de alabanza y adoración. «Un Dios así –confesó un día a Reuven, el protagonista del relato y único amigo de su hijo Michael- resulta incomprensible en vista de lo que hoy sabemos sobre el mundo y sobre el mal… Un Dios que se preocupa por cada ser humano, por cada criatura me parece inconcebible. Un concepto primitivo. ¿Qué hago con la verdad, Reuven?».
Cada vez que salía al mercado un libro de Abraham Gordon, se armaba una revolución: al instante sus adversarios tomaban la pluma y esgrimían contra él todas sus armas dialécticas. Uno de ellos, acaso el más peligroso de todos, escribió en un periódico, lleno de indignación: «Abraham Gordon cree que los judíos íbamos a los campos de exterminio a morir por una Idea. ¿Quién se cree que somos: unos estúpidos?». En efecto, millones de judíos habían muerto en los hornos crematorios durante la segunda guerra mundial. ¿Para qué? ¿Para morir por una Idea, por un Suspiro, por un Sueño? ¡Abraham Gordon debía andarse con cuidado!
Pues bien, al final de la novela se descubre cuál es la causa de la enfermedad de Michael, pues él mismo, en un momento de extrema desesperación, lo dice gritando:
«-Lo odio –se refería, claro está, a su padre-. Lo amo y lo odio. Lo odio por todo lo que debí pasar. No era sólo su nombre el que todos atacaban… ¡Era también el mío! Gordon. Gordon. Casi nunca decían Abraham Gordon. Decían Gordon. Y los alumnos en mi clase decían Gordon. Y a veces yo oía que la gente por la calle decía Gordon. Gordon destruye el judaísmo. Gordon es un hereje. Gordon será castigado con el infierno después de la muerte. Gordon es un apóstata… Gordon. Odiaban a Gordon. Nadie me preguntó jamás si él debía escribir estas cosas. Nadie estaba interesado en lo que yo sentía. El simplemente se limitaba a escribir. Yo odiaba esos libros. Cada vez que aparecía alguno, provocab a nuevos ataques. Yo lo amaba. Y ellos lo atacaban. Me dolía verlo sufrir. ¡Dios, cuánto me dolía! ¡Dios, cuánto sufría! ¡Todo lo que debí pasar por su causa! ¡Lo odio! Y mi madre…, ella lo ayudaba a escribir…
¿Cómo es que ella no se dab a cuenta de lo que yo sufría? Se supone que una madre debe darse cuenta…, que debe consola a su hijo. ¿No se supone que las madres consuelan a sus hijos? Amo a mi madre. Y la odio».
¿Se puede amar y odiar al mismo tiempo? ¿Se puede detestar lo que más se quiere? Eso es lo que sugieren las palabras de este adolescente que se revuelve de dolor en la habitación de una clínica psiquiátrica de los Estados Unidos…
Michael ama a su padre; a nadie ama más que a él. Pero su padre escribe libros que hacen daño, que destilan el veneno del ateísmo, que lo separan de su comunidad. Michael lee en el periódico las palabras que personajes prominentes y estimados dirigen contra su padre, y sufre por ver odiado a quien tanto quiere. ¡Su padre no debía escribir esas cosas! Porque los dardos que lanzaban contra el escritor, también lo alcanzaban a él, que no tenía la culpa de nada. ¿Por qué no renunciaba su padre a seguir escribiendo? ¿Es que no era capaz de ver el sufrimiento que provocaba a su alrededor con la publicación de esos libros malditos? Y ahora Michael odia a su padre con la misa intensidad con que antes lo amaba. Pero no: no es que hubiera dejado de quererlo; es que ahora sabía que también lo odiaba. «Te amo, te odio».
¿Se puede amar y odiar al mismo tiempo? ¿Se puede detestar lo que más se quiere? Sí. Pero no nos espantemos: el corazón humano es así, exactamente así. En este mundo no existen sentimientos puros, como no existe en las vetas oro sin escoria. Los padres, que aman a sus hijos con un amor grande e indestructible, también se enojan con ellos a veces, y hasta les levantan la voz y les pegan. «¡Dios mío! ¿Te callarás de una vez por todas?». Los quieren, los quieren hasta el punto de dar la vida por ellos, pero eso no quita que más de una vez digan que se han vuelto insoportables. Además, no lo olvidemos: las heridas que más nos han hecho sufrir nos las han causado no los extraños, ni nuestros enemigos –sus palabras y sus gestos apenas nos alcanzan-, sino los que decían querernos más que nadie.
Tal es nuestra tragedia: que no hay amores puros, como no existe tampoco el agua pura; que todo en esta vida está como envenenado por el desamor, incluso los afectos más puros y bellos. Y no es preciso espantarnos por ello: la vida es así.
El hombre, visto desde esta perspectiva, es un ser desdichado. Hace lo que no quiere y quiere lo que no hace; ama lo que dice odiar y odia lo que jura querer. Ama y odia al mismo tiempo. Odia, aunque sólo sea por breves momentos, a los seres que más quiere, y ama secretamente –sin que él mismo lo sepa- a aquellos mismos que dice aborrecer. ¿Y no ha dicho alguien, por lo demás, que el odio no es sino un amor fracasado?
¡El hombre! ¿Quién lo comprenderá, si ni él mismo se entiende?
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